Energía solar espacial

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El sol sobre la Tierra.

Energía solar espacial (del inglés Space-based solar power, SSP) es la conversión de energía solar adquirida en el espacio en cualquier tipo de energía (ej. electricidad), la cual se puede usar en el mismo espacio o bien se puede transmitir a la Tierra para uso terrestre.

Producir electricidad a partir de la luz solar en el espacio no es nada nuevo. Cientos de satélites espaciales ya han hecho uso de ella. La novedad de este concepto es la posibilidad de adquirir energía a gran escala en el espacio y transmitirla a la Tierra para su consumo allí. [1]

Esta fuente de energía tiene el potencial de resolver los problemas socioeconómicos y medioambientales asociados con la dependencia de los recursos fósiles y de la energía nuclear (también limitada por las escasas reservas de uranio en la Tierra). Este concepto estaría basado fuera del sistema ecológico terrestre y no generaría prácticamente ningún desecho una vez estuviese en funcionamiento. Además, los ratios de eficiencia de paneles espaciales son muchos mayores que los terrestres debido a la atmósfera y las fases nocturnas.

El mayor freno a este concepto es el coste actual para poner los paneles en órbita, así como algunas limitaciones técnicas para la implementación de esta tecnología.

Evolución histórica

Siglo XIX: Descubrimiento de las ondas electromagnéticas

Electromagnetismo: Una corriente alterna genera un campo electromagnético.

En 1831 Michael Faraday comenzó con experimentos que llevarían al descubrimiento de la inducción electromagnética. Descubrió que deslizando un imán a través de un anillo de cable conductor o viceversa, fluía corriente eléctrica por el cable. Se sirvió de éste principio para crear la dinamo eléctrica, primer generador de energía eléctrica de la historia. Faraday demostró que un cambio magnético cambiante crea un campo eléctrico.

En 1865 James Clerk Maxwell demuestra con sus ecuaciones que las fuerzas eléctricas y magnéticas son dos aspectos complementarios del electromagnetismo, y que los campos complementarios electromagnéticos eléctricos y magnéticos se propagan en el espacio en forma de ondas a una velocidad constante de 3.0 × 108 m/s. Propone también que la luz es una especie de radiación electromagnética.

En 1881 Nikola Tesla concibe la transmisión inalámbrica de energía.

En 1888 Heinrich Hertz demuestra la existencia de ondas electromagnéticas con la construcción de un aparato capaz de producir y detectar ondas de radio UHF (o microondas en la banda de frecuencia UHF). También descubrió que las ondas de radio son capaces de transmitirse en algunos medios y reflectarse en otros, lo que llevaría a la posterior invención del radar. Sus experimentos explicaron la reflexión, refracción, polarización, interferencia y velocidad de las ondas electromagnéticas.

En 1905 Albert Einstein proporciona la base teórica al efecto fotoeléctrico descubierto por Hertz. El efecto fotoeléctrico es el fundamento de la conversión de energía solar a electricidad.

Primera mitad del siglo XX: La aventura espacial en teoría

En 1903 Konstantin Tsiolkovsky publica “La exploración del espacio cósmico mediante dispositivos de reacción” (del inglés The Exploration of Cosmic Space by Means of Reaction Devices), lo que podría considerarse como el primer tratado académico sobre cohetes. Tsiolkovsky calculó la velocidad de escape de la Tierra (predijo un valor de 8 km/s), y anticipó también que para ello sería necesario un cohete multifase (con varios módulos de propulsión) con combustible de oxígeno e hidrógeno líquidos. Se le considera el creador de los viajes espaciales y el primero en concebir el ascensor espacial. Publicó 500 trabajos sobre viajes espaciales y temas relacionados, incluyendo novelas de ficción. Entre esos trabajos se encuentran diseños de cohetes con rotores directores, propulsores multifase, estaciones espaciales, cabinas despresurizadas (para permitir, por ejemplo, paseos espaciales), y sistemas de ciclo biológico cerrado para proveer de oxígeno y comida a las colonias espaciales. También investigó de forma exhaustiva teorías de máquinas voladoras más pesadas que el aire, de forma independiente a los estudios hechos en aquella época por los hermanos Wright (creadores del primero aparato volador).

En 1928 Herman Potočnik publica su único trabajo “El problema del viaje espacial – El motor cohete” (del inglés The Problem of Space Travel - The Rocket Motor), en el que describe una hoja de ruta para lograr un gran avance en la carrera espacial. Concibió una estación espacial al detalle y calculó su órbita geoestacionaria. Describió el uso de naves en órbita para la observación de la Tierra con fines tanto pacíficos como militares, y describió también en que medida las condiciones en el espacio podrían ser útiles para ensayos científicos. El libro describe satélites geoestacionarios (que ya tratara Tsiolkovsky) y la comunicación entre ellos y la Tierra usando ondas de radio, sin llegar a predecir el potencial de los satélites para la transmisión de datos en masa (en campos como la transmisión de datos para televisión o telefonía).

En 1945 Arthur C. Clarke publica el articulo “Mundo inalámbrico “ (del inglés Wireless World) en el que concibe la posibilidad del uso de satélites de comunicaciones a gran escala. Examinó la logística del lanzamiento de satélites, sus posibles órbitas y otros aspectos de la creación de una red de satélites en órbita, destacando su potencial en materia de comunicaciones. También sugirió que tres satélites bastarían para cubrir todo el globo terrestre.

Segunda mitad del siglo XX: Carrera espacial y el concepto de SSP

Maqueta del Sputnik 1.

En 1957 la Unión Soviética lanza el primer satélite al espacio, el Sputnik 1.

En 1968 el Dr. Peter Glaser introduce el concepto de un gran sistema de satélites receptores de energía solar en la órbita geosíncrona (situada a 36,000 km del ecuador), para la adquisición y conversión de energía proveniente del sol y su transmisión posterior a grandes antenas receptoras situadas en la Tierra para el consumo energético. Nace así el concepto de energía solar espacial.

En los los años 70 el DOE (Departamento de Energía de los EE.UU.) y la NASA estudian el concepto de energía solar en el espacio de forma exhaustiva.

Entre 1995-1997 la NASA lleva a cabo un estudio sobre el concepto de energía solar espacial y la tecnología necesaria para su implementación.

En 1998 se crea un estudio para definir el concepto de energía solar espacial identificando tanto los conceptos económicamente viables así como los posibles riesgos.

En 1999 nace el programa de la NASA “Programa exploratorio de investigación y tecnología sobre energía solar espacial “ (del inglés Space Solar Power Exploratory Research and Technology program, SERT) con los siguientes objetivos:

Algunas de las conclusiones del SERT fueron las siguientes:

  • La demanda global de energía continuará creciendo durante décadas dando lugar a la construcción de numerosas centrales eléctricas. El impacto medioambiental de esas futuras centrales así como su impacto en el abastecimiento mundial de energía y las relaciones geopolíticas puede ser problemático.
  • Las energías renovables son una alternativa convincente desde el punto de vista moral y tecnológico.
  • Muchas fuentes de energía renovables son limitadas a la hora de cubrir las necesidades del desarrollo industrial global y de la prosperidad ya que precisan de recursos como el agua o la tierra.
  • Un estudio de viabilidad concluye que el concepto de energía solar espacial es una opción abierta a discusión.
  • Las inversiones iniciales necesarias para la creación de satélites de energía solar ya no pueden verse como algo de un coste incalculable.
  • Esta tecnología posee muchas ventajas desde el punto de vista medioambiental en comparación con otras soluciones alternativas.
  • La viabilidad económica de sistemas de energía solar espacial depende de muchos factores y del desarrollo de nuevas tecnologías (especialmente de la accesibilidad al espacio a un coste reducido). De todas formas, lo mismo puede afirmarse sobre muchas otras tecnologías energéticas actualmente en desarrollo.
  • La energía solar espacial puede ser uno de los candidatos para cubrir la demanda energética del siglo XXI.[1]

Siglo XXI: Viabilidad de la SSP

En 2000 John Mankins, miembro de la NASA, declara:

La energía solar espacial a gran escala es un sistema integrado muy complejo que requiere numerosos avances significativos de capacidad y tecnológicos… Se ha desarrollado una hoja de ruta en la que se incluyen diferentes opciones para alcanzar los avances necesarios – aunque durante varias décadas… Los avances actuales nos siguen acercando a nuestra meta, pero siguen siendo necesarios más avances técnicos, regulatorios y conceptuales… Las actividades de la NASA en este campo han hecho contribuciones importantes para disponer de la tecnología necesaria. Los próximos pasos necesarios han sido definidos proveyendo avances significativos de gran potencial de aplicación. Los avances en las tecnologías y sistemas necesarios para la energía solar espacial han sido contribuciones importantes en otras áreas como la ciencia espacial, la robótica o la exploración humana y el desarrollo del espacio... Las décadas de años necesarias para el desarrollo de la tecnología necesaria esta en línea con los posibles avances por venir en lo relativo a nuevos sistemas de transporte espacial, mercados espaciales comerciales, etc… Los conceptos de relés de energía eléctrica parecen ser técnicamente viables pero pueden depender de una transmisión de energía eléctrica a frecuencia más alta… La viabilidad económica del uso de energía solar espacial a gran escala sigue estando abierta. [2]
Paneles solares de la ISS.

En 2001 el Dr. Neville Marzwell de la NASA declara:

Poseemos la tecnología para hacer uso de la energía del sol a niveles de eficiencia de entre el 42-56 %... Hemos hecho grandes avances... Si se pueden concentrar los rayos del sol mediante el uso de lentes o espejos gigantes entonces los resultados son más alentadores... Creemos que en un futuro cercano de entre 15 y 25 años podremos reducir el coste a entre 7 y 10 centavos de dólar por kilovatio/hora... Contamos con una gran ventaja ya que no se necesitan cables, tubos o hilos. Se puede enviar como si fuera una llamada al teléfono móvil – donde se quiera y cuando se quiera, en tiempo real. [3]

La “Oficina Nacional de Seguridad Espacial “(del inglés National Security Space Office, NSSO) de El Pentágono publicó un informe[4]​ el 10 de octubre 2007 según el cual se pretende adquirir energía solar espacial para ayudar a la relación de los EEUU con el medio oriente y en la guerra por el petróleo. La energía solar es una fuente de energía limpia sin impacto para el medio ambiente. La Estación Espacial Internacional ISS (del inglés International Space Station) será probablemente el primer campo de pruebas para este concepto, a pesar de orbitar en una órbita baja terrestre. El ejército también se podría beneficiar de esta tecnología ya que (en 2007) pagaron el kilovatio/hora a 1 dólar. En principio, transmitiendo energía allí donde se necesita se eliminaría la necesidad de tener que proveer combustible al campo de batalla. El gobierno americano esta tratando de involucrar al sector privado en este proyecto ofreciendo incentivos fiscales y políticos. Los recientes avances han contribuido a hacer esta tecnología factible, ejemplos de ello son avances en señales microondas y menores costes de producción de paneles solares de mayor eficiencia. Aun estamos lejos de llegar al equilibrio entre el beneficio y los costes de esta tecnología, pero la NSSO pronostica los primeros exprerimentos dentro de los próximos 20 años.

Tecnologías involucradas

Los paneles para la adquisición de energía solar espacial han de estar situados a una distancia de la Tierra superior a la órbita baja terrestre (orbitas más cercanas son impracticables por la fuerza de atracción de la Tierra). Emplazamientos para esta conversión pueden ser satélites creados por el hombre en órbitas geosíncronas y heliosíncronas (orbitas siempre encarando al sol), sondas espaciales, la luna u otros planetas.[5]​ La energía solar fotovoltaica podría emplearse para la conversión energética y las microondas para la transmisión inalámbrica desde el espacio. En la actualidad también se están investigando sistemas termo-dinámicos de energía solar.[6]​ En el espacio el sol brilla (radia) de forma permanente y mucho más intensa que en la Tierra debido a la densidad de la atmósfera terrestre. Además, la rotación diurna de la Tierra permite la adquisición energética únicamente en horas de luz. Además, en el espacio no hay problemas de peso o de corrosión atmosférica. Considerando todos estos aspectos se puede concluir que la energía solar media que se puede adquirir fuera de la atmósfera terrestre es del orden de diez veces superior que en la Tierra, e incluso mayor a medida que el lugar de adquisición se aproxima al sol (si bien los problemas de mantenimiento son también mayores por el incremento de radiación solar).

Células de energía solar

Célula solar.

Aunque en el mercado hay productos de coste menor, las células solares utilizadas en el espacio han de cumplir con diferentes características respecto a las células utilizadas hasta ahora en la Tierra. Debido a los altos costes de transporte al espacio, un factor muy importante es la energía específica (es decir, la energía generada dividida por la unidad de masa).

Efecto fotoeléctrico: Los fotones incidentes son absorbidos por los electrones del medio dotándoles de energía suficiente para escapar de éste.

La masa total del sistema de generación eléctrica es un aspecto importante. En los sistemas actuales el peso del manto fotovoltaico es solo un cuarto del total mientras que a estructura del panel y los sistemas de control y distribución representan los restantes tres cuartos (excluyendo el almacenamiento). Este ratio de tres cuartos empeora si se incluye el sistema de conversión y transmisión de energía eléctrica en microondas.

Las células solares ultrafinas son muy flexibles y por ello más adecuadas para la construcción de paneles flexibles o semiflexibles capaces de desenrollarse y/o inflarse. De esta forma se consiguen importantes reducciones de volumen y peso. En los años 80 se dedicó mucho esfuerzo al desarrollo y comercialización de células fotovoltaicas ultrafinas para su uso terrestre. La idea de este concepto es depositar láminas finas de material fotovoltaico en un substrato. Este método tiene ratios de eficiencia de conversión menor pero gracias a la baja cantidad de material activo usado cuenta con una energía eléctrica específica más alta.

Además de una masa reducida, se espera que las células fotovoltaicas ultrafinas sean de un coste sensiblemente menor, debido a la reducida cantidad de material necesario y a que los costes de elaboración son menores. El uso de una capa de material ultrafino fotovoltaico depositado en un substrato flexible es por ello una opción a tener en cuenta.

Se han alcanzado eficiencias superiores al 10% con tres materiales ultrafinos diferentes: silicio amorfo (a-Si), diselenido de cobre e indio (CuInSe2), y telurido de cadmio (CdTe). Sin embargo, este campo de investigación no se esta explotando ya que la mayor parte de la aplicación es para energía solar terrestre, en la que el peso no es un factor crítico. El desarrollo de esta tecnología es por ello una asignatura pendiente. Células fotovoltaicas ultrafinas aun no se han probado en el espacio.[5]

Sistemas de concentración

Otra alternativa es el uso de un sistema concentrador que enfoque la luz en pequeñas células solares de alta eficiencia. Esta alternativa se ha ensayado en el espacio pero solo en experimentos a pequeña escala. Usando concentradores se ha llegado a cifras de eficiencia en torno al 30% del potencial total de adquisición. Como curiosidad cabe mencionar, que esta solución no es adecuada para planetas como Marte ya que en casos extremos la mayor parte de la luz solar es difusa y el sistema concentrador solo puede enfocar el componente directo de la radiación solar.

Satélites de energía solar

Estación ISS.

Los satélites de energía solar podrían convertirse en sistemas para la producción de energía eléctrica a gran escala a partir del sol. La energía obtenida podría ser convertida en microondas y radiada a una antena rectificadora, que recibiría y convertiría las microondas en energía eléctrica. Según cálculos [7]​ realizados en 1996 para la producción de 5.000 millones de vatios (el equivalente a cinco centrales nucleares de gran tamaño) se necesitarían varios kilómetros cuadrados de paneles solares (de un peso aproximado de 5.000 toneladas) y una antena terrestre de casi 8 kilómetros de diámetro.

Radiación de energía mediante láser

Ensayos de radiación de energía a gran escala son imprescindibles para el desarrollo de satélites de energía solar. Para algunos científicos de la NASA este área representa uno de los grandes retos para la industrialización del espacio.

En los años 80 investigadores de la NASA trabajaron con la posibilidad de usar láseres para la radiación de energía entre dos puntos del espacio, concentrándose en el desarrollo de láseres basados en energía solar. En 1989 se sugirió que la radiación de energía de la tierra al espacio también sería de utilidad. En 1991 se inició el proyecto “Energía Láser Espacial” (del inglés SpacE Laser ENErgy, SELENE), que comprendía, entre otras cosas, un estudio de radiación de energía por láser a una base lunar.

En 1988 Grant Logan propuso el uso de un láser colocado en la tierra para proveer de energía a un rotordirector para la propulsión espacial, proveyendo una serie de detalles técnicos en 1989. Pero su propuesta fue algo optimista en lo referente a la tecnología (propuso el uso de células solares de diamantes operando a 300 grado Celsiuss para convertir la luz láser ultravioleta, una tecnología que aun no ha podido ser demostrada en un laboratorio, y a una longitud de onda que tendría problemas para atravesar la atmósfera). Se ha seguido el trabajo en este área pero con una tecnología mas cercana a la práctica.

El proyecto SELENE fue un serio esfuerzo investigador durante dos años, pero debido a los elevados costes de implementación el proyecto concluyó de forma oficial en 1993 sin cumplir con la meta de ensayar esta tecnología en el espacio. Sin embargo, la investigación sigue en pie en otros proyectos y hay esperanzas de que se desarrolle un ensayo en una aeronave con energía recibida por láser.

Transportes espaciales

Transbordador espacial Atlantis.

Entre 1995 y 1997, la NASA emprendió un esfuerzo investigador utilizando equipos de trabajo del gobierno, de la academia y de la industria para desarrollar futuros prototipos de transporte en el espacio con un objetivo de coste de 400 dólares o menos por kilo de carga enviada a la órbita baja terrestre.[8]​ El coste del transporte de materiales para la construcción de futuros paneles solares espaciales se puede reducir de forma significativa [9]​ mediante el uso de un sistema de lanzamiento reutilizable[10]​ como el propuesto Mag Lifter o el Star tram. Estos sistemas de lanzamiento harían uso de propulsión y levitación magnética superconductora para propulsar naves reutilizables en órbita (como lo es por ejemplo el transbordador espacial Atlantis). El Mag Lifter podría reducir los costes de lanzamiento por kilo (a aprox. 20,000 dólares). Este sistema eliminaría el peso de la primera fase del vehiculo usando una propulsión magnética situada en el suelo para alcanzar una velocidad de 885 km/h, para usar entonces sistemas de propulsión propios para alcanzar la aceleración necesaria para llegar a la órbita. El Star Tram podría llegar a costes de sólo 200 dólares por kilo. Este sistema se aceleraría hasta 8 km/segundo en 5,3 minutos usando gigavatios de energía eléctrica a partir de energía magnética superdonductora en un tubo de vacío de 1500 kilómetros de longitud. El tubo estaría colocado en la superficie terrestre en sus 1300 kilómetros iniciales y levitando magnéticamente sobre el suelo de forma tangencial a la Tierra en sus 200 kilómetros restantes, llegando a alcanzar una altura de 22 kilómetros sobre la Tierra donde la nave abandonaría el tubo.[11]

Otros aspectos de interés

Energía solar terrestre vs. Energía solar extraterrestre

A la izquierda, al atravesar los rayos solares la atmósfera se pierde energía debido a la absorción y la reflexión. A la derecha, los sistemas de energía solar espacial capturan energía solar fuera de la atmósfera para transmitirla a la Tierra

.

Las formaciones nubosas afectan la eficiencia de los paneles terrestres.

La energía solar (insolación total global) que llega a la superficie de la tierra consiste en luz directa y difusa (la luz difusa se puede dividir a su vez en varias categorías).[12]​ Cuando la radiación solar alcanza la atmósfera, el 6% es reflectado y el 16% absorbido. Las diversas condiciones atmosféricas (nubes, polución, polvo, etc.) reducen la radiación solar en un 20% adicional debido a la reflexión y un 3% adiciaonl por absorción. Estas condiciones atmosféricas no solo reducen la cantidad de energía que llega a la Tierra sino que también hacen difusa aproximadamente el 20% de la luz y filtran porciones de su espectro[13]​. Tras cruzar la atmósfera, aproximadamente la mitad de la radiación solar se encuentra en el espectro electromagnético visible mientras que la otra mitad se encuentra en el espectro infrarrojo (una pequeña porción es radiación ultravioleta). Debido a los efectos atmosféricos mencionados solo entre un 10% y un 13% del total de la energía que llega a la Tierra se puede aprovechar, en datos absolutos esto supone aproximadamente 0,1-0,2 kW/m².

La energía solar extraterrestre es aquella que se adquiere fuera de la atmósfera de la Tierra. No hay pérdidas energéticas en la atmósfera durante la transmisión en microondas. Además, seleccionando la órbita se puede conseguir luz solar aproximadamente el 96% del tiempo. En el espacio cercano a la tierra la media de energía que se puede adquirir es aproximadamente diez veces superior a la que se puede recibir en la tierra. Sin considerar los gases atmosféricos o formaciones de nubes, los paneles fotovoltaicos en una orbita terrestre geoestacionaria (a una altitud de 36.000 km) recibirían de media ocho veces mas luz que en la superficie de la Tierra. [14]

Posible impacto medioambiental

El posible beneficio medioambiental es enorme. Para poder abastecer de energía a la creciente población del planeta se necesita una fuente limpia e inagotable de energía. Las microondas provenientes del espacio podrían calentar la atmósfera ligeramente (extremo no probado) pero la ausencia de emisiones dañinas (ej. CO2) compensaría con creces esa posible desventaja. Los paneles solares terrestres usan recursos terrestres pero los satélites de energía solar podrían construirse exclusivamente con materiales lunares. Únicamente las antenas receptoras tendrían que construirse con materiales terrestres.

La energía solar espacial eliminaría la necesidad de complejas redes intercontinentales y reduciría también la cantidad de apagones, ya que una interrupción de una emisión de microondas es muy improbable. Otra ventaja es el hecho de que la fuente de energía se encontraría a una distancia de 36.000 Km., haciéndolo muy inaccesible como objetivo terrorista. El sistema permitiría también intercambiar con facilidad una fuente transmisora por otra y reanudar el abastecimiento de forma inmediata en caso de interrupción.

Papel de la luna

Proveer materiales desde la luna es mucho más sencillo que propulsar materiales fuera de la gravedad de la tierra, de forma que la luna podría ser el proveedor principal para aplicaciones comerciales en orbitas geosíncronas o incluso orbitas bajas terrestres. Posteriormente, la base lunar podría proveer paneles solares para satélites, misiones a Marte (planeta), asteroides que se aproximen a la Tierra y demás.

Otra opción por profundizar seria la colocación de estaciones generadoras en la luna, denominado LSP, Energía Solar Lunar (del inglés Lunar Solar Power. Colocando estaciones en caras opuestas de la luna se emitiría una corriente constante de energía hacia la Tierra para cubrir así la creciente demanda energética.

Energía en caso de un invierno global

Erupción del Monte Saint Helens en 1980 en Washington, EEUU.

La energía solar espacial podría ser la única forma de adquirir energía solar directa para complementar los combustibles fósiles o energía nuclear bajo condiciones extremas como por ejemplo en un invierno volcánico (o en un invierno nuclear). La energía solar espacial podría aportar el incremento energético necesario para los cultivos y la calefacción bajo condiciones de glaciación, que podrían originarse tras un supervolcán riolítico en uno de las pocas docenas de puntos calientes en la Tierra. Históricamente las calderas volcánicas han sido escenario de erupciones a tal escala. Entre ellas cabe destacar por partida doble la caldera de Yellowstone, en una ocasión hace 2,2 millones de años y otra más reciente hace 640.000 años. En esta última se erupcionó 800 veces más materia que la despedida en 1980 en el monte Saint Helens. Las mayores erupciones conocidas fueron las de la caldera Garita en las montañas San Juan en Colorado (5 veces mayor que la caldera de Yellowstone) y la del Lago de Toba en Indonesia (3 veces mayor que la caldera de Yellowstone). Se estima que esta última erupción causó hace 75.000 años una glaciación global que podría haber durado 1000 años y podría haber acabado con el 60% de la población global.

Búsqueda de inteligencia extraterrestre

El sol es el generador ideal de energía nuclear (fusión) para la Tierra. Utiliza un tipo de nucleosíntesis estelar propia de su tipo espectral (las estrellas del tipo G tiene la característica del sol de ser de color amarillo al igual que otras estrellas como Capella y Alfa Centauri A). Casi el 100% de la energía radiada por el sol se pierde en direcciones mas allá del corte seccional de la tierra. Quizás sea posible en un futuro lejano aprovechar de alguna forma tan basta fuente de energía que hoy en día se pierde en el cosmos. Se especula con que precisamente este tipo de tecnología podría ayudar en la búsqueda de vida extraterrestre, ya que se supone que una civilización avanzada seria capaz de hacer uso de una proporción importante de esta energía “perdida” de los cuerpos solares. Es muy difícil identificar planetas fuera del sistema solar capaces de albergar vida inteligente, pero identificar estrellas con luz modificada para aplicaciones de energía solar espacial a gran escala podría proveer una pista sobre la existencia de civilizaciones extraterrestre avanzádas (véase la esfera de Dyson).

Referencias

  1. a b James E. Dudenhoefer; Patrick J. George (2000), Space Solar Power Satellite Technology Development at the Glenn Research Center — An Overview
  2. John C. Mankins (2000), Statement of John C. Mankins before the Subcommittee on Space and Aeronautics Committee on Science U.S. House of Representatives
  3. Steve Price (2001), Beam it Down, Scotty! [2008]
  4. Joseph D. Rouge (2007), Strategic Security - Phase 0 Architecture Feasibility Study
  5. a b Geoffrey A. Landis; Thomas W. Kerslake; Phillip P. Jenkins; David A. Scheiman (2004), Mars Solar Power
  6. Wayne A. Wong (2000), Thermo-Mechanical Systems Branch [2008]
  7. Al Globus (2001), Tango III : A Space Settlement Design [2008]
  8. National Aeronautics and Space Administration; Johnson Space Center; Kennedy Space Center; Langley Research Center; Marshall Space Flight Center; Stennis Space Center (1998), An operational assessment of concepts and technologies for highly reusable space transportation
  9. Edgar Zapata (2008), It's about routine, affordable, and safe access to and from space... [2008]
  10. Edgar Zapata (2008), [http://science.ksc.nasa.gov/shuttle/nexgen/hrst_main.htm#HRST%20 Highly Reusable Space Transportation Study ] [2008]
  11. Rainer Meinke; Dr. John Olds; Dr. James Powell; Edgar Zapata (2002), Spaceport Visioning
  12. Joseph Bartlo (1997), Basic Origin of Solar Energy and Atmospheric Influence
  13. Jeff Muhs (2000), Design and analysis of hybrid solar lighting and full-spectrum solar energy systems
  14. Dr. M. Duke (2000): "Renewed Interest in Space Solar Power" en Electric Power Research Institute (EPRI) Journal, Edición de Abril 2000

Véase también

Enlaces Externos

En español

En inglés