Anexo:Lugares de Madrid mencionados por Galdós en sus obras

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Este anexo comprende los lugares de Madrid mencionados por el escritor español Benito Pérez Galdós en sus obras. Al igual que a Dickens se le asocia con Londres y Balzac con París, a Galdós se le relaciona con Madrid. Así, el historiador Fernando García de Cortázar se refiere a Galdós como un «testigo implacable y concienzudo novelista del Madrid de la Restauración».[1]

Galdós, nacido en Las Palmas de Gran Canaria, llegó a Madrid en septiembre de 1862,[2]​ con 19 años, para estudiar Derecho:

Entré en la Universidad, donde me distinguí por los frecuentes novillos que hacía, como he referido en otro lugar. Escapándome de las cátedras, ganduleaba por las calles, plazas y callejuelas, gozando en observar la vida bulliciosa de esta ingente y abigarrada capital. Mi vocación literaria se iniciaba con el prurito dramático, y si mis días se me iban en "flanear" por las calles, invertía parte de las noches en emborronar dramas y comedias. Frecuentaba el Teatro Real y un café de la Puerta del Sol, donde se reunía buen golpe de mis paisanos. (B. Pérez Galdós, Memorias de un desmemoriado, II)

Aunque necesariamente retrata la Villa de Madrid en sus Episodios nacionales y, en su primer novela, La Fontana de Oro (1870), inmortaliza el célebre lugar de tertulias liberales, la fonda madrileña La Fontana de Oro, en la década de 1880, que Galdós, «un observador constante de la realidad madrileña», la «sabe retratar con maestría inigualable»,[3]​ escribe una serie de novelas centradas expresamente en la ciudad y en su gente, como son El amigo Manso (1881), El doctor Centeno (1883), Tormento (1884), La de Bringas (1884), Fortunata y Jacinta (1887) —un «estudio costumbrista de la gran ciudad, en su evolución histórica y social»[3]​—, Miau (1888), Realidad (1889) —adaptada como obra de teatro eponímica y estrenada en el Teatro de la Comedia, el 15 de marzo de 1891 con María Guerrero como intérprete principal—, Misericordia (1897), etc.[4]

Asimismo, según Enrique Avilés Arroyo, en Miau (1888), Galdós

... nos presenta un retazo gris de la vida madrileña de la época, concretamente la actitud de diversos personajes de 1a Administración pública española frente al Estado. ...un aspecto parcial y muy concreto de la novela: su localización y su ambientación en el Madrid alfonsino. Sabido es ya el relieve que la topografía madrileña adquiere en las novelas galdosianas, hasta convertirse lugares y entornos en auténticos personajes que, como comparsas, rodean a los protagonistas animados y contribuyen a dar esa sensación de vida que se desprende de las mismas. (Enrique Avilés Arroyo, 1990)[5]

En sus retratos de la ciudad, sus barrios, plazuelas y calles, Galdós describe además muchos itinerararios específicos seguidos por los protagonistas de sus novelas. Así, por ejemplo, a través de Rosalía Pipaón de la Barca, personaje galdosiano que aparece por primera vez en Tormento (1884) y poco después en La de Bringas (1884) —siendo ella la protagonista— Galdós describe el sudeste de Madrid,[6]

Itinerarios[editar]

Fortunata y Jacinta (1887)[editar]

En Fortunata y Jacinta (1887), la protagonista nos lleva por las calles entre la Puerta del Sol y la Plaza Mayor.

Miau (1888)[editar]

Luisito Cadalso, al llevarle una carta de su abuelo al señor de Cucúrbitas, pasa por

... la calle Ancha de San Bernardo, la calle del Pez y la de la Puebla, donde se alza el convento de don Juan de Alarcón, las "Alarconas", a cuyas puertas pide limosna un pobre que adopta la figura del Padre Eterno en los delirios de Luisito. Esta última referencia se recoge a la vuelta del niño a su hogar pero hay que pensar en ella puesto que el novelista al final del capítulo añade: "...buscando la dirección más corta por el mismo laberinto de calles y plazuelas, desigualmente iluminadas y concurridas. Interrumpido en ese punto el itinerario, podemos deducir que el niño baja por la calle de Valverde, la Red de San Luis y la calle de la Montera hasta la Puerta del Sol, con su iluminación recientemente inaugurada. Subiría después por la calle de Carretas a la Plaza del Ángel y por la calle de las Huertas (donde a la vuelta se entretiene en una pastelería) para entrar por último en la calle del Amor de Dios, final de su recorrido. Otro nuevo itinerario de Luisito concluye en el Congreso y sabemos que tarda veinte minutos en llegar allí, con referencias a la calle de Florida-Blanca, invadida de coches; al cercano teatro de la calle de Jovellanos ([Teatro de la Zarzuela|el de la Zarzuela]]); a la calle del Sordo, y a la carrera de San Jerónimo.[5]

Lugares de Madrid mencionados por Galdós en sus obras[editar]

Calle/plaza/edificio, etc. Obra Fecha de publicación Comentarios
Pontejos (plaza)
(calle de Pontejos)
Fortunata y Jacinta 1887 Es la plaza donde se encuentra la residencia de los Santa Cruz y de su vecina, Doña Guillermina Pacheco.«Los de Santa Cruz vivían en su casa propia de la calle de Pontejos, dando frente a la plazuela del mismo nombre.»[7]
Pontejos (calle) Fortunata y Jacinta 1887 «Los de Santa Cruz vivían en su casa propia de la calle de Pontejos, dando frente a la plazuela del mismo nombre[7]
Magdalena (calle de la) Fortunata y Jacinta 1887 «Sale, se dirige a la calle de la Magdalena, y se para ante el escaparate de la tienda de tubos, obedeciendo a esa rutina del instinto por la cual, cuando tenemos un encuentro feliz en determinado sitio, volvemos al propio sitio creyendo que lo tendremos por segunda vez. ¡Cuánto tubo!, llaves de bronce, grifos, y multitud de cosas para llevar y traer el agua... Detiénese allí mediano rato viendo y esperando.»[8]
Progreso (plaza) Fortunata y Jacinta 1887 «Sale, se dirige a la calle de la Magdalena, y se para ante el escaparate de la tienda de tubos, ... Detiénese allí mediano rato viendo y esperando. Después sigue hacia la plaza del Progreso.»< ref name=partiv/> y «Fortunata se echó a la calle, y en la plaza del Progreso vio muchos coches; pero muchos. Era un entierro, que iba por la calle del Duque de Alba hacia la de Toledo[9]
Duque de Alba (calle) Fortunata y Jacinta 1887 «Sale, se dirige a la calle de la Magdalena, y se para ante el escaparate de la tienda de tubos, ... Detiénese allí mediano rato viendo y esperando. Después sigue hacia la plaza del Progreso[8]​ y «Fortunata se echó a la calle, y en la plaza del Progreso vio muchos coches; pero muchos. Era un entierro, que iba por la calle del Duque de Alba hacia la de Toledo[9]
Barrionuevo (calle de) Fortunata y Jacinta 1887 «Después sigue hacia la plaza del Progreso. En la calle de Barrionuevo, se detiene en la puerta de una tienda donde hay piezas de tela desenvueltas y colgadas haciendo ondas. Fortunata las examina, y coge algunas telas entre los dedos para apreciarlas por el tacto. «¡Qué bonita es esta cretona!». Dentro hay un enano, un monstruo, vestido con balandrán rojo y turbante, alimaña de transición que se ha quedado a la mitad del camino darwinista por donde los orangutanes vinieron a ser hombres. Aquel adefesio hace allí mil extravagancias para atraer a la gente, y en la calle se apelmazaban los chiquillos para verle y reírse de él.»[8]
La Fontana de Oro
(Carrera de San Jerónimo con calle Victoria)
La Fontana de Oro 1870 Esta fonda fue un lugar de reunión y tertulia política liberal. Galdós lo inmortaliza en su primera novela.
Provincia (plaza) Fortunata y Jacinta 1887 «Entra por la Concepción Jerónima; sube después por el callejón del Verdugo a la plaza de Provincia;…»[8]
Concepción Jerónima (calle) Fortunata y Jacinta 1887 «Entra por la Concepción Jerónima; sube después por el callejón del Verdugo a la plaza de Provincia; ve los puestos de flores, y allí duda si tirar hacia Pontejos, a donde la empuja su pícara idea, o correrse hacia la calle de Toledo. Opta por esta última dirección, sin saber por qué. Déjase ir por la calle Imperial, y se detiene frente al portal del Fiel Contraste a oír un pianito que está tocando una música muy preciosa.»[8]
Verdugo (callejón)
(plaza de Provincia)
Fortunata y Jacinta 1887 «Entra por la Concepción Jerónima; sube después por el callejón del Verdugo a la plaza de Provincia; ve los puestos de flores, y allí duda si tirar hacia Pontejos, a donde la empuja su pícara idea, o correrse hacia la calle de Toledo. Opta por esta última dirección, sin saber por qué. Déjase ir por la calle Imperial, y se detiene frente al portal del Fiel Contraste a oír un pianito que está tocando una música muy preciosa.»[8]
Imperial (calle) Fortunata y Jacinta 1887 «Entra por la Concepción Jerónima; sube después por el callejón del Verdugo a la plaza de Provincia; ve los puestos de flores, y allí duda si tirar hacia Pontejos, a donde la empuja su pícara idea, o correrse hacia la calle de Toledo. Opta por esta última dirección, sin saber por qué. Déjase ir por la calle Imperial, y se detiene frente al portal del Fiel Contraste a oír un pianito que está tocando una música muy preciosa.»[8]
Mayor (plaza)
(Cava de San Miguel)
Fortunata y Jacinta 1887 La Cava de San Miguel es el lugar donde reside Plácido Estupiñá, y donde se produce el primer encuentro entre Fortunata y Juan. La novela comienza y termina con Fortunata residiendo en el mismo edificio que Estupiñá, situado en la Cava de San Miguel y con una limitada vista a la Plaza Mayor.
Cava de San Miguel
(Plaza Mayor)
Fortunata y Jacinta 1887 Es el lugar donde reside Plácido Estupiñá, y donde se produce el primer encuentro entre Fortunata y Juan. La novela comienza y termina con Fortunata residiendo en el mismo edificio que Estupiñá, situado en la Cava de San Miguel y con una limitada vista a la Plaza Mayor.
San Ginés (iglesia de) Fortunata y Jacinta 1887 Es la iglesia donde Guillermina Pacheco y Plácido Estupiñá asisten a misa.
Raimundo Lulio (calle de) Fortunata y Jacinta 1887 Es la calle del barrio de Chamberí donde residen Doña Lupe y Maximiliano antes de mudarse a la calle del Ave María cuando Maxi comienza a trabajar como ayudante en la botica de Samaniego.
Ave María (calle del) Fortunata y Jacinta 1887 Es la calle donde se encuentra la botica de Samaniego y la residencia de Doña Lupe, Fortunata y Maxi tras su reconciliación.
Tabernillas (calle) Fortunata y Jacinta 1887 Es la calle donde vive Fortunata en la etapa en que es mantenida por Evaristo Feijoo.
Fuencarral (calle) «El crimen de la calle Fuencarral» 1888 «El crimen de la calle Fuencarral»[10]
Cañizares (calle)
(Parroquia de San Sebastián)
Misericordia 1897
Ángel (plaza del)
(Parroquia de San Sebastián)
Misericordia 1897
Mesón de Paredes (calle) Misericordia 1897 «Emprendieron su camino presurosos por la calle de Mesón de Paredes, hablando poco. Benina, más sofocada por la ansiedad que por la viveza del paso, echaba lumbre de su rostro, y cada vez que oía campanadas de relojes hacía una mueca de desesperación. El viento frío del Norte les empujaba por la calle abajo, hinchando sus ropas como velas de un barco. Las manos de uno y otro eran de hielo; sus narices rojas destilaban. Enronquecían sus voces; las palabras sonaban con oquedad fría y triste.»[11]
Toledo (ronda) Misericordia 1897 «No lejos del punto en que Mesón de Paredes desemboca en la Ronda de Toledo, hallaron el parador de Santa Casilda, vasta colmena de viviendas baratas alineadas en corredores sobrepuestos. Entrase a ella por un patio o corralón largo y estrecho, lleno de montones de basura, residuos, despojos y desperdicios de todo lo humano. El cuarto que habitaba Almudena era el último del piso bajo, al ras del suelo, y no había que franquear un solo escalón para penetrar en él. Componíase la vivienda de dos piezas separadas por una estera pendiente del techo: a un lado la cocina, a otro la sala, que también era alcoba o gabinete, con piso de tierra bien apisonado, paredes blancas, no tan sucias como otras del mismo caserón o humana madriguera.»[11]
Parador de Santa Casilda
(Ronda de Toledo)
Misericordia 1897 «No lejos del punto en que Mesón de Paredes desemboca en la Ronda de Toledo, hallaron el parador de Santa Casilda, vasta colmena de viviendas baratas alineadas en corredores sobrepuestos. Entrase a ella por un patio o corralón largo y estrecho, lleno de montones de basura, residuos, despojos y desperdicios de todo lo humano. El cuarto que habitaba Almudena era el último del piso bajo, al ras del suelo, y no había que franquear un solo escalón para penetrar en él. Componíase la vivienda de dos piezas separadas por una estera pendiente del techo: a un lado la cocina, a otro la sala, que también era alcoba o gabinete, con piso de tierra bien apisonado, paredes blancas, no tan sucias como otras del mismo caserón o humana madriguera.»[11]

«Casi no es hipérbole decir que la señá Benina, al salir de Santa Casilda, poseyendo el incompleto duro que calmaba sus mortales angustias, iba por rondas, travesías y calles como una flecha. Con sesenta años a la espalda, conservaba su agilidad y viveza, unidas a una perseverancia inagotable. Se había pasado lo mejor de la vida en un ajetreo afanoso, que exigía tanta actividad como travesura, esfuerzos locos de la mente y de los músculos, y en tal enseñanza se había fortificado de cuerpo y espíritu, formándose en ella el temple extraordinario de mujer que irán conociendo los que lean esta puntual historia de su vida. Con increíble presteza entró en una botica de la calle de Toledo; recogió medicinas que había encargado muy de mañana; después hizo parada en la carnicería y en la tienda de ultramarinos, llevando su compra en distintos envoltorios de papel, y, por fin, entró en una casa de la calle Imperial, próxima a la rinconada en que está el Almotacén y Fiel Contraste. Deslizose a lo largo del portal angosto, obstruido y casi intransitable por los colgajos de un comercio de cordelería que en él existe; subió la escalera, con rápidos andares hasta el principal, con moderado paso hasta el segundo; llegó jadeante al tercero, que era el último, con honores de sotabanco. Dio vuelta a un patio grande, por galería de emplomados cristales, de suelo desigual, a causa de los hundimientos y desniveles de la vieja fábrica, y al fin llegó a una puerta de cuarterones, despintada; llamó... Era su casa, la casa de su señora, la cual, en persona, tentando las paredes, salió al ruido de la campanilla, o más bien afónico cencerreo, y abrió, no sin la precaución de preguntar por la mirilla, cuadrada, defendida por una cruz de hierro.»[12]

Campillo de Manuela
(Ronda de Toledo)
Misericordia 1897 «Haciéndose cargo de la impaciencia de su amiga, el ciego descolgó de un clavo el traje que él llamaba nuevo, por un convencionalismo muy corriente en las combinaciones mercantiles, y lo entregó a su amiga, que en cuatro zancajos se puso en el patio y en la Ronda, tirando luego hacia el llamado Campillo de Manuela.»[11]
Parroquia de San Sebastián
(calle de Cañizares)
Misericordia 1897
Café Suizo Prim
(Episodios nacionales)
1906 En la calle de Sevilla.
Imperial (calle) Misericordia 1897 «Con increíble presteza entró en una botica de la calle de Toledo; recogió medicinas que había encargado muy de mañana; después hizo parada en la carnicería y en la tienda de ultramarinos, llevando su compra en distintos envoltorios de papel, y, por fin, entró en una casa de la calle Imperial, próxima a la rinconada en que está el Almotacén y Fiel Contraste. Deslizose a lo largo del portal angosto, obstruido y casi intransitable por los colgajos de un comercio de cordelería que en él existe; subió la escalera, con rápidos andares hasta el principal, con moderado paso hasta el segundo; llegó jadeante al tercero, que era el último, con honores de sotabanco. Dio vuelta a un patio grande, por galería de emplomados cristales, de suelo desigual, a causa de los hundimientos y desniveles de la vieja fábrica, y al fin llegó a una puerta de cuarterones, despintada; llamó... Era su casa, la casa de su señora, la cual, en persona, tentando las paredes, salió al ruido de la campanilla, o más bien afónico cencerreo, y abrió, no sin la precaución de preguntar por la mirilla, cuadrada, defendida por una cruz de hierro.»[12]
Navalón (plazuela de) Tormento 1884 Lugar de nacimiento de Rosalía Pipaón de la Barca (que también aparece en La de Bringas: «Nací en la plazuela de Navalón, y hemos vivido muchos años en la calle de Silva.»[13]
Plaza de Toros Tormento 1884 No confundirse con otras plazas de la época, ni con la plaza de Toros de Las Ventas, inaugurada en 1931. En este libro, la también protagonista de La de Bringas afirma que

Yo quiero vecindad por todos lados. Me gusta sentir de noche al inquilino que sube; me agrada sentir aliento de personas arriba y abajo. La soledad me causa espanto, y cuando oigo hablar de las familias que se han ido a vivir a ese barrio, a esa Sacramental que está haciendo el marqués de Salamanca más allá de la Plaza de Toros, me dan escalofríos. ¡Jesús qué miedo!...[13]

Se trata de la Plaza de toros de la Puerta de Alcalá, donde actualmente se encuentran las calles Claudio Coello y Conde de Aranda y que fue derruida en 1874 para las obras del ensanche de la ciudad diseñado por el citado marqués de Salamanca, que hoy se conoce como el barrio de Salamanca. Tomó la alternativa del toreo madrileño, la plaza de toros de la Fuente del Berro, inaugurada aquel mismo año en el descampado que luego ocuparía el Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid, junto a la carretera de Aragón.[14]
Toledo (calle) Fortunata y Jacinta 1887 «Siguió ella tras el entierro, y al llegar a la parte baja de la calle de Toledo, tomó a la derecha por la calle de la Ventosa y se fue a la explanada del Portillo de Gilimón, desde donde se descubre toda la vega del Manzanares. Harto conocía aquel sitio, porque cuando vivía en la calle de Tabernillas, íbase muchas tardes de paseo a Gilimón, y sentándose en un sillar de los que allí hay, y que no se sabe si son restos o preparativos de obras municipales, estábase largo rato contemplando las bonitas vistas del río.»[9]
Portillo de Gilimón Fortunata y Jacinta 1887 «Siguió ella tras el entierro, y al llegar a la parte baja de la calle de Toledo, tomó a la derecha por la calle de la Ventosa y se fue a la explanada del Portillo de Gilimón, desde donde se descubre toda la vega del Manzanares. Harto conocía aquel sitio, porque cuando vivía en la calle de Tabernillas, íbase muchas tardes de paseo a Gilimón, y sentándose en un sillar de los que allí hay, y que no se sabe si son restos o preparativos de obras municipales, estábase largo rato contemplando las bonitas vistas del río. Pues lo mismo hizo aquel día. El cielo, el horizonte, las fantásticas formas de la sierra azul, revueltas con las masas de nubes, le sugerían vagas ideas de un mundo desconocido, quizás mejor que este en que estamos; pero seguramente distinto. El paisaje es ancho y hermoso, limitado al Sur por la fila de cementerios, cuyos mausoleos blanquean entre el verde oscuro de los cipreses. Fortunata vio largo rosario de coches como culebra que avanzaba ondeando; y al mismo tiempo otro entierro subía por la rampa de San Isidro, y otro por la de San Justo. Como el viento venía de aquella parte, oyó claramente la campana de San Justo que anunciaba cadáver.»[9]
Ventosa (calle de la) Fortunata y Jacinta 1887 «Siguió ella tras el entierro, y al llegar a la parte baja de la calle de Toledo, tomó a la derecha por la calle de la Ventosa y se fue a la explanada del Portillo de Gilimón, desde donde se descubre toda la vega del Manzanares. Harto conocía aquel sitio, porque cuando vivía en la calle de Tabernillas, íbase muchas tardes de paseo a Gilimón, y sentándose en un sillar de los que allí hay, y que no se sabe si son restos o preparativos de obras municipales, estábase largo rato contemplando las bonitas vistas del río.»[9]
Puerta del Sol La revolución de julio
(Episodios Nacionales)
1904 «13 de enero de 1854.- En la Puerta del Sol me encontré a dos amigos que salían del Ministerio: eran Antonio Cánovas del Castillo y Ángel Fernández de los Ríos[15]
Carretas (calle) Miau 1888 Luisito Cadalso, al llevarle una carta de su abuelo al señor de Cucúrbitas, pasa por

... la calle Ancha de San Bernardo, la calle del Pez y la de la Puebla, donde se alza el convento de don Juan de Alarcón, las "Alarconas", a cuyas puertas pide limosna un pobre que adopta la figura del Padre Eterno en los delirios de Luisito. Esta última referencia se recoge a la vuelta del niño a su hogar pero hay que pensar en ella puesto que el novelista al final del capítulo añade: "...buscando la dirección más corta por el mismo laberinto de calles y plazuelas, desigualmente iluminadas y concurrida". Interrumpido en ese punto el itinerario, podemos deducir que el niño baja por la calle de Valverde, la Red de San Luis y la calle de la Montera hasta la Puerta del Sol, con su iluminación recientemente inaugurada. Subiría después por la calle de Carretas a la plaza del Ángel y por la calle de las Huertas (donde a la vuelta se entretiene en una pastelería) para entrar por último en la calle del Amor de Dios, final de su recorrido.[5]

Huertas (calle de las) Miau 1888 Luisito Cadalso, al llevarle una carta de su abuelo al señor de Cucúrbitas, pasa por

... la calle Ancha de San Bernardo, la calle del Pez y la de la Puebla, donde se alza el convento de don Juan de Alarcón, las "Alarconas", a cuyas puertas pide limosna un pobre que adopta la figura del Padre Eterno en los delirios de Luisito. Esta última referencia se recoge a la vuelta del niño a su hogar pero hay que pensar en ella puesto que el novelista al final del capítulo añade: "...buscando la dirección más corta por el mismo laberinto de calles y plazuelas, desigualmente iluminadas y concurrida". Interrumpido en ese punto el itinerario, podemos deducir que el niño baja por la calle de Valverde, la Red de San Luis y la calle de la Montera hasta la Puerta del Sol, con su iluminación recientemente inaugurada. Subiría después por la calle de Carretas a la plaza del Ángel y por la calle de las Huertas (donde a la vuelta se entretiene en una pastelería) para entrar por último en la calle del Amor de Dios, final de su recorrido.[5]

Ángel (plaza del) Miau 1888 Luisito Cadalso, al llevarle una carta de su abuelo al señor de Cucúrbitas, pasa por

... la calle Ancha de San Bernardo, la calle del Pez y la de la Puebla, donde se alza el convento de don Juan de Alarcón, las "Alarconas", a cuyas puertas pide limosna un pobre que adopta la figura del Padre Eterno en los delirios de Luisito. Esta última referencia se recoge a la vuelta del niño a su hogar pero hay que pensar en ella puesto que el novelista al final del capítulo añade: "...buscando la dirección más corta por el mismo laberinto de calles y plazuelas, desigualmente iluminadas y concurrida". Interrumpido en ese punto el itinerario, podemos deducir que el niño baja por la calle de Valverde, la Red de San Luis y la calle de la Montera hasta la Puerta del Sol, con su iluminación recientemente inaugurada. Subiría después por la calle de Carretas a la plaza del Ángel y por la calle de las Huertas (donde a la vuelta se entretiene en una pastelería) para entrar por último en la calle del Amor de Dios, final de su recorrido.[5]

San Jerónimo (carrera de) Miau 1888 Un itinerario de Luisito Cadalso:

... concluye en el Congreso y sabemos que tarda veinte minutos en llegar allí, con referencias a la calle de Florida-Blanca, invadida de coches; al cercano teatro de la calle de Jovellanos ([Teatro de la Zarzuela|el de la Zarzuela]]); a la calle del Sordo, y a la carrera de San Jerónimo.[5]

Viaducto
(calle de Segovia)
Miau 1888 Se trata del primer viaducto, un puente de hierro diseñado por el ingeniero municipal Eugenio Barrón Avignón. Considerado una icono tecnológico e ingenieril de la Primera República Española, su popularidad fue en gran medida debido a la gran luz que tenía el paso. Cruzaba el pavimento de la calle Segovia a una altura de 23 metros y poseía una longitud de 120 metros con sus 13 metros de anchura de tablero. Fue inaugurado el 13 de octubre de 1874, y tras una vida útil de menos de cincuenta años ya se comenzaba a pensar en la elaboración de otro viaducto debido a su mal estado de conservación. Fue derribado en 1932.

Galdós lo mencionan tanto citando a Villaamil («Dios tenga piedad de nosotros, pues si este amigo nos desampara iremos todos a tirarnos por el viaducto») como en los pensamientos de Abelarda («... creyó volverse loca en aquel mismo instante, soñando como único alivio a su desatada pena salir de la casa, correr hacia el Viaducto de la calle de Segovia y tirarse por él».[5]

Viaducto
(calle de Segovia)
La desheredada 1881 Se trata del primer viaducto, un puente de hierro diseñado por el ingeniero municipal Eugenio Barrón Avignón. Considerado una icono tecnológico e ingenieril de la Primera República Española, su popularidad fue en gran medida debido a la gran luz que tenía el paso. Cruzaba el pavimento de la calle Segovia a una altura de 23 metros y poseía una longitud de 120 metros con sus 13 metros de anchura de tablero. Fue inaugurado el 13 de octubre de 1874, y tras una vida útil de menos de cincuenta años ya se comenzaba a pensar en la elaboración de otro viaducto debido a su mal estado de conservación. Fue derribado en 1932.

Una sombra lúgubre que sobre la calle se proyectaba les hizo alzar la vista, y vieron la mole del viaducto en construcción, un bosque de andamios sosteniendo enorme enredado de hierro. Cuando este puente se acabe –dijo Relimpio en tono de mucha autoridad–, no servirá sino para que se arrojen de él los desesperados.[16]

Viaducto
(calle de Segovia)
Misericordia 1897 Se trata del primer viaducto, un puente de hierro diseñado por el ingeniero municipal Eugenio Barrón Avignón. Considerado una icono tecnológico e ingenieril de la Primera República Española, su popularidad fue en gran medida debido a la gran luz que tenía el paso. Cruzaba el pavimento de la calle Segovia a una altura de 23 metros y poseía una longitud de 120 metros con sus 13 metros de anchura de tablero. Fue inaugurado el 13 de octubre de 1874, y tras una vida útil de menos de cincuenta años ya se comenzaba a pensar en la elaboración de otro viaducto debido a su mal estado de conservación. Fue derribado en 1932. Benigna, hablando con el ciego Almudena, le dice:

–Una cosa tremenda. Estoy que no vivo. Soy tan desgraciada, que si tú no me amparas me tiro por el viaducto... como lo oyes.[17]

Manzanares (río) Fortunata y Jacinta 1887 «Siguió ella tras el entierro, y al llegar a la parte baja de la calle de Toledo, tomó a la derecha por la calle de la Ventosa y se fue a la explanada del Portillo de Gilimón, desde donde se descubre toda la vega del Manzanares. Harto conocía aquel sitio, porque cuando vivía en la calle de Tabernillas, íbase muchas tardes de paseo a Gilimón, y sentándose en un sillar de los que allí hay, y que no se sabe si son restos o preparativos de obras municipales, estábase largo rato contemplando las bonitas vistas del río.»[9]
Turco (calle del)
(actualmente calle del Marqués de Cubas)
Amadeo I 1910


Véase también[editar]

Referencias[editar]

  1. García de Cortázar, Fernando. «De la incompetencia de la Armada a la incapacidad de Carlos IV», pág. 20. Prólogo a los Episodios nacionales. Espasa Calpe, 2008.
  2. Marchamalo, Jesús: Viajeros y estables, 15. «Galdós y sus episodios nacionales.» 21 de mayo de 2003. Centro Virtual Cervantes. Consultado el 13 de agosto de 2014.
  3. a b Amorós, Andrés. «La gran crónica del siglo XIX en España», págs. 10-11. Introducción a los Episodios nacionales. Espasa Calpe, 2008.
  4. Gullón, Germán (2012). «El Madrid de Galdós: de la calle a la vía urbana». Universidad de Amsterdam. Consultado el 4 de noviembre de 2016. 
  5. a b c d e f g Avilés Arroyo, Enrique. «Localización y ambientes de la novela Miau de don Benito Pérez Galdós.» Memoria Digital de Canarias. Consultado el 22 de agosto de 2014
  6. García-Posada, Miguel. Guía del Madrid galdosiano, pág. 15. Biblioteca Virtual. Comunidad de Madrid. Consultado el 13 de agosto de 2014.
  7. a b Pérez Galdós, B. Fortunata y Jacinta. Fortunata y Jacinta: (dos historias de casadas). Parte Primera -VI- «Más y más pormenores referentes a esta ilustre familia.» -III- Consultado el 14 de agosto de 2014.
  8. a b c d e f g Pérez Galdós, B. Fortunata y Jacinta. Fortunata y Jacinta: (dos historias de casadas). Parte Tercera -VII- «La idea... la pícara idea.» -iv- Consultado el 14 de agosto de 2014.
  9. a b c d e f Pérez Galdós, B., Fortunata y Jacinta. Fortunata y Jacinta: (dos historias de casadas). Parte Segunda -VII- «La idea... la pícara idea» -v-. Project Gutenberg EBook. Consultado el 14 de agosto de 2014.
  10. Pérez Galdós, B., (1888) «El crimen de la calle Fuencarral: cronicón de 1888-1889», Madrid, Ed. Prensa Moderna
  11. a b c d Pérez Galdós, B. Misericordia. Capítulo V Project Gutenberg EBook. Consultado el 14 de agosto de 2014.
  12. a b Pérez Galdós, B. Misericordia. Capítulo VI Project Gutenberg EBook. Consultado el 14 de agosto de 2014.
  13. a b Pérez Galdós, B. Tormento. Tormento Capítulo III. Project Gutenberg EBook. Consultado el 14 de agosto de 2014.
  14. «Un recorrido por las antiguas plazas de toros de Madrid.» ABC. Consultado el 14 de agosto de 2014.
  15. Pérez Galdós, B. Episodios Nacionales: La revolución de julio (1904) Episodios Nacionales: La revolución de julio (1904). En Google Books. Consultado el 15 de agosto de 2014.
  16. Pérez Galdós, B. La desheredada (Google eBook) La desheredada, primera parte, pág. 93. En Google Books. Consultado el 22 de agosto de 2014.
  17. Pérez Galdós, B. Misericordia, pág. 103. En Google Books. Consultado el 22 de agosto de 2014.