Diferencia entre revisiones de «Virtudes teologales»

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==En el magisterio de la Iglesia católica==
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El [[Magisterio de la Iglesia]] también ha tratado profusamente el tema. [[Inocencio III]] habla de una discucion.
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que existía para ver si los niños al ser bautizados recibían las virtudes teologales,<ref>''[[Enchiridion Symbolorum|Denz]]'' 410.</ref> y [[Clemente V]] enseña como más probable el hecho de que tales virtudes teologales son infundidas a niños y adultos junto con el bautismo.<ref>Cf. Denz. 483.</ref>


En el [[Concilio de Trento]] enseña ya claramente que el hombre recibe, junto con la gracia, los dones de fe, esperanza y caridad.<ref>Cf. Denz. 799.800 y 821.</ref> Ahora bien, se ha discutido si con esto se define su existencia o no: [[Francisco Suárez|Suárez]] afirma que sí y [[Domingo Báñez|Báñez]] que no.
En el [[Concilio de Trento]] enseña ya claramente que el hombre recibe, junto con la gracia, los dones de fe, esperanza y caridad.<ref>Cf. Denz. 799.800 y 821.</ref> Ahora bien, se ha discutido si con esto se define su existencia o no: [[Francisco Suárez|Suárez]] afirma que sí y [[Domingo Báñez|Báñez]] que no.

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Fe, Esperanza y Caridad. Esculturas de Manuel Tolsá en la Catedral de México.

En la teología católica, se llaman virtudes teologales a los hábitos que Dios infunde en la inteligencia y en la voluntad para ordenar las acciones del hombre a Dios mismo. Tradicionalmente se cuentan tres: la Fe, la Esperanza y la Caridad. Junto a éstas, suele citarse como complemento en el ámbito de las llamadas virtudes infusas las virtudes cardinales.

En la Sagrada Escritura

Los teólogos cristianos suelen partir de algunos textos de la Sagrada Escritura para demostrar la existencia de las virtudes teologales:

El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado
Rm 5, 5
Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor,estos tres; pero el mayor de ellos es el amor
1Co 13, 13
Porque sin la fe es imposible agradar a Dios
Hb 11,6

En el magisterio de la Iglesia católica

El Magisterio de la Iglesia también ha tratado profusamente el tema. Inocencio III habla de una discusión que existía para ver si los niños al ser bautizados recibían las virtudes teologales,[1]​ y Clemente V enseña como más probable el hecho de que tales virtudes teologales son infundidas a niños y adultos junto con el bautismo.[2]

En el Concilio de Trento enseña ya claramente que el hombre recibe, junto con la gracia, los dones de fe, esperanza y caridad.[3]​ Ahora bien, se ha discutido si con esto se define su existencia o no: Suárez afirma que sí y Báñez que no.

El Catecismo de la Iglesia católica trata en tres ocasiones de las virtudes teologales. En los números 1812 y 1813 afirma que son virtudes que se refieren a Dios de manera directa (como su origen -provienen de Él-, como su motivo y su objeto) y sirven para disponer a los cristianos en los diversos aspectos de su relación con Dios. De ahí que sean fundamentales en la existencia de los que por la gracia son "hijos de Dios": vivifican todas las demás virtudes. En el número 2086, citando el catecismo romano, indica que el cumplimiento del primer mandamiento requiere las virtudes teologales. Y en los números 2656 a 2658 trata de la relación de las virtudes teologales con la oración: la fe permite el entrar en oración, la esperanza del retorno del Jesucristo y la caridad que, derramada por el Espíritu Santo en el corazón (cf. Rm 5, 5) es la fuente del diálogo con Dios.

Las Tres Virtudes Teologales en el santuario del Bom Jesus do Monte (Braga, Portugal)

En la cultura

Las virtudes teologales han influido algunos aspectos de la literatura cristiana. En San Manuel Bueno mártir de Miguel de Unamuno el personaje principal representa la caridad, la narradora Ángela la esperanza y el tonto del pueblo Blasillo (en homenaje a Blas Pascal) la fe pura, la fe del carbonero. También se pueden encontrar referencias a las virtudes teologales en algunos poemas de Soledades, de Antonio Machado, como "Anoche cuando dormía".

Notas

  1. Denz 410.
  2. Cf. Denz. 483.
  3. Cf. Denz. 799.800 y 821.

Véase también

Bibliografía

  • Catechismus Catholicae Ecclesiae. Roma: Libreria Editrice Vaticana. 1997. ISBN 88-209-2428-5. 
  • ROYO MARÍN, ANTONIO (1988). Teología de la perfección cristiana. Madrid: BAC. ISBN 84-220-0183-7.