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En la revista [[Caras y Caretas]] se relacionó con [[José Enrique Rodó]], [[Amado Nervo]], [[José Ingenieros]] y [[Manuel Ugarte]]. Con estos dos últimos su amistad fue más profunda. Su situación económica mejoró. Hizo frecuentes viajes a [[Montevideo]], donde conoció a la poetisa [[uruguay]]a [[Juana de Ibarbourou]] y al que será su gran amigo, el escritor también uruguayo [[Horacio Quiroga]].
En la revista [[Caras y Caretas]] se relacionó con [[José Enrique Rodó]], [[Amado Nervo]], [[José Ingenieros]] y [[Manuel Ugarte]]. Con estos dos últimos su amistad fue más profunda. Su situación económica mejoró. Hizo frecuentes viajes a [[Montevideo]], donde conoció a la poetisa [[uruguay]]a [[Juana de Ibarbourou]] y al que será su gran amigo, el escritor también uruguayo [[Horacio Quiroga]].


''La inquietud del rosal'' se publicó, a pesar de las penurias económicas, en [[1916]]. Lo escribió en su trabajo mientras dictaba órdenes y correspondencias a la mecanógrafa. En un encuentro que tuvo con [[Félix Visillac]] le leyó los versos; al terminar, éste la invitó a acompañarla a la imprenta de Miguel Calvello quien aceptó imprimir el libro a cambio de quinientos pesos por quinientos ejemplares. Alfonsina aceptó pero nunca pagó la cuenta porque no logró reunir el dinero.<ref>La Nación (2006), pag.33</ref> Además le ofreció a [[Leopoldo Lugones]] los originales por miedo a ser acusada de impúdica a causa de esta publicación, y también le dio una dirección postal, Belgrano 843. No hay referencia alguna de que Lugones respondiera. El poeta era celoso de sus potenciales rivales, y más aun tratándose de una mujer, y jamás le dedicó ninguna de sus críticas.<ref name="La Nación">La Nación (2006), pag. 34</ref>
''La inquietud del rosal'' se publicó en [[1916]] aunque nunca le pudo pagar la edición al imprentero. Lo escribió en su trabajo mientras dictaba órdenes y correspondencias a la mecanógrafa. En un encuentro que tuvo con [[Félix Visillac]] le leyó los versos; al terminar, éste la invitó a acompañarla a la imprenta de Miguel Calvello quien aceptó imprimir el libro a cambio de quinientos pesos por quinientos ejemplares. Alfonsina aceptó pero nunca pagó la cuenta porque no logró reunir el dinero.<ref>La Nación (2006), pag.33</ref> Además le ofreció a [[Leopoldo Lugones]] los originales por miedo a ser acusada de impúdica a causa de esta publicación, y también le dio una dirección postal, Belgrano 843. No hay referencia alguna de que Lugones respondiera. El poeta era celoso de sus potenciales rivales, y más aun tratándose de una mujer, y jamás le dedicó ninguna de sus críticas.<ref name="La Nación">La Nación (2006), pag. 34</ref>


El libro no tuvo una buena aceptación. La revista ''Nosotros'', de [[Roberto Giusti]] y [[Alfredo Bianchi]] le dedicó media página en marzo de 1916 diciendo: "libro de una poeta joven y que no ha logrado todavía la integridad de sus cualidades, pero que en el futuro ha de darnos más de una valiosa producción literaria". Llevó a Rosario cien ejemplares y le comentó a su madre que había vendido muy pocos ejemplares por ser una escritora inmoral.<ref>La Nación (2006), pag. 36</ref>
El libro no tuvo una buena aceptación. La revista ''Nosotros'', de [[Roberto Giusti]] y [[Alfredo Bianchi]] le dedicó media página en marzo de 1916 diciendo: "libro de una poeta joven y que no ha logrado todavía la integridad de sus cualidades, pero que en el futuro ha de darnos más de una valiosa producción literaria". Llevó a Rosario cien ejemplares y le comentó a su madre que había vendido muy pocos ejemplares por ser una escritora inmoral.<ref>La Nación (2006), pag. 36</ref>


La publicación de este libro le permitió ingresar al círculo de escritores, la primera mujer en integrarlo. Además la ayuda de Juan Julián Lastra y las colaboraciones en Caras y Caretas le permitieron relacionarse con los editores de la revista Nosotros, una revista literaria que reunía a los escritores más conocidos. A las reuniones asistía llevando su libro como carta de presentación.<ref>La Nación (2006), pag. 37</ref> Su primera reunión fue una comida en homenaje a [[Manuel Gálvez]] quien festejaba el éxito de su obra ''El mal metafísico''. En esta oportunidad Alfonsina recitó algunos de sus versos y otros de Arturo Capdevilla, destacándose su voz metálica.
La publicación de este libro le permitió ingresar al Círculo de Escritores, la primera mujer en integrarlo. Además la ayuda de Juan Julián Lastra y las colaboraciones en Caras y Caretas le permitieron relacionarse con los editores de la revista Nosotros, una revista literaria que reunía a los escritores más conocidos. A las reuniones asistía llevando su libro como carta de presentación.<ref>La Nación (2006), pag. 37</ref> Su primera reunión fue una comida en homenaje a [[Manuel Gálvez]] quien festejaba el éxito de su obra ''El mal metafísico''. En esta oportunidad Alfonsina recitó algunos de sus versos y otros de Arturo Capdevilla, destacándose su voz metálica.


A raíz de algunas críticas de sus jefes en su trabajo de corresponsal psicológico, que no veían bien que la escritora de un libro que limitaba con la inmoralidad trabajase allí, tuvo que renunciar. Le prometieron dejarla seguir si les aseguraba que no volvería a repetirse pero ella no aceptó, según una versión contada por Conrado Nalé Roxlo; hay otras versiones que indican que fue por problemas de salud.<ref>La Nación (2006), pag. 39, 40</ref>
A raíz de algunas críticas de sus jefes en su trabajo de corresponsal psicológico, que no veían bien que la escritora de un libro que limitaba con la inmoralidad trabajase allí, tuvo que renunciar. Le prometieron dejarla seguir si les aseguraba que no volvería a repetirse pero ella no aceptó, según una versión contada por Conrado Nalé Roxlo; hay otras versiones que indican que fue por problemas de salud.<ref>La Nación (2006), pag. 39, 40</ref>

Revisión del 23:25 7 ago 2010

Alfonsina Storni
Información personal
Nombre de nacimiento Alfonsina Carolina Storni Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacimiento 29 de mayo de 1892 Ver y modificar los datos en Wikidata
Capriasca (Suiza) Ver y modificar los datos en Wikidata
Fallecimiento 25 de octubre de 1938 Ver y modificar los datos en Wikidata (46 años)
Mar del Plata (Argentina) Ver y modificar los datos en Wikidata
Causa de muerte Suicidio Ver y modificar los datos en Wikidata
Sepultura Cementerio de la Chacarita Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacionalidad Argentina
Información profesional
Ocupación Diarista, poeta, periodista, escritora, profesora y socióloga Ver y modificar los datos en Wikidata
Área Poema Ver y modificar los datos en Wikidata
Años activa Siglo XX
Movimiento Posmodernismo
Géneros Poetisa, escritora
Firma

Alfonsina Storni Martignoni (Sala Capriasca, Suiza, 22 o 29 de mayo de 1892[1][2][3][4]​ – Mar del Plata, Argentina, 25 de octubre de 1938), fue una poetisa y escritora argentina del modernismo.[5]

Su familia era propietaria de una cervecería en San Juan. Sus padres regresaron a su patria en 1891 y en 1896 volvieron a Argentina junto con Alfonsina, quien había nacido durante la estadía de la pareja en ese país. En San Juan concurrió al jardín de infantes y desarrolló la primera parte de su infancia. A principios del siglo XX la familia se mudó a Rosario, donde su madre fundó una escuela domiciliaria y su padre instaló un café cerca de la estación Rosario Central de ferrocarril. Alfonsina se desempeñó como mesera en ese establecimiento, pero dado que este trabajo no le gustaba se independizó y consiguió empleo como actriz. Más tarde recorrería varias provincias en una gira teatral.[6]

Storni ejerció como maestra en diferentes establecimientos educativos y escribió sus poesías y algunas obras de teatro durante este período. Su prosa es feminista, ya que busca en ella la igualdad entre el hombre y la mujer, y según la crítica, posee una originalidad que cambió el sentido de las letras de Latinoamérica. Otros dividen su obra en dos partes: una de corte romántico, que trata el tema desde el punto de vista erótico y sensual y muestra resentimiento hacia la figura del hombre, y una segunda etapa en la que dejó de lado el erotismo y mostró el tema desde un punto de vista más abstracto y reflexivo. La crítica literaria, por su parte, clasifica en tardorománticos a los textos editados entre los años 1916 y 1925 y a partir de Ocre encuentra rasgos de vanguardismo y recursos como el antisoneto. Sus composiciones reflejan, además, la enfermedad que padeció durante gran parte de su vida y muestran la espera del punto final de su vida, expresándolo mediante el dolor, el miedo y otros sentimientos.[7]

Fue diagnosticada con cáncer de mama, del cual fue operada. A pedido de un medio periodístico se realizó un estudio de quirología, cuyo diagnóstico no fue acertado. Esto la deprimió, provocándole un cambio radical en su carácter y llevándola a descartar los tratamientos médicos para combatirla.[8]

Se suicidó en Mar del Plata arrojándose de la escollera del Club Argentino de Mujeres. Hay versiones románticas que dicen que se internó lentamente en el mar. Su cuerpo fue velado en esa ciudad balnearia primero y finalmente en Buenos Aires. Actualmente sus restos se encuentran enterrados en el Cementerio de la Chacarita.[9]

Trayectoria

Infancia y juventud

Sus padres fueron Alfonso y Paulina Martignoni, quienes junto a varios hermanos mayores llegaron a la provincia de San Juan desde Lugano, Suiza, en 1880. Fundaron una pequeña empresa familiar, y años después, las botellas de cerveza etiquetadas «Cerveza Los Alpes, de Storni y Cía», comenzaron a circular por toda la región.

En 1891 la familia viajó a Suiza quedando en la provincia algunos hermanos y en 1892, el 22 de mayo, nació ella en Sala Capriasca siendo la tercera hija del matrimonio Storni. Su padre, un hombre melancólico y raro, fue quien eligió el nombre. Años más tarde, Alfonsina le diría a su amigo Fermín Estrella Gutiérrez: «me llamaron Alfonsina, que quiere decir dispuesta a todo». Hay otras versiones que indican que nació el 22 de mayo pero la anotaron el 29 y otras que afirman que nació en un barco en altamar.[6]​ Fue bautizada en la parroquia de Tesserete, lugar en el que actualmente se puede leer en el margen del acta de bautismo una inscripción realizada por el sacerdote Osvaldo Crivelli que dice "Grande poetese morta al mar della Plata".

Alfonsina aprendió a hablar en italiano, y en 1896 regresó a San Juan, de donde son sus primeros recuerdos.

Estoy en San Juan, tengo cuatro años; me veo colorada, redonda, chatilla y fea. Sentada en el umbral de mi casa, muevo los labios como leyendo un libro que tengo en la mano y espío con el rabo del ojo el efecto que causo en el transeúnte. Unos primos me avergüenzan gritándome que tengo el libro al revés y corro a llorar detrás de la puerta.[10]

Su madre la anotó en el jardín de infantes, donde se la recuerda como una chica curiosa y que hacía muchas preguntas, imaginaba mucho y mentía. Su madre tenía dificultades para enseñarle a decir la verdad. En una oportunidad invitó a sus docentes a una quinta imaginaria en las periferias de la ciudad sin pensar en las consecuencias que esto acarrearía.[10]

El recuerdo de su padre lo reflejó en el poema A mi padre, el cual se basa en la actitud melancólica del señor que en esa época promediaba los treinta años, y en otro recita:

Que por días enteros, vagabundo y huraño

No volvía a la casa, y como un ermitaño
Se alimentaba de aves, dormía sobre el suelo
Y sólo cuando el Zonda, grandes masas ardientes
De arena y de insectos levanta en los calientes

Desiertos sanjuaninos, cantaba bajo el cielo.[11]

Si bien la imagen del padre tiene matices melancólicos, la de la madre refleja tristeza oculta que muestra, a su vez, la marca de la resignación femenina. De ella escribió:

Dicen que silenciosas las mujeres han sido
De mi casa materna....Ah, bien pudieran ser
A veces, en mi madre apuntaron antojos
de liberarse, pero se le subió a los ojos
una honda amargura, y en la sombra lloro.[11]

Se supone que esta descripción de la madre corresponde a la época que precedió la mudanza a Rosario y a los años posteriores que fueron díficiles. En 1900 nació Hildo Alberto, el último hermano, a quien tuvo que proteger.

Viaje a Rosario

En 1901 la familia se trasladó nuevamente, esta vez a la ciudad de Rosario, por motivos desconocidos. Llevaron consigo algunos ahorros con los que Paulina abrió una pequeña escuela domiciliaria, y pasó a ser la cabeza de una familia numerosa, pobre y sin nadie que la maneje. Los alumnos abonaban un peso con cincuenta por cabeza y llegaron a ser cincuenta; sin embargo, la ganancia de setenta y cinco pesos mensuales no permitían una vida cómoda.[12]

Instalaron el «Café Suizo», cerca de la estación de tren; no se sabe la fecha con certeza, pero sí que el proyecto fracasó. Alfonsina dejó de concurrir a la escuela y comenzó a trabajar lavando platos y atendiendo las mesas a la edad de diez años. Las demás mujeres comenzaron a trabajar de costureras. El fracaso lo puede haber provocado la imposibilidad de manejar un negocio y el alcoholismo del padre, quien se sentaba en una mesa a beber hasta que su esposa, junto con uno de sus hijos, lo arrastraban hasta su cama. Una vez cerrado el emprendimiento se mudaron de casa, María se casó y Alfonso, su esposo, falleció, también por causas que no se conocen. Este hecho coincide con la edad en que Alfonsina comenzó a escribir poesías. Tenía un mal recuerdo de este momento y lo expresó de esta manera:

A los doce años escribo mi primer verso. Es de noche; mis familiares ausentes. Hablo en él de cementerios, de mi muerte. Lo doblo cuidadosamente y los dejo debajo del velador, para que mi madre lo lea antes de acostarse. El resultado es esencialmente doloroso; a la mañana siguiente, tras una contestación mía levantisca, unos coscorrones pretenden enseñarme que la vida es dulce. Desde entonces, los bolsillos de mis delantales, los corpiños de mis enaguas, están llenos de papeluchos borroneados que se me van muriendo como migas de pan.[13]

Las tareas domésticas no le dejaban tomarse un descanso, ya que tenía que ayudar con la costura a su madre hasta la madrugada y con las tareas escolares a su hermanito. Una fotografía tomada en 1905 los muestra sentados en un sillón de mimbre y al niño vestido con trajecito de marinero. Esta toma fue hecha por un fotógrafo del barrio un día que ella vistió a su hermano y salió con él, según relató Olimpia Perelli, su media hermana.[14]

La independización

El trabajo hogareño no la conformaba, ya que no le rendía económicamente y conllevaba largas horas de encierro. Para cambiar su situación, buscó trabajo en forma independiente: lo encontró en una fábrica de gorras y, posteriormente, se la vio entregando volantes en algún festejo del Día del Trabajo.

En 1907 Manuel Cordero, un director teatral que estaba de gira en las provincias junto con su compañía, arribó a Rosario. Lo hizo en Semana Santa, con el objetivo de representar las Escenas de la Pasión. Paulina tomó contacto con la compañía y se le asignó el papel de María Magdalena. Alfonsina, por su parte, asistió a los ensayos y, dado que dos días antes del estreno se enfermó la actriz que personificaba a San Juan Evangelista y que ella sabía de memoria todos los papeles y no le incomodaba interpretar a un hombre, la reemplazó. Al otro día la prensa elogió su actuación.[15]

Al poco tiempo visitó Rosario la compañía de José Tallavi para entrevistarse con Alfonsina, quien le demostró que podía recitar y memorizar largos versos, y le ofreció trabajo. De esta manera, Alfonsina dejó la casa de Rosario junto al resto de su familia. En un año recorrió Santa Fe, Córdoba, Mendoza, Santiago del Estero y Tucumán representando Espectros de Ibsen, La loca de la casa de Pérez Galdós y Los muertos de Florencio Sánchez. No se conocen mayores detalles de este año de gira; únicamente se sabe que intercambió correspondencia con Julio Cejador, un filólogo español.[16]

Según declaró a la revista El Hogar, a su regreso escribió su primera obra de teatro, Un corazón valiente; sin embargo, no han quedado testimonios de este hecho. Además, se enteró de que su madre había contraído matrimonio con Juan Perelli, un tenedor de libros, y que se había mudado a la localidad de Bustinza, donde había establecido nuevamente su escuela domiciliaria.[17]​ Para poder visitarla se trasladó en tren hasta Cañada de Gómez el 24 de agosto de 1908 donde la esperaba José Martínez para trasladarla hasta el pueblo en un break con capota, utilizado para trasladar la correspondencia hasta dicho lugar. Esa noche asistió a una fiesta en la casa del Juez de Paz, Bartolomé Escalante, e inició una amistad con algunas jovencitas del lugar, a quienes visitaba y acompañaba cuando andaban a caballo.

Se alojó en la casa alquilada por su madre frente a la plaza, donde jugaba al tenis con Prima Correa, hija de la dueña de la propiedad, utilizando unas grandes alpargatas negras como raquetas. En el galpón del fondo de la propiedad solía fumar a escondidas cigarrillos de chala con Rafaela. También asistía a paseos, fiestas vecinales y celebraciones religiosas.

Dictaba clases de recitado y de buenas maneras en la escuela de su madre. Una alumna suya, Amalia Medina, la definió como una persona muy fina en su porte, en su bailar y en su mímica. Aunque se la caracterizaba como una persona delicada y cariñosa, hay testimonios de algunos días melancólicos donde se encerraba en sí misma y cantaba canciones tristes y dolientes.[17]

Carrera docente

En el año 1909 dejó el hogar materno para terminar sus estudios en Coronda. En esa localidad se dictaba la carrera de maestro rural, en la Escuela Normal Mixta de Maestros Rurales. En el registro de inscripciones aparece la leyenda "Alfonsina Storni, 17 años, suiza". Fue aceptada por su entusiasmo, porque no tenía certificado de estudios primarios y tampoco aprobó el examen de ingreso, pero la escuela recién abría y necesitaba alumnos, según declaró la señorita Gervasoni, directora del establecimiento, quien además dijo que Alfonsina mostraba interés en progresar. Además, la nombraron celadora a cambio de un sueldo de cuarenta pesos. La pensión donde se alojaba le costaba veinticinco pesos, lo que la obligaba a mantenerse con los quince pesos restantes. Este alojamiento era propiedad de Mercedes Gervasoni de Venturini, la hermana de la directora del colegio. Es posible que Alfonsina cobrara una beca estatal de treinta pesos, gestionada por el diputado Mardoquio Contreras, pero este hecho no está comprobado.[7]

Su profesora de Idioma Nacional, Emilia Pérez de la Barra, la estimuló a trabajar porque había detectado en ella condiciones de escritora. Además la secretaria de la institución, Carlota Garrido de la Peña, era una escritora santafesina y propuso publicar un boletín del colegio que reflejara las actividades del mismo y del lugar. En el segundo número se describe que la alumna docente Storni cantó una romanza con voz dulce y sentimental y en los números cuatro a siete se publicó un trabajo expuesto en una conferencia sobre temas pedagógicos que se celebró todos los sábados por los alumnos del segundo año. Era un método para enseñar aritmética en los primeros grados.[18]

En 1910 Storni comenzó a realizar viajes los fines de semana sin que nadie supiese a dónde iba y de dónde conseguía el dinero. Alguien se dio cuenta que viajaba a Rosario. En esa ciudad, durante la celebración del aniversario de la Batalla de San Lorenzo, le pidieron que cante. En un escenario adornado de banderas argentinas entona la Cavatina de El Barbero de Sevilla de Rossini. Le pidieron un bis y en un momento de silencio alguien afirmó en voz alta que era la muchacha que cantaba en Rosario en un lugar de dudosa reputación y el público ríe. Al regresar a la pensión escribió en una nota: "Después de lo ocurrido no tengo ánimos para seguir" y se perdió de vista. La nota fue hallada por la esposa del comisario que fue a su habitación a la hora de la comida para ver por qué no llegaba. Salió la familia a buscarla y la encontraron en un barranco llorando. El comisario le palmeó la espalda y se tranquilizó. Por la noche recuperó el humor pero esta escena puede ser el presagio de lo que pasaría treinta años después.[19]

Su madre asistió a la entrega de diplomas de maestros. En el programa del acto figuran tres poemas de Alfonsina, uno de ellos fue recitado por alumnos del jardín de infantes y titulado Un viaje a la luna. Ese año el tema planetario estaba de moda porque se había visto al cometa Halley que despertó temor en la población e incluso suicidios. Además entonó El brindis de la Traviata de Verdi y antes de irse le dedicó a la directora María Margarita Gervasoni un poema llamado El maestro que incluyó la frase "a mi inteligente y noble directora".[20]

En abril de 1921 ingresó como docente en la Escuela para Niños Débiles del Parque Chacabuco, una institución creada por Hipólito Yrigoyen para contrarrestar los efectos de la pobreza, albergando a niños mal alimentados o raquíticos. Se los trataba con un programa de sol y ejercitación física. Alfonsina no se sentía a gusto en este empleo porque decía que las autoridades no eran comprensivas con ella.[21][22]

Poetisa en Buenos Aires

En 1911 se trasladó a Buenos Aires, llevando consigo sus pocas pertenencias. Arribó a la estación del ferrocarril del Norte (actualmente Retiro) y se hospedó en una pensión hasta el año siguiente cuando el 21 de abril, nació su hijo Alejandro sin padre conocido. El parto se llevó a cabo en el hospital San Roque (hoy [[Hospital Ramos Mejía]). Más tarde madre e hijo de debieron mudar a una casa compartida con un matrimonio.[23]

Descansó unos meses y en 1913 consiguió trabajo de cajera en una farmacia y posteriormente en la tienda A la ciudad de México. Realizó algunas colaboraciones en la revista Caras y Caretas, se supone mediante recomendación. La remuneración era de veinticinco pesos. Además leía todos los avisos que ofrecían empleos hasta que encontró una solicitud de "corresponsal psicológico" que contara con redacción propia. La empresa solicitante se llamaba Freixas Hermanos, dedicada a la importación de aceite. Se presentó a la entrevista laboral siendo la única mujer entre cien varones postulados debiendo insistir firmemente para que le permitieran ser evaluada. El examen consistió en la redacción de una carta comercial y dos avisos publicitarios, uno de yerba mate y otro de aceite de la firma. Al cabo de unos días le notificaron que era la elegida. Por ser mujer, su sueldo fue de doscientos pesos cuando al anterior empleado le pagaban cuatrocientos.[24]

En la revista Caras y Caretas se relacionó con José Enrique Rodó, Amado Nervo, José Ingenieros y Manuel Ugarte. Con estos dos últimos su amistad fue más profunda. Su situación económica mejoró. Hizo frecuentes viajes a Montevideo, donde conoció a la poetisa uruguaya Juana de Ibarbourou y al que será su gran amigo, el escritor también uruguayo Horacio Quiroga.

La inquietud del rosal se publicó en 1916 aunque nunca le pudo pagar la edición al imprentero. Lo escribió en su trabajo mientras dictaba órdenes y correspondencias a la mecanógrafa. En un encuentro que tuvo con Félix Visillac le leyó los versos; al terminar, éste la invitó a acompañarla a la imprenta de Miguel Calvello quien aceptó imprimir el libro a cambio de quinientos pesos por quinientos ejemplares. Alfonsina aceptó pero nunca pagó la cuenta porque no logró reunir el dinero.[25]​ Además le ofreció a Leopoldo Lugones los originales por miedo a ser acusada de impúdica a causa de esta publicación, y también le dio una dirección postal, Belgrano 843. No hay referencia alguna de que Lugones respondiera. El poeta era celoso de sus potenciales rivales, y más aun tratándose de una mujer, y jamás le dedicó ninguna de sus críticas.[26]

El libro no tuvo una buena aceptación. La revista Nosotros, de Roberto Giusti y Alfredo Bianchi le dedicó media página en marzo de 1916 diciendo: "libro de una poeta joven y que no ha logrado todavía la integridad de sus cualidades, pero que en el futuro ha de darnos más de una valiosa producción literaria". Llevó a Rosario cien ejemplares y le comentó a su madre que había vendido muy pocos ejemplares por ser una escritora inmoral.[27]

La publicación de este libro le permitió ingresar al Círculo de Escritores, la primera mujer en integrarlo. Además la ayuda de Juan Julián Lastra y las colaboraciones en Caras y Caretas le permitieron relacionarse con los editores de la revista Nosotros, una revista literaria que reunía a los escritores más conocidos. A las reuniones asistía llevando su libro como carta de presentación.[28]​ Su primera reunión fue una comida en homenaje a Manuel Gálvez quien festejaba el éxito de su obra El mal metafísico. En esta oportunidad Alfonsina recitó algunos de sus versos y otros de Arturo Capdevilla, destacándose su voz metálica.

A raíz de algunas críticas de sus jefes en su trabajo de corresponsal psicológico, que no veían bien que la escritora de un libro que limitaba con la inmoralidad trabajase allí, tuvo que renunciar. Le prometieron dejarla seguir si les aseguraba que no volvería a repetirse pero ella no aceptó, según una versión contada por Conrado Nalé Roxlo; hay otras versiones que indican que fue por problemas de salud.[29]

Amado Nervo, el poeta mexicano paladín del modernismo junto con Rubén Darío, publicó sus poemas también en Mundo Argentino, y esto da una idea de lo que significaría para ella, una escritora sin reconocimiento aún, el haber llegado hasta aquellas páginas. En 1919 Nervo llegó a la Argentina como embajador de su país, y frecuentó las mismas reuniones que Alfonsina. Ella le dedicó un ejemplar de La inquietud del rosal, y lo llamó en su dedicatoria «poeta divino». Vinculada entonces a lo mejor de la vanguardia novecentista, que empezaba a declinar, en el archivo de la Biblioteca Nacional uruguaya, hay cartas al uruguayo José Enrique Rodó, otro de los escritores principales de la época, modernista, autor de Ariel y de Los motivos de Proteo, ambos libros pilares de una interpretación de la cultura americana. El uruguayo escribía, como ella, en Caras y Caretas y era, junto con Julio Herrera y Reissig, el jefe indiscutido del por ese entonces nuevo pensamiento en el Uruguay. Ambos contribuyeron a esclarecer los lineamientos intelectuales americanos a principios de siglo, como lo hizo también Manuel Ugarte, cuya amistad le llegó a Alfonsina junto con la de José Ingenieros.[30]

Eran épocas de crisis, no alcanzaba la poesía para vivir, además escribía gratis para el periódico La Acción Socialista y en la revista Proteo. Buscó un trabajo más rentable y consiguió ser directora en el colegio Marcos Paz, en la calle Remedios de Escalada y Argerich. La escuela, perteneciente a la Asociación Protectora de Hijos de Policías y Bomberos, funcionaba en una casa rodeada de un gran jardín, además tenía una biblioteca con más de dos mil libros que le permitió completar sus lecturas.

Se mudó a una casa en la calle Acevedo 2161, que se encontraba más cerca de su trabajo, junto a su hermana. Cuando asistía a los encuentros literarios dejaba a su hijo Alejandro con la hermana, su amiga Josefina Grosso y Josefina, la hija de esta última, que jugaba con él para entretenerlo.[31]

Su voluntad no la abandonó, y siguió escribiendo. Publicó El dulce daño, en 1918. El 18 de abril de ese año se le ofreció una comida en el restaurante Génova, de la calle Paraná y Corrientes, donde se reunía mensualmente el grupo de Nosotros, y en esa oportunidad se celebró la aparición de El dulce daño. Los oradores fueron Roberto Giusti y José Ingenieros, su gran amigo y protector, y a veces su médico. Alfonsina se estaba reponiendo de la gran tensión nerviosa que la obligó a dejar momentáneamente su trabajo en la escuela, pero su cansancio no le impidió disfrutar de la lectura de su «Nocturno», hecha por Giusti, en traducción al italiano de Folco Testena.[31]

En 1918 Alfonsina recibió una medalla de miembro del Comité Argentino Pro Hogar de los Huérfanos Belgas, donde también se homenajeó a Alicia Moreau de Justo y Enrique del Valle Iberlucea por haber aparecido como concurrente a un acto en defensa de Bélgica, con motivo de la ocupación alemana. Ese año siguió visitando Montevideo, donde hasta su muerte frecuentaría amigos uruguayos. Según testimonio de Juana de Ibarbourou años después de la muerte de la poetisa argentina:[32][33][34]

«Su libro Languidez, de 1920, había merecido el Primer Premio Municipal de Poesía y el Segundo Premio Nacional de Literatura. También en 1920 vino por primera vez a Montevideo. Era joven y parecía alegre; por lo menos su conversación era chispeante, a veces muy aguda, a veces también sarcástica. Levantó una ola de admiración y simpatía. Un núcleo de lo más granado de la sociedad y de la gente intelectual la rodeó siguiéndola por todos lados. Alfonsina, en ese momento, pudo sentirse un poco reina».[33][35]

En una visita que realizó al local de las Lavanderas Unidas, un pseudosindicato del socialismo, cuyo local quedaba al final de la avenida Pueyrredón y era frecuentado por personas de raza negra, parda y mulatas lo que la hizo dudar de la época en la que vivía, se sintió trasladada a la época colonial temiendo que sus poemas resultaran futuristas cosa que no ocurrió, logró relacionarse desde el primer momento.[36]

En 1920 viajó a Montevideo, con el fin de leer su poesía y la de Delfina Bunge, esposa del novelista Manuel Gálvez, cuyo libro Poemas fue traducido del francés por Alfonsina, y dictar una conferencia sobre la poetisa Delmira Agustini. Viajó junto a las familias Gálvez y Capdevila. En este viaje conoció a Carlos Quijano, quien años más tarde dirigió el periódico Marcha en ese país. A su regreso la despidió en el puerto arrojando fósforos encendidos.

Visitó el Cementerio del Buceo y escribió su poema Un cementerio que mira al mar centrado en un diálogo con los muertos. También había publicado los libros Irremediablemente y Languidez anteriormente. Este mismo año comenzó a escribir en su nueva casa de José Bonifacio 2011, donde se mudó con su hijo, su poema Ocre que tardó cinco años en publicar reiterando la temática de la mujer.[37]

Al mismo tiempo participó en el grupo Anaconda, una agrupación literaria cuyas reuniones se celebraban en el hogar del acuarelista Emilio Centurión. Esta variedad de actividades le produjo estrés a Alfonsina que lo manifestó mediante nervios, cansancio y depresión. Viajó varias a veces a Mar del Plata y a Los Cocos, Córdoba, para descansar.[22]

Relación con Horacio Quiroga

Horacio Quiroga le recomienda en una carta a José María Delgado viajar a Buenos Aires para conocer a Alfonsina y conversar sobre su poesía, además comienza a concurrir al cine con Alfonsina y los hijos de ambos y en una oportunidad en una reunión en una casa de la calle Tronador donde se reunían los escritores de la época jugaron a las prendas, consistiendo en que Alfonsina y Horacio debían besar al mismo tiempo las caras de un reloj de cadena que sostenía Horacio. El rápidamente retiro el reloj en el momento que Alfonsina se aproximaba a sus labios terminando en un beso, episodio que no le causo mucha gracia a su madre que se encontraba presente.[38]

Quiroga la menciono frecuentemente en sus cartas entre los años 1919 y 1922 pero no se sabe a ciencia cierta la duración y el tenor de la relación. La mención del escritor la destaca en un grupo donde no había otras escritoras. En sus misivas a su amigo José María la menciona con respeto por su obra y la trata como su igual y en un aviso que el grupo Anaconda viajaba a Montevideo la lista la encabeza Alfonsina sin el apellido, una demostración de la confianza mutua.[39]​ Y en un aviso del 11 de mayo de 1922 de una visita para días posteriores anuncia que viajara con sus hijos y con ella, además propone comer todos juntos. Además Emir Rodríguez Monegal, biógrafo de Quiroga, testimonia el relato de Emilio Oribe, poeta uruguayo que dice que Quiroga espero a Alfonsina a la salida de unas conferencias que dio en la Universidad posiblemente sobre la poesía de Delmira Agostini. Quiroga no quizo asistir a este evento pero la espero a Alfonsina a la salida, que apareció cubierta de un sombrero de paja que sorprendió a los habitantes del barrio cercano al puerto.[40]

Alfonsina acompañaba a Quiroga al cine, a las tertulias literarias y a escuchar música, a los dos les gustaba Wagner. Frecuentemente viajaron a Montevideo y se tomaron fotografías donde aparecen alegres. Los viajes se realizaron porque Quiroga fue adscripto del Consulado uruguayo y siempre lo hacía acompañado de intelectuales femeninas.[40]

Cuando Quiroga viajo a Misiones en 1925 ella no lo acompaña por recomendación de Benito Quinquela Martín quien le dice "¿Con ese loco?¡No!". De esa forma el escritor viaja solo a San Ignacio dejando su departamento al uruguayo Enrique Amorim. En esa vivienda Alfonsina se presento en una oportunidad para solicitar noticias de Quiroga que no escribía.[41]

Este viaje dura un año y a su regreso restablece la amistad con Alfonsina, se reunen en una casa que alquilo en Vicente López donde se leen sus creaciones y salen al cine y conciertos ofrecidos por la sociedad Wagneriana.

Esta relación finaliza en 1927 cuando el escritor conoce a María Elena Bravo y contrae su segundo matrimonio. Nunca se supo si fueron amantes, no abordaban el tema del amor como tales. Si se sabe que ella apreciaba a Quiroga como amigo que la comprendía y le dedico un poema cuando el se suicido diez años más tarde y que presagia su propio final.[39]

Morir como tú, Horacio, en tus cabales,
Y así como en tus cuentos, no está mal;
Un rayo a tiempo y se acabó la feria...
Allá dirán.
Más pudre el miedo, Horacio, que la muerte
Que a las espaldas va.
Bebiste bien, que luego sonreías...
Allá dirán.

Un nuevo camino para la poesía

En el año 1923, la revista Nosotros, que lideraba la difusión de la nueva literatura argentina y con hábil manejo formaba la opinión de los lectores, publicó una encuesta, dirigida a los que constituían «la nueva generación literaria». La pregunta estuvo formulada sencillamente: «¿Cuáles son los tres o cuatro poetas nuestros, mayores de treinta años, que usted respeta más?».[42]

Alfonsina Storni tenía en ese entonces treinta y un años recién cumplidos, la edad límite exigida para constituirse en «maestro de la nueva generación». Su libro Languidez, de 1920, había merecido el Primer Premio Municipal de Poesía y el Segundo Premio Nacional de Literatura, lo que la colocaba muy por encima de sus pares. Muchas de las respuestas a la encuesta de Nosotros coincidieron en uno de los nombres: Alfonsina Storni.[42]

En 1925 publicó Ocre, que marcó un cambio decisivo en su poesía. Desde hacía dos años era profesora de lectura y declamación en la Escuela Normal de Lenguas Vivas. Su poesía, fundamentalmente de temática amorosa, también se ligó a la temática feminista e intentó desligarse de las hopalandas del Modernismo y volver más la mirada al mundo real. La soledad y la marginación hicieron mella en su salud, y a veces la neurosis le obligaba a dejar su puesto de maestra de escuela.[43][44]

Gabriela Mistral llegó de visita a la casa de la calle Cuba. Un encuentro de importancia para la escritora, ya que lo publicó ese año en El Mercurio. Arregló su cita por vía telefónica previamente y le impresionó su voz, pero le habían dicho que era fea y entonces esperaba una cara que no congeniara con la voz. Preguntó por ella cuando la atendió Alfonsina, porque la imagen no coincidí con la advertencia. «Extraordinaria la cabeza -recuerda- pero no por rasgos ingratos, sino por un cabello enteramente plateado, que hace el marco de un rostro de veinticinco años». Insiste: «Cabello más hermoso no he visto, es extraño como lo fuera la luz de la luna a mediodía. Era dorado, y alguna dulzura rubia quedaba todavía en los gajos blancos. El ojo azul, la empinada nariz francesa, muy graciosa, y la piel rosada, le dan alguna cosa infantil que desmiente la conversación sagaz y de mujer madura». La chilena quedó impresionada por su sencillez, por su sobriedad, por su escasa manifestación de emotividad, por su profundidad sin transcendentalismos. Y sobre todo por su información, propia de una mujer de gran ciudad, «que ha pasado tocándolo todo e incorporándoselo».[45]

Fue nombrada titular en una cátedra del Conservatorio de Música y Declamación y dos horas de Castellano y Aritmética en una escuela de Bolívar y además fue nombrada por el doctor Noel directora del Teatro Infantil Municipal, una decisión que los medios de prensa calificaron como acertada.

En esta época elaboró sus teorías acerca de la relación entre hombres y mujeres con el objetivo de volcarlo en una obra teatral; el resultado se ve reflejado el 20 de marzo de 1927 cuando se estrenó su obra de teatro El amo del mundo, que despertaba las expectativas del público y de la crítica. El día del estreno asistió el presidente Alvear acompañado de su esposa, Regina Pacini. La obra no tuvo una buena crítica, y a los tres días tuvo que retirarse de cartel lo que provocó la indignación de Alfonsina.[46]

En la revista Nosotros de abril de 1927 publicó los detalles de la puesta en escena y comentó que un señor apellidado Bengoa se presentó en su departamento de Córdoba y Esmeralda y dijo que era empresario teatral y quería presentar la obra con la esposa de éste como intérprete. La actriz le comentó a Alfonsina el deseo de interpretar al personaje de otro modo. En el primer ensayo Alfonsina observó que el carácter del personaje, Márgara, se desvió a causa de la falta de acotaciones. Pensó que iba a poder corregir la situación pero por las realidades comerciales del teatro no lo logró. Intentó hacer otros cambios en la obra pero el director artístico le dijo que había entendido la obra mejor que ella y que tenía la obligación de defenderla lo que provocó el enojo de Alfonsina que no concurrió más a los ensayos. El día del estreno descubrió que habían retirado un proverbio hindú de boca de uno de los personajes, consiguió que lo restituyeran pero no logró evitar el fracaso de la obra. El diario Crítica tituló «Alfonsina Storni dará al teatro nacional obras interesantes cuando la escena le revele nuevos e importantes secretos». La escritora se sintió muy dolida por su fracaso, y trató de explicarlo atribuyéndole la culpa al director y a los actores.[47]

El cronista recomendó en su crítica incorporar nuevos actores porque los originales podían dañar la escena debido a su profesionalismo mecánico y concluyó que a Alfonsina le faltaba conducir la acción de sus obras con la vivacidad que conduce sus diálogos para que sus obras fueran una pieza fuerte en el teatro argentino.[47]​ Según esta crítica la obra parecía "tres diálogos y un final" pareciendo una tertulia de causseurs inteligentes que en ocasiones hacían aportes graves e inteligentes. Alfonsina afirmó que el diario Crítica había dado la orden de criticar en forma negativa todo lo que hiciera su compañía sin dar a conocer la razón.[48]​ Todas las críticas las asumió como el resultado de una conspiración y no fue capaz de hacer una autocrítica para advertir los posibles defectos del texto.

El diario La Nación realizó una crítica que la molestó; ella colaboraba con el diario, y dijo con ironía que fue admiradora del crítico Ramirez pero nunca lo saludó. Además se burló del señor al describirlo en un palco o en la platea, con la cabeza entre las manos, madurando críticas que al día siguiente serían el regocijo del mundo teatral. Adujo que realizó la crítica sin compasión porque Ramirez quería agradar al director artístico que estaba enojado con Alfonsina por los desentendimientos mutuos. Sin embargo, el director del diario Mitre le permitió hacer una réplica en el diario en donde realizó consideraciones generales. También reconoció que una crítica positiva del diario La Prensa fue hecha a pedido de algún miembro de la empresa pero esta crítica no era positiva del todo, afirmaba que la comedia no fue espontánea y precisa por la inexperiencia de la visión del teatro.[48]​ Además criticaba otros detalles del ambiente y del carácter de la protagonista. El común de todas las críticas y lo que Alfonsina no supo interpretar es que el texto tenía escaso sentido teatral. Lo positivo que señalaban estas crónicas son los parciales aciertos literarios, la actuación del elenco y la del niño Héctor Costa que le pronosticaban un futuro de actor. La crítica más dura y ofensiva la realizó Edmundo Guibourg que afirmó que Alfonsina denigraba al hombre, a lo que ella le replicó que había escrito trescientas poesías dedicadas al animal razonador. Ramírez también concluyó que la obra era un "alegato con el propósito de defender a la mujer, tiene en su contra la artificialidad de una situación que, lejos de ser mal permanente, rara vez se presenta y pierde todavía consistencia en su expresión escénica con la insistencia en argumentos de fácil y conocida sofística, destinados a infiltrarnos un convencional y lacrimoso sentido de la vida".

Este fracaso fue difícil para ella, venía de diez años de elogios, uno por cada libro de poemas y segundo estaba exponiendo sus verdades más intimas. El argumento de la obra es una síntesis de su vida: la mujer que ha sido madre revela su secreto al hombre de quien se enamora y éste termina prefiriendo contraer matrimonio con otra de no muy buen pasado pero sin hijos, la mujer termina ayudando a su rival a conquistar el hombre que ama y confiesa la verdad de su origen al hijo, al que dedica el resto de su vida.

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Monumento a Alfonsina Storni frente a la playa La Perla en Mar del Plata.

Poesía en prosa

En 1926 escribió Poemas de amor y ocho años después publicó Mundo de siete pozos. En este lapso de tiempo se orientó hacia otro género, los relatos en primera persona, a veces con rasgos autobiográficos donde las ideas no pertenecen ni al espacio ni a la poesía ni tampoco a la nota periodística informativa. El diario Crítica publicó en ocasiones estos relatos y uno titulado "Psicología de a dos centavos" donde una mujer, Juliana, le cuenta por carta a su amiga Amelia los pormenores de su divorcio reciente.

La idea de este relato es definir a la mujer decente: tres hombres es el número exacto para una mujer normal y decente, uno es el pecadillo prematrimonial, el otro es el esposo y el último el nuevo esposo por divorcio. El relato reveló además el placer que provoca la belleza de un hombre joven, el relato narra la historia de una mujer recién divorciada que se aloja en una casa de campo y se enamora de un muchacho veinteañero.[49]

Los nervios

Hay muchas referencias en correspondencias que hacen alusión a preocupaciones, malos ratos y apuros, a falta de voluntad y a estados variables de salud. Sentía sensación de que otras personas estaban molestas con ella y se sentía insegura de no poder devolver los favores a quienes se lo hicieran, como se comprueba en una carta a Roberto Giusti, -fechada posiblemente antes de 1921 porque daba como dirección su casa de Acevedo donde vivió hasta esa fecha- donde le da "Muchas infinitas gracias por las generosas palabras que dijo usted, respecto de mí el sábado pasado. Creía que usted estuviera molesto conmigo, y aquello me ha aligerado muchísimo". Pero en otra misiva de 1922 donde le dice a Giusti que le habló a Candela -colaborador del suplemento literario- donde le pide que le transmita a ella que envíe lo que desee al diario La Nación. Pasó a ser colaboradora permanente del matutino bajo el seudónimo Tao Lao.[50]

José Ingenieros le recomendó viajar anualmente a Córdoba y una anécdota cuenta que recurrió al jefe de policía para denunciar que los vigilantes la insultaban con malas palabras. Es un síntoma serio de persecución. Además sospechaba también de padecer tuberculosis. En uno de los viajes junto a su hijo Alejandro se hospedó en el hotel de los Molles y ella le enseñó lo que no aprendió por haber dejado la escuela. Su hijo recuerda que lo hacía con guardapolvo blanco para darle más seriedad al asunto.[50]

Se reunió en Capital Federal en la casa del pintor Emilio Centurión, en los altos del Teatro Empire, en ese entonces era un cine ubicado en la esquina de Corrientes y Maipú, donde entabló amistad con Nalé Roxlo.[51]

Años de equilibrio

Alfonsina intervino en la creación de la Sociedad Argentina de Escritores y su participación en el gremialismo literario fue intensa.

Se mudó al décimo piso de la calle Córdoba y Esmeralda y desde allí sigue escribiendo poemas para La Nación y recibe a sus amistades en una pequeña sala adornada con flores, fotos y dibujos hechos a lápiz que presentan su rostro afilado.

En 1928 mueren Roberto J. Payró y el poeta Francisco López Merino, este último se sucidó. No se sabe si Alfonsina concurrió al entierro de Payró pero sí que Quiroga dijo unas palabras. De Merino era amiga, se conocieron en el hall de un hotel en Mar del Plata durante una celebración literaria. Allí ante un comentario de Merino sobre el clima desagradable, Alfonsina replica: "sí, sí, pero ideal para estar entre dos sábanas, con alguien como usted, por ejemplo".[52]

Ese mismo año se mudó a Rosario por un año, le comentó a su hijo que había estado con su padre que estaba muy enfermo, según éste comento en una entrevista. En este año también se intensifican sus manías, se siente perseguida pese al reconocimiento de sus pares. Se cree que se reprochaba el hecho de no darle un padre a su hijo. Se cree observada por los mozos de los cafés, los guardas de los tranvías. Para intentar distraerla su amiga Blanca de la Vega, compañera de las cátedras del Conservatorio de Música planeó un viaje a Europa que realizaron este mismo año, y lo repitió su viaje en 1931, en compañía de su hijo. Allí conoció a otras mujeres escritoras, y la poeta Concha Méndez le dedica algunos poemas.[53]

En Madrid visitó el Lyceum Club formado por las parejas de los intelectuales y la Residencia de Señoritas que dirigía María de Maetzu donde viven las estudiantes que cursan sus carreras en esa ciudad europea. En ambos lugares dio conferencias y cursos destacandose una títulada Una mujer ultramoderna y su poesía que fue comentada por Eduardo Marquina y Enrique Díez-Canedo en el diario El Sol.[54]

Una anécdota cuenta que en el salón de conferencias de la Casa de Prensa alguien le solicita su invitación, era una persona que vestía medallas y galones, Alfonsina le da la mano y lo saluda, se trataba del portero.[55]​ y otra la ubica en una cena en la Cámara del Libro en su honor, donde la tarjeta costaba 50 pesetas. Allí las ostras eran tan díficiles de comer que Alfonsina declaró con humor que, perteneciendo a una república democrática donde el río no produce ostras, le era más fácil realizar un soneto que comer tan caro. En este homenaje conoció al novelista Carlos Soldevilla y al poeta catalán José María de Segarra.[55]​ Este último escribe en El Mirador una crónica en su homenaje que pone muy contenta a Alfonsina y además la compara con Rubén Darío.

En ese viaje visitan Toledo, Ávila y El Escorial, Andalucía, Sevilla, Córdoba y Granada. Además conoció el palacio de la marquesa de Villanueva pero no se sintió comoda ante tanto boato y le comento a su amiga que al palacio le vendría bien algo de barro para hacerlo más humano. En Murcia en una visita a una familia de su amiga Blanca, muy religiosa y con un oratorio en su propiedad para celebrar misa, le preguntan a Alfonsina a que hora escucha misa, ella responde "a toda hora". Había sido advertida por su amiga que sea prudente. Además concurrió a misa, cosa que solía no hacer.[56]​ El viaje finalizó con una visita a París y a su ciudad natal. Sala Capriasca en Suiza.[57]

El segundo viaje a Europa lo realizó con su hijo de veinte años, visitó las ruinas de Pompeya y la ciudad de Ginebra.[58]​ A su regreso se instalan en una pensión de calle Rivadavia al 900 muy cerca del café Tortoni.

Alfonsina participo de la peña del Tortoni junto a Qunquela Martín, Juan de Dios Filiberto, Pascual de Rogatis entre otros. La peña se llamaba Signos y desde allí se hicieron las primeras emisiones de la radio Stentor y otras actividades culturales. El escritor Federico García Lorca no dejo de ir ni una sola noche en su visita a Buenos Aires de 1934.[59]

En Buenos Aires la visitan en su casa de la calle Rivadavia Luisa Albornoz, una amiga de años y presidenta de la Asociación de Bachilleres del Liceo Nro 1 y un grupo de muchachas, Julieta Gómez Paz entre ellas, que integran la subcomisión de Cultura y le solicitan una conferencia que acepta a cambio de la lectura de su obra Cimbelina en 1900 y pico que está en etapa de pruebas. El encuentro se realizó a las 17:30 horas del 17 de octubre en el salón de actos del Museo Social Argentino que por entonces funcionaba en Maipú al seiscientos. Asisten profesores del establecimiento y se notaron las ausencias de sus autoridades.[58]

Julieta recuerda que la encontró sentada en la platea de un salón de actos de la calle Florida donde recitaba un mal actor, cuando se acercó a saludarla ella la invito a sentarse a su lado. La joven le manifestó su enojo por la pobreza y falta de recursos del espectáculo y Alfonsina la llevo a saludar al actor que la había invitado especialmente.[58]

En 1931, el Intendente Municipal José Guerrico nombró a Alfonsina jurado y es la primera vez que ese nombramiento recae en una mujer. Alfonsina se alegra de que comiencen a ser reconocidas las virtudes que la mujer, esforzadamente, demuestra. «La civilización borra cada vez más las diferencias de sexo, porque levanta a hombre y mujer a seres pensantes y mezcla en aquel ápice lo que parecieran características propias de cada sexo y que no eran más que estados de insuficiencia mental. Como afirmación de esta limpia verdad, la Intendencia de Buenos Aires declara, en su ciudad, noble la condición femenina», afirma Alfonsina en un diario al referirse a su designación.[59]

En 1932, publicó sus Dos farsas pirotécnicas: Cimbelina en 1900 y pico y Polixena y la cocinerita. Colabora en los diarios Crítica y La Nacióny sus clases de teatro son la rutina diaria.[60]​ En un artículo publicado en la revista El Hogar ese año se queja de la fotografías que le toman, ya se nota sus cuarenta años, los ojos parecen garabatos y la nariz un muñón deforme.[61]

Alfonsina viaja a menudo a una casita que su amiga María Sofía Kustow ("Fifi") construyó en un campo en Colonia, en el Real de San Carlos. Esa propiedad figura hoy en los folletos turísticos como la casa de Alfonsina. Viajaba de improviso porque le gustaba la limpieza de sus habitaciones y los postres de leche. Su amiga Fifi era divertida y alimentaba las vacas con los frutos que cosechaba de los árboles.[62]

También en esa época inició amistad con la poeta Haydée Ghía, juntas concurren a la Peña del hotel Castelar donde Alfonsina canta de mesa en mesa algunos tangos acompañada por el piano. Así la recuerda Conrado Naxlé Roxlo interpretando Mano a Mano y Yira Yira. También en este lugar conoce a Federico García Lorca durante su permanencia en Buenos Aires entre octubre de 1933 y febrero de 1934. El poema Retrato de García Lorca que fue publicado en Mundo de los siete pozos le fue dedicado a él y tiene frases premonitorias de la muerte del poeta español.[63]

En Montevideo concurre a las reuniones organizadas por María V. de Muller, fundadora de la asociación de Arte y Cultura que celebraba las reuniones en el paraninfo de la universidad, concurriendo todos los escritores latinoamericanos del momento. Alfonsina fue invitada y recitó Polixema y la cocinerita el 12 de julio de 1934. La señora de Muller le presta una habitación en su casa para que se aloje, tenía los vidrios oscurecidos para que la luz no la moleste. En una carta que Alfonsina le escribió a María en abril de ese año le pidió perdón por no haberle copiado los versos solicitados antes.[63]

En 1934 también publica, después de ocho años, un nuevo libro llamado Mundo de siete pozos, se trató de un libro de poemas que dedicó a su hijo Alejandro. Gabriela Mistral al leer el libro comento que poetas como ella nacen cada cien años. La foto de la tapa estaba dedicada a María Muller y era una prueba de como le gustaba lo que la vida le ofrecía a los cuarenta años. Lucía el pelo corto, la cabeza inclinada con coquetería, el brazo extendido en forma graciosa.

Ese verano lo pasa en el Real de San Carlos con su amiga Fifí, realiza largos paseos por el río descalza, descarga sus nervios y en su habitación duerme largas noches y también siestas, situación que repite al verano siguiente agregando días en Montevideo y otros en Pocitos, en un hotel. En ese verano dan comienzo sus problemas de salud.[64]

El 23 de mayo de 1936, en el acto de inauguración del Obelisco de Buenos Aires da varias conferencias y en una de ellas señala que la ciudad no tiene ni su poeta, ni su novelista, ni su dramaturgo pero si el cantante de tango y señala el barrio Sur como el baluarte de esa canción porteña. La conferencia se título Desovillando la raíz porteña y fue transmitida por radio.[10]

Unos días después en otra ponencia llamada Teresa de Jesús en sangre, en la primera fundación de Buenos Aires señala las similitudes de su letra con la de Teresa de Jesús y explica las propiedades de la creatividad femenina. Alfonsina acepta en esta ponencia la idea común de ese entonces que hace de la mujer algo así como un ancla, al contrario que sus primeras afirmaciones poéticas en las que preguntaba a su madre las claves de su nacimiento.[65]

En 1937 escribió su último libro llamado Mascarilla y trebol publicado al año siguiente. Lo hizo durante las noches en Bariloche, pensó en una nueva forma de pensar la poesía, una nueva forma de pensar el mundo. Tenía que superar la muerte de Horacio Quiroga y evitar el retorno de la suya, se cuidaba de todo, cuando comía pan dejaba el trozo que uso para sostenerlo. Su amiga Fifí Kusrow comprueba que estaba haciendo un exorcismo. De estos cambios hablo en el prólogo de su último libro.

Alfonsina reflexiono sobre el resto de su vida, a los cuarenta y cinco años de edad y habiendo sufrido una enfermedad que difícilmente tuviese cura. Sabía que la amenaza estaba pendiente y los reflejó en sus versos. El libro lo finalizó en diciembre de 1937 y se lo da al amigo de sus inicios, Roberto Giusti.[66]​ Cuando los recibió los leyó detenidamente y observó una manera particular de plantearse las asociaciones poéticas que le hizo recordar al español Góngora, le llamó la atención la insistencia en el paisaje sobre todo en el río. En un reportaje del año 1938 admitió que el libro le pareció "carecer de alma".[67]

En enero de 1938 Alfonsina está de vacaciones en Colonia y recibió el veintiséis de ese mes una invitación del Ministerio de Instrucción Pública Uruguayo que intentaba reunir en un mismo acto a las tres grandes poetas del momento: Juana de Ibarbourou, Gabriela Mistral y ella. Se realizó en el Instituto Vázquez Acevedo solicitando la misiva "que haga en público la confesión de su forma y manera de crear". Esa invitación llegó un día antes del encuentro, fue en auto en compañía de su hijo y durante el trayecto escribió su conferencia sobre una valija que apoyó en sus rodilla. Encuentra un título divertido para la misma: "Entre un par de maletas a medio abrir y las manecillas del reloj". El resultado del encuentro fue exitoso, el público la aplaudía interrumpiendo su charla, entre los presentes se encontraba Idea Villariño.

En el viaje de regreso le expresó a su hijo los temores por la fragilidad de su salud, y también le expresó sus miedos a otras personas. Antes de regresar a Buenos Aires se hospedo en Colonia en la casa de su amiga Fifí, y una tarde salieron a caminar y se cruzaron con una víbora y ella expresó: "Esto no es bueno para mí" y agregó: "Si alguna vez supiera que tengo una enfermedad incurable, me mataría. Alejandro puede defenderse y mi madre no necesita de mí" dijo y se río. Al regresar a Buenos Aires se entera del suicidio de Leopoldo Lugones en un recreo de Tigre y también la hija de Horacio Quiroga, Eglé con solo veintiséis años. Fue al Tigre todos los domingos ese año.[68]

Enfermedad

Cuando se estaba bañando en el mar, una ola fuerte y alta le pega en el pecho, siente un dolor muy fuerte y pierde el conocimiento, sus amigos la llevan hasta la playa. Cuando recobra el conocimiento descubre un bulto en el pecho que hasta el momento no se notaba pero en esa oportunidad se podía tocar con la mano. Al regresar a la capital ella le quizo restar importancia al hecho pero la verdad se impone y debe buscar el apoyo de sus amigos. Ellos trataban de restarle importancia pero le aconsejaron acudir a un médico. Blanca de la Vega, una de las amistades recordó que Alfonsina la llevó hasta su dormitorio y se descubrió el pecho para que tocase la dureza. El encargado de acompañarla a la consulta fue Benito Quinquela Martín a quien le había solicitado ayuda un mediodía en su estudio. Ella le comento que su estado era grave y que su hijo era muy joven como para enfrentar la situación. El pintor trata de disimular su sorpresa y le recomendó consultar a un especialista. Ese especialista fue el doctor José Arce. Para mantenerse tranquila los días previos a la operación contó con el apoyo de sus amigos y ayudo un reportaje para la revista Multicolor de Crítica del 18 de mayo de 1935 que sirvió de distracción.[69]

El 20 de mayo de 1935 Alfonsina fue operada del cáncer de mama en el Sanatorio Arenales. Se pensaba que era un tumor benigno pero en cambio tenía ramificaciones . La mastectomía le deja grandes cicatrices físicas y emocionales. Siempre había sufrido de depresión, paranoia y ataques de nervios, pero ahora los síntomas de enfermedad mental se recrudecen. Se vuelve recluida y evita a sus amistades. Su reposo lo realizó en "Los Granados", una casa de la familia Botana en Don Torcuato. Fue antendida especialmente por Salvadora y una ex-alumna, Felisa Ramos Mozzi quienes junto a una enfermera contratada por los Botana la cuidan en turnos.[8]

La quinta estaba rodeada de un parque que era una pequeña reserva natural con pavos reales, pequeños osos y plantas exóticas de varias especies y además tenía biblioteca muy completa pero Alfonsina no pudo disfrutar de la estadia por sentirse vulnerable a la enfermedad, quería estar rodeada de amigas e invita a Fifi Kustow a permanecer unos días con ella pero no aceptó la invitación porque cuando fue a visitarla le enseño un revolver que tenía para defenderse en caso de robo y no le gustaba la idea de dormir con un arma al lado. Y cuando Haydée Ghío la visita le dice "Haydecita, mi cuerpo, mi cuerpo".

Después de veinte días de reposo y habiendo pasado una noche de tormenta que la asusto resolvió irse a su casa de la calle Suipacha 1123 viviendo allí hasta el año 1937 mudandose al edificio Bouchard House enfrente al Luna Park.[70]

Su carácter cambió, ya no visito más a sus amistades y no podía admitir sus limitaciones físicas, desea vivir pero no acepta los tratamientos impuestos por los médicos. Solo asiste a una sola sesión de rayos que la deja exhausta, no pudo soportar el tratamiento. No deja que su hijo la bese y se lava las manos con alcohol antes de acercarse a el o de cocinar.

Unos años antes se realizó un examen de quirología con Eugenio Soriani, un italiano estudiante de ingeniería electrotécnica en el Politécnico de Turín. El estudio fue parte de una nota para la revista El Hogar y se publicó el 29 de mayo de 1935, cinco días antes de la cirugía. El resultado de este examen fueron detalles de la vida privada de la escritora, de sus capacidades intelectuales y pronosticó un debilitamiento de la salud a los cuarenta y cuatro años y a los cincuenta y cinco años de edad previendo una vida de más de setenta años. Este pronóstico no fue certero. A dos días del fallecimiento de Alfonsina el quirologo comentó en una nota para Noticias Gráficas que ella estaba intranquila e impresionada y solicito que las revelaciones no fueran publicadas recibiendo el asentimiento de Soriani y del periodista y el trato fue cumplido.[71]

El final

La conferencia de Montevideo fue un presagio, las maletas estaban a medio cerrar y el reloj apuraba su marcha. Hacia mitad de año apareció Mascarilla y trébol y una Antología poética con sus poemas preferidos. La escritura de estos libros le demandó varios meses. Cuando inscribió su libro en el Concurso de Poesía le preguntó al director de la Comisión Nacional de Cultura, Juan José de Urquiza. ¿Y si uno muere, a quien le pagan el premio?", pregunta que el señor se lo tomó a broma pero luego sus amigos extrajeron conclusiones de este dicho.[72]

Otro suceso fue una solicitud a su amiga Fifí de su casa de Real de San Carlos y cuando le dice que esos días tenía visitas resolvió ir a Mar del Plata. Cuando su amiga le pidió que no fuera porque esa ciudad la alteraba bastante respondió: "Tenes miedo de que muera en tu casa", y además le dio la dirección donde se hospedaría en la ciudad balnearia. El domingo 16 de octubre se encontró en Tigre con la poetisa Abella Caprile. Esta le comenta su poema publicado en La Nación y Alfonsina le dice que puede ser el último y le comenta de la neurastenia que la hace pensar en suicidarse. La amiga le promete unas oraciones por ella.[73]

El 18 de octubre viajo a Mar del Plata. Fue a la estación Constitución acompañada de su hijo Alejandro y de Lidia Oriolo de Pizzigatti, dueña del hotel donde se aloja frecuentemente en la calle Tres de Febrero. Cuando el tren parte le dijo a su hijo que le escriba, que lo va a necesitar.

Alfonsina le escribió dos cartas a su hijo, el 19 y 22 de octubre de contenido ambiguo, parecía que luchaba contra la decisión de terminar con su vida. El jueves 20 escribió todo el día en el hotel abrigada con un poncho catamarqueño aunque era primavera. Al día siguiente un dolor en el brazo le impide continuar con su tarea. Sin embargo de esforzó y el sábado despacho una carta en el buzón. Contenía su poema "Voy a dormir", el último que escribió. El domingo tuvo que concurrir el doctor Serebrinsky porque ella no soportaba el dolor. El lunes le solicita a la mucama que escriba por ella una carta para Alejandro y a las once y media se acostó a dormir.[9]

Desde allí, envía tres cartas: una a su hijo, Alejandro; otra a Gálvez, para que procure que a su hijo no le falte de nada, y un "Poema de despedida" al diario La Nación:

Dientes de flores, cofia de rocío,

manos de hierbas, tú, nodriza fina, tenme puestas las sábanas terrosas y el edredón de musgos escardados.

Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame. Pónme una lámpara a la cabecera, una constelación, la que te guste, todas son buenas; bájala un poquito.

Déjame sola: oyes romper los brotes, te acuna un pie celeste desde arriba y un pájaro te traza unos compases para que te olvides. Gracias... Ah, un encargo, si él llama nuevamente por teléfono

le dices que no insista, que he salido..."

Hacia la una de la madrugada del martes veinticinco Alfonsina abandonó su habitación y se dirigió a la playa "La Perla". Esa noche su hijo Alejandro no pudo dormir, a la mañana siguiente lo llamó la dueña del hotel para informarle que le habían reportado del hotel que su madre estaba cansada pero bien.

Esa mañana, la mucama Celinda había golpeado la puerta del dormitorio para darle el desayuno y no obtuvo respuesta y pensó que era mejor dejarla descansar y fue lo que le comunicó a la dueña. Pero cuando dos obreros descubrieron el cadáver en la playa, se difunde la noticia y su hijo se entera por radio, y el cuidador del hotel José Porto se lo confirmó vía telefónica. Hay dos versiones sobre el suicidio de Alfonsina: Una de tintes románticos, dice que se internó lentamente en el mar. La versión de los investigadores y biógrafos afirma que se arrojó a las aguas desde una escollera.[9]

A la tarde, los diarios titulaban sus ediciones con la noticia: «Ha muerto trágicamente Alfonsina Storni, gran poeta de América». La sorpresa obligo a reconstruir el hecho. A las ocho de la mañana los obreros de la Dirección de Puertos, Atilio Pierini y Oscar Parisi observaron algo flotando a doscientos metros de la playa La Perla y que podría tratarse de una persona. Pierini se arrojo al agua mientras su compañero denuncio el evento a la policía. Actuaron la Comisaria Primera y la Subprefectura; los cabos Antonio Santana y Dámaso Castro ayudaron al joven obrero a llevar el cuerpo sin vida a la orilla. Determinaron que era una mujer bien vestida y que estuvo poco tiempo flotando. Una ambulancia la trasladó a la morgue siendo examinada por el doctor Bellati que reconoció a Alfonsina cuando destapo el cuerpo. Se especuló que Alfonsina se arrojo desde la escollera del Club Argentino de Mujeres a doscientos metros de la costa. Sobre la escollera se encontró unos de sus zapatos que se enganchó con los hierros cuando se tiró al mar.[74]

Esa misma tarde en el Colegio Nacional de Mar del Plata se organizó un homenaje al que asistieron autoridades, alumnos y periodistas y a las veinte y treinta el ataúd fue trasladado a la estación Norte del ferrocarril para llevarlo a Buenos Aires. La gente le arrojó flores durante el traslado. El tren con los restos de Alfonsina llegó a Plaza Constitución al día siguiente a las siete y treinta de la mañana.[74]

Esperaban los restos dos filas de alumnos del Instituto Lavardén y su hijo Alejandro sus amigos Arturo Capdevila, Enrique Banchs, Fermín Estrella Gutiérrez y Manuel Ugarte quienes condujeron el feretro hasta el Club Argentino de Mujeres en la calle Maipú al 900 donde se llevó a cabo el velorio. Ugarte colocó sobre las manos de Alfonsina unas rosas blancas.[75]

El cortejo fue acompañado, según el diario Critica por un desfile iniciado en la Plaza San Martín, siguiendo por Arenales y Libertad hasta la avenida Quintana sumándose gente en el recorrido, demoró una hora en llegar al destino final, arribó a las dieciséis y treinta horas, donde aguardaban las autoridades nacionales y el doctor Sagarna, miembro de la Corte Suprema de Justicia, además de sus colegas escritores A su entierro asistieron los escritores y artistas Enrique Larreta, Ricardo Rojas, Enrique Banchs, Arturo Capdevila, Manuel Gálvez, Baldomero Fernández Moreno, Oliverio Girondo, Eduardo Mallea, Alejandro Sirio, Augusto Riganelli, Carlos Obligado, Atilio Chiappori, Horacio Rega Molina, Pedro M. Obligado, Amado Villar, Leopoldo Marechal, Centurión, Pascual de Rogatis, Carlos López Buchardo, Camila Olivieri, entre otros.[76]

Los discursos de despedida fueron iniciados por el titular de la SADE, Manuel Ugarte y una vez finalizados sus restos fueron depositados aen el Cementerio de la Recoleta en la bóveda familiar de Salvadora Onrubia, esposa de Natalio Botana, periodista y director del diario Crítica, quienes financiaron la ceremonia, pero en 1963 se trasladó el féretro al "rincón de los notables" del Cementerio de la Chacarita, donde actualmente reposan en el interior de una hermosa escultura realizada por Julio César Vergotini.[77]

Al otro día La Nación publicó su poema de despedida, Voy a dormir que termina con un misterio poético que ninguna biografía podrá develar, dice:

Si el llama nuevamente
le dices que no insista, que he salido

Críticas

Según Alberto Acereda, la obra de Alfonsina es una defensa a la libertad artística e individual. Su vida y obra es un mito iconográfico de un activismo resentido contra lo masculino. Afirma que ella es un mito más, sus letras muestran a una excelente poeta del amor, una mujer luchadora por la igualdad femenina que no se la puede ubicar en el feminismo radical. En su vida y obra se entremezclan emoción, sentimiento y reflexión, su poesía es erótica humanamente, busca el amor, tiene vivencias y poesía de su ego angustiado que termina con el suicidio.[78]

Acereda afirma que Storni fue feminista en el sentido literal de la palabra, siempre busco la igualdad entre el hombre y la mujer. Tuvo el coraje necesario para oponerse a la regla que exigía la virginidad femenina pero no la masculina. De aquí nacieron sus obras Tú me quieres blanca, heredero del Hombres necios de Sor Juana. Lo mismo ocurre en poemas como Hombre pequeñito, La que comprende, Siglo XX o Veinte siglos, textos basados en la búsqueda de la igualdad real para la mujer en el medio. Se pueden poner como ejemplo además La inquietud del rosal (1916), El dulce daño (1918), Irremediablemente (1919),Languidez (1920), y los posteriores Ocre (1925), Mundo de siete pozos (1934) y Mascarilla y trébol (1934) y otras creaciones en prosa y teatro como un intento de lograr la libertad femenina contrarrestando la tendencia machista de ese entonces.[78]

El autor afirma que hay críticas del feminismo radical que presentan la obra de Alfonsina dentro un lenguaje complicado y enmarañado lleno de pura demagogía dando una falsa de idea de sabiduría. Estas críticas radicales conforman un hilo complicado que termina por cansar. Lo real (según Acereda) es que en ella está el yo de mujer, el sentimiento encarnado en la mujer que aboga por la igualdad con el varón pero admite la necesidad de él como compañero.[78]

Por su parte el crítico José Miguel Oviedo señalo que ni el contexto ni la forma de pensar de Alfonsina permiten dudar de su deseo de igualar al hombre con la mujer porque no hay ninguna ironía en esos versos.[notas 1]

Otras críticas califican a la obra de Alfonsina como prolífica, vigorosa y original que cambió las letras latinoaméricanas. Con cada una de sus publicaciones se incrementaba su importancia literaria y los críticos mostraban más interés en su obra. Estas críticas ubican a las obras en el postmodernismo caracterizado además en el acento romántico, la profundidad lírica y la sencillez.[79]

Jaime Martínez Tolentino divide en dos etapas a la obra de Alfonsina, la primera de corte romántico abarcando desde La inquietud del rosal hasta Poemas de amor poemas basado en la temática amor carnal y espiritual, con dimensiones eróticas y sensuales dejando ver insastisfacción y resentimiento hacia la figura masculina. Y también afirma como Acereda que en su obra defiende los derechos de la mujer y además sostiene que se preocupó por el contenido de sus obras y empleó una gran cantidad de estructuras poéticas.[notas 2]

La segunda etapa de la clasificación de Martínez Tolentino comienza con Mundos de siete pozos y afirma que su título “…sirve de metáfora para aludir a la imagen de la cabeza humana y obra donde se observa el predominio del intelecto sobre las emociones”. La poeta abandonó el erotismo concreto y la nota autobiográfica, escribió sobre el amor de una forma más abstracta y reflexiva utilizando en ocasiones la ironía. Además se centra más en el contenido de su poesía y utiliza más el verso libre y soneto sin rima. En palabras del crítico:“…su poesía se vuelve más depurada y pura, más hermética y más repleta de simbolismo oscuro, y la poeta comienza a rehuirle a las formas poéticas de mayor libertad para acercarse a otras de mayor restricción formal."[80]

El poeta Jorge Valdivieso reflexionó acerca de la obra literaria y poética de Alfonsina: “La obra poética de Alfonsina Storni ha producido reacciones muy distintas en la crítica, pero en general se ha tomado su creación como ejemplo de la vida de una mujer atormentada por el amor y por las limitaciones sociales que se imponían a la mujer de su época.”

La licenciada chilena Elizabeth Frances Richter Barragán afirma que las letras poéticas de Alfonsina presentan un conjunto de metáforas y ejercicios de instropección que la hacen una viajera de sí misma, expresó en sus escritos un gran número de estados de alma, ilustró el miedo a través del lenguaje incluyendo la muerte. Este último tema se presenta en los poemas Versos otoñales, Melancolía y finalmente Voy a dormir, redactado especialmente para anunciar su suicidio.[81][notas 3]

La licenciada Frances Richter manifiesta que la vida de Alfonsina estuvo marcada por el dolor y la muerte a raíz del cáncer mamario que se presentó a una edad muy joven. La poesía refleja la espera del momento final que evoluciona con el transcurrir de los años. En las letras Alfonsina demostró un estado de vejez espiritual que presenta su cuerpo como un "recipiente de las aguas frías y del hielo que bañan su alma envejecida por una muerte inminente y dolorosa". Y finalmente las letras de su poema de despedida, el Voy a dormir enviado al diario La Nación, anuncia la partida final y su postura frente a la muerte. No es un viaje hacia el interior sino que lo es hacia la madre tierra, madrina de su alma y de su mundo.[81]

La licenciada finalmente concluye que el tema de la muerte lo manifestó de varias formas, temor, rebeldía, aceptación, amor y por último la entrega. Es el camino que recorrió su alma, desde donde nacían las letras compuestas por Alfonsina que se sumó a la sensibilidad femenina y conformó los versos "hermosos, desgarrados e intensos" que documentan el camino del espíritu hasta el encuentro de la muerte.[81]

En una clasificación realizada por la Crítica Literaria, la obra entre los años 1916 a 1925 se clasifica en "tardoromántica" y a partir de Ocre de provocará un cambio que se confirmó en Mundo de siete pozos y Mascarilla y trebol presentando señales de vanguardismo y nuevos recursos esteticos como el antisoneto. Mereció un análisis separado la obra Poemas de amor que presenta un tardoromanticismo por una parte y lirismo y critica irónica por el otro, el amor se lo muestra como inalcanzable, efimero y fugaz como un incentivo de vida y de muerte. Constituye un punto de vista de un cuerpo y una voz femenina que atrae masivamente a un público numeroso y provoca desconfianza en sus colegas escritores, puede verse como la afirmación de una escritora mujer en un ambiente histórico cultural latinoamericano e internacional, construyendo cierto discurso regular en la variedad de géneros literarios.[82]

Sobre Poemas de amor, la misma Alfonsina dice en el prólogo que “son frases de estado de amor escritos en pocos días ya hace algún tiempo” y no los considera una obra de literatura, lo considera “una lágrima de las tantas lágrimas de los ojos humanos”. Además lleno de un sentimiento amoroso exagerado escritos probablemente sobre la pasión, en sus cuarenta y siete versos en prosa escritos en el tiempo verbal presente del indicativo casi por completo y donde se pueden leer relatos basados en el sentimiento amoroso con un tono erótico sensual elevado que difieren intencionalmente el orden literario de su tiempo histórico.[83]

Según Alicia Salomone, la obra Poemas de amor el discurso centrado en el tema amoroso va orientándolo a un sentido de locura o alucinación. Alfonsina pudo haber estado alcanzando cierto límite "en el juego con el desborde" y en el juego con el lenguaje. La autora afirma que en esta obra se lleva a cabo el abandono del verso, con una sintaxis fragmentaria y un lenguaje próximo a la prosa, una situación que se venía reflejando desde Ocre y que muestra el camino hacia la estética que prevalecerá en textos posteriores. Es importante señalar desde que se publico esta obra hasta la publicación de la siguiente transcurrieron ocho años y otros cuatro más para la próxima. En el intervalo de tiempo Alfonsina redacta textos poéticos no publicados en libro hasta el año 1999 y además escribe dramas. En este conjunto de poemas en prosa se observa aparece una narración con momentos fuertes con características formales y algunos efectos de poesía. Estas narraciones van conformando un cirterio de clasificación de la lectura narrativa dando forma a diversas propiedades:[84][notas 4]

  • narratividad: próxima a la lírica y a lo argumentativo
  • impresiones poéticas: presenta la poesía como un espacio de decir lo no debido instalandose el discurso erótico-sensual
  • marcas de diálogo del yo-tú/yo-vosotros/yo-yo
  • partes de literatura autobiográfica
  • encuadrar la palabra como "lugar de poder discursivo"

Las estrategias puestas en juego en Poemas de amor son variadas usando un lenguaje segmentado cercano a lo coloquial describe inicialmente el nacimiento del amor y aparece en el texto como el anuncio del reencuentro con la vida misma llegando a una expresión completa escrito en presente como que se produce aquí y ahora, usando un lirismo cercano a la poesía, lleno de metáforas y voluntad propia. Esta prosa poética está presente en otras obras publicadas en periódicos y no en libros, lo que resultaba casi imposibles de conseguirlos hasta que la Editorial Losada publico la compilación completa de obras de Alfonsina en libro.[84]

Una vez finalizada la obra en prosa poética se dedico al verso donde la indagación poética será constante y no expresó el tema amoroso con tantos desbordes y delirios. Parece que ya no le interesaba traspasar ese límite, dando a entender el agotamiento de este tema dando lugar a otros más cercanos a la conciencia racional y estética.[84]

Reconocimientos

El 18 de noviembre se realizó un homenaje en la Universidad de Montevideo, fue organizado por la Sociedad Arte y Cultura Popular. Juana de Ibarbouru envió unas palabras, María V. de Muller expresó que se ha perdido a una amiga insustutituible, Eduardo J. Couture analizó "Voy a dormir" y el poeta Carlos Sabat Ercasty compuso un soneto.

El 21 de noviembre de 1938 el Senado de la Nación le rindió un homenaje con unas palabras del senador Alfredo Palacios, dicho discurso se centró en el contexto social para explicarse.[85]​ Este dijo:

«Nuestro progreso material asombra a propios y extraños. Hemos construido urbes inmensas. Centenares de millones de cabezas de ganado pacen en la inmensurable planicie argentina, la más fecunda de la tierra; pero frecuentemente subordinamos los valores del espíritu a los valores utilitarios y no hemos conseguido, con toda nuestra riqueza, crear una atmósfera propicia donde puede prosperar esa planta delicada que es un poeta».

Actualmente se erige un monumento en la costa de Mar del Plata que es utilizado como lugar de peregrinación y de escritura de grafittis y en la costanera de Santa Teresita que la recuerda.[86]

Su suicidio inspiró la canción Alfonsina y el mar, de Ariel Ramírez y Félix Luna, que ha sido interpretada por innumerables músicos de lengua española, destacándose la versión de Mercedes Sosa y la versión de Chabuca Granda. Recientemente, el grupo de música celta Bad Haggis ha grabado otra nueva canción, Templo de agua, inspirada también en el suicidio, compuesta e interpretada en colaboración con el panameño Rubén Blades.[87]

Con motivo de la celebración del 70 º Aniversario de su muerte, la Asociación Mujeres en el Arte de Valencia en colaboración con O2 Project ha decidido rendirle un merecido Homenaje a la poetisa. Para lo cual se han realizado una serie de conciertos en Nueva York, Luxemburgo y Buenos Aires entre Enero y Julio del 2009 con obras musicales que se realizaron sobre sus textos.

Actualmente, una calle en Concepción del Uruguay y en el barrio porteño de Saavedra lleva su nombre.

Veáse también

Bibliográfia

Usadas como referencia

Lecturas adicionales

  • Andreola, Carlos A.: Alfonsina Storni: vida - talento - soledad. Primera biografía integral y documentada que reúne antecedentes estrictamente desconocidos y revela aspectos apostamente vedados hasta hoy; guía cronológia, práctica y fundamental, destinada a las escuelas, colegios y universidades. Buenos Aires: Ed. Plus Ultra, 1976.
  • Atorresi, Ana: Un amor a la deriva - Horacio Quiroga y Alfonsina Storni. Montevideo: Solaris, 1997. (Colección «Personajes de la historia») ISBN 987-9172-11-6
  • Bula Píriz, Roberto: Alfonsina en mi recuerdo: con una noticia bio-bibliográfica y poesía comentada de Alfonsina Storni. Montevideo: Ed. El Galeón, 1997. (Colección Literaria; 6). ISBN 9974-553-14-8
  • Mizraje, María Gabriela (1999): Argentinas de Rosas a Perón. Buenos Aires: Editorial Biblos.
  • Nalé Roxlo, Conrado / Mármol, Mabel (1966): Genio y figura de Alfonsina Storni. Buenos Aires: Editorial Universitaria. (Biblioteca de América: Colección genio y figura)
  • Verlichak, Carmen (1996): Las diosas de la Belle Époque y de los años locos. Buenos Aires: Editorial Atlántida (Colección Ensayo Argentino). ISBN 950-08-1599-0

Notas al pie

  1. José Miguel Oviedo es doctor en literatura por la Pontificia Universidad Católica de Perú. Profesor de literatura en universidades estadounidenses, Trustee Profesor de la Universidad de Pennsylvania. Realizo una gran labor como crítico literario analizando la obra de varios autores
  2. Jaime Martínez Tolentino es un escritor de Puerto Rico, profesor de idioma francés en la Universidad de ese país. Además realizó investigaciones sobre literatura española y tuvo a su cargo la catedra de Literatura Española en la Universidad Interámericana de Puerto Rico
  3. La licenciada en letras Elizabeth Frances Richter Barragán tiene una mención en Linguistica y Literatura por la Pontificia Universidad Católica de Chile
  4. Alicia Noemí Salomone es investigadora de la Universidad de Chile en el Departamento de Literatura y Centro de Estudios Culturales Latinoamericanos, es autora del libro Alfonsina Storni: modernidad literaria y escritura de mujeres, resultado de su tesis doctoral. Además escribió numerosas obras sobre literatura latinoaméricana y dirige tesis de grado y post-grado

Referencias

  1. «Poemas de Alfonsina Storni». Consultado el 20 de febrero de 2010. «"Considerada la poetisa del posmodernismo argentino, nació en Sala Capriasca (Suiza), el 22 de mayo de 1892, trasladándose con su familia a la Argentina, a muy temprana edad."». 
  2. «Efemérides». Consultado el 20 de febrero de 2010. 
  3. «Rincón Literario - Escritores». Consultado el 20 de febrero de 2010. «"El 29 de mayo de 1892, en Sala Capriasca, Suiza nació Alfonsina Storni. La tercera hija del matrimonio Storni. Llevó el nombre del padre. En 1896, la familia Storni se instaló en la Argentina, en la provincia de San Juan, donde ya habían vivido años atrás."». 
  4. Norma Domínguez (25 de octubre de 2008). «Alfonsina, esa mujer inolvidable». Consultado el 20 de febrero de 2010. «"Quien lee la obra de Alfonsina Carolina Storni (así reza su partida de nacimiento extendida el 22 de mayo de 1892, en Sala Capriasca, cantón Tesino) puede vislumbrar a la mujer que hay detrás de la poesía"». 
  5. Centro Virtual Cervantes. «Alfonsina Storni». Consultado el 19 de julio de 2010. 
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Enlaces externos