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'''Pachacútec''' ([[quechua]]: ''Pachakutiq''; "El que cambia el rumbo de la tierra") fue el noveno gobernante del Estado Inca y quien lo convirtió de un simple señorío a un gran [[imperio]], el [[Tahuantinsuyo]]. Aunque no había sido designado como sucesor por su padre el Inca [[Huiracocha]], dirigió una defensa militar ante el belicoso ejército [[Chanca]] mientras que éste y su hermano [[Inca Urco]] habían huído del señorío. La victoria sobre los Chancas hizo que Huiracocha lo reconociera como su sucesor.
'''Pachacútec''' ([[quechua]]: ''Pachakutiq''; "El que cambia el rumbo de la tierra") fue el noveno gobernante del Estado Inca y quien lo convirtió de un simple señorío a un gran [[imperio]], el [[Tahuantinsuyo]]. Aunque no había sido designado como sucesor por su padre el Inca [[Huiracocha]], dirigió una defensa militar ante el belicoso ejército [[Chanca]] mientras que éste y su hermano [[Inca Urco]] habían huído del señorío. La victoria sobre los Chancas hizo que Huiracocha lo reconociera como su sucesor.
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== Biografía ==
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=== Orígen ===
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Fue hijo de [[Huiracocha]] y Mama Runto, siempre fue admirado por los nobles incas pues tenía la valentía, inteligencia y madurez que tanto le hacía falta a su hermano [[Inca Urco]] (quien había sido nombrado como sucesor de Huiracocha).
Fue hijo de [[Huiracocha]] y Mama Runto, siempre fue admirado por los nobles incas pues tenía la valentía inteligencia y madurez que tanto le hacía falta a su hermano [[Inca Urco]] (quien había sido nombrado como sucesor de Huiracocha).


Repetidas veces fue recomendado a Huiracocha por los nobles como el más capáz de sus hijos para tomar la [[mascaipacha]] cuando este muriese, pero según las crónicas Huiracocha se había encariñado tanto con Inca Urco que siempre lo prefería ante cualquier otra persona.
Repetidas veces fue recomendado a Huiracocha por los nobles como el más capáz de sus hijos para tomar la [[mascaipacha]] cuando este muriese, pero según las crónicas Huiracocha se había encariñado tanto con Inca Urco que siempre lo prefería ante cualquier otra persona.

Revisión del 16:29 21 dic 2007

El noveno Inca: Pachacútec; dibujo de Felipe Guamán Poma de Ayala en Nueva crónica y buen gobierno (1615).

Pachacútec (quechua: Pachakutiq; "El que cambia el rumbo de la tierra") fue el noveno gobernante del Estado Inca y quien lo convirtió de un simple señorío a un gran imperio, el Tahuantinsuyo. Aunque no había sido designado como sucesor por su padre el Inca Huiracocha, dirigió una defensa militar ante el belicoso ejército Chanca mientras que éste y su hermano Inca Urco habían huído del señorío. La victoria sobre los Chancas hizo que Huiracocha lo reconociera como su sucesor.

Como parte de su visión de estadista y caudillo guerreo conquistó muchas etnias y algunos estados, expandiendo considerablemente sus dominios. Mientras él aún vivía, su sucesor Túpac Yupanqui derrotó al imperio Chimor (Cultura Chimú) y continuó con la expansión del imperio. Además de conquistador, guerrero y emperador, diversas crónicas afirman que fue también un gran administrador, filósofo, observador de la psicología humana y carismático general.

Biografía

Orígen

Fue hijo de Huiracocha y Mama Runto, siempre fue admirado por los nobles incas pues tenía la valentía inteligencia y madurez que tanto le hacía falta a su hermano Inca Urco (quien había sido nombrado como sucesor de Huiracocha).

Repetidas veces fue recomendado a Huiracocha por los nobles como el más capáz de sus hijos para tomar la mascaipacha cuando este muriese, pero según las crónicas Huiracocha se había encariñado tanto con Inca Urco que siempre lo prefería ante cualquier otra persona.

Conflicto con los Chancas

Cuando los Chancas enviaron sus emisarios a Cusco, Huiracocha e inca Urco aceptaron la rendición e inmediatamente huyeron causando la sorpresa en la etnia inca. Ante la anarquía, Cusi Yupanqui (nombre verdadero de Pachacútec) solicitó en vano el regreso de su padre.

Ante la negación de Huiracocha, Pachacútec hizo un llamado general a las etnias vecinas para resistir juntos a la amenaza Chanca, los Canas fueron los únicos que se aliaron a los incas, los Ayamarcas también fueron los únicos que se aliaron a los Chancas y las demás etnias esperaron a ver quien se inclinaría hacia la victoria para unírseles.

La primera batalla fue en Cusco donde los soldados del ejército inca vencieron favorecidos por las etnias espectadoras que se les unieron en cuanto empezaron a ganar. Luego en Ichubamba la victoria Inca se asentuó, dando origen a la leyenda de los soldados de piedra.[1]

Una vez derrotados los Chancas, los incas alistaron las celebraciones en Cusco a las cuales Huiracocha fue invitado por Pachacútec, sin embargo Huiracocha se negó a menos que llevaran a Inca Urco a que reciba los créditos por su co-reinado paralelo al ataque Chanca, obviamente nadie quizo recibirlo. Motivado por la envidia, Urco organizó un pequeño ejército y marcharon a Cusco para derrocar a Pachacútec, pero este, hábilmente preparado lo derrotó. Inca Urco fue descuartizado y sus restos fueron arrojados a un río.

Gobierno (1438-1463)

Ceñimiento de la mascaipacha

Monumento a Pachacútec en Aguas Calientes, cerca a Machu Picchu en Perú.

Al morir Urco, Cusi Yupanqui quedó como único candidato para asumir el gobierno de la confederación. Siguiendo el clamor popular, se iniciaron los preparativos para la ceremonia en la que el príncipe se ceñiría la mascaipacha. A solicitud de Cusi, una comitiva de orejones se dirigió a Calca en busca del Inca Viracocha para rogarle que fuera al Cusco a entregar la mascaipacha al nuevo líder; de ese modo enmendaría la deshonra de haber abandonado la capital.

Numerosas llamas cargadas de ofrendas comenzaron a llegar a la ciudad del Cusco desde los poblados vecinos e, incluso, desde más lejos. Del Anti se traían innumerables cestas de coca, hierbas y resinas aromáticas; de los Yungas, por su parte, llegaban conchas utilizadas en los sacrificios, así como pimientos y rocotos rojos que serían empleados para sazonar el banquete real.

Conforme se aproximaba el día de la ceremonia, los curacas y nobles confederados invitados hacían su ingreso en la capital con gran fastuosidad rodeados por su séquito. Cada uno de los visitantes traía hermosos regalos en señal de reconocimiento, entre los que podían observarse vistosas andas, queros decorados, suaves mantas, metales preciosos y exóticas plumerías.

Llegado el día esperado, después de que los sacerdotes encabezados por el willac umu hicieran una serie de sacrificios y plegarias, incluyendo la inmolación de niños como parte del ritual conocido como Cápac Cocha, el propio Inca Viracocha procedió a colocar la borla real real en la cabeza del joven Cusi Yupanqui, nombrándolo de allí en adelante, como Pachacútec Yupanqui Cápac Intichuri, es decir, "hijo del Sol que transforma el mundo".

Una vez investido como Inca, Pachacútec determinó que fuera Viracocha el primero en rendirle homenaje. Para ello el viejo Inca debió beber una olla llena de chicha hasta dejarla vacía. Sin ninguna objeción cumplió Viracocha lo ordenado y, al terminar, se inclinó pidiendo perdón por haber desertado del Cusco. Pachacútec, respetando siempre el rango del anciano, lo ayudó a incorporarse inmediatamente.

Inicio de la expansión imperial

Consolidación local

Al igual que sus antecesores, la primera actividad que debió realizar el nuevo Inca fue enfrentar una rebelión, esta vez organizada por los descendintes ayarmacas de Tocay Cápac. Una encarnizada batalla se llevó a cabo en Huanancancha, pero la superioridad del ejército inca dió la victoria a Pachacútec, quien, decidido a aniquilar definitivamente a los insurrectos, asoló los pueblos enemigos diezmando gran parte de su población. Después de esta derrota, el peligroso curacazgo de los ayarmacas no volvería a recuperar su antiguo poderío. El sinchi ayarmaca fue conducido como prisionero al Cusco, donde pasó el resto de sus días encerrado en prisión.

Durante los primeros meses de su gobierno Pachacútec tuvo que someter a varios sinchis vecinos del Cusco: Páucar Ancho y Tocari Topa de Ollantaytambo; Ascaguana y Urcocona de Huacara; y Alcapariguana de Toguaro. A diferencia de las guerras realizadas en los reinados anteriores, estas campañas militares representaban un verdadero esfuerzo por consolidar una unidad territorial, un predominio de los cusqueños sobre sus comarcanos. Las numerosas guerras que sostendría en el futuro le permitirían adquirir una enorme extensión territorial.

Primera expedición conquistadora
El templo del Sol en Vilcashuamán, mandado a construir por Pachacútec. Actualmente bajo la iglesia erigida durante la conquista española.

Dominados los curacas vecinos, Pachacútec decidió organizar una expedición hacia los antiguos territorios chancas. Al mando de más de 40.000 hombres, transportado en andas, el Inca se dirigió hacia el río Apurímac. Al llegar a Curahuasi, a 26 leguas del Cusco, entregó una palla del Cusco al jefe Chanca Túpac Uasco. Con este acto Pachacútec logró la adhesión del sinchi. La expedición continuó hacia Andahuaylas, donde, tras una reunión del consejo de orejones, se resolvió avanzar hacia el territorio de los soras. La resistencia ofrecida por los sinchis Guacralla, de Soras, y Puxayco, de Chalco, fue desbaratada con facilidad. Los soras y rucanas huyeron hacia las proximidades del río Vilcas y se refugiaron en un peñón. Después de permanecer algún tiempo en Soras, el Inca levantó su cuartel general y se desplazó hacia Huamanga, conquistando todos los pueblos visitados en el trayecto. El siguiente objetivo fue Vilcashuamán, un centro importante de la región; cuando llegó a este lugar, Pachacútec mandó construir un templo del Sol y varias edificaiones. De esta manera el asentamiento se convirtió en un importante centro administrativo.

Una vez dominada toda la región de los chancas y sus confederados, se emprendió el regreso a tierras cusqueñas. Antes de llegar a la capital, el Inca debió someter a los sinchis Ocacique y Otaguasi, señores del pueblo de Acos, localizado a diez leguas del Cusco. Como represalia por haber sido herido en la cabeza durante el enfrentamiento, Pachacútec desterró a los sobrevivientes y los reubicó en los términos de Huamanga, donde está hoy el pueblo de Acos.

Expedición hacia el Collasuyo
Mapa de la expansión inca, la etnia inca siempre fue un simple y pequeño señorío hasta que Pachacútec empezó con las verdaderas expansiones (en morado).

Pasaron aproximadamente diez años después de la coronación de Pachacútec, cuando murió en su residencia de Calca el viejo Inca Viracocha. En honor a su rango, Pachacútec organizó un solemne entierro. El cuerpo del Inca difunto fue paseado en andas por el Cusco portando sus armas e insignias reales. El cortejo fúnebre se desplazaba acompasado por el lento retumbar de los tambores, cuyo sonido marcaba el paso de decenas de guerreros. Al poco tiempo, Pachacútec reinició su campaña militar expansionista, enviando un grupo de soldados al mando de Apo Conde Mayta hacia la frontera con los collas, poderoso grupo que tenía como señor a Chuchi Cápac, también conocido como el Colla Cápac. No tardó Pachacútec en unirse a estas tropas de avanzada, ingresando en tierras enemigas hasta llegar al pie del Vilcanota.

Enterado el Colla Cápac de la incursión inca en sus territorios, se dirigió con sus ejércitos al pueblo de Ayaviri para esperarlos. Al llegar Pachacútec a esta localidad pudo comprobar que no se produciría un sometimiento pacífico, por lo que se entabló una larga batalla. A medida que la lucha se prolongaba temiendo ser derrotados, los collas se replegaron hacia Pucará, hasta donde fueron perseguidos por los incas. En Pucará se libró un segundo enfrentamiento del que no solamente salieron victoriosos los cusqueños, sino que lograron tomar prisionero al poderoso Colla Cápac. Una vez asegurado el triunfo, Pachacútec se dirigió a Hatun Colla, morada del curaca derrotado, donde permaneció hasta que todos los pueblos subordinados se acercaron a rendirle obediencia. Tras pequeñas luchas con los pobladores de Juli y los pacasas, Pachacútec consiguió dominar todo el Collao,[2]​ dejando allí guarniciones y un gobernador general. Su siguiente destino fue el territorio de Condesuyos: sus conquistas le llevaron por Arequipa y Camaná, y regresó al Cusco por Chumbivilcas.

Muerte y sucesión

Murió naturalmente en pleno apogeo del imperio. Su momia fue llevada en su tiana o asiento, cargada por los grandes señores hasta la plaza Aucaypata, donde se le rindió homenaje. Las exequias reales se iniciaron con el encuentro entre las momias de Pachacútec y Viracocha Inca, su padre. El fallecido soberano fue vestido con suntuosas mantas y adornos de oro y plata, además de un tocado de plumas y un escudo de armas. Finalmente su momia fue colocada en el centro de Tococache (actual barrio de San Blas, en Cusco) en un templo dedicado al trueno que él mismo mandó a edificar.

La sucesión en el mando del Imperio Inca, fue asumida por su hijo, Túpac Inca Yupanqui, con quien había co-gobernado durante los últimos años y quien había demostrado una gran destreza guerrera y conquistadora en las expediciones que Pachacútec le había encargado tanto hacia el norte como hacia el sur del territorio imperial. De este modo, sin ninguna objeción, Túpac Yupanqui se ceñiría la mascaipacha y asumiría por completo el gobierno del Tawantinsuyo, tras la muerte de su padre.

Obras

Transformación del Reino a Imperio

Gracias a Pachacútec los dominios del incario dejaron de constituir un simple reino para conformar el Tawantinsuyo, un Estado que logró dominar y controlar política, militar y económicamente a otros estados y cacicazgos ubicados en las proximidades de los Andes. Esta transformación devino de las victorias obtenidas ante varios estados que rodeaban incialmente el reino inca: principalmente la confederación Chanca y el señorío de los Ayamarca.

Sistema de mitimaes y quechuización

También se debió a Pachacútec la implantación del sistema de mitmakuna o mitimaes -traslados- en todo el Tawantinsuyo. Éstos eran grupos humanos desplazados por el Estado a cualquier punto conquistado por el incario a fin de cumplir tareas específicas que vertebran y cohesionaran el imperio. Los mitimaes colonizaban, llevaban consigo las técnicas y modos de producción cusqueños, enseñaban las leyes y costumbres y divulgaban la religión de los incas. También realizaban una labor de control de las poblaciones recién incorporadas al Tawantinsuyo. Su función era de producir los elementos básicos que cubriesen las necesidades de los súbditos y la de reproducir los rasgos culturales con el objetivo de quechuizar a los recién incorporados.[3]

Arquitectura y urbanismo

Iglesia de Santo Domingo construido sobre un muro del Coricancha, antes el coricancha era sólo una edificación de adobe, Pachacútec lo hizo reconstruir en piedra.

Desde el punto de vista de los logrosurbanísticos y arquitectónicos, Pachacútec mandó canalizar los ríos Huatanay y Tulumayo, que frecuentemente anegaba la ciudad del Sol, Cusco. Asimismo reedificó y ornamentó con grandes riquezas el santuario del Inticancha o recinto del Sol, cuyo nombre hizo cambiar por el de Coricancha, que significa "recinto de oro".[4]​ El primer emperador inca restauró el palacio de Pomamarca o Ciudad del Puma, y el de Patallacta, donde falleció, en Carmenca. Finalmente, planificó la construcción del templo-fortaleza de Sacsayhuamán, ubicada al norte de la ciudad del Cusco, la misma que empezó a levantar su hijo Túpac Yupanqui y concluyó su nieto Huayna Cápac, padre de Huáscar y Atahualpa. Algunos historiadores le atribuyen también el arregló del acllahuasi en Cusco, y la planificación y construcción de la ciudadela de Machu Picchu.

Legado

La figura de Pachacútec, dada la implicancia y connotación de su título en quechua: el que transforma el mundo, ha sido objeto de innumerables discusiones de acuerdo a la visión mítica e idealista que se tiene sobre él y la consolidación del Imperio Inca, para la visión andina.

No son pocos, los historiadores que tomando el hecho que se trata trata del primer inca histórico, concluyen que el común de relatos orales recogidos durante el virreinato sobrevalora el personaje, y lo tiende a ver como el gobernante ideal que posiblemente la comunidad andina antigua, e incluso la actual nunca tuvo.[5]

Otros historiadores recalcan su figura histórica y tienden a considerarlo como una de las príncipales figuras en el desarrollo de las civilizaciones pre-Colombinas, como por ejemplo diría de él el historiador británico Sir Clement Markham: "Él más grande hombre que la raza aborigen de América haya producido";[6]​ otros historiadores y cronistas comparan su figura con la de un Alejandro Magno de los Andes, haciendo referencia a la expansión de su estado; e incluso a la de Solón, recalcando los dotes de legislador y estadísta que se cuenta tuvo Pachacútec.

Plantilla:Ei.bio

Notas

  1. Raúl Porras Barrenechea, "La leyenda de los Pururaucas", en El legado quechua. Revisado el 19 de diciembre de 2007
  2. «...expansión que se efectiviza en el reinado de Pachacutec...» Pueblos indígenas de Bolivia, Historia de la etnia Quechua. Revisado el 19 de diciembre de 2007
  3. Louis Baudin (1940), El Imperio Socialista de los Incas, Extracto del capítulo 7. Revisado el 19 de diciembre de 2007
  4. Ciudad Inca del Cusco, La refundación y La planificación integral. Revisado el 19 de diciembre de 2007
  5. Juan José Vega, El Inca Incierto, artículo en la revista Caretas. Revisado el 19 de diciembre de 2007
  6. Ciudad Inca del Cusco, La planificación integral. Revisado el 19 de diciembre de 2007

Bibliografía

  • Angles Vargas, Víctor (1998). «Historia del Cusco incaico». Tercera edición, Lima: Industrial gráfica S.A., Chavín 45. 
  • Espinoza Soriano, Waldemar (1997). «Los Incas». Tercera edición, Lima: Amaru Editores. 
  • Porras Barrenechea, Raúl (1999). «El legado quechua». Lima: Fondo Editorial de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. ISBN 9972-46-069-X. 
  • Rostworowski, María (1953). «Pachacútec Inca Yupanqui». Lima: Editorial Torres Aguirre. 
  • Rostworowski, María (1995). «Historia del Tahuantisuyo». Lima: Instituto de Estudios Peruanos. 
  • Rostworowski, María. «Historia de los Incas». Lima: Prolibro–Asociación Editorial Bruño. 

Véase también

Enlaces externos