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Portillo de Gilimón

Portillo de Gil Imón en la Maqueta Histórica de Madrid de 1830 realizada por León Gil de Palacio

El portillo de Gil Imón (Gilimón o Gil Ymón) fue una pequeña puerta de acceso a la muralla de Madrid,[nota 1]​ al final de la calle de San Bernabé,[1]​ en la explanada popularmente conocida como Campillo de Gilimón, entre la ronda de Segovia y la calle del Águila, cerca de San Francisco. Desapareció en el siglo XIX.[2]

Tomó su nombre de Baltasar Gil Ymon de la Mota, juez y caballero de Santiago.[nota 2]

Historia

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El portillo de Gil Imón estaba compuesto por un arco de medio punto con un frontispicio triangular sobre dicho arco y una pilastra a cada lado. La fachada se encontraba mirando casi al mediodía. Galdós lo sitúa al final de la calle del Rosario, junto a la antigua cerca de Felipe IV.[3]​ El conjunto del campillo y su arquitectura aparecen en una pintura de principios del siglo XX realizada por José Sancha recreando el lugar.[4]

Tomó su nombre del licenciado Baltasar Gil Ymon de la Mota, vecino y propietario de unas casas y solares en esa zona. Fue fiscal del Consejo Real de Castilla y presidente de Hacienda en 1622, y en su recuerdo se bautizaron más tarde una calle y su travesía, en la zona referida del campillo de Gil Imón.[5]

En su documentado estudio titulado Las calles de Madrid, los eruditos Peñasco y Cambronero dan noticia de la existencia de una fuente del viaje de agua del bajo Abroñigal junto al portillo. Anotan también que Gil Imón vivía «al parecer» en la calle Mayor y que era propietario de la explanada del Campillo y los terrenos colindantes, que como portilllo de Gil Imón aparecen en el plano de Espinosa de 1769.[6]

Del portillo de Gil Imón partían a mediados del siglo XIX las diligencias de la Compañía Real de Diligencias Peninsulares, según puede leerse en el estudio de José Álvarez Sierra titulado Geografía Médica de Chamartín de la Rosa, premiado por la Academia Nacional de Medicina y publicado en 1933.[7]

En la literatura

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Benito Pérez Galdós lo menciona en varias de sus obras. Por la trascendencia de la novela puede valer como referencia este pasaje de Fortunata y Jacinta (1887):

Siguió ella tras el entierro, y al llegar a la parte baja de la calle de Toledo, tomó a la derecha por la calle de la Ventosa y se fue a la explanada del portillo de Gilimón, desde donde se descubre toda la vega del Manzanares. Harto conocía aquel sitio, porque cuando vivía en la calle de Tabernillas, íbase muchas tardes de paseo a Gilimón, y sentándose en un sillar de los que allí hay, y que no se sabe si son restos o preparativos de obras municipales, estábase largo rato contemplando las bonitas vistas del río. Pues lo mismo hizo aquel día. El cielo, el horizonte, las fantásticas formas de la sierra azul, revueltas con las masas de nubes, le sugerían vagas ideas de un mundo desconocido, quizás mejor que este en que estamos; pero seguramente distinto. El paisaje es ancho y hermoso, limitado al Sur por la fila de cementerios, cuyos mausoleos blanquean entre el verde oscuro de los cipreses. Fortunata vio largo rosario de coches como culebra que avanzaba ondeando; y al mismo tiempo otro entierro subía por la rampa de San Isidro, y otro por la de San Justo. Como el viento venía de aquella parte, oyó claramente la campana de San Justo que anunciaba cadáver.[8]

Notas

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  1. La grafía del nombre del fiscal Gil Imón, que aparece con "i" latina en unos documentos y con "y" griega en otros, y que en placas del callejero de Madrid y otros documentos más modernos —a partir del siglo XIX, como diccionarios de las calles de la ciudad— se escribe separadamente, o sea, Gil Imón, sin embargo se leerá muchas veces escrito como una sola palabra, Gilimón, debido al uso popular. Así lo escribe siempre Galdós, como una sola palabra (Gilimón), y así aparece en coplas y chascarrillos más o menos históricos. Hay noticia de la existencia a lo largo de la historia de una calle de Gil Imón, una travesía de Gil Imón, además del primitivo Campillo de Gil Imón o Gilimón.
  2. Baltasar Gil Imón de la Mota (Baltasar Gilimón y Baltasar Jilimón), de profesión abogado y juez, nació en Medina del Campo alrededor de 1545 y hay documentación de que murió el 5 de septiembre de 1629, siendo contador mayor de Cuentas de Felipe IV y reciente miembro del Consejo de Estado. Supo ganarse la confianza tanto del duque de Lerma (reinado de Felipe III) como del conde-duque de Olivares (reinado de Felipe IV), que lo consideró "el más docto, discreto, informado y prudente ministro que he conocido en mi vida" (El conde duque de Olivares, J. H. Elliot, Ed. Crítica). Así mismo fue caballero de Santiago, y en su casa murió, preso, Pedro Téllez-Girón y Velasco, duque de Osuna, a la que había sido trasladado el 3 de agosto de 1624 (El duque de Osuna: la hegemonía española en Europa a comienzos del siglo XVII, Luis M. Linde).

Referencias

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  1. Amo Horga, Luz María (2003). Facultad de Geografía e Historia, ed. Cercas, puertas y portillos de Madrid, (S.XVI-XIX). Tesis doctorial dirigida por Virginia Tovar Martín. Madrid. ISBN 978-84-669-2990-5. 
  2. Gea, María Isabel (2002). Diccionario Enciclopédico de Madrid. Madrid: La Librería. pp. 92 y 335. ISBN 8495889099. 
  3. Localización en el Callejero de Madrid
  4. Pintura de José Sancha en artículo de "Madrid sin prisas".
  5. "Mentiras repetidas, mentiras de internet" (blog con referencias y documentación, a propósito de los 'troleos' de la red). Consultado en octubre de 2014.
  6. Peñasco de la Puente, Hilario; Cambronero, Carlos (1990). (facsímil de 1889), ed. Las calles de Madrid. Noticias, tradiciones y curiosidades. Madrid: Fernando Plaza del Amo, S.L. pp. 244-245. ISBN 978-84-87653-02-5. 
  7. Álvarez Sierra, José. Geografía Médica de Chamartín de la Rosa. En Google Books.
  8. Pérez Galdós, B. Fortunata y Jacinta: (dos historias de casadas) por B. Pérez Galdós. Parte Segunda -VII- «La idea... la pícara idea» -v-. Project Gutenberg EBook. Consultado el 14 de agosto de 2014.

Enlaces externos

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