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== Gobernador de Salta ==
== Gobernador de Salta ==

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El [[1 de enero]] de [[1824]] fue nombrado gobernador de Salta. Su administración fue ordenada y eficiente, procurando establecer un gobierno liberal como el de [[Bernardino Rivadavia]] en Buenos Aires. Al año siguiente hizo una última campaña al Alto Perú, esperando luchar contra el último reducto realista en esas provincias; pero el general [[Pedro de Olañeta]] murió asesinado por sus propios soldados, y en definitiva no logró nada. Incluso fracasó en reincorporar a su provincia la región de [[Tarija]], que había sido parte de la misma.



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Juan Antonio Álvarez de Arenales (Villa de Reinoso, Castilla, o bien Salta, Argentina, 13 de junio de 1770 - Moraya, Bolivia, 4 de diciembre de 1831) fue un militar argentino, considerado también boliviano por su actividad en este pais, que luchó en las guerras por la independencia de varios países sudamericanos.

Luchas en el Alto Perú

Juan A. Alvarez de Arenales

Se cree que nació en España en la localidad denominada Villa de Reinoso, en Castilla, en 1770, aunque otros autores señalan que podría haber nacido en Salta.

En 1784 llegó con su familia a Buenos Aires, donde fue educado para seguir la carrera eclesiástica. Arenales optó por la carrera militar. Tras concluir sus estudios fue enviado al Alto Perú, donde formó parte de la Revolución de Chuquisaca del 25 de mayo de 1809.

Participó en la creación de la primera Junta que buscó emanciparse de las autoridades españolas. De esa manera, Arenales se convirtió en dirigente contra el gobierno colonial y Comandante de las milicias que organizó. Sofocada la insurrección por parte del realista Vicente Nieto, sus tropas se dispersaron y fue arrestado. Enviado preso a las casamatas del Callao, se escapó en fecha desconocida, llegando en secreto a Salta. Allí se casó y fue nombrado regidor del cabildo. Producida la invasión realista de 1812, fue arrestado por los realistas.

La noticia de la victoria de Tucumán permitió a algunos patriotas recuperar Salta por unos días, antes de que el derrotado general Pío Tristán llegara y ocupara la ciudad. Arenales huyó y se presentó al general Manuel Belgrano, que le reconoció el grado de coronel. Peleó en la batalla de Salta, el 20 de febrero de 1813, como jefe del estado mayor. Por su brillante desempeño, la Asamblea del Año XIII le concedió la ciudadanía argentina, con residencia en Salta.

Subió al Alto Perú con la Segunda Campaña, al mando de Belgrano, y fue nombrado gobernador de Cochabamba. Después de las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma, intentó por un tiempo defender su provincia, pero fue vencido. Sin embargo, ayudó a Ignacio Warnes a defender la provincia de Santa Cruz de la Sierra. Organizó la guerra de guerrillas tan exitosamente que el general Joaquín de la Pezuela se vio forzado a abandonar las provincias norteñas argentinas. Fue el comandante de la Republiqueta de Vallegrande.

Con la victoria en la batalla de La Florida, en que recibió muchas heridas y casi perdió la vida, aseguró la entrada al Alto Perú del Ejército del Norte, en su tercer intento por incorporar el Alto Perú a la revolución, al mando de José Rondeau, y reocupó la ciudad de Cochabamba.

Cuando los patriotas fueron derrotados en Venta y Media, Rondeau se dirigió a reorganizarse a Cochabamba, donde fue derrotado por Pezuela en la Batalla de Sipe Sipe, en noviembre de 1815. Arenales intentó resistir por unas semanas, pero fue derrotado en Samaypata y regresó a Salta.

Perú y la Campaña de la Sierra

Allí fue ascendido a general y se enfrentó al caudillo Martín Miguel de Güemes por la forma en que éste llevaba adelante la Guerra Gaucha, exitosa estrategia defensiva de defensa de la frontera norte del país, pero muy costosa para la provincia, en especial para las clases altas.

A mediados de 1817 fue nombrado comandante del ejército provincial de Córdoba, en lucha casi permanente con pequeños grupos de gauchos rebeldes; no obtuvo resultados positivos contra los federales.

En 1819 se incorporó al Ejército de los Andes en Chile. El general José de San Martín lo designó al mando de una división para su expedición libertadora al Perú. Tras su arribo a destino se hizo cargo de las dos importantes campañas a las sierras, para obtener el control sobre esa área antes que los realistas pudieran utilizarlas como base de operaciones.

Durante la primera campaña logró cuatro victorias en Palpa, Nazca, Cuesta de Tarma y, la más importante, la batalla de Cerro de Pasco. Logró tomar varias provincias para los patriotas: Ica, Huamanga, Huánuco, Huancavelica y Pasco. Los realistas temieron perder contacto con el interior, de modo que evacuaron Lima, y aunque San Martín lo envió a una segunda campaña a la sierra, no pudo impedir la retirada del virrey José de la Serna y su ocupación de todo el interior del país. La última resistencia en esa zona fue la de algunas guerrillas dirigidas por el futuro caudillo mendocino José Félix Aldao, pero finalmente tuvo también que retirarse.

Era un militar de carrera, que jamás vistió ropas civiles, que no necesitaba sirvientes, y que ensillaba su propia mula; si era necesario, la herraba él mismo. No permitía que nadie lo tratara con familiaridad y creía al pie de la letra en las jerarquías militares.

Tras la proclamación de la independencia del Perú, fue nombrado gobernador de las provincias norteñas del futuro territorio peruano, donde el gobernador de Trujillo se había pasado a los patriotas. Allí tuvo la responsabilidad sobre la instrucción de las tropas y la preparación de la campaña al Ecuador y fue gratificado con el rango de Gran Mariscal. Para seguir organizando estas tropas pidió ayuda al senado peruano en forma un tanto descomedida y fue sancionado. Poco antes del encuentro de Guayaquil entre San Martín y Bolívar, intentó sin éxito mediar entre ellos. Decepcionado, se retiró en 1823 a Salta.

Gobernador de Salta

El 1 de enero de 1824 fue nombrado gobernador de Salta. Su administración fue ordenada y eficiente, procurando establecer un gobierno liberal como el de Bernardino Rivadavia en Buenos Aires. Al año siguiente hizo una última campaña al Alto Perú, esperando luchar contra el último reducto realista en esas provincias; pero el general Pedro de Olañeta murió asesinado por sus propios soldados, y en definitiva no logró nada. Incluso fracasó en reincorporar a su provincia la región de Tarija, que había sido parte de la misma.

Envió tropas para colaborar en la guerra contra el Imperio del Brasil. Fue reelecto en 1826, y organizó una conocida expedición de reconocimiento del río Bermejo con el objeto de evitar los ataques de los indios del Chaco.

Los federales se oponían a su gobierno, y lo acusaban de querer perpetuarse en la gobernación. En mayo de 1826 fracasó una revolución, pero la de enero de 1827 tuvo más éxito. Arenales envió al coronel Francisco Bedoya (el mismo que había derrotado a Francisco Ramírez en su última batalla) a enfrentar a José Ignacio Gorriti, pero éste fue derrotado y muerto en Chicoana, el 7 de febrero. La derrota de las tropas oficialistas ocasionó que Álvarez de Arenales y sus partidarios se exiliaran en Bolivia.

Regresó a su provincia en la época de la guerra civil de 1829, pero no actuó en política. Después de la derrota de los unitarios en la batalla de La Ciudadela, se marchó a Bolivia "a visitar unos parientes".

Falleció en la localidad de Moraya, Bolivia, en 1831, en la casa del coronel José Manuel Pizarro. Fue sepultado allí en el osario común a excepción del cráneo, conservado por el coronel Pizarro y entregado en la ciudad de Buenos Aires a doña Josefa Arenales de Uriburu, su hija y madre del futuro presidente José Evaristo Uriburu. En mayo de 1959 llegaron a Salta sus restos, siendo depositados en el "Panteón de las Glorias del Norte de la República", tras cumplirse una emotiva ceremonia cívico militar en el templo mayor de la catedral de Salta.