Bolero (Ravel)

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Archivo:Serov140.jpg
Ida Rubinstein (1885-1960), bailarina y rica mecenas rusa, fue la inspiradora de Le Boléro y estrenó la obra el 22 de noviembre de 1928.
Retrato de Valentin Serov.

El Bolero, en francés Le Boléro,[1]​ es una obra musical creada por el compositor francés Maurice Ravel en 1928 y estrenada en la Ópera Garnier de París el 28 de noviembre de ese mismo año. Compuesta para ballet y orquesta en do mayor, y dedicada a la bailarina Ida Rubinstein, su inmediato éxito y posterior rápida difusión universal la convirtieron no solamente en una de la más famosas del compositor, sino también, en uno de los exponentes de la música del siglo XX.

El movimiento orquestal de Ravel está inspirado en el ritmo y tempo invariables del bolero, una danza española, caracterizado por una melodía obsesiva, en do mayor, que repetida una y otra vez en un crescendo sin ninguna modificación, salvo la de los efectos orquestales, finaliza in extremis con una modulación a mi mayor y una coda estruendosa.

Pese a que Ravel dijo considerar la obra como un simple estudio de orquestación, Le Boléro esconde una gran originalidad y en su versión de concierto ha llegando a ser una de las obras musicales más interpretadas en todo el mundo, al punto de que hasta el año 1993 permanecía en el primer lugar de la clasificación mundial de derechos de la «Société des auteurs, compositeurs et éditeurs de musique» (SACEM).[2]

Historia

¿Mi obra maestra? ¡El Boléro, por supuesto! Por desgracia, está vacío de música.
Maurice Ravel.[3]
No iríamos muy lejos en el análisis de las obras de arte si nos atenemos a lo que sus autores han dicho o incluso han creído hacer.
Claude Lévi-Strauss, a propósito del Boléro.[4]

A lo largo del año de 1928, la música contemporánea vió el nacimiento de numerosas obras maestras de autores de toda Europa: el Cuarteto de cuerda n° 4 de Bartók, el Cuarteto de cuerda n° 2 de Janáček, el Concierto para clarinete de Nielsen, la Sinfonía n° 3 de Prokofiev, las Variaciones para orquesta de Schönberg o la Die Dreigroschenoper («La ópera de tres peniques») de Kurt Weill. Otras composiciones relevantes vieron la luz en Rusia, donde Mossolov finalizaba La fundición de acero y Shostakovich la ópera La Nariz y Tahiti Trot. En la Europa meridional, Respighi componía en Italia la Feste romane, mientras que en España, Joaquín Turina acababa las Evocaciones, opus 46 para piano.

En el caso del panorama musical de Francia, Honegger compuso Rugby, Martinů Le Jazz, Messiaen La banquet eucharistique, Milhaud la ópera Christopher Columbus. Mientras tanto, en la temporada parisina, Stravisnki estrenó dos nuevos ballets: el Apolo Musageta, el 12 de junio representado por los Ballets Russes, y Le Baiser de la fée («El beso del hada»), esta vez interpretado el 27 de noviembre de 1928 por el «rival» del anterior ballet, «Les Ballets Ida Rubinstein» [5]

Ravel sin embargo, ese año solo pudo componer su Boléro antes de que el avance de una extraña enfermedad[6]​ le afectara en sus funciones para la composición y le condenase al silencio. Al año siguiente, en el contexto de la grave crisis económica mundial del crack de 1929, Ravel, en el apogeo de su fama, compuso todavía algunas obras importantes, como el Concierto para la mano izquierda (1929–30), expresamente arreglado para el pianista discapacitado Paul Wittgenstein, el Concierto en sol mayor (1929–31) y las tres canciones de Don Quijote y Dulcinea (1932–33).

Concepción

Vista de la ciudad de Córdoba. De la Rapsodie espagnole a la Alborada del gracioso, la luz y el calor de España fueron para Ravel una fuente inestimable de inspiración siendo su Boléro es el más célebre exponente.

La historia del Boléro se remonta a 1927 cuando Ravel, cuya reputación superaba ya las fronteras de Francia, acababa de terminar su Sonata para violín y piano. Poco antes de partir para realizar una gira de conciertos de cuatro meses en los Estados Unidos y Canadá, en cumplimiento del contrato más importante de su carrera musical, la empresaria y bailarina rusa Ida Rubinstein, le encargó que compusiera un «ballet de carácter español» que ella misma, con cuarenta y dos años, contaba representar con su propia compañía, «Les Ballets Ida Rubinstein». A su regreso de la gira, que lo encumbró definitivamente a la cima de la fama mundial, fue recibido como un gran artista, actuando en 25 ciudades, unas veces como pianista, otras como acompañante al piano y otras al frente de la orquesta.[7]

Ida Rubinstein, que todavía actuaba como bailarina por cuenta de los Ballets RusosCleopâtre (1909), Scheherazade (1910) y Le Martyre de Saint Sebastien (1911)— había decidido montar, gracias a su capital como rica empresaria, su propia compañía de ballet y competir con el mismísimo Serge Diaghilev. Para ello había ideado una temporada con encargos a Ravel e Stravinski, con quienes mantenía una buena amistad, y a otros autores como Honegger, Milhaud, Sauguet y Auric[8]​ que junto a otros artistas se beneficiaban también de sus obras de mecenazgo.

Ravel sin embargo no había compuesto música para ballet desde La Valse en 1919 mientras que su último éxito en este campo se remontaba a 1912 con Ma Mère l'Oye, por lo que aceptó con mucho interés el encargo de Rubinstein, que además de una reposición de La Valse, incluía componer un ballet enteramente nuevo. Ravel tenía cincuenta y dos años, estaba en plenitud de facultades y, desde la muerte de Debussy, era reconocido como el mejor músico francés vivo. Tenía muchas obligaciones que atender, y para facilitar la tarea, acordó con su colaboradora que podría orquestar seis piezas extraídas de la suite para piano Iberia del compositor español Isaac Albéniz,[9]​ en un proyecto inicialmente bautizado como Fandango. Pero a su regreso de la gira norteamericana, cuando ya había comenzado el trabajo, fue advertido de que los derechos de orquestación de Iberia, propiedad de la editorial Max Eschig, habían sido cedidos en exclusiva a otro compositor español, Enrique Fernández Arbós, un antiguo discípulo de Albéniz, noticia que fue recibida por Ravel con preocupación según el relato de Joaquín Nin:

Hice notar a Ravel que ese proyecto no podía desgraciadamente ser viable por el hecho de las piezas de Albéniz estaban ya orquestadas por Arbós en vistas a un ballet destinado a La Argentina (fue el ballet Triana,[10]​ dado la temporada siguiente con el éxito que se sabe)... ¿Quién es este Arbós?... ¿Y qué decir a Ida? ¡Se pondrá furiosa!.
Joaquín Nin.[11]

Comprendiendo el embarazo de Ravel, Arbós le propuso generosamente cederle sus derechos sobre Iberia, pero Ravel, todavía disgustado, pensó en abandonar el proyecto.[12]

Ravel pasó unas cortas vacaciones ese verano de 1928 en su ciudad natal de Ciboure, próxima a San Juan de Luz, en el País Vasco francés, con su amigo y también compositor Gustave Samazeuilh. Fue entonces cuando le vino la idea de elaborar una obra experimental: un ballet para orquesta que solo utilizaría un tema y un contra-tema repetidos y en el que el único elemento de variación provendría de los efectos de orquestación que sustentaran inmenso crescendo a lo largo de toda la obra. El nacimiento de la melodía es relatado por Samazeuilh, que cuenta como el compositor, una mañana, en pijama, antes de ir a nadar, le habría interpretado al piano un tema con un solo dedo explicándole:

Madame Rubinstein me pide un ballet. ¿No encuentra usted que este tema tiene insistencia? Voy a intentar repetirlo un buen número de veces, sin ningún desarrollo, graduándolo mejor con mi orquesta. De manera que esto resultara como "La Madelon"
Jankélévitch[13]
«La Belvèdére», donde Ravel finalizó el Boléro.

A la vuelta de las vacaciones, ya en su residencia de «La Belvédère» (en Montfort-l’Amaury, a 30 km de París), Ravel finalizó rápidamente la pieza, que tituló en un principio, conforme a lo acordado, Fandango. Después sin embargo, para el ritmo de la obra, el fandango original le pareció una danza demasiado rápida, y lo remplazó por un bolero, otra danza tradicional andaluza que sus viajes a España le habían permitido conocer.[14]​ cambiando consecuentemente el título y dedicando la obra a su estimada amiga Ida Rubinstein.

Poco antes del estreno, reemprendió su frenético ritmo de viajes, primero a Inglaterra, para ser investido «Doctor of Music, honoris causa» por la Universidad de Oxford el 23 de octubre, asistiendo y protagonizando varios conciertos en su honor. Inmediatamente después, viajó a España para realizar juanto a la mezzosoprano Madeleine Grey y el violinista Claude Lévy, una intensa gira de dieciocho días en la que apareció en nueve ciudades distintas, y que aprovechó para visitar a su gran amigo Manuel de Falla, a quien conocía de sus años parisinos. Aunque su actuación en Málaga no fue del agrado del público, que incluso abandonó casi por completo la sala, su concierto en el desaparecido Coliseo Olympia de Granada del 21 de noviembre tuvo sin embargo un gran éxito, grado de aceptación que pudo repetir al día siguiente, el 22 de novimebre, tras un rápido viaje nocturno, tras el concierto celebrado en la Embajada de Francia en Madrid, en el mismo día que en París se estrenaba el Boléro, la obra que iba a convertirse en los años siguientes, en una de sus más famosas creaciones.

Estreno y primeras interpretaciones

Alexander Benois. Fotografiado por Leon Baskt (c. 1895)

El Boléro fue estrenado el 22 de noviembre de 1928 en París, en la Ópera Garnier, bajo la dirección de Walther Straram, con una coreografía de Bronislava Nijinska y con decorados de Alexandre Benois. El programa incluía también una nueva adaptación de La Valse a cargo de Nijinska y Benois; y dos obras más, Le Bien Aimé, con música de Schubert y Liszt orquestada por Milhaud, y Psyché et L'amour, con música de Bach orquestada por Honegger.[15]

Ravel tenía en mente que el ballet fuera montado en un espacio exterior, con una fábrica al fondo, probablemente un guiño a Carmen, la ópera que tanto admiraba. Cuando se le preguntaba por el argumento del ballet, Ravel respondía que él situaría el Boléro en una fábrica (la fábrica de Le Vésinet, según su hermano)[16]​ y no en un bar andaluz. Sin embargo el montaje de Alexander Benois situa la acción en un oscuro café de Barcelona, iluminado por una gran lámpara donde una bailarina comienza a bailar en una gran mesa mientras una veintena de hombres permanecen sentados jugando a las cartas en sus mesas. Ida Rubinstein tenía el papel de bailarina de flamenco en una coreografía sensual que fue un escándalo. René Chalupt la describió en estos términos:

En el centro de una amplia sala, una mujer danzaba mientras que alrededor se apretaban más y más numerosos hombres a quienes la visión inflamaba de deseo.
René Chalupt.[17]

Alejo Carpentier, por entonces en París, narra el estreno, y sobre el papel de Ida dice lo siguiente:

¿Y la labor de Ida Rubinstein?, me preguntaréis. La genial animadora del Martirio de san Sebastián y de Fedra, no fue tan admirable como otras veces. Cometió el error de creer que su talento de mímica le permitiría abordar nuevamente la danza —fue danzarina hace muchos años—, sin peligros. Su labor coreográfica resultó algo pobre, e inferior a la altísima calidad de sus espectáculos.
Pero bien podemos perdonarle un error, inspirado por una egolatría justificada. Hemos escuchado tan hermosas partituras; hemos contemplado tan lindas decoraciones gracias a ella, que aplaudimos calurosamente cada vez que el telón volvió a levantarse al final de una de sus noches triunfales
Alejo Carpentier. Cárteles, 27 de enero de 1929.[18]

Ravel aceptó con no mucho agrado el montaje de Benois y, personalmente, le solicitó a su amigo Léon Leyritz —el escultor que relizó el busto de Ravel que adorna el vestíbulo de la Ópera de París—, que preparase otra escenografia más acorde con sus ideas. Esa producción veria la luz, pero ya no sería en vida de Ravel.[19]

La versión orquestal de la obra fue estrenada también en París, el 11 de enero de 1930, con Ravel al frente de la orquesta de los «Concerts Lamoureux».[20]​ Se cuenta que durante el estreno orquestal del Boléro, una dama molestaba en su asiento exclamando: "¡Al loco! ¡Al loco!" («Au fou! Au fou!»). Contando la escena a su hermano, Ravel habría dicho: «Ella, ella lo ha entendido». [21]

Ida Rubinstein tenía, de acuerdo al contrato, reservados los derechos de la obra en las salas de teatro durante tres años y de solo uno en las salas de concierto. Así, en octubre de 1929, Ravel recuperó los derechos de concierto y la difusión de la obra alcanzó rápidamente proporciones desmesuradas. Ravel fue el primer sorprendido, ya que esperaba que su obra fuera «[...] una pieza que no se adueñaría de los conciertos del domingo.»[22]

En enero de 1930 Ravel grabó la obra con la orquesta de los Concerts Lamoureux, y dirigió frecuentemente la obra en salas de concierto. Los directores de orquesta, que veían en la obra un terreno de trabajo fértil al mismo tiempo que una fuente fácil de gloria, se ocuparon pronto del Boléro y algunos intentaron dejar su impronta. Mientras que Willem Mengelberg aceleraba y ralentizaba excesivamente, el gran maestro italiano Arturo Toscanini, por entonces muy respetado por Ravel, al frente de la Filarmónica de Nueva York en una interpretación en mayo de 1930 en la Ópera de París, se tomó la libertad de interpretar la obra dos veces más rápido que lo prescrito, con un accelerando final. Ravel, presente entre el público, rehusó levantarse para estrecharle la mano y tuvo una breve discusión con él entre bastidores.[23]​ Toscanini habría llegado a decirle: «Usted no comprende nada de vuestra música. Era el único medio de hacerla pasar».[24]​ Una versión de esta misma anécdota es referida en castellano de nuevo por Carpentier, asistente privilegiado de la función, aunque no de la discusión:

—Maestro... yo llevo el Boléro mucho más lento.
—Es un error —le respondió Toscanini—. La concepción misma de la obra, su carácter, su estilo, imponen el tempo que yo he adoptado.
Alejo Carpentier[25]

Los dos hombres se reconciliaron más adelante, pero en ese momento ya estaba claro que el tempo del Boléro sería de ahí en adelante una «cause célèbre». Ravel mismo, en 1931, lo comentó:

Debo decir que el Boléro es raramente dirigido como yo pienso que debería de ser. Mengelberg acelera y ralentiza excesivamente. Toscanini lo dirige dos veces más rápido sin ser necesario y alarga el movimiento al final, que no está indicado en ninguna parte. No: el Boléro debe ser ejecutado a un tempo único del inicio al final, en el estilo quejumbroso y monótono de las melodías árabe-españolas. [...] Los virtuosos son incorregibles, inmersos en sus fantasías como si los compositores no existiesen.
Ravel.[26]

El Boléro fue rápidamente interpretado en muchas retransmisiones de radio y en innumerables transcripciones. Finalmente, en 1934, La Paramount realizó una pelicua que también tituló Boléro, protagonizada por Carole Lombard y George Raft, en la que la música tenía un importante papel. La fama de la obra ya fue imparable.

Ravel y el éxito de su obra

Archivo:Maurice Ravel-01.jpg
Ravel hacia 1925.

Hay artistas que vieron toda su obra oscurecida por una sola pieza que raramente cumplía el objetivo que se habían propuesto y a menudo la tuvieron por una obra menor o imperfecta. En música, eso sucedió con el Adagio de Tomaso Albinoni; con el Canon y giga de Johann Pachelbel; con el El Aprendiz de brujo de Paul Dukas; e, incluso, con la Carmen de Georges Bizet. Cuando Ravel comenzó a ver que este Boléro, reclamado por todo el mundo, podría hacerle sufrir ese destino, sintió la necesidad, en muchas ocasiones, de precisar sus intenciones en cuanto al significado de su obra:

Deseo vivamente que no haya ningún malentendido respecto al tema de esta obra. Representa una experiencia en una dirección muy especial y limitada, y no hay que pensar que la pieza busca conseguir otra cosa de la que se espera. Antes de la primera ejecución, hice aparecer un anuncio en el que se decía que yo había escrito una pieza que duraba 17 minutos y que consistía enteramente en un entretejido orquestal sin música —en un largo crescendo muy progresivo. No hay contraste y no hay prácticamente invención excepto en el modo de ejecución. Los temas son impersonales —melodías populares árabe-españolas típicas. Y (aunque se haya pretendido lo contrario) la escritura orquestal es simple y directa, sin ningún asomo de virtuosismo. […] Ésta puede ser la razón de que no haya un solo compositor al que no le guste el Boléro —y desde su punto de vista tienen razón. He hecho exactamente lo que quería, y depende de los oyentes tomarlo o dejarlo.
Ravel[27]

El Boléro es la única obra de la que el músico afirma también claramente haber superado el desafío que se había fijado. Pero como a menudo en Ravel —en obras como Chansons madécasses, L'Enfant et les sortilèges o La Valse— el compromiso era más profundo de lo que dejaba suponer su inocente apariencia. Al mismo tiempo que declaraba que el Boléro estaba «vacío de música» ("vide de musique"), el compositor reconocía que su obra tenía un carácter «músico-sexuel».[28]​ Algunos autores vieron en el Boléro una renuncia a la música tonal, otros encontraron en la repetición mecánica y en el crescendo los signos de una obra inquietante y tormentosa, irresistiblemente abocada al hundimiento final, que de alguna manera, recuerda las conclusiones trágicas de La Valse y del Concerto pour la main gauche, pero otras lecturas también son posibles[cita requerida]. Según Marcel Marnat:

«La Valse evocaba el aniquilamiento de una civilización. Ocho años más tarde, el Boléro ejerce su fascinación por la evocación que hace del triunfo generalizado de las fuerzas del mal, incluidas en los elementos más inocentes: encontramos aquí el principio de L'Enfant et les sortilèges pero esta vez nos lleva a un triunfo de la muerte [...]»
Marcel Marnat.[29]

Música

Una vez que se ha encontrado la idea, cualquier alumno del conservatorio debería, hasta esta modulación, conseguir lo mismo que yo.
Ravel, hacia 1930.[30]

Ravel mismo describió esta obra: «Es una danza en un movimiento muy moderado y constantemente uniforme, tanto por la melodía como por la armonía y el ritmo, este último marcado sin cesar por el tambor. El único elemento de diversidad es aportado por el crescendo orquestal».[31]​ Si la obra fue compuesta en forma de ballet, la suite de solos instrumentales destaca los talentos individuales, pero también la homogeneidad colectiva de cada pupitre, ya que todos todos los miembros de la orquesta participan por igual en un acompañamiento imperturbable: es la definición misma de un nuevo género musical que ve la luz en esa época: el «Concierto para orquesta».[32]​ La rítmica y el carácter melódico hispano, e incluso más precisamente andaluz, se acercan igualmente al espíritu de las composiciones rapsódicas muy a la moda a finales del siglo XIX y principio del XX.[33]


Extractos MIDI
Sound  Ritmo del Boléro Sound  Tema A del Boléro Sound  Tema B del Boléro


El ritmo

El ritmo adoptado por Ravel es el ritmo típico del bolero en tres tiempos, con la indicación Tempo di bolero moderato assai («tempo de bolero muy moderado»). Contrariamente a la danza original, que tradicionalemente se acompaña de castañuelas o de panderetas, eligió el tambor de orquesta metamorfoseado después en caja orquestal para marcar el ritmo de esta danza típica. La célula rítmica comprende dos compases casi idénticos, con una variación mínima en el tercer tiempo del segundo compás. El ostinato es repetido por una, y después dos cajas orquestales, desde el primer al antepenúltimo compás, y luego sigue el gran crescendo, para ser finalmente tocada por el conjunto de la orquesta en la coda.


Imperturbable, la caja orquestal marca
el ritmo a lo largo de toda la obra.
Ostinato, estos dos compases son repetidos ciento sesenta y nueve veces.


El tempo

El tempo de la obra es siempre el mismo, immutable de principio a fin, como anota la partitura, «Tempo di Bolero, moderato assai». Sin embargo hay una gran variedad entre las duraciones del tempo del propio Ravel y los diferentes tempos adoptados ya desde las primeras interpretaciones registradas, incluida la suya propia, de la obra:

  • En la partitura, el tempo requerido es: negra = 72, con una duración teórica de catorce minutos y diez segundos. En el manuscrito de la obra, si embargo, hay una indicación metronómica primera de negra = 76, luego tachada y reemplazada por otra con negra = 66.[34]
  • Según declaraciones de Ravel, el ballet debería de tener una duración de diecisiete minutos. La indicación metronómica que habría debido tener sería negra = 60 (con un tiempo en segundos, que correspondiera exactamente a diecisiete minutos (1020 segundos) para interpretar los 340 compases en 3 tiempos).
  • La grabación hecha por Ravel con la Orchestre Lamoureux en 1930, dura un poco menos de dieciseis minutos (15:50), dando un tempo próximo a: negra = 64.
  • La versión más corta grabada es la de Leopold Stokowski en 1940 con la Orquesta de Filadelfia que dura doce minutos, o sea: negra = 84.[35]
  • La palma de la lentitud pertenece a un amigo del compositor, Pedro de Freitas Branco que en 1953, al frente de la Orquesta Nacional de la Radiodifusión Francesa, superó los dieciocho minutos y treinta segundos, con un tempo de: negra = 54.[36]


Los cinco tiempos en MIDI
Sound T° 54 Sound T° 60 Sound T° 64 Sound T° 72 Sound T° 84
(Ver además una lista de casi setenta grabaciones con su tiempo.[37]​)

La melodía

El Boléro debe su popularidad mundial a su melodía envolvente. Inspirada en temas hispano-árabes, su autor la describía como simple y sin artificio. Por tanto recela de las dificultades rítmicas inesperadas:

El hombre de la calle se da la satisfacción de silbar los primeros compases del Boléro, pero pocos músicos profesionales son capaces de reproducirlos de memoria, sin una sola falta de solfeo, la frase entera que obedece a hipócritas y científicas coqueterías.
Ravel.[38]

El tejido melódico del Boléro comporta:

  • un tema A, en do mayor, de dieciséis compases y de un pequeño ambitus de una novena mayor (de do3 a re4 para la flauta); comenzando en la tónica aguda, la melodía muy conjuntada desciende enseguida en arabesco hacia la dominante, después, reemprende más alto hacia la supertónica, y de nuevo desciende siempre en línea sinuosa hacia la tónica grave, pareciendo querer desbordarse de su marco.


Première partie du thème A
Première partie du thème A
Parte primera del tema A a la flauta, de la tónica (do) a la dominante (sol)


  • un contra-tema B derivado del primero, más patético y teñido de menor, igualmente de dieciséis compases, es más grande, una decimosexta menor (de do2 a re bemol4 por el fagot); por movimientos progresivos y conjuntos, sugiriendo modos exóticos (gama andaluza), la melodía sigue un lento descenso muy alterado en más de dos octavas.
Última parte del tema B al fagot, lánguido, desciende siempre retardado del modo de mi hacia el do.


  • El ritornello («r»), de dos compases, separa cada entrada del tema y, repetido ocho veces, sirve de acompañamiento rítmico y armónico al tema siguiente. Está compuesto por:
  • La célula rítmica de caja orquestal, doblada por uno o más instrumentos;
  • Un acompañamiento armónico entre el segundo y el tercer tiempo;
  • Un bajo continuo inmutable —do, suspiro, sol, do, suspiro, sol, do, etc.— martilleando el compás de tres tiempos, afirmando el tono de do mayor durante toda la obra, salvo en medio del último tema B donde estalla una inesperada modulación en mi mayor, antes de volver, para concluir, al tono principal.
Archivo:Boléro ritmo.jpg
Este ritornello será repetido ocho veces, acompañando al dúo de trompetas con sordina y flauta travesera

La orquestación

El Boléro es una obra escrita para orquesta sinfónica. Entre las maderas algunos músicos utilizan dos instrumentos de la misma familia: el Boléro requiere dos flautines, un oboe d'amore, un saxo sopranino y una pequeña trompeta en re. Algunos instrumentos no se utilizan más que en algunos compases, como el saxo soprano, la gran caja orquestal, los platillos o el tam-tam.


Instrumentación del Boléro
Cuerdas
Primeros violines, segundos violines, violas, violonchelos, contrabajos y 1 arpa.
Maderas (Instrumentos de viento-madera)
1 flautín, 2 flautas (una tocando también el flautín), 2 oboes (uno tocando un oboe d'amore), 1 corno inglés, 2 clarinetes en si bemol (uno tocando el requinto en mi bemol), 1 clarinete bajo en si bemol, 2 fagots, 1 contrabajo, 1 saxofón soprano (*) y 1 saxofón tenor.
Metales (Instrumentos de viento-metal)
4 trompas, 1 pequeña trompeta en re, 3 trompetas en do, 3 trombones, 1 tuba.
Percusión
2 cajas orquestales, 3 timbales, bombo, platillos, tam-tam y celesta.
(*) El director precisa un saxo sopranino en fa' pero este instrumento no fue realizado por ningún fabricante desde el estreno por Marcel Mule. La partitura ha sido siempre enteramente tocada al saxofón soprano.

Las orquestaciones de Maurice Ravel —de obras propias o ajenas como los Cuadros de una exposición de Módest Mussorgski— han revelado siempre un consumado conocimiento organológico, una ciencia para las combinaciones instrumentales y un gran sentido del equilibrio orquestal. La orquestación en detalle es la siguiente:

  • Tema A.
El tema A está presente nueve veces, siempre con instrumentos agudos, incluso sobreagudos:
  • Los tres primeros son confiados a un único instrumento, de la misma altura: la flauta traversera pianissimo en su registro grave, cálido y poco "sonoro"; el clarinete, piano, en su registro medio; y el oboe d'amore renaciendo mezzo-piano, en su registro medio.
  • Para la cuarta exposición, es la trompeta con sordina la que interviene mezzo-piano, doblada por el regreso de la flauta en la octava superior pero pianissimo, delante, para fundirse en el timbre de los metales y crear así una nueva sonoridad. La quinta es la más original de las combinaciones de la obra: la trompa sola está doblada dos octavas por la celesta (decimoquinta y vigesimo segunda), un flautín toca el tema en la quinta (de hecho la duodécima) en sol mayor, el otro en la tercera (de hecho la décimoséptima) en mi mayor; con un equilibrio mezzo-forte para la trompa, piano para la celesta y pianissimo para los flautines, Ravel refuerza sutilmente los primeros armónicos de la trompa. La combinación siguiente asocia, mezzo-forte, el corno inglés y el segundo clarinete al unísono en do mayor, doblados una octava por el oboe y el primer clarinete; es el oboe d'amore esta vez el que refuerza la quinta tocando en sol mayor.
  • Las tres últimas exposiciones implican por vez primera a los violines, en primer lugar en juegos de octavas con las pequeñas maderas, después, divididos en los pupitres, tocando juegos de terceras y de quintas con el corno inglés y el saxo tenor también, todos en forte. La última, fortissimo, siempre en juegos de terceras y de quintas, agrupa los primemos violines, las flautas, el flautín y, la pequeña trompeta en re y las tres otras voces de trompeta, la trompeta piccolo estando en la octava de la tercera trompeta, la segunda y la primera respectivamente en la tercera y en la quinta.
  • Tema B.
El tema B, presentado igualmente nueve veces, utiliza los registros agudos incluso sobreagudos de instrumentos graves, pero también instrumentos entre los más agudos:
  • Las cinco primeras exposiciones son confiadas a instrumentos solistas: el fagot, en su agudo, el pequeño clarinete en mi bémol, el saxo tenor, el saxo sopranino, que deja la plaza al saxo soprano en los cuatro últimos compases, y en fin, el trombón empujando en sus extremos más altos, solo siempre reducto de estos instrumentistas.
  • Como en el tema A, las cuatro últimas presentaciones se caracterizan por una alternancia entre dos juegos de octavas y dos juegos de terceras y quintas; en primer lugar en las pequeñas maderas, seguidas de las cuerdas y de la primera trompeta, después de las cuerdas y del primer trombón, la última frase y su modulación son confiadas a un tutti de flautas, saxofones, metales claros y primeros violines.
  • Ritornello.
Los veinte ritornellos de dos compases se enriquecen progresivamente con uno o varios instrumentos, primero por alternancia, después por acumulación. Algunos retoman el ritmo punzante de la caja orquestal como la segunda flauta bajo el solo de clarinete o los dos fagotes relevándose con el oboe d'amore, otros subrayando la envergadura no tocando más que los tiempos como el arpa, todos los pizzicatos de las cuerdas o los trombones y la tuba en las últimas frases.
Cada nuevo ritornello está orquestado de forma diferente, estirándose, enriqueciéndose y participando en el efecto de crescendo por escalón; in extremis, el último ritornello está tocado dos veces fortissimo por toda la orquesta bajo las percusiones y con elaborados glissandos de trombones, precediendo la caída final.

Guía de escucha

Esta guía de escucha del Boléro de Ravel está destinada a la comprensión de la estructura de la obra y a reconocer los timbres instrumentales. [39]​ Su signicado es el siguiente:

  • Los colores de la columna de la izquierda simbolizan el crescendo y la densificación de la orquestación.
  • la letra A designa el tema general, la B su contra-tema, y la r el ritornello.
  • El tiempo, dado a título indicativo, es el de la versión de referencia registrada bajo la dirección del mismo Maurice Ravel, con la Orchestre Lamoureux, en 1930.


Tema Instrumentación Tiempos
pp r Violas y violoncellos pizzicato, 1° caja orquestal (repetida una vez)
pp A 1° flauta 0' 12''
pp r 2° flauta
p A 1° clarinete 1' 02''
p r Arpa (sonido armónico), 1° flauta
p B 1° fagot 1' 53''
mp r Arpa (sonidos naturales), 2° flauta
p B Requinto en mi bemol 2' 44''
p r 2° violines pizzicato y contrabajo, alternando con fagotes mp
mp A Oboe d'amore 3' 36''
p r 1° violín pizzicato, 1° trompa
mp A 1° trompeta con sordina, 1° flauta a la octava (juego de octava) pp 4' 28''
mp r Flautas, 2° trompeta, 2° violines pizzicato
mp B Saxofón tenor expressivo, vibrato 5' 20''
mp r 1° trompeta, oboe, corno inglés, 1° violín pizzicato
mp B Saxofón sopranino,expressivo, vibrato 6' 13''
mf r 1° flauta, clarinete bajo, fagots, 2° cor, arpa
mf A 1° flautín (mi mayor), 2° flautín (sol mayor), 1° trompa y celesta (do mayor) 7' 06''
mf r 3 trompetas, 4° trompa y arpegios de cuerdas
mf A 2 oboes, corno inglés y 2 clarinetes (do mayor), Oboe d'amore (sol mayor) 7' 57''
mf r 1° flauta, contrabajo, clarinetes, 2° trompa
mf B 1° trombón (dans le suraigu) sostenuto 8' 49''
f r 1° trompeta, 4° cor, tutti de cuerdas
f B Madera (juego de terceras y quintas) 9' 41''
f r Fagots, contrabajo, trompas y timbales
f A Flautín, flautas, oboes, clarinettes, 1° violines (juego de octavas) 10' 32''
f r
f A Maderas, 1° y 2° violines (juego de terceras y quintas) 11' 22''
f r
f B Madera, 1° y 2° violines, 1° trompeta (juego de octavas) 12' 13''
f r
f B Madera, 1° y 2° violines, 1° trombón (juego de terceras y quintas) 13' 05''
ff r Maderas agudas, coros, acordes, + 2° caja orquestal, toda la orquesta
ff A Flautín, flautas, saxofones, trompeta piccolo, 3 trompetas, 1° violines 13' 56''
ff r
ff B Flautín, flautas, saxofones, las 4 trompetas, 1° trombón, 1° violines 14' 47''
ff Modulación en mi mayor en 8 compases después retorno al tema principal
fff r Bombo, platillos, tam-tam, glissandos de trombones
fff Gran acorde disonante y derrumbe final 16' 06''

Posteridad

El Boléro fue editado en 1929 por vez primera por la editorial de música, Éditions Durand. Ravel mismo compuso en 1929 dos reducciones para piano de su Boléro, una para dos manos y la otra a cuatro manos, que se han interpretado pocas veces en público. Los arreglos «no oficiales» de esta obra popular son numerosos y por ejemplo, uno de los más recientes, corresponde a las hermanas Labèque que han grabado en 2006 una version modificada para dos pianos del arreglo de Ravel, agregándole percusión y recreando el efecto rítmico de la partitura original.

Coreografías

Archivo:Bejart 1984.jpg
Maurice Béjart consagra al Boléro, en 1961, una de sus más famosas coreografías.

El Boléro ha sido muchas veces coreografiado. Las montajes del ballet se pueden agrupar en tres interpretaciones diferentes:

  • Una flamenca, la primera inicial, inspirada en las producción de Ida Rubinstein de 1928-34.
  • La inspirada en las ideas de Ravel, ejemplarizada por el montaje de Leyritz/Lifar de 1941.
  • Una abstracta, con una gran carga sexual, a partir de los montajes del gran coreógrafo Maurice Béjart de 1961.

El Boléro ha sido considerado a veces como una «tumba de coreógrafos»,[40]​ pero ha tenido múltiples adaptaciones, siendo las más importantes las siguientes:

El Boléro en la cultura popular

El boléro ha sido una de las músicas más utilizadas y recreadas en el cine, la televisión, la publicidad o como música incidental en espectáculos deportivos. Los más conocidos son los que siguen:

Música popular

El Boléro de Ravel ha dado nombre al grupo les Blérots de R.A.V.E.L.

Cine

Videojuegos

  • 1986 - The Legend of Zelda. El Boléro fue el tema inicialmente previsto para la obertura del célebre juego, pero los propietarios de los derechos pusieron obstáculos. No obstante, se puede reconocer el ritmo del Boléro en la música de introducción.

Series de televisión

Deportes

Derechos de autor

La partitura manuscrita del Boléro, documento a bolígrafo de más de treinta paginas, entró en el dominio publico en 1992. El Estado francés empleó su derecho de retracto para adquirirla, por la cantidad de 1,8 millones de francos.[41]​ La Biblioteca Nacional de Francia es la depositaria. [42]

Hasta 1993, el Boléro permanecía en primer lugar de la clasificación mundial de derechos de la Société des auteurs, compositeurs et éditeurs de musique (Sacem).[2]​ En el año 2005, era todavía la quinta obra musical francesa no incluida en el dominio publico más exportada.[43]​ Reporta cada año alrededor de 1,5 millones de euros de derechos de autor. Después de la muerte de Ravel en 1937, la duración de derechos de autor pasó de cincuenta años, tras la guerra, a setenta años. Finalmente el Cour de cassation («Tribunal de casación»), el 27 de febrero de 2007,[44]​ consideró que los veinte años añadidos en 1997 engloban los años de guerra, que no se deben añadir a la duración legal europea. El Boléro, como el resto de la obra del músico, será de dominio público el 1 de enero de 2008. Como Ravel falleció sin hijos, la herencia titular de los derechos se hace más compleja. La gestión de los ingresos económicos del Boléro, que superaron los 46 millones de euros desde 1970, la cual todavía es objeto de polémicas.[45]​ Tras la muerte de Ravel, en 1937, su hermano Edouard se convirtió en el único heredero.

En 1954, Edouard Ravel y su mujer sufrieron un grave accidente de tráfico que les obligó a contratar los servicios de una enfermera de 48 años, Jeanne Taverne. También emplearon como chófer a su marido, Alexandre Taverne, que antes había trabajado como minero y barbero. Poco después, falleció la mujer de Edouard Ravel. Los Taverne se instalaron a vivir en la casa del viudo.[46]

En 1957, veinte años después de la muerte de Maurice Ravel, Edouard viajó a París. Allí prometió públicamente que, a su muerte, el 80% de los ingresos por derechos de autor de su hermano pasaría a pertenecer a la ciudad de París. La idea de Edouard consistía en crear con ese dinero un premio anual para compositores al estilo del premio Nobel, promesa que jamás se cumplió.

En el último momento, Edouard cambió su testamento. Se lo dejó todo a su enfermera, Jeanne Taverne. El resto de la familia Ravel no se tomó nada bien la decisión y llevaron el caso a los tribunales. El juicio duró casi una década y Jeanne Taverne no vivió para ver el final. Murió en 1964, y su marido, Alexandre Taverne, continuó la pelea judicial. Mientras tanto, el Bolero seguía ganando millones, pero el director legal de SACEM Jean-Jacques Lemoine, decidió paralizar el reparto de estos ingresos hasta que terminase el juicio.

En 1970 el último tribunal de apelación francés dictó sentencia. Alexandre Taverne, el marido de la enfermera del hermano del compositor, era el legítimo heredero de Maurice Ravel. Durante los años que duró el juicio, los derechos de autor del Bolero habían generado una fortuna, equivalente a unos 6 millones de euros actuales. A los pocos días de terminar el juicio, Lemoine se despidió de SACEM y montó una nueva empresa. Su primer cliente fue Alexandre Taverne.

Jean-Jacques Lemoine y Alexandre Taverne no se conformaron con el millonario botín. Presentaron una demanda contra el editor de Maurice Ravel y consiguieron renegociar los viejos contratos. Ravel había cedido las tres cuartas partes de sus derechos de autor a su editor en lugar de la tercera parte habitual. Lemoine y Taverne volvieron a ganar.

En 1972 Lemoine aumentó aún más su parte del negocio. Creó una empresa, ARIMA, a la que por razones aún sin explicar, Alexandre Taverne y su hija, Georgette Taverne, cedieron la mayor parte de la propiedad de los derechos de autor de Ravel.

Lemoine no es el único que sacó partido del legado de Ravel. El otro gran beneficiado fue Jean-Manuel de Scarano, que fue propietario de Durand, el editor de Ravel, desde el año 1982 hasta el 2000. Scarano, como presidente del sindicato de los editores de música de Francia, fue uno de los que consiguieron convencer al Gobierno francés de que extendiese la duración de los derechos de autor de 50 años hasta 70 después de la muerte del autor.

Según aseguró Scarano a The Guardian, la familia Taverne sigue cobrando a través de ARIMA, de la que poseen la mitad.[47]​ Los que desgraciadamente no reciben nada son los Ravel.

Grabaciones célebres

Las versiones de esta obra son numerosas siendo las siguientes algunas de las más destacadas:

  • Maurice Ravel dirigió una versión del Boléro con la Orquesta Lamoureux en 1930. A pesar de las carencias de Ravel como director, el documento tiene un valor histórico considerable y puede ser considerado como la principal referencia en cuanto al tempo [48]​ y las libertades rítmicas que se permitían los solistas, especialmente los de viento.[49]
  • Charles Munch y Pierre Monteux, dos testimonios de la época raveliana, han dejado cada uno una grabación: el primero con la Orquesta Sinfónica de Boston en 1956; el segundo con la London Symphony Orchestra en 1964.
  • Seiji Ozawa, también con la Orquesta Sinfónica de Boston, hizo en 1974 una lectura en vivo de la obra, cada instrumento tocando al frente, afirmando la música, con nuevos acentos, con micro-ralentizaciones o aceleraciones.
  • Pierre Boulez también, con la Orquesta Filarmónica de Berlín, ha firmado en 1993 una de las grabaciones mejor valoradas por la crítica en estos últimos años.[50]

Fuentes

Bibliografía

  • En francés:
  • Claude Abromont, Eugène de Montalembert, Guide de la théorie de la musique, con la colaboración de Philippe Fourquet, Emmanuel Oriol y Brice Pauset, Fayard, col. «Les Indispensables de la musique», París, 2001, 608 p. (ISBN 2-213-60977-2).
  • Vladimir Jankélévitch, Ravel (1956), 3ª edición revisada y ampliada con textos seleccionados por Jean-Michel Nectoux, Éditions du Seuil, col. «Solfèges», París, 1995, 220 p. (ISBN 2-02-023490-4) (2ª edicion, aumentada con un catálogo exhaustivo de la obra musical y de un índice, incluye también una nueva discografía y una bibliografía puesta al día.)
  • Marcel Marnat, Maurice Ravel, Fayard, col. «Bibliothèque des grands musiciens», París, 1986, 828 p. (ISBN 2-213-01685-2). (Biografía casi exhaustiva, de una formidable riqueza documental. La vida de Ravel resituada en el contexto de su tiempo. Catálogo completo de obras).
  • Maurice Ravel, Lettres, écrits, entretiens, reunidos, presentados y anotados por Arbie Orenstein, traducción de Dennis Collins, interpretaciones históricas de Jean Touzelet, Flammarion, col. «Harmoniques /Écrits de musiciens», París, 1989, 642 p. (ISBN 2-08-066103-5) (Selección de la correspondencia y de los principales documentos escritos de Ravel).
  • En inglés:
  • Mawer, Deborah (2006). The Ballets of Maurice Ravel: Creation and Interpretation. Ashgate. ISBN 0754630293.
  • Ravel, Maurice; Arbie Orenstein (2003). A Ravel Reader: Correspondence, Articles, Interviews. Courier Dover Publications. ISBN 0486430782.

Notas y referencias

  1. En su original en idioma francés. Si bien el encabezado de la partitura original carecía del signo ortográfico de acentuación, como en español, en todas las menciones escritas que el propio Ravel realizó en vida utilizó la forma francesa.
  2. a b Fuente: SACEM - Palmarès 1993 (consultado el 16 de febrero de 2006) en: 7.
  3. «Mon chef-d’œuvre? Le Boléro, voyons! Malheureusement, il est vide de musique.» Declaraciones de Ravel, hacia 1930, citado en Marnat 1986, p. 635.
  4. «On n’irait pas bien loin dans l’analyse des œuvres d’art si l’on s’en tenait à ce que leurs auteurs ont dit ou même cru avoir fait». Claude Lévi-Strauss, Mythologies, 4. L’Homme nu, Plon, París, 1971.
  5. Sergue Diaghilev, que siempre estaba desesperado buscando el modo de financiar sus temporadas, nunca pudo entender que una de sus bailarinas hubiera logrado montar una compañía semejante y que no tuviera ningún problema financiero para montar sus espectáculo. Ida además se permitía «robarle» a sus músicos con encargos generosamente pagados.[cita requerida]
  6. Ravel padeció una enfermedad neurológica, nunca bien diagnosticada, que lo condenaría al silencio en los últimos cuatro años de su vida y que se manifestó por progresivos desórdenes de escritura, motricidad y lenguaje. Aunque estos desordenes no afectaron a su inteligencia y seguía pensando en su música, no pudo sin embargo ya más escribir o tocar una sola nota.
  7. Dirigió sus propias obras al frente de las mejores orquestas estadounidenses de la época, las orquestas sinfónicas de Boston, Chicago, Cleveland, Nueva York y San Francisco.
  8. Las producciones de Ida Rubinstein en el año 1928 fueron las siguientes: La Valse y el Boléro, de Ravel; David et Goliat, de Henri Sauguet; Alcine, de Georges Auric; Le Baiser de la Fée, de Stravisnki; Le Bien Aimé, con música de Schubert y Liszt orquestada por Milhaud; Psyché et L'amour, con música de Bach orquestada por Honegger; La Princesse Cygne, de Rimski-Korsakov; y Nocturne, de Borodin. «Dancing in the Vortex: The Story of Ida Rubinstein», Vicki Woolfe, Harwood Academic Publishers, 2000. pág. 117.
  9. El Puerto, Fête-Dieu à Séville, Rondeña, Triana, El Albaicin y El Polo (Carta de Ravel a Isaac Albéniz, reimpresa en Ravel 1989, carta 300).
  10. Arbós ya había orquestado cinco de los números de ‘Iberia’ y con cuatro de ellos elaboraría para Antonio Mercé, La Argentina, el ballet ‘Triana, una fantasía coreográfica, que se estrenaría con mucho éxito en mayo de 1929 en la Ópera Cómica de París.
  11. «Je fis remarquer à Ravel que ce project n'était malheuresement pas viable par le fait que les pièces d'Albéniz étaient déjà orchestrées par Arbós en vue d'un ballet destiné à La Argentina (c'etait le ballet Triana, donné la saison d'aprés avec le succés que l'on sait)... Qui-est donc cet Arbós?... Et quoi dire à Ida? Elle sera furieuse!». Joaquin Ni, «Comment est né le Boléro de Ravel», La Revue musicale, 19 (diciembre de 1938, pag. 211-13. Citado en «The Ballets of Maurice Ravel: Creation and Interpretation», Deborah Mawer, Ashgate, 2006.
  12. Ravel también debería de haber estado perfectamente informado de que Désiré-Émile Inghelbrecht ya había orquestado tres piezas de la colección —«El Puerto», «El Albaícin» y «El Corpus en Sevilla»—, puesto que habían sido presentadas en la temporada parísína de 1920 de los Ballets suédois, en la que también estrenaron su obra Le Tombeau de Couperin.
  13. «Madame Rubinstein me demande un ballet. Ne trouvez-vous pas que ce thème a de l’insistance? Je vais essayer de le redire un bon nombre de fois, sans aucun développement, en graduant de mon mieux mon orchestre. Des fois que ça réussirait comme "La Madelon"». Jankélévitch 1956 (pág. 194).
  14. Ravel conocía perfectamente el origen de ambas danzas, como lo prueba la correspondencia con Nin.
  15. «Ravel. Man and musician». Arbie Orenstein, 1975. pág. 95.
  16. Carta de Édouard Ravel a Jacques Rouché, del 19 de febrero de 1940, recopilada en Ravel 1989, carta 346, p. 288.
  17. Au centre d’une vaste salle, une femme dansait tandis que tout autour se pressaient de plus en plus nombreux des hommes que cette vue enflammait de désir|Ravel au miroir de ses lettres. «Ravel au miroir de ses lettres», correspondencia reunida por Marcelle Gerar y René Chalupt, Éditions Robert Laffont, París, 1956.
  18. «Obras completas de Alejo Carpentier. X. Ese músico que llevo dentro», pág. 139
  19. Burnett James, «Ravel», pag. 121-24.
  20. Véase un apunte de Luc-Albert Moreau (1882–1948) de Ravel dirigiendo su Boléro, en [1].
  21. «Celle-là, elle a compris!». Marnat 1986, p. 634.
  22. «un morceau dont ne s’empareraient pas les concerts du dimanche.» Marnat 1986, p. 635.
  23. Orenstein 1989, p. 568
  24. «Vous ne comprenez rien à votre musique. C’était le seul moyen de la faire passer». Marnat 1986, p. 636.
  25. Obras completas de Alejo Carpentier. X. Ese músico que llevo dentro.
  26. «Je dois dire que le Boléro est rarement dirigé comme je pense qu'il devrait l'être. Mengelberg accélère et ralentit excessivement. Toscanini le dirige deux fois plus vite qu'il ne faut et élargit le mouvement à la fin, ce qui n'est indiqué nulle part. Non : le Boléro doit être exécuté à un tempo unique du début à la fin, dans le style plaintif et monotone des mélodies arabo-espagnoles. [...] Les virtuoses sont incorrigibles, plongés dans leurs rêveries comme si les compositeurs n'existaient pas». Entrevista concedida por Maurice Ravel al periódico holandes «De Telegraaf», 31 de marzo de 1931, recopilada en Ravel 1989, p. 362.
  27. «Je souhaite vivement qu’il n'y ait pas de malentendu au sujet de cette œuvre. Elle représente une expérience dans une direction très spéciale et limitée, et il ne faut pas penser qu’elle cherche à atteindre plus ou autre chose qu’elle n’atteint vraiment. Avant la première exécution, j’avais fait paraître un avertissement disant que j’avais écrit une pièce qui durait dix-sept minutes et consistant entièrement en un tissu orchestral sans musique – en un long crescendo très progressif. Il n’y a pas de contraste et pratiquement pas d’invention à l’exception du plan et du mode d’exécution. Les thèmes sont dans l’ensemble impersonnels – des mélodies populaires de type arabo-espagnol habituel. Et (quoiqu’on ait pu prétendre le contraire) l’écriture orchestrale est simple et directe tout du long, sans la moindre tentative de virtuosité. […] C’est peut-être en raison de ces singularités que pas un seul compositeur n’aime le Boléro — et de leur point de vue ils ont tout à fait raison. J’ai fait exactement ce que je voulais faire, et pour les auditeurs c’est à prendre ou à laisser.» Entrevista concedida por Maurice Ravel en el London’s Daily Telegraph, 1931, reimpresa en Ravel 1989, p. 365.
  28. Marnat 1986, p. 634
  29. «La Valse évoquait l'anéantissement d'une civilisation. Huit ans plus tard, Boléro exerce sa fascination par l'évocation qu'il fait du triomphe généralisé des forces du mal, incluses dans les éléments les plus innocents : nous retrouvons ici le début de L'Enfant et les sortilèges mais cette fois nous aboutissons à un triomphe de la mort [...]». Marcel Marnat, en Maurice Ravel, Fayard, 1986, p. 633-34.
  30. «Une fois l’idée trouvée, n'importe quel élève du Conservatoire devait, jusqu’à cette modulation-là, réussir aussi bien que moi». Citado en Marnat 1986, p. 194.
  31. «C’est une danse d’un mouvement très modéré et constamment uniforme, tant par la mélodie que par l’harmonie et le rythme, ce dernier marqué sans cesse par le tambour. Le seul élément de diversité y est apporté par le crescendo orchestral». Maurice Ravel, Esquisse autobiographique, 1928, citado en Jankélévitch 1956, p. 202.
  32. El primer Concierto para orquesta que lleva tal título es el de Paul Hindemith en 1925.
  33. Como la Symphonie espagnole de Édouard Lalo; el Capriccio espagnol, de Nikolaï Rimski-Korsakov; la Iberia, de Albéniz; El sombrero de tres picos, de Manuel de Falla; las Goyescas de Granados; o ... la Rapsodie espagnole, del propio Ravel.
  34. Citado en «A Ravel Reader: Correspondence, Articles, Interviews», de Arbie Orenstein. pag. 541.
  35. Véase artículo de Peter Gutmann en: [2].
  36. Véase artículo de Jean-Christophe Le Toquin en el Quotidien de la Musique Clasique [3].
  37. Véase Liste de grabaciones y su duración en: [4].
  38. «L'homme de la rue se donne la satisfaction de siffler les premières mesures du Boléro, mais bien peu de musiciens professionnels sont capables de reproduire de mémoire, sans une faute de solfège, la phrase entière qui obéit à de sournoises et savantes coquetteries», según Émile Vuillermoz. Citado en Maurice Ravel par quelques-uns de ses familiers, Colette et al., Éditions du Tambourinaire, París, 1939, p. 89
  39. Según la estructura de la obra establecida por Arthur Hoérée, en Marnat 1986, p. 775–776.
  40. J.B., «Le Boléro, tombeau des choréographes», Action Française (24 de noviembre de 1954). Citado en Deborah Mawer, Ashgate, 2006. Pag. 216.
  41. Véase el sitio del periódico L'Humanité en: [5]].
  42. Véase en el sitio «Collections du département de la musique de la Bibliothèque nationale de France» (consultado el 16 de febrero de 2006) [6].
  43. Fuente: Sacem - "Palmarès" 2005 en: [7].
  44. Véase la «Arrêt n° 281 du 27 février 2007» de la Cour de cassation sentando jurisprudencia en: [8].
  45. Irène Inchauspé, Rémi Godeau, Main basse sur la musique. Enquête sur la SACEM, Calmann-Lévy, París, 2003, 239 p. (ISBN 2-7021-3367-3).
  46. El robo de Ravel, por Ignacio Escolar, de Informativos Telecinco: [9]
  47. Para más información sobre la noticia en "The Guardian": [10] (en inglés)
  48. F. Dru: «Le Boléro de Maurice Ravel: écoute comparée», Classica Repertoire, mayo de 2007, p. 64-69.
  49. Ronald Woodley: «Stile and practice in the early recordings», en Deborah Mawer (editora): The Cambridge Companion to Ravel, Cambridge University Press, 2000, p. 235-236.
  50. Ver comentarios de CDs con el Bolero por Boulez: (en inglés) [11] y (en francés) [12].

Enlaces externos