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Según [[Kevin Buley]], coautor del artículo, "Aunque se sabe que otras especies de lagarto son capaces de fecundarse a sí mismos, ésta es la primera vez que se tiene constancia de ese proceso en un dragón de Komodo".
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Cultura Popular
En una serie de Cartoon Network:"Los sabados secretos" el hijo de la familia tiene un Dragon de Komodo como mascota


== Véase también ==
== Véase también ==

Revisión del 20:04 26 oct 2009

 
Dragón de Komodo

Dragón de Komodo
Estado de conservación
Vulnerable (VU)
Vulnerable (UICN)[1]
Taxonomía
Reino: Animalia
Filo: Chordata
Clase: Sauropsida
Subclase: Diapsida
Orden: Squamata
Suborden: Lacertilia
Familia: Varanidae
Género: Varanus
Especie: V. komodoensis
Ouwens, 1912[2]
Distribución
Área de distribución.
Área de distribución.

El dragón de Komodo (Varanus komodoensis) también llamado monstruo de Komodo, monitor de Komodo y varano de Komodo es una especie de reptil de la familia de los varánidos, endémico de algunas islas de Indonesia central.[3]​ Es el lagarto de mayor tamaño del mundo, con una longitud media de dos a tres metros y un peso de unos 70 kg.[4]​ Su inusual tamaña se atribuye al gigantismo insular, ya que no hay otros animales carnívoros que puedan ocupar el nicho ecológico de las islas en las que viven, y también por el bajo ritmo metabólico de estos lagartos.[5][6]​ A consecuencia de su tamaño, los dragones de Komodo son los superpredadores de los ecosistemas en los que viven.[7]​ A pesar de que estos lagartos se alimentan principalmente de carroña, también cazan y tienden emboscadas a sus presas, que incluyen invertebrados, aves y mamíferos.

La época de apareamiento comienza entre mayo y agosto y la puesta de huevos en septiembre. Depositan aproximadamente veinte huevos en nidos de megápodos abandonados y los incuban durante siete u ocho meses, hasta su eclosión en abril, cuando los insectos son los más abundantes. Los dragones de Komodo jóvenes son vulnerables por lo que suelen morar en árboles, a salvo de depredadores y adultos caníbales. Tardan aproximadamente entre tres y cinco años en madurar, y pueden vivir hasta unos cincuenta años. Estos lagartos se encuentran entre los pocos vertebrados con capacidad de reproducción por partenogénesis, donde las hembras pueden poner huevos viables en situaciones de ausencia de machos.[8]

La primera vez que científicos occidentales estudiaron los dragones de Komodo fue en 1910. Su excepcional tamaño y su reputación de animal temible los convierte en uno de los animales más populares de los zoológicos. En estado salvaje son una especie amenazada; su ámbito de distribución se ha reducido debido a las actividades humanas y están catalogados como vulnerables en la Lista Roja de la UICN.[1]​ Están protegidos por la ley indonesia, y un parque nacional, el Parque Nacional de Komodo, fue fundado en 1980 para contribuir a su conservación.

Los nativos de la isla de Komodo se refieren a este animal como ora, buaya darat (cocodrilo de tierra) o biawak raksasa (monitor gigante).[9][10]

Historia evolutiva

El desarrollo evolutivo del dragón de Komodo comenzó con el género Varanus, que se originó en Asia hace aproximadamente 40 millones de años y emigró al continente australiano. Hace aproximadamente 15 millones de años, una colisión entre Australia y Asia Sudoriental permitió que los varánidos se trasladaran a lo que actualmente es el archipiélago indonesio, extendiendo su distribución hasta el este de la isla de Timor. Se cree que el dragón de Komodo se distinguió de sus antepasados australianos hace 4 millones de años. Sin embargo, pruebas de fósiles recientes en Queensland sugieren que el dragón de Komodo evolucionó en Australia antes de extenderse a Indonesia.[11]​ La dramática bajada del nivel del mar durante el último período glaciar descubrió extensas zonas de la plataforma continental que el dragón de Komodo había colonizado, aislándolos en su ámbito actual de distribución cuando el nivel del mar subió de nuevo.[10]

Descripción

Los dragones de Komodo poseen una larga y fuerte cola.

En la naturaleza, un dragón de Komodo adulto mide unos 2,5 m y pesa de media unos 70 kg,[4]​ aunque los especímenes en cautividad a menudo pesan más. El espécimen salvaje más grande que se ha verificado midió 3,13 metros de longitud y pesó 166 kg (incluida la comida sin digerir).[10]​ El dragón de Komodo tiene una cola tan larga como su cuerpo, y aproximadamente 60 dientes en forma de sierra, que se cambian a menudo y que pueden medir hasta 2,5 centímetros de largo. Su saliva suele estar manchada de sangre, puesto que los dientes están casi cubiertas de tejido gingival que se daña de forma natural durante la masticación.[12]​ Esto crea un cultivo ideal para las virulentas bacterias que viven en su boca.[13]​ Tiene una lengua larga y amarilla, marcadamente bifurcada.

Sentidos

El dragón de Komodo no tiene un sentido del oído particularmente agudo, a pesar de sus visibles conductos auditivos, y sólo es capaz de oír sonidos entre 400 y 2000 hercios.[10][14]​ Es capaz de ver hasta una distancia de 300 metros, pero dado que sus retinas sólo contienen conos, se cree que tiene una pobre visión nocturna. El dragón de Komodo es capaz de percibir el color, pero tiene una pobre discriminación visual de objetos inmóviles.[15]

El dragón de Komodo usa su lengua para oler, detectar sabores y percibir estímulos.

El dragón de Komodo usa su lengua para oler, detectar sabores y percibir estímulos, al igual que otros muchos reptiles, utilizando el órgano de Jacobson y que le ayuda a orientarse en la oscuridad.[13]​ Con la ayuda de un viento favorable y su hábito de balancear a su cabeza de un lado al otro cuando andan, los dragones de Komodo son capaces de descubrir carroña a distancias de 4 a 9,5 km.[12][15]​ Las fosas nasales de estos animales no son del gran utilidad para percibir olores, dado que el dragón de Komodo carece de diafragma.[12][16]​ Tan solo cuenta con unas pocas papilas gustativas en la parte de atrás de la garganta.[13]​ Sus escamas, algunas de las cuales reforzados con hueso, tienen placas sensoriales conectadas con nervios que facilitan su sentido del tacto. Las escamas alrededor de los oídos, labios, barbilla, y suela de los pies pueden tener tres o más placas sensoriales.[12]

Se creía que el dragón de Komodo era sordo como consecuencia de un estudio que no mostró ninguna agitación en dragones de Komodo salvajes en respuesta a susurros, voces elevadas o gritos. Este estudio fue cuestionado cuando una trabajadora del Zoológico de Londres entrenó a un espécimen en cautividad del parque para salir a alimentarse con el sonido de su voz, aun cuando el animal no podía verla.[17]

Ecología

Un ejemplar tomando el sol en el Ragunan Zoo, Yakarta.

El dragón de Komodo prefiere prefiere lugares cálidos y secos, y suele vivir en prados abiertos, sabanas y zonas bajas de bosques tropicales. Como ectotermo, es más activo durante el día, aunque también manifiesta cierta actividad nocturna. Los dragones de Komodo son fundamentalmente solitarios, y sólo se reúnen para emparejarse y comer. Son capaces de correr a gran velocidad en breves esprines de hasta 20 km/h, de zambullirse a una profundidad de 4,5 metros, y de escalar árboles con facilidad cuando son jóvenes gracias a sus fuertes zarpas.[4]​ Para cazar presas que están fuera de su alcance, el dragón de Komodo puede ponerse de pie sobre sus patas traseras usando la cola como apoyo.[17]​ A medida que el dragón de Komodo madura, utiliza sus garras principalmente como arma, dado que por su gran tamaño se vuelven poco prácticas para escalar.[12]

Para refugiarse excavan madrigueras que pueden medir entre uno y tres metros de ancho con sus potentes patas y zarpas delanteras.[18]​ Debido a su gran tamaño y a su costumbre de dormir en estas madrigueras, es capaz de conservar el calor corporal durante la noche y minimizar el tiempo que tiene que tomar el sol durante la mañana.[19]​ El dragón de Komodo caza generalmente por la tarde, pero permanece a la sombra durante la parte más calurosa del día.[20]​ Utilizan unos lugares especiales de reposo, habitualmente situados en cornisas con una fresca brisa marina, que están marcados con excrementos y limpios de vegetación y que también sirven como un punto estratégico desde donde emboscar ciervos.[21]

Alimentación

Los dragones de Komodo son carnívoros. Aunque se alimentan fundamentalmente de carroña,[5]​ también tienden emboscadas a presas vivas acercándose sigilosamente, una técnica que le permite capturar incluso a presas tan letales como la cobra real (Ophiophagus hannah). Cuando una presa adecuada llega cerca de su lugar de emboscada, la ataca rápidamente lanzándose sobre el vientre o el cuello del animal.[12]​ Es capaz de localizar sus presa utilizando su penetrante sentido del olfato, que puede localizar a un animal muerto o agonizante de una distancia de hasta 9,5 kilómetros.[12]​ Se han documentado casos de dragones de Komodo derribando cerdos grandes y ciervos con su fuerte cola.[22]

Un ejemplar joven fotografiado en la isla de Rinca alimentándose de los restos de un búfalo de agua.

Los dragones de Komodo se alimentan arrancando grandes trozos de carne de sus presas y tragándoselos enteros mientras sujetan el cadáver con las patas anteriores. En el caso de presas más pequeñas, de hasta el tamaño de una cabra, sus mandíbulas con articulaciones desencajables, cráneo flexible y estómago expandible, les permite tragarse las presas enteras. La copiosa cantidad de saliva roja que producen los dragones de Komodo contribuye a lubricar la comida, pero a pesar de ello tragársela continúa siendo un proceso largo (15-20 minutos para tragarse una cabra). Los dragones de Komodo pueden intentar acelerar el proceso embistiendo el cadáver contra un árbol para forzarlo a bajar por la garganta, y a veces embisten con tanta fuerza que llegan a derribar el árbol.[21]​ Para evitar asfixiarse mientras tragan las presas, respiran utilizando un pequeño conducto situado debajo de la lengua que está conectado con los pulmones.[12]​ A diferencia de grandes mamíferos carnívoros, como los leones, que tienden a dejar el 25-30% de sus presas sin consumir al rechazar los intestinos, la piel, los huesos o las pezuñas, los dragones de Komodo comen mucho más eficazmente, desechando sólo aproximadamente el 12% de la presa.[10]

Después de ingerir hasta un 80% de su peso corporal en una comida,[7]​ se arrastra hasta un lugar soleado para acelerar la digestión, puesto que la comida podría llegar a pudrirse y envenenar al dragón si permaneciera demasiado tiempo sin digerir. Debido a su lento metabolismo, los dragones grandes pueden sobrevivir con tan sólo doce comidas al año.[12]​ Al acabar la digestión, el dragón de Komodo regurgita una masa de cuernos, cabello y dientes conocida como pelota gástrica, que está cubierta de una mucosidad maloliente. Tras regurgitar la pelota gástrica, se frota la cara contra el suelo o contra arbustos para deshacerse de la mucosidad, lo que sugiere que, como en el caso de los humanos, no les gusta el olor de sus propias excreciones.[12]

Los ejemplares de mayor tamaño por lo general comen primero, mientras que los más pequeños siguen una jerarquía. El macho de mayor tamaño hace valer su dominio y los machos más pequeños muestran su sumisión por medio del lenguaje corporal y de silbidos sordos. Los dragones de tamaño similar pueden recurrir a combates entre ellos, donde los perdedores habitualmente se retiran, aunque se conocen casos en los que los vencedores los matan y se los comen.[12]

Sus excrementos son generalmente blancos, pues su estómago no puede digerir el calcio de los huesos de los animales que comen.

La dieta del dragón de Komodo es muy variada, e incluye a otros reptiles (incluidos dragones de Komodo más pequeños), aves, roedores, serpientes, peces, cangrejos, caracoles y mamíferos como cabras, ciervos, jabalíes y hasta búfalos de agua.[16]​ Los ejemplares jóvenes se alimentan de insectos, huevos, gecos y pequeños mamíferos.[5][16]​ Se tiene constancia de que en ocasiones han desenterrado tumbas poco profundas para alimentarse de cadáveres humanos.[17]​ Esta costumbre de saquear las tumbas hizo que los habitantes de la isla de Komodo las trasladaran de los suelos arenosos a otros de tipo arcilloso y que apilen piedras sobre ellas para evitar estos saqueos.[21]

Según el fisiólogo evolutivo Jared Diamond, el dragón de Komodo podría haber evolucionado para alimentarse del extinto elefante enano Stegodon, que en el pasado vivió en la isla de Flores.[23]​ También se ha observado a dragones de Komodo asustando intencionadamente ciervas embarazadas con la intención de que aborten y así poder comerse los restos del feto, una técnica que ha sido también observada en grandes predadores de África.[23]

Dado que el dragón de Komodo carece de diafragma, no puede sorber el agua cuando bebe, ni puede llevarla a la boca con su fina lengua. Por ello, coge un trago de agua, levanta la cabeza y deja que el agua baje por la garganta.[12]

Saliva

Walter Auffenberg reseñó que el dragón de Komodo tenía patógenos sépticos en su saliva, expresamente las bacterias: Escherichia coli, Staphylococcus sp., Providencia sp., Proteus morgani y P. mirabilis.[24]​ Auffenberg descubrió que mientras estos patógenos se encontraban en las bocas de los ejemplares salvajes, desaparecían de las de animales cautivos, debido a una dieta más limpia.[24][25]​ Esto fue verificado tomando muestras mucosas de la superficie externa de la encía de la mandíbula superior de dos individuos recién capturados.[24][25]​ Muestras de saliva analizadas por investigadores en la Universidad de Texas, encontraron 57 cepas diferentes de bacterias en las bocas de dragones de Komodo salvajes, incluida Pasteurella multocida.[10][26]​ El rápido crecimiento de estas bacterias fue constatado por el investigador Terry Fredeking: «Normalmente se necesitan aproximadamente tres días para que una muestra de P. multocida cubra una placa de Petri; la nuestra necesitó ocho horas. Estuvimos muy desconcertados por la virulencia de estas cepas.»[27]​ Este estudio apoyaba la observación de que las heridas infligidas por el dragón de Komodo a menudo están asociadas con sepsis e infecciones subsecuentes en sus presas.[26]

Historia

Descubrimiento por los occidentales

Antigua moneda de 50 rupias indonesias en la que aparece un dragón de Komodo.

Los dragones de Komodo fueron conocidos por primera vez por los europeos en 1910, cuando llegaron rumores de un «cocodrilo terrestre» al teniente Steyn van Hensbroek, de la administración colonial neerlandesa.[28]​ Su descubrimiento se difundió de forma generalizada después de 1912, cuando Peter Ouwens, director del Museo Zoológico de Bogor (Java) publicó un documento sobre el tema tras recibir una fotografía y una piel enviadas por el teniente, así como dos ejemplares de un coleccionista.[2]​ El dragón de Komodo fue uno de los alicientes de una expedición a la isla de Komodo realizada por W. Douglas Burden en 1926. Tras volver con doce ejemplares preservados y dos vivos, esta expedición fue la inspiración de la película de 1933 King Kong.[29]​ Burden fue quién acuñó el nombre común de la especie, «dragón de Komodo».[20]​ Tres de aquellos ejemplares fueron disecados y todavía están expuestos en el Museo Estadounidense de Historia Natural.[30]

Estudios

Los neerlandeses, a la vista del escaso número de ejemplares en estado salvaje, prohibieron la caza deportiva y restringieron en gran medida el número de ejemplares que se podían capturar para estudios científicos. Las expediciones de recogida de ejemplares se detuvieron al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, y no se reanudaron hasta las décadas de 1950 y 1960, cuando los estudios se concentraron en el comportamiento alimentario del dragón, su reproducción y su temperatura corporal. También en estos años se planeó una expedición para estudiar a estos varánidos durante un periodo de tiempo prolongado. Esta tarea fue asignada a la familia Auffenberg, que el 1969 permaneció en la isla de Komodo durante once meses. Durante su estancia, Walter Auffenberg y su ayudante Putra Sastrawan capturaron y etiquetaron más de cincuenta dragones de Komodo.[27]​ La investigación realizado por la expedición de los Auffenberg resultaría muy influyente en la cria de dragones de Komodo en cautividad.[3]​ Investigaciones posteriores han arrojado más luz sobre la naturaleza del dragón de Komodo, y biólogos como Claudio Ciofi continúan estudiando a estas criaturas.[31]

Peligro para los humanos

Aunque los ataques sean muy raros, hay constancia de ataques de dragones de Komodo a humanos; el 4 de junio de 2007 un dragón de Komodo atacó a un niño de ocho años en la isla de Komodo. El muchacho murió poco después por la pérdida masiva de sangre a causa de las heridas recibidas. Era el primer ataque fatal registrado en 33 años.[32]​ Los nativos culparon del ataque a los ecologistas de fuera de la isla que prohibieran los sacrificios de cabras que se les ofrecían a los dragones, privándoles de una fuente de alimento con la que contaban, haciéndolos vagar por donde vivían los humanos en busca de comida. Muchos naturales de la isla de Komodo tienen la creencia de que los dragones de Komodo son realmente la reencarnación de antiguos compañeros, por lo que deberían ser tratados con reverencia.[33][34]

El 24 de marzo de 2009, dos dragones de Komodo atacaron y dieron muerte a un pescador en Komodo. Este pescador fue atacado cuando buscaba añones en el Komodo National Park y lo abandonaron malherido sangrando por mordeduras en sus manos, cuerpo, piernas y cuello. Fue trasladado a una clínica en la vecina isla de Flores, pero ya llegó muerto.[35]

Conservación

Un dragón de Komodo en el Animal Kingdom de Disney World, Florida.

El dragón de Komodo figura en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN calificado como especie vulnerable.[1]​ Hay aproximadamente entre 4.000 y 5.000 dragones de Komodo en estado salvaje. Las poblaciones están limitadas a las islas de Gili Motang (100), Gili Dasami (100), Rinca (1.300), Komodo (1.700) y Flores (quizás unos 2.000).[3][36]​ Sin embargo, existe la preocupación de que actualmente sólo podrían quedar unas 350 hembras reproductoras.[9]​ En respuesta a esta preocupación, en 1980 se fundó el Parque Nacional de Komodo para proteger las poblaciones de dragones de Komodo en islas como Komodo, Rinca y Padar.[37]​ Posteriormente se fundaron las reservas de Wae Wuul y de Wolo Tado en la isla de Flores para contribuir en la conservación de estos grandes lagartos.[31]​ Hay pruebas de que los dragones se están acostumbrando a la presencia de seres humanos, dado que los turistas los alimentan a menudo con cadáveres de animales en varios puntos de alimentación.[5][33]

La actividad volcánica, los terremotos, la pérdida de hábitat, los incendios (la población de estos reptiles en la isla de Padar fue casi destruida debido a un incendio incontrolable, y desde entonces ha desaparecido),[12][31]​ la desaparición de presas, el turismo y la caza furtiva han contribuido en conjunto a su actual estado de especie vulnerable. Bajo el Apéndice I del CITES (Convenio sobre el Comercio Internacional de Especies de Fauna y Flora Salvaje Amenazadas), el intercambio comercial de pieles o especímenes de dragón de Komodo es ilegal.[16][38]

El zoólogo u paleontólogo australiano Tim Flannery ha sugerido que el ecosistema australiano podría beneficiarse con la introducción de dragones de Komodo, que podrían ocupar parcialmente el nicho ecológico que los grandes carnívoros dejaron vacante tras la extinción del varánido gigante Megalania prisca. Sin embargo, él aboga por actuar de forma gradual y con gran precaución en estos experimentos de aclimatación, y tener especialmente en cuenta que «no debería subestimarse el problema de depredación de los grandes varánidos sobre los humanos». Flannery pone como ejemplo la exitosa coexistencia con los cocodrilos marinos (Crocodylus porosus) como prueba de que los australianos podrían adaptarse con éxito.[39]


Reproducción

Los dragones de Komodo maduran sexualmente entre los 5 y 7 años.[40]​ El acoplamiento ocurre en primavera. El macho lame la nariz y el cuerpo y rasca el cuello, la espalda y los flancos de la hembra, antes de acoplarse; luego exhibe dos hemipenes, uno de los cuales acopla en la hembra. La hembra pone entre 15 y 35 huevos, cuyo período de incubación varía de 8 a 8,5 meses. Cada huevo pesa en promedio 250 g.

Partenogénesis

En diciembre de 2006, los científicos británicos descubrieron que las hembras de este saurio, son capaces de reproducirse sin ser fecundadas por un macho, por partenogénesis y hasta ahora los ejemplares así nacidos que han sido observados, son machos.[8]​ Los expertos, que relatan su investigación en la revista científica británica Nature, han detectado ese proceso de reproducción asexual, conocido como partenogénesis, en dos hembras de esa especie en peligro de extinción que vivían en cautividad en dos zoos británicos aisladas de los machos.

'Flora', que vive en el zoo de Chester (Inglaterra), puso en mayo de 2006 una nidada de 25 huevos, de los que once parecían ser viables, sin que se la hubiera cruzado nunca antes con un macho de esa especie. Tres de los huevos se malograron, pero los otros ocho continuaron desarrollándose con normalidad. El periodo de incubación en esa especie oscila entre siete y nueve meses. Nacieron cinco crías el 25 de enero de 2007.[41][42]

'Sungai', que vivía en el zoológico de Londres, puso huevos dos años y medio después de su último contacto con un macho y sus crías, que nacieron siete meses y medio después, se encuentran sanas.

Los científicos, dirigidos por Phill Watt, de la Universidad de Liverpool, sometieron a "pruebas de paternidad" a la nidada de ambas hembras y descubrieron que el genotipo combinado general de la camada reproducía exactamente el de su progenitora, es decir, que 'Flora' y 'Sungai' eran a la vez "padre" y "madre" de las crías.

Según Kevin Buley, coautor del artículo, "Aunque se sabe que otras especies de lagarto son capaces de fecundarse a sí mismos, ésta es la primera vez que se tiene constancia de ese proceso en un dragón de Komodo".

Véase también

Referencias

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Bibliografía complementaria

  • Attenborough, David (1957). Zoo Quest for a Dragon. Londres: Lutterworth Press. 
  • Auffenberg, Walter (1981). The Behavioral Ecology of the Komodo Monitor. Gainesville: University Presses of Florida. ISBN 0-8130-0621-X. 
  • Burden, W. Douglas (1927). Dragon Lizards of Komodo: An Expedition to the Lost World of the Dutch East Indies. Kessinger Publishing. ISBN 0-7661-6579-5. 
  • Eberhard, Jo; King, Dennis; Green, Brian; Knight, Frank; Keith Newgrain (1999). Monitors: The Biology of Varanid Lizards. Malabar, Fla: Krieger Publishing Company. ISBN 1-57524-112-9. 
  • Lutz, Richard L; Lutz, Judy Marie (1997). Komodo: The Living Dragon. Salem, Or: DiMI Press. ISBN 0-931625-27-0. 

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