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Alfonsina Storni
Información personal
Nombre de nacimiento Alfonsina Carolina Storni Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacimiento 29 de mayo de 1892 Ver y modificar los datos en Wikidata
Capriasca (Suiza) Ver y modificar los datos en Wikidata
Fallecimiento 25 de octubre de 1938 Ver y modificar los datos en Wikidata (46 años)
Mar del Plata (Argentina) Ver y modificar los datos en Wikidata
Causa de muerte Suicidio Ver y modificar los datos en Wikidata
Sepultura Cementerio de la Chacarita Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacionalidad Argentina
Información profesional
Ocupación Diarista, poeta, periodista, escritora, profesora y socióloga Ver y modificar los datos en Wikidata
Área Poema Ver y modificar los datos en Wikidata
Años activa Siglo XX
Movimiento Posmodernismo
Géneros Poetisa, escritora
Firma

Alfonsina Storni Martignoni (n. Sala Capriasca, Suiza, 22 o 29 de mayo de 1892[1][2][3][4]​ – † Mar del Plata, Argentina, 25 de octubre de 1938), poetisa y escritora argentina del Posmodernismo.

Trayectoria

Infancia y juventud

Sus padres fueron Alfonso y Paulina Martignoni, quienes junto a varios hermanos mayores llegaron a la provincia de San Juan desde Lugano, Suiza, en 1880. Fundaron una pequeña empresa familiar, y años después, las botellas de cerveza etiquetadas «Cerveza Los Alpes, de Storni y Cía», circulan por toda la región. En 1891 la familia viajó a Suiza quedando en la provincia algunos hermanos y en 1892, el 22 de mayo, nació ella en Sala Capriasca siendo la tercera hija del matrimonio Storni. Su padre eligió el nombre. Él era un hombre melancólico y raro. Más tarde le diría, Alfonsina, a su amigo Fermín Estrella Gutiérrez: «me llamaron Alfonsina, que quiere decir dispuesta a todo». Hay otras versiones que indican que nació el 22 de mayo pero la anotaron el 29 y otras afirman que nació en un barco en altamar.[5]​.

Fue bautizada en la parroquia de Tesserete, lugar en el que actualmente se puede leer en el margen del acta de bautismo una inscripción realizada por el sacerdote Osvaldo Crivelli que dice "Grande poetese morta al mar della Plata". El nombre se lo debe a su padre, de personalidad melancólica. Según ella le afirmo a su amigo Fermín Estrella Gutiérrez en una oportunidad el nombre significa "dispuesta a todo".[6]

Alfonsina aprendió a hablar en italiano, y en 1896 vuelven a San Juan, de donde son sus primeros recuerdos.

Estoy en San Juan, tengo cuatro años; me veo colorada, redonda, chatilla y fea. Sentada en el umbral de mi casa, muevo los labios como leyendo un libro que tengo en la mano y espío con el rabo del ojo el efecto que causo en el transeúnte. Unos primos me avergüenzan gritándome que tengo el libro al revés y corro a llorar detrás de la puerta.[6]

.

Su madre la anota en el jardín de infantes, donde se la recuerda como una chica curiosa y que hacía muchas preguntas, imaginaba mucho y mentía. Su madre tenía dificultades para enseñarle a decir la verdad. En una oportunidad invito a sus docentes a una quinta imaginaria en las periferias de la ciudad sin pensar en las consecuencias que esto acarrearía.[6]

El recuerdo de su padre lo reflejó en el poema A mi padre que se basa en la actitud melancólica del señor que en esa época promediaba los treinta años y en otro recita:

Que por días enteros, vagabundo y huraño

No volvía a la casa, y como un ermitaño
Se alimentaba de aves, dormía sobre el suelo
Y sólo cuando el Zonda, grandes masas ardientes
De arena y de insectos levanta en los calientes

Desiertos sanjuaninos, cantaba bajo el cielo.[7]

Si bien la imagen del padre tiene matices melancólicos la de la madre refleja tristeza oculta que refleja la marca de la resignación femenina, de ella escribio:

Dicen que silenciosas las mujeres han sido
De mi casa materna....Ah, bien pudieran ser
A veces, en mi madre apuntaron antojos
de liberarse, pero se le subió a los ojos
una honda amargura, y en la sombra lloro.[7]

Se supone que esta descripción de la madre corresponde a la época que precedió la mudanza a Rosario y a los años posteriores que fueron díficiles. En 1900 nació Hildo Alberto, el último hermano a quien tuvo que proteger.

Viaje a Rosario

En 1901, la familia se trasladó nuevamente, esta vez a la ciudad de Rosario, no se conocen los motivos de este viaje. La familia llevo algunos ahorros con lo que Paulina abrió una pequeña escuela domiciliaria, y pasa a ser la cabeza de una familia numerosa, pobre y sin nadie que la maneje. Los alumnos abonan un peso con cincuenta por cabeza y llegaron a ser cincuenta. La ganancia de setenta y cinco pesos mensuales no permitían una vida cómoda.

Instalaron el «Café Suizo», cerca de la estación de tren, no se sabe la fecha con certeza pero si que el proyecto fracasó. Alfonsina dejó de concurrir a la escuela y lavaba platos y atendía las mesas a la edad de diez años. Las mujeres comenzaron a trabajar de costureras. El fracaso lo puede haber provocado la imposibilidad de manejar un negocio, el hecho de quen el padre se sentara en una mesa a beber hasta que su esposa junto con uno de sus hijos lo arrastraban hasta su cama. Una vez cerrado el emprendimiento se midan de casa, se casa María y fallece Alfonso, el esposo, sin conocerse las causas fehacientemente. Este hecho coincide con la edad en que ella comienza a escribir poesias. Ella tiene un mal recuerdo de este momento que lo expresa de esta manera:

A los doce años escribo mi primer verso. Es de noche; mis familiares ausentes. Hablo en él de cementerios, de mi muerte. Lo doblo cuidadosamente y los dejo debajo del velador, para que mi madre lo lea antes de acostarse. El resultado es esencialmente doloroso; a la mañana siguiente, tras una contestación mía levantisca, unos coscorrones pretenden enseñarme que la vida es dulce. Desde entonces, los bolsillos de mis delantales, los corpiños de mis enaguas, están llenos de papeluchos borroneados que se me van muriendo como migas de pan.[8]

Las tareas domésticas no le dejan tomarse un descanso, tiene que ayudar con la costura a su madre hasta la madrugada y con las tareas escolares a su hermanito. Una fotografía tomada en 1905 los muestra sentado en un sillón de mimbre y al niño vestido con trajecito de marinero. Esta toma fue hecha por un fotógrafo del barrio un día que ella vistió a su hermano y salio con él según relató Olimpia Perelli, su media hermana.[9]

La independización

El trabajo hogareño no la conforma por no rendir económicamente y las horas de encierro que conlleva. Busca trabajo en forma independiente y lo encuentra en una fábrica de gorras y se la vio entregando volantes en algún festejo del Día del Trabajo.

En 1907 Manuel Cordero, un director teatral que estaba de gira en las provincias junto con su compañía arriba a Rosario. Lo hace en Semana Santa y va a representar las Escenas de la Pasión. Paulina toma contacto con la compañía y le toca el papel de María Magdalena. Alfonsina asiste a los ensayos y dos días antes del estreno se enferma la actriz que personifica a San Juan Evangelista, como ella sabia de memoria todos los papeles y hacer de hombre no la incomodaba la reemplaza. Al otro día la prensa elogia su actuación.[10]

Al poco tiempo visita Rosario la compañía de José Tallavi para entrevistarse con Alfonsina, quien le demuestra que puede recitar y memorizar largos versos y le ofrece trabajo. De esta manera Alfonsina deja la casa de Rosario junto al resto de su familia. En un año recorre Santa Fé, Córdoba, Mendoza, Santiago del Estero y Tucumán representando Espectros de Ibsen, La loca de la casa de Pérez Galdós y Los muertos de Florencio Sánchez.[11]​. No se conocen mayores detalles de este año de gira, solamente intercambio correspondencia con Julio Cejador, un filólogo español.

A su regreso escribo su primer obra de teatro Un corazón valiente según declaro a la revista El Hogar, pero no han quedado testimonios de este hecho. Además se entera de que su madre contrajo matrimonio con Juan Perelli, un tenedor de libros mudándose a la localidad de Bustinza donde estableció nuevamente su escuela domiciliaria.[12]​ Para poder visitarla se traslado en tren hasta Cañada de Gómez el 24 de agosto de 1908 donde la esperaba José Martinez para trasladarla hasta el pueblo en un break con capota utilizado para trasladar la correspondencia hasta dicho lugar. Esa noche asiste a una fiesta en la casa del Juez de paz, Bartolomé Escalante, e inicia la amistad con algunas jovencitas del lugar a quienes visita y anda a caballo.

Se aloja en la casa alquilada por su madre frente a la plaza donde juega al tenis con Prima Correa, hija de la dueña de la propiedad, utilizando unas grandes alpargatas negras como raquetas y en el galpón del fondo de la propiedad fuma a escondidas cigarrillos de chala con Rafaela. También Asiste a paseos, fiestas vecinales y celebraciones religiosas.

Dicta clases de recitado y de buenas maneras en la escuela de su madre. Una alumna suya, Amalia Medina, la define como muy fina en su porte, en su bailar y en su mímica. Era una persona delicada y cariñosa pero también hay testimonios de algunos días melancólicos donde ella se encierra en sí misma y a veces canta canciones tristes y dolientes.[12]

Carrera docente

En el año 1909 dejó el hogar materno para terminar sus estudios en Coronda. En esa localidad se empezó a dictar ese año la carrera de maestro rural, más precisamente el 8 de marzo de 1909 impulsada por José María Naón, ministro de Educación se inauguró la Escuela Normal Mixta de Maestros Rurales. En el registro de inscripciones aparece la leyenda "Alfonsina Storni, 17 años, suiza". Fue aceptada por su entusiasmo porque no tenía certificado de estudios primarios y tampoco aprobo el examen de ingreso pero la escuela recién abría y necesitaba alumnos según declaro la señorita Gervasoni, directora del establecimiento, quien además dijo que Alfonsina mostraba interés en progresar, en salir adelante. Además la nombraron celadora a cambio de un sueldo de cuarenta pesos. La pensión donde se alojaba le costaba veinticinco pesos, lo que la obligaba a mantenerse con los quince pesos restantes. Este alojamiento era propiedad de Mercedes Gervasoni de Venturini, la hermana de la directora del colegio. Se tienen rumores de una posible beca estatal de treinta pesos gestionadas por el diputado Mardoquio Contreras pero no está comprobado.

Su profesora de Idioma Nacional, Emilia Perez de la Barra la estimuló a trabajar porque había detectado en ella condiciones de escritora. Además la secretaria de la institución, Carlota Garrido de la Peña era además una escritora santafesina y propuso publicar un boletín del colegio que reflejara las actividades del mismo y del lugar. En el segundo número se describe que la alumna docente Storni canto una romanza con voz dulce y sentimental y en los números cuatro a siete se publicó un trabajo expuesto en una conferencia sobre temas pedagógicos que se celebró todos los sabados por los alumnos del segundo año. Era un método para enseñar aritmética en los primeros grados.

En 1910 comenzó a viajar los fines de semana sin saber nadie adonde iba y de donde conseguía el dinero. Alguién se da cuenta que viaja a Rosario. En esa ciudad durante la celebración del aniversario de la Batalla de San Lorenzo, le pidieron que cante. En un escenario adornado de banderas argentinas entona la Cavatina de El Barbero de Sevilla de Rossini. Le pidieron un bis y en un momento de silencio alguien afirmo en voz alta que era la muchacha que cantaba en Rosario en un lugar de dudosa reputación y el publico rie. Al regresar a la pensión escribe en una nota: "Después de lo ocurrido no tengo ánimos para seguir" y se pierde de vista. La nota fue hallada por la esposa del comisario que fue su habitación a la hora de la comida para ver porque no llegaba. Salio la familia a buscarla y la encontraron en un barranco llorando, el comisario le palmea la espalda y se tranquiliza. Por la noche recupero el humor pero esta escena puede ser el presagio de lo que pasaría treinta años despues.

Su madre asistió a la entrega de diplomas. En el programa del acto figuran tres poemas de Alfonsina, uno de ellos fue recitado por alumnos del jardín de infantes y titulado Un viaje a la luna. Ese año el tema planetario estaba de moda porque se había visto al cometa Halley que desperto temor en la población en incluso suicidios. Además entona El Brindis de la Traviata de Verdi y antes de irse le dedicó a la directora María Margarita Gervasoni un poema llamado El maestro que incluyo la frase "a mi inteligente y noble directora"

Poetisa en Buenos Aires

En 1911 se traslada a Buenos Aires con un equipaje consistente en una maleta con poca ropa. Arriba la estación del ferrocarril del Norte (actualmente Retiro) y al año siguiente nace su hijo Alejandro, sin padre conocido. El parto se llevo a cabo en el hospital San Roque (hoy Hospital Ramos Mejía).[13]

Descanso unos meses y al año siguiente consiguió trabajo de cajera en una farmacia y posteriormente en la tienda A la ciudad de México. Realizo en la revista Caras y Caretas unas colaboraciones, se supone que mediante alguna recomendación. La remuneración era de veinticinco pesos. Además leía todos los avisos que ofrecían empleos hasta que encontro una solicitud de "corresponsal psicólogico" que contara con redacción propia. La empresa solicitante se llamaba Freixas Hermanos, eran importadores de aceite. Se presento a la entrevista laboral siendo la unica mujer entre cien varones postulados debiendo insistir firmemente para que le permitieran ser evaludas. El examen consistió en la redacción de una carta comercial y dos avisos publicitarios, uno de yerba mate y otro de aceite de la firma. Al cabo de unos días le notificaron que era la elegida. Por ser una empleada femenina su sueldo fue de doscientos pesos cuando al anterior empleado le pagaban cuatrocientos.[14]

En la revista Caras y Caretas se relaciona con José Enrique Rodó, Amado Nervo, José Ingenieros y Manuel Ugarte. Con estos dos últimos su amistad es más profunda. Su situación económica mejora. Hace frecuentes viajes a Montevideo, donde conoce a la poetisa uruguaya Juana de Ibarbourou y al que será su gran amigo, el escritor también uruguayo Horacio Quiroga.

La inquietud del rosal se publica, a pesar de las penurias económicas, en 1916. Lo escribió en su trabajo mientras dictaba ordenes y correspondencias a la mecanógrafa. En un encuentro que tuvo con Felix Visillac le leyo los versos, al terminar éste la invito a acompañarla a la imprenta de Miguel Calvello quien acepto imprimir el libro a cambio de quinientos pesos por quinientos ejemplares. Alfonsina acepto pero nunca pago la cuenta porque nunca reunió el dinero.[15]​ Además le ofreció a Leopoldo Lugones los originales por miedo a ser acusada de impúdica a causa de esta publicación, y además le da una dirección postal, Belgrano 843. No hay referencia alguna que Lugones respondiera, el poeta era celoso de sus potenciales rivales y más aun tratandose de una mujer y nunca le dedico ninguna de sus críticas.Error en la cita: Etiqueta <ref> no válida; nombres no válidos, p. ej. demasiados

El libro no tuvo una buena aceptación. La revista Nosotros, de Roberto Giusti y Alfredo Bianchi le dedico media página en marzo de 1916 diciendo "libro de una poeta joven y que no ha logrado todavía la integridad de sus cualidades, pero que en el futuro ha de darnos más de una valiosa producción literaria". Llevo a Rosario cien ejemplares y le comento a su madre que había vendido muy pocos ejemplares por ser una escritora inmoral.[16]

La publicación de este libro le permite ingresar al círculo de escritores, la primera mujer en integrarlo. Además la ayuda de Juan Julián Lastra y las colaboraciones en Caras y Caretas le permitió relacionarse con los editores de la revista Nosotros, una revista literaria que reunía a los escritores más conocidos. A las reuniones asistía llevando su libro como carta de presentación.[17]​ Su primer reunión fue una comida en homenaje a Manuel Gálvez quien festejaba el éxito de su obra El mal metafísico. En esta oportunidad Alfonsina recito algunos de sus versos y otros de Arturo Capdevilla destacándose su voz metálica

A raíz de alguna críticas de sus jefes en su trabajo de corresponsal psicológico que no veían bien que la escritora de un libro que limitaba con la inmoralidad trabajase allí tuvo que renunciar. Le prometieron dejarla seguir si les aseguraba que no volvería a repetirse pero ella no acepto según una versión contada por Conrado Naxlé Roxlo, hay otras versiones que indican que fue por problemas de salud.[18]

Amado Nervo, el poeta mexicano paladín del modernismo junto con Rubén Darío, publica sus poemas también en Mundo Argentino, y esto da una idea de lo que significaría para ella, una muchacha desconocida, de provincia, el haber llegado hasta aquellas páginas. En 1919 Nervo llega a la Argentina como embajador de su país, y frecuenta las mismas reuniones que Alfonsina. Ella le dedica un ejemplar de La inquietud del rosal, y lo llama en su dedicatoria «poeta divino». Vinculada entonces a lo mejor de la vanguardia novecentista, que empezaba a declinar, en el archivo de la Biblioteca Nacional uruguaya, hay cartas al uruguayo José Enrique Rodó, otro de los escritores principales de la época, modernista, autor de Ariel y de Los motivos de Proteo, ambos libros pilares de una interpretación de la cultura americana. El uruguayo escribía, como ella, en Caras y Caretas y era, junto con Julio Herrera y Reissig, el jefe indiscutido del, ese momento, nuevo pensamiento en el Uruguay. Ambos contribuyeron a esclarecer los lineamientos intelectuales americanos a principios de siglo, como lo hizo también Manuel Ugarte, cuya amistad le llegó a Alfonsina junto con la de José Ingenieros.[19]

Eran épocas de crisis, no alcanzaba la poesía para vivir, además escribía gratis para el periódico La Acción Socialista y en la revista Proteo. Busca un trabajo más rentable y consigue ser directora en el colegio Marcos Paz, en la calle Remedios de Escalada y Argerich. La escuela, perteneciente a la Asociación Protectora de Hijos de Policías y Bomberos, funcionaba en una casa rodeada de un gran jardín, además tenía una biblioteca con más de dos mil libros que le permitió completar sus lecturas.

Se muda a una casa en la calle Acevedo 2161, que se encuentra más cerca de su trabajo, junto a su hermana. Cuando asiste a los encuentros literarios deja a su hijo Alejandro con la hermana, su amiga Josefina Grosso y Josefina, la hija de ésta última, que jugaba con él para entretenerlo.[20]

Su voluntad no la abandona, y sigue escribiendo. En mejores condiciones publica El dulce daño, en 1918. El 18 de abril de 1918 se le ofrece una comida en el restaurante Génova, de la calle Paraná y Corrientes, donde se reunía mensualmente el grupo de Nosotros, y en esa oportunidad se celebra la aparición de El dulce daño. Los oradores son Roberto Giusti y José Ingenieros, su gran amigo y protector y a veces su médico. Alfonsina se está reponiendo de la gran tensión nerviosa que la obligó a dejar momentáneamente su trabajo en la escuela, pero su cansancio no le impide disfrutar de la lectura de su «Nocturno», hecha por Giusti, en traducción al italiano de Folco Testena.[20]

En 1918 Alfonsina recibió una medalla de miembro del Comité Argentino Pro Hogar de los Huérfanos Belgas, donde también se homenajeo a Alicia Moreau de Justo y Enrique del Valle Iberlucea por haber aparecido como concurrente a un acto en defensa de Bélgica, con motivo de la ocupación alemana. Ese año sigue visitando Montevideo, donde hasta su muerte frecuentará amigos uruguayos según testimonios de Juana de Ibarbourou años después de la muerte de la poetisa argentina:[21][22][23]

«Su libro Languidez, de 1920, había merecido el Primer Premio Municipal de Poesía y el Segundo Premio Nacional de Literatura. También en 1920 vino por primera vez a Montevideo. Era joven y parecía alegre; por lo menos su conversación era chispeante, a veces muy aguda, a veces también sarcástica. Levantó una ola de admiración y simpatía… Un núcleo de lo más granado de la sociedad y de la gente intelectual la rodeó siguiéndola por todos lados. Alfonsina, en ese momento, pudo sentirse un poco reina».[24][25]

En una visita que realizo al local de las Lavanderas Unidas, un pseudosindicato del socialismo, cuyo local quedaba al final de la avenida Pueyrredón y era frecuentado por personas de raza negra, parda y mulatas lo que la hizo dudar de la época en la que vivia, se sintió trasladada a la época colonial temiendo que sus poemas resultaran futuristas cosa que no ocurrió, logro relacionarse desde el primer momento.[26]​.

En abril de 1921 ingresa como docente en la Escuela para Niños Débiles del Parque Chacabuco, una institución creada por Hipólito Yrigoyen para contrarrestar los efectos de la pobreza. Alberga a niños mal alimentados y/o raquíticos. Se los trataba con un programa de sol y ejercitación física. Alfonsina no se sentía a gusto en este empleo porque decía que las autoridades no eran comprensibles con ella.[27][28]

Al mismo tiempo participa en el grupo Anaconda, una agrupación literaria cuyas reuniones se celebran en el hogar del acuarelista Emilio Centurión. Esta variedad de actividades le produjo estres a Alfonsina que lo manifesto mediante nervios, cansancio y depresión. Viajó varias a veces a Mar del Plata y a Los Cocos, Córdoba para descansar.[28]

En 1920 viaja a Montevideo para que lea su poesía y la de Delfina Bunge, esposa del novelista Manuel Gálvez cuyo libro Poemas fue traducido del francés por Alfonsina, y dictar una conferencia sobre Delmira Agostini organizado por Arturo Capdevila y viaja junto a las familias Gálvez y Capdevila. En este viaje conocio a Carlos Quijano, quién años más tarde dirigiera el periódico Marcha en ese país. A su regreso la despidio en el puerto arrojando fósforos encendidos.

Visito el Cementerio del Buceo y escribió su poema A un cementerio junto al mar centrado en un diálogo con los muertos. También había publicado los libros Irremediablemente y Languidez anteriormente. Este mismo año comenzó a escribir en su nueva casa de José Bonifacio 2011, donde se mudo con su hijo, su poema Ocre que tardó cinco años en publicar reiterando la temática de la mujer.[29]

Horacio Quiroga le recomienda en una carta a José María Delgado viajar a Buenos Aires para conocer a Alfonsina y conversar sobre su poesía, además comienza a concurrir al cine con Alfonsina y los hijos de ambos y en una oportunidad en una reunión en una casa de la calle Tronador donde se reunían los escritores de la época jugaron a las prendas, consistiendo en que Alfonsina y Horacio debían besar al mismo tiempo las caras de un reloj de cadena que sostenía Horacio. El rápidamente retiro el reloj en el momento que Alfonsina se aproximaba a sus labios terminando en un beso, episodio que no le causo mucha gracia a su madre que se encontraba presente.[30]

Quiroga la menciono frecuentemente en sus cartas entre los años 1919 y 1922 pero no se sabe a ciencia cierta la duración y el tenor de la relación. La mención del escritor la destaca en un grupo donde no había otras escritoras. En sus misivas a su amigo José María la menciona con respeto por su obra y la trata como su igual y en un aviso que el grupo Anaconda viajaba a Montevideo la lista la encabeza Alfonsina sin el apellido, una demostración de la confianza mutua.[31]​ Y en un aviso del 11 de mayo de 1922 de una visita para días posteriores anuncia que viajara con sus hijos y con ella, además propone comer todos juntos. Además Emir Rodríguez Monegal, biógrafo de Quiroga, testimonia el relato de Emilio Oribe, poeta uruguayo que dice que Quiroga espero a Alfonsina a la salida de unas conferencias que dio en la Universidad posiblemente sobre la poesía de Delmira Agostini. Quiroga no quizo asistir a este evento pero la espero a Alfonsina a la salida, que apareció cubierta de un sombrero de paja que sorprendió a los habitantes del barrio cercano al puerto.[32]

Alfonsina acompañaba a Quiroga al cine, a las tertulias literarias y a escuchar música, a los dos les gustaba Wagner. Frecuentemente viajaron a Montevideo y se tomaron fotografías donde aparecen alegres. Los viajes se realizaron porque Quiroga fue adscripto del Consulado uruguayo y siempre lo hacía acompañado de intelectuales femeninas.[33]

Un nuevo camino para la poesía

En el año 1923, la revista Nosotros, que lideraba la difusión de la nueva literatura argentina, y con hábil manejo formaba la opinión de los lectores, publicó una encuesta, dirigida a los que constituyen «la nueva generación literaria». La pregunta está formulada sencillamente: «¿Cuáles son los tres o cuatro poetas nuestros, mayores de treinta años, que usted respeta más?».

Alfonsina Storni tenía en ese entonces treinta y un años recién cumplidos, es decir, que apenas bordeaba la cifra exigida para constituirse en «maestro de la nueva generación». Su libro Languidez, de 1920, había merecido el Primer Premio Municipal de Poesía y el Segundo Premio Nacional de Literatura, lo que la colocaba muy por encima de sus pares. Muchas de las respuestas a la encuesta de Nosotros coinciden en uno de los nombres: Alfonsina Storni.

En 1925 publica Ocre, que marca un cambio decisivo en su poesía. Desde dos años antes es profesora de Lectura y declamación en la Escuela Normal de Lenguas Vivas. Su poesía, fundamentalmente de temática amorosa, también se liga a la temática feminista e intenta desligarse de las hopalandas del Modernismo y volver más la mirada al mundo real. La soledad y la marginación hacen mella en su salud, y a veces la neurosis le obliga a dejar su puesto de maestra de escuela.

Hasta la casa de la calle Cuba llega una tarde la chilena Gabriela Mistral. El encuentro debió ser importante para la chilena, ya que publicó su relato ese año en El Mercurio. Llamó por teléfono a Alfonsina antes de ir, y le impresionó gratamente su voz, pero le habían dicho que era fea y entonces esperaba una cara que no congeniara con la voz. Por eso cuando la puerta se abre pregunta por Alfonsina, porque la imagen contradice a la advertencia. «Extraordinaria la cabeza, recuerda, pero no por rasgos ingratos, sino por un cabello enteramente plateado, que hace el marco de un rostro de veinticinco años». Insiste: «Cabello más hermoso no he visto, es extraño como lo fuera la luz de la luna a mediodía. Era dorado, y alguna dulzura rubia quedaba todavía en los gajos blancos. El ojo azul, la empinada nariz francesa, muy graciosa, y la piel rosada, le dan alguna cosa infantil que desmiente la conversación sagaz y de mujer madura». La chilena queda impresionada por su sencillez, por su sobriedad, por su escasa manifestación de emotividad, por su profundidad sin trascendentalismos. Y sobre todo por su información, propia de una mujer de gran ciudad, «que ha pasado tocándolo todo e incorporándoselo» (1).

El 20 de marzo de 1927 se estrena su obra de teatro El amo del mundo, que despertaba las expectativas del público y de la crítica. El día del estreno asistió el presidente Alvear con su esposa, Regina Pacini. Al día siguiente la crítica se ensañó con la obra, y a los tres días tuvo que bajar de cartel. El diario Crítica tituló «Alfonsina Storni dará al teatro nacional obras interesantes cuando la escena le revele nuevos e importantes secretos». La escritora se sintió muy dolida por su fracaso, y trató de explicarlo atribuyéndole la culpa al director y a los actores.

Archivo:Monumento a Alfonsina Storni.jpg
Monumento a Alfonsina Storni frente a la playa La Perla en Mar del Plata.

Años de equilibrio

Alfonsina intervino en la creación de la Sociedad Argentina de Escritores y su participación en el gremialismo literario fue intensa. En 1928 viajó a España en compañía de la actriz Blanca de la Vega, y repitió su viaje en 1931, en compañía de su hijo. Allí conoció a otras mujeres escritoras, y la poeta Concha Méndez le dedica algunos poemas. En 1932, publicó sus Dos farsas pirotécnicas: «Cimbelina en 1900 y pico» y «Polixena y la cocinerita». Colabora en el diario Crítica y La Nación; sus clases de teatro son la rutina diaria.

En 1931, el Intendente Municipal nombró a Alfonsina jurado y es la primera vez que ese nombramiento recae en una mujer. Alfonsina se alegra de que comiencen a ser reconocidas las virtudes que la mujer, esforzadamente, demuestra. «La civilización borra cada vez más las diferencias de sexo, porque levanta a hombre y mujer a seres pensantes y mezcla en aquel ápice lo que parecieran características propias de cada sexo y que no eran más que estados de insuficiencia mental. Como afirmación de esta limpia verdad, la Intendencia de Buenos Aires declara, en su ciudad, noble la condición femenina», afirma Alfonsina en un diario al referirse a su designación.

Varios viajes a Europa (1930 y 1934) motivaron una evolución hacia un lirismo libre de moldes formales, dramático y descarnado y de una audacia erótica insólita para la época, con nuevas meditaciones feministas: Mundo de siete pozos, 1934 y Mascarilla y trébol. En la Peña del café Tortoni conoció a Federico García Lorca, durante la permanencia del poeta en Buenos Aires entre octubre de 1933 y febrero de 1934. Le dedicó un poema, «Retrato de García Lorca», publicado luego en Mundo de siete pozos 1934. Allí dice: «Irrumpe un griego /por sus ojos distantes (…). Salta su garganta /hacia afuera /pidiendo /la navaja lunada /aguas filosas (…). Dejad volar la cabeza, /la cabeza sola /herida de hondas marinas /negras…».

Enfermedad

El 20 de mayo de 1935 Alfonsina fue operada de un cáncer de mama. La mastectomía le deja grandes cicatrices físicas y emocionales. Siempre había sufrido de depresión, paranoia y ataques de nervios, pero ahora los síntomas de enfermedad mental se recrudecen. Se vuelve recluida y evita a sus amistades.

En 1937 se suicida Horacio Quiroga y ella le dedica un poema de versos conmovedores y que presagian su propio final:

Morir como tú, Horacio, en tus cabales,
Y así como en tus cuentos, no está mal;
Un rayo a tiempo y se acabó la feria...
Allá dirán.
Más pudre el miedo, Horacio, que la muerte
Que a las espaldas va.
Bebiste bien, que luego sonreías...
Allá dirán.

El final

El veintiséis de enero de 1938, en Colonia, Uruguay, Alfonsina recibe una invitación importante. El Ministerio de Instrucción Pública ha organizado un acto que reunirá a las tres grandes poetisas americanas del momento, en una reunión sin precedentes: Alfonsina, Juana de Ibarbourou y Gabriela Mistral. La invitación pide «que haga en público la confesión de su forma y manera de crear». Tiene que prepararse en un día y, llena de entusiasmo, escribe su conferencia sobre una valija que ha puesto en las rodillas. Divertida, encuentra un título que le parece muy adecuado: «Entre un par de maletas a medio abrir y las manecillas del reloj».

Hacia mitad de año apareció Mascarilla y trébol y una Antología poética con sus poemas preferidos.

Los meses que siguen fueron de incertidumbre y temor por la renuencia de la enfermedad: Alfonsina padece cáncer terminal.

En octubre viaja a Mar del Plata. Desde allí, envía tres cartas: una a su hijo, Alejandro; otra a Gálvez, para que procure que a su hijo no le falte de nada, y un "Poema de despedida" al diario La Nación:

Dientes de flores, cofia de rocío,

manos de hierbas, tú, nodriza fina, tenme puestas las sábanas terrosas y el edredón de musgos escardados.

Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame. Pónme una lámpara a la cabecera, una constelación, la que te guste, todas son buenas; bájala un poquito.

Déjame sola: oyes romper los brotes, te acuna un pie celeste desde arriba y un pájaro te traza unos compases para que te olvides. Gracias... Ah, un encargo, si él llama nuevamente por teléfono

le dices que no insista, que he salido..."

Hacia la una de la madrugada del martes veinticinco Alfonsina abandonó su habitación y se dirigió a la playa "La Perla". Esa mañana, dos obreros descubrieron el cadáver en la playa. Hay dos versiones sobre el suicidio de Alfonsina: la más popular, de tintes románticos, dice que se internó lentamente en el mar. La versión de los investigadores y biógrafos afirma que se arrojó a las aguas desde una escollera.

A la tarde, los diarios titulaban sus ediciones con la noticia: «Ha muerto trágicamente Alfonsina Storni, gran poeta de América». A su entierro asistieron los escritores y artistas Enrique Larreta, Ricardo Rojas, Enrique Banchs, Arturo Capdevila, Manuel Gálvez, Baldomero Fernández Moreno, Oliverio Girondo, Eduardo Mallea, Alejandro Sirio, Augusto Riganelli, Carlos Obligado, Atilio Chiappori, Horacio Rega Molina, Pedro M. Obligado, Amado Villar, Leopoldo Marechal, Centurión, Pascual de Rogatis, Carlos López Buchardo.

Sus restos fueron depositados en el Cementerio de la Recoleta en la bóveda familiar de Salvadora Onrubia, esposa de Natalio Botana, periodista y director del diario Crítica, quienes financiaron la ceremonia, pero en 1963 se trasladó el féretro al "rincón de los notables" del Cementerio de la Chacarita, donde actualmente reposan en el interior de una hermosa escultura realizada por Julio César Vergotini.

Homenajes y la leyenda

Actualmente se erige un monumento en la costa de Mar del Plata y en la costanera de Santa Teresita que la recuerda.

El 21 de noviembre de 1938, el Senado de la Nación rindió homenaje a la poeta en las palabras del senador socialista Alfredo Palacios. Este dijo:

«Nuestro progreso material asombra a propios y extraños. Hemos construido urbes inmensas. Centenares de millones de cabezas de ganado pacen en la inmensurable planicie argentina, la más fecunda de la tierra; pero frecuentemente subordinamos los valores del espíritu a los valores utilitarios y no hemos conseguido, con toda nuestra riqueza, crear una atmósfera propicia donde puede prosperar esa planta delicada que es un poeta».

Su trágico suicidio inspiró la canción Alfonsina y el mar, de Ariel Ramírez y Félix Luna, que ha sido interpretada por innumerables músicos de lengua española, destacándose la versión de Mercedes Sosa y la versión de Chabuca Granda. Recientemente, el grupo de música celta Bad Haggis ha grabado otra nueva canción, Templo de agua, inspirada también en el suicidio, compuesta e interpretada en colaboración con el panameño Rubén Blades.

Con motivo de la celebración del 70 º Aniversario de su muerte, la Asociación Mujeres en el Arte de Valencia en colaboración con O2 Project ha decidido rendirle un merecido Homenaje a la poetisa. Para lo cual se han realizado una serie de conciertos en Nueva York, Luxemburgo y Buenos Aires entre Enero y Julio del 2009 con obras musicales que se realizaron sobre sus textos.

Actualmente, una calle en Concepción del Uruguay y en el barrio porteño de Saavedra lleva su nombre.

Obras

Poesía

Poesía en Prosa

  • Poemas de amor, Buenos Aires, Editorial Nosotros, 1926.

Teatro

  • El amo del mundo. Comedia en 3 actos.
  • Cimbelina en el 1900 y pico. Farsa trágica. Una de las "Dos farsas pirotécnicas".
  • Polixena y la cocinerita. Farsa trágica. Una de las "Dos farsas pirotécnicas".
  • La debilidad de Mister Dougall. Comedia en 3 actos.

Teatro Infantil

  • Los degolladores de estatuas. Comedia en 1 acto.
  • Blanco... negro... blanco. Comedia en 1 acto, dividido en 4 cuadros.
  • Jorge y su conciencia. Diálogo.
  • Pedro y Pedrito. Comedia en 1 acto.
  • El Dios de los pájaros. Comedia en 2 actos, divididos en 4 cuadros.
  • Un sueño en el camino. Mimodrama.
  • Los cazadores de fieras. Comedia en 1 acto.

Ensayo

  • Nosotras y la piel: selección de ensayos. 2005

Muestra de poesía

Bien pudiera ser que todo lo que en verso he sentido

no fuera más que aquello que nunca pudo ser,
no fuera más que algo vedado y reprimido
de familia en familia, de mujer en mujer.

Dicen que en los solares de mi gente, medido
estaba todo aquello que se debía hacer...
Dicen que silenciosas las mujeres han sido
de mi casa materna... Ah, bien pudiera ser...

A veces en mi madre apuntaron antojos
de liberarse, pero, se le subió a los ojos
una honda amargura, y en la sombra lloró.

Y todo esto mordiente, vencido, mutilado,
todo esto que se hallaba en su alma encerrado,

pienso que sin quererlo lo he libertado yo.
Alfonsina Storni, Bien pudiera ser

Fuentes bibliográficas

  • Andreola, Carlos A.: Alfonsina Storni: vida - talento - soledad. Primera biografía integral y documentada que reúne antecedentes estrictamente desconocidos y revela aspectos apostamente vedados hasta hoy; guía cronológia, práctica y fundamental, destinada a las escuelas, colegios y universidades. Buenos Aires: Ed. Plus Ultra, 1976.
  • Atorresi, Ana: Un amor a la deriva - Horacio Quiroga y Alfonsina Storni. Montevideo: Solaris, 1997. (Colección «Personajes de la historia») ISBN 987-9172-11-6
  • Bula Píriz, Roberto: Alfonsina en mi recuerdo: con una noticia bio-bibliográfica y poesía comentada de Alfonsina Storni. Montevideo: Ed. El Galeón, 1997. (Colección Literaria; 6). ISBN 9974-553-14-8
  • Mizraje, María Gabriela (1999): Argentinas de Rosas a Perón. Buenos Aires: Editorial Biblos.
  • Nalé Roxlo, Conrado / Mármol, Mabel (1966): Genio y figura de Alfonsina Storni. Buenos Aires: Editorial Universitaria. (Biblioteca de América: Colección genio y figura)
  • Verlichak, Carmen (1996): Las diosas de la Belle Époque y de los años locos. Buenos Aires: Editorial Atlántida (Colección Ensayo Argentino). ISBN 950-08-1599-0
  • La Nación (2006). Alfonsina Storni, la caricia perdida. Aguilar. ISBN 987-04-0483-9. 

Referencias

  1. «Poemas de Alfonsina Storni». Consultado el 20 de febrero de 2010. «"Considerada la poetisa del posmodernismo argentino, nació en Sala Capriasca (Suiza), el 22 de mayo de 1892, trasladándose con su familia a la Argentina, a muy temprana edad."». 
  2. «Efemérides». Consultado el 20 de febrero de 2010. 
  3. «Rincón Literario - Escritores». Consultado el 20 de febrero de 2010. «"El 29 de mayo de 1892, en Sala Capriasca, Suiza nació Alfonsina Storni. La tercera hija del matrimonio Storni. Llevó el nombre del padre. En 1896, la familia Storni se instaló en la Argentina, en la provincia de San Juan, donde ya habían vivido años atrás."». 
  4. Norma Domínguez (25 de octubre de 2008). «Alfonsina, esa mujer inolvidable». Consultado el 20 de febrero de 2010. «"Quien lee la obra de Alfonsina Carolina Storni (así reza su partida de nacimiento extendida el 22 de mayo de 1892, en Sala Capriasca, cantón Tesino) puede vislumbrar a la mujer que hay detrás de la poesía"». 
  5. La Nación, pag 10
  6. a b c La Nación, pag. 11
  7. a b La Nacion, pag. 12
  8. La Nacion, pag. 14
  9. La Nacion, pag. 15
  10. La Nacion, pag.17
  11. La Nacion, pag.18
  12. a b La Nación, pag. 19
  13. La Nación, pag. 28
  14. La Nación, pag.31
  15. La Nación, pag.33
  16. La Nación, pag. 36
  17. La Nación, pag. 37
  18. La Nación, pag. 39, 40
  19. La Nación, pag. 41
  20. a b La Nación, pag. 43
  21. La Nación, pag.47
  22. «Storni Martignoni, Alfonsina». Consultado el 15 de abril de 2010. 
  23. «Biografía de Alfonsina Storni». Consultado el 20 de abril de 2010. 
  24. «Storni Martignoni, Alfonsina». Consultado el 15 de abril de 2010. 
  25. Ale Rámirez. «"Frente al mar" de Alfonsina Storni». Consultado el 15 de abril de 2010. 
  26. La Nación. pag. 47
  27. La Nación, pag. 46
  28. a b «Cronología 1916-1926». Consultado el 20 de abril de 2010. 
  29. La Nación, pag.49
  30. La Nación, pag.51
  31. La Nación, pag. 52
  32. La Nación, pag.52
  33. La Nación, pag.52

Enlaces externos