A Christmas Carol

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Cuento de Navidad
Canción de Navidad
de Charles Dickens

Frontispicio de la primera edición de 1843,
con ilustraciones de John Leech.
Género Novela
Subgénero Novela corta
Parábola
Cuento de fantasmas
Tema(s) Critica social
Moralidad
Ambientada en Londres Ver y modificar los datos en Wikidata
Idioma Inglés
Título original A Christmas Carol
A Christmas Carol. In Prose. Being a Ghost Story of Christmas.
Texto original A Christmas Carol (Dickens) en Wikisource
Artista de la cubierta John Leech
Editorial Chapman & Hall
País Reino UnidoReino Unido
Fecha de publicación 19 de diciembre de 1843
Formato Impreso
Serie
Cuento de Navidad
Canción de Navidad

Canción de Navidad, Cuento de Navidad o El cántico de Navidad —cuyo título original en inglés es A Christmas Carol— es una novela corta escrita por el británico Charles Dickens y publicada originalmente por Chapman & Hall el 19 de diciembre de 1843. Cuenta la historia de un hombre avaro y egoísta llamado Ebenezer Scrooge y su transformación tras ser visitado por una serie de fantasmas en Nochebuena. La novela consiguió un inmediato éxito y el aplauso de la crítica.

El libro se escribió y publicó durante la época victoriana, un tiempo en el que existía una gran nostalgia por las viejas tradiciones navideñas y comenzaban a introducirse nuevas costumbres como los árboles de Navidad o las tarjetas de felicitación. Las inspiraciones de Dickens para escribir la novela parecen ser muchas y variadas, pero las principales son las tristes y humillantes experiencias de su infancia, su simpatía por los pobres, y varios relatos navideños y cuentos de hadas.

La crítica ha percibido el relato como una condena del capitalismo industrial del siglo XIX. También se ha considerado que contribuyó a la restauración de la Navidad como una época de celebración y festividad en el Reino Unido y Estados Unidos tras un periodo más sobrio y sombrío, derivado de los desfavorables cambios sociales y la urbanización. El libro sigue siendo popular, ya que nunca ha dejado de publicarse y ha sido adaptado en numerosas ocasiones al cine, al teatro, la televisión y otros medios.

La novela de Dickens fue una de las principales influencias en el resurgimiento de las viejas tradiciones navideñas en Inglaterra, pero a la vez que transmite imágenes y sentimientos de optimismo, alegría, calidez y vida, también transmite elementos de oscuridad, desesperanza, frialdad, tristeza y muerte. El propio protagonista, Scrooge, es la personificación del invierno y, al igual que el invierno es sucedido por la primavera y el resurgimiento de la vida, el corazón duro, frío y triste de Scrooge es restaurado a la alegría y la buena voluntad que conoció en su infancia y juventud.

Contexto

El escritor Charles Dickens nació en el seno de una familia de clase media que atravesó dificultades financieras como consecuencia de los derroches de su padre, John. En 1824, fue encarcelado en Marshalsea, una prisión para deudores situada en Southwark, Londres. Charles, que por aquel entonces tenía 12 años, se vio obligado a empeñar su colección de libros, abandonar la escuela y comenzar a trabajar en una fábrica sucia e infestada de ratas en la que se producía betún para calzado. Este giro radical le causó, según describe su biógrafo Michael Slater, «una indignación social y personal profunda», que influyó notablemente en su manera de escribir y en su perspectiva.[1][2]

Para finales de 1842, Dickens era ya un autor reconocido que había escrito seis obras notables,[nota 1]​ así como varios relatos cortos, novelas cortas y demás.[3]​ A finales de diciembre de ese año, comenzó a publicar su novela Martin Chuzzlewit por entregas mensuales;[nota 2]​ lo consideraba su trabajo favorito, pero el bajo nivel de ventas hizo que atravesara una época de dificultades económicas.[4]

La popularidad de las celebraciones navideñas estaba en auge durante la época victoriana. El árbol de Navidad había llegado a Gran Bretaña en el siglo XVIII, y la reina Victoria y el príncipe Alberto lo popularizaron pregonando su uso, ya que varias familias comenzaron a seguir su ejemplo a lo largo de todo el país. A comienzos del siglo XIX, resurgió el interés por los villancicos tras el declive que habían sufrido a lo largo de muchos años. Su popularidad, además, se vio acrecentada por la publicación en 1828 de Some Ancient Christmas Carols, With the Tunes to Which They Were Formerly Sung in the West of England, escrita por Davies Gilbert, y la colección Christmas Carols, Ancient and Modern, reunida cinco años después por William Sandys.[5][6][7]

Dickens estaba interesado en la Navidad y su primera historia relacionada con el asunto fue «Christmas Festivities», publicada en Bell's Weekly Messenger en 1835; esta se incluiría después, titulada «A Christmas Dinner», en Sketches by Boz (1836).[8]​ «The Story of the Goblins Who Stole a Sexton», otra historia navideña, apareció en Los papeles póstumos del Club Pickwick, novela publicada en 1836. En la, un tal Mr. Wardle narra la historia de Gabril Grub, un sacristán solitario y tacaño, que se reconvierte después de que durante las Navidades le visiten unos goblin que le muestran el pasado y el futuro.[9][10]​ Staler apunta que «los principales elementos del Cuento están presentes en la historia», pero no de una manera firme.[10]​ En El reloj de maese Humphrey, una revista editada por el propio Dickens, a esta historia le sigue un pasaje acerca de la Navidad.[10]​ El profesor de literatura inglesa Paul Davis señala que, si bien este relato parece ser un prototipo de Cuento de Navidad, este se vio influido por todos los escritos anteriores de Dickens sobre esa época del año.[11]

Influencias literarias

Rostro y torso de Washington Irving.
Washington Irving fue uno de los escritores que abordó la época navideña antes de que lo hiciera Dickens.[12]

Dickens no fue el primer autor en plasmar la época navideña en la literatura.[12]​ Entre los autores que lo influyeron en este aspecto destaca Washington Irving, cuya obra The Sketch Book of Geoffrey Crayon, Gent., publicada en 1820, incluyó cuatro ensayos sobre las tradiciones navideñas inglesas que presenció durante su estancia en Aston Hall, cerca de Birmingham.[12]​ Los relatos y ensayos llamaron la atención de Dickens, quien compartía con Irving la idea de que la escenificación de unas Navidades inglesas nostálgicas podría ayudar a recuperar la armonía social que creían que se había perdido con la llegada del mundo moderno.[13]

Es posible que otras obras influyeran en la escritura de Cuento de Navidad, incluyendo dos ensayos de Douglas Jerrold: uno de ellos, titulado «How Mr. Chokepear Keeps a Merry Christmas», se publicó en la revista Punch, mientras que el segundo, fechado en 1843, se titula «The Beauties of the Police».[14][15]​ Más en general, Dickens se inspiró en cuentos y nanas, las cuales guardaban para él relación con la Navidad, puesto que los veía como relatos de conversión y transformación.[16]

Influencias sociales

Charles Dickens en 1842, un año antes de la publicación de Cuento de Navidad.

Los niños pobres de mediados del siglo XIX lo conmovían.[2]​ A comienzos de 1843 visitó las minas de estaño de Cornualles, donde le sorprendieron y enfadaron las pésimas condiciones bajo las que trabajaban los niños.[17]​ El sufrimiento que presenció allí se vio acrecentado por su visita a una escuela mantenida por la caridad, en la que se hacinaban niños hambrientos y analfabetos que vivían en las calles.[18]

En febrero de 1843 se publicó el Second Report of the Children's Employment Commission —traducido al español: «Segundo informe de la Comisión del Empleo Infantil»—. Era un informe parlamentario en el que se exponían los efectos de la revolución industrial en los niños pertenecientes a la clase trabajadora. Abrumado por lo leído, Dickens planeó publicar un panfleto político titulado An Appeal to the People of England, on behalf of the Poor Man's Child —«Llamamiento al pueblo de Inglaterra, en nombre de los niños de los hombres pobres»—, pero reconsideró la idea y pospuso la redacción hasta el año siguiente.[19]​ En marzo, le escribió una carta a Southwood Smith, uno de los cuatro encargados de la redacción del informe, en la que justificaba este cambio de planes: «Sentirás el impacto de un mazo veinte —o veinte mil— veces más fuerte que si hubiese ejecutado mi primera idea».[20]

En un discurso que pronunció en medio de una recaudación de fondos celebrada el 5 de octubre de 1843 en el Manchester Athenaeum, Dichens urgió a trabajadores y empresarios a unirse en la lucha contra la ignorancia a través de una reforma educativa.[21][22]​ A lo largo de los siguientes días se percató de que la manera más efectiva de hacer llegar sus preocupaciones sociales con la pobreza y las injusticias a un segmento de la población más amplio era escribir una historia navideña sentida; esta tendría más fuerza que cualquier panfleto o ensayo.[21][23]

Proceso de escritura

John Leech fue el encargado de ilustrar la primera edición.

Dickens comenzó a atravesar una época de dificultades económicas a mediados de 1843. El número de ventas de Martin Chuzzlewit estaba decreciendo y su mujer, Catherine, estaba embarazada de su quinto hijo. El asunto se complicó aún más cuando Chapman & Hall, sus editores, amenazaron con reducir sus ingresos mensuales en hasta cincuenta libras si las ventas seguían cayendo.[23][19]​ Emprendió la escritura de Cuento de Navidad en octubre de 1843.[5]​ Michael Slater, su biógrafo, dice del libro que está «escrito a corazón abierto»; lo completó en seis semanas y concluyó las últimas páginas a comienzos de diciembre.[24][2]​ Parte de la obra la tenía ya redactada en su mente después de llevar a cabo paseos de entre veinticuatro y 32 kilómetros alrededor de Londres.[25]​ Su cuñada escribió que este «lloró, y rio, y volvió a llorar, y se emocionó de la manera más extraordinaria, durante su composición».[26]​ Slater asegura que Cuento de Navidad

tenía como objetivo abrir el corazón de sus lectores hacia aquellos que luchaban por sobrevivir en los peldaños más bajos de la escalera social y promover la benevolencia práctica, pero también advertir de los terribles peligros que tenía para la sociedad la tolerancia hacia la ignorancia y el deseo entre los pobres.[2]

George Cruikshank, el ilustrador con el que Dickens había trabajado en Sketches by Boz (1836) y Oliver Twist (1838), le presentó al caricaturista John Leech. El 24 de octubre, Dickens le invitó a trabajar en Un cuento de Navidad; para acompañar al texto, elaboró cuatro grabados en color y cuatro grabados sobre madera en blanco y negro.[24][27]​ El manuscrito de Dickens no incluye una oración de los últimos párrafos, la que dice «Para Tiny, que no murió»;[nota 3]​ esta se añadió durante el proceso de impresión.[28][nota 4]

La obra

Scrooge y el fantasma de Jacob Marley. Ilustración de John Leech para la edición original de 1843.

La novela se divide en cinco capítulos denominados «estrofas», en consonancia con el título del libro.

Primera estrofa
El espectro de Marley

La historia se inicia un día de Nochebuena, exactamente siete años después de la muerte de Jacob Marley, el socio de Ebenezer Scrooge.[29]​ Scrooge es un anciano avaro y egoísta, que desprecia la Navidad y todo lo relacionado con ella.[29]​ No le importan los demás, lo único que le interesan son los negocios y ganar dinero. Rechaza la invitación de su sobrino para cenar con él y su familia al día siguiente, y se niega a dar dinero a dos hombres que le solicitan un donativo para los pobres.[29]​ Scrooge se limita a preguntar: «¿No hay prisiones? ¿No hay asilos[29]​ Cuando le responden que sí y que muchos pobres preferirían morir antes que acudir a esos lugares, Scrooge responde que sería mejor que muriesen, ya que así se detendría la sobrepoblación.[29]​ Su único acto aparente de generosidad es darle a su esclavizado y malpagado empleado Bob Cratchit el día de Navidad libre, pero no por amabilidad, sino por simple obligación social. Scrooge solo considera esto como «¡una excusa para vaciarme los bolsillos cada 25 de diciembre!».[29]

Esa noche, en su casa, Scrooge recibe la visita del fantasma de Marley, que ha sido condenado a vagar eternamente arrastrando una larga y pesada cadena que representa todos los actos de avaricia y egoísmo que cometió en vida.[29]​ El fantasma indica a Scrooge que él también lleva una cadena mucho más larga y pesada, que continúa aumentando con sus maldades.[29]​ Marley también le anuncia la visita de tres espíritus, que le darán la última oportunidad de salvarse de seguir su mismo destino. Scrooge es entonces visitado por cada uno de los tres espíritus —cada uno de ellos en un capítulo o «estrofa»—, que le llevan a visitar distintas escenas navideñas.[29]

Segunda estrofa
El primero de los tres espíritus

El primer espíritu, el Fantasma de las Navidades Pasadas, lleva a Scrooge a visitar momentos de su infancia y juventud, que ablandan al avaro al hacerle recordar épocas en las que era más amable e inocente.[30]​ Esas escenas muestran su solitaria infancia, su relación con su hermana Fan, a la que amaba y que murió joven tras dar a luz a su sobrino, y una fiesta de Navidad organizada por su antiguo jefe, el señor Fezziwig, que quería a Scrooge como a un hijo.[30]​ El espíritu también le hace recordar a su prometida Belle, que le abandonó cuando se convirtió en un adicto al trabajo, al darse cuenta de que Scrooge amaba más al dinero que a ella.[30]​ Por último, el espíritu le muestra cómo Belle se casó con otro hombre y formó una gran y feliz familia.[30]

Tercera estrofa
El segundo de los tres espíritus

El segundo espíritu, el Fantasma de las Navidades Presentes, muestra a Scrooge diferentes escenas: un mercado lleno de alegría donde la gente compra los ingredientes para la cena de Navidad, y cómo se celebra la Navidad en diversos lugares, como en la casa de un minero o en un faro en medio del mar.[31]​ Scrooge y el espíritu también visitan la casa de Fred, donde este cena con su familia y amigos, y recuerda a su tío con compasión.[31]​ A continuación el espíritu lleva a Scrooge a casa de Bob Cratchit y su familia, donde le presenta a su hijo Tim, un niño alegre y feliz a pesar de estar gravemente enfermo.[31]​ A pesar de su pobreza y la enfermedad de su hijo, la familia celebra la Navidad con alegría.[31]​ Scrooge siente tristeza por el niño y le pregunta al espíritu si se curará, y este le responde que el niño morirá pronto si la situación no cambia.[31]​ Recordándole sus propias palabras, el espíritu le dice que «al menos así se detendrá la sobrepoblación».[31]​ Antes de desaparecer, el espíritu muestra a Scrooge a un niño y una niña harapientos y desnutridos, que representan la Ignorancia y la Miseria.[31]​ Cuando Scrooge pregunta si no tienen a nadie que los cuide, el espíritu vuelve a responderle con sus propias palabras: «¿No hay prisiones? ¿No hay asilos?»[31]

Cuarta estrofa
El último de los espíritus

Finalmente, llega el Fantasma de las Navidades Futuras, que muestra a Scrooge escenas de un día de Navidad en el futuro.[32]​ Scrooge y el espíritu ven a varias personas conversando sobre la muerte de un hombre.[32]​ Los hombres de negocios dicen que solo acudirán al funeral si hay almuerzo, y su empleada de hogar y el enterrador roban sus pertenencias mientras el cadáver aún yace en la cama.[32]​ Scrooge pregunta si la muerte de ese hombre produce alguna emoción a alguien, y el espíritu le muestra a una joven pareja en deuda con ese hombre, alegrándose por la muerte de su despiadado acreedor, ya que ahora tendrán más tiempo para saldar su deuda.[32]​ Scrooge pide entonces ver algo de compasión producida por alguna muerte, y el espíritu le lleva a casa de la familia Cratchit, que llora la muerte del pequeño Tim, debido a que su familia no pudo hacer frente a su tratamiento con la miseria que Scrooge pagaba a su empleado.[32]​ A continuación, el espíritu lleva a Scrooge a un cementerio, donde le muestra la tumba abandonada de ese hombre, y Scrooge descubre con horror que el nombre escrito en la lápida es el suyo, y que el hombre muerto del que hablaban las personas que ha visto era él mismo.[32]​ Llorando, Scrooge asegura al espíritu que cambiará de actitud para poder borrar el nombre escrito en la lápida.[32]

Quinta estrofa
Fin del cuento

En ese momento, Scrooge despierta en su habitación y descubre que es la mañana de Navidad y que su viaje con los espíritus ha durado una sola noche.[33]​ Es entonces cuando se convierte en un hombre generoso y amable y decide finalmente celebrar la Navidad.[33]​ Compra un pavo y lo envía anónimamente a casa de su empleado, acude a comer a casa de su sobrino, donde conoce a la esposa de este, y al encontrarse con los dos hombres que le pidieron un donativo para los pobres el día anterior, les promete colaborar con una cantidad que incluye sus donaciones atrasadas.[33]​ Al día siguiente le sube el sueldo a Cratchit y le promete ayudarle con las dificultades de su familia, especialmente la enfermedad del pequeño Tim, que logra sobrevivir, y se convierte en un segundo padre para el niño.[33]​ Scrooge pasa a ser desde entonces un modelo de bondad, generosidad y amabilidad, y la viva representación del espíritu navideño.[33]​ La novela finaliza con una frase del pequeño Tim: «¡Que Dios nos bendiga a todos!»[33]

Personajes

An engraving, in profile of John Elwes
John Elwes, conocido por el sobrenombre de «el avaro», fue uno de los modelos en los que se basó Scrooge.

El personaje central de Cuento de Navidad es Ebenezer Scrooge, un mezquino prestamista, al que en la historia se le describe de la siguiente manera: «Aquel empedernido pecador era un avaro que sabía agarrar con fuerza, arrancar, retorcer, apretar, raspar y, sobre todo, duro y cortante como esos pedernales que no despiden vivíficas chispas si no al contacto del eslabón».[34]​ Kelly apunta que la figura de Scrooge podría haber surgido de los sentimientos encontrados que profesaba por su padre, al que amaba y odiaba al mismo tiempo. Es posible que este conflicto psicológico sea el motivo de que el Scrooge convivan dos personalidades totalmente diferentes: la una, de alguien frío, tacaño, codicioso y semirecluso; la otra, de un hombre benevolente y sociable.[35]​ Robert Douglas-Fairhurst, profesor de literatura inglesa, considera que la parte inicial del libro, que recorre la juventud triste y solitaria de Scrooge, así como sus intentos por conseguir un dinero que le saquen de la pobreza, «es una especie de autoparodia sobre los miedos que Dickens tenía de él mismo»; las partes del libro que abordan el periodo posterior a la transformación son la manera en que Dickens se ve a sí mismo con optimismo.[24]

Scrooge también podría estar basado en dos avaros: el parlamentario John Elwes o Jemmy Wood, dueño del Gloucester Old Bank y también conocido como «el tacaño de Gloucester».[36][37]​ De acuerdo con el sociólogo Fran W. Elwell, la opinión de Scrooge acerca de la pobreza es un reflejo de la que tenía el demógrafo y economista político Thomas Malthus.[38][39]​ Por otra parte, las preguntas que se hace el avaro —«¿No hay cárceles?», «Y los asilos, ¿no están abiertos?», «¿Las correcciones disciplinarias y la ley de pobres rigen todavía?»— son un reflejo de la pregunta planteada de manera sarcástica por el filósofo Thomas Carlyle: «».[40][nota 5]

En las obras previas del propio Dickens ya se pueden apreciar esbozos de lo que después sería Scrooge. Peter Ackroyd, su biógrafo, encuentra ciertos puentes entre este personaje y el anciano Martin Chuzzlewit, aunque el avaro es, según él, «una imagen más fantástica» que el patriarca; hace notar, además, que la transformación que Chuzzlewit experimenta y que le convierte en una figura caritativa es también paralela a la del avaro.[42]​ Douglas-Fairhurst observa que Gabriel Grub, el personaje secundario de Los papeles póstumos del Club Pickwick, también tuvo cierta importancia a la hora de desarrollar el personaje de Scrooge.[43][44]​ Su nombre procede de una lápida que Dickens vio durante su visita a Edimburgo. La tumba era de un tal Ebenezer Lennox Scroggie, que trabajaba como comerciante de maíz; Dickens leyó mal y confundió «mealman» —«comerciante de comida»— por «mean man» —«hombre avaro»—.[45]

De joven, Dickens vivía cerca de las instalaciones de un comerciante, a cuya entrada un cartel rezaba «Goodge and Marney»; es posible que tomara de ahí el nombre del antiguo socio de Scrooge.[46]​ En lo referente al Marley encadenado, Dickens viajó en su mente de vuelta a la prisión Western, en Pittsburg, Pensilvania, donde había estado en 1842; allí pudo ver a prisioneros atados con grilletes, lo que le conmovió.[40]​ Para el personaje de Tiny Tim, Dickens se basó en su sobrino Henry, un niño discapacitado que tan solo contaba 5 años cuando su tío escribió Cuento de Navidad.[47][nota 6]​ Para los niños Ignorancia y Necesidad, Dickens se inspiró en su visita a una escuela caritativa situada en el East End londinense.[18]

Temas

Ignorancia y Necesidad en la edición original de 1843.

La transformación de Scrooge es el eje central de la trama.[49][50]​ Davis lo considera «una figura proteica en constante proceso de reforma»;[51]​ Kelly apunta que la transformación se refleja en la descripción de Scrooge, que comienza siendo un personaje bidimensional pero pasa a ser uno que «posee profundidad emocional y lamenta las oportunidades perdidas».[52]​ Algunos escritores, como Grace Moore, erudito en la literatura dickensiana, cree que Cuento de Navidad está imbuido de cristianismo y que la novela ha de tomarse como una alegoría del concepto cristiano de la redención.[53][nota 7]Claire Tomalin, biógrafa del escritor inglés, opina que la conversión de Scrooge pretende transmitir el mensaje de que «incluso los peores pecadores pueden redimirse y llegar a ser buenos hombres».[56]​ Las actitudes de Dickens respecto de la religión eran complejas;[nota 8]​ basaba sus creencias y principios en el Nuevo Testamento.[55]​ Cuando Dickens asegura que Marley «no disponía de entrañas», está haciendo referencia a la compasión mencionada en la primera epístola de Juan, la razón para la condena eterna.[59][nota 9]

Otros autores, incluido Kelly, opinan que Dickens brinda en la obra una «visión secular de este día festivo sagrado».[61]​ El erudito John O. Jordan arguye que Un cuento de Navidad muestra lo que Dickens, en una carta a Foster, cataloga como la «filosofía del villancico, los puntos de vista joviales, una anatomización aguda de las bobadas, un humor bueno y alegre [...] y una serie de referencias brillantes, cordiales, generosas, alegres y radiantes al Hogar y la Chimenea».[62]​ Desde un punto de vista secular, el historiador cultural Penne Restad sugiere que la redención de Scrooge recalca «los aspectos conservativos, individualistas y patriarcales» de la «filosofía del villancico» de Dickens, basada en la caridad y el altruismo.[63]

Dickens escribió Cuento de Navidad como respuesta a las actitudes sociales que los británicos mostraban respecto a la pobreza, en particular a la pobreza infantil, y deseaba usar esta novela corta como una manera de exponer sus argumentos en contra de esos puntos de vista.[23][22]​ La historia muestra a Scrooge como el paradigma del egoísmo, así como las posibles repercusiones devenidas de ignorar a los pobres, especialmente a los niños; estos quedan representados por las figuras alegóricas de Necesidad e Ignorancia.[64]​ Dickens esbozó estos dos personajes, y también a Tiny Tim, para despertar la simpatía de los lectores.[65]​ Douglas-Fairhurst hace notar que el uso de dichas figuras le permite a Dickens mostrar cuán necesaria es para él la caridad sin tener que dejar a un lado a los lectores de clase media, que constituían el grueso de su audiencia.[23]

Publicación

Frontispicio y página del título de la primera edición, de 1843.

A raíz de los desacuerdos con Chapman y Hall acerca del fracaso comercial de Martin Chuzzlewit,[66]​ Dickens se comprometió a costear la publicación por su cuenta, a cambio de un porcentaje de los beneficios.[24]​ La producción de Cuento de Navidad no quedó libre de problemas. Los volúmenes surgidos de la primera impresión contenían un papel para las guardas de color oliva parduzco que Dickens consideró inaceptable; así pues, los editores se vieron obligados a remplazarlo de inmediato por otro de color amarillo. Sin embargo, el desacuerdo llegó ahora en lo relativo a la página del título.[67][68]​ El producto final, en tela roja y páginas con marco de oro, quedó completo a falta de tan solo dos días para la fecha fijada para la publicación, el 19 de diciembre de 1843.[24][68][22]​ Ya publicada la obra, Dickens llegó a un acuerdo para envolver el manuscrito en marroquinería roja y enviárselo a modo de regalo a su abogado, Thomas Mitton.[69][nota 10]

Con un precio de cinco chelines —equivalentes a, aproximadamente, veintitrés libras esterlinas de 2018—[70]​, la primera tirada, de seis mil copias, se agotó para Nochebuena. Champan and Hall sacó una segunda y tercera antes de Año Nuevo, y las ventas se mantuvieron estables hasta bien entrado 1844.[72]​ Para finales de ese año se habían agotado ya otras once ediciones.[73]​ Desde su publicación inicial, el libro se ha vendido en ediciones rústicas y de bolsillo, ha sido traducido a diversos idiomas y jamás ha dejado de imprimirse.[14][74]​ Fue el libro más vendido de Dickens en los Estados Unidos, donde, en el siglo posterior a su publicación, vendió más de dos millones de copias.[54]

Los elevados gastos repercutieron en una reducción de los ingresos; la primera edición tan solo le reportó 230 libras —equivalentes a 21 000 en 2018—,[70]​ cifra muy inferior a las mil que esperaba[66][75]​ —90 000 actualizadas—.[70]​ Un año después, los beneficios no superaban las 744 libras, por lo que Dickens quedó profundamente insatisfecho.[66][nota 11]

Acogida

Thackeray aseguró que Cuento de Navidad era «patrimonio nacional, amable para todo aquel hombre o mujer que lo lea». [76]

Según Douglas-Fairhurst, la acogida de Cuento de Navidad tras su publicación fue «casi unánimemente favorable». The Illustrated London News describió como «la impresionante elocuencia [de la historia ...], su contagiosa alegría, su humor jocoso y brillante, su apacible espíritu humano» ponían al lector «de buen humor consigo mismo, con la época y con el autor».[77]​ El crítico de la revista literaria The Athenaeum la consideró una obra hecha para «hacer reír y llorar al lector, para abrir sus manos y su corazón a la caridad [...] Un plato exquisito digno de servirse ante un rey».[78]William Makepeace Thackeray, en su reseña para la Fraser's Magazine, tildó el libro de «patrimonio nacional, amable para todo aquel hombre o mujer que lo lea. Las dos últimas personas —proseguía— a las que he oído hablar de él son mujeres; no se conocían entre ellas, ni al autor, pero ambas dijeron, a modo de crítica: "¡Que Dios lo bendiga!"».[76]

En un escrito para su propia publicación, el poeta Thomas Hood aseguró que «si las Navidades, con sus antiguas y acogedoras tradiciones, sus celebraciones sociales y caritativas, llegaron a estar en declive, este es el libro que las hará despegar de nuevo».[79]​ El reseñista de la Tait's Edinburgh MagazineTheodore Martin, con frecuencia crítico con las obras de Dickens— mostró una visión favorable de Cuento de Navidad; destacó que se trabaja de «un libro notable, sentido y calculado para traer el bien social».[80]​ Tras el fallecimiento de Dickens, Margaret Oliphant deploró lo relativo al pavo y el pudin de ciruela, pero admitió que, en la época de su primera publicación, la obra se consideró «un nuevo evangelio»; apuntó, además, que era única en el sentido de que conseguía que la gente se comportara mejor.[81]​ La prensa religiosa ignoró en su gran mayoría el relato, pero, en enero de 1884, Christian Remembrancer alabó al autor por su sentido del humor y la manera en que infundido modernidad y originalidad a un asunto tan antiguo y manido.[82][83]​ El pensador social John Ruskin le confesó a un amigo que pensaba que Dickens había retirado la religión de las Navidades para imaginarlas llenas «múerdago y pudin; nada de resurrección de los muertos, o ascensión de nuevas estrellas, o enseñanzas de hombres sabios, o pastores».[84]

No todas las críticas del libro fueron positivas. The New Monthly Magazine alabó la historia, pero se mostró crítica con los excesos físicos: los lomos dorados y los caros ribetes elevaban sobremanera el precio, por lo que el libro quedaba fuera del alcance de los pobres. En la reseña se recomendaba la reimpresión en papel barato, de modo que el precio fuera acorde con los tiempos.[85]​ En un artículo anónimo publicado en The Westminster Review, el escritor se mofaba de la interpretación económica de Dickens: «¿Quién se quedó sin pavo y ponche para que Bob Cratchit pudiera hacerse con ellos? Puesto que, a no ser que hubiera un excedente de pavos y ponche, alguien se tuvo que quedar sin ellos».[86]

Dado que los lectores estadounidenses habían acogido con reticencias Notas de América y Martin Chuzzlewit, al principio mostraron poco entusiasmo por este libro; sin embargo, para finales de la guerra civil había ya una gran cantidad de libros en circulación.[87]​ En 1863, el New York Times publicó una reseña entusiasta, en la que se apuntaba que el autor había conseguido devolver las «viejas Navidades [...] de siglos atrás y casas solariegas y remotas a las salas de estar de los pobres de hoy en día».[88]

Posteridad

El Espíritu de las Navidades Presentes en la edición original de 1843.

La Parley's Illuminated Library publicó en enero de 1844 una versión condensada y no autorizada de la historia que vendió por un twopence.[nota 12]​ Dickens escribió lo siguiente a su abogado:

No me cabe la menor duda de que, si es posible, hay que detener a estos vagabundos [...] Tengamos mano dura con ellos, ya que, de lo contrario, me acosarán cientos como ellos cuando publique una historia larga.[90]

Dos días después de la publicación de esa versión, Dickens los demandó alegando una infracción de los derechos de autor y ganó. Sin embargo, la editorial se declaró en bancarrota, mientras que Dickens tuvo que sufragar setecientas libras de costos. El bajo rendimiento económico que Dickens obtuvo de Cuento de Navidad empeoró aún más la relación con sus editores, con los que finalmente rompió; comenzó a trabajar, desde entonces, con Bradbury and Evans, que ya habían imprimido antes algunas de sus obras.[2]

Dickens regresó a la obra en varias ocasiones a lo largo de su vida para corregir la puntuación y algunas frases. Asimismo, sacó rendimiento del éxito del libro con la publicación de otras historias ambientadas en la época navideña, como Las campanas (1844), El grillo del hogar (1845), La batalla de la vida (1846) y El hechizado (1848). En todas ellas se abordaba la conversión secular y se hacía referencia a los cambios sociales que se estaban dando. Si bien el público compró las obras con avidez, los críticos fueron duros con las historias.[91]

Representaciones y adaptaciones

En 1849, Dickens estaba demasiado ocupado con la redacción de David Copperfield, por lo que no tenía ni tiempo ni ganas para escribir otro libro sobre las Navidades.[92]​ Decidió que la mejor manera de hacer llegar a su audiencia su «filosofía del villancico» era mediante lecturas en público.[93]​ Así, durante la Navidad de 1852, Dickens leyó la obra en el Ayuntamiento de Birmingham en un acto organizado junto con el Industrial and Literary Institute que resultó ser un gran éxito.[94][20]​ De ahí en adelante, leería, hasta el año de su muerte, 1870, una versión abreviada de Canción de Navidad en 127 ocasiones.[95][93][20]

Primera adaptación a la gran pantalla de la obra, del año 1901.

En los años posteriores a la publicación del libro, varios escritores escribieron respuestas al relato: desde los que continuaron con la vida de Scrooge tras su reforma hasta los que escribieron versiones alternativas porque consideraban que Dickens estaba equivocado y había que corregirlo.[96]​ Entre ellos, destacaron W. M. Swepstone (Christmas Shadows, 1850), Horatio Alger (Job Warner's Christmas, 1863) y Louisa May Alcott (A Christmas Dream, and How It Came True, 1882).[96]

La novela corta se llevó casi de inmediato a los escenarios. El 5 de febrero de 1844 se estrenaron tres producciones. Una de ellas, dirigida por Edward Stirling y con el beneplácito del propio Dickens, se mantuvo durante más de cuarenta noches seguidas.[97]​ A finales de febrero de ese mismo año, ocho adaptaciones competían en Londres.[81]​ Por otra parte, Cuento de Navidad es el relato de Dickens que más veces se ha llevado a la televisión.[22]​ Aunque es ahora un film perdido en su práctica totalidad, en 1901 se produjo Scrooge, or, Marley's Ghost, una película en blanco y negro, considerada la primera.[98]​ En 1923, la historia se adaptó también para la BBC Radio.[99]​ Entre el resto de adaptaciones, se incluyen la ópera, el ballet, un musical de Broadway, animación y una producción de mimo de la BBC protagonizada por Marcel Marceau.[14]

Davis opina que las adaptaciones se recuerdan más que la propia obra original.[100]​ De esta manera, algunas de las escenas del relato de Dickens —como la visita a los mineros y los guardas del faro— han caído en el olvido, mientras que escenas que se han añadido en las adaptaciones —como la visita de Scrooge a los Cratchit— se creen parte de la obra original.[100]​ En consecuencia, Davis diferencia entre el texto original y la «versión recordada».[100]

Legado

La expresión «Merry Christmas» —equivalente a «Feliz Navidad»— ya se usaba en aquella época. De hecho, el primer uso en un escrito data del año 1534. Sin embargo, después de que Dickens la usara en Cuento de Navidad, su uso entre el público victoriano se incrementó.[101][102]​ Por otra parte, la exclamación «Bah! Humbug!» —que podría traducirse como «¡Bah! ¡Paparruchas!»— se introdujo en el uso popular del inglés como una manera de reaccionar ante algo sentimental o demasiado festivo.[103]​ Asimismo, el nombre «Scrooge» comenzó a usarse para designar a los avaros y el Oxford English Dictionary incluyó el término en una entrada en 1982.[104]

En la Gran Bretaña de comienzos del siglo XIX, la celebración de las Navidades iba asociada al campo y a los campesinos, completamente al margen de la urbanización y la industrialización que se estaban produciendo. Davis opina que en Cuento de Navidad, Dickens mostró que esta festividad podía celebrarse también en las ciudades, pese a la creciente modernización.[105]​ De hecho, la óptica con la que se perciben las Navidades hoy en día proviene, en gran parte, de la sociedad victoriana que las reavivó. El Movimiento de Oxford ya había conseguido en las décadas de los treinta y cuarenta de ese siglo el resurgimiento de los rituales tradicionales y las prácticas religiosas asociadas con la época navideña; Dickens, con esta obra, capturó el zeitgeist al tiempo que reflejó y reforzó su visión particular de las Navidades.[5][106][107]

Dickens le confiere un enfoque humanitario a la celebración que influyó sobremanera en ciertos aspectos de las Navidades, aún presentes en las celebraciones que se llevan a cabo en el mundo occidental, tales como las reuniones familiares, la comida y bebidas de temporada, los bailes, los juegos y, en general, el espíritu festivo y de generosidad.[108][nota 13]​ El historiador Ronald Hutton apunta que Dickens «ligó culto y celebración dentro de un contexto de reconciliación social».[109]

En un análisis de las obras navideñas de Dickens, el novelista William Dean Howells considera que, para 1891, el «pathos resulta ya falso y forzado; el humor, poco más que payasadas; los personajes, teatralizados; la jovialidad, sonsacada; la psicología, trivial, y la sociología, graciosa».[110][111]​ El escritor James Joyce opinó que Dickens adoptó una perspectiva infantil de cara a Cuento de Navidad con el objetivo de dejar al descubierto el salto entre el inocente optimismo de la historia y la vida real en esa época.[111]

Ruth Glany, profesor de literatura inglesa, apunta que Cuento de Navidad tuvo un gran impacto sobre todo en los lectores como individuos.[112]​ A comienzos de 1844, The Gentleman's Magazine atribuyó al relato un aumento de las donaciones caritativas en Gran Bretaña;[113]​ en 1874, tras la lectura de los libros navideños de Dickens, Robert Louis Stevenson se comprometió a donar a aquellos que lo necesitaban,[114]​ y Thomas Carlyle se mostró hospitalario celebrando dos cenas navideñas tras la lectura del libro.[115]​ En 1867, a un empresario estadounidense le conmovió tanto la lectura del relato que cerró su fábrica por Navidad y le envió un pavo a cada trabajador.[81]​ Asimismo, la reina de Noruega mandó regalos con la frase «Con el amor de Tiny Tim» a niños inválidos londinenses durante los primeros años del siglo XX.[116]​ A raíz de la novela, el autor G. K. Chesterton escribió: «La belleza y la bendición de la historia [...] se asientan en el horno de felicidad verdadera que brilla en Scrooge y en todo lo que le rodea [...] Conviertan o no a Scrooge, las visiones navideñas nos convierten a nosotros».[117]

En un análisis de la evolución de las adaptaciones de la obra a lo largo del tiempo, Davis percibe cambios en el enfoque y sus personajes, en la manera en la que se trata de reflejar la forma de pensar predominante de la época.[118]​ Mientras que el público victoriano de la época de Dickens habría percibido el relato como una parábola espiritual pero secular, asegura, este se convirtió a comienzos del siglo XX en una historia para niños, leída por sus padres, que, a su vez, recordaban como los suyos se la habían leído cuando eran jóvenes.[118]​ Apunta también que, en los prolegómenos de la Gran Depresión y a lo largo de ella, si bien algunos perciben la historia como una «denuncia del capitalismo [...] la mayor parte ve en ella una vía de escape de las realidades económicas opresivas».[118]​ La versiones cinematográficas de la década de los treinta fueron diferentes en el Reino Unido y Estados Unido. Las películas británicas mostraban un relato tradicional de la historia, mientras que las estadounidenses aupaban a Cratchet a un papel más central para la historia, rehuyendo la depresión causada por los banqueros europeos y celebrando lo que Davis define como «las Navidades del hombre corriente».[119]​ En los años sesenta, a Scrooge se le presentaba como una figura freudiana en constante lucha contra su pasado. Asimismo, en la década de los ochenta, regresó a un ambiente de depresión e incertidumbre económica.[119]

Véase también

Notas

  1. Estas eran Sketches by Boz (1836), Los papeles póstumos del Club Pickwick (1836), Nicholas Nickleby (1837), Oliver Twist (1838), La tienda de antigüedades (1841) y Barnaby Rudge (1841).[3]
  2. Estuvo dividida en un total de veinte partes, publicada la última el 30 de junio de 1844.[4]
  3. En el original: «and to Tiny Tim, who did not die».
  4. La adición de esta línea resultó polémica.[28]​ Uno de los miembros de la Dickens Fellowship escribió en 1933 en su revista, The Dickensian, que «el destino de Tiny Tim debía de haber sido un asunto digno de reserva [...] A Dickens le pudo la exuberancia y, por un momento, olvidó el buen gusto».[28]
  5. Las preguntas de Carlyle aparecieron en su obra de 1840 Chartism.[41]
  6. Henry también sirvió de inspiración para el personaje de Paul Dombey, Jr., presente en Dombey e hijo.[48]
  7. Otros autores que han examinado la vertiente cristiana de la novela son Geoffrey Rowell,[5]Claire Tomalin[54]​ y Martin Sable.[55]
  8. El autor G. K. Chesterton dijo lo siguiente de las opiniones religiosas de Dickens: «El tono que Dickens mantuvo hacia la religión, si bien era similar al de gran parte de sus coetáneos, filosóficamente perturbado e históricamente ignorante, gozaba de un elemento muy propio de él. Aunaba todos los prejuicios de la época. Aborrecía, por ejemplo, los dogmas definidos, lo que en realidad indica una preferencia por los dogmas no examinados».[57]​ Por su parte, el propio Dickens dijo al respecto: «He luchado siempre por verter en mis escritos la veneración por la vida y las lecciones de nuestro redentor».[58]
  9. El versículo completo de Juan 3:17 reza así: «Pero el que tiene bienes de este mundo, y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?».[60]
  10. Mitton le vendió el manuscrito al librero Francis Harvey en 1875, supuestamente por cincuenta libras —equivalentes a 4300 de 2018—.[70]​ Este se lo vendió en 1882 al coleccionista Henry George Churchill, quien, a su vez, le vendió el manuscrito a Bennett, un librero de Birmingham. Este obtuvo doscientas libras de la época por su venta a Robson and Kerslake, de Londres, que se lo dieron al coleccionista dickensiano Stuart M. Samuel por trescientas. Finalmente, J. Pierpont Morgan lo compró por una cantidad que se desconoce hasta cuánto asciende. El manuscrito descansa ahora en la Pierpont Morgan Library de Nueva York.[71][69]
  11. Claire Tomalin, biógrafa de Dickens, ofrece otras cifras: 137 libras para la primera edición y 726 al cabo de 1844.[54]
  12. La versión publicada por Parley se tituló A Christmas Ghost Story reoriginated from the original by Charles Dickens Esquire and analytically condensed for this work.[89]
  13. Un ejemplo de esto fue la introducción del pavo como la principal comida en las celebraciones navideñas. En Gran Bretaña, la tradición hasta entonces consistía en comer ganso asado, pero el consumo del otro animal comenzó a incrementarse tras la publicación del libro. Para 1868, Isabella Beeton ya advertía a sus lectores en su Book of Household Management de que «una cena de Navidad, con la clase media de este imperio, no será una cena de Navidad sin su pavo».[103]

Referencias

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Bibliografía

Enlaces externos