Diferencia entre revisiones de «Victoriano Huerta»

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Huerta se exilió en [[Barcelona]], [[España]] y conspiró con el ejército [[Alemania|alemán]] para regresar al poder. Regresó a las [[América]]s en mayo de 1915, llegando a Nueva York con su familia y luego a [[El Paso (Texas)|El Paso]], [[Texas]] donde fue arrestado junto con [[Pascual Orozco]]. Murió en prisión el [[13 de enero]] de [[1916]], víctima de [[cirrosis]] también en El Paso, Texas. Fue enterrado en el cementerio "La Concordia".
Huerta se exilió en [[Barcelona]], [[España]] y conspiró con el ejército [[Alemania|alemán]] para regresar al poder. Regresó a las [[América]]s en mayo de 1915, llegando a Nueva York con su familia y luego a [[El Paso (Texas)|El Paso]], [[Texas]] donde fue arrestado junto con [[Pascual Orozco]]. Murió en prisión el [[13 de enero]] de [[1916]], víctima de [[cirrosis]] también en El Paso, Texas. Fue enterrado en el cementerio "La Concordia".


== Véase también ==
LA decana tragica


*[[Decena trágica]]

*[[Historia de México]]
La Decena Trágica, febrero de 1913
*[[Revolución Mexicana]]


La Decena Trágica fue un periodo de poco más de diez días en el que un grupo de sublevados se levantaron en armas contra el gobierno de Francisco I. Madero.

Este episodio culminó con el asesinato del presidente Madero y el vicepresidente Pino Suárez y la ascensión a la presidencia de Victoriano Huerta.

La difícil presidencia de Madero

Francisco I. MaderoEn 1910 Francisco I. Madero reunió su fuerza revolucionaria del impulso de haber sido el iniciador del movimiento armado y de representar a todos aquellos que querían derrocar al dictador. Sin embargo para 1913, una vez depuesto el enemigo (Díaz), Madero perdió buena parte del enorme apoyo que alguna vez tuvo. Su impopularidad se debió a que, cuando éste subió a la Presidencia, había muchas expectativas de revolucionarios radicales, de campesinos y de obreros en torno a las medidas que tomaría su gobierno.

La posición moderada y conciliadora con los porfiristas que Madero adoptó desalentó a quienes esperaban que la revolución traería consigo transformaciones radicales. Muchos revolucionarios se sintieron defraudados y traicionados por Madero y le declararon la guerra (como Emiliano Zapata mediante el Plan de Ayala). Durante los quince meses que duró su gobierno, Madero enfrentó múltiples problemas: rebeliones armadas, huelgas, conspiraciones e intrigas contrarrevolucionarias. Entre aquellos que se sublevaron contra su gobierno estuvieron Bernardo Reyes, ministro de guerra durante el porfiriato y Félix Díaz, sobrino de Porfirio Díaz. Ambas rebeliones fracasaron y Madero encarceló a los rebeldes, perdonándoles la vida.

Además de las rebeliones, la prensa de oposición atacó constantemente al presidente e influyó de manera decisiva en incitar la desconfianza de la opinión pública al régimen. También se opusieron al gobierno los senadores, los terratenientes y los intereses extranjeros. El maderismo no satisfacía los intereses económicos de los Estados Unidos y todo el año de 1912 el presidente William Taft, a través de su embajador Henry Lane Wilson, amenazó y atacó al gobierno de Madero por diferentes medios.

Se inicia la sublevación

Así, cuando el 9 de febrero de 1913 la Escuela Militar de Aspirantes de Tlalpan y la tropa del cuartel de Tacubaya se levantaron en armas contra el gobierno, no se tomó la noticia con mucha sorpresa. Hasta entonces, la ciudad de México había permanecido lejana al campo de batalla y, por primera vez durante la contienda, conoció la muerte de civiles en sus calles, los gritos de los heridos, el retumbar de cañones y la lluvia de balas de ametralladoras.

Una de las primeras maniobras de los sublevados, al mando de los generales porfiristas Gregorio Ruiz y Manuel Mondragón, fue liberar de sus prisiones a Félix Díaz y Bernardo Reyes. Los rebeldes se dirigieron al Palacio Nacional, defendido por el general Lauro Villar. En uno de los primeros combates murió Bernardo Reyes y Díaz y Mondragón se refugiaron en La Ciudadela. Mientras tanto, el presidente Madero salió del Castillo de Chapultepec rumbo al Palacio Nacional, escoltado por cadetes del Colegio Militar y en compañía de algunos secretarios de estado y amigos (Marcha de la Lealtad). Durante un pausa que hizo frente al Teatro de Bellas Artes, el presidente cometió un error lamentable: nombró comandante militar de la plaza a Victoriano Huerta, en sustitución del general Villar, que había sido herido durante el combate.

Al llegar a Palacio, Madero organizó la defensa, mandó llamar a varios cuerpos militares (de Tlalpan, de San Juan Teotihuacán, de Chalco, de Toluca ) y el propio presidente decidió ir a Cuernavaca a traer a Felipe Ángeles y sus fuerzas. Huerta, mientras tanto, perdía tiempo en detrimento del gobierno pues había entrado en tratos con los sublevados y se había sumado a la conspiración.

El Pacto de la Embajada

Finalmente, el 17 de febrero, Madero y el vicepresidente José María Pino Suárez fueron hechos prisioneros. Mientras tanto, el embajador Henry Lane Wilson intrigaba en contra del gobierno mandando insinuaciones de que sólo se podría evitar la intervención armada de los Estados Unidos con la renuncia de Madero. El papel de Wilson durante este episodio fue deplorable: hacía ostentación ante miembros del cuerpo diplomático de conocer los proyectos desleales de Huerta y notificó al Departamento de Estado de Estados Unidos que los rebeldes habían aprehendido al presidente y vicepresidente hora y media antes de que esto sucediera.

Cuando Madero y Pino Suárez fueron hechos prisioneros, Wilson ofreció a Huerta y a Díaz el edificio de la embajada norteamericana para que llegaran a acuerdos finales, en lo que se llamó el Pacto de la Embajada. En este pacto se desconocía al gobierno de Madero y se establecía que Huerta asumiría la presidencia provisional antes de 72 horas, con un gabinete integrado por reyistas y felicistas; que Félix Díaz no tendría ningún cargo para poder contender en las elecciones; que notificarían a los gobiernos extranjeros el cese del ejecutivo anterior y el fin de las hostilidades.

Al Pacto de la Embajada siguió la tortura y asesinato de Gustavo A. Madero, hermano del presidente. Después se presentaron las renuncias del presidente y vicepresidente ante un Congreso reunido en sesión extraordinaria. Este nombró presidente a Pedro Lascuráin, ministro de Relaciones Exteriores con Madero, quien a su vez renunció y nombró presidente a Victoriano Huerta.

Desde su aprehensión, Madero y Pino Suárez permanecieron en el Palacio Nacional, esperando en vano un tren que los conduciría al puerto de Veracruz, de donde se embarcarían a Cuba, al exilio. De nada sirvieron las gestiones de sus familiares, amigos, los ministros de Cuba, Chile y Japón, ante Wilson para que hiciera valer la influencia que tenía sobre Huerta, ya que el embajador les respondió que él, como diplomático, no podía interferir en los asuntos internos de México.

Fin de la Decena Trágica

El general Aureliano Blanquet dió órdenes, confirmadas por Huerta y Mondragón, para que la noche del 22 de febrero se trasladara a Madero y Pino Suárez a la Penitenciaría de Lecumberri. En el trayecto se simuló un ataque y los prisioneros fueron asesinados. La ciudad se levantó con la noticia "Ya mataron a Madero" y aunque la primera reacción fue de indignación, la mayoría de los habitantes de la capital se alegraron del cese de hostilidades, se lanzaron jubilosos a las calles, adornaron las fachadas de sus casas y, en unión de la prensa, ensalzaron a los vencedores y condenaron a los caídos.

La tranquilidad volvió a la ciudad de México. La alta burguesía, integrada por terratenientes, banqueros, comerciantes e industriales, vio el fin de aquellos días de horror con beneplácito, como la mayoría de la gente, y con la confianza de que el nuevo gobierno restablecería las condiciones políticas, sociales y económicas en las que habían prosperado. Sin embargo, pronto vieron que este gobierno no sería como esperaban.

Victoriano Huerta se instaló en el Palacio Nacional el 20 de febrero de 1913 y permaneció en la presidencia 17 meses pues el usurpador se las arregló para disolver la fuerza de Félix Díaz, a quien nombró embajador en Japón. El gobierno huertista fue dictatorial a partir del 10 de octubre de 1913, cuando disolvió el Congreso de la Unión. Durante esta dictadura, la vida en la ciudad se militarizó y muchos ciudadanos, maderistas o no, fueron torturados o asesinados. Pero pronto surgió un nuevo líder revolucionario en pie de lucha contra el huertismo, el gobernador de Coahuila Venustiano Carranza.


Fuentes para el estudio de la Decena Trágica:

Corrido del cuartelazo felicista (Decena Trágica)

Oigan nobles ciudadanos,
prestadme vuestra atención,
voy a cantar un corrido
de la actual Revolución.

Reyes y don Féliz Díaz
echaron muy bien su trazo
y para vengar rencores
idearon un cuartelazo.

Señores, tengan presente
que el día nueve de febrero
Mondragón y Félix Díaz
Se alzaron contra Madero [...]

Terminaron los combates
el dieciocho de febrero,
quedando allí prisioneros
Pino Suárez y Madero.

Muchos soldados ya muertos
en Palacio y Ciudadela,
fueron sus restos quemados
en los campos de Balbuena [...]

Huerta por sus partidarios
se hizo solo Presidente,
luego que subió al poder
a Madero dio la muerte [...]

Fuente: Vicente T. Mendoza, El corrido mexicano


Cómo se firmó el Pacto de la Embajada

Varios representantes diplomáticos, testigos de los hechos que se refieren, relataron a Ramón Prida, autor del libro De la dictadura a la anarquía, la manera en que se firmó el llamado Pacto de la Embajada:

"El dieciocho de febrero en la noche, reuniéronse en la Embajada algunos ministros extranjeros, que deseaban saber la realidad de los acontecimientos. El señor Embajador no pudo recibirlos desde luego, porque estaba atendiendo otras visitas. En uno de los salones de la Embajada conversaban los generales Victoriano Huerta y Félix Díaz en presencia del Embajador. Así se discutieron los términos en que quedaba pactado el reparto que del poder hacían dos ambiciones frente a frente. El general Huerta discutió uno que otro nombre de ministro, más bien por fórmula; así quitó la cartera de Hacienda a don Carlos G. De Cosío, para darla a don Toribio Esquivel Obregón, a quien ni consultaron, limitándose a enviarle un recado para que al siguiente día se presentara en el Ministerio de gobernación a protestar.

Formada la lista, el embajador Wilson, con ella en la mano, fue al salón contiguo, donde estaban los ministros extranjeros esperándolo. Después de los saludos correspondientes, el Embajador les dijo: 'Señores, los nuevos gobernantes de México someten a nuestra aprobación el Ministerio que van a designar, y yo desearía que si ustedes tienen alguna objeción que hacer, la hagan para trasmitirla a los señores generales Huerta y Díaz, que esperan en el otro salón. Con esto demuestran el deseo que les anima, de marchar en todo de acuerdo con nuestros respectivos gobiernos, y así creo firmemente que la paz en México está asegurada'.

Los ministros se apresuraron a tomar copia de los nombres que estaban en la lista. 'Nosotros, dijo el ministro de Cuba, no creo que debamos rechazar ni aprobar nada, sino simplemente tomar nota de lo que se nos comunica y trasmitirlo a nuestros gobiernos'. La mayoría de los presentes apoyaron las palabras del señor Márquez Sterling, y el señor Embajador regresó al salón donde lo esperaban los señores Huerta, Díaz y personas que los acompañaban. Momentos después, los diplomáticos eran invitados a pasar a ese salón. Y ante ellos, se dio lectura a lo que se ha dado a llamar 'El Pacto de la Ciudadela' o 'Pacto de la Embajada'. Terminada la lectura del documento, el embajador Wilson y los mexicanos presentes aplaudieron. Huerta se despidió y el Embajador lo acompañó hasta la puerta. De regreso, al ver Mr. Wilson al brigadier Díaz exclamó: '¡Viva el general Díaz!, salvador de México' e invitó a todos los asistentes a pasar al comedor, donde les ofreció una copa de champagne. ¡Aún vivía Madero y todavía no firmaba su renuncia!.

Los diplomáticos extranjeros habían oído todo lo ocurrido. Oyeron el chocar de las copas, los vivas dados en el vestíbulo, y el estruendo del tapón al dejar libre el espumoso champagne. Al reunirse el embajador americano con sus colegas, casi a un tiempo exclamaron: '¿No irán estos hombres a matar al Presidente?'.
Oh, no, dijo Mr. Wilson, a Madero lo encerrarán en un manicomio: el otro sí es un pillo, y nada se pierde con que lo maten'.
'No debemos permitirlo', dijo inmediatamente el ministro de Chile
'Ah, replicó el embajador, en los asuntos interiores de México no debemos mezclarnos: allá ellos que se arreglen solos'.

Nadie dijo una palabra. Silenciosamente a los pocos momentos abandonaron los representantes extranjeros la Embajada Americana. Al traspasar el umbral del edificio, ya en la calle, uno de ellos dijo: 'Es curioso este embajador: cuando se trata de dar auxilio a un jefe rebelde y que bajo el pabellón de su patria se concierte el derrumbe de un gobierno legítimo ante el cual él está acreditado, no tiene inconveniente en intervenir, ser testido del pacto y aun discutir las personas que formarán el nuevo Gobierno, sin que le preocupe si se trata o no de asuntos interiores del país; pero cuando se trata de salvar la vida a dos personajes políticos, a quienes la traición y la infamia quizá, están discutiendo la manera de matar, encuentra que su posición de representante de una potencia extraña no le permite intervenir, aunque sí califica, raja tabla y con notoria indiscreción a los gobernantes del país ante quienes está acreditado.'

Fuente: Esta crónica completa se puede consultar en Jesús Silva Herzog, Breve historia de la Revolución Mexicana. Los antecedentes y la etapa maderista, México, Fondo de Cultura Económica, 1986. (Colección Popular, 17), pp. 355-358.


Testimonio de José Juan Tablada

José Juan Tablada fue un escritor-poeta, cercano al modernismo literario, que durante los sucesos de la Decena Trágica vivía en el pueblo de Coyoacán. Cómodo con la paz profiriana, la posición de Tablada en relación a la Revolución fue la de no reconocer la necesidad de un cambio político ni social, por lo que apostó a la causa conservadora y en contra del cambio revolucionario. Aunque en el curso de los acontecimientos Tablada se indigna del golpe de estado a Madero, muy pronto acepta participar en el gobierno huertista.

En el Diario de Tablada del año 1913 se lee:

"Domingo 9 de febrero - Don F.A. me telefonea de México que la guarnición se ha sublevado al grito de '¡Vivan Félix Díaz y Bernardo Reyes!', que se oye el tiroteo en los barrios y que el Presidente está en Chapultepec, en calidad de preso, por los alumnos del Colegio Militar.[...] que por las calles corren caballos sin jinete y que el tiroteo continúa. Coyoacán sigue sin comunicación de tranvías con la capital. [...]

10.50 AM - Pretendo volver a hablar por teléfono y me contestan de la Central que están rompiendo las líneas y que ya no hay en servicio más que una sola...

11.30 AM - J.M.A. me habla por teléfono. Dice que están tirando con metralla sobre la ciudad desde la Ciudadela, donde hay probablemente tropas leales al Gobierno.

12.10 AM - El mozo que vuelve de la tienda, donde lo mandé para que comprara una pequeña despensa, en previsión de probables escaseses, refiere que alguien, acabado de llegar de México, dice que es imposible ir allá, pues llueven los proyectiles y la ciudad está llena de cadáveres..El tráfico de tranvías continúa interrumpido a estas horas. [...]

2 PM - Buenas noticias. [Me han dicho que] la situación es francamente favorable al Gobierno y las tropas leales ocupan los principales edificios públicos. Me cuenta también mi vecino que el general Bernardo Reyes fue muerto de un balazo en la frente [...] Suena el teléfono y mi amigo B.B. [que vive cerca de la Ciudadela] me cuenta que volviendo a su casa y al pasar por una de las bocacalles inmediatas de dicho establecimiento, distinguió a un grupo de señoras y señoritas de familias muy conocidas, repartiendo cigarros y golosinas a soldados y oficiales de las tropas sublevadas.

5.20 PM - Telefonean que [Manuel] Mondragón ha intimado rendición al Presidente Madero encerrado en Palacio, dándole como plazo hasta las 6 de la tarde. Cualesquiera que sean los cargos al Gobierno, al hombre civilizado le repugnan estos brutales procederes de la fuerza bruta, que ya parecían proscritos de nuestra dinámica social.
Parece que retrocedemos a las caóticas épocas preporfirianas....

5.50 PM - F.L. me telefonea desde la redacción de El Imparcial [...] que la Prisión Militar de Santiago y las redacciones de El País, La Tribuna y El Heraldo, han sido incendiadas por el populacho...Interrumpe su relato para exclamar a intervalos: '¡Un cañonazo!' ...
'¡Otro cañonazo!'

10.30 PM - Después de asegurar lo mejor que se puede las puertas exteriores de la casa, subo a las recámaras. A la angustia de los sucesos del día se junta la que las tinieblas traen consigo, pues la luz eléctrica no a buelto a restablecerse, y al temor ingrato, aunque remoto, de una incursión zapatista. [...] En ese estado de alma, abro una ventana y me sorprende el aspecto augusto y solemne de una clara noche estrellada y tranquila, en cuya silenciosa calma no discierno más que el ladrar, un tanto exasperado, de los perros en la lejanía. Y me acuesto....

Martes 11 febrero. 10.30 AM - Ha comenzado el cañoneo en México; con intervalos de un minuto se perciben fragores resonantes; sin duda de piezas de gran calibre y luego sonoridades más secas y débiles; tal vez ametralladoras o fuego de fusilería. De pie en la puerta de mi estudio, oigo, oprimido por íntima congoja, el ruido pavoroso a cuyos ecos se extingue tanta vida inocente y corre tanta sangre de víctimas.
A las 12.40 ha vuelto a cesar el cañoneo...
4 PM - Un cúmulo de noticias: que Huerta ha sido herido y Blanquet muerto; que el Hotel Imperial, frente al Café Colón, el nuevo teatro, el Correo y Palacio están destrozados por los proyectiles de artillería; que Díaz ha llegado a Palacio.

Miércoles 12. 8 AM - Llega [el periódico] El Imparcial. Casi todo cuanto ayer se dijio es inexacto. A pesar de la mortandad que el periódico hace llegar a quinientas víctimas, quizás disminuyendo la cifra real, las condiciones continúan invariables y el Gobierno no parece haber obtenido ventajas sensibles.
10 AM - Por teléfono: que por resultado del bombardeo los presos de Belén han quedado en libertad y que, como salen hambrientos y soliviantados por los sucesos, no sería difícil que partidas de ellos intentaran incursiones a los pueblos limítrofes de la Capital. Lo comunico a los vecinos y a la Prefectura.
6.30 PM - El 'tableteo', la crepitación peculiar de las ametralladoras es muy perceptible.

Jueves 13. Al crucero del ferrocarril de Xochimilco [...] llegan trenes con familias de la ciudad, que huyen trayendo sus colchones y enseres de primera necesidad.
6 PM - Durante todo el día ha seguido el cañoneo, exasperante, rabioso, infernal, sembrando la muerte en la ciudad y arruinando las propiedades... Cinco días de diabólico cañoneo dentro de una ciudad, es algo de inaudita barbarie... Lloran en estos instantes centenares de viudas y de huérfanos; sufren las mujeres y los niños, comienza el hambre a sentirse en los hogares de la gente pobre que no come porque no trabaja.. ¡Y mañana vendrá la peste! La perspectiva no puede ser más desoladora...
Mientras prosigue este 'sonoro rugir del cañón', [...] las figuras de los dos protagonistas de esta rebelión vienen a mi memoria obstinadamente [...]
De antigüedad mucho mayor que la mía, Mondragón era capitán y Féliz Díaz sargento cuando yo ingresé como alumno al [Colegio Militar] de Chapultepec [...] Vienen a mi memoria las dos figuras y la verdad que no me es posible discernir en manera alguna en ninguan de ellas las condiciones y requisitos del Jefe de Estado o del gobernante idóneo...
Mondragón llegó a ser notorio cuando modificó cierta pieza de los cañones Bange y fue declarado inventor, al punto de que cierta boca de fuego fue, por antonomasia, llamada 'Cañón Mondragón'.

Domingo 16. 1.40 PM - Los cadáveres de combatientes y víctimas ocasionales están siendo llevados por el rumbo de Balbuena donde se hacinan y, rociándolos con petróleo, se trata de incinerarlos en previsión de epidemias. La gran exedra del monumento a Juárez es, según me cuentan, un enorme amontonamiento de cuerpos sin vida.
Los árboles del Zócalo están destrozados por el huracán de plomo y hierro y en torno a la Plaza de Armas [...] palacios convertidos en caballerizas, llenos de estiércol y de soldaderas que preparan el rancho o curan a los 'Juanes'. El Palacio Municipal es una ruina en partes. [...] Por todas partes sangre, luto y desolación.

Martes 18. Se confirma la repugnante noticia ratificando que, Huerta y Blanquet, en quienes madero hagía confiado lo han reducido a prisión junto con Pino Suárez... ¿Qué vendrá después?

Miércoles 19. Fui a México en auto. Ya dentro de la ciudad me tranquilizo al ver que el bombardeo de diez días no sólo no ha dejado ruinas, sino ni siquiera ruinas demasiado visibles.

Domingo 23. Lleno de estupor, al ir a desayunar leo en El Imparcial la noticia del asesinato de Madero y Pino Suárez anoche, en la proximidad de la Penitenciaría....

Lunes 24. Los últimos sacrificios que tan adversos serán para el nombre de México en el extranjero, ¿traerán por fin esa paz que ya anhelamos rabiosamente...?

Fuente: José Juan Tablada. Obras IV: Diario (1900 - 1944), Edición Guillermo Sheridan, México, UNAM, 1992. (Nueva Bilioteca Mexicana, 117)


La esposa de Madero pide ayuda al embajador Henry Lane Wilson

En 1916, a tres años de los sucesos de la Decena Trágica, el periodista norteamericano Robert Hammond Murray entrevistó a Sara Pérez viuda de Madero. En esta entrevista, la viuda relató cómo, tras la detención del presidente Madero y el vicepresidente Pino Suárez, fue a buscar la ayuda del embajador de Estados Unidos en México Henry Lane Wilson para que se respetara la vida de los detenidos y cómo su plegaria fue rechazada. Aquí reproducimos algunos fragmentos de tal entrevista, con las preguntas del periodista Hammond Murray y las respuestas de doña Sara Pérez viuda de Madero:

"Pregunta: Antes de que entremos en los detalles personales acaecidos entre usted y el antiguo embajador de los Estados Unidos en México señor Henry Lane Wilson en los días transcurridos desde el arresto de su esposo, el 18 de febrero de 1913, hasta su asesinato el 22 del mismo mes y año, cuando usted y otros miembros de la familia del Presidente trataron en vano que el embajador americano utilizara el poder del Gobierno de los Estados Unidos y su indiscutible influencia en el ánimo de Victoriano Huerta para que salvara la vida del Presidente Madero y del Vicepresidente Pino Suárez, ¿es verdad que la actitud del embajador americano hacia el Presidente Madero y su gabinete fue siempre poco amistosa?

Respuesta: El Presidente Madero y virtualmente todos los miembros de aquel Gobierno creían firmemente, y al parecer con razón, que la actitud del embajador americano no sólo para el Gobierno de mi esposo, sino también para la República Mexicana, era no sólo poco amistosa sino descaradamente enemiga.

P: ¿Se hicieron indicaciones al Presidente Madero para que pidiera el retiro del embajador al Gobierno americano?

R: Muchas veces sus amigos pidieron al Presidente Madero y le urgieron para que solicitara del Gobierno de Washington que fuera retirado aquel embajador.

P: ¿Por qué rehusó hacerlo?

R: Siempre decía: 'Va a estar aquí poco tiempo y es mejor no hacer nada que contraríe a él o a su Gobierno'.

P: ¿Estuvo usted con el Presidente durante la rebelión?

R: No volví a ver a mi esposo desde que dejó el Castillo de Chapultepec para ir al Palacio Nacional en la mañana del 9 de febrero. Él permaneció en el Palacio Nacional y yo en el Castillo de Chapultepec.

P: El embajadoren sus mensajes dice que el Presidente había asesinado a algunos hombres durante la pelea en sus oficinas, ¿esto es verdad?

R: No es verdad. Jamás andaba armado.

P: ¿Cuáles fueron las condiciones que pusieron para su renuncia el Presidente y el Vicepresidente?

R: Por convenio con Huerta y bajo la oferta que él hizo de que podrían abandonar el país sin que nada se les hiciera y marchar a Europa, fue como se obtuvo la renuncia.

P: ¿Cuándo tuvo usted su entrevista con el embajador y cuál fue su actitud y continente?

La misma tarde del 20 de febrero de 1913. El embajador mostraba que estaba bajo la influencia del licor. Varias veces la señora Wilson tuvo que tirarle del saco para hacerlo que cambiara de lenguaje al dirigirse a nosotros. Fue una dolorosa entrevista. Dije al embajador que íbamos a buscar protección para las vidas del Presidente y Vicepresidente. 'Muy bien, señora -me dijo- ¿y qué es lo que quiere que yo haga?'
-Quiero que usted emplee su influencia para salvar la vida de mi esposo y demás prisioneros.
-Ésa es una responsabilidad -contestó el embajador- que no puedo echarme encima ni en mi nombre ni en el de mi Gobierno. Seré franco con usted, señora. La caída de su esposo se debe a que nunca quiso consultarme. Usted sabe, señora, que su esposo tenía ideas muy peculiares.
Yo le contesté: 'Señor embajador, mi esposo no tiene ideas peculiares, sino altos ideales'. Me dijo que el general Huerta le había consultado qué debía hacerse con los prisioneros.
'¿Y qué le contestó usted?', le pregunté. 'Le dije que hiciera lo que fuera mejor para los intereses del país', me dijo el embajador. Mi cuñada, que me acompañaba, no pudo menos que interrumpirlo diciendo: '¿Cómo le dijo usted eso? Usted sabe bien qué clase de hombre es Huerta y su gente, y va a matarlos a todos.

P: ¿Qué contestó el embajador a eso?

R: No contestó nada, pero dirigiéndose a mí me dijo: 'Usted sabe que su marido es impopular; que el pueblo no estaba conforme con su Gobierno como presidente'. 'Bueno, le contesté, si eso es cierto, ¿por qué no lo ponen en libertad y lo dejan irse a Europa, donde no podría hacer daño alguno?' El embajador me contestó: 'No se preocupe usted ni se apure, no harán daño a la persona de su esposo. Sé sobre el particular todo lo que va a suceder. Por eso sugerí que renunciara su esposo'.
Entonces le hablé de la falta de comodidades que había donde estaba mi esposo. 'Según parece - contestó el embajador- la lleva muy bien donde está. Durmió cinco horas de un tirón'.

P: ¿Cuál fue el final de esa conversación?

R: Cuando terminó la entrevista y dejamos la Embajada no habíamos ganado más que la promesa del embajador de que al Presidente no se le haría daño alguno en su persona.

P: ¿La oferta del embajador se cumplió?

R: Dos días después los presos fueron asesinados.

P: ¿Cree usted que el embajador pudo salvar las vidas del Presidente y Vicepresidente?

R: Tengo la firme convicción de que si el embajador hubiera hecho enérgicas representaciones, como era razonable esperar que hiciera, en interés de la humanidad, no sólo se habrían salvado las vidas del Presidente y Vicepresidente, sino que habría evitado la responsabilidad que recae en esos hechos en los Estados Unidos por los actos de su representante diplomático en México."

Fuentes: La versión completa de esta entrevista puede consultarse en Isidro Fabela, Historia diplomática de la Revolución Mexicana, I. (1912-1917), México, Fondo de Cultura Económica, 1958, pp. 175-183; o bien en Jesús Silva Herzog, Breve historia de la Revolución Mexicana. Los antecedentes y la etapa maderista, México, Fondo de Cultura Económica, 1986. (Colección Popular, 17), pp. 364-375.


== Referencias ==
== Referencias ==

Revisión del 06:49 31 may 2009

Victoriano Huerta


Presidente de México
18 de febrero de 1913-14 de julio de 1914
Predecesor Pedro Lascuráin
Sucesor Francisco Carvajal

Información personal
Nacimiento 22 de diciembre de 1850 o 22 de diciembre de 1854 Ver y modificar los datos en Wikidata
Colotlán (México) Ver y modificar los datos en Wikidata
Fallecimiento 13 de enero de 1916 Ver y modificar los datos en Wikidata
El Paso (Estados Unidos) Ver y modificar los datos en Wikidata
Causa de muerte Cirrosis hepática Ver y modificar los datos en Wikidata
Sepultura Evergreen Cemetery Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacionalidad Estadounidense y mexicana
Religión Católica
Familia
Cónyuge Emilia Águila
Educación
Educado en Heroico Colegio Militar Ver y modificar los datos en Wikidata
Información profesional
Ocupación Militar
Rama militar Ejército Mexicano Ver y modificar los datos en Wikidata
Rango militar General Ver y modificar los datos en Wikidata
Conflictos Revolución Mexicana Ver y modificar los datos en Wikidata

José Victoriano Huerta Márquez[1]​ (Colotlán, Jalisco; 22 de diciembre de 1850El Paso, Texas; 13 de enero de 1916) fue un militar y presidente de facto mexicano.

Juventud y educación

Huerta nació el 22 de diciembre de 1850 en la ranchería del Agua Gorda, municipio de Colotlán, Jalisco, hijo de Jesús Huerta y Refugio Márquez, indígenas huicholes. Cuando tenía quince años el general Donato Guerra visitó su ciudad natal y expresó su deseo de contratar a un secretario particular. Huerta se ofreció como voluntario y como premio a sus servicios se le permitió estudiar en el Colegio Militar, donde obtuvo notas sobresalientes que lo hicieron merecedor de un reconocimiento especial del Presidente Benito Juarez, quien lo elogió durante una visita al colegio para pasar revista a los alumnos:

De los indios que se educan como usted, la patria espera mucho.[2]

Al graduarse fue comisionado al Cuerpo de Ingenieros y se desempeñó en labores topográficas en la región de Puebla y el Estado de Veracruz, donde conoció a Emilia Águila, con quien se casó el 21 de noviembre de 1880 y tendría once hijos.

Gestión militar

Para el año de 1890 Huerta había alcanzado el grado de coronel y siete años más tarde comenzaría una larga trayectoria en el combate a las rebeliones indígenas que se generaban por todo el país. En diciembre de 1900 combatió a los yaquis en Sonora y en 1902 a los mayas en Yucatán y Quintana Roo. Durante su estancia en el sureste desarrolló cataratas, una enfermedad que lo hostigaría la mayor parte de su vida.

Tras concluir su campaña en la Península de Yucatán Huerta recibió el grado de general brigadier, la Medalla al Mérito Militar y fue nombrado miembro de la Suprema Corte Militar de la Nación gracias a los esfuerzos de su amigo el general Bernardo Reyes, Ex Gobernador de Nuevo León y Secretario de Guerra y Marina. En 1907 pidió permiso por razones de salud y visitó a Reyes en Monterrey, ciudad donde trabajó como jefe de Obras Públicas dos años y medio aplicando sus conocimientos de ingeniería civil en el trazado de las calles. Cuando Reyes fue enviado a Europa en 1909 Huerta decidió regresar a la Ciudad de México y comenzar a impartir clases de matemáticas. Tras estallar la revolución convocada por Francisco I. Madero, Huerta solicitó su reincorporación al ejército y tras la renuncia de Porfirio Díaz, Huerta fue el encargado de escoltar el convoy presidencial de éste al puerto de Veracruz, cosa que a don Porfirio no le agradó del todo pues nunca confió plenamente en él.

Huerta permaneció fiel al ejército durante el gobierno interino de Francisco León de la Barra pero participó en algunas acciones de provocación al ejército rebelde comandado por Emiliano Zapata, lo cual levantó sospechas de insubordinación y tan pronto Madero asumió la presidencia ordenó su dimisión de las fuerzas armadas. Sin embargo, tras la rebelión de Pascual Orozco, Madero reconsideró su decisión y lo puso al mando de las tropas del gobierno federal. Huerta tuvo un desempeño impresionante y se convirtió en un héroe nacional. Mientras perseguía a Orozco rumbo al norte tuvo un altercado con el comandante rebelde Francisco Villa, quien se negó a regresar unos caballos que sus hombres habían robado a las tropas de Huerta. Enfurecido, lo mandó arrestar y ordenó fusilarlo. Los hermanos del Presidente Madero intervinieron y Villa sólo estuvo preso algunos días en la Ciudad de México, lo cual encolerizó a Huerta. Al regresar a la capital ratificó su lealtad al presidente Madero y mientras se sometía a un tratamiento de cataratas Madero lo hizo renunciar.

Gestión política

Tras la rebelión de Félix Díaz (en la que participaba su amigo el General Reyes), Huerta declinó las ofertas de los golpistas por temor a sólo ser utilizado. Sin embargo, tras la muerte de Reyes ofreció sus servicios a Madero quien lo volvió a poner al mando del ejército. A los pocos días, Huerta se unió a los sublevados pero fue descubierto por el hermano de Madero, quien lo arrestó y lo acusó frente al presidente. Madero no creyó las versiones y lo puso en libertad, sólo para enterarse dos días después que Huerta lo había traicionado aliado con Aureliano Blanquet, jefe del 29o. Batallón y se autonombraba Jefe del Ejecutivo, obligándolo a renunciar. Huerta y Félix Díaz, aliados con Henry Lane Wilson, embajador de Estados Unidos en México, habían suscrito el Pacto de la Embajada, también conocido como Pacto de La Ciudadela (disponible en wikisource). Al principio Félix Díaz se sorprendió por la noticia, pues el plan inicial era que Díaz ocuparía la presidencia al triunfo de la rebelión. Sin embargo, Huerta logró convencerlo de que lo dejase gobernar de manera interina para pacificar a los maderistas. El 22 de febrero de 1913 Madero y el Vicepresidente José Ma. Pino Suárez fueron arteramente ejecutados.

Tras una efímera presidencia provisional de 45 minutos por parte de Pedro Lascurain, Huerta asumió el poder en medio del caos. Unos días después Venustiano Carranza, el gobernador de Coahuila, desconocía al presidente y formaba el Ejército Constitucionalista que a la postre terminaría derrotando al gobierno federal el 24 de junio de 1914.

Exilio y fallecimiento

Huerta se exilió en Barcelona, España y conspiró con el ejército alemán para regresar al poder. Regresó a las Américas en mayo de 1915, llegando a Nueva York con su familia y luego a El Paso, Texas donde fue arrestado junto con Pascual Orozco. Murió en prisión el 13 de enero de 1916, víctima de cirrosis también en El Paso, Texas. Fue enterrado en el cementerio "La Concordia".

Véase también

Referencias

  1. Parece haber conflicto sobre el apellido materno, ya que aparece como Ortega en la obra de Fernando Orozco Linares así como algunos sitios del gobierno. Pero el sitio oficial de Colotlán, Jalisco, así como los registros de bautismo y matrimonio según microfilmados por la Sociedad de Genealogía de Utah, igual que el certificado de su muerte del estado de Texas muestran que su madre se llamaba Refugio Márquez
  2. Biografía de Victoriano Huerta en http://www.colotlan.gob.mx

Enlaces externos


Predecesor:
Pedro Lascuráin
Secretario de Relaciones Exteriores
1913
Sucesor:
Francisco León de la Barra
Predecesor:
Pedro Lascuráin
Presidente de México
1913 - 1914
Sucesor:
Francisco Carvajal