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'''Manuel Alonso Bacalao'''
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Nació en [[San Juan (Puerto Rico)|San Juan]], [[Puerto Rico]], el [[6 de octubre]] de [[1822]] y murió en su ciudad natalicia (en el entonces Asilo de beneficencia de la capital), el [[4 de noviembre]] de [[1889]]. Hijo de don Juan Francisco Alonso, Gallego de nacimiento y militar de profesión, y de dona Maria de África de Pacheco, española de origen, pero nacida en [[Ceuta]].
Nació en [[San Juan (Puerto Rico)|San Juan]], [[Puerto Rico]], el [[6 de octubre]] de [[1822]] y murió en su ciudad natalicia (en el entonces Asilo de beneficencia de la capital), el [[4 de noviembre]] de [[1889]]. Hijo de don Juan Francisco Alonso, Gallego de nacimiento y militar de profesión, y de dona Maria de África de Pacheco, española de origen, pero nacida en [[Ceuta]].



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Manuel Alonso Pacheco Nació en San Juan, Puerto Rico, el 6 de octubre de 1822 y murió en su ciudad natalicia (en el entonces Asilo de beneficencia de la capital), el 4 de noviembre de 1889. Hijo de don Juan Francisco Alonso, Gallego de nacimiento y militar de profesión, y de dona Maria de África de Pacheco, española de origen, pero nacida en Ceuta.

Historia

Los primeros escritores isleños, fueron casi todos plumas hispanas de valor literalmente secundarios. Tal es el caso de Juan de Castellanos (autor de Elegías de Varones Ilustres de Indias, 1589), El padre de Las casas, Mártir de Angleria, Oviedo, Miyares González, Graciliano Alfonso, Jacinto de Salas Quiroga, Juan Rodríguez Calderón y otros, que vistos desde el punto de vista puramente estético, no alcanzan posiciones de primera magnitud en las letras iberoamericanas. Entre los puertorriqueños de esas décadas Torres Vargas, Francisco de Ayerra Santa Maria, Alonso Ramírez (que más bien fue un trotamundos, que un hombre de letras), José de Andino y Amézquita, Narciso de Foxá, y Maria Bibiana Benítez. Hay que llegar hasta la obra costumbrista de Manuel A. Alonso, para encontrar un literato que se ubique con fuertes características de terruño boricua en sus páginas creativas.

Sus inicios

Los iniciales años de la infancia de Alonso transcurrieron en San Juan, acaso hacia 1826, año en que se traslada la familia a la ciudad de Turabo, Caguas. De esta inicial etapa de su vida es su entronque espiritual con el venerable Padre Doctor Rufo Manuel Fernández, contacto que lo vitalizó en el alcanzar de las ensoñaciones y lo orientó hacia seguros puertos.

Su formación académica

El estudiante sale de su tierra amada y en la Universidad Condal de Barcelona, el 22 de octubre de 1842, hace el grado de Bachillerato en Filosofía. Comienza inmediatamente ese año sus estudias profesionales y el 12 de julio de 1847 recibe el grado de bachillerato de Medicina y cirugía. Estudia, además, dos años de botánica y agricultura y un año de griego; y es el 18 de julio de 1848 que termina sus exámenes de Licenciado de Medicina y cirugía.

Es por el 1849 que Manuel A. Alonso regresa a su patria, portando galardones crediticios, que son: un título de médico y un libro de costumbres puertorriqueñas, El Jíbaro (Barcelona, 1849). Se instala en Caguas en donde empieza a ejercer su profesión galénica y continua, en sus ratos de ocio, su afición literaria y periodística.

Fue Director de Asilo de Beneficencia, triunfo que adquiere el 8 de agosto de 1871. Cargo que tiene hasta su muerte.

El Gíbaro de Alonso es un aguafuerte en estilo claro, que se balance entre lo culto y el jibarismo que en ocasiones, en su intención curativa toca el tono criticista de esperpento de Ramón del Valle Inclán. Es una censura contenida a veces, por influencias del duro gobierno de la época, y brava a todo fuego, cuando la ocasión lo permite. De ese modo, la política del siglo se va retratando, en sus bajas y altas en la prosa y el verso del libro. El autor aprovecha para ennoblecer, las virtudes de un pueblo que se ha distinguido por una paciencia excesiva, una hospitalidad ancha y una manera de tomarlo todo a bromas, cuando nos sentimos derrotados. Sus mejores cuadros de costumbre boricuas son: La gallera, Las Carreras de San Juan y Pedro, La linterna Mágica, El Sueño de Mi Compadre, La Jibara en la Capital, Partidos Políticos, Perico Paciencia, Agapito Avellaneda y La Negrita y La Vaquita. A veces la tonalidad de estos cuadros se va del lado del humorismo candente o de lo pintoresco costumbrista.