Diferencia entre revisiones de «Pablo de Tarso»

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Según los [[Hechos de los Apóstoles]] "Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote, y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o mujeres de este ''Camino'', los trajese presos a Jerusalén. Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. Él, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer. Y los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, mas sin ver a nadie. Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco, donde estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió."
Según los [[Hechos de los Apóstoles]] "Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote, y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o mujeres de este ''Camino'', los trajese presos a Jerusalén. Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. Él, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer. Y los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, mas sin ver a nadie. Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco, donde estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió."


En sus epístolas no da detalles sobre este hecho, pero sí afirma que perseguía a los cristianos y que se le apareció Jesús "a mí, que soy como el fruto de un aborto" (1 Corintios 15; 3-8).


Muchos científicos han querido refutar la llamada Visión de Pablo, aduciendo varias explicaciones rayanas en la especulación.{{cita requerida}}
Muchos científicos han querido refutar la llamada Visión de Pablo, aduciendo varias explicaciones rayanas en la especulación.{{cita requerida}}
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En cualquier caso, con independencia de si la visión en el camino de Damasco fue milagrosa o tiene explicación científica, el resultado es que Saulo de Tarso, que se dedicaba a "perseguir sobremanera" y "asolar" con "celo" las comunidades cristianas, según sus propias palabras (Gálatas 1; 13; Filipenses 2; 6), tuvo un testimonio que lo marcó para el resto de sus días, literalmente ''se pasó al enemigo'' para ser el principal difusor del cristianismo arriesgando su vida, sufriendo encarcelamientos y, finalmente, morir decapitado en Roma. Pablo fue fiel hasta la muerte al testimonio que lo convirtió en uno de los apóstoles más efectivos de [[Jesucristo]].
En cualquier caso, con independencia de si la visión en el camino de Damasco fue milagrosa o tiene explicación científica, el resultado es que Saulo de Tarso, que se dedicaba a "perseguir sobremanera" y "asolar" con "celo" las comunidades cristianas, según sus propias palabras (Gálatas 1; 13; Filipenses 2; 6), tuvo un testimonio que lo marcó para el resto de sus días, literalmente ''se pasó al enemigo'' para ser el principal difusor del cristianismo arriesgando su vida, sufriendo encarcelamientos y, finalmente, morir decapitado en Roma. Pablo fue fiel hasta la muerte al testimonio que lo convirtió en uno de los apóstoles más efectivos de [[Jesucristo]].

== Pablo en la Biblia ==

El gran apóstol a los gentiles. En la Biblia se lo presenta como Saulo (gr. Sáulos, del heb. Shâzûl, "pedido [a Dios]", o "prestado [a Dios]"; Hch. 7:58) y se lo menciona por ese nombre en la narración de Hechos hasta el cp 13:9. Ha habido bastante especulación acerca de por qué en medio de Hechos se comienza a llamar Pablo a Saulo, y de allí en adelante sólo se lo nombra como Pablo, excepto el relato que él mismo hace de su conversión (22:7, 13; 26:14). Una respuesta sencilla y plausible sería que él, como otros (Hch. 1:23; 13:1; Col. 4:1 1; etc.), tuviera más de un nombre: un nombre hebreo, Saulo, y un nombre romano grecizado, Páulos o Pablo. Quizás usara el nombre hebreo en su hogar y en sus contactos con los judíos, pero su nombre greco-romano estaría en armonía con la influencia y el ambiente helenísticos de la ciudad donde nació, y con su envidiable estatus de ciudadano romano. Más tarde, cuando comenzó su obra entre los gentiles, era ventajoso para él que se lo conociera como Pablo. Es digno de notar que hasta Hch. 13 se menciona a Pablo sólo en relación con su contacto con los judíos. Pero en ese capítulo comienzan sus actividades entre los gentiles, como también el uso de su nombre gentil, Pablo.


'''I. Pablo, el hombre.'''

'''1. Antecedentes.'''

Pablo fue hebreo por nacimiento, educación y sentimientos; tal es así que, a pesar de sus contactos tempranos con la cultura y las filosofías griega y romana, se pudo llamar "hebreo de hebreos" (Fil. 3:5). Era de la tribu de Benjamín (Ro. 11:1), y tal vez le pusieron el nombre por Saúl, el 1er rey de Israel, quien también era benjamita (1 S. 9:1, 2; Hch. 13:21). Poco se sabe de su familia. Su padre era un ciudadano romano (Hch. 22:28), y quizá fariseo (23:6). No se sabe cómo el padre obtuvo su ciudadanía romana, pero había ciertos procedimientos mediante los cuales un destacado judío podía llegar a ser ciudadano romano. Presumiendo que la lograra de esa manera, entonces podemos suponer que Pablo procedía de una familia de cierta importancia. Tenía por lo menos una hermana (23:16). En Ro. 16:7 y 21 se refiere a varios hombres como sus "parientes", pero este término (del gr. sunguenes) puede significar sencillamente "conciudadano", de modo que no es seguro si realmente hace referencia a parientes de sangre. Pablo pudo haber sido desheredado por su familia cuando se convirtió al cristianismo (cf Fil. 3:8), pero si fue así, no lo menciona.

Pablo nació en el Asia Menor, en la próspera metrópolis de Tarso (Hch. 21:39; fig 485), una ciudad notable por su filosofía, ciencia, educación y cultura; una cultura donde se mezclaban elementos griegos, romanos y judíos. La fecha de su nacimiento no se puede determinar con precisión. De acuerdo con una tradición del s II d.C., la familia de Pablo había vivido originalmente en Giscala de Galilea, pero la ciudad fue capturada por los romanos y los miembros de su familia llevados como esclavos a Tarso c 4 a.C., donde más tarde obtuvieron su libertad y la ciudadanía romana. Si es así, Pablo nació después de esos acontecimientos, porque era romano de nacimiento (Hch. 22:28). Cuando aparece por 1a vez (7:58) se lo califica como "un joven" (gr. neanías). Sin embargo, este término, que se usaba para hombres que tuvieran entre 20 867 y 40 años de edad, poca ayuda nos ofrece para determinar la edad de Pablo.

'''2. Educación.'''

Probablemente Pablo asistiera a una escuela en relación con la sinagoga de Tarso. En esta ciudad políglota aprendió no sólo el hebreo y la lengua que hablaba su pueblo, el arameo (Hch. 21:40; 22:2), sino también el griego (21:37) y tal vez el latín. También aprendió a hacer carpas o tiendas, quizá de su padre, con lo que más tarde se pudo sostener (Hch. 18:1, 3; cf 20:34; 1 Co. 4:12; 1 Ts. 2:9; 2 Ts. 3:8). Siendo joven fue a Jerusalén (Hch. 26:4) y se sentó a los pies del rabino y fariseo más renombrado de sus días: Gamaliel (22:3; cf 5:34). Bajo su instrucción, Pablo fue enseñado "estrictamente conforme a la ley de nuestros padres" (22:3; cf 24:14), y como resultado vivió "conforme a la más rigurosa secta de nuestra religión": los fariseos (26:5). Fue un estudiante tan brillante y un defensor tan ardiente de las doctrinas y tradiciones del judaísmo que aventajaba a muchos de sus pares en el aprendizaje y el celo (Gá. 1:14); y en su odio fanático por los cristianos aventajó por lo menos a su maestro (Hch. 8:3; 9:1; cf 5:34-39). Puede haber poca duda de que los líderes de la nación judía esperaban grandes realizaciones de él.

'''3. Apariencia personal y salud.'''

Parecería que, aunque Pablo impresionaba intelectualmente, físicamente no se destacaba. Sus enemigos dijeron de él que su "presencia corporal [era] débil, y la palabra menospreciable" (2 Co. 10:10). La tradición lo describe como un hombre bajo, un tanto jorobado y de piernas encorvadas ("chueco"). Parece haber sufrido de algún tipo de enfermedad crónica (2 Co. 12:7-10; Gá. 4:13); muchos creen que era una enfermedad relacionada con sus ojos, basando su conclusión en que generalmente dictaba sus cartas (2 Ts. 3:17), menciona que escribía con letra grande (Gá. 6:11) y dice que los creyentes de Galacia estaban dispuestos a arrancarse los ojos para dárselos, si hubiese sido posible (4:15). Se han sugerido algunos otros males, pero la evidencia bíblica es insuficiente para saber con precisión cuál fue "la espina en la carne" de Pablo.

'''II. Pablo, el converso.'''

'''1. Primeros contactos con el cristianismo.'''

El 1er contacto de Pablo con el cristianismo que se conoce tuvo relación con la muerte de Esteban. Algunos suponen que Pablo fue uno de los de Cilicia que, con otros, no pudo vencerlo en el debate (Hch. 6:9, 10; cf 21:39). Aparentemente no arrojó piedra alguna sobre Esteban, pero "consentía en su muerte" (8:1) y cuidó la ropa de los testigos (7:58). La acción de masas que resultó en el apedreamiento de Esteban señaló el comienzo del 1er período de persecución que devastó a la iglesia naciente; y Pablo, según parece, se destacó en esta persecución. En un arranque de odio fanático contra los cristianos (26:11), intensificado por una conciencia acusadora (v 14), los arrancaba de las casas donde los encontraba y los arrojaba a la cárcel (8:3); los castigaba en las sinagogas (22:19; 26:11) y daba su consentimiento para su muerte (22:4; 26:10). Pablo cumplió esta tarea primero en Jerusalén (8:1, 3; 26:10), pero luego siguió a los creyentes esparcidos hasta otras ciudades y los "perseguía sobremanera" (Hch. 8:4; 26:11; Gá. 1:13).

'''2. Su conversión.'''

En una de esas campañas de persecución el curso de la vida de Pablo cambió completa y espectacularmente. Al oír que había cristianos en Damasco, pidió cartas del sumo sacerdote -cartas de extradición- que lo autorizaran a arrestar y llevar a Jerusalén a cualquier cristiano que encontrase en dicha ciudad (Hch. 9:1, 2). Hay 3 informes de 868 la experiencia que tuvo en ese viaje (9:1-9; 22: 4-11; 26:9-18); el 1º está en 3ª persona, los otros 2 en 1ª persona (fueron contados por Pablo: uno a la multitud judía en Jerusalén; los otros, al rey Agripa y a su hermana Berenice). Mientras Pablo se acercaba a Damasco a mediodía con un grupo de hombres para ayudarlo en sus planes asesinos, lo rodeó una luz enceguecedora, más brillante que el Sol.

Pablo y sus compañeros cayeron a tierra (26:14), y una voz, que se identificó como Jesús de Nazaret, le preguntó: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?", y añadió: "Dura cosa te es dar coces contra el aguijón". Abrumado por esta manifestación del Cielo, preguntó qué debía hacer. La voz le ordenó ser testigo para Cristo entre los gentiles (vs 16, 17). Se le instruyó que entrara en Damasco, donde recibiría instrucción adicional. Entretanto, sus sorprendidos y atemorizados compañeros de viaje se habían levantado del suelo (9:7), pero no entendían lo que pasaba, porque aunque veían la luz y oían la voz, no podían comprender lo que ella decía (cf 9:7; 22:9). Al incorporarse, Pablo descubrió que estaba ciego.

En esas condiciones, fue conducido por sus compañeros al hogar de un cierto Judas, en Damasco, donde estuvo 3 días sin comer ni beber (Hch. 9:8, 9, 11). Mientras oraba, Jesús se le apareció en visión a un cristiano llamado Ananías y le indicó que fuera a la casa de Judas, en la calle llamada "la Derecha", donde encontraría a Pablo, quien había recibido una visión acerca de su visita. Ananías, con todo respeto, le recordó a Jesús las persecuciones de Saulo, pero se le informó que el anterior perseguidor había sido elegido por Dios (vs 11-16). Siguiendo las instrucciones, Ananías encontró a Saulo y al imponerle las manos recuperó la vista en forma inmediata, recibió el don del Espíritu Santo y fue bautizado (vs 17, 18; figs 148, 149). No se sabe cuánto tiempo permaneció en Damasco. El informe parece indicar que fue breve (v 19). Sabemos que allí se asoció con los cristianos. También, en armonía con su carácter -y para asombro de quienes lo conocían- comenzó a predicar en las sinagogas al Cristo que había vilipendiado, pero que ahora adoraba (vs 19-21). Tan poderosa y convincente era su predicación que ninguno podía derrotar su lógica o negar su poder (v 22).

'''3. Preparación y comienzo de su predicación.'''

En el relato de Hechos se omite el siguiente acontecimiento de la vida de Pablo, pero él lo menciona en Gálatas: allí cuenta que después de su conversión y su 1ª breve campaña de evangelización, se fue a Arabia* (Gá. 1:17) antes del viaje a Jerusalén (Hch. 9:26; Gá. 1:18). La región exacta identificada como Arabia es desconocida (aunque muy probablemente haya sido el país de los nabateos*), y tampoco se sabe cuánto tiempo estuvo allí. Este período de retiro le dio tiempo para meditar acerca del gran cambio que había ocurrido en su vida, y la soledad le permitió reexaminar, con oración y cuidado, todo el fundamento de su nueva convicción a la luz de las Escrituras, y así afirmar para siempre su fe en Cristo y su evangelio.
Después de este tiempo de aparente inactividad, regresó otra vez a Damasco (Gá. 1:17), donde se retoma la narración de Hch. 9. Parece que reanudó la predicación en las sinagogas con el mismo resultado de antes (v 22). En consecuencia, los judíos hicieron planes para asesinarle (vs 23, 24). En este intento fueron apoyados por el gobernador de la ciudad, quien servía bajo el rey nabateo Aretas* (2 Co. 11:32, 33). Como éste gobernaba esa región, tal vez entre el 37 d.C. y c 54 d.C., el incidente debió haber ocurrido en algún momento dentro de ese período. Sin embargo, los soldados que vigilaban las puertas para impedir que escapara de la ciudad vieron frustrados sus propósitos, porque algunos creyentes bajaron a Pablo en una gran canasta desde una ventana de una casa construida sobre el muro, permitiéndole así escapar de sus enemigos (Hch. 9:25; 2 Co. 11:33; fig 389).

'''4. La visita a los apóstoles en Jerusalén.'''

Habiéndosele terminado la oportunidad de trabajar en Damasco, Pablo se dirigió a Jerusalén. Ya habían pasado 3 años desde su conversión, pero hasta entonces no había tenido contacto alguno con los dirigentes de la iglesia (Gá. 1:17, 18), hecho que más tarde ofreció como prueba de que su evangelio no se había originado con los discípulos de Cristo sino con Cristo mismo (Gá. 1:10-12; cf 1 Co. 15:3-8). Su razón básica para ir allá era ver a Pedro (Gá. 1:18). Al llegar a la ciudad quiso unirse a Pedro y a los hermanos, pero pronto descubrió que 3 años no habían sido tiempo suficiente para borrar el recuerdo de su persecución anterior, o para eliminar las dudas y las sospechas (Hch. 9:26). La situación fue resuelta por Bernabé,* natural de Chipre, quien confió en el informe de Pablo acerca de su experiencia al contarlo a los demás en presencia del apóstol (v 27).
Pablo demostró que su experiencia era genuina al predicar a Jesús en la ciudad de Jerusalén. Su lógica incontrovertible despertó la ira de ciertos judíos helenistas que decidieron quitarle la vida (Hch. 9:29). En un informe 869 posterior de su experiencia (22:17-21), contó cómo Dios le había aparecido en visión en el templo y, a pesar de sus protestas, le indicó que saliera de Jerusalén, porque los judíos no recibirían su mensaje, y que sería enviado a los gentiles. Sus hermanos de inmediato lo acompañaron al puerto de Cesarea (9:30), a unos 85 km al noroeste de Jerusalén. Probablemente lo pusieron a bordo de un barco para asegurarse de que escaparía de sus enemigos.

'''5. En las regiones de Siria y Cilicia, y en Antioquía.'''

De Jerusalén, donde había estado 15 días (Gá. 1:18), Pablo fue "a las regiones de Siria y de Cilicia" (v 21). Sus actividades durante los siguientes años no aparecen en las Escrituras. Bien podemos imaginar que estuvo activo en el ministerio en Tarso y las regiones circundantes (Hch. 11:25; Gá. 1:21-23). Habría sido durante este período que tuvo las visiones referidas en 2 Co. 12:2-4, que, según el v 2, vio 14 años antes de escribir 2 Co. Esta epístola fue redactada c 57 d.C., lo que apuntaría al año 43 como la fecha de la visión. Pablo estuvo en Tarso o las regiones vecinas desde c 38 hasta el 44.
Mientras estuvo en Cilicia, el cristianismo avanzó en otras áreas. Un interés creciente había surgido en Antioquía de Siria, y Bernabé fue enviado desde Jerusalén para desarrollarlo (Hch. 11:19-24). Como vio que necesitaba ayuda, viajó a Tarso, encontró a Pablo y lo llevó consigo a Antioquía (vs 25, 26). Pablo y Bernabé trabajaron juntos por un año entero, con éxito notable. Mientras estaban en Antioquía, vinieron de Jerusalén ciertas personas con don profético (Hch. 11:27). Uno de ellos, Agabo, fue inspirado divinamente para predecir una hambruna mundial (v 28). Como resultado, los creyentes de Antioquía decidieron enviar ayuda a los cristianos de Judea, y para ello eligieron a Pablo y Bernabé (vs 29, 30). Habiendo cumplido su misión, regresaron a Antioquía trayendo consigo a Juan Marcos, sobrino de Bernabé (Hch. 12:25; cf Col. 4:10).

'''III. Pablo, el misionero al extranjero.'''

Mientras estaba en Antioquía por 2ª vez, Pablo recibió un llamado que lo inició en sus grandes viajes misioneros hacia el Asia Menor y Europa, lo que le significó el título de "apóstol a los gentiles". Cuando algunos de los miembros de la iglesia estaban "ministrando... al Señor, y ayunando", recibieron del Espíritu Santo la orden de apartar a Pablo y a Bernabé para una obra especial (Hch. 13:2). Así lo hicieron, con ayuno y oración; y luego, dirigidos por el Espíritu Santo, los apóstoles salieron para su 1er viaje misionero, acompañados por Juan Marcos (vs 3, 5).

'''1. Primer viaje misionero.'''

Fueron a Seleucia, el puerto de Antioquía, a unos 25,5 km de la ciudad, y allí tomaron un barco para Chipre (Hch. 13:4). a. Chipre. Desembarcaron en Salamina (fig 442), en la costa oriental de la isla (Mapa XX, B-5; seguir la línea roja hacia el oeste), y comenzaron a predicar en las sinagogas judías (Hch. 13:5) como era la costumbre de Pablo (cf 9:20; 17:1, 2; 18:4; etc.). Luego atravesaron Chipre de este a oeste y llegaron a la ciudad de Pafos (13:6), sede del procónsul o gobernador romano de la isla, Sergio Paulo, un hombre prudente y de discernimiento (v 7), a quien frecuentaba un judío de nombre Barjesús o Elimas, que era un charlatán y mago (vs 6, 8). El gobernador oyó el informe de la predicación de Pablo y Bernabé y, deseando oír el evangelio, los llamó (v 7). Temeroso de perder la influencia que podía tener sobre el gobernador, Barjesús se opuso a los apóstoles en presencia de él (v 8), por lo cual Pablo (aquí se lo llama "Pablo" por 1ª vez). "lleno del Espíritu Santo" fijó sus ojos en el mago lo condenó duramente por representar mal a Dios y oponerse a él, y predijo que quedaría ciego temporariamente, lo que se cumplió al instante (Hch. 13:9-11). Este notable incidente convenció al gobernador de la verdad del evangelio y lo aceptó (v 12).

b. Perge. Después de su estadía en Pafos. Pablo y su grupo se embarcaron hacia Perge (Hch. 13:13), una ciudad cerca de la costa del Asia Menor, en dirección noroeste de Pafos. Aquí Juan Marcos, sin duda desanimado por las dificultades y las penurias, los abandono y regresó a Jerusalén (v 13).

c. Antioquía de Pisidia. Pablo y Bernabé continuaron hasta Antioquía de Pisidia (Hch. 13:14), una ciudad a unos 160 km al norte de Perge, en los montes Tauro. Invitado a hablar en la sinagoga el sábado, Pablo predicó acerca de la resurrección de Cristo (vs 15-41). El sermón impresionó tanto a los presentes que le pidieron que predicara a los gentiles el sábado siguiente (v 42). En esta ocasión "se juntó casi toda la ciudad" para escuchar el evangelio (v 44). Esto despertó los celos y la oposición de los judíos (v 45); por ello Pablo declaró que, como ellos despreciaban la salvación, él predicaría a los gentiles (vs 46, 47; fig 24). No se sabe cuánto tiempo trabajaron Pablo y Bernabé en esta región. Pero fue lo suficiente como para que toda la zona que rodeaba la ciudad conociera el evangelio (Hch. 13:49). Su éxito despertó finalmente la activa oposición de los judíos, quienes lograron que 870 los magistrados los expulsaran de la ciudad (v 50).

d. Iconio, Listra y Derbe. A unos 130 km al este sudeste de Antioquía estaba lconio, el siguiente lugar donde trabajaron Pablo y Bernabé. Sus esfuerzos se vieron coronados por un gran éxito (Hch. 14:1), y predicaron en esa ciudad "mucho tiempo" apoyados por el testimonio de señales y prodigios milagrosos (v 3). Pero los judíos que habían rechazado su mensaje consiguieron que muchos gentiles se volvieran contra Pablo y Bernabé, y dividieron la ciudad en 2 bandos (vs 2, 4). Finalmente hicieron planes de usar la violencia contra los apóstoles (v 5). Al saber de ello, huyeron a "Listra y Derbe, ciudades de Licaonia" (Hch. 14:6; cf Mt. 10:23), a unos 37 km al sudsudoeste, y a 83 km al sudeste de Iconio, respectivamente.
En Listra, Pablo sanó a un hombre que había sido inválido toda su vida (Hch. 14:8-10). Este milagro llevó a los habitantes supersticiosos a creer -quizá por algún antiguo mito que describía a los dioses Zeus (Júpiter) y Hermes (Mercurio) en sus visitas a esa parte del mundo- que Bernabé y Pablo eran Júpiter y Mercurio (Hch. 14:11, 12). Se prepararon para ofrecerles sacrificio, y sólo con gran dificultad Pablo pudo convencerlos de que no lo hicieran (vs 13-18; fig 322). En Listra las labores de los apóstoles terminaron cuando los judíos enemigos de Antioquía y de lconio soliviantaron a una multitud que apedreó a Pablo y lo arrastró fuera de la ciudad como muerto (Hch. 14:19). Conservado milagrosamente, se reanimó y entró de nuevo en la ciudad, pero salió de ella al día siguiente, acompañado por Bernabé (v 20). Después Pablo y Bernabé trabajaron en Derbe, donde quizá permanecieron un tiempo, porque allí hicieron "muchos discípulos" (Hch. 14:20, 21; figs 159, 160).

e. Regreso a Antioquía de Siria. Desde Derbe comenzaron a desandar su camino pasando por Listra, Iconio y Antioquía de Pisidia, donde visitaron las iglesias, fortalecieron a los creyentes y nombraron dirigentes en ellas (Hch. 14:21-23). También predicaron en Perge, donde Juan Marcos los había abandonado al comienzo de su viaje (v 25). Sin duda, impacientes por regresar a su base en Antioquía de Siria, los apóstoles se embarcaron en el puerto de Atalia, a pocos kilómetros de Perge (Mapa XX, B-5, la línea roja Nº 1 hacia el este). Al llegar a Antioquía contaron a la iglesia del éxito entre los gentiles (vs 25-27). Así terminó el 1er viaje misionero, que tal vez les llevó unos 2 años (c 45-47 d.C.). Pablo quedó en Antioquía por un tiempo (v 28), durante el cual, sin duda, siguió atrayendo a muchos gentiles hacia el cristianismo.

'''2. Los judaizantes y el Concilio de Jerusalén.'''

Con el correr del tiempo surgió una crisis, que si no se resolvía con prontitud retardaría grandemente la expansión del cristianismo entre los gentiles. Un grupo de judíos cristianos de Judea visitó la iglesia de Antioquía y comenzó a enseñar que la circuncisión y la observancia de la ley de Moisés eran necesarias para la salvación (Hch. 15:1). Pablo y Bemabé, sin embargo, sostenían que la circuncisión no era necesaria para los conversos gentiles. Como resultado, hubo una "discusión y contienda no pequeña" entre los 2 grupos (v 2). Finalmente, los creyentes decidieron que el asunto debía ser llevado ante los dirigentes de la iglesia de Jerusalén, y que Pablo y Bernabé y otros debían ir allá (v 2). Esta decisión habría sido sugerida por Pablo, que más tarde dijo que había recibido una revelación con respecto al tema, y que había ido con Bernabé y Tito, un converso griego, a consultar a los dirigentes (Gá. 2:2, 3).

Al llegar a Jerusalén, Pablo y la comitiva fueron recibidos cordialmente por los creyentes (Hch. 15:4). Contaron cómo Dios había bendecido el trabajo entre los gentiles, pero que ciertos fariseos, miembros de la iglesia, pronto levantaron la cuestión de la necesidad de la circuncisión y de la observancia de la ley mosaica (v 5). En consecuencia, se convocó a un concilio para decidir la cuestión (v 6; probablemente el 49 d.C.). El terna se discutió extensamente, con Pedro, Bernabé y Pablo hablando contra la exigencia de imponer la ley ceremonial a los gentiles (v 7-12). Predominaron sus puntos de vista, y se decidió que los conversos gentiles no necesitaban circuncidarse o guardar la ley de Moisés. Sin embargo, se les pediría que se abstuvieran de contaminarse con los ídolos, de fornicación, de ahogado y de sangre (vs 13-21). Luego de haber completado su misión con éxito, Pablo y el resto de la delegación de Antioquía volvieron acompañados por hermanos comisionados para llevar cartas de la iglesia de Jerusalén. El resultado de la reunión fue recibido favorablemente por los creyentes de Antioquía (Hch. 15:22-31).

Una vez más Pablo y Bernabé reanudaron su tarea de enseñar y predicar en Antioquía (Hch. 15:35). Es posible que el efecto del Concilio de Jerusalén, relatado en Gá. 2, ocurriera durante este tiempo. Pedro fue a visitar a los creyentes y, en armonía con el espíritu de la decisión del concilio, comió con los gentiles, una práctica que era anatema para los judíos. Sin embargo, cuando ciertos cristianos judaizantes llegaron a la ciudad, Pedro, tal vez temeroso de una repetición de la anterior disputa sobre el tema de la ley ceremonial, no siguió haciéndolo (Gá. 2:11, 12); en tal actitud fue acompañado por Bernabé y otros (v 13). Cuando Pablo lo supo, los reprendió severamente en público por su conducta (vs 14-21).
La mente de Pablo se volvió ahora a las iglesias del Asia Menor. Le sugirió a Bernabé que volvieran a visitarlas (Hch. 15:36). Bernabé aceptó la idea, pero insistió en llevar consigo a Juan Marcos (v 37), lo que Pablo rechazó por cuanto Marcos los había abandonado antes y no se podía confiar en él (v 38). Esta diferencia de opinión llegó a ser causa de una disputa que los hizo separarse: Pablo escogió a un nuevo compañero de viajes, Silas, mientras Bernabé tomó consigo a Marcos y se fue a Chipre (Hch. 15:39, 40).

'''3. Segundo viaje misionero.'''

Pablo y Silas comenzaron lo que se denomina su 2a viaje misionero. Viajaron por tierra (Mapa XX, B-6/5, línea roja Nº 2 hacia el oeste), visitando las iglesias de Siria y de Cilicia (Hch. 15:40, 41). Sin duda estuvieron con los creyentes de la ciudad originaria de Pablo, Tarso, en Cilicia. Al llegar a Derbe y Listra, Pablo encontró otro compañero de viaje: Timoteo,* un joven de buena reputación, de madre judía y padre griego (16:1-3). Desde Derbe y Listra, Pablo y los misioneros que lo acompañaban fueron "por las ciudades" informando a las iglesias de la decisión del Concilio de Jerusalén (Hch. 16:4). Estos decretos, que declaraban que a los gentiles no se les requería la observancia de la ley ceremonial, sin duda tuvieron mucho que ver con el posterior crecimiento de la iglesia en esa región (v 5).

a. Frigia y Galacia. Luego Pablo y sus compañeros viajaron "atravesando Frigia y la provincia de Galacia"* (Hch. 16:6). En ese tiempo, de acuerdo con el punto de vista de este Diccionario, se estableció la iglesia a la que dirigió su epístola a los Gálatas. En consecuencia, es en este viaje que Pablo fue afligido con la "enfermedad del cuerpo" mencionada en Gá. 4:13. Después hizo planes de emprender obra de evangelización en la región al oeste de Galacia, conocida en esa época como Asia* (Mapa XX, B-4), pero el Espíritu Santo le prohibió hacerlo (Hch. 16:6). En consecuencia, con sus compañeros se dirigió a Misia en el noroeste, para ir a la región de Bitinia (Mapa XX, A-4/5) y predicar allí, pero el Espíritu también le cambio los planes (v 7). De modo que pasaron por alto Misia y Bitinia y siguieron su camino hasta que llegaron a la ciudad de Troas (Mapa XX, B-4), a orillas del Mar Egeo (v 8).

b. El llamado a Macedonia. En Troas, Pablo entró en un campo nuevo y lleno de desafíos. En una visión nocturna un hombre de Macedonia lo instó a llevar el evangelio a ese país (Hch. 16:9). Inmediatamente él y sus compañeros se prepararon para responder al llamado, que reconocieron como procedente de Dios (v 10). Se embarcaron en un navío que partía para Neápolis, en Macedonia (Mapa XX, A-3), y llegaron al 2º día (v 11); de allí siguieron a Filipos (v 12).

c. Filipos. Aparentemente no había sinagoga judía en Filipos (Mapa XX, A-3), pero al saber que existía cierto lugar para la oración fuera de la ciudad junto a un río, Pablo y sus acompañantes fueron allí el sábado, y él predicó a un grupo de mujeres que estaban reunidas (Hch. 16:13). Como resultado, una dama de negocios, Lidia, media prosélita* del judaísmo, se convirtió y, con toda su casa, fue bautizada. Desde entonces su hogar llegó a ser la sede de trabajo de Pablo y sus compañeros de ministerio (v 14).
Pronto ocurrió un incidente que detuvo los esfuerzos de Pablo en Filipos. Una joven esclava, que supuestamente poseía capacidades sobrenaturales que eran usadas para ventaja económica de sus amos, comenzó a seguir a los misioneros gritando: "Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, quienes os anuncian el camino de salvación" (Hch. 16:16, 17). La molestia llegó a un punto en que el apóstol no pudo soportar más, de modo que en el nombre de Jesús expulsó al mal espíritu que la había estado controlando (v 18). Como sus supuestas capacidades "proféticas" habían desaparecido, sus amos se vieron privados de los ingresos que ella les proporcionaba. Enojados contra Pablo y Silas, los arrastraron ante las autoridades civiles y los acusaron, como judíos, de enseñar cosas contra las leyes de Roma (vs 19-21). Esto fue suficiente para agitar al populacho y a las autoridades contra ellos. Se los azotó severamente y se los puso en el cepo en una celda interior de la cárcel (vs 22-24; fig 222).
A medianoche, mientras Pablo y Silas estaban orando y cantando himnos de alabanza, un terremoto repentino sacudió la cárcel, abrió las puertas y liberó de las cadenas a los presos (Hch. 16:25, 26), quizás al desprenderse de las paredes a las que estaban fijadas. El carcelero se despertó, y al ver las puertas abiertas pensó que los prisioneros, por los que 872 debía responder con su vida, habían escapado. Estaba a punto de suicidarse cuando la voz serena de Pablo le informó que ninguno había huido (vs 27, 28). Convencido a esta altura de que los misioneros eran hombres de Dios, pidió luz y cayendo delante de ellos preguntó qué debía hacer para ser salvo. Pablo le habló de la fe en Cristo. Luego él tomó a los 2 apóstoles y los llevó a su casa, les curó las heridas, puso comida delante de ellos y reunió a su familia para escuchar su mensaje. Antes del amanecer, el carcelero y toda su familia fueron bautizados (Hch. 16:29-34).

Cuando llegó la mañana, las autoridades civiles enviaron a algunos oficiales a la prisión para liberarlos (Hch. 16:35, 36). Pero Pablo rehusó abandonar la cárcel, afirmando que él y Silas, ciudadanos romanos, habían sido azotados y puestos en prisión ilegalmente. Por tanto, quienes los habían condenado y maltratado injustamente en público debían hacer la reparación públicamente. Al escuchar esto, el magistrado de la ciudad les pidió disculpas y les rogó que se fueran de la ciudad. Después de pasar por la casa de Lidia y saludar a los hermanos, los 2 misioneros abandonaron Filipos (vs 37-40).

d. Tesalónica y Berea. Pablo y su grupo siguieron hacia el oeste (Mapa XX, A-3, línea roja Nº 2 hacia el oeste), pasando por Anfíposis y Apolonia, y llegaron a Tesalónica* (Hch. 17:1). La afirmación de que había una sinagoga judía en esta última ciudad implica que no existía ninguna en las anteriores; tal vez esto explique por qué no se detuvieron en ellas. En Tesalónica, Pablo siguió su costumbre de predicar a Cristo en la sinagoga. Lo hizo durante 3 sábados sucesivos, y como resultado se convirtieron algunos judíos, "y de los griegos piadosos gran número, y mujeres nobles no pocas" (vs 2-4). Parecería que el apóstol siguió con su oficio de fabricar tiendas o carpas durante la semana (Hch. 18:3; 1 Ts. 2:9; 2 Ts. 3:8). Pero pronto comenzó a desarrollarse una situación que ya le resultaba familiar. Ciertos judíos no creyentes, celosos del éxito de Pablo, agitaron toda la ciudad contra él y sus compañeros. La turba atacó la casa de un tal Jasón, donde habían estado alojados. Como no los encontraron, arrastraron a Jasón y a algunos de los creyentes ante las autoridades de la ciudad, acusándolos de perturbar la paz y de poner a Jesús como rival del César (Hch. 17:5-7), acusaciones que perturbaron a los ciudadanos y dirigentes de Tesalónica. En consecuencia, se obligó a Jasón y a los demás a pagar una fianza, tal vez como garantía de que mantendrían la paz, y luego fueron liberados (vs 8, 9); pero la situación tensa aconsejó que Pablo y Silas abandonaran la ciudad, y viajaron de noche a Berea* (v 10).

Al llegar a Berea, el apóstol una vez más fue a la sinagoga a evangelizar a los judíos. Los bereanos fueron "más nobles que los que estaban en Tesalónica", porque recibieron la palabra de Pablo después de verificarla con las Escrituras (Hch. 17:11). En consecuencia, un grupo grande, incluyendo un número no especificado de mujeres griegas, se unió a la iglesia cristiana (v 12). Entretanto, la noticia del trabajo de Pablo en Berea llegó a Tesalónica y así, no contentos de haberlo expulsado de ella, los judíos de esa ciudad decidieron correrlo también de Berea. Fueron hasta allí y agitaron a la gente contra el apóstol. Los creyentes lo embarcaron de inmediato en un barco que salía para Atenas* (Mapa XX, B-3, la línea roja Nº 2 hacia el sur), hacia donde fue acompañado por algunos creyentes bereanos. Sin embargo, Silas y Timoteo permanecieron en Berea (vs 13-15).

e. Atenas. Parecería, según Hechos, que Pablo no habría tenido la intención de predicar en Atenas, sino sólo esperar la llegada de sus colaboradores. Sin embargo, no se menciona en Hechos que Silas y Timoteo se le unieran en esa ciudad, aunque 1 Ts. 3:1-5 sugiere que Timoteo fue a Atenas, pero que fue enviado por Pablo inmediatamente a la iglesia de Tesalónica. De cualquier modo, la presencia de muchos ídolos en la capital griega lo motivaron a la acción. De acuerdo con un antiguo informe, en los días de Pablo allí había más de 3.000 estatuas, la mayoría de las cuales tenían relación con el culto pagano. Comenzó a predicar en la sinagoga y en el mercado o ágora (fig 53). Pronto consiguió la atención de ciertos filósofos griegos que, deseando conocer más de sus enseñanzas, lo llevaron al Areópago* (Hch. 17:16-22), o colina de Marte, en el centro cívico de la ciudad (fig 37). Su discurso, una porción del cual aparece en los vs 22-31, fue magistralmente adaptado al pensamiento de sus oyentes paganos, pero sólo consiguió que se burlaran de él (v 32). No obstante, tuvo éxito en ganar algunos conversos en esa ciudad (v 34).

f. Corinto. Después de esa experiencia en Atenas, Pablo viajó solo hacia el oeste, a Corinto* (Hch. 18:1; Mapa XX, B-3). Allí se puso en contacto con Aquila y Priscila, judíos que habían llegado hacía poco de Italia, después del decreto del emperador Claudio que expulsaba de Roma a todos los judíos (v 2). Como también eran fabricantes de tiendas, 873 Pablo se alojó con ellos y trabajó en su oficio (v 3). Muy probablemente el apóstol llegó a Corinto a comienzos del 51 d.C.; permaneció allí más de un año y 6 meses (Hch. 18:11, 18). Al comienzo trabajó con los judíos en la sinagoga (v 4), como era su práctica al entrar en una ciudad nueva. Sin embargo, una vez más, cuando la mayoría de los judíos se opuso y lo injurió, se apartó de ellos y comenzó a trabajar en forma directa por los gentiles (v 6). Como ya no podía predicar en la sinagoga, realizó sus reuniones en una casa contigua cuyo dueño adoraba a Dios (v 7). El evangelio produjo mucho fruto en esa ciudad, y entre los conversos estaba el dirigente de la sinagoga (v 8; fig 470). Entretanto, Silas y Timoteo llegaron con las animadoras noticias de la fidelidad de los tesalonicenses (Hch. 18:5; 1 Ts. 3:6). Estas buenas nuevas inspiraron a Pablo a escribir su 1ª epístola a los Tesalonicenses, probablemente en el 51 d.C. Es la la epístola que se ha conservado. Más tarde, tal vez a fines del mismo año o a comienzos del año siguiente (52 d.C.), escribió 2 Ts.

Por fin, la persecución activa que había sido tan pronta en otras ciudades, comenzó también a amenazarles en Corinto. Sus enemigos judíos lo acusaron ante Galión, el procónsul de Acaya, de enseñar una religión no legalmente reconocida por Roma. Sin embargo, Galión echó a los acusadores, rehusando inmiscuirse en un caso que él consideraba una disputa sobre la ley judía y no la ley romana. Al ver esto, la turba tomó al principal de la sinagoga y lo golpeó ante Galión (Hch. 18:12-17; fig 137).

Después de un período no definido de tiempo, durante el cual parece que predicó sin oposición activa, Pablo se embarcó hacia Siria* (Mapa XX, B-3, línea roja Nº 2 hacia el este), acompañado por Aquila y Priscila (Hch. 18:18). Se detuvo brevemente en Efeso y predicó en la sinagoga. Su mensaje fue recibido con alegría por los oyentes, quienes tal vez fueran tanto gentiles como judíos, y lo invitaron a quedarse más tiempo. Sin embargo, Pablo decidió seguir su viaje, prometiéndoles regresar si le era posible. Tomó un barco hacia Cesarea (Mapa XX, B-4/5, línea roja Nº 2 hacia el sur y el este) dejando a Aquila y a Priscila en Efeso, sin duda para seguir la obra que él había comenzado allí. Desembarcó en Cesarea (fig 123), visitó brevemente Jerusalén para saludar a la iglesia y luego siguió hacia Antioquía, donde había comenzado sus giras misioneras (vs 19-22). Así terminó su 2º viaje misionero, que duró aproximadamente 3 años, quizá desde algún momento del 49 d.C. hasta cerca del fin del 52 d.C.

'''4. Tercer viaje misionero.'''

No se sabe la duración de la permanencia de Pablo en Antioquía después de su 2º viaje misionero. Es probable que haya sido de algunos meses, por lo menos, antes de partir para el 3º (Mapa XX, B-6; sígase la línea roja Nº 3 hacia el oeste). Recorrió "por orden la región de Galacia y de Frigia, confirmando" a los miembros de las iglesias que había establecido antes (Hch. 18:23). "Después de recorrer las regiones superiores vino a Efeso" (19: 1), que sería su centro de acción esta vez.

a. Efeso. Allí (Mapa XX, B-4) encontró a 12 hombres que evidentemente recibieron instrucción de Apolos,* pero que no tenían el pleno conocimiento del evangelio. Pablo los instruyó y, al rebautizarlos, recibieron el Espíritu Santo (Hch. 19:1-7). Por unos 3 meses predicó y razonó con la gente en la sinagoga. Luego, por causa de la oposición, se mudó con sus conversos a "la escuela de uno llamado Tiranno", donde tenían reuniones cada día (vs 8, 9). Esta escuela fue su centro de operaciones por "dos años", durante los cuales "todos los que habitaban en Asia" oyeron el evangelio (v 10). Se hicieron muchos milagros (vs 11, 12) y muchos se convirtieron, y la palabra "crecía y prevalecía poderosamente" (vs 18-20).
Hacia el final de su estancia en Efeso, Pablo escribió 1 Co., quizás en la primavera del 57 a.C. En ella revelaba sus planes de visitar la iglesia vía Macedonia, después de permanecer en Efeso hasta Pentecostés (1 Co. 16:5-8; cf Hch. 19:21). Sin embargo, pronto surgieron circunstancias que apresuraron su partida del lugar: 1ª oposición había estado creciendo y culminó poco después que despachara su carta (1 Co. 15:32). Esto ocurrió cuando el platero Demetrio, tal vez un destacado miembro del gremio de fabricantes de templetes en honor de la diosa Artemisa (Diana*), se preocupó bastante por la pérdida de las ventas de estatuillas porque muchos se hacían cristianos. Por tanto, llamó a los artífices y les demostró cómo la predicación de Pablo contra la adoración de los ídolos había afectado su actividad, no sólo localmente, sino también en gran parte de la provincia de Asia. Además, les señaló que estaba minando el respeto por la diosa y su templo, "a quien venera toda Asia y el mundo entero" (Hch. 19:23-27). Los oyentes de Demetrio se enfurecieron y comenzaron a gritar: "¡Grande es Diana de los efesios!" Consiguieron agitar a toda la ciudad hasta la indignación. Buscando a alguien sobre quien descargar su ira, arrastraron a 2 de 874 los compañeros de viaje hasta el teatro (fig 174). Pablo decidió ir también, pero sus discípulos y algunos de sus prominentes amigos efesios se lo impidieron (vs 28-31). Finalmente el escribano consiguió calmar a la turba y dispersarla pacíficamente (vs 32-41). Después de este tumulto, Pablo consideró oportuno dejar Efeso, donde había pasado "tres años" (20:1, 31), quizá desde el 54 hasta el 57 d.C, Separándose de los creyentes, salió rumbo a Macedonia. Acerca de la posibilidad de una visita a Corinto durante su permanencia en Efeso, véase CBA 6: 831, 832, 918, 919.

b. Macedonia y Corinto. Lucas, en Hch. 20, sólo ofrece un informe rápido de la visita a Macedonia y Acaya, pero en sus epístolas Pablo agrega algunos detalles más. Viajó desde Efeso a Troas* (Mapa XX, B-4, línea roja Nº 3), donde su predicación fue recibida favorablemente. Allí el apóstol esperaba encontrar a Tito con un informe de la reacción de la iglesia de Corinto a su 1ª epístola, enviada poco antes, pero se chasqueó al no hallarlo. Entonces se apresuró a ir a Macedonia* (Mapa XX, A-3), mientras los creyentes de Corinto pesaban mucho en su alma (2 Co. 2:12, 13; cf 1:9). Vio a Tito y recibió noticias alentadoras de la iglesia (7:5-7). Muy animado por el informe, el apóstol escribió 2 Co., donde promete verlos (13:1, 2); evidentemente la envió con Tito (8:16, 17, 23). Luego Pablo fue hacia el sur (línea roja Nº 3), hasta Grecia (Hch. 20:2), y visitó a los creyentes. Quedó en Corinto unos 3 meses y allí escribió las epístolas a los Romanos* y a los Gálatas* (v 3), c 58 d.C.

c. Regreso vía Macedonía. Hizo planes de tomar un barco para Siria, pero cuando estaba por embarcarse se enteró de un complot de algunos enemigos judíos para matarlo, tal vez a bordo. En consecuencia, cambió su propósito y fue por Macedonia, frustrando el complot de sus presuntos asesinos (20: 3). Viajó hacia el norte, quizá pasando por Berea y por Tesalónica* (Mapa XX, A-3; volviendo por la línea roja Nº 3 hacia el norte y el noreste), hasta Filipos. Mientras varios de sus acompañantes cruzaron hasta Troas, Pablo y Lucas quedaron en Filipos durante la Pascua, y "pasados los días de los panes sin levadura" navegaron para unirse a los demás (20:4-6).

d. Troas y viaje a Palestina. Pablo pasó una semana en Troas. La tarde anterior a su partida hubo una reunión de despedida. Más o menos a medianoche un joven llamado Eutico, que estaba sentado en una ventana abierta de la sala del 3er piso en la que Pablo hablaba, se durmió y cayó al suelo, de donde fue levantado "muerto". El apóstol se apresuró a bajar, lo abrazó y afirmó que estaba vivo, y el joven revivió (Hch. 20:7-10, 12). Regresando a la sala de reuniones, el grupo celebró la Cena del Señor, luego de lo cual siguieron conversando hasta el amanecer. Después se despidió y salió (v 11) para caminar unos 32 km hasta Assos, para tomar el barco en el que había estado viajando, el cual navegaba alrededor de la península (Mapa XX, B-4). Después de reunirse con sus compañeros, navegaron vía Mitilene, Jíos y Samos hasta Mileto (vs 13-17), a unos 64 km al sur de Efeso. A propósito había dejado de esta ciudad, porque sin duda una detención allí habría impedido que llegara a Jerusalén para Pentecostés, para lo cual faltaba poco. Pero envió un mensaje a los ancianos de la iglesia pidiéndoles que se reunieran con él en Mileto. El registro de este encuentro, durante el cual Pablo les advirtió contra las herejías y los exhortó a ser fieles, es uno de los pasajes más emotivos de Hechos (vs 18-35). Antes de salir, oró con sus visitantes, luego se despidió con lágrimas y siguió navegando (vs 36-38). Habiendo llegado finalmente, vía Cos y Rhodes (línea roja Nº 3 hacia el sur y el este), a Pátara, ciudad de la costa de Lisia, Pablo y sus compañeros tomaron otro barco con el que finalmente llegaron a Tiro (Mapa XX, C-6; fig 513), en Fenicia (21:1-3). Allí se encontró con algunos creyentes, y permaneció con ellos una semana. Durante ese tiempo fue advertido por un profeta del peligro de ir a Jerusalén. Cuando llegó el momento de embarcarse otra vez, todo el grupo de creyentes lo acompañó a la playa. El barco de Pablo se detuvo luego en Tolemaida, donde pasaron un día con los hermanos y después continuaron viaje, probablemente a pie, hasta Cesarea. Aquí se alojaron en casa de Felipe, el evangelista y diácono (Hch. 21:4-8; cf 6:5). En algún momento de su estadía en Cesarea, el profeta Agabo* predijo los malos resultados que seguirían a la visita a Jerusalén. Al escuchar esto, tanto los que acompañaban al apóstol como la iglesia de Cesarea lo instaron a no ir, pero él se mantuvo inflexible en su decisión (21: 10-14).

'''IV. Pablo, el prisionero.'''

'''1. Arresto de Pablo en Jerusalén.'''

Cuando Pablo y su grupo llegaron a Jerusalén fueron recibidos alegremente por los cristianos del lugar. El informe que dio a los dirigentes de la iglesia, con respecto a la difusión del evangelio entre los gentiles, produjo gran regocijo. Sin embargo, 875 al mismo tiempo los líderes le contaron que circulaban informes de que estaba instando a los cristianos judíos helenistas, como también a los conversos gentiles, a no seguir la circuncisión y las demás leyes de Moisés (Hch. 21:15-21). Este informe no era cierto y evidentemente era una invención de sus enemigos (cf 16:3; 18:18; 24:14; 25:8). No obstante sugerían que, con el fin de demostrar que las acusaciones eran falsas, Pablo se uniera a otros 4 judíos cristianos que habían hecho un voto y se sometiera a un acto de purificación ceremonial en el templo, demostrando así públicamente que él no había rechazado las leyes mosaicas. El apóstol aceptó la idea. Casi había terminado el período de su voto cuando unos judíos del Asia, quizá de visita en Jerusalén para Pentecostés, lo reconocieron y agitaron a la gente contra él acusándolo falsamente no sólo de predicar contra las costumbres e instituciones judías, sino también de contaminar el templo por llevar consigo a griego, (21:22-29). El informe de esta presunta profanación del templo se esparció rápidamente, atrayendo una multitud a los recintos sagrados (fig 500); queriendo matarlo, lo tomaron y lo sacaron del edificio. Entretanto, Claudio Lisias, el tribuno militar a cargo de la guarnición romana y estacionado evidentemente en la vecina Torre Antonia que dominaba el templo, oyó los disturbios (23:26). Rápidamente acudió con sus soldados para aplastar el movimiento. Al ver que el motivo se centraba en Pablo, lo arrestó y lo hizo encadenar. Después de esto, preguntó quién era el hombre y cuál era su crimen por haber provocado tanto tumulto. Como no pudo conseguir una respuesta de la turba, ordenó que el apóstol fuera escoltado hasta la fortaleza. Luego de haber sido conducido con dificultad en medio de la multitud airada, Pablo pudo convencer al comandante de que no era un criminal buscado por las autoridades romanas. Se le permitió hablar a la gente desde la escalinata que llevaba a la fortaleza (Hch. 21:30-40; figs 498, 499), desde donde les contó en lengua "hebrea", es decir aramea,* la historia de su vida. Su audiencia lo escuchó en calma hasta que les dijo cómo Dios lo había comisionado para predicar a los gentiles. Ante estas palabras, los judíos comenzaron a gritar y exigieron su muerte. Por esto, el comandante que tal vez no entendía arameo y no sabía la razón por el repentino desorden, ordenó que Pablo fuera examinado con azotes. Mientras lo ataban, el apóstol reveló que era ciudadano romano, lo que lo salvó de la tortura. Al día siguiente, Lisias quiso conocer plenamente la razón de los disturbios: reunió al Sanedrín y puso a Pablo ante él, para que esclareciera el problema (cp 22). El apóstol estuvo en presencia del Sanedrín sólo unos minutos para darse cuenta de que no se realizaría un juicio imparcial (23:1-5). Con astucia dividió al concilio afirmando que se lo llamaba al tribunal por creer, como fariseo, en la resurrección de los muertos. Los saduceos, que la negaban, comenzaron a pelear contra los fariseos. Así, sin quererlo, éstos se vieron obligados a defenderlo. Tan grave fue la discusión que Lisias, temiendo que el apóstol fuera descuartizado en la refriega, envió a sus soldados para rescatarlo y llevarlo a la torre (vs 6-10). Esa noche, Pablo recibió la seguridad divina de que Dios lo estaba conduciendo y que testificaría en Roma, como él había deseado (v 11). Al día siguiente, su sobrino (v 16), informado de que un grupo de más de 40 personas se habían juramentado para asesinarle (vs 12-15), fue a la fortaleza para avisarle. El apóstol le pidió que le contara al mismo Lisias del plan. El comandante, al saber que le pedirían como pretexto que al día siguiente presentara a Pablo otra vez ante el Sanedrín con el fin de dar oportunidad a los asesinos de matar al prisionero, ordenó de inmediato que con una fuerte escolta armada esa misma noche lo llevaran a Cesarea* (vs 17-24), capital romana de Judea.

'''2. Audiencias en Cesarea.'''

En Cesarea Pablo fue entregado a Félix, el gobernador de Judea, con una carta de Lisias. Félix le interrogó y luego ordenó que fuera confinado en el pretorio* hasta que llegaran los acusadores judíos desde Jerusalén (Hch. 23:25-35). Después de 5 días, Ananías, el sumo sacerdote, acompañado con algunos ancianos y Tértulo, un orador profesional, se presentó y acusó al apóstol de sedición y de profanación del templo (24:1-9). Después que el acusado habló en defensa propia, Félix postergó la decisión hasta que se presentaran más evidencias. Entretanto, Pablo gozó de una buena medida de libertad (vs 10-23). Algún tiempo más tarde fue llevado otra vez ante Félix y su esposa judía, Drusila.* Parece que esta audiencia no tuvo carácter legal, y que sólo fue un pretexto para escuchar lo que el detenido tenía para decir. En esta ocasión Pablo habló "de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero", con el resultado de que la conciencia de Félix fue muy perturbada, aunque sólo temporariamente (vs 24, 25). Después de este evento, quedó en prisión 2 años, hasta que el gobernador fue reemplazado por Porcio Festo (vs 26, 27). Esto ocurrió por el 60 d.C.
Casi tan pronto como éste asumió el cargo, 876 los judíos le solicitaron que enviara a Pablo a Jerusalén para juzgarlo, con la intención de asesinarle en el camino. El gobernador rehusó hacerlo, pero los invitó a presentar en Cesarea sus acusaciones contra el apóstol. Así lo hicieron, pero sus cargos no tenían fundamento. Festo le preguntó a Pablo si estaba dispuesto a ser juzgado en Jerusalén. Sin duda, considerando que una orden de reiniciar el juicio en Jerusalén equivaldría a una sentencia de muerte, Pablo decidió invocar su derecho de ciudadano romano, y apeló a César (Nerón). La apelación fue aceptada, y tuvo que esperar la oportunidad de ser llevado a Roma, fuera del alcance de sus irritados conciudadanos (Hch. 25:1-12).

Poco después Herodes Agripa II, rey de los territorios al norte y al este de Judea, vino con su hermana Berenice a hacer una visita de cortesía a Festo, el nuevo gobernador de Judea. Este les relató la historia de Pablo, tras lo cual Agripa pidió escuchar al apóstol por sí mismo. Al día siguiente fue llevado ante los gobernantes (25:13-27), y se le dio permiso de hablar. Describió sus antecedentes, su conversión al cristianismo y sus experiencias al ser perseguido por los judíos. Cuando habló de Jesús y de su resurrección de los muertos, Festo declaró que el apóstol estaba loco. Sin embargo, Pablo apeló con poder a las convicciones del rey, pero sin éxito aparente. Después de su defensa, los gobernantes opinaron que el prisionero hubiera sido liberado si no hubiese apelado a César (Hch. 26:1-32).

'''3. Viaje a Roma.'''

Hecha la decisión de enviar a Pablo a Roma por barco (quizás en el otoño del 60 d.C.), junto con otros prisioneros, fue puesto bajo la custodia de un centurión llamado Julio, encargado del viaje a la capital del imperio (Hch. 27:1). Durante el mismo, tuvo por lo menos 2 compañeros cristianos: Aristarco (v 2) y Lucas, el autor de Hechos, como se observa por el frecuente uso del "nosotros" en la narración. Poco después de la partida, el barco se detuvo en Sidón (Mapa XX, C-6, línea roja Nº 4). Allí Pablo, que fue bien tratado por el centurión, recibió permiso para conversar con los creyentes. De Sidón (fig 463) el barco navegó entre la isla de Chipre y tierra firme (Mapa XX, B-5), y finalmente llegó a Mira, en Licia (vs 3-5), donde todo el grupo tomó otro navío con rumbo a Italia (v 6), lo cual hacía un total de 276 personas a bordo (v 37). Al salir de Mira tuvieron vientos contrarios, por lo que les llevó varios días recorrer menos de 320 km hasta Gnido (Mapa XX, B-4). Al fin, el barco llegó a la isla de Creta (Mapa XX, B-3/4) y con dificultad navegaron hasta un lugar llamado Buenos Puertos (vs 7, 8). Allí debatieron un tiempo si debían seguir o no por causa de lo tardío de la estación. Pablo aconsejó no continuar, pero el piloto y el patrón de la nave querían seguir, por lo que el centurión siguió el deseo de éstos. Como Buenos Puertos no era un lugar adecuado para pasar el invierno, decidieron tratar de llegar a Fenice, más adelante en la costa de Creta (vs 9-12). En consecuencia, tan pronto como hubo viento favorable salieron de Buenos Puertos. Sin embargo, poco después se levantó una gran tempestad con un viento del este o del este noreste. Cuando encontraron un poco de reparo en la isleta Clauda (Cauda), consiguieron subir a bordo al bote, que hasta entonces había sido remolcado. Al mismo tiempo, los marineros, temiendo que el barco naufragara, rodearon el casco con sogas para reforzarlo y arriaron las velas para determinar la velocidad con que eran arrastrados, porque tenían miedo de que la nave fuera llevada a Sirte, los temidos bancos de arena cercanos a la costa norte de África (Hch. 27:13-17; Mapa XX, C-2). Al día siguiente, como la tormenta no amainaba, creyeron necesario aliviar el barco arrojando algo de la carga al mar (cf v 38).
La tempestad duró varios días hasta que perdieron toda esperanza (Hch. 27: 20). Más o menos por ese tiempo, Pablo recibió una visión en la que se le mostró que no se perdería ninguna vida y que él tendría la oportunidad de estar ante el César. Contó este incidente a sus compañeros, exhortándoles a tener buen ánimo (vs 21-26). Por fin, una noche, 2 semanas después de iniciada la tormenta, los marineros sospecharon que estaban cerca de tierra. Los sondeos lo confirmaron, de modo que comenzaron a temer que la nave fuera arrojada sobre rocas. La anclaron y luego procuraron abandonarla secretamente en el bote que llevaban. Pablo advirtió que debían quedar en sus puestos si todos se querían salvar; de modo que los soldados cortaron las amarras del bote (vs 27 32). Mientras esperaban que se hiciera de día para decidir qué hacer, Pablo los instó a que comieran, señalando que habían "ayunado" por 14 días (vs 33, 34). Después que todos comieron, el barco anclado fue aliviado otra vez arrojando el trigo al mar (v 39). El amanecer reveló una tierra no familiar para los marineros, con una bahía. Decidieron tratar de llevar el navío hacia ella. Levaron las anclas, pero al llegar cerca de tierra encontraron un lugar de corrientes encontradas que arrojaron la nave sobre las rocas, donde varó. La popa se abría por la violencia 877 de las olas. Los soldados, considerando que debían responder con su vida por la de sus prisioneros, querían matarlos para que no pudieran escapar. Sin embargo, el centurión, en un intento por salvar a Pablo no se lo permitió. En cambio, ordenó que todos intentaran llegar a la orilla como mejor pudieran, y todos llegaron a ella son seguridad (vs 39-44). La tierra era la isla de Malta, a unos 900 km de la isla de Clauda, la última tierra que habían visto. Los habitantes de la isla de Malta fueron muy hospitalarios y procuraron satisfacer todas las necesidades de los náufragos. Mientras Pablo reunía combustible para hacer un fuego, fue mordido por una serpiente, por lo que los malteses supersticiosos pensaron que era un gran criminal que recibía el castigo por sus crímenes. Como no sufriera ningún daño, creyeron en cambio que debía ser algún dios (Hch. 28: 1-6). Pablo y su grupo fueron invitados a ser huéspedes de Publio, el "hombre principal" de Malta, y quedaron con él 3 días (v 7). Por las oraciones de Pablo, el padre de Publio fue sanado de disenteria. Cuando la noticia circuló, muchos otros enfermos vinieron y fueron sanados. Esto estimuló a los isleños a traer muchos regalos a Pablo y sus compañeros. Finalmente, después de pasar 3 meses en la isla (v 11), el grupo de náufragos zarpó para Roma, probablemente en la primavera del 61 d.C., en un barco alejandrino que había invernado allí (vs 8-11). Después de detenerse 3 días en Siracusa, en la isla ahora llamada Sicilia, el barco salió rumbo a Regio, en el extremo sur de Italia, y luego continuó hasta Puteoli, que estaba a unos 370 km más al noroeste. En Puteoli Pablo encontró a algunos cristianos, una evidencia de la difusión del evangelio en Italia. Después de pasar una semana con ellos, los viajeros partieron hacia Roma. Entretanto, la noticia de la llegada de Pablo al país lo había precedido, de modo que grupos de creyentes salieron a su encuentro. Se encontraron con Pablo en el Foro de Apio y en Tres Tabernas (figs 227, 434), a unos 64 y 48 km, respectivamente, de Roma sobre la Vía Apia. El apóstol quedo muy agradecido y animado por esta recepción (vs 12-15).

'''4. Primer encarcelamiento en Roma.'''

Al llegar a Roma, junto con los demás prisioneros, fue entregado al "prefecto militar" (Hch. 28:16), quizás el jefe de la guardia pretoriana (la guardia imperial con sede en Roma) a cargo de los prisioneros que apelaban al emperador. En ese tiempo, el cargo lo tenía Burrus, un hombre de buenos principios, cuya influencia refrenadora había ayudado a limitar los excesos del emperador Nerón. Pablo, tal vez por recomendación del centurión que lo había escoltado desde Cesarea, recibió permiso para vivir en una casa con un soldado como guardián personal (v 16) al que estaba encadenado (Hch. 28:20; cf Ef. 6:20; Col. 4:18). Sin embargo, se debería notar que se puede citar importante evidencia textual para la omisión de la cláusula "el centurión entregó los presos al prefecto militar".

Tres días después de su llegada a Roma, Pablo invitó a los ancianos judíos a visitarlo. Después de explicarles la razón de su prisión, se pusieron de acuerdo acerca de cuándo les expondría las doctrinas cristianas. El día señalado muchos vinieron a su alojamiento para escuchar mientras "les testificaba el reino de Dios". Esta reunión duró el día entero, durante el cual las verdades que predicaba se habrán debatido ampliamente. Al final de la reunión algunos creyeron, y otros, quizá la mayoría, no las aceptaron; no estuvieron "de acuerdo entre sí", por lo que citó de Is. 6:9 y 10, reprendiendo a los incrédulos por rehusar aceptar la luz que les había llegado (Hch. 28:17-28). El libro de Hechos y el informe bíblico terminan abruptamente con la afirmación de que Pablo, todavía preso, pudo vivir 2 años en una casa alquilada (fig 439), evidentemente con un guardia, y que los visitantes lo escuchaban predicarles de Cristo (vs 30, 31).

Para el resto de la vida del apóstol dependemos de escasos datos que se encuentran en sus epístolas redactadas durante su 1er encarcelamiento en Roma, de declaraciones contenidas en otros escritos tempranos y de la tradición. De este 1er período son las epístolas a los Efesios, a los Filipenses, a los Colosenses y a Filemón. Estas revelan que la cárcel fue una experiencia difícil para el anciano apóstol (Ef. 3:1; 6:20; Col. 4:18; Flm. 1, 9, 10). Por 878 Hch. 27:2 y Ef. 6:21 sabemos que Lucas, Aristarco y Tíquico fueron sus compañeros. También tuvo con él a Marcos, Justo, Epafras y Demas, tal vez sólo durante una parte del tiempo (Col. 4:10-12, 14; cf 2 Ti. 4:10). Epafrodito entregó la epístola de Pablo a los Filipenses (Fil. 2:25-30). Tíquico llevó la epístola a los Efesios (Ef. 6:21, 22) y, acompañado por Onésimo, la epístola a los Colosenses (Col. 4:7-9), y la que dirigió a Filemón, cristiano dueño de esclavos. Onésimo, el esclavo de Filemón que había huido a Roma, habría sido convertido por el apóstol en Roma (Col. 4:9; Flm. 10). De Fil. 4:18 sabemos que los filipenses le enviaron regalos por medio de Epafrodito.

'''5. Absolución y actividades posteriores.'''

Después de 2 años (tal vez en el 63 d.C.), Pablo fue juzgado por Nerón y absuelto. Las epístolas escritas durante este período de libertad, 1 Ti. y Tit., muestran que el apóstol realizó viajes misioneros después de su liberación. Clemente de Roma (La primera epístola de Clemente a los Corintios 5) dice que Pablo predicó tanto en el este como en el oeste. Como el apóstol había hecho planes de ir a España (Ro. 15:24, 28), es posible que visitara ese país en este período; el Fragmento Muratoriano (c 190 d.C.) afirma que visitó España. Quizá también cumplió su propósito de visitar Filipos (Fil. 2:24) y Colosas (Flm. 22; cf Col. 4:9; Flm. 10). De 1 Ti. 1:3 podemos concluir que fue a Macedonia y a Efeso. Aparentemente también visitó Creta (Tit. 1:5), y tal vez Corinto (2 Ti. 4:20). También habría pasado un invierno (tal vez el del 65 d.C.) en Nicópolis (Tit. 3:12), en la costa occidental de Grecia.

'''6. Segundo encarcelamiento en Roma; su muerte.'''

La narración bíblica guarda silencio con respecto a los eventos que llevaron al arresto final de Pablo. Bien pudo haber sido durante la cruel persecución de Nerón a los cristianos en esa época. El apóstol era un destacado líder entre ellos y, por tanto, un blanco natural para la sádica ferocidad del emperador. Se han sugerido Nicópolis, Efeso y Troas como posibles lugares del arresto, de los cuales Troas es el más plausible (2 Ti. 4:13). Fue llevado a Roma, donde no recibió ninguno de los favores otorgados en su anterior encarcelamiento. De acuerdo con la tradición, se lo confinó en la cárcel Mamertina, en el foro romano, y fue encadenado (2:9) como un criminal común (fig 390). Se vio abandonado casi por todos (4:16; cf vs 11, 20). La última epístola que tenemos de Pablo, la de 2 Ti., fue escrita en esta época. Sin duda, cuando la escribió ya había sido llevado a juicio una vez y se había defendido a sí mismo (vs 16, 17). Aparentemente, esperaba pronto un 2º juicio, y preveía una sentencia capital (v 6). Sin embargo, animó a Timoteo a hacer todo el esfuerzo posible para visitarlo antes de su muerte (2 Ti. 4:9, 21). Los autores cristianos tempranos son unánimes en la afirmación de que Pablo murió bajo Nerón en Roma. Su ejecución, que la tradición afirma que fue por decapitación en algún lugar de la Vía Ostia, habría ocurrido no más tarde que el 68 d.C., porque Nerón murió ese año. Probablemente fue ejecutado entre el 66 y el 68 d.C. Las propias palabras del apóstol en 2 Ti. 4:7 y 8 ofrecen un epitafio apropiado para su vida y resumen el propósito de ella: "He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida". Así murió un hombre de capacidades y virtudes realmente destacadas.

'''V. Pablo, su influencia.'''

Como teólogo está entre los mayores de todos los tiempos, y entre los que desarrollaron los fundamentos sobre los que se construyeron las doctrinas del cristianismo. Fue un orador hábil (Hch. 17:22-31) y un escritor de prosa vigorosa, que a veces llega a ser poética (1 Co. 13). También un gran evangelizador y organizador. Sin embargo, a pesar de sus muchos dones y su elevada vocación, fue un hombre de gran humildad (1 Co. 15:9; Ef. 3:8), deseoso de no ser carga para nadie (Hch. 20:34; 2 Co. 11:9; 1 Ts. 2:9; 2 Ts. 3:8). Se destacó como un predicador con un fuerte sentido del deber y del destino (Ro. 1:14; 1 Co. 9:16, 17; Gá. 1:15, 16). Fue versátil (1 Co. 9:19-22; 10:33), optimista (1 Co. 1:4; 2 Co. 4:16-18; Fil. 1:3-6; Col. 1:3; 1 Ts. 1:2), valeroso (Hch. 9:22-29; 13:45, 46; 20:22-24; etc.); poseyó un propósito definido (1 Co. 2:2; Fil. 3:13), una mente serena (Fil. 4:11, 12; 1 Ti. 6:6-8), celo (Hch. 22:3; Gá. 1:14; Fil. 3:6) y una fe inquebrantable (Ro. 8:28, 38, 39; Gá. 2:20; 2 Ti. 1:12).
En sus epístolas no da detalles sobre este hecho, pero sí afirma que perseguía a los cristianos y que se le apareció Jesús "a mí, que soy como el fruto de un aborto" (1 Corintios 15; 3-8).


== Viajes misionales ==
== Viajes misionales ==

Revisión del 09:13 24 nov 2009

San Pablo
Información personal
Nombre de nacimiento שאול התרסי y Saulus Tarsensis Ver y modificar los datos en Wikidata
Nombre en griego antiguo Παῦλος Ver y modificar los datos en Wikidata
Nombre en hebreo שאול‎ Ver y modificar los datos en Wikidata
Apodo Apóstol de los gentiles
Nacimiento c. 9
Tarso (actual Turquía)
Fallecimiento c. 67
Roma
Causa de muerte Decapitación Ver y modificar los datos en Wikidata
Residencia Tarso, Jerusalén, Damasco, Antioquía del Orontes, Salamina, Pafos, Antioquía de Pisidia, Konya, Listra, Derbe, Alejandría de Tróade, Filipos, Salónica, Véria, Atenas, Corinto, Éfeso, Mileto, Tiro, Acre, Cesarea Marítima, Sidón, Myra, Siracusa y Roma Ver y modificar los datos en Wikidata
Religión Fariseos y cristianismo Ver y modificar los datos en Wikidata
Educación
Alumno de Gamaliel Ver y modificar los datos en Wikidata
Información profesional
Ocupación Escritor, teólogo, misionero, religioso, rabino, viajero y artesano Ver y modificar los datos en Wikidata
Cargos ocupados Apóstol (desde 44) Ver y modificar los datos en Wikidata
Información religiosa
Festividad 29 de junio (martirio junto a Pedro)
25 de enero (conversión de Pablo)
10 de febrero (naufragio en la Isla de Malta)
18 de noviembre (dedicación de la Basílica de San Pablo Extramuros).
Venerado en Iglesia católica, Iglesia ortodoxa, Protestantismo (creen en San Pablo, respetando y siguiendo sus enseñanzas bíblicas)
Alumnos Lidia de Tiatira Ver y modificar los datos en Wikidata
Obras notables Epístolas paulinas Ver y modificar los datos en Wikidata

Pablo de Tarso, originalmente Saulo, también llamado San Pablo Apóstol, el Apóstol de los Gentiles y San Pablo de Tarso (nacimiento entre año 5 [cita requerida] y año 10 DC, Tarso (actual Turquía)- †año 67 en Roma), uno de los apóstoles más activos de Jesucristo.

Introducción

Según Reinaldo Fabris, autor del Libro "Pablo, el apóstol de las Gentes", este personaje no cambió su nombre al convertirse al cristianismo, ya que como ciudadano romano y nacido en Tarso, además de ser judío tenía gran influencia de la cultura helenística y romana, por lo que como todo romano de la época tenía un “praenomen” relacionado con una característica familiar (el cual es SAULO, su nombre judío), y un “cognomen” que se asocia a una característica física (que en este caso es PABLO, que es su nombre romano).

El conocimiento de la cultura helénica —hablaba fluidamente el griego como el arameo— le permitió predicar el Evangelio con ejemplos y comparaciones comunes de esta cultura por lo que su mensaje fue recibido en territorio griego claramente y ésta característica marca el éxito de sus viajes fundando comunidades cristianas. Pablo es considerado por muchos cristianos como el discípulo más importante de Jesús, a pesar de que nunca llegó a conocerlo, y, después de Jesús, una de las personas más importantes para el cristianismo; como también fue Pedro y Juan.

Pablo es reconocido por los católicos como un Santo. Hizo mucho para introducir el cristianismo entre los gentiles y es considerado como uno de las fuentes significativas de la doctrina de la primitiva iglesia cristiana.

Biografía

Nació entre el año 5 y el año 10[cita requerida] en Tarso, en la región de Cilicia, en la costa sur del Asia Menor (la actual Turquía). La ciudad de Tarso tenía concedida la ciudadanía romana por nacimiento (Hechos 22:22-29). Por lo que Pablo era ciudadano romano pese a ser hijo de judíos.

Hijo de hebreos y descendiente de la tribu de Benjamín, en su adolescencia es enviado a Jerusalén, donde estudia con el famoso rabino Gamaliel (Hch 22, 3). Tuvo una educación mucho mayor que los humildes pescadores que fueron los primeros apóstoles de Cristo.

Pablo de Tarso fue un activo perseguidor de los cristianos bajo la influencia de los fariseos. De hecho él fue de los que participó y asintió en la ejecución de San Esteban, el primer mártir (denominado protomártir) de la iglesia de aquel entonces, quien cayera víctima de lapidación no como consecuencia de la barbarie de la multitud, sino como cumplimiento de una ejecución judicial, pues Saulo contaba con la venia de Roma.[cita requerida]

En el año 36, camino a Damasco, tuvo una visión y se convirtió al cristianismo. Según el libro de los Hechos de los Apóstoles y las epístolas paulinas fue gracias a una aparición de Cristo camino de la ciudad de Damasco, luego de la cual pide ser bautizado.

Comenzó su actividad de evangelización cristiana en Damasco y Arabia. Es perseguido por los judíos y huye a Jerusalén, donde es visto por Bernabé quien lo lleva con Pedro y con Santiago en el año 36.[cita requerida] Huye de Jerusalén, escapando de los judíos de habla griega. Se lo llevan a Cesárea y es enviado a refugiarse en Tarso.

Bernabé acude a Tarso y se va con Pablo a Antioquía, donde pasaron un año evangelizando. Antioquía se convierte en el centro de los cristianos convertidos desde el paganismo. Aquí surge por primera vez la denominación de cristianos para los discípulos de Jesús.

La conversión

En las obras de arte y en la creencia popular se tiene la imagen de que Pablo se cayó de su caballo, cuando ni en las epístolas ni en los Hechos de los Apóstoles se menciona una caída de un caballo y, es más, pudiera tratarse de un anacronismo.

Según los Hechos de los Apóstoles "Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote, y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén. Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. Él, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer. Y los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, mas sin ver a nadie. Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco, donde estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió."

En sus epístolas no da detalles sobre este hecho, pero sí afirma que perseguía a los cristianos y que se le apareció Jesús "a mí, que soy como el fruto de un aborto" (1 Corintios 15; 3-8).

Muchos científicos han querido refutar la llamada Visión de Pablo, aduciendo varias explicaciones rayanas en la especulación.[cita requerida]

Se ha sugerido a través de no-creyentes, que este fenómeno podría tratarse de un ataque epiléptico, pues la epilepsia puede ocasionar ceguera temporal y visiones místicas acompañadas de sentimiento de placer (epilepsia extática). También se ha comparado este relato con una experiencia cercana a la muerte, se ha dicho que podría haber sufrido un delirio como consecuencia de una insolación, etc.

En contra de la hipótesis de una experiencia cercana a la muerte, puede decirse que la luz que se ve en este tipo de experiencias no causa ceguera, aunque no puede descartarse que la ceguera de Pablo sea metafórica y no física, en cuyo caso esta teoría sería más plausible.

Decapitación de San Pablo. Pintura de Enrique Simonet de 1887.

La hipótesis de una epilepsia del lóbulo temporal derecho es defendida, entre otros, por el neurobiólogo Francisco J. Rubio. Sin embargo, de tratarse de una epilepsia sería atípica, pues, siguiendo a este científico, los que sufren este mal relatan que han conectado con Dios si son creyentes (p.e. Santa Teresa de Jesús), mientras que los budistas hablan de iluminación, es decir, que suele haber cierta predisposición. En el caso de Saulo, sin embargo, resulta atípico que manifieste haber visto a Jesús cuando se dedicaba a perseguir a sus seguidores y se pase al enemigo.

En cualquier caso, con independencia de si la visión en el camino de Damasco fue milagrosa o tiene explicación científica, el resultado es que Saulo de Tarso, que se dedicaba a "perseguir sobremanera" y "asolar" con "celo" las comunidades cristianas, según sus propias palabras (Gálatas 1; 13; Filipenses 2; 6), tuvo un testimonio que lo marcó para el resto de sus días, literalmente se pasó al enemigo para ser el principal difusor del cristianismo arriesgando su vida, sufriendo encarcelamientos y, finalmente, morir decapitado en Roma. Pablo fue fiel hasta la muerte al testimonio que lo convirtió en uno de los apóstoles más efectivos de Jesucristo.

Viajes misionales

A partir del año 46 comienzan los tres grandes viajes misioneros de Pablo:

Aparición de Jesús a Saulo

En Pafos, se convierte al cristianismo el procónsul romano Sergio Pablo, en su séquito se hallaba el mago Elimas o Barjesús. Pablo y Bernabé, según las escrituras, predican la palabra y el procónsul con su familia quiere convertirse, pero el mago lo quiere impedir. Pablo llama al mago embustero, embaucador, empedernido, hijo del diablo y enemigo de todo lo bueno, y deja a Elimas ciego. En ese momento, después del milagro, el procónsul cree. Después de esto toman un barco con el que abandonan la isla de Chipre.

Es aquí donde Saulo comienza a ser llamado por su nombre romano Pablo que significa "el más pequeño". Navegan hacia Perge, en la región de Panfilia. Juan Marcos regresa a Jerusalén. Pablo y Bernabé continúan por el sur de Galacia. Encuentran mala acogida por parte de los judíos, y deciden dirigirse a los paganos, por los sitios nombrados formaban comunidades y dejaban encargados para cuidarlas. A partir de estas fechas, a los discípulos, también se les empezó a llamar cristianos. Los nuevos cristianos llamados "no judíos" enviaban dinero a Jerusalén por medio de Pablo y del apóstol Bernabé.

Los cristianos procedentes del judaísmo plantean la idea de que estos nuevos cristianos deberían aceptar también las leyes judías, como la circuncisión. Pablo decide plantear la cuestión en Jerusalén a su regreso en el año 49, ante los apóstoles. Esto dio lugar al primer concilio, el Concilio de Jerusalén, del año 50. Triunfó la postura de Pablo, sobre no imponer rituales judíos a los conversos gentiles.

  • En el segundo viaje misionero, Pablo se hace acompañar por Silas. Parten de Antioquia, por tierra, hacia Siria y Cilicia, llegando al sur de Galacia. En Listra, se les une Timoteo. Atraviesan las regiones de Frigia y Misia. Al parecer, se les une Lucas el Evangelista en Tróade. Decide ir a Europa, y en Macedonia funda la primera comunidad cristiana europea: la comunidad de Filipos. También en Tesalónica, Berea, Atenas y Corinto. Se queda durante año y medio en Corinto, acogido por Aquila y Priscila, matrimonio judeo-cristiano que había sido expulsado de Roma debido al edicto del emperador Claudio. En invierno del año 51 escribe la primera carta a los tesalonicenses, el documento más antiguo del Nuevo Testamento. Al año siguiente vuelve a Antioquía.
  • En primavera del año 54 inicia su tercer viaje misionero, estableciendo su centro de operaciones en Éfeso, capital de Asia Menor. Permanece allí unos tres años. Le llegan noticias de los conflictos surgidos en la comunidad de Corinto. Escribe la primera carta a los corintios en el año 54 y la segunda carta a los corintios a finales del 57. Atendiendo a los conflictos con los judeo-cristianos, escribe las cartas a los filipenses (año 57) y a los gálatas. Va a Corinto a finales del 57, donde pasa el invierno. Escribe la carta a los romanos, en la primavera del 58. Vuelve entonces a Jerusalén para entregar la colecta de las comunidades cristianas procedentes del paganismo, destinada a los pobres de las comunidades de Jerusalén.
Estatua de Pablo de Tarso en la Basílica de San Pedro.

Judíos procedentes de Antioquia lo acusan de violar la Ley e intentan matarlo en una reyerta. El tribuno romano impide que lo maten y lo encarcela. Es enviado a la provincia de Judea, donde el procurador Antonino Félix lo retiene durante dos años (del 58 al 60) a la espera de conseguir un rescate por su libertad. Porcio Festo sucede a Antonino Félix como procurador de Judea. Pablo apela a su derecho, como ciudadano romano, a ser juzgado en Roma. Tras un accidentado viaje, llega a Roma en la primavera del año 61. Es liberado en el 63. Su carta a Filemón se supone escrita en este periodo de cautividad, entre el 58 y el 63.

Había expresado sus deseos de llegar, lo cual posiblemente se cumplió en el año 63. Al parecer, después visitó las comunidades de Oriente. Volvió a ser apresado en Roma durante las persecuciones de Nerón. Fue sentenciado a muerte, por lo que fue decapitado hacia el año 67. Por tener la ciudadanía romana, gozó del privilegio de la decapitación, ya que el suplicio de la cruz estaba destinado para quien no era romano. Según la tradición, la cabeza rodó por el suelo y lo golpeó tres veces, y de allí donde chocó, surgió una vía de agua.

Fue enterrado en la vía Ostiense de Roma. El 11 de diciembre de 2006 el Vaticano anunció el descubrimiento del sarcófago de San Pablo tras cuatro años de excavaciones arqueológicas bajo el altar mayor de la basílica que lleva su nombre.

Escritos

Se atribuyen a Pablo trece cartas o epístolas, llamadas comúnmente "las Epístolas paulinas", a saber:

San Pablo escribiendo sus epístolas, obra de Valentin de Boulogne or Nicolas Tournier, del siglo XVI
  • A los Romanos
  • Primera a los Corintios
  • Segunda a los Corintios
  • A los Gálatas
  • A los Efesios
  • A los Filipenses
  • A los Colosenses
  • Primera a los Tesalonicenses
  • Segunda a los Tesalonicenses
  • Primera a Timoteo
  • Segunda a Timoteo
  • A Tito
  • A Filemón.

De estas 13 epístolas, existe consenso en que las 7 señaladas en negrita son auténticamente paulinas. Respecto a la Epístola a los Hebreos, los eruditos críticos (no cristianos) y la Iglesia Católica están de acuerdo en que no es de autoría paulina, lo que no es obstáculo para que tanto la Iglesia Católica como las Protestantes la consideren un texto válido y la incluyan en el canon bíblico.

Del resto, no existe acuerdo sobre si son de autoría paulina o han sido escritas por colaboradores o discípulos de Pablo. Según Antonio Piñero, en su libro "Guía para entender el Nuevo Testamento", una mayoría (que no unanimidad) de estudiosos cree que no son paulinas las epístolas a Timoteo y a Tito (las llamadas epístolas pastorales), mientras que sobre las epístolas a los Colosenses, Efesios y Segunda a los Tesalonicenses las opiniones están más divididas.

Relación con el Judaísmo

Pablo era judío. Aparece practicando la circuncisión judía en Romanos 3:1-2, diciendo que la circuncisión no importa en 1 Corintios 3:2 y desde entonces se opuso a esta práctica para los gentiles que deseaban incorporarse al cristianismo (en oposición a lo planteado por San Pedro inicialmente). Es denominado el apóstol de los gentiles.

Uno de los mayores aportes de San Pablo es la concepción de que el cristianismo es una Iglesia nueva. Los Apóstoles seguían considerándose judíos, pero Pablo establece en el Concilio de Jerusalén que los seguidores de Jesús no están bajo las leyes religiosas judías y transforma la Iglesia en algo universal que debe ser anunciada a todo hombre que pueble la tierra independientemente de su origen. Esto le lleva a tener no pocos problemas con las primeras Iglesias cristianas que consideraban que predicarle a los gentiles y llevarlos a las sinagogas iba contra los deseos de Dios.

Representaciones artísticas

Pablo, como otros apóstoles relevantes, tuvo un amplísimo tratamiento en el Arte. En especial, su episodio de conversión fue tratado en memorables pinturas por maestros italianos como Parmigianino (Kunsthistorisches Museum de Viena), Miguel Ángel (mural en la Capilla Paolina del Vaticano) y Caravaggio (Basílica de Santa Maria del Popolo, Roma).

Bibliografía

  • Den Heyer, C.J.: Pablo, un hombre de dos mundos. Ediciones El Almendro. ISBN 84-8005-061-6.
  • Bart D. Ehrman: Simón Pedro, Pablo de Tarso y María Magdalena. Editorial Crítica. Barcelona 2007. ISBN 978-84-8432-889-6
  • Fabris, Rinaldo (1999). Pablo: el apóstol de los gentiles. Ediciones San Pablo. ISBN 978-84-285-2116-1. 
  • Dreyfus, Paul. Pablo de Tarso: Ciudadano del Imperio. Ediciones Palabra, 2001. ISBN 84-8239-133-X.
  • Ambelain, Robert. "El hombre que creó a Jesucristo" -(La vida secreta de San Pablo). 1972 Éditions Robert Laffont, S.A. 1985,Ediciones Martínez Roca, S.A. (Gran Via, 774, 7º. 08013 Barcelona) ISBN 84-270-0941-0 (Depósito legal B. 10.752-1985).

Véase también

Enlaces externos


Apóstoles de Jesucristo
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