Diferencia entre revisiones de «Alimento transgénico»

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Recientemente en [[Alemania]] fue prohibido el maíz transgénico [[MON 810]] de [[Monsanto]] al comprobarse tras varios estudios,{{cita requerida}} que produce una sustancia tóxica para el medio ambiente y que podría resultar perjudicial para el consumo humano y animal.<ref>[http://telesurtv.net/noticias/secciones/nota/49134-NN/alemania-ratifica-prohibicion-de-maiz-transgenico-por-toxico/ Alemania ratifica prohibición de maíz transgénico por tóxico.] [[Telesur]].</ref>
Recientemente en [[Alemania]] fue prohibido el maíz transgénico [[MON 810]] de [[Monsanto]] al comprobarse tras varios estudios,{{cita requerida}} que produce una sustancia tóxica para el medio ambiente y que podría resultar perjudicial para el consumo humano y animal.<ref>[http://telesurtv.net/noticias/secciones/nota/49134-NN/alemania-ratifica-prohibicion-de-maiz-transgenico-por-toxico/ Alemania ratifica prohibición de maíz transgénico por tóxico.] [[Telesur]].</ref>

LA OPINIÓN PÚBLICA SOBRE PRODUCTOS TRANSGÉNICOS


INTRODUCCIÓN. DEFINICIÓN DE PRODUCTOS TRANSGÉNICOS

Para comenzar esta investigación sobre la opinión pública que tiene la sociedad sobre los productos transgénicos es necesario, inicialmente, definir en qué consisten estos tipos de alimentos. Aunque la mayoría de la población ha oído hablar sobre los transgénicos, la sociedad sigue estando desinformada, al margen de los estudiantes de ciencias como la biología, los agrónomos o farmacéuticos, que por sus intereses estudiantiles están más cerca de conocer de primera mano todos los aspectos relativos a estos productos.

Los productos transgénicos son aquellos alimentos que han sido modificados genéticamente para obtener un mejor resultado en las producciones (generalmente agrícolas). Esta práctica consiste en introducir algún gen (normalmente, únicamente uno) en el producto que se desee tratar. Los alimentos transgénicos más comunes que se encuentran comercializados y, por lo tanto, consumidos por la población son el maíz y la soja.

No obstante, no sólo se puede hablar de alimentos a la hora de tratar los productos transgénicos, sino que también existen animales y fermentados que se encuentran en estudio para que, en un futuro, también se pueda llevar a la práctica. El problema en el campo animal reside en que la modificación genética animal acarrea con problemas éticos y morales en cuanto a la investigación. De ahí, que los estudios transgénicos en los animales vayan con una mayor lentitud que con el resto de los productos.

El estudio de la opinión pública acerca de estos productos es importante e interesante en el sentido en que son productos consumidos por los propios ciudadanos. Es una innovación tecnológica que afecta directamente a la población y que, como se anunciaba al comienzo del trabajo, las personas no están informadas del todo sobre el desarrollo de esta nueva tecnología. Dicha desinformación puede estar provocada por la falta de interés de la población, ya que muchos de los términos utilizados resultan totalmente desconocidos; o, porque tampoco se ha hecho un esfuerzo real por parte de los investigadores para que la población esté al corriente de las innovaciones alimenticias. No obstante, se puede decir que existen dos corrientes de opinión acerca de dichos productos transgénicos. Por un lado, los que están a favor de la innovación tecnológica, y que defienden que con la investigación, estudio y desarrollo de esta ciencia se pueden modificar mejorando las condiciones de los alimentos. Por otro, los defensores del consumo de los productos naturales y que, para reforzar su postura, aseguran que la manipulación de los alimentos pueden acarrear efectos secundarios y dañar la salud de las personas. Es importante, por último, el estudio de la opinión pública acerca del consumo de estos productos ya que en la mayoría de los casos, aunque las personas se posicionen de un lado o de otro, realmente no saben qué es lo que están consumiendo. O peor aún, en algunas ocasiones, en los envases de los productos transgénicos no aparece la etiqueta que los identifica como tales y eso es algo preocupante ya que las personas tienen derecho a saber lo que consumen.


OPINIÓN A FAVOR DE LOS PRODUCTOS TRANSGÉNICOS.

Los defensores de esta corriente, de la utilización de la ciencia para la obtención de unos productos de mayor calidad, según éstos, afirman que desde la existencia del hombre se ha investigado en la modificación genética de manera natural para conseguir cosechas de mejor calidad. Además, aseguran que la modificación genética de los productos no está lejos de las modificaciones tradicionales, basadas en la utilización de microorganismos y enzimas para la obtención de numerosos productos. La nueva ingeniería genética permite que a la vez que se está modificando los productos, éstos se aíslen y se estudien de manera controlada, pasando por numerosos controles de salud.

Hay muchos motivos por los cuales se está llevando a cabo esta práctica. No obstante, estos motivos los defienden aquellas personas, sobre todo científicos, que están a favor de la modificación genética de los alimentos. De esto, se deduce que hay un sector de la población en contra y que, más adelante, veremos los motivos de su postura. Ahora, comenzamos con los beneficios que los productos transgénicos aportan a nuestra sociedad, suelen ser beneficios indirectos. El beneficio directo más visible y más defendido por los que adoptan la postura de a favor de estos productos es el ideal de terminar con el hambre mundial, problema que acecha y se está agravando con gran rapidez en el mundo desde el imparable desarrollo de la globalización. Los demás beneficios de estos productos son los siguientes:

• Que los productos puedan aguantar en buen estado durante más tiempo. Esto supone que, comercialmente hablando, los productos puedan ser vendidos durante más días, y por tanto, los beneficios económicos de las empresas que los vendan irán en aumento.
• Que resistan a las condiciones medioambientales cuando éstas se presenten perjudiciales a los productos naturales. Temporadas de heladas, de sequías o cuando las condiciones del suelo sean salinas.
• Para que los productos resistan a los herbicidas. Los herbicidas se suministran a los productos naturales para que no se afecten con plagas, normalmente de insectos, y la cosecha sea fructífera. En algunos casos, el uso de estos herbicidas para prevenir supone que los productos se obtengan en mal estado. Por ello, los productos transgénicos están preparados para que el uso de los herbicidas no afecte en su desarrollo.
• Para que resistan a plagas de insectos. Al igual que con los herbicidas, los productos tratados genéticamente están preparados para que las plagas no afecten en su desarrollo y así, no perder beneficios económicos asegurando una buena cosecha.
• Aumentar el valor nutricional de los alimentos.

En cuanto a salud, esta corriente a favor de los productos transgénicos, afirman que este tipo de alimentos no son peligrosos y no generan efectos secundarios (pensamiento que ha tenido la mayoría de la población con estas innovaciones). Todos los alimentos modificados genéticamente, antes de su comercialización han tenido que superar rigurosos controles de sanidad para no poner en peligro la salud de los ciudadanos. La Comunidad Europea (CE) es la que lleva a cabo estos controles minuciosos, que afirman que no contienen ninguna sustancia tóxica o alérgica.


OPINIÓN EN CONTRA DEL CONSUMO DE PRODUCTOS TRANSGÉNICOS.

Existe una opinión totalmente contraria a la que se acaba de explicar anteriormente. Pero no sólo contraria, sino que además echa por tierra muchas de las afirmaciones que dan los defensores del consumo de los productos transgénicos. Entre sus motivos y explicaciones para movilizar la opinión pública hacia su terreno están:

• Que los productos transgénicos no son más, baratos, ni más sanos, ni es la solución al problema del hambre mundial. Esta afirmación se basa en que la producción de estos alimentos aumentan las ganancias de las empresas transnacionales de los herbicidas.
• El cultivo de alimentos manipulados genéticamente obliga al agricultor a utilizar un tipo de herbicida específico, por lo que los beneficios de la empresa del herbicida en concreto aumentarían considerablemente.
• El cultivo de estos productos a gran escala puede producir unos problemas a largo plazo irreversibles. Esta práctica tecnológica acabará con la extinción de muchas de las especies de los productos en concreto que se lleven a la práctica. Además, de acabar con especies alimenticias, el uso de estos espermicidas, puede acabar también con algunos insectos. En resumen, son perjudiciales para el ecosistema.
• Los riesgos del consumo de estos productos que pueden provocar a las personas no han sido evaluados suficientemente. Esta corriente asegura que los humanos están siendo como conejillos de indias para este experimento.

La mayoría de los opositores a esta tendencia de consumo tienen que ver con grupos ecologistas, defensores de los productos naturales. El más conocido por todos es el grupo ecologista Greenpeace, que desde que comenzaron los estudios, las investigaciones y el desarrollo de estos productos están llevando a cabo campañas publicitarias para concienciar a la población de los elementos perjudiciales en el consumo de este tipo de alimentos. Estos grupos ecologistas están llevando a cabo una intención de movilizar la opinión pública para que se posicionen en contra de los nuevos avances alimenticios.

Según esta corriente de opinión, los productos manipulados genéticamente pueden provocar unos efectos a los ciudadanos que los consuman que no están todavía probados, es decir, que a pesar de que los científicos afirmen que pasan rigurosos controles de calidad, para los grupos ecologistas todavía no son suficientes. Desde esta postura, estos productos pueden resultar extremadamente peligrosos y que, aunque en un principio se obtengan beneficios económicos, a largo plazo puede perjudicar la salud de las personas y pueden surgir problemas anímicos.




ETIQUETADO DE PRODUCTOS TRANSGÉNICOS.

El etiquetado de los alimentos transgénicos es uno de lo elementos más importantes de este proceso. Es el momento en el que el público decide, el instante en que se demuestra si las razones de una corriente o la otra ha conseguido lo que perseguía. No obstante, en muchas ocasiones la población no tiene a su alcance la información necesaria para saber si el producto que consume ha sido manipulado genéticamente. El etiquetado es el punto de conexión práctico entre los productos transgénicos y el público consumidor. La normativa actual sobre el etiquetado de alimentos transgénicos es la siguiente, en palabras textuales:

“Sólo es obligatorio el etiquetado específico, indicando que puede contener organismos modificados genéticamente (OMGs), cuando pueda ser detectado en el alimento el ADN modificado por la manipulación genética o las proteínas procedentes de este ADN modificado.
Queda excluido de la obligatoriedad en el etiquetaje todos aquellos alimentos donde no pueda encontrarse el ADN y/o las proteínas extrañas, aunque utilicen en su composición componentes provenientes de OMGs como lecitinas, y aceites y grasas vegetales.
Quedan expresamente excluidos del etiquetado obligatorio los componentes de alimentos, aunque estos procedan de OMGs, que sean clasificados en la industria alimentaria como aditivos de alimentos, saborizantes de alimentos y disolventes utilizados en la industria del procesado de alimentos.”

En la práctica es muy difícil encontrar un alimento con el etiquetado que le corresponda, o si lo tiene, no se encuentra en una zona del envase visible.


CONCLUSIONES

La opinión pública que se tiene sobre los productos transgénicos es difícil de definir. Es un tema complicado para la sociedad, la tecnología, los avances genéticos, en general, la ciencia es un campo que en la mayoría de las ocasiones sólo interesan a los que se dedican a ella. Por este motivo, por la falta de conocimientos acerca de dichos avances tecnológicos es más común que la población desconfíe acerca de ellos.

Es cierto, que tanto los defensores del consumo de alimentos manipulados, normalmente científicos, como los grupos ecologistas en contra del cultivo, producción y consumo de dichos alimentos, han llevado a cabo campañas para la movilización de la opinión pública hacia su terreno. Que la mayoría de la población se decante por el consumo de productos naturales es lógico ya que desde un primer momento a los innovadores en esta ciencia se les pueden ver sus intereses económicos. En cambio, los ecologistas a priori, no tienen ningún interés oculto más allá de ser defensores de la naturaleza.

Por este motivo, es normal que la opinión en este asunto esté tan divida. Estudiantes de ciencias y científicos tecnológicos contra grupos ecologistas que buscan su apoyo en la sociedad un poco desorientada.

Los medios de comunicación también han jugado un papel fundamental en la formación de la opinión pública en este aspecto. En realidad, los medios siempre son importantes a la hora de hablar sobre opinión pública, posicionándose, la mayoría de las veces, en una postura concreta.

Buscando noticias sobre los productos transgénicos se puede observar cómo en este caso la mayoría de las noticias se posicionan a favor del consumo de productos naturales, aunque no lo hagan directamente, pero sí exponen todos los aspectos negativos que se conocen sobre la manipulación de los alimentos. En las siguientes páginas, se mostraran noticias obtenidas desde la página Web www.informador.com.mx sobre productos transgénicos.








== Véase también ==
== Véase también ==

Revisión del 09:31 22 jun 2009

Áreas con cultivos de GMO en 2005
     Los cinco países que producen más del 95% de GMO Leyenda pattern orange:Otros países con GMOs comercializados Puntos naranja: sólo cultivos experimentales.

Los alimentos sometidos a ingeniería genética o alimentos transgénicos son aquellos que fueron producidos a partir de un organismo modificado genéticamente mediante ingeniería genética. Dicho de otra forma, es aquel alimento obtenido de un organismo al cual le han incorporado genes de otro para producir una característica deseada. En la actualidad tienen mayor presencia alimentos procedentes de plantas transgénicas como el maíz,la cebada o la soja.

La ingeniería genética o tecnología del ADN recombinante es la ciencia que manipula secuencias de ADN (que normalmente codifican genes) de forma directa, posibilitando su extracción de un taxón biológico dado y su inclusión en otro, así como la modificación o eliminación de estos genes. En esto se diferencia de la mejora clásica, que es la ciencia que introduce fragmentos de ADN (contiendo como en el caso anterior genes) de forma indirecta, mediante cruzamientos dirigidos.[1]​ La primera estrategia, la de la ingeniería genética, se circunscribe en la disciplina denominada biotecnología vegetal. Cabe destacar que la inserción de grupos de genes mediante obtención de híbridos (incluso de especies distintas) y otros procesos pueden realizarse mediante técnicas de biotecnología vegetal que no son consideradas ingeniería genética, como puede ser la fusión de protoplastos.[2]

La mejora de las especies que serán usadas como alimento ha sido un motivo común en la historia de la Humanidad. Entre el 12.000 y 4.000 a. de C. ya se realizaba una mejora por selección artificial de plantas. Tras el descubrimiento de la reproducción sexual en vegetales, se realizó el primer cruzamiento intergenérico (es decir, entre especies de generos distintos) en 1876. En 1909 se efectuó la primera fusión de protoplastos, y en 1927 se obtuvieron mutantes de mayor productividad mediante irradiación con rayos X de semillas. Finalmente, en 1983 se produjo la primera planta transgénica y en 1994 se aprobó la comercialización del primer alimento modificado genéticamente.[3]

En el año 2007, los cultivos de transgénicos se extienden en 114,3 millones de hectáreas de 23 países, de los cuales 12 son países en vías de desarrollo.[4]​ En el año 2006 en Estados Unidos el 89% de plantaciones de soja lo eran de variedades transgénicas, así como el 83% del algodón y el 61% del maíz.[5]

Beneficios

Ciruela transgénica.

Los caracteres introducidos mediante ingeniería genética en especies destinadas a la producción de alimentos buscan el incremento de la productividad (por ejemplo, mediante una resistencia mejorada a las plagas) así como la introducción de características de calidad nuevas. Debido al mayor desarrollo de la manipulación genética en especies vegetales, todos los alimentos transgénicos corresponden a derivados de plantas. Por ejemplo, un carácter empleado con asiduidad es la resistencia a herbicidas, puesto que de este modo es posible emplearlos afectando sólo a la flora ajena al cultivo. Cabe destacar que el empleo de variedades modificadas y resistentes a herbicidas ha disminuido la contaminación debido a estos productos en acuíferos y suelo.[6]

Las plagas de insectos son uno de los elementos más devastadores en agricultura.[7]​ Por esta razón, la introducción de genes que provocan el desarrollo de resistentes a uno o varios órdenes de insectos ha sido un elemento común a muchas de las variedades patentadas. Las ventajas de este método suponen un menor uso de insecticidas en los campos sembrados con estas variedades,[8]​ lo que redunda en un menor impacto en el ecosistema que alberga al cultivo y por la salud de los trabajadores que manipulan los fitosanitarios.[9]

Polémica

Protesta de organizaciones agrarias españolas en contra de los transgénicos en la agricultura ecológica (Puerta del Sol de Madrid, 30 de agosto de 2008).

En varios países del mundo han surgido grupos opuestos a los organismos genéticamente modificados, formados principalmente por ecologistas, asociaciones de derechos del consumidor, algunos científicos y políticos, los cuales exigen el etiquetaje de estos, por sus preocupaciones sobre seguridad alimentaria, impactos ambientales, cambios culturales y dependencias económicas. Llaman a evitar este tipo de alimentos, cuya producción involucraría daños a la salud, ambientales, económicos, sociales y problemas legales y éticos por concepto de patentes.[10][11][12]​ De este modo, surge la polémica derivada entre sopesar las ventajas e inconvenientes del proceso. Es decir: el impacto beneficioso en cuanto a economía,[8]​ estado medioambiental del ecosistema aledaño al cultivo[6]​ y en la salud del agricultor ha sido descrito,[9]​ pero las dudas respecto a la posible aparición de alergias,[13]​ cambios en el perfil nutricional, dilución del acervo genético y difusión de resistencias a antibióticos también.

Transferencia horizontal

Se ha postulado el papel de los alimentos transgénicos en la difusión de la resistencia a antibióticos, pues la inserción de ADN foráneo en las variedades transgénicas puede hacerse (y en la mayoría de los casos se hace) mediante la inserción de marcadores de resistencia a antibióticos.[14]​ No obstante, se han desarrollado alternativas para no emplear este tipo de genes o para eliminarlos de forma limpia de la variedad final[15]​ y, desde 1998, la FDA exige que la industria genere este tipo de plantas sin marcadores en el producto final.[16]​ La preocupación por tanto es la posible transferencia horizontal de estos genes de resistencia a otras especies, como bacterias de la microbiota del suelo (rizosfera) o de la microbiota intestinal de mamíferos (como los humanos). Teóricamente, este proceso podría llevarse a cabo por transducción, conjugación y transformación, si bien esta última (mediada por ADN libre en el medio) parece el fenómeno más probable. Se ha postulado, por tanto, que el empleo de transgénicos podría dar lugar a la aparición de resistencias a bacterias patógenas de relevancia clínica.[17]

Sin embargo, existen multitud de elementos que limitan la transferencia de ADN del producto transgénico a otros organismos. El simple procesado de los alimentos durante previo al consumo degrada el ADN.[18][19]​ Además, en el caso particular de la transferencia de marcadores de resistencia a antibióticos, las bacterias del medio ambiente poseen enzimas de restricción que degradan el ADN que podría transformarlas (este es un mecanismo que emplean para mantener su estabilidad genética).[20]​ Más aún, en el caso de que el ADN pudiera introducirse sin haber sido degradado en los pasos de procesado de alimentos y durante la propia digestión, debería recombinarse de forma definitiva en su propio material genético, lo que, para un fragmento lineal de ADN procedente de una planta requiriría una homología de secuencia muy alta, o bien la formación de un replicón independiente.[3]​ No obstante, se ha citado la penetración de ADN intacto en el torrente sanguíneo de ratones que habían ingerido un tipo de ADN denominado M13 ADN que puede estar en las construcciones de transgénicas, e incluso su paso a través de la barrera placentaria a la descendencia.[21]​ En cuanto a la degradación gastrointestinal, se ha demostrado que el gen epsps de soja transgénica sigue intacto en el intestino.[22]​ Por tanto, puesto que se ha determinado la presencia de algunos tipos de ADN transgénico en el intestino de mamíferos, debe tenerse en cuenta la posibilidad de una integración en el genoma de la microbiota intestinal (es decir, de las bacterias que se encuentran en el intestino de forma natural sin ser patógenas), si bien este evento requeriría de la existencia de una secuencia muy parecida en el propio ADN de las bacterias expuestas al ADN foráneo.[3]​ La FDA estadounidense, autoridad competente en salud pública y alimentación, declaró que existe una posibilidad potencial de que esta transferencia tenga lugar a las células del epitelio gastrointestinal. Por tanto, ahora se exige la eliminación de marcadores de selección a antibióticos de las plantas transgénicas antes de su comercialización, lo que incrementa el coste de desarrollo pero elimina el riesgo de integración de ADN problemático.[16]

Ingestión de "ADN foráneo"

Archivo:Glowing tobacco plant.jpg
Planta de tabaco transgénica expresando la luciferasa de la luciérnaga Photinus pyralis, enzima que permite la emisión de fluorescencia.[23]

Un aspecto que origina polémica es el empleo de ADN de una especie distinta a la del organismo transgénico; por ejemplo, que en maíz se incorpore un gen propio de una bacteria del suelo, y que este maíz esté destinado al consumo humano. No obstante, la incorporación de ADN de organismos bacterianos e incluso de virus sucede de forma constante en cualquier proceso de alimentación. De hecho, los procesos de preparación de alimento suelen fragmentar las moléculas de ADN de tal forma que el producto ingerido carece ya de secuencias codificantes (es decir, con genes completos capaces de codificar información.[19]​ Más aún, debido a que el ADN ingerido es desde un punto de vista químico igual ya provenga de una especie u otra, la especie del que proviene no tiene ninguna influecia.[24]

La transformación de plántulas de cultivo in vitro suele realizarse con un cultivo de Agrobacterium tumefaciens en placas Petri con un medio de cultivo suplementado con antibióticos.

Esta preocupación se ha extendido en cuanto a los marcadores de resistencia a antibióticos que se cita en la sección anterior pero también respecto a la secuencia promotora de la transcripción que se sitúa en buena parte de las construcciones de ADN que se introducen en las plantas de interés alimentario, denominado promotor 35S y que procede del cauliflower mosaic virus (virus del mosaico de la coliflor). Puesto que este promotor produce expresión constitutiva (es decir, continua y en toda la planta) en varias especies, se sugirió su posible transferencia horizontal entre especies, así como su recombinación en plantas e incluso en virus, postulándose un posible papel en la generación de nuevas cepas virales.[25]​ No obstante, el propio genoma humano contiene en su secuencia multitud de repeticiones de ADN que proceden de retrovirus (un tipo de virus) y que, por definición, es ADN foráneo sin que haya resultado fatal en la evolución de la especie; estas repeticiones se calculan en unas 98.000[26]​ o, según otras fuentes, en 400.000.[27]​ Dado que, además, estas secuencias no tienen por qué ser adaptativas, es común que posean una tasa de mutación alta y que, en el transcurso de las generaciones, pierdan su función. Finalmente, puesto que el virus del mosaico de la coliflor está presente en el 10% de nabos y coliflores no transgénicos, el ser humano ha consumido su promotor desde hace años sin efectos deletéreos.[28]

Alergenicidad y toxicidad

Se ha discutido el posible efecto como alérgenos de los derivados de alimentos transformados genéticamente; incluso, se ha sugerido su toxicidad. El concepto subyacente en ambos casos difiere: en el primero, una sustancia inocua podría dar lugar a la aparición de reacciones alérgicas en algunos individuos susceptibles, mientras que en el segundo su efecto deletéreo sería generalizado. Un estudio de gran repercusión al respecto fue publicado por Exwen y Pustzai en 1999. En él se indicaba que el intestino de ratas alimentadas con patatas genéticamente modificadas (expreando una aglutinina de Galanthus nivalis, que es una lectina) resultaba dañado severamente.[29]​ No obstante, este estudio fue severamente criticado por varios investigadores por fallos en el diseño experimental y en el manejo de los datos. Por ejemplo, se incluyeron pocos animales en cada grupo experimental (lo que da lugar a una gran incertidumbre estadística), ni se analizó la composición química con precisión de las distintas variedades de patata empleadas, ni se incluyeron controles en los experimentos y finalmente, el análisis estadístico de los resultados era incorrecto.[30]​ Estas críticas fueron rápidas: la comunidad científica respondió el mismo año recalcando las falencias del artículo; además, también se censuró a los autores la búsqueda de celebridad y la publicidad en medios periodísticos.[30]

En cuanto a la evaluación toxicológica de los alimentos transgénicos, los resultados obtenidos por los científicos son contradictorios. Uno de los objetivos de estos trabajos es comprobar la pauta de función hepática, pues en este órgano se produce la detoxificación de sustancias en el organismo. Un estudio en ratón alimentado con soja resistente a glifosato encontró diferencias en la actividad celular de los hepatocitos, sugiriendo una modificación de la actividad metabólica al consumir transgénicos.[31]​ Estos estudios basados en ratones y soja fueron ratificados en cuanto a actividad pancreática[32]​ y testículo.[33]​ No obstante, otros científicos critican estos hallazgos debido a que no tuvieron en cuenta el método de cultivo, recolección y composición nutricional de la soja empleada; por ejemplo, la lína empleada era genéticamente bastante estable y fue cultivada en las mismas condiciones en el estudio de hepatocitos y páncreas, por lo que un elemento externo distinto al gen de resistencia a glifosato podría haber provocado su comportamiento al ser ingerido. Más aún, el contenido en isoflavonas de la variedad transgénica puede explicar parte de las modificaciones descritas en el intestino de la rata, y este elemento no se tuvo en cuenta puesto que ni se midió en el control ni en la variedad transgénica.[34]​ Otros estudios independientes directamente no encontraron efecto alguno en el desarrollo testicular de ratones alimentados con soja resistente a glifosato[35]​ o maíz Bt.[36]

Propiedad intelectual

Un argumento frecuentemente esgrimido en contra de los alimentos transgénicos es el relacionado con la gestión de los derechos de propiedad intelectual y/o patentes, que obligan al pago de regalías por parte del agricultur al mejorador. Además, se alude al uso de estrategias moleculares que impiden la reutilización de la semilla, es decir, el empleo de parte de la cosecha para cultivar en años sucesivos. Un ejemplo conocido de este último aspecto es la tecnología Terminator, englobado en las técnicas de restricción de uso (GURT), desarrollada por el Departamento de Agricultura de EE.UU. y la Delta and Pine Company en la década de 199s y que aún no ha sido incorporada a cultivares comerciales, y por supuesto no está autorizada su venta. La restricción patentada opera mediante la inhibición de la germinación de las semillas, por ejemplo.[37]​ Cabe destacar que el uso del vigor híbrido, una de las estrategias más frecuentes en mejora vegetal, en las variedades no tradicionales pero no transgénicas también imposibilita la reutilización de semillas. Este procedimiento se basa en el cruce de dos líneas puras que actúan como parentales, dando lugar a una progenie con un genotipo mixto que posee ventajas en cuanto a calidad y rendimiento. Debido a que la progenie es heterocigota para algunos genes, si se cruza consigo misma da lugar a una segunda generación muy variable por simple mendelismo, lo que resulta inadecuado para la producción agrícola.[14]

En cuanto a la posibilidad de patentar las plantas transgénicas, éstas pueden no someterse a una patente propiamente dicha, sino a unos derechos del obtentor, gestionados por la Unión Internacional para la Protección de Nuevas Variedades de Plantas. Brasil, España, Bolivia o Chile se encuentran en esa unión, siendo un total de 66 en diciembre de 2008 (entre los países no participantes destaca EE. UU.).[38]​ Para la UPOV en su revisión de 1991, la ingeniería genética es una herramienta de introducción de variación genética en las variedades vegetales.[39]​ Bajo esta perspectiva, las plantas transgénicas son protegidas de forma equivalente a la de las variedades generadas por procedimientos convencionales; este hecho necesariamente exige la posibilidad de emplear variedades protegidas para agricultura de subsistencia e investigación científica. La UPOV también se pronunció en 2003 sobre las tecnologías de restricción de uso como la Terminator mencionada anteriormente: de acuerdo a la existencia de un marco legal de protección de las nuevas variedades, se indica que la aplicación de estas tecnologías no es necesaria[40]

Impacto en los medios

Recientemente en Alemania fue prohibido el maíz transgénico MON 810 de Monsanto al comprobarse tras varios estudios,[cita requerida] que produce una sustancia tóxica para el medio ambiente y que podría resultar perjudicial para el consumo humano y animal.[41]

Véase también

las mormas deonvivencia

Referencias

  1. Watson, J, D.; Baker, T. A.; Bell, S. P.; Gann, A.; Levine, M. et Losick, R (2004). «Molecular Biology of the Gene». Benjamin Cummings (Fifth edition edición) (San Francisco). ISBN 0-321-22368-3. 
  2. Taiz, Lincoln; Zeiger, Eduardo (2006). Plant Physiology (4ª edición edición). Sunderland, USA: Sinauer Associates, Inc. ISBN 978-0-87893-856-8. 
  3. a b c Batista, R.; Oliveira, M.M. (2009), «Facts and fiction of genetically engineered food», Trends in Biotechnology, consultado el 6 de mayo de 2009 .
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  5. Adoption of Genetically Engineered Crops in the U.S. USDA ERS July 14, 2006
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  7. Agrios, G.N. (2005). «Plant Pathology». Elsevier Academic Press (5ta. ed. edición). ISBN 0-12-044564-6. 
  8. a b Morse, S.; Bennett, R.; Ismael, Y. (2004), «Why Bt cotton pays for small-scale producers in South Africa», Nature Biotechnology 22 (4): 379-380, consultado el 6 de mayo de 2009 .
  9. a b Pray, C.E.; Huang, J.; Hu, R.; Rozelle, S. (2002), «Five years of Bt cotton in China-the benefits continue», Plant Journal 31 (4): 423, consultado el 6 de mayo de 2009 .
  10. Aplicaciones de la Biotecnología a los Cultivos: Beneficios y Riesgos
  11. Monsanto demanda a campesinos de EU por uso de semillas transgénicas.La Jornada
  12. El futuro de la comida (Estados Unidos, 2006), en Google VideoSubtitulado en español
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  14. a b Griffiths, J .F. A. et al. (2002). «Genética». McGraw-Hill Interamericana. ISBN 84-486-0368-0. 
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