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Hechos 15

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Hechos 15:22-24 en latín (columna izquierda) y griego (columna derecha) en el Codex Laudianus, escrito hacia el año 550 d.C.

Hechos 15 es el decimoquinto capítulo de los Hechos de los Apóstoles del Nuevo Testamento de la Biblia cristiana. Registra «la primera gran controversia en los registros de la Iglesia cristiana»,[1]​ sobre la necesidad de la circuncisión, Pablo y Bernabé viajando a Jerusalén para asistir al Concilio de Jerusalén y el comienzo del segundo viaje misionero de Pablo.[2]​ El autor del libro que contiene este capítulo es anónimo, pero la tradición cristiana primitiva afirmó uniformemente que Lucas compuso este libro, así como el Evangelio de Lucas.[3]

Texto

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El texto original fue escrito en griego koiné. Este capítulo está dividido en 41 Versículos.

Testigos textuales

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Algunos manuscritos antiguos que contienen el texto de este capítulo son:

Ÿ En griego

En latín

Referencias del Antiguo Testamento

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Referencias del Nuevo Testamento

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Ubicaciones

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En este capítulo se mencionan los siguientes lugares (por orden de aparición):

Consideraciones generales

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Este pasaje subraya la importancia central de ciertos versículos en el libro de los Hechos de los Apóstoles, tanto en su posición estructural dentro del texto como en su contenido teológico. Se refiere al episodio crucial que marca un hito en la historia de la Iglesia: la plena apertura del Evangelio a los gentiles. En este sentido, el bautismo de Cornelio, un centurión romano, y su familia no fue un caso aislado, sino un signo revelador del plan divino de salvación para todos, sin distinción entre judíos y gentiles. Este evento resalta la voluntad de Dios de integrar a los gentiles en la Iglesia sin la necesidad de adherirse a la ley judía, como la circuncisión.

El texto destaca que este episodio se profundiza más en los versículos mencionados, donde Lucas narra con precisión el origen del conflicto, la reunión del Concilio de Jerusalén y sus implicaciones para la Iglesia. Esta reunión fue convocada para abordar la cuestión de si los gentiles convertidos al cristianismo debían cumplir la ley mosaica, lo que estaba creando tensiones en la Iglesia primitiva. Bajo la guía del Espíritu Santo, los apóstoles y los ancianos, en una deliberación que incluía la intervención decisiva de Pedro, concluyeron que los gentiles podían ser bautizados sin necesidad de someterse a los rituales judíos, como la circuncisión.

Este acontecimiento, que puede considerarse el "centro" del libro de los Hechos, no solo en términos de su lugar físico en el texto, sino en su relevancia para la misión universal de la Iglesia, fue determinante para la expansión del cristianismo más allá del ámbito judío. De este modo, la Iglesia, bajo la dirección del Espíritu Santo, reafirmó su misión de llevar el Evangelio a todos los pueblos, cumpliendo así el mandato de Jesús: "Id, pues, y haced discípulos a todas las naciones". Las consecuencias de esta decisión abrieron el camino para que el cristianismo se difundiera más allá del contexto cultural judío y se convirtiera en una religión universal.

Conflicto sobre la circuncisión (versículos 1-5)

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La Controversia sobre la circuncisión comenzó en Antioquía, cuando 'ciertos hombres' (en griego: τινες, ciertas 'personas' en la traducción Nueva Versión Internacional) llegaron de Judea enseñando que la salvación dependía de la circuncisión según la ley mosaica. El People's New Testament Commentary [8]​ los llamó 'los maestros judaizantes';[9]​ Pablo los llamó a ellos y a otros con la misma enseñanza 'falsos hermanos traídos secretamente'.[10][11]​.

La disputa que surgió dio lugar a la decisión de enviar a Pablo y Bernabé a Jerusalén, para buscar una solución a la cuestión. En Jerusalén, «algunos de la secta de los fariseos que creían» argumentaron a favor de la circuncisión.[12]

Comentarios

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Este pasaje aborda una de las principales controversias de la Iglesia primitiva: la cuestión de si los gentiles convertidos al cristianismo debían cumplir con las leyes y rituales del judaísmo, como la circuncisión y la observancia de la Ley de Moisés, para alcanzar la salvación. El conflicto surge cuando algunos cristianos de origen fariseo, relacionados con el grupo de Santiago, llegan a Antioquía y afirman que la salvación no es posible sin la circuncisión. Aunque estos cristianos han aceptado que los gentiles puedan ser bautizados y formar parte de la Iglesia, todavía no han comprendido completamente la nueva realidad que introduce el Evangelio, según la cual no es necesario pasar por el judaísmo para ser salvo. Este conflicto no solo causa confusión y preocupación entre los cristianos de Antioquía, sino que también pone en peligro la expansión de la Iglesia misma, pues «plantea una división importante» en la comunidad: ¿deben los gentiles seguir la Ley de Moisés o pueden ser salvados solo por la fe en Jesucristo? Ante la gravedad de este problema, se hace necesario apelar a los apóstoles y presbíteros de Jerusalén, quienes gobiernan la Iglesia, para que se discuta y se resuelva la cuestión. Esta apelación desemboca en el Concilio de Jerusalén (Hechos 15), donde se decidirá que no es necesario que los gentiles se circunciden ni que sigan las leyes rituales judías para formar parte de la Iglesia.[13]

El uso del término "secta" en este contexto se refiere a los fariseos, que eran conocidos por su exclusivismo religioso. El término en griego y en la Neovulgata se traduce literalmente como herejía, pero en este pasaje no tiene un sentido peyorativo. Se refiere simplemente a un grupo religioso separado por sus estrictas prácticas y creencias. Pablo mismo, antes de su conversión, perteneció a los fariseos, la "secta más estricta de la religión judía". También se menciona la "secta de los saduceos" en Hechos 5,17, y en varios pasajes de los Hechos, el cristianismo es llamado "secta" por los judíos, lo que resalta la percepción de los primeros cristianos como un grupo diferente dentro del judaísmo. En resumen, este pasaje refleja un momento crítico en el desarrollo de la Iglesia, cuando se debate la relación entre la Ley judía y la nueva fe cristiana, una discusión que afectaría profundamente la misión de la Iglesia y su expansión entre los gentiles..[14]

Concilio de Jerusalén (15:6-29)

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El relato del Concilio de Jerusalén está entre corchetes por las escenas en Antioquía (versículos 1-5 de apertura; versículos 30-35 de cierre) como una indicación de que el narrador cambió de Jerusalén a Antioquía como 'tierra natal', y podría no tener acceso a los acontecimientos en Jerusalén desde que Pedro dejó esa ciudad en Hechos 12:17.[15]

Comentarios previos a los versículos 6-11

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En el Concilio de Jerusalén, Lucas destaca tres momentos esenciales que tratan la controversia sobre la circuncisión y la Ley mosaica:

  • Discurso de Pedro (Hechos 15,7-11): Pedro toma la palabra después de una larga discusión y es clave en el debate. Basándose en su experiencia con Cornelio, afirma que Dios no hace distinción entre judíos y gentiles, ya que les ha concedido a ambos el Espíritu Santo sin exigirles la circuncisión. Pedro enfatiza que la salvación no se obtiene a través de la Ley, sino por la gracia de Jesucristo. Esto elimina la necesidad de la circuncisión para los gentiles, coincidiendo con la postura de Pablo y Bernabé.
  • Discurso de Santiago (Hechos 15,13-21): Santiago apoya a Pedro citando las Escrituras (Amós 9,11-12) para demostrar que la inclusión de los gentiles en el plan de Dios ya había sido profetizada. Propone que los gentiles no se les imponga la Ley de Moisés, sino que se les sugieran algunas normas básicas para facilitar la convivencia con los judíos cristianos.
  • El decreto (Hechos 15,23-29): Finalmente, se envía una carta a las iglesias de los gentiles, confirmando la decisión del concilio: los gentiles no necesitan circuncidarse ni seguir la Ley mosaica para salvarse. Solo deben abstenerse de ciertos alimentos y prácticas vinculadas a la idolatría y la inmoralidad sexual.[16]

Este conjunto de eventos resuelve la cuestión a favor de la libertad de los gentiles en Cristo, sin la imposición de la Ley judía.

Nadie puede santificarse después del pecado —dice Santo Tomás de Aquino— si no es por Cristo (…). Como los antiguos padres se salvaron por la fe de Cristo que había de venir, así nosotros nos salvamos por la fe de Cristo que nació y padeció.[17]

En este pasaje, se subraya el papel clave de Pedro en la unidad de la Iglesia. Durante el Concilio de Jerusalén, celebrado alrededor del año 49 o 50, Pedro actúa como factor decisivo, unificando las diferentes posturas y señalando con autoridad dónde se encuentra la verdad: en la salvación por la gracia de Jesucristo, sin necesidad de cumplir la Ley de Moisés. Su intervención ayuda a resolver el conflicto sobre la circuncisión y la Ley, estableciendo la base para la inclusión plena de los gentiles en la Iglesia.

Este concilio es considerado el primer concilio general de la Iglesia y un prototipo de los futuros concilios ecuménicos, donde se ha definido la doctrina y se ha promovido la unidad en momentos de controversia.[18]

¿Quién ignora que las llaves del reino de los cielos fueron entregadas a Pedro? ¿Acaso no se edifica toda la Iglesia sobre la fe y la doctrina de Pedro, hasta que lleguemos todos al hombre perfecto en la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios? Es necesario, sin duda, que sean muchos los que planten, muchos los que rieguen, pues lo exige el avance de la predicación y el crecimiento de los pueblos. (…) Sea quien fuere el que planta y el que riega, Dios no da crecimiento sino a aquel que planta y riega sobre la fe de Pedro y sigue su doctrina.[19]

Versículo 13

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Y después que callaron, respondió Santiago, diciendo: Varones hermanos, escuchadme:'[20]

El consejo escuchó a Santiago porque era el primero de los tres pilares de la iglesia (véase Gálatas 2:9). Fue el líder de los iglesia de Jerusalén hasta que fue lapidado por la insistencia del sumo sacerdote en el año 62 d.C. Santiago era el hermanastro del Señor Jesucristo, el que no creyó hasta que el Señor se le apareció en privado después de la Resurrección (véase 1 Corintios 15:7).[21]

Versículo 14

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Simón ha declarado cómo Dios visitó primero a los gentiles para tomar de entre ellos un pueblo para su nombre. [22]

Versículo 23

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Esta es la carta entregada por ellos: «Los apóstoles y los presbíteros, vuestros hermanos, a los hermanos de Antioquía, Siria y Cilicia de origen gentil: saludos»[25]​.

La carta iba dirigida a los creyentes no judíos de Antioquía, Siria y Cilicia. Su relevancia más amplia fue confirmada en Hechos 16:4, donde Pablo y Silas avalan su cumplimiento en un área más amplia.[26]

Comentario a los versículos 12-21

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Santiago, durante el Concilio de Jerusalén, refuerza el discurso de Pedro con argumentos bíblicos, mostrando que Dios desea formar un nuevo pueblo de todas las naciones. Además, propone tres abstenciones, basadas en el Levítico, para facilitar la convivencia entre judíos y gentiles:

  • No consumir carne ofrecida a los ídolos (Lv 17,7-9), por su asociación con cultos paganos.
  • Evitar uniones irregulares y otros pecados sexuales (Lv 18,6ss.), normas que luego influirían en la legislación matrimonial de la Iglesia.
  • Abstinencia de sangre y carne de animales no desangrados (Lv 17,10ss.), debido a la creencia judía de que la sangre pertenece a Dios.

Estas normas, derivadas de los mandamientos noáquicos, es decir, los mandamientos que Dios dio a Noé y a sus hijos, eran prudenciales y temporales, para evitar escándalo entre los judíos de la diáspora, pero no esenciales para la salvación, una postura que San Pablo también adoptará más tarde.

Comentario a los versículos 22-29

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El decreto apostólico resume en breves trazos todo el asunto: el origen del problema y la solución. Es de notar que la decisión de los Apóstoles se presenta también como obra del Espíritu Santo.

Pienso que no pueden explicarse las riquezas de estos inmensos acontecimientos si no es con ayuda del mismo Espíritu que fue autor de ellos.[27]

Este asunto también lo comenta otro teólogo español del siglo XVI de la siguiente manera:

Nosotros debemos entrar por el mismo camino que el apóstol Pablo estimó como el más adecuado para resolver toda cuestión sobre la doctrina de la fe (…). Podrían los gentiles pedir satisfacción al concilio de Jerusalén porque parecía privarles de la libertad concedida por Jesucristo, y porque imponía sobre los discípulos determinadas ceremonias como necesarias, cuando en realidad no lo eran, ya que la fe era el elemento apto para la salvación. Tampoco los judíos objetaron, siendo así que contra la resolución del concilio podrían haber invocado la Escritura santa, que parece afirmar la necesidad de la circuncisión para salvarse. Así pues, concediendo tanto honor al concilio nos dieron a todos la norma que debía observarse en todos los tiempos posteriores; es decir, depositar nuestra fe indeclinable en la autoridad de los sínodos confirmados por Pedro y sus legítimos sucesores. Así nos ha parecido, dicen, al Espíritu Santo y a nosotros. Luego la sentencia del concilio es la mismísima del Espíritu Santo.[28]

Vuelta a Antioquía ( versículos 30-35)

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Armados con el decreto apostólico, Pablo y Bernabé regresaron triunfalmente a Antioquía, acompañados por los delegados de Jerusalén, Judas (apellidado Barrabás) y Silas (Versículos 22, 32), que les dieron ánimo y los fortalecieron (Cf. Hechos 14:22), al igual que Bernabé, que fue enviado originalmente de Jerusalén a Antioquía (Hechos 11:22-24).[2]

Comentario

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Pablo y Bernabé, junto con Judas y Silas, regresan a Antioquía para fortalecer a la comunidad y comunicarles el decreto apostólico del Concilio de Jerusalén. Silas, cristiano de Jerusalén y ciudadano romano, tiene dos nombres: Silas y Silvano. Después de esta misión, Pablo y Silas partirán hacia las ciudades evangelizadas en el primer viaje misional para transmitir las decisiones del concilio. Algunos manuscritos mencionan que Silas decidió quedarse en Antioquía, mientras que Judas regresó a Jerusalén.

Pablo y Bernabé se separan (versículos 36-41)

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Esta sección abre el relato del segundo viaje de Pablo (9), que comenzó tras un intervalo no especificado (versículo 36: τινας ἡμέρας, tinas hēmeras, literalmente «algunos días»), y sin la ceremonia formal de comisión registrada para su primer viaje (Hechos 13:3). E. H. Plumptre se refiere a una «cronología comúnmente recibida» según la cual el viaje comenzó «algo más de un año» después del Concilio celebrado en Jerusalén.[1]

El viaje propuesto pretendía simplemente volver a visitar a los conversos de la misión anterior [26]​ («los hermanos», o «nuestros hermanos» en la Versión Reina Valera pero no en textos griegos críticos del Nuevo Testamento).[29]​.

Pablo se separó de Bernabé antes de la partida (Versículos 37-39), y Bernabé desaparece de los restantes capítulos de Hechos, aunque Pablo lo menciona en su primera epístola a los Corintios (1 Corintios 9:6). Silas de Jerusalén (también llamado «Silvano» en forma latinizada), que es 'profeta' y ungido por el Espíritu Santo (Hechos 15:32; como Pablo y Bernabé), se convirtió en el nuevo compañero de Pablo (Versículo 40). Pablo y Silas comenzaron el viaje a través de los Montes Tauro pasando el territorio natal de Pablo, Cilicia (Versículo 41), siguiendo la ruta a lo largo del sur de Anatolia (ahora Turquía) a través de las Puertas de Cilicia.[26]​ Más tarde, evangelizaron Macedonia y Acaya (1 Tesalonicenses 1:1; 2 Corintios 1:19).[26]

Comentarios

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El segundo viaje de San Pablo comienza en Antioquía y dura aproximadamente tres años, concluyendo en la primavera del año 53. El objetivo inicial es visitar y fortalecer en la fe a las comunidades previamente evangelizadas. Pablo viaja con Silas a través de Siria y Cilicia, luego a Derbe y Listra, donde se les une Timoteo. Atravesando Asia Menor, llegan a Tróade y navegan hacia Macedonia, desembarcando en Neápolis. Se dirigen a Filipos, una colonia romana, y después a Tesalónica (Hechos 17,1), donde un disturbio los obliga a huir a Berea. Perseguidos por los judíos, Pablo viaja a Atenas, donde pronuncia su célebre discurso en el Areópago (Hechos 17). Luego se traslada a Corinto, donde permanece aproximadamente un año y medio. Finalmente, regresa a Antioquía, haciendo escalas breves en Éfeso y Cesarea (Hechos 18,19-22).

Comienza el viaje, aunque esta vez Pablo y Bernabé no lo harán juntos. Se separan con motivo de sus diferencias sobre Marcos. Pero, en los designios de Dios, todo es para bien:

Los dones de los hombres son diferentes, y es evidente que esta diferencia es ella misma un don (…). Notad que no hay mal alguno en que se separen si de este modo podían evangelizar a todos los gentiles. Era en realidad un gran bien. Si toman caminos diferentes con el fin de enseñar y convertir, no existe en ello ningún mal. No hay que resaltar lo que les diferencia sino lo que les une (…). Ojalá todas nuestras separaciones tuvieran como causa el celo por la predicación.[30]

Este desacuerdo no significó distanciamiento. Pablo alabó siempre a Bernabé por su celo (cfr 1 Co 9,6; Ga 2,9), y admitió de buen grado a Marcos más tarde como compañero de misión (cfr Col 4,10).

Véase también

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Referencias

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  1. a b Plumptre, E. H. (1905), html Hechos 15, en Ellicott's Commentary for Modern Readers, consultado el 11 de mayo de 2024
  2. a b Alexander, 2007, pp. 1047-1048.
  3. Holman Illustrated Bible Handbook. Holman Bible Publishers, Nashville, Tennessee. 2012.
  4. Continuation List Instituto de Investigación Textual del Nuevo Testamento, Universidad de Münster. Consultado el 29 de marzo de 2010
  5. a b Aland, Kurt; Aland, Barbara (1995). William B. Eerdmans Publishing Company, ed. El texto del Nuevo Testamento: Una introducción a las ediciones críticas y a la teoría y práctica de la crítica textual moderna. Erroll F. Rhodes (trad.). Grand Rapids. p. 110. ISBN 978-0-8028-4098-1. 
  6. Bruce M. Metzger, The Early Versions of the New Testament, Oxford University Press, 1977, p. 316.
  7. a b c d «Concordancias bíblicas de Hechos 16 en la Versión Reina Valera de 1611». 
  8. M. Eugene Boring, Fred B. Craddock, The People's New Testament Commentary, Westminster John Knox Press, 2004
  9. People's New Testament, Acts 15, consultado el 10 de septiembre de 2015
  10. Gálatas 2:4
  11. Gálatas 2:4
  12. Hechos 15:5
  13. Facultad de Teología. Comentarios a la Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (p. 9848). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.
  14. Facultad de Teología. Comentarios a la Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (p. 9848-49). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.
  15. Alexander, 2007, p. 1047.
  16. Facultad de Teología. Comentarios a la Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (p. 9849). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.
  17. Tomás de AquinoSumma theologiae 3,61,3 y 4
  18. Facultad de Teología. Comentarios a la Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (p. 9849). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.
  19. Tomás Becket, Epistulae 74
  20. Hechos 15:13 RVR
  21. La Biblia de Estudio Nelson. Thomas Nelson, Inc. 1997
  22. Hechos 15:14: Versión inglesa moderna
  23. Greek Text Analysis: Acts 15:14.Biblehub
  24. Strong's Greek Concordance 4826. Sumeón]. Biblehub
  25. Hechos 15:23: Nueva Biblia Americana Edición Revisada
  26. a b c d Alexander, 2007, p. 1048.
  27. Orígenes; Homiliae in Exodum 4,5
  28. Melchor Cano, De locis theologicis 5,4
  29. Hechos 15:36: King James Version, y Hechos 15:36: SBL Nuevo Testamento Griego
  30. Juan Crisóstomo, In Acta Apostolorum 34,1-2

Bibliografía

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Enlaces externos

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