Diferencia entre revisiones de «Orco»

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MASONERÍA

¿Què es la Masonería?

La Masonería es una institución esencialmente filosófica, filantrópica y progresista.

Es filosófica porque orienta al hombre hacia la investigación racional de las leyes de la Naturaleza; invita al esfuerzo del pensamiento que va desde la simbólica representación geométrica hacia la abstracción metafísica; busca en la reflexión filosófica la penetración del sentido espiritual del movimiento de la Historia, contempla en cada tiempo histórico las nuevas inspiraciones doctrinarias y asimila de cada sistema filosófico lo que pueda significar el aporte al patrimonio de la Verdad abstracta, más allá del tiempo y del espacio.

Es filantrópica porque practica el altruismo, desea el bienestar de todos los seres humanos y no está inspirada en la búsqueda de lucros personales de ninguna clase. Sus esfuerzos y sus recursos están dedicados al progreso y felicidad de la especie humana, sin distinción de nacionalidad, razas, sexo ni religión, para lo cual tiende a la elevación de los espíritus y a la tranquilidad de las conciencias.

Algunos apóstoles de la Orden han expresado en frases sintéticas el espíritu ecuménico que anima a la Masonería: " Toda la especie humana es una sola familia dispersa sobre la faz de la tierra; todos los pueblos son hermanos, y deben amarse unos a otros como tales. ¡Desdichados los impíos que buscan una gloria cruel en la sangre de su hermano! (Ramas, 1725)

Es progresista porque enseña y practica la solidaridad humana y la absoluta libertad de conciencia. La Masonería tiene por objeto la búsqueda de la Verdad, desechando el fanatismo y abordando sin prejuicios todas las nuevas aportaciones de la invención humana; estudia la moral universal y cultiva las ciencias y las artes y no pone obstáculo alguno en la investigación de la Verdad.

La Masonería no está afiliada ni puede afiliarse a ninguna religión determinada. Elevándose sobre toda clase de discusiones, ofrece a los amantes de la Verdad el terreno más apropiado para la inteligencia mutua y la unión fraternal. No reconoce en la investigación científica ninguna autoridad superior a la Razón Humana y rechaza, por tanto, las verdades reveladas que aceptan las religiones positivas. Admite en su seno a personas de todos los credos religiosos, sin distinción, siempre que sean tolerantes y respeten todas las opiniones sinceramente profesadas; es decir: exentas de fanatismos, egoísmos y supersticiones.

La Masonería es eminentemente tolerante y exige de sus miembros la más amplia comprensión. Todos los masones, de cualquier país que sean y cualquiera que sea el rito que profesen, constituyen una sola familia universal, por que la fraternidad humana es uno de sus principios y la tolerancia el principal de sus deberes. En la Masonería caven todos los hombres libres y honrados y de buenas costumbres sin distinción de razas, religión, ideas políticas y sociales, profesiones, categorías y posición en el mundo profano.

Quiere a todos los hombres como si fueran tus propios hermanos.
Estima a los buenos, ama a los débiles, huye de los malos, pero no odies a nadie.
No adules a tu hermano, porque es una traición; si tu hermano te adula, teme que te corrompa.
Escucha siempre la voz de tu conciencia.

Evita las querellas, prevé los insultos, procura que la razón quede siempre de tu lado.
No seas ligero en airarte, porque la ira reposa en el seno del necio.

El corazón de los sabios está donde se practica la virtud, y el corazón de los necios, donde se festeja la vanidad.
Si tienes un hijo, regocíjate; pero tiembla del depósito que se te confía. Haz que hasta los diez años te admire, hasta los veinte te ame y hasta la muerte te respete. Hasta los diez años sé su maestro, hasta los veinte su padre y hasta la muerte su amigo. Piensa en darle buenos principios antes que bellas maneras; que te deba rectitud esclarecida y no frívola elegancia. Haz un hombre honesto, antes que un hombre hábil.

Lee y aprovecha, ve e imita, reflexiona y trabaja, ocúpate siempre en el bien de tus hermanos y trabajarás para ti mismo.
Sé entre los profanos libre sin licencia, grande sin orgullo, humilde sin bajeza; y entre los hermanos, firme sin ser tenaz, severo sin ser inflexible y sumiso sin ser servil.

Habla moderadamente con los grandes, prudentemente con tus iguales, sinceramente con tus amigos, dulcemente con los pequeños y eternamente con los pobres.

Justo y valeroso defenderás al oprimido, protegerás la inocencia, sin reparar en nada de los servicios que prestares.
Exacto apreciador de los hombres y de las cosas, no atenderás más que al mérito personal, sean cuales fueren el rango, el estado y la fortuna.

Los principios masónicos son:

La Libertad, la Igualdad y la Fraternidad, y su lema: CIENCIA, JUSTICIA Y TRABAJO.

Se propone la investigación de la verdad, la perfección del individuo y el progreso de la humanidad.

Considera que la moral es tanto un arte racional, como un fenómeno evolutivo propio de la vida colectiva, que obedece a leyes naturales. Reconoce al Gran Arquitecto del Universo como símbolo de las supremas aspiraciones e inquietudes de los hombres, que anhelan captar la esencia, el principio y la causa de todas las cosas.

Para el esclarecimiento de la verdad no reconoce otro límite que del de la razón humana basada en la ciencia. Exige de sus adeptos la más amplia tolerancia y por ello respeta las opiniones políticas y las creencias religiosas de todos los hombres. Reconoce que todas las comuniones religiosas y políticas merecen igual respeto, rechaza toda pretensión de otorgar situaciones de privilegio a ninguna de ellas en particular.

La Masonería, institución esencialmente humana, trabaja sin tregua por el logro de sus fines, buscando una más armónica estructuración de la vida sobre bases de amor y de justicia social.

Viene actuando, por ello, desde el fondo de los tiempos, como el tenso resorte que acelera la evolución teniendo en cada etapa de la historia una finalidad determinada de acuerdo con las necesidades y aspiraciones del ambiente.

Flecha de un anhelo proyectado al porvenir, sus esfuerzos del pasado han contribuido a los progresos de que goza el presente. Aspira por la evolución y el esfuerzo organizado de la sociedad, al perfeccionamiento cada vez mayor de las instituciones sociales, transformándolas en las que satisfagan, dentro de un régimen de libertad, justos anhelos de mejoramiento.

Procura por todos los medios lícitos a su alcance, dignificar al hombre capacitándolo, por un desarrollo superior de la conciencia, para el mejor y más amplio uso de sus derechos y libertades.

Condena la intolerancia, abomina al fanatismo y declara su repudio por los regímenes de fuerza y de violencia como contrarios a la razón y denigrantes para la especie.

Reconoce en la fraternidad la condición primordial del género humano: es substantivamente pacifista y considera a la guerra como un crimen horrendo.

Estima que el trabajo es un deber esencial del hombre, y como tal le dignifica y le honra, sin establecer distingas ni categorías, pero juzga que el descanso es un derecho y se esfuerza porque la vejez, la invalidez, la infancia y la maternidad gocen los beneficios del amparo colectivo a que son acreedores.


Libertad de la persona humana y de los grupos humanos ya sean instituciones, razas o naciones, y en todos sus aspectos; es decir: libertad de pensamiento y de movimiento;

Igualdad de derechos y obligaciones de los individuos y grupos humanos sin distinción de religión, raza o nacionalidad;

Fraternidad de todos los hombres, y de todos los pueblos y naciones, porque todos los seres humanos nacen libres e iguales en derechos y en dignidad. Un alto espíritu de fraternidad inspira los actos de la Masonería.

La Ciencia logra el esclarecimiento del espíritu y la jerarquización de los valores intelectuales, así como la discriminación del saber humano, armonizando la aspiración a la Verdad con el reconocimiento de las posibilidades del hombre. Es fuente de modestia, cualidad que se opone al orgullo y al dogmatismo intelectivo que muchas veces separan a los hombres;

La Justicia es necesaria para equilibrar las relaciones humanas y para educarnos en la adaptación a las evoluciones sociales;

El Trabajo que es condición fundamental de la existencia humana, debe ser para el masón un mecanismo creador de vida espiritual. Por el trabajo, el hombre se dignifica y se hace económicamente independiente dentro de la sociedad civilizada.

En síntesis la Masonería postula el mejoramiento intelectual, moral y social del hombre y el progreso de la sociedad humana; lograr una evolución dinámica del hombre y del mundo sin menoscabar las tradiciones, la experiencia y los ritos del pasado, y olvidar las pasiones y los intereses materiales para alcanzar la serenidad de juicio y de acción tan necesaria en los momentos decisivos de toda labor humana.

La moral de la Masonería no esta directamente ligada a ningún sistema filosófico, ni a ningún credo religioso. La constituye el fondo común de preceptos universales que ensañan al hombre a ser mejor y a amar a sus semejantes. En todas las religiones y en todas las filosofías se encuentran las esencias de una sabiduría elaborada por los más grandes apóstoles y profetas de la Humanidad, inspirados en los más sublimes sentimientos de corazón humano y templados en las duras experiencias de la vida de la historia.

La Masonería busca la solidaridad de los valores intelectuales, éticos y estéticos para lograr la consistencia armónica de la conducta.

La Masonería entiende por virtud la capacidad de hacer el bien en su más amplio sentido y el cumplimiento de nuestros deberes para con la sociedad y la familia sin egoísmo ni vanidad.

La Masonería enseña a practicar la virtud como calidad suprema de la moral y como lealtad de la conducta para el ideal, que debe conducir hasta el sacrificio cuando sea necesario para el cumplimiento del deber. Considera la virtud como una realización siempre perfectible, porque sabe que el hombre no es inaccesible a las tentaciones y debilidades; pero el permanente esfuerzo del espíritu se convierte en eficaz baluarte de la virtud.

La Masonería entiende por deber el respeto hacía los derechos del individuo y de la Sociedad así como el estricto cumplimiento de las obligaciones que ello envuelve. Pero también tiene el hombre sus deberes para consigo mismo. La Masonería induce al hombre hacer fiel con sus ideales ajustando su conducta a los principios que proclama.

El deber Masónico consiste en adoptar las Normas de conducta adecuadas en cada momento de acuerdo con la palabra empeñada, con el ideal proclamado y con el bien por íntima decisión, llegando al sacrificio, sin necesidad de presiones externas y aún en contra de obstáculos poderosos de orden exterior.

El deber Masónico es la vocación inquebrantable del espíritu para la Virtud.

La Masonería no es hoy una sociedad secreta en cuanto institución legalmente constituida; las autoridades Argentinas le tienen concedida la Personería Jurídica desde el año 1879, y sus fines son igualmente conocidos por cuanto están enumerados en los estatutos aprobados por el Gobierno de la Nación y ampliamente difundido en diccionarios, enciclopedias y publicaciones históricas.

Pero en épocas de cruenta persecución que en algunos países se han lanzado contra la Masonería, es lógico que se hayan constituido grupos de Masones discretamente reservados lo mismo que hicieron los cristianos perseguidos por el Imperio Romano. Sin embargo no es esta la verdadera motivación del llamado secreto Masónico este se refiere al estudio e interpretación de los símbolos y ritos de la Orden, de los cuales surgen la utilidad de los trabajos realizados en las Logias.

Recordaremos que hay dos categorías muy distintas de Sociedades Secretas:

1º Las Organizaciones Secretas (Clandestinas) políticas, cuya acción y ejercicio son de duración limitada y cuyos fines son concretos. Nada tienen que ver con la Masonería.

2º Las Sociedades Iniciáticas que de ningún modo intenta ocultarse, pero cuyo secreto consiste en reservar el conocimiento de los Ritos y Ceremonias a los Iniciados porque se trata de un método de perfeccionamiento espiritual. La Masonería es, por excelencia, una Sociedad Iniciática.

La Masonería no es una asociación política ni puede confundir su actividad con la de ningún partido político pero el Masón no debe estar al margen de los grandes problemas políticos de los pueblos y del mundo entero. En el seno de la Orden Masónica, conviven hombres de diversos partidos y de diversas concepciones sociológicas mientras sean respetuosos y democráticos.

A la influencia de la Masonería y de sus miembros se deben los grandes movimientos libertadores de Europa y América la propia Revolución Francesa estuvo muy empapada de los principios Masónicos, encarnados en la misma fórmula que todavía irradia luz con la trilogía de IGUALDAD, LIBERTAD, FRATERNIDAD.

El Masón conserva fuera de la Logia toda su libertad de ciudadano y puede dedicar el ardor de su entusiasmo al servicio de sus ideales. En la Argentina, la Masonería y sus miembros dilucidaron las dudas y erigieron los pedestales en que la conciencia pública veneran las figuras inmarcesibles de San Martín, Belgrano y Rivadavia. Fue la Masonería Argentina la consiguió el apaciguamiento definitivo de las luchas internas después de Caseros y hasta la organización constitucional y la federación de Buenos Aires.

Los masones argentinos lucharon contra la fiebre amarilla, asistieron a los heridos del Paraguay (creando así la Cruz Roja Argentina), promovieron las leyes del Registro Civil y del matrimonio Civil, y desde hace décadas predica la equiparación de los derechos de la mujer además de otras numerosas obras de asistencia social y cultural.

Consultando la Historia de la Humanidad se adquiere el convencimiento de que la Masonería es una de las organizaciones que más han contribuido al progreso moral, intelectual y social de los pueblos. Ninguna ha realizado trabajos y sacrificios tan importantes ni ha sido tan perseguida por los déspotas, fanáticos y enemigos de la luz. Pero ninguna sociedad ha reunido en su seno a tantos hombres ilustres que más se han distinguido como estadistas, filósofos, artistas, científicos, militares, etc., en todos los países del globo.

Han sido masones:

filósofos como Voltaire, Goethe y Lessing; músicos como Beethoven, Haydn y Mozart; genios rectores como Federico el Grande, Napoleón, Garibaldi, Martí, Miranda, Cavour y Bolivar, poetas como Byron, Lamartine y Victor Hugo; escritores como Casterlar, Bacón, Mazzini y Kipling; científicos como Lalalnde, Condorcet y dAlembert, etc.

También han pertenecido a la Orden Masónica algunos ilustres prelados católicos, entre otros:

el cura Hidalgo, paladín de la libertad mejicana; el padre Calvo, fundador de la Masonería en Centro América; el Doctor Ramón Ignacio Méndez, arzobispo de Venezuela, y, en Argentina, Julián Segundo Agüero, Aurelio Herrero, Pedro Pedriel, Cayetano y Gregorio Rodríguez, Santiago Figueredo y muchos otros.

He aquí algunos de nuestros antecesores ilustres que han honrado la Masonería Argentina, cuyos pasos tratamos de seguir:

Sorprenderá a muchos al comprobar que militaron en ella, al igual que ahora, las más destacadas figuras de la nacionalidad.

José de San Martín, quien nos dio patria y libertad. Manuel Belgrano, creador de nuestro pabellón nacional. Vicente López y Planes quien nos legara el Himno Nacional.

En la nómina de los presentes en la Convención Nacional Constituyente de 1860 (reformadora de la Constitucional de 1853) buena parte de los miembros firmantes del despacho, eran masones, así tenemos a Mariano Fragueiro (su presidente), Domingo F. Sarmiento, José Benjamín, Gorostiaga, Nicasio Oroño, José María Gutiérrez, Irineo Portela, Salvador María del Carril, José Francisco Seguí, José Mármol, Benjamín Victorica, Wenceslao Paunero, Nicanor Albarellos, y el de los actores directos: Bartolomé Mitre, Santiago Derqui y el Gral. Urquiza, también masones.

Formaron parte del máximo tribunal argentino: La Suprema Corte de Justicia de la Nación: Salvador María del Carril, José Barros Pazos, José Benjamín Gorostiaga, José Figueroa Alcorta, Benjamín Victorica, Antonio Bermejo, Roberto Repetto y Antonio Sagarna.

Masones fueron varios presidentes de la República Argentina:

Rivadavia, López y Planes, Urquiza, Santiago Derqui, Bartolomé Mitre, Sarmiento, Juárez Celman, Pellegrini, Manuel Quintana, Figueroa Alcorta, R. Sáenz Peña, Victorino de la Plaza, Hipólito Yrigoyen, Agustín P. Justo.

Prestigiaron nuestro Congreso Nacional: Leandro N. Alem, Aristóbulo del Valle, Joaquín Castellanos, Emilio Gauchón, Belisario Roldán, Luis María Drago, Valentín Alsina, Delfín Gallo, Juan Balestra, Carlos Conforti, Juan Luis Ferrarotti y Lisandro de la Torre, entre otros, en unión a cientos de legisladores masones.

Fueron masones los bardos de nuestra poesía gauchesca: Hilario Ascasubi, Estanislao del Campo y José Hernández.

Dentro de la cultura, la literatura y el pensamiento argentino recordamos a: Eduardo Wilde, Olegario Andrade, Onésimo Leguisamón, José Mármol, José María Ramos Mejía, Eugenio Cambaceres, Joaquín V. González, Agustín Alvarez, Leopoldo Lugones, Alejandro Korn, José Ingenieros, Diego Fernández Espiro, Esteban Echeverría, Miguel Cané, Santiago Fitz Simón, Juan J. García Velloso, Eusebio Gómez.

En la ciencia y la educación, encontramos a hombres como: Florentino Ameghino, Nicanor Albarellos, Manuel Augusto Montes de Oca, José María Moreno, , Martín Spuch, Lucio V. López, Manuel Ricardo Trelles, Antonio Zinng, Amancio y Diego Alcorta, Eugenio Bachmann, Samuel Gache, José María Gutiérrez, Ricardo Gutiérrez, L. Holmberg, Cristóbal Hicken, Elíseo Cantón, Carlos Durand, José Penna, Cosme Argerich, Ignacio Pirovano, Telémaco Susini, Carlos F. Melo, Rodolfo Rivarola, Victor Mercante, Rodolfo Senet, Pedro Scalabrini, Pablo Pizzurno, Manuel Hermenegildo Langenheim, Manuel José Langenheim, y Cesar S. Langenheim.

Entre los cultores de las artes plásticas y pictóricas debemos mencionar a: Pridiliano Pueyrredón, Ignacio Manzoni, Carlos F. Pellegrini, Martín Boneo, Rogelio Yrurtia, Ernesto de la Cárcova.

Entre los autores y actores del teatro rioplatense sólo citaremos los nombres de Florencio Sánchez, Emilio Oarabia, Roberto Casaux, Enrique García Velloso y Enrique Muiño.

Algunos de los militares y marinos que pertenecieron a la Masonería:

Nicolás Venegas, Juan Gelly y Obes, Wenceslao Paunero, Emilio Mitre, Félix Benavidez, Donato Alvarez, Bartolomé Gordero, Mariano Cordero, Luis Cabassa, Julio Fonrouge, Eduardo Broquen, Emilio Conesa, Rudicindo Roca, Nicolás Lavalle, Eleodoro Damianovich, José María Galán, Pedro Malla, Rosendo María Fraga, Teodoro García, José L. Garmendia, José M. Francia, Eduardo Racedo, Zacarías Súpisiche, Guillermo Brown, Francisco J. Reynolds, Joaquín Viejobueno, Luis Piedrabuena, Santiago J. Albarracín, Enrique Howard, Juan A. Golfarini, José Murature, Carlos O`Donnel.


Es fin esencial de la Masonería, el perfeccionamiento integral de cada uno y de todos los masones. Principio normativo de esa ética es conservar la objetividad en todo momento, apartando los odios y buscando la solución racional de los problemas. Es por eso que los masones, como tales, no irrumpimos a la vida pública en corporación, sino cuando se hace necesaria nuestra acción conjunta para atemperar los espíritus y fijar la senda del progreso dentro de la fraternidad y convivencia humana.


== Referencias ==
== Referencias ==

Revisión del 19:48 16 abr 2010

Dibujo de un orco típico: piel verde, gran mandíbula y colmillos inferiores prominentes.

Orco es la deformación de un término, proveniente del inglés antiguo, que se refería a numerosos monstruos de la mitología celta. La existencia de estas criaturas fue inventada para dar explicación a los hechos de sangre y asaltos acaecidos en los campos y bosques. En español la palabra ha evolucionado como «ogro». En la mitología romana la palabra Orcus («Orco») es sinónimo de inframundo y, en ocasiones, también es el nombre de un gigante hijo del dios Plutón. La palabra castellana derivada de la latina es Huerco.

J. R. R. Tolkien fue el primero en utilizar la palabra orc («orco») para designar un tipo concreto de ser humanoide, de aspecto desagradable y actitud agresiva. Este tipo de «orco» proveniente de las obras El hobbit (donde Tolkien usa la palabra goblin, tradicionalmente traducida en castellano por «trasgo»)[1]​ y El Señor de los Anillos (donde Tolkien ya usa la palabra orc, traducida en castellano por «orco»)[2]​ es el que ha sido adoptado por las ambientaciones modernas de fantasía.

Posteriormente, se ha dado un abundante uso de esta criatura tanto en la literatura fantástica como en los juegos de rol, así como en los derivados de ambos.

Características comunes en la literatura y en los juegos de rol

Son criaturas antropomorfas cuya piel suele tener tonos verdosos. Otras características que poseen de manera universal son:

  • Un orco pequeño iguala en altura a un humano, y es mucho más ancho y de constitución más fuerte. Este rasgo, sin embargo, no es totalmente universal, ya que por ejemplo en las obras de Tolkien los orcos comunes son más pequeños que los humanos y más débiles, similares a los goblins mencionados más abajo.
  • Sus ojos poseen un resplandor rojizo que brilla en la oscuridad.
  • Poseen una mandíbula inferior prominente, siendo frecuente encontrar individuos de la especie con unos grandes colmillos inferiores visibles incluso con la boca cerrada.
  • El lenguaje de los orcos suele ser muy pobre, basado principalmente en gruñidos y voces profundas. Los orcos no suelen hablar demasiado.
  • Son muy antihigiénicos. Se alimentan de cualquier carne, casi sin importarles el estado de la misma. Algunos orcos son dados al canibalismo (el consumo de carne de otros orcos). También pueden devorar carne humana o de cualquier enemigo al que derroten.
  • Sus campamentos suelen ser pobres y caóticos, similares a los de poblaciones primitivas. Fabrican armas y herramientas sencillas. A menudo, las tribus orcas se reúnen y emigran en grandes hordas (llamadas ¡Waaagh! por los mismos orcos en Warhammer) con el objetivo de participar en una guerra.
  • Se dice que los orcos viven para combatir. Tienen poca inteligencia, pero poseen cierto tipo de astucia. En el juego de miniaturas Warhammer 40.000, los orcos utilizan tecnología robada a otros ejércitos y adaptada a su uso.
  • Son de carácter hosco, envidian la sensación de bienestar de todo aquel que sea capaz de sentirse de ese modo y odian por encima de todas las cosas a los elfos ya que los hacen culpables de la forma de vida orca. Esta es la razón de que en su mayoría sean diabólicos.
  • Los parientes menores de los orcos, los goblins, son de tamaño más pequeño que los orcos, les siguen, siempre deseosos de servirles y de aprovechar sus despojos. Suelen aliarse con criaturas igual de brutas como los ogros, los trols y los gigantes.
  • En ocasiones suelen presentar alguna malformación en el cuerpo.

La sociedad orca está estructurada en clanes o tribus, siendo siempre el miembro más fuerte de entre todos el que gobierna tal clan, el jefe tribal. La fuerza bruta suele ser siempre el factor decisivo en cuestiones de disputa, lo cual, junto al carácter territorial de estos, suele ser motivo de frecuentes enfrentamientos entre tribus rivales orcas o con tribus goblinoides las cuales suelen compartir las mismas zonas de caza. Dado su carácter hosco y belicoso suelen hacer incursiones a poblaciones humanas a las que tratan sin ninguna clase de misericordia, o a luchar por la ocupación de otra zona poseída por otro clan.

Debido a su constitución fuerte, la inmensa mayoría de los orcos son guerreros formidables, con una resistencia al dolor sobrehumana, los cuales, mediante el uso de armas en su mayoría rudimentarias y el uso de toscas armaduras, y basándose en ataques en grupo, son capaces de abatir a quienes osen plantarles cara.

La inteligencia no es uno de sus cualidades más notorias, lo cual hace que se conviertan en guerreros (o más comúnmente en bárbaros, pues no todos pueden asimilar la técnica y disciplina de combate de un guerrero), si bien esta deficiencia de intelecto la intentan suplir con una ferocidad increíble. No obstante, es habitual que en cada tribu haya algún chamán con conocimientos de magia chamánica, invocando el poder de sus brutales dioses..

Su escasa inteligencia hace que otras razas los engañen y se aprovechen de ellos. Resulta fácil manipularles, especialmente prometiéndoles beneficios.

Orcos en la Tierra Media

En lo que se refiere a la Tierra Media, el mundo creado por J. R. R. Tolkien, los orcos surgieron, según una versión de la historia, del rapto, corrupción y tortura que Melkor ejerció sobre los elfos que vivían en la Tierra Media. En la traducción al castellano también se les llama trasgos (goblin en inglés, ya que en el universo de Tolkien ambas criaturas son básicamente la misma). En El Señor de los Anillos hay principalmente cuatro tipos de orco, cada uno con sus diferentes variantes:

Una cosa hay en comun entre los 4 tipos de sangre de orco, su sangre es negra, y la mayoria de veces se alimentan con carne humana Trasgos: versión cavernícola de los orcos, mas enclenques que sus parientes de la superficie y más parecidos por aspecto y actitud (son extremadamente cobardes) a los goblins de otros universos fantásticos. Muchos aficionados dudan que los trasgos difieran fundamentalmente de los llamados «orcos comunes» (seguir leyendo).

Orcos comunes: forman las hordas de Sauron y Saruman. Son mucho más irregulares que los orcos de otros universos y pueden variar enormemente en tamaños y deformaciones, pero en general son de piel negra, grandes dientes y caminan encorvados. Les desagrada la luz solar, pero Sauron invoca nubes de tormenta para que tapen el sol y luchen a pleno rendimiento. Son sucios e indisciplinados, pero las bien equipadas huestes de Minas Morgul contradicen esta norma.

Uruk-Hai: son una versión de mayor tamaño de los orcos, y fueron creados por Sauron en algún momento de la Tercera Edad, y vistos por primera vez en 2475 TE, cuando devastaron Ithilien y se apoderaron de Osgiliath. Saruman descubrió también un método propio para crearlos. Son una especie mejorada a partir de los orcos comunes. Al contrario que los orcos comunes, estos caminan mas erguidos, son algo más inteligentes y consideran al sol como a un enemigo más al que abatir, pero no como una molestia. Son más grandes y fieros que el resto de orcos, y también mejor equipados. Encabezaron el asedio del Abismo de Helm y los combates más sangrientos en Osgiliath.

Semiorcos: cruce entre orco y humano. Se desconoce la forma en que se reproducen los orcos, pues Tolkien nunca menciona la existencia de mujeres orcas, así como tampoco de orcos infantes. Cuando se afirma que existen cruces entre orcos con humanos y trasgos tampoco se especifica si este cruce se hizo de manera sexual o de alguna otra forma más sobrenatural.

Orcos en Warcraft

En el universo de Warcraft, son habitantes procedentes de Draenor que llegaron a Azeroth a través de un portal mágico, abierto por el corrompido hechicero Medivh. En su mundo, fueron inducidos por los poderes demoníacos y poseídos al beber de la sangre del señor del foso Mannoroth. En las tierras de Azeroth se enfrentaron a los humanos y comenzaron una era de caos que fue hecha beber por el líder Grom Aullidoinfernal (o Grom Hellscream), que incrementó durante generaciones el odio entre los hombres y los orcos. Después de dos grandes guerras, los orcos fueron liberados del control demoníaco , gracias a derrotar al demonio Mannoroth y al gran demonio Archimonde por Más tarde, el jefe de la Horda, Thrall, unificó todas las tribus y fundaron en el continente de Kalimdor una nueva patria de nombre Durotar, en honor al padre de Thrall, donde viven con sus compañeros trolles, en la ciudad de Orgrimmar. Ahí, los orcos hicieron una tregua con un grupo humano mientras reconstruyen su cultura anterior a la posesión demoníaca. A diferencia de los orcos del resto de los juegos de rol, los orcos del mundo de Warcraft poseen una organización menos primitiva y belicosa; su lucha actual es por conseguir un espacio donde vivir en paz y volver a sus orígenes chamánicos, no siendo problema encontrar en ellos una cultura y moral avanzada; es por su civilizada actuación que entablaron amistad con la tribu Lanza negra de trolles, quienes residen en las islas Eco, en la costa noreste de Kalimdor; y con los tauren, a quienes ayudaron en su momento , que hoy residen en mulgore que está al este de los Baldios , los Humanos luego de que su capital Lordaeron fuera destruida escaparon a la nueva ciudad llamada Ventormenta (o Stormwind) los cuales volvieron a luchar contra los orcos.

Orcos en Warhammer

También aparecen en los juegos y literatura de los universos ficticios Warhammer Fantasy y Warhammer 40.000. En ambos casos se trata de una raza belicosa, atrasada y bárbara que arrasa con todo lo que encuentra a su paso, aunque sean originariamente especies distintas.

A diferencia del tipo de reproducción sexual que tienen los orcos de otras sagas, los orkos de Warhammer 40.000 y los de Fantasy se reproducen mediante esporas que surgen de sus cuerpos.

Su reproducción en algo inusual. De sus esporas no tienen por que nacer necesariamente ocos (u orkos) sino que se adaptan según las necesidades de la tribu en la vallan a nacer. Por ejemplo, si en esa tribu hay pocos goblins, se convertirán en ellos. De esta forma, las esporas pielesverdes (nombre dado a todos aquellos seres que nazacan de dichas esporas) pueden convertirse en orcos (u orkos), en goblins (o Gretchins, vulgarmente llamdso kanijos por los orkos, equivalente a los goblins en 40.000) o en garrapatos (unos seres con aspecto de pelota con boca, ojos, fosas nasales y patas que son usados como montura por los goblins, o como perros guardianes y para transportar cargas por los orkos.)

La primera especie, los orcos de Warhammer Fantasy, son similares a lo expuesto anteriormente. Son verdes, fieros, salvajes y sólo piensan en combatir. Las construcciones orcas no destacan por su arquitectura, pero son funcionales y prácticas.

Los segundos, los de Warhammer 40.000, cuyo nombre se escribe «orko» en lugar de «orco», cumplen las características anteriores y además poseen una serie de peculiaridades especiales: son los descendientes creados mediante ingeniería genética de una antigua raza ya extinguida. Ésta, viendo que su fin estaba cerca, creó a la raza orka y le insertó sus genes para que un día éstos pudieran devolver la existencia a la raza creadora. Así mismo, dotó a los orkos de un tipo de memoria de especie que permite que entre estos aparezcan técnicos especializados en mecánica y tecnología, lo que les permite manipular aparatos y armas de una complejidad que de otro modo no entenderían. Cuando aparece un dirigente suficientemente carismático y poderoso para unir a todas las tribus, se forma un alud interminable de feroces incursores llamado ¡Waaagh!. Tienen también su propio juego, Gorkamorka. Otra característica de esta raza, es que aunque ellos lo ignoran, son potentes psíquicos ya que por ejemplo pintan sus vehículos de rojo pues están tan convencidos de que el rojo los hace más rápidos que así sucede. Esto último ha sido demostrado por experimentos realizados por el Imperio del Hombre.

Véase también

Referencias