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El takirari ("taki": raíz aymara que significaría baile), es una de las danzas más nuevas del repertorio folklórico andino. Si bien las fuentes documentales no son abundantes y aún no se han hecho estudios específicos sobre esta danza, las menciones de investigadores argentinos y los datos provenientes de Bolivia permiten hacer un seguimiento de la historia y dispersión de este

== Historia ==


El takirari es originario del oriente boliviano, zona selvática que comprende las provincias de Santa Cruz de la Sierra y de Beni. En un principio se lo conoció como una forma musical, con fuertes influencias del Brasil. Algunos autores señalan que su difusión hacia el altiplano se debió a las guerras sostenidas por el caucho con Brasil (1903) y a la guerra del Chaco con el Paraguay (1932-35), en las cuales participaron soldados provenientes de aquella región. Juan de los Santos Amores (1994) cita a Atahualpa Yupanqui quien dice que estando en el oriente boliviano rastrea la existencia del takirari hasta dos siglos de antigüedad. Si bien el dato no es fehaciente, lo cierto es que hacia 1930 el Takirari es una de las danzas más populares en el altiplano boliviano y ya posee coreografía; Paredes Candia (1966) habla del takirari beniano como una de las danzas más representativas del folklore boliviano.

En lo que a coreografía respecta, el takirari toma sus figuras del waiño (o huaino, o wayñu y otras grafías) que describe M. Rigoberto Paredes en 1942 de esta forma:

"El huayñu tal como lo bailan en la actualidad es una danza de extremados movimientos en que los jóvenes hacen excitantes quiebros de cintura y se mueven en algunas mudanzas con ciertos contoneos de pies, meneos de brazos, que no se pueden contemplar sin que la sangre pugne por saltar las venas".

Señala este autor que el huayñu es baile de pareja, que se relaciona con otras en algunos tramos de la danza.

La música de waiño esta compuesta en 8/8 sobre la base del grupeto ; el takirari se ejecuta en el mismo tiempo, sobre el grupeto ; pero al acento corresponde un tiempo débil y por lo tanto es sincopado. Los instrumentos con que se interpreta en la zona altiplánica son tanto los autóctonos (quena, charango, sikus, etc.) como los que se han incorporado sucesivamente (guitarra, acordeón, etc.).


== El takirari en la Argentina ==

Como acertadamente señala Cortazar en su teoría folklórica, los fenómenos folklóricos se producen y se desarrollan por encima de cualquier norma institucional de tipo jurídica, administrativa o política; y son localizados en el espacio geográfico, de donde desarrolla Cortazar el concepto de ámbito, como espacio geográfico con características definitorias en el que se despliega una cultura, que si bien no está absolutamente determinada por el entorno, posee gran influencia del mismo por cuanto impone por su naturaleza las condiciones de subsistencia.
Desde esta perspectiva se considera que la puna de Atacama en Chile, el altiplano peruano-boliviano y la puna en Argentina constituyen un sólo ámbito cultural, más allá de las fronteras políticas, con lógicas variantes regionales. Y que por lo tanto la llegada del takirari a territorio jurídicamente argentino era sólo cuestión de tiempo.
A éste respecto los autores coinciden en que la entrada del takirari se produce hacia los años 30-40 y que la rapidez de su difusión se debió a que fue transmitido por los grupos musicales bolivianos que bajaban principalmente para Carnaval, por emisiones radiofónicas y por discografía.

Pérez Bugallo (1988) recoge versiones de takirari interpretadas por una comparsa en San Antonio de Los Cobres (Salta) al tiempo que señala que la danza es una de las que goza de mayor popularidad en todo el Noroeste junto con la cueca y el carnavalito entre las más antiguas y la cumbia y el chamamé entre las de introducción más reciente. También hace ver que el takirari en Argentina se mimetiza rítmicamente con el huayno pero que sus melodías están compuestas sobre la escala mayor europea y no sobre la pentatónica propia de la región; constituyendo un fenómeno folklórico regional. Cabe acotar que Cortazar sostiene que los fenómenos folklóricos se manifiestan en variantes de gran unidad estilística.

En cuanto al aspecto coreográfico Fernández Latour (1988) ubica esta danza dentro de la clasificación propuesta por Vega entre las de pareja enlazada independiente y que sus figuras son variantes de las del carnavalito. Afirma que tiene gran aceptación en todo el Noroeste pero que se baila más lento que en Bolivia.

La música de takirari se interpreta tanto con instrumentos autóctonos como de introducción reciente; es muy común el uso de bandas compuestas por percusión y bronces.

El takirari ha sido observado por varios estudiosos como una de las danzas predilectas durante el Carnaval (Vázquez Zuleta, 1966; Baumann, 1982) y por su difusión y profusa práctica puede considerársela como un fenómeno folklórico definido.

[[qu:Takirari]]

Revisión del 21:45 1 dic 2009

El takirari ("taki": raíz aymara que significaría baile), es una de las danzas más nuevas del repertorio folklórico andino. Si bien las fuentes documentales no son abundantes y aún no se han hecho estudios específicos sobre esta danza, las menciones de investigadores argentinos y los datos provenientes de Bolivia permiten hacer un seguimiento de la historia y dispersión de este

Historia

El takirari es originario del oriente boliviano, zona selvática que comprende las provincias de Santa Cruz de la Sierra y de Beni. En un principio se lo conoció como una forma musical, con fuertes influencias del Brasil. Algunos autores señalan que su difusión hacia el altiplano se debió a las guerras sostenidas por el caucho con Brasil (1903) y a la guerra del Chaco con el Paraguay (1932-35), en las cuales participaron soldados provenientes de aquella región. Juan de los Santos Amores (1994) cita a Atahualpa Yupanqui quien dice que estando en el oriente boliviano rastrea la existencia del takirari hasta dos siglos de antigüedad. Si bien el dato no es fehaciente, lo cierto es que hacia 1930 el Takirari es una de las danzas más populares en el altiplano boliviano y ya posee coreografía; Paredes Candia (1966) habla del takirari beniano como una de las danzas más representativas del folklore boliviano.

En lo que a coreografía respecta, el takirari toma sus figuras del waiño (o huaino, o wayñu y otras grafías) que describe M. Rigoberto Paredes en 1942 de esta forma:

"El huayñu tal como lo bailan en la actualidad es una danza de extremados movimientos en que los jóvenes hacen excitantes quiebros de cintura y se mueven en algunas mudanzas con ciertos contoneos de pies, meneos de brazos, que no se pueden contemplar sin que la sangre pugne por saltar las venas".

Señala este autor que el huayñu es baile de pareja, que se relaciona con otras en algunos tramos de la danza.

La música de waiño esta compuesta en 8/8 sobre la base del grupeto  ; el takirari se ejecuta en el mismo tiempo, sobre el grupeto  ; pero al acento corresponde un tiempo débil y por lo tanto es sincopado. Los instrumentos con que se interpreta en la zona altiplánica son tanto los autóctonos (quena, charango, sikus, etc.) como los que se han incorporado sucesivamente (guitarra, acordeón, etc.).


El takirari en la Argentina

Como acertadamente señala Cortazar en su teoría folklórica, los fenómenos folklóricos se producen y se desarrollan por encima de cualquier norma institucional de tipo jurídica, administrativa o política; y son localizados en el espacio geográfico, de donde desarrolla Cortazar el concepto de ámbito, como espacio geográfico con características definitorias en el que se despliega una cultura, que si bien no está absolutamente determinada por el entorno, posee gran influencia del mismo por cuanto impone por su naturaleza las condiciones de subsistencia. Desde esta perspectiva se considera que la puna de Atacama en Chile, el altiplano peruano-boliviano y la puna en Argentina constituyen un sólo ámbito cultural, más allá de las fronteras políticas, con lógicas variantes regionales. Y que por lo tanto la llegada del takirari a territorio jurídicamente argentino era sólo cuestión de tiempo. A éste respecto los autores coinciden en que la entrada del takirari se produce hacia los años 30-40 y que la rapidez de su difusión se debió a que fue transmitido por los grupos musicales bolivianos que bajaban principalmente para Carnaval, por emisiones radiofónicas y por discografía.

Pérez Bugallo (1988) recoge versiones de takirari interpretadas por una comparsa en San Antonio de Los Cobres (Salta) al tiempo que señala que la danza es una de las que goza de mayor popularidad en todo el Noroeste junto con la cueca y el carnavalito entre las más antiguas y la cumbia y el chamamé entre las de introducción más reciente. También hace ver que el takirari en Argentina se mimetiza rítmicamente con el huayno pero que sus melodías están compuestas sobre la escala mayor europea y no sobre la pentatónica propia de la región; constituyendo un fenómeno folklórico regional. Cabe acotar que Cortazar sostiene que los fenómenos folklóricos se manifiestan en variantes de gran unidad estilística.

En cuanto al aspecto coreográfico Fernández Latour (1988) ubica esta danza dentro de la clasificación propuesta por Vega entre las de pareja enlazada independiente y que sus figuras son variantes de las del carnavalito. Afirma que tiene gran aceptación en todo el Noroeste pero que se baila más lento que en Bolivia.

La música de takirari se interpreta tanto con instrumentos autóctonos como de introducción reciente; es muy común el uso de bandas compuestas por percusión y bronces.

El takirari ha sido observado por varios estudiosos como una de las danzas predilectas durante el Carnaval (Vázquez Zuleta, 1966; Baumann, 1982) y por su difusión y profusa práctica puede considerársela como un fenómeno folklórico definido.