Diferencia entre revisiones de «Comunicación no verbal»

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LAS FORMAS DE ALIMENTARSE COMO OBJETO DE ANÁLISIS DE LA COMUNICACIÓN NO VERBAL.

Tomado del Capítulo 17 del siguiente libro: Fernando Antonio Ruano Faxas (2009). El lenguaje corporal humano. Un enfoque imagológico en base a criterios verbales y no verbales. U.S.A, Carolina del Norte, Ediciones ЯR, 796 páginas, disponible en: http://openlibrary.org/b/OL21783353M/El-lenguaje-corporal-humano.-Un-enfoque-imagológico-en-base-a-criterios-verbales-y-no-verbales

[...] En “los principios” del nacimiento de la especie humana, la dieta, los alimentos, la necesidad de comer, los hábitos alimenticios y las estrategias o formas para conseguir alimentos, definieron la historia triunfal del hombre:

[...] su antigua dieta del bosque no se componía únicamente de frutos y nueces. Indudablemente, las proteínas animales tenían gran importancia para él. A fin de cuentas, su remoto origen se hallaba entre unos enseres básicamente insectívoros, y su reciente morada arbórea había sido siempre rica en insectos. Jugosos escarabajos, huevos, jóvenes e indefensos polluelos, ranas arbóreas y pequeños reptiles debieron de abastecer su despensa. Mejor aún, no presentaban grandes problemas a su sistema digestivo, bastante generalizado. Al bajar al suelo, no le faltó en absoluto este abastecimiento de comida, y nada podía impedirle el aumento de esta parte de su dieta. Al principio, no podía compararse con el asesino profesional del mundo carnívoro. Incluso una pequeña mangosta, y no hablemos de un gato grande, era superior a él en el arte de matar. Pero animalitos de todas clases, indefensos o enfermos, se ofrecían a su rapiña, y este primer paso en el camino de comer carne resultó sumamente fácil. En cambio, las piezas realmente grandes disponían de largas y zancudas piernas, y estaban apercibidas para, a la primera alarma, huir a velocidades completamente inigualables. Los ungulados [mamíferos cuya extremidad termina en pezuña, como el camello, el caballo, el rinoceronte, el elefante, la oveja, el tapir, etc.] cargados de proteínas estaban fuera de su alcance [...] (Morris, 1996: 21-22).

En “estos principios” de la Humanidad, lo importante era comer, alimentarse, la alimentación, es decir la ingesta o ingestión. En estos principios, y mucho después, e inclusive en la actualidad en muchos lugares, países, grupos, etnias, tribus, etc., la alimentación se ha basado en ciertos productos, en uno, dos o tres productos, de manera casi exclusiva. Tal es el caso, por ejemplo, del maíz –también llamado en lengua española jojoto, elote, choclo, zara, abatí, millo, oroña, mijo o panizo–, esta maravillosa y religiosa planta tan presente y primordial en la alimentación mundial. En estos principios, tan difíciles, había que lograr conseguir aquellos alimentos tan ricos y decisivos para la vida del individuo en particular y del grupo en general, sobre todo carne; pero también para cazar aquellos animales había que pasar algunos trabajos: emboscarlos, capturarlos, matarlos, para luego consumirlos, primero sin preparar, sin fuego, y después, ¡otro logro del animal humano!, preparados, con fuego.

Ahora bien, este asunto de adquirir aquellos “alimentos vivos” no era tan fácil; queda claro que para atrapar animales tan grandes, fuertes y veloces era necesario corregir algunas formas del cuerpo y algunas formas de la vida en sociedad, especialmente entre los machos, y entre los machos y las hembras –las hembras estaban generalmente ocupadas en el cuidado de la cría–, entre los adultos y los pequeños, entre los sanos y los enfermos, entre los aptos y los ineptos. Por ejemplo, había que mejorar la orientación espacial o geográfica, definir territorios, saber en dónde estaban ubicados ciertos lugares importantes y decisivos para la vida, la protección y la subsistencia, para la cacería; había que reconocer terrenos, espacios, cotos de vida, de poder y de caza marcados por señales de otros grupos de animales, de otras especies, y de animales de la misma especie; había que entrenar al cuerpo para decodificar las señales, ya fueran verbales –gritos y ruidos realizados por individuos con la boca, ya fueran de su grupo o no– y no verbales –ruidos, sonidos y absolutamente todo lo que no estuviera relacionado con la producción verbal, es decir señales corporales de animales de su misma especie o no, de su mismo grupo o no, como por ejemplo los olores, tipos y texturas de los fluidos corporales: excrementos y eses fecales y también las señales del medio circundante como los ruidos y el fuego de los volcanes, las nubes, los temblores, la lluvia, los terrenos secos, las turbulencias y fenómenos marítimos, las corrientes y crecidas de los ríos, las granizadas, el verdor de las plantas que indica presencia o cercanía de agua potable, etc.–. Para subsistir en situaciones tan complejas había que agudizar los sentidos: vista, oído, olfato, gusto, tacto; había que adaptar el cuerpo para correr, para perseguir y para huir; había que emplear herramientas y crear herramientas; había que crear técnicas de caza; había que definir bien quiénes apoyaban en ciertas actividades y quiénes eran los apoyados; había que establecer status y roles (Ruano, 2003c): diferenciar aún más el papel de los sexos, los fuertes mandan y los débiles obedecen, los hombres a la cacería y las batallas y las mujeres en el hogar o cuevas o cavernas; había que aprender a compartir los alimentos y aquí cuentan las cantidades de alimentos por individuo; había que colaborar socialmente, había que organizar mejor socialmente y laboralmente al grupo, es decir “trabajar en equipo”, algo que al parecer se logró en aquel entonces incivilizado y presocial; pero que hoy, en nuestro mundo civilizado (?) y social (?) sigue siendo un gran problema (Ruano, 2005a; Ruano, 2003a; Ruano y Rendón, 1997. Consúltese: http://openlibrary.org/search?q=ruano+faxas y http://openlibrary.org/search?q=ruano+faxas&offset=20 ); había que mejorar y precisar la comunicatividad de las expresiones faciales, es decir el lenguaje corporal, y de las variantes de vocalización, es decir el lenguaje verbal. Pero también, además, luego de adquirir los alimentos hubo que crear “despensas”, es decir guardar y conservar alimentos, etc. Por eso, en la evolución del hombre y su relación con el consumo de alimentos vemos no solamente un “desarrollo del cuerpo humano en todos los sentidos”, sino también un “desarrollo cultural y técnico”, “un desarrollo en su sistema de vida”. Es incuestionable que a través de la historia de la Humanidad las comidas y las bebidas, es decir la alimentación, han estado estrechamente ligadas con la religión, con los ritos socioconfesionales o ritos religiosos (Contreras y Gracia, 1994; Schmidt-Leukel, 2002), algo muy común en las sociedades “altamente jerarquizadas, codificadas y ritualizadas”, como la de los aztecas y los mayas:

Fray Diego, en su celo, llega a acosar a los indios hasta en sus sueños, para detectar en ellos todo resto de idolatría. “Por lo cual es menester que agora, en tratando de sueños, que sean examinados en qué era lo que soñó, porque puede ser que haya algún olor de lo antiguo, y así es menester en tocando en esta materia, preguntar: ¿Qué soñaste?, y no pasar con ella como gato sobre ascuas [...] Lo que más irritaba a Durán era que los indios lograban insertar segmentos de su antigua religión en el seno mismo de las prácticas religiosas cristianas [...] “[...] es nuestro principal intento: advertirles [a los ministros] la mezcla que puede haber acaso de nuestras fiestas con las suyas, que fingiendo éstos celebrar las fiestas de nuestro Dios y de los santos, entremetan y mezclen y celebren las de sus ídolos, cayendo el mesmo día, y en las cerimonias mezclarán sus ritos antiguos” [...] En una sociedad altamente jerarquizada, codificada y ritualizada, como la de los aztecas, todo está relacionado, de cerca o de lejos, con la religión: después de todo, Durán no se equivoca [...] (Todorov, 1999:215)

La alimentación, los productos alimenticios, las comidas y las bebidas, primero han estado ligados a una cultura en concreto, a una religión concreta, a algo que en protocología se denomina comidas ceremoniales (Álvarez, 1987, t. III: 1711), como sucede, por ejemplo con el tamal y el guajolote o pavo mexicanos, que tradicionalmente y desde épocas precolombinas, desde antes de la Conquista española, estos productos eran consumidos en las diversas regiones del actual México, entre otros países iberoamericanos, y que posteriormente, debido al encuentro de culturas y al sincretismo multilateral o polisincretismo que se dio en el país, estos productos se van a emplear en otras religiones y para otros usos. En el caso del tamal mexicano, con más de 5000 variedades en el país, éste producto tuvo evidentes orígenes religiosos prehispánicos, y posteriormente se comenzó a emplear entre los cristianos o católicos, entre los indios y negros convertidos al Cristianismo y entre los profesantes de cultos alternativos, y en cualquiera de sus festejos, sea de un tipo religioso u otro, se emplea el tamal, cualquiera que sea éste. Y en el caso de las comunidades descendientes de judíos, que practican el judaísmo, que en México son varias estas comunidades, si el tamal se ha hecho con aceite de oliva u otro aceite o grasa vegetal, sin la presencia de ingredientes provenientes de cerdo o cualquier otro ingrediente tabú para este grupo socioconfesional, entonces sí lo pueden comer. En el caso de los cubanos-judíos, como sabemos, al ellos no tener restricciones y tabúes alimenticios, en parte debido a la escasez, a las necesidades y limitaciones alimentarias por más de 50 años y en parte debido a la misma evolución social y cultural que se dio en Cuba en estos años de “Revolución”, ellos sí comen los tamales cubanos o hallacas o hayacas, que se hacen, casi generalmente, con manteca de cerdo, chicharrón de cerdo y carne de cerdo. Veamos un ejemplo de sincretismo gastronómico-religioso a través del tamal: el conocido internacionalmente Día de Nuestra Señora de la Candelaria o Fiesta de la Candelaria, que se celebra el 2 de febrero, en saludo a la española Virgen de Candelaria, aparecida en Candelaria, Tenerife, en las Islas Canarias, a principios del siglo XV, es un festejo católico, que en muchos otros países tiene particularidades diferentes; pero que en México, para celebrar este Día de la Candelaria, unas semanas antes, concretamente el Día de los Reyes Magos, el 6 de enero, se corta la Rosca de Reyes –un pan dulce que, a su vez, no tiene orígenes judeo-cristianos ni católicos, sino paganos: la Saturnalia – y ahí, en esa rosca de pan dulce, muy diversa según las regiones de México, se incrustan, se esconden, varios muñequitos, que representan al Niño Jesús, en alusión a que, según una de las tantas historias que hay en este sentido, ese niño judío tuvo que ser escondido para que el rey de Judea en ese entonces, Herodes el Grande, no lo matara. Así, al cortar la rosca en pedazos, las personas que encuentren a esos muñequitos, que pueden ser de cerámica, porcelana y casi siempre de plástico, entonces el Día de la Candelaria tendrán que ofrecer tamales y bebidas llamadas en este país azteca “champurreados” y “atoles”. Así vemos como el tamal, un producto alimenticio que se empleaba para fiestas religiosas prehispánicas es empleado ahora, después de la Conquista, para fiestas religiosas católicas en México. Algo semejante sucede con el guajolote o chumpipe o guanajo o pavo, un ave que en México –y en general en Norteamérica– se ha empleado desde épocas prehispánicas y preinglesas para el consumo alimentario, pero que después de la Conquista se emplea internacionalmente como comida oficial para el Día de Navidad, entre el 24 y el 25 de diciembre, y para el Día de Acción de Gracias, que es un festejo tradicional de Estados Unidos –el cuarto jueves de cada mes de noviembre– y de Canadá –el segundo lunes de cada mes de octubre– para rememorar los días de los primeros encuentros de los colonizadores ingleses que venían en el barco Mayflower con los indígenas norteamericanos, concretamente con los indios algonquinos, wampanoags o pokanokets. Otro plato tradicional mexicano que se emplea, casi exclusivamente, para festejos religiosos, del tipo de Navidad, es el llamado “romeritos”. A su vez, el pan que conocemos hoy, que fue un producto traído por los europeos a América, en México presenta los más variados tipos, formas, mestizajes y sabores –se considera que en México, de manera general, existen más de 750 tipos de panes, todos exquisitos; esto sin contar las variedades típicamente regionales–, y en su versión de “pan de muerto” se emplea, casi exclusivamente, para comer en un festejo religioso de origen prehispánico llamado Día de Muertos. Hoy en nuestras festividades mexicanas, la inmensa mayoría de las cuales están matizadas por el Catolicismo, comemos y bebemos muchos platos y bebidas que no solamente son de origen prehispánico, sino que en su momento estuvieron relacionados con las religiones del México antiguo precortesiano, con la interminable lista de los dioses del México prehispánico, con unos dioses insaciables que comían y bebían toda una inmensa variedad de productos (Graulich y Guilhem, 2004): tales son los casos del amaranto o huaitli (Ávila y otros, 1988:15), del pozole “alimento sagrado prehispánico, del cual Diego Rivera afirmó que era sazonado con la carne de los jóvenes ofrendados al Sol” (Ávila y otros, 1988:18), la chía, el cempasúchil, el chocolate, el guajolote, el balché –bebida sagrada para los mayas–, el saká –bebida sagrada entre los mayas–... A veces sucede que dos festividades, una católica y otra pagana o prehispánica, coinciden y son celebradas, las dos, con gran tradicionalidad, masividad, devoción y respeto. Tal es el caso, por ejemplo, de la Semana Santa o Semana Mayor o Semana Grande o Gran Semana mexicana, que dura 8 días, y que tiene sus particulares protocolos religiosos y gastronómicos católico-sincréticos o católico-mestizos en este país, y a su vez, en este mismo período, se produce el equinoccio de primavera o equinoccio vernal, que es cuando termina el invierno y comienza la primavera, y la masa poblacional mexicana y muchos extranjeros, sin distingo de categorías raciales, culturales o económicas, acuden a los basamentos piramidales, a las pirámides –que, como todos sabemos, son centros ceremoniales prehispánicos, de religiones prehispánicas, que a su vez son, al decir de las autoridades católicas, “lugares paganos e impíos”–, buscando cargarse con la influencia positiva del poder piramidal y los beneficios y fines terapéuticos de la piramidoterapia, y también para reverenciar a los dioses prehispánicos mexicanos.

Veamos algunas de las ofrendas religiosas de los antiguos mexicanos:

Apéndice III

Relación de los mexicanos, de las cosas que se ofrecían en el templo.

1. Ofrecían muchas cosas en las casas que llamaban calpulli; eran como iglesias de los barrios, donde se juntaban todos los de aquel barrio, así a ofrecer como a otras ceremonias muchas que allí se hacían.

2. Ofrecían comida y mantas, y aves y mazorcas de maíz, y chía y frijoles y flores; esto ofrecían las mujeres o doncellas por casar; pero en los oratorios de sus casas no ofrecían sino comida, delante de las imágenes de los dioses que allí tenían. Esto hacían cada día, luego de mañanita, y la señora de la casa tenía cuidado cada mañana de despertar a todos los de su casa, para que fuesen a ofrecer delante de los dioses de su oratorio.

3. Ofrecían incienso en los cúes los sátrapas, de noche y de día, a ciertas horas; incensaban con unos incensarios hechos de barro cocido, que tenía, a manera de cazos, de un cazo mediano con su astil de grosor de una vara de medir o poco menos [...]

10. Hacían otra ceremonia comúnmente que llamaban tlatlazaliztli, que quiere decir arrojamiento, y era que nadie comiese sin que primeramente arrojase al fuego un bocadillo de lo que había de comer.

11. Tenían otra ceremonia también común, que nadie había de beber pulcre sin que primero derramase un poco a la orilla del hogar [...] (Sahagún, 1999:164-165).

Y las “coincidencias” (?) entre paganos y cristianos fueron y son muchas en México (Todorov, 1999:217-218):

Algunas de las analogías de Durán [fray Diego Durán, en el siglo XVI] realmente parecen un poco forzadas; pero donde la sorpresa del lector se torna estupefacción es cuando descubre que las semejanzas son especialmente abundantes en el campo de la religión. Ya no son los indios los que intentan, de manera más o menos consciente, mezclar elementos paganos con los ritos cristianos; es Durán mismo quien descubre, en el interior de los antiguos ritos paganos tal y como se practicaban antes de la conquista, elementos cristianos, en tal número que el hecho acaba por volverse inquietante. “Porque son tantos y tan enmarañados [los ritos antiguos] y muchos de ellos frisan tanto con los nuestros, que están encubiertos con ellos [...], porque también ellos tenían sacramentos, en cierta forma, y culto de Dios, que en muchas cosas se encuentran con la ley nuestra, como en el proceso de la obra se verá (I, “Prólogo”).

¡Y se ven, en efecto, cosas impresionantes! ¿Se creía que la fiesta de Pascua era específicamente cristiana? Pero para la fiesta de Tezcatlipoca cubren de flores el templo, como hacemos nosotros el Jueves santo. Y las ofrendas a Tláloc son “exactamente” como las que vemos el Viernes santo. En cuanto al fuego nuevo, que se enciende cada cincuenta años, es como los cirios de Pascua... El sacrificio en honor de Chicomecóatl le hace pensar en otra fiesta cristiana: “Casi quiere parecer a la vela de la noche de Navidad” (I, 14), ¡porque la muchedumbre se queda “en vela y a la lumbre” (ibid.) hasta muy tarde! Tampoco le cuesta ningún trabajo a Durán descubrir la reproducción “exacta” de los ritos esenciales de la religión cristiana en el ritual azteca: el gran tambor que se toca a la puesta del sol es como las campanas del Ave María; la purificación azteca por el agua es como la confesión; las penitencias son muy semejantes en ambas religiones, y también los frailes mendicantes. O más bien no: las abluciones aztecas son como el bautismo: hay agua en ambos casos... “Así era el agua tenida por purificadora de los pecados. Y no iban muy fuera de camino, pues en la sustancia del agua puso Dios la virtud del sacramento del bautismo, con que somos limpios del pecado original” (I, 19). Y por si todo eso no basta, se descubre también que Tezcatlipoca, que tiene múltiples encarnaciones, reducidas para el caso a tres, no es sino una forma encubierta de la Trinidad: “Reverenciaban al padre y al hijo y al espíritu santo, y decían tota, topiltzin y yolometl, los cuales vocablos quieren decir «nuestro padre, y nuestro hijo y el corazón de ambos», haciendo fiesta a cada uno en particular y a todos tres en uno, donde se nota la noticia que hubo de la trinidad entre esta gente” (I,8).

En lo tocante a las formas de comer y beber de los actuales sacerdotes católicos en América –entre otros grupos religiosos, por supuesto–, y de algunos grupos o congregaciones de monjas, lo que podemos decir es que por supuesto que sus formas gastronómicas, que sus protocolos gastronómicos, nada tienen que ver con limitaciones, necesidades, escasez, humildad, parquedad, frugalidad, modestia, discreción..., sino todo lo contrario: ¡a lo grande...!, y “a lo grande” en todos los sentidos..., algo más que paradójico si consideramos la pobreza en la que está sumergida la mayor parte de América Latina, en especial los grupos más creyentes y devotos, que son las grandes masas populares, caracterizadas por la incultura, el atraso, el fanatismo, la confusión, la insalubridad y las carencias económicas. El ver cómo vive y cómo se comporta gastronómicamente –y en general socialmente, y de manera más concreta moralmente– una muy buena parte del alto clero en América, en toda América, de la misma manera que en Europa y la otra parte del mundo, especialmente al nivel del Vaticano, y tomando en cuenta los constantes escándalos dentro del sacerdocio católico a nivel internacional, y en América en especial en Estados Unidos y México (Ruano, 2003e), nos recuerda a los goliardos del medieval; pero claro está que sin la trascendencia literaria y el genio cultural de los goliardos, y sólo en lo relacionado con la depravación y la rusticidad protocolar (Ruano, 1996a):

En el siglo XIII aparece en Europa una trascendental literatura: la literatura goliárdica, la poesía goliárdica, una de las manifestaciones literarias más importantes de toda la Edad Media.

¿Qué significa goliardo? ¿Por qué se usó tanto esta palabra en la Edad Media? Durante todo el siglo XIII, en especial, se usó entre otras la voz goliardo para designar a los clérigos vagabundos, a los estudiantes pobres y apicarados que, al arrimo de las grandes universidades recién fundadas, vivían una existencia al margen de toda convención, a menudo cercana a la delincuencia y en un contexto de depravaciones y perversiones morales y sexuales. El tipo humano del goliardo era conocido desde muchos siglos atrás: el Concilio de Nicea –año 325– condenaba ya a los eclesiásticos que anduvieran errabundos "de ciudad en ciudad"; en el siglo VIII, un comentarista de la Regla benedictina menciona a ciertos monjes que pasaban su vida en los caminos, alojándose cortas temporadas en los conventos que encontraban a su paso, fingiéndose peregrinos; muchos textos canónicos aluden a sacerdotes entregados a la vagancia e incluso resueltamente entregados a “la mala vida”. Desde fines del siglo XIII, la aparición de las universidades europeas y, paralelamente, el auge de las sociedades urbanas ofrecen nuevas metas al deambular de tales clérigos –en la acepción medieval de "cualquiera que se dedique al estudio"–. Y alrededor de 1200 se populariza para ellos un nuevo calificativo: se les sabe amigos de la gula, golosos, gente de buen gaznate y excelente tragadera –geule, en francés– y por ello empieza a llamárseles guliarts o goliarts, palabra latinizada como goliardus y por asociación fonética con Goliat, el gigante filisteo de quien habla la Biblia y a quien desde fecha temprana se tomó por símbolo del diablo, de la maldad. Los goliardos componían poemas goliárdicos. Estos poemas se conservan en general en cancioneros colectivos, el más célebre de los cuales es Carmina Burana, un manuscrito descubierto en la abadía benedictina de Beuron –del que toma su nombra–, en Babiera, Alemania. Este texto fue redactado hacia 1230 y contiene una variada colección de obras líricas –algunas con neumas, signo de notación musical que se colocaba sobre las sílabas del texto, empleado en los libros litúrgicos de los ss. VIII a XII, bajo las líneas del texto– en latín y bajo alemán, que reúne cantos de amor, poemas satíricos, autos litúrgicos, canciones de taberna. Son obras anónimas que representan una parte del repertorio de los goliardos. La poesía goliardesca reúne multitud de experiencias literarias anteriores. La obra literaria goliardesca recoge los “sentimientos” y las “vivencias” de la vida mundana.

Las grandes universidades de la Europa del siglo XIII estaban llenas de estudiantes, en su mayoría jóvenes y pobres, que para ganarse el sustento ejercían oficios más o menos juglarescos, y manifestaban una evidente relajación moral. La poesía goliárdica siente predilección por tres temas: la crítica eclesiástica, el ambiente de las escuelas y la naturaleza y el amor. El goliardo canta el goce del amor sensual, exalta el placer del vino y del juego, satiriza con la máxima virulencia todos los órdenes de la vida eclesiástica, parece mofarse de todo, ser un desarraigado que vive al margen de toda convención social.

Como los goliardos –llamados en España “sopistas” y a veces “tunos”– eran “clérigos que llevaban una vida irregular”, “gente del demonio”, “individuos muy cultivados pero perversos” asociados a un inframundo de lujuria de todo tipo, se tenía que buscar una excusa para explicar las conductas desatinadas de estos “hijos descarriados de la iglesia”, de estos curas lujuriosos y dados a la borrachera y la buena vida, y así se crearon las leyendas de que los “súcubos” o demonios femeninos –había demonios masculinos llamados “íncubos” que poseían a las mujeres– que se transformaban en mujeres extremadamente hermosas seducían a los goliardos. Entre los súcubos más famosos de la Edad Media estaban Lilit, Mancerinio, Bietka, Vasordie, Abrahel, Baltazo, Filotano, Florina... Obviamente, aquí recordamos que en la actualidad la mayoría de los “desatinos sexuales” de los curas católicos a nivel mundial no están relacionados ni con “mujeres” ni con “hombres”, sino con “niños”, por lo que aquí se trata concretamente de “curas pederastas” [...]

¿Que acaso la “gula”, es decir la “glotonería”, no es uno de los siete pecados capitales entre los religiosos católicos o cristianos? ¡Claro que sí! ¿No recuerda usted, por ejemplo, las famosas pinturas acerca de la gula de autores como el flamenco Hieronymus Bosh (1450-1516)? [...]

La más que conocida glotonería o gula de una buena cantidad de clérigos, de sacerdotes, a través de la historia del catolicismo, y por supuesto que también en la actualidad, nos recuerda la canción A quién no le gusta eso, en cualquiera de sus tantas versiones. ¿No la ha escuchado usted? ( http://www.youtube.com/watch?v=hPtNeN9RUOE ) [...]

En la actualidad, en especial en las culturas desarrolladas, civilizadas, ya no solamente hablamos de alimentación, como sucedía en los principios y bastante después en la historia de la civilización humana. En la actualidad hablamos de alimentación y también y necesariamente de nutrición. Como sabemos ya, no se trata solamente de que los grupos humanos se alimenten, sino también de que se nutran, y que esa nutrición sea una nutrición sana, con productos no contaminados y no contaminantes, con productos que ayuden a la sanidad tanto del individuo como del mismo ecosistema. Y cuando hablamos de contaminación de productos alimenticios, de contaminación de bebidas, estamos hablando de un gran problema en el mundo moderno, en la hipermodernidad, en este mundo altamente contaminado por muy variados factores ambientales, geogénicos y antropogénicos. Por otro lado, algunos grupos humanos que han mantenido su alimentación sobre la base de prácticamente un sólo producto, como el maíz, han pagado bastante caro, y lo seguirán pagando, este grave error. ¿Por qué? Muy sencillo, estas alimentaciones desestructuradas tienen su gran ventaja: la sobrevivencia; pero tienen también sus grandes desventajas: ciertas enfermedades, que en este caso del maíz serían algunos tipos de anemias perniciosas y la pelagra o enfermedad de las tres D: demencia, dermatitis y diarrea. La pelagra se ha asociado con bastante frecuencia a ciertos elevados índices de alcoholismo observados en algunas poblaciones, en particular en América Latina, con sus consecuentes trastornos sociológicos, psicológicos y psiquiátricos derivados. E inclusive en las sociedades modernas consumimos diariamente muchos productos que están asociados de una u otra manera al maíz, a la fructuosa, como es el caso del exquisito jarabe de maíz, que al parecer de una buena cantidad de investigadores se relaciona con la obesidad, con ciertos trastornos cardiovasculares, con muertes por infarto –especialmente en las mujeres– y con la diabetes tipo 2 –con por cientos muy altos entre los latinoamericanos–. La alimentación basada en monoproductos no solamente es dañina. También es dañina la alimentación multiproductos en donde se observa contaminación constante en esos productos por la presencia de ciertas substancias nocivas para la vida, como es el caso de los productos contaminados con plomo. Es necesario destacar aquí que para el ser humano en una alimentación adecuada, es decir en una nutrición adecuada, es decir en una dieta adecuada, tienen que estar presentes, aparte del agua, ciertas cantidades pertinentes de proteínas, de vitaminas, de lípidos, de glúcidos y de minerales, lo que deberá ser consumido con el equilibrio, la variedad y la moderación propios de grupos humanos evolucionados. Lo contrario se paga muy caro, a la corta y a la larga. Sencillamente consideremos la situación actual tan alarmante que presentan muchos grupos humanos debido a su desajustada alimentación durante siglos. Las comidas, las bebidas, las dietas, las alimentaciones, siempre han estado clasificadas, atendiendo a múltiples criterios, pero principalmente atendiendo a lo que es sano, y por ende no dañino, y sus implicaciones para el ser humano:

[...] Mi orina sí olió mal, a tugurio olvidado y a cueva sin luz. Mi caca varió con las circunstancias, sobre todo dependiendo de la dieta. La comida mexicana nos aproxima peligrosamente a la diarrea, la norteamericana al retortijón, la británica al estreñimiento. Sólo la cocina mediterránea asegura un equilibrio sano entre lo que entra por la boca y sale por el culo, como si el aceite de oliva y el vinagre de Módena, el producto de las huertas del Mediodía, los duraznos y los higos, los melones y los pimientos, supieran por adelantado que el gusto de comer debe compensarse con el gusto de cagar, muy de acuerdo con las prosas de Quevedo: “Más te quiero que a una buena gana de cagar”.

En todo caso –en mi caso–, la mierda es casi siempre dura y marrónea, a veces enroscada con estética como las de barro que venden en los mercados, a veces diluida y atormentada por los picantes nacionales: mierda mía. Y rara vez (sobre todo al viajar) reticente y mal encarada. (Fuentes, 2008:19).
En nuestros días:

Una sociedad es un conglomerado de individuos reunidos en vistas de una acción común. Todos tienen allí su lugar y su función, todos se definen por medio de las relaciones [...] Es indispensable que esas relaciones sean reconocidas e identificadas [...] Cuando, por otra parte, los individuos se reúnen en vistas de alguna acción común, sus relaciones deben ser significadas: el que dirige y el que obedece, el que da y el que recibe, el que invita y el que visita, etc. [...] Vestimentas, alimentos, gestos, distancias, etc., son signos que participan en proporciones y modalidades diversas, en la formación de los diferentes tipos de comunicación social [...] El alimento es también uno de los modos importantes de la identificación del grupo y de la cortesía. Con frecuencia está rodeado de tabúes. Su preparación y el servicio de mesa están regidos por un sistema de convenciones constrictivas. En ciertos medios, rechazar un aperitivo significa un insulto particularmente agraviante (Guiraud, 1994).

A través de los siglos de la vida de la Humanidad, los alimentos que se consumen en cada cultura concreta han estado acompañados de ciertos ingredientes particulares, de ciertas formas para la elaboración, de las formas y hábitos tradicionales que cada cultura y grupo social emplea antes, durante y después de su consumo, y de unas ciertas creencias y cargas simbólicas. Por todo esto es que existen las llamadas “gastronomías típicas”, “cocinas típicas” o “platos típicos” (Álvarez, 1987, t. III: 1608-1616; Ávila y otros, 1988; Martínez, 1988), que sí es verdad que son típicas, habituales, es decir que son consumidas por los miembros de una cultura “habitualmente”, pero que en situaciones especiales estas gastronomías típicas pueden ser alteradas, corregidas, modificadas, suspendidas, etc., según las circunstancias. Así por ejemplo, en China, más concretamente en su capital Pekín o Beijing, para los juegos olímpicos de 2008 se impuso una ley por parte del estado que prohibía terminantemente la venta de carne de perro –recordemos que el consumo por parte de los humanos de carne de perro no solamente es particular de la gastronomía china, sino que en muchos otros países se consume el perro, como es el caso de Siberia, Alaska, Canadá, México, Suiza, Filipinas, Corea, Indonesia, Vietnam–, para así “evitar herir la sensibilidad de los visitantes extranjeros”, lo que muestra hasta donde pueden llegar los protocolos gastronómicos en situación de la tan mentada “globalización” moderna. En la siguiente imagen, se puede observar una variante de “perros asados”, en este caso según la gastronomía de Vietnam [...]

En todos los tiempos y en todas las culturas ha habido y hay “comidas habituales”, “comidas de trabajo”, “comidas especializadas”, “comidas ceremoniales o comidas festivas” (Álvarez, 1987, t. III: 1711; Ávila y otros, 1988), “comidas rituales de grupos secretos” –como son algunas comidas de la mafia, de narcotraficantes, de ciertos grupos religiosos, de ciertos grupos socioconfesionales-sincréticos, de ciertos grupos criminales, de ciertos grupos clandestinos, etc.– (Kermoal, 2002), “comidas y banquetes goliardescos” (Ruano, 1996a; Martínez, 2008), “brindis, comidas y cenas religioso-sincrético-pagano-profanas”, como es la supuesta “cena católica de Navidad” o “Nochebuena”, en la que, también supuestamente, se celebra del 24 para el 25 de diciembre el nacimiento de Jesucristo –el nacimiento y la fecha de nacimiento, el lugar de nacimiento, del Jesucristo judío, semita, asiático, siguen siendo científicamente toda una incógnita –. En nuestros festejos religiosos, y según los tipos de creencias, religiones y sectas, oramos, tocamos música, cantamos, bailamos, comemos, bebemos, y hasta más, “mucho más”, como son los actos sexuales religiosos y las orgías religiosas –que superan en creces toda idea concebida por Aldous Huxley en su libro Un mundo feliz–, presentes en muchas religiones y creencias del mundo, antes y ahora, como son las Religiones Mistéricas, la Bacanal, el Tao del Amor, el Tantra, etc., tema que ya he tratado en mi libro Algunos recursos para valorar la comunicación a través del lenguaje oral, del lenguaje escrito y del lenguaje corporal: El área geográfica y los climas, Esferas socioculturales, Los estilos, La edad, El sexo, El tabú y la Comunicación no verbal, con 590 páginas, disponible en http://openlibrary.org/b/OL22647223M/Algunos-recursos-para-valorar-la-comunicaci%C3%B3n-a-trav%C3%A9s-del-lenguaje-oral%2C-del-lenguaje-escrito-y-del-lenguaje-corporal%3A-El-%C3%A1rea-geogr%C3%A1fica-y-los-climas%2C-Esferas-socioculturales%2C-Los-estilos%2C-La-edad%2C-El-sexo%2C-El-tab%C3%BA-y-la-Comunicaci%C3%B3n-no-verbal , y que se puede apreciar artísticamente en la siguiente pintura del francés William Adolphe Bouguereau, intitulada La juventud de Baco, de 1884 [...]

¿Pero en nombre de quién o quiénes hacemos todo esto?, ¿en alabanza a quién o quiénes?, ¿cuáles son las verdaderas y reales imágenes e ideas religiosas, evidentes o camufladas o disimuladas, que tenemos en nuestras mentes en esos momentos de festejos? Este asunto es más complejo de lo que habitualmente creemos. Veamos algo al respecto:

Como reza el dicho popular: “¡Qué pueblito no tiene su santito y qué sindicato o ciudad no tiene su deidad!” Sencillamente recuerde lo que se festeja, lo que se hace, el cómo se hace, lo que se consume, lo que se compra, los viajes que se realizan, las deidades que se veneran o días de santos, los días de festejo, los productos o cosas que se requieren, que se “exigen”, para venerar, festejar, rituar, ofrendar, complacer, a los santos y santas, a las deidades, a los demonios, a los muertos, a las ánimas, a las almas, a los espíritus, a los chamanes, a los hechiceros, a los ñáñigos, a los brujos, a los Swamp Thing, a los leprechaun, a los gnomos, a los nahuales o naguales, a los súcubos e íncubos, a los popo bawa, a los traucos o chaucos o huellis o huelles o pompones del monte o cusmes, a los liderc, a las maras, a los kurupís, a los sombrerones, a los botos, a las um al duwayce, a las rusalkas, a los lilins o lilims, a los güijes y sus homólogos en los diferentes tiempos y culturas, para que se cumplan o realicen –y también para que no se cumplan y no se realicen– las promesas, las mandas, los milagros, los toluaches, los bilongos, los embrujos, los hechizos, los filtros de amor, las limpias, los despojos, el mal de ojo, las montas, las posesiones, etc., en religiones como el judaísmo –con 14 millones de creyentes–, el islamismo –con 1300 millones de creyentes–, el cristianismo –con 2100 millones de personas–, el budismo –con 376 millones de creyentes–, la santería, el espiritismo, la brujería, el ocultismo, el satanismo –con cifras no claras, debido a que en la mayoría de los países estas religiones o credos o creencias funcionan, generalmente, como “religiones tabúes”; pero sabemos, por experiencia personal y por “secretos a todas voces”, que son millones los que practican estas religiones o creencias, de una manera u otra, como sucede en los países de África, de Asia, de buena parte de Europa, de América, en especial en Brasil, Cuba, Haití, México, Venezuela, Colombia, Panamá, Perú, Ecuador, algunos estados de los Estados Unidos de América, etc.–, las cientos de páginas en Internet que “venden” el mundo de las creencias, de la fe –más bien de las “fes”, en plural–, de las tantas y tantas religiones y sectas que existen en el orbe, las estaciones radiales, los canales de televisión, las revistas, los periódicos, de corte religioso que “mercadean” las religiones, etc. Considere, por ejemplo, el dineral, las riquezas, que se derrochan en actividades religiosas como la Semana Santa –8 días de festejo, desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Resurrección–, Navidad o Christmas o Weihnacht, etc. –25 de diciembre o 7 de enero, según el tipo de iglesia– al nivel mundial y concretamente en Israel, en Belén, en donde, al igual que en Rusia, la Navidad se celebra dos veces, el día 25 de diciembre y el día 6 de enero, debido a que, en el caso del Israel católico, la Basílica de la Natividad está administrada tanto por el Cristianismo Católico como por el Cristianismo Ortodoxo [...]

Que no se nos olvide que en cuestión de religión y religiones “los secretos” aumentan mucho más en aquellos grupos que “simulando” tener “una sola religión” es evidente, inclusive ante los ojos de los más ignorantes e indiferentes, que profesan “cultos alternativos” (Río, 1992; Río, 2006). ¡Y justamente ésta, la de profesar muy variados, disímiles y totalmente contrapuestos cultos alternativos, lo que a veces llamamos inocentemente (?) “sincretismo religioso”, es una característica histórica en América!, debido, ante todo, a la presencia y mezcla de grupos étnicos y socioculturales diferentes: amerindios, europeos, asiáticos, africanos..., con religiones muy diferentes, con sincretismos religiosos varios –y, claro está, también sincretismos lingüísticos, gestuales, protocolares (Escalera, 2005)–, incluyendo al mismo sincretismo cristiano, católico –el Cristianismo aparece en Asia, en un contexto semítico, en Israel, con dioses asiáticos, semitas: Yahvé, Astoret o Asera, Adam, Lilit, Eva, Jesús, María...–, que se produce en el Catolicismo, al ser “interpretado” en “Europa”, en una cultura greco-latina, que ya desde finales del III milenio a.C. comenzó a ser semitizada a través de Jonia o Grecia asiática, a través de los jonios, que son un pueblo de origen griego, al ser interpretado ese cristianismo por católicos, ortodoxos, protestantes, variantes sectarias, cultos relacionados, cultos alternativos, cultos sincréticos... Es muy necesario recordar aquí que, por un lado, la Iglesia católica nunca ha sido ni homogénea ni monolítica, ni en Asia, ni en Europa, ni en África, ni en América, ni en Oceanía, ni en ningún lugar..., ni lo será nunca: si hay variedad de gente, entonces hay variedad de ecosistemas, variedad de lenguajes verbo-corporales, de pensamientos, de ideas, de criterios, de interpretaciones, de protocolos...; si hay revoluciones, conflictos, disturbios y mezclas interculturales, por las vías que sean y por los motivos que sean y en las condiciones que sean, entonces hay también revoluciones del pensamiento, revoluciones lingüísticas y revoluciones de la conducta...; y, por otro lado, una cosa es creer en un sólo dios, en una sola cosa, “SOLA COSA”, y eso, entonces, es monoteísmo. Queda más que claro que el Judaísmo y que el Islam son religiones monoteístas; ¿¡pero el Cristianismo, el Catolicismo, monoteísta con su concepto de Trinidad...!? ¡Por favor...! ¡Será triteísmo, será triteísta, será triteístas! Eso de que “monoteísmo” puede ser el creer en tres cosas que son una misma al mismo tiempo es un cuento tan grande como el de el lobo que se tragó viva a la abuelita de caperucita. O se cree en uno o se cree en dos o se cree en tres o se cree en muchos, y según sea el caso es “monoteísmo”, “”biteísmo o dualismo”, “triteísmo” y “politeísmo”... Lo demás es cuento, embuste, alteración, manipulación, imposición, chantaje, ignorancia, como se le quiera llamar, al gusto del consumidor..., ah y dicen que también puede ser fe..., ¡y allá el que se lo crea!, en fin que para los gustos se han hecho los colores... Esto puede no quedar claro para los que no quieren entender o para los que no pueden entender... Y ambos casos constituyen un gran problema de desarrollo social, de cultura, de civilidad, de evolución...: “Por cuanto a los cristianos [católicos] se refiere, no son monoteístas sino triteístas pues creen en la Santísima Trinidad” (Vallejo, 2007: 316). Las herencias culturales, las tradiciones, los idiomas, los mitos y mitoides de cada lugar, los estados del desarrollo sociocultural y socioeconómico, las políticas, los gobiernos, etc., “condicionan”, “revisten”, “alquimizan”, “enmascaran” las creencias, las religiones, los pensamientos socioconfesionales. Eso es viejo y ha pasado y pasa en todos los lugares del mundo; eso todo el mundo lo ha sabido siempre; siempre ha sido así, y así siempre será [...]

En la actualidad, la ingesta de bebidas y alimentos está caracterizada por la contraposición entre “comida rápida” y “comida lenta”. Cada una de estas formas de comer y tomar, en cualquiera de sus estilos y lugares geográficos, nos habla acerca de ciertos modos de vida, de ciertos grupos sociales, de ciertas categorías sociales, de ciertos estilos de vida, de ciertas conductas públicas, laborales e íntimas, de ciertos desarrollos científicos y técnicos, y, finalmente, de los estados de salud de los comensales o usuarios gastronómicos: ¿cómo viven, cómo son las relaciones sociales, a qué se dedican y cuál es la salud de los comensales de las “comidas rápidas”?, ¿cómo viven, cómo son las relaciones sociales, a qué se dedican y cuál es la salud de los comensales de las “comidas lentas”?

La ingesta o consumo de alimentos y bebidas tiene una historia larga y variada, según las épocas y las áreas geográficas, lo que se relaciona no solamente con los alimentos y las bebidas propiamente dicho, con los estudios y análisis bromatológicos tan de moda en nuestros días, sino también con las usanzas, los modos y modales de sus consumos y con las particularidades biológicas de los seres humanos, especialmente con el tipo de sangre (Adamo y Whitney, 2005), es decir que todo lo relacionado con las comidas y las bebidas y sus consumos se relaciona directamente con lo que ya conocemos, desde principios del siglo XIX, como fisiología del gusto (Brillat-Savarin, 1825). Los tiempos cambian y también cambian los gustos, y los menús se transforman (Labón, 1992: 84-105), y también cambian los hábitos gastronómicos y corporales, cambian los protocolos, las etiquetas... ¿Quién no recuerda, por ejemplo, las agradables siestas que tomábamos “hace ya mucho tiempo” después de la comida –o almuerzo, para otras culturas–, con su función restauradora e importante para la digestión? La “modernidad” ya no nos permite, a algunos, este disfrute. Si consideramos los hábitos gastronómicos y alimenticios de los grupos civilizados, occidentales, a través de los modernos criterios de la alimentación, entonces todo parece indicar que es Alemania, los alemanes, los mejores educados en los tiempos alimenticios o tiempos para consumir alimentos, que son cinco tiempos o cinco espacios en el día en el que se ingieren alimentos y bebidas. No por casualidad se ha planteado que “el cocinar y la comida hicieron al hombre” (Cordón, 1982), y también que ambos clasifican social y protocolarmente a las personas y a los grupos humanos. Desde la antigüedad, por el motivo que fuere y bajo las circunstancias más diversas, debido a los hábitos de comer y de beber, los hombres han sido asociados con “buenas imágenes” sociales o públicas y con “malas imágenes” sociales o públicas. Recordemos que hasta Jesús fue catalogado como “glotón” y “borracho”, entre otras cosas: “19. Ha venido el Hijo del hombre que come, y bebe, y dicen: He aquí un glotón, y un vinoso, amigo de publicanos, y gente de mala vida.”

Durante el acto de comer y beber “todo puede suceder”. Tenemos que partir del hecho de que en este mundo tan globalizado, tan diferente, con tantas migraciones y con mestizajes tan profundos, como han mostrado ya y desde hace bastante tiempo los estudios sociológicos, antropológicos, lingüísticos, biológicos, médicos, genómicos y endocrinológicos, sería pueril pensar que existen “dietas por países”, “hábitos gastronómicos por países”. Hoy, en el país más pequeño del mundo, pueden existir comunidades de origen extranjero que prácticamente en nada se relacionan con las tradiciones gastronómicas del área. Por eso decimos que en las sociedades civilizadas las dietas son trajes a la medida, que las dietas se elaboran para cada individuo en especial, en concreto, considerando toda una serie de factores que van desde el gusto particular del consumidor hasta los tiempos de ingesta de alimentos y los productos disponibles en los mercados, y luego de que se realicen los estudios adecuados por los especialistas dietólogos o dietistas o nutriólogos o nutricionistas. Cuando comemos y tomamos bebidas embriagantes, las que sean y en la medida que sea –las bebidas embriagantes producen efectos diferentes según las personas y grupos sociales–, cuando nos encontramos en situaciones de socialización tales como bodas, cumpleaños, bautizos, festejos populares, festejos religiosos, festejos familiares, festejos empresariales, cualquier tipo de fiesta, etc., nos comportamos de muy diversas maneras: bien, mal y regular, y esto según los más disímiles criterios socioculturales y gastronómicos. ¡Y aquí hay tantas sorpresas! Cuando comemos y tomamos aparecen los más variados sentimientos, emociones, sensaciones y reacciones. El momento ideal para comprobar la carga de cortesía que portan los grupos sociales y las personas en particular es ese periodo durante el cual se come y se bebe, la alimentación, la mesa:

En la actualidad, la comida y la bebida son objeto de estudio de diversas disciplinas antropológicas o conexas y de otras especialidades, pero siempre ha habido testimonios sobre el tema, aun acerca de la gastronomía, tanto entre los historiadores y filósofos, como entre los poetas y escritores, así como entre los gourmets en general.

En Europa, por ejemplo, durante el siglo XIX se produjo una abundante bibliografía que da fe del interés en este tema. A lo largo de la primera mitad del siglo XX, la literatura al respecto fue más escasa, debido, entre otras causas, a las dos guerras mundiales y a convulsiones económicas y sociopolíticas. No obstante, en varios países de Europa se le dio gran valor a la investigación de la alimentación popular tradicional y se procuró su documentación regional durante varias décadas; los resultados se plasmaron después en atlas regionales y nacionales, así como en publicaciones de diversa naturaleza sobre folklore y folklife –ciencia que se ocupa del estudio de la cultura popular, particularmente de sus manifestaciones materiales.

Hacia la mitad de los años cuarenta, entre las publicaciones de antropólogos, sociólogos y otros especialistas, sobre todo de Estados Unidos, fue posible encontrar ya un número considerable de investigaciones de los hábitos alimentarios, tanto entre sociedades no occidentales como entre grupos rurales y urbanos occidentales. Los antropólogos empezaron a tratar de delimitarlo como una especialidad por sí misma y a definir un enfoque distintivo. Estos estudios son de índole tanto teórica como descriptiva. Habría que mencionar, por ejemplo, los estudios relacionados con alimento y tipo de cultura, preferencia por algunos platillos, función de la comida en la cultura, magia y tabúes o prohibiciones alimentarias; y desde luego, otras investigaciones de orientación fisiológica, ecológica o individual.

A mediados de los años cincuenta, hizo su aparición en España lo que podría llamarse el auge de la literatura gastronómica. Libros especializados, historia, tratados, guías y recetarios suman cientos de publicaciones dedicadas al arte del buen comer y beber [...] (Ávila y otros, 1988: 5-8).

Hoy el mercado del libro está repleto de textos culinarios que tratan los más variados matices del tema, al nivel de México y del mundo entero, en cualquiera de los tres grandes ambientes: 1. ambientes públicos, 2. ambientes laborales o especializados y, 3. ambientes íntimos, incluyendo aquí el familiar y el de pareja. La comida familiar, por ejemplo, es un foro perfecto para obtener información extremadamente reveladora acerca de las personas, sus filiaciones, sus tradiciones, sus culturas, sus comportamientos generales y sus posibles caracteres (Dimitrius y Mazzarella, 1999: 237-238). En cualquiera de estos tres ambientes: público, laboral o íntimo, es muy importante ser un buen anfitrión. Las características que debe poseer un buen anfitrión pueden ser muchas (Carreño, 1968: 350- 358; Vargas, 2004: 274-276); pero todos sabemos que las principales características de un buen anfitrión deben ser la alegría, la naturalidad, la prudencia y la pulcritud en todos los sentidos, pero en especial en la mesa y los platos –comidas y bebidas– que se sirven, sean los que sean: tradicionales o populares o nacionales y foráneos o exóticos o internacionales. Con estas cuatro características del buen anfitrión: alegría, naturalidad, prudencia y pulcritud, se supone que ya llevamos ganada una gran parte de la difícil tarea de hacer que los invitados pasen una buena velada. Pero aclaramos aquí que los riesgos siempre existen, en especial debido a la variedad de los invitados y sus características sicológicas y sociológicas y a los modales en la mesa.

Si usted cree que en este mundo globalizado usted siempre pasará por ser el “perfecto anfitrión”, está en un error. En este mundo moderno y tan cambiante, tan lleno de modas y estilos, para un “supuesto perfecto anfitrión” siempre habrá un “supuesto perfecto invitado”. Justamente por esto, nunca baje la guardia en sus actividades festivas, en sus reuniones sociales, en sus invitaciones (Marchesi, 1997; Maestre, 2004). Nunca olvide que dentro de las características de un buen anfitrión está la “prudencia”, es decir la “virtud que hace prever y evitar las faltas y peligros”, entonces sea muy cuidadoso a la hora de seleccionar y mezclar o distribuir a sus invitados. Hace mucho tiempo ya que el preparar banquetes, la realización de reuniones para comer, es muy fácil. Si usted no conoce el arte de preparar estos tipos de eventos, pues sencillamente encárgueselos a los expertos o no los haga; pero peor aún es cuando sus invitados no tienen ni idea de estos tipos de eventos y cómo hay que conducirse en ellos –algo bastante común–, porque entonces la confusión y el ridículo están a la orden del evento y a la vista de los conocedores, que obviamente criticarán. Cuando no conocemos ciertos protocolos, entonces es mejor realizar una actividad sencilla, en donde los invitados se sientan bien, tranquilos, sosegados, que disfruten de la reunión y que no estén traumatizados –o traumados– debido a que no saben cuáles cubiertos, platos, copas y vasos usar para esto o aquello, o qué cosa comer o tomar primero y qué después. Ya en el 1856, el venezolano Manuel Antonio Carreño, escribía en su Manuel de Urbanidad y Buenas Maneras lo siguiente: “Los banquetes en la actualidad son más sencillos que hace veinte o treinta años. Ha desaparecido la mesa sobrecargada de platillos y viandas, diez o doce distintos, y los menús modernos resultan más ligeros y sencillos. Ya los invitados no caminan marchando hacia el comedor, y muchas de las costumbres ceremoniosas cayeron en desuso [...] es de muy mal gusto recargar la mesa con adornos excesivos, flores y otras cosas estorbosas [...] cuando se ponga el centro de la mesa, hay que recordar que los invitados deben verse las caras” (Carreño, 1968: 351-352), es decir, hoy las cosas pueden ser todavía mucho más sencillas, conservando el buen gusto. ¡Todo depende del anfitrión!

Otro tema importante en esta gran esfera de las invitaciones, las gastronomías y los protocolos, es cuando la invitación a una actividad, a una fiesta, a una comida, se convierte en la vía más rápida para ridiculizar a los anfitriones debido a que la “hospitalidad” se puede transformar en su “evidente bancarrota social y económica”. No gaste ni presuma lo que todos saben que no tiene: “En el verdadero sentido del vocablo, la hospitalidad se creó no para intentar dar lo que no tenemos, sino para compartir lo que tenemos. El mundo perdona al amante que canta a su novia con rosas y orquídeas imaginarias, cuando no puede proporcionarle sino nubes silvestres, pero condena al anfitrión que quiere presumir de vajilla de Sévres, de cubiertos de plata y vasos con filo de oro, cuando las condiciones en que vive no le permiten, sino ofrecer platos corrientes y vasos de vidrio vulgares”, en palabras de Carreño.

Piense dos veces antes de invitar a aquellas personas que realmente usted no desea que asistan a su actividad o festejo. Las negligencias protocolares se pagan a veces muy caro, en especial cuando los actos, las actividades, pertenecen a las esferas internacionales, gubernamentales, diplomáticas, de negocios, etc. ¿Recuerda usted el trascendental “Fidel, comes y te vas”? ¡Hasta una canción generó este altercado!, aparte de los conocidos distanciamientos entre los gobiernos de México y Cuba.

Todas estas reflexiones acerca del comer y el beber también condicionaron los actos gastronómicos a través de los protocolos, de las normas, de las etiquetas. En este sentido, recordemos que, al parecer, México presenta las más interesantes muestras de desarrollo sociogastronómico, además de las primeras muestras sociolingüísticas referidas a la escritura en América. Fue en este país, México, específicamente en el grupo olmeca, en donde aparece por primera vez en América un instrumento para comer, en este caso una cuchara, que data del 800 a.J.C., que se exhibe en el Museo Soumaya del D. F. Ampliando el tema del desarrollo sociocultural del área, recordemos que también fueron los olmecas los primeros en escribir en América. Sus inscripciones datan aproximadamente del 600 a.J.C.

La historia y trascendencia mundial de la gastronomía, de las comidas y las bebidas, no se puede hacer sin destacar el primerísimo lugar, en general, de la comida mexicana y de sus protocolos (Ávila y otros, 1988; Verti, 1993). Alfonso Reyes decía que la línea más dinámica de una cultura es la cocina, y México se encuentra entre las tres gastronomías más importantes de todo el mundo, al lado de la francesa y la china [...]


== Referencias ==
== Referencias ==

Revisión del 14:00 8 jun 2009

Es la comunicacion que usan únicamente los mimos y los sordos tambien los animales con la excrecion diaria autentifican esta clase de comunicacion.

Introducción

La comunicación no verbal (CNV) surge con los inicios de la especie humana antes de la evolución del lenguaje propiamente dicho. Los animales también muestran ciertos tipos de comunicación no verbal. Es importante no confundir la "comunicación no verbal" con la "comunicación oral" ya que existen formas de comunicación "verbal" (es decir, con estructura lingüística o sintáctica) no orales, como por ejemplo la comunicación escrita y las lenguas de señas. E igualmente existe comunicación no verbal que puede ser producida oralmente, como los gruñidos o sonidos de desaprobación. En los seres humanos, la CNV es frecuentemente paralingüística, es decir acompaña a la información verbal matizándola, ampliándola o mandando señales contradictorias. Por eso la CNV es importante en la medida que:

«Cuando hablamos (o escuchamos), nuestra atención se centra en las palabras más que en el lenguaje corporal. Aunque nuestro juicio incluye ambas cosas. Una audiencia está procesando simultáneamente el aspecto verbal y el no-verbal. Los movimientos del cuerpo no son generalmente positivos o negativos en sí mismos, más bien, la situación y el mensaje determinarán su evaluación»
Givens, 2000, p.4

Historia

La comunicación no verbal ha recibido menor atención y estudio científico que la verbal, ya que consiste en un modo de transmisión de información menos estructurado y de más difícil interpretación. Antes de 1950 muy pocos trabajos fueron publicados que profundizaran en aspectos de la comunicación no verbal ya que esta no se consideraba un objeto digno de interés científico.

Antes del estudio científico de la comunicación no verbal el lenguaje no verbal no había pasado del señalamiento más o menos extenso de anécdotas y observaciones curiosas, como es el caso de algunos señalamientos presentes en la obra de Charles Darwin The Emotions in Man and Animals, escrita en 1872. Darwin sugirió la posibilidad de que los humanos en todos los contextos culturales, tienen elementos de expresión que les son comunes. Además Charles Darwin destacó la importancia de la comunicación y de la expresión en la supervivencia biológica. También D. Efron con su obra Gesture and Environment en 1941 estableció la importancia del papel de la cultura en la formación de muchos de nuestros gestos.

En la década de 1950 comenzó un despegue de la investigación en todas las áreas de comunicación humana. En lo concerniente al área no verbal se destacan tres hechos significativos:

  • El antropólogo Ray Birdwhistell escribió Introduction to Kinesics (1952).
  • El psiquiatra Jürgen Ruesch y el fotógrafo Weldon Kees publican el primer libro que utilizó el término no verbal, Nonverbal Communication (1956). Esta obra ofreció una visión del tema acompañada de una amplia documentación gráfica.
  • Otro antropólogo, Edward Hall, publicó The Silent Language (1959) tras varios años de investigar el uso del espacio por los seres humanos: Proxémica. Un estudio más detallado sobre este tema apareció más tarde The Hidden Dimension (1966).

Durante las siguientes dos décadas (del 1960 al 1980) se llevaron a cabo investigaciones sistemáticas en distintas áreas del comportamiento no verbal. Algunos estudios se dedicaron con gran interés a la combinación de las distintas partes del cuerpo para lograr ciertas metas comunicativas. En varios países hay una amplia bibliografía sobre el lenguaje corporal con propósito comunicativo.

Archivo:Ejemplo alfabeto semáforo.jpg
letra A en el alfabeto del semáforo

Tipos de comunicación no verbal

Estudios recientes han puesto de relieve también la existencia de toda una gama de formas de comunicación animal interesantes, por ejemplo, las abejas, los silbidos de los pájaros y los delfines y las ballenas. De todas maneras, desde la semiótica, por ejemplo, la comunicación animal no existe como tal, pues sólo hay comunicación entre los seres humanos, debido a la capacidad de decisión e interpretación que hay en ellos. En los animales más bien hay conducta instintiva, por tanto, este comportamiento no podría llamarse comunicación, cuyo sentido finalmente se produce fruto de la reflexión de los seres humanos sobre sus propias maneras de significar.

Típicamente las formas no verbales de comunicación entre los seres vivos incluyen, luces, imágenes, sonidos, gestos, colores y entre los humanos los sistemas simbólicos como además las señales, las banderas (sistemas simbólicos) y otros medios técnicos visuales. Estos sistemas simbólicos son creados por los hombres para comunicarse y para ello deben ponerse de acuerdo acerca del significado que van a atribuirle a cada señal.

Lenguaje gestual y corporal

En nuestra vida cotidiana, constantemente estamos enviando mensajes no verbales a otras personas (muecas, señalamos con el dedo), que pueden ser mucho más importantes de lo que nosotros creemos. La comunicación corporal, antes que lenguaje en términos evolutivos, es una parte esencial del sistema de comunicación, y el vehículo para muchas transacciones humanas fundamentales que el discurso solo no puede comunicar. El lenguaje del cuerpo es una esfera que muchas personas han utilizado para establecer en cada momento unas pautas de actuación o una línea a seguir en determinados escenarios, sean cotidianos, laborales o sociales.

La progresión de conductas y un entrenamiento adecuado pueden conseguir que nos sintamos mucho más seguros de nosotros mismos ante situaciones para las que hemos sido entrenados, e incluso generar mecanismos de naturaleza no verbal en momentos imprevistos que comuniquen a nuestros interlocutores aquello que queremos transmitirles.

“El éxito en la comunicación depende del funcionamiento correcto y adecuado de todos los componentes del sistema de comunicación (…) Partimos de la convicción de que hacerse entender por un número pequeño o elevado de personas, es un arte que puede aprenderse. En la medida en que se conocen y se ponen en práctica una serie de recursos por parte del emisor, en este caso el monitor, se favorecerá la transmisión del mensaje y su correcta asimilación por parte de los receptores”.

Tipos de comportamientos no verbales universales en el ser humano tienen paralelo evolutivo en otras especies animales: Las posturas de dominio y sumisión en encuentros cara a cara entre seres humanos son similares a exhibiciones rituales de agresión y apaciguamiento que establecen y mantienen jerarquías entre otros primates. La comunicación es algo que ocurre entre la gente. Cuando las personas actúan en situaciones sociales, no son unidades autosuficientes y aisladas, sino que están inextricablemente comprometidos con los demás.

Además todas las culturas pueden dar gran importancia al lenguaje no verbal.

Lenguaje visual

El lenguaje visual comprende tanto las señas o indicios simples, como códigos semióticos complejos. Gracias a señas, gestos y miradas las personas son capaces de transmitir a un emisor mensajes que permiten conocer al receptor lo que significan sin ponerse de acuerdo. En este caso la interpretación de lo que dichas señales pueden significar es altamente dependiente del contexto lingüístico y por tanto en esencia dependen de las máximas de Grice.

Por el contrario los códigos más complejos sólo pueden ser aprendidos y el significado no se determina por reglas exclusivamente pragmáticas, sino que requiere el análisis de una dimensión sintagmática y una dimensión paradigmática (como otros códigos semióticos complejos). Un ejemplo de esto último es el análisis de los complementos de vestir, con el que Roland Barthes ilustra el análisis mediante las dimensiones sintagmática y paradigmática.[1]​ De acuerdo con este análisis, los elementos paradigmáticos son elementos que no pueden ser colocados en la misma parte del cuerpo, mientras que la dimensión sintagmática es la combinación particular o yuxtaposición de elementos que pueden ser llevados al mismo tiempo. Las señales de tráfico son otro ejemplo de lenguaje visual en el que se combinan forma, color y simbología dibujada. Estos tres factores juntos configuran la sintagmática y las posibibles formas, los posibles colores y la posible simbología dibujada constituyen los tres paradigmas sintagmáticamente combinados.

Paralenguaje

El paralenguaje se refiere a todo tipo de señales coocurrentes con una emisión propiamente lingüística que transmiten información adicional, matizan, reafirman o incluso pueden llegar a contradecir el sentido comunicativo de dicha emisión lingüística. La existencia de paralenguaje parece un hecho universal de la comunicación humana cotidiana, aunque las formas específicas que toma la gestualidad o las señales concretas son altamente culturales. Por otra parte el paralenguaje en general admite gradualidad, y no es analizable a diferencia de los mensajes propiamente lingüísticos en unidades discretas combinables.

Comunicación verbal y no verbal

La diferencia entre comuncicación verbal y no verbal no se reduce únicamente a la diferencia entre acciones y discurso. Mas que una distinción basada en el canal involucrado sería mejor referirse al código que se emplea en la comunicación. Un esquema de distinción sugerido depende del grado de sutileza con que se utilice el código definido, según estén presentes o ausentes determinadas reglas de decodificación. Tendremos que aceptar que no podemos ser precisos acerca de los límites entre comunicación verbal y comunicación no verbal. Las características más generales de la comunicación no verbal son su no discrecionalidad y que además es no tiene un orden secuencial o lineal. En una forma discrecional de comunicación no existe semejanza entre los elementos del código y los significados subyacentes. La forma analógica conserva dos significados: el del emisor y el de receptor; y la comunicación es posible en la medida en que ambos coincidan.

Aparatos y sentidos de la comunicación no verbal

La comunicación no verbal puede estudiarse subdividiéndola en canales, destacando la naturaleza de la comunicación como interrelación entre los participantes. Los canales relevantes son:

1. Para el emisor

  • Cara: ceño, sonrisa, mueca.
  • Ojos: dirección mirada, alteraciones pupila.
  • Cuerpo: postura, posición brazos y piernas, distanciamiento.
  • Voz: tono, ritmo.

2. Para el Receptor

  • Vista: Percibimos la forma, color, tamaño de las cosas.
  • Oído: Captamos los sonidos y distinguimos si son fuertes, débiles, agudos o graves.
  • Olor: Apreciamos los olores y los distinguimos unos de otros.
  • Tacto: Notamos el frío, calor, suavidad o aspereza de las cosas.

Los esquemas de clasificación que se utilizan para el estudio de esta comunicación se refieren a características estructurales, a la descripción física del comportamiento. Uno de estos es el que estudia un solo canal, Técnica de Puntuación de Emoción Facial (TPEF), que está siendo sustituido por un sistema más complejo y completo denominado Sistema de Codificación de Acción Facial (SCAF), que estudia cualquier movimiento facial que pueda ser identificado visualmente. El nuevo sistema facilitará el estudio del movimiento facial en investigaciones no relacionadas con la emoción. Otros sistemas se refieren a la función. Una clasificación funcional hace presunciones acerca del significado de diversos comportamientos, generalmente desde el punto de vista del observador. Eckman y Friesan desarrollan un esquema de cinco categorías:

a) Emblemas: movimientos y sustitutorios de las palabras.

b) Ilustrativos: movimientos que acompañan un discurso y que lo subrayan, modifican o puntúan.

c) Reguladores: movimientos que mantienen o señalan un cambio en los roles de habla y escucha.

d) Adaptativos: movimientos ligados a la necesidad individual o al estado emocional.

e) Exhibidores de afecto: las expresiones faciales vinculadas a la emoción.

La mayor parte del comportamiento no verbal está codificado de forma distinta del lenguaje escrito o verbal. Por lo tanto, utilizar un sistema orientado al lenguaje para comprender toda la comunicación equivale a distorsionar los elementos cruciales de naturaleza no lingüística. No cabe duda de la importancia de lo no verbal en la totalidad del proceso de comunicación.

Aspectos psicológicos

Diversos psicólogos y psiquiatras han demostrado que la forma de moverse de una persona muestra correlaciones sobre sus emociones y sus reacciones hacia la gente que lo rodea.[2]​ Algunas personas, cuando se enteran que la comunicación no verbal es una vía de comunicación, toman conciencia de sí mismas y esto se convierte en un problema. Piénsese que puede significar para una persona consciente, la importancia de la comunicación no verbal para dar señales de sus sentimientos, cuando habla con un psicólogo al que atribuye una especial capacidad lectora de esas señales.

Uno puede enfrentarse ante la comunicación no verbal, al menos de tres formas:

  • Uno puede intentar inhibir cada uno de la comunicación no verbal que, de acuerdo a su conocimiento o creencia, significan algo en la interacción que no quiere que se note o sepa. Este comportamiento supondría iniciar cada interacción con mucha tensión, o de una forma poco expresiva.
  • Uno también puede sentirse liberado al reconocer cómo deja traslucir sus emociones, darse cuenta de que la gente conoce acerca de uno intuitivamente, mucho más de lo que uno mismo es capaz de decir en palabras acerca de cómo se siente.
  • Y por último, uno puede sentirse simplemente despreocupado, al tomar conciencia de que es inevitable comunicar algo, que ese algo se capta sobre todo, intuitivamente, y que en realidad nadie mantiene una interacción pendiente de fijarse en cada comportamiento no verbal y analizar su significado, a no ser que sea un movimiento realmente inusitado.

El análisis de la comunicación no verbal requiere al menos tener en cuenta tres criterios básicos:

  1. Cada comportamiento no verbal está ineludiblemente asociado al conjunto de la comunicación de la persona. Incluso un solo gesto es interpretado en su conjunto, no como algo aislado por los miembros de la interacción. Si es un gesto único asume su significado en cuanto gesto y en un cuanto que no hay más gestos.
  2. La interpretación de los movimientos no verbales se debe hacer en cuanto a su congruencia con la comunicación verbal. Normalmente la intención emocional se deja traslucir por los movimientos no verbales, e intuitivamente somos capaces de sentir la incongruencia entre estos y lo que verbalmente se nos dice. La comunicación no verbal necesita ser congruente con la comunicación verbal y viceversa, para que la comunicación total resulte comprensible y sincera.
  3. El último criterio de interpretación del sentido de la comunicación no verbal, es la necesidad de situar cada comportamiento no verbal en su contexto comunicacional.

Regla de Mehrabian

Según el psicólogo Albert Mehrabian, actualmente profesor emérito en UCLA, llevó a cabo experimentos sobre actitudes y sentimientos y encontró que en ciertas situaciones en que la comunicación verbal es altamente ambigua, solo el 7% de la información se atribuye a las palabras, mientras que el 38% se atribuye a la voz (entonación, proyección, resonancia, tono, etc) y el 55% al Lenguaje Corporal (gestos, posturas, movimiento de los ojos, respiración. etc)[1].

El trabajo de Mehrabian ha sido malinterpretado frecuentemente al punto que la "regla 7%-38%-55%" ha llevado a afirmar a algunas personas que en cualquier situación comunicativa, el significado del mensaje se transmite fundamentalmente de manera no verbal, no mediante el significado de las palabras. Esto es claramente exagerado y se debe a una generalización indebida de las condiciones específicas de los experimentos de Mehrabian. El propio Albert Mehrabian aclara en su página web que:[3]

Total Liking = 7% Verbal Liking + 38% Vocal Liking + 55% Facial Liking: Please note that this and other equations regarding relative importance of verbal and nonverbal messages were derived from experiments dealing with communications of feelings and attitudes (i.e., like-dislike). Unless a communicator is talking about their feelings or attitudes, these equations are not applicable. Also see references 286 and 305 in Silent Messages -- these are the original sources of my findings.

Véase también

Referencias

  1. R. Barthes, (1967): Elements of Semiology, Jonathan Cape, Londres, pp. 26-27.
  2. Revista Science del 16/2/2004
  3. "Silent Messages" - Description and Ordering Information
  • Givens, D.B. (2000) Body speak: what are you saying? Successful Meetings (October) 51.