Angelus Novus

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Paul Klee, Angelus Novus (1920)

Angelus Novus es un dibujo a tinta china sobre acuarela, pintado en 1920 por Paul Klee y adquirido posteriormente por Walter Benjamin. En la actualidad pertenece a la colección del Museo de Israel, en Jerusalén.[1]

Significado

Klee tituló su obra Angelus Novus, que en latín significa «ángel nuevo».

Un «ángel nuevo», según la tradición hebrea heredada del Talmud, era una criatura celestial creada para cantar un cántico nuevo.[2]​ El propio Walter Benjamin lo explicaba en la presentación de la revista Angelus Novus: «Una leyenda talmúdica nos dice que una legión de ángeles nuevos son creados a cada instante para, tras entonar su himno ante Dios, terminar y disolverse ya en la nada».[3][4]​ Desde la teología escolástica medieval, «un ángel no es un individuo, sino una especie entera, que en él se extingue».[2][5]

Según el estudioso Stéphane Mosès, el ángel representa una alegoría de la «utopía mesiánica», que se resiste al progreso y que simboliza la catástrofe interminable. El filósofo Giorgio Agamben identifica al ángel con el hombre moderno, quien, al perder contacto con su pasado, es incapaz de encontrar su lugar en la historia.[4]

Historia

La pintura de Paul Klee era un testimonio de las turbulencias culturales y políticas de su tiempo. Klee pintó Angelus Novus en un año decisivo para su carrera; en 1920 realizó su primera gran exposición en Múnich, se disponía a unirse a la Bauhaus, y había publicado su credo artístico, Confesión creativa, donde explicaba su percepción metafísica de la realidad. Los seres mitológicos presentes en los cuadros del pintor suizo —durante sus últimos años de vida, plasmó medio centenar de ángeles celestiales— se enmarcan dentro de este contexto metafísico.[1]

El cuadro suscitó el interés del filósofo y crítico judeo-alemán Walter Benjamin, quien lo adquirió en 1921.[1]​ La pintura tendría una importante repercusión en la vida de Benjamin.[4]​ En 1921, fundó una publicación llamada Angelus Novus, en parte como un intento de establecer lazos entre la vanguardia artística de la época y la leyenda talmúdica del «ángel nuevo».[4]​ Benjamin también mencionaba la pintura de Klee en un ensayo de 1931, dedicado al escritor austriaco Karl Kraus, donde señalaba que la imagen permitía «reconocer a una humanidad que se acredita en la destrucción».[3]​ En septiembre de 1940, Benjamin se suicidó en Port Bou, en la última parada de su huida infructuosa del régimen nazi.[1]

Después de la Segunda Guerra Mundial, la obra pasó a manos del filósofo Theodor Adorno, quien, conforme a la última voluntad de Benjamin, la legó a Gershom Scholem, amigo personal del escritor y eminente erudito de la mística judía. Tras la muerte de Scholem, su viuda donó la obra al Museo de Israel, en Jerusalén, donde actualmente se exhibe como una de las joyas de la colección.[4]

Alegoría del «Ángel de la historia»

En su célebre ensayo Tesis sobre la filosofía de la historia, Walter Benjamin, inspirado por la lectura cabalística de su amigo Gershom Scholem,[6]​ dejó escrito:

Hay un cuadro de Klee que se llama Angelus Novus. En él se muestra a un ángel que parece a punto de alejarse de algo que le tiene paralizado. Sus ojos miran fijamente, tiene la boca abierta y las alas extendidas; así es como uno se imagina al Ángel de la Historia. Su rostro está vuelto hacia el pasado. Donde nosotros percibimos una cadena de acontecimientos, él ve una catástrofe única que amontona ruina sobre ruina y la arroja a sus pies. Bien quisiera él detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado, pero desde el Paraíso sopla un huracán que se enreda en sus alas, y que es tan fuerte que el ángel ya no puede cerrarlas. Este huracán le empuja irreteniblemente hacia el futuro, al cual da la espalda, mientras los escombros se elevan ante él hasta el cielo. Ese huracán es lo que nosotros llamamos progreso.
Walter Benjamin: Tesis sobre la filosofía de la historia (1940), Tesis IX[7]

La reflexión sobre la historia supuso un hilo conductor del pensamiento de Benjamin, que alzó una crítica radical contra la «razón histórica» y sus axiomas (las ideas de continuidad, de causalidad y de progreso).[8]​ Al analizar la figura del Angelus Novus que el autor alemán expuso en sus Tesis sobre la filosofía de la historia, Susan Buck-Morss ha observado que «una construcción de la historia que mira hacia atrás más que hacia delante, hacia la destrucción de la naturaleza material tal como ésta realmente ocurrió, proporciona un contraste dialéctico al mito futurista del progreso histórico (que sólo puede afirmarse a través del olvido de lo que ha ocurrido)».[9]

La alegoría benjaminiana del «Ángel de la historia», que mira hacia el pasado descubriendo la barbarie allí donde la historia se percibe como un continuo, supuso una crítica a los ideales quiméricos que alentaban el pensamiento de buena parte de la izquierda.[10]​ En el relato, el ángel sobrevuela horrorizado las cenizas que arroja el pasado, al tiempo que no puede escapar del futuro, arrastrado por la vorágine del progreso; desde su atalaya, la noción de historia se entrelaza con las de memoria e identidad, en un instante en el que pasado, presente y futuro convergen.[10]

Benjamin buscaba una teoría de la historia que permitiese analizar el fenómeno del fascismo y las causas que precipitaron la debacle de la izquierda europea en el periodo de entreguerras. Sus ideas al respecto influyeron notablemente en el pensamiento posterior de algunos filósofos de la Escuela de Frankfurt, como Theodor W. Adorno y Max Horkheimer.[10]

Pese al tono apocalíptico que impregna el «Ángel de la historia» descrito por Benjamin, existen también lecturas optimistas en torno al mismo. El filósofo Jürgen Habermas, por ejemplo, sostiene que el ángel representa la posibilidad de redención o de transformación, al ser su mirada hacia el pasado una retrospectiva que se enfrenta al daño causado. Por su parte, el académico israelí Galili Shahar afirma —retomando la idea cabalística de daño y reparación (shever vetikkun)— que el concepto de historia de Benjamin envuelve «una débil fuerza mesiánica, una fuerza menor, que se ha comprometido a corregir males». En su libro Los restos de la revelación, el mismo autor añade: «Lo que fue derrotado, y olvidado, y reprimido, y borrado de las páginas de la historia, aún sigue en espera de ser revelado, y por ende, transformado. La redención implica la transformación del pasado".[4]

Referencias

  1. a b c d Angelus Novus, Museo de Israel (en inglés)
  2. a b Walter Benjamin en Port Bou
  3. a b Atlas Walter Benjamin. Círculo de Bellas Artes Angelus Novus
  4. a b c d e f http://www.haaretz.com/weekend/magazine/walter-benjamin-s-berlin-120-years-on-1.450773
  5. http://www.mercaba.org/TEOLOGIA/STE/Creante/lib_2_cap_3.htm
  6. Gershom Scholem: Walter Benjamin y su ángel. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica. ISBN 978-950-557-277-9
  7. Tesis sobre la filosofía de la historia, Walter Benjamin [1]
  8. Mosès, S.: El Ángel de la historia. Rosenzweig, Benjamin, Scholem. pág. 21. ISBN 84-376-1502-X
  9. S. Buck-Morss: Dialéctica de la mirada. Walter Benjamin y el proyecto de los Pasajes. La balsa de la Medusa, 1989. pág. 112. (texto on-line)
  10. a b c Recordando a Walter Benjamin: III Seminario Internacional Políticas de la Memoria [2]

Bibliografía

  • Agamben, Giorgio (2007). Infancia e Historia. Adriana Hidalgo. -. 
  • Buck-Morss, Susan (2001). Dialéctica de la mirada. Walter Benjamin y el proyecto de los Pasajes. La balsa de la Medusa. -. 
  • Löwy, Michael (1990). La Escuela de Frankfurt y la Modernidad: Benjamin y Habermas. Revista Colombiana de Sociología, nueva serie, vol. I, no 1, enero-junio. -. 
  • Mosès, Stéphane (1992). El Ángel de la historia. Rosenzweig, Benjamin, Scholem. Cátedra. ISBN 84-376-1502-X. 
  • Scholem, Gershom (2003). Walter Benjamin y su ángel: catorce ensayos y artículos. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica. ISBN 978-950-557-277-9.