Viriato

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Viriato

Estatua en honor de Viriato ubicada en la ciudad de Zamora, obra de Eduardo Barrón.[1]
Información personal
Nombre en latín Viriathus Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacimiento 180 a. C. Ver y modificar los datos en Wikidata
Lusitania (Antigua Roma) Ver y modificar los datos en Wikidata
Fallecimiento 139 a. C. Ver y modificar los datos en Wikidata
Lusitania (Antigua Roma) Ver y modificar los datos en Wikidata
Causa de muerte Traición Ver y modificar los datos en Wikidata
Información profesional
Ocupación Señor de la guerra y guerrero Ver y modificar los datos en Wikidata
Rango militar Caudillo
Conflictos Guerra lusitana Ver y modificar los datos en Wikidata

Viriato (muerto en 139 a. C.) —Viriathus en latín, tal como fue recogido en las fuentes romanas— fue un líder de la tribu de los lusitanos, que hizo frente a la expansión de Roma en Hispania a mediados del siglo II a. C. en el territorio suroriental de la península ibérica, dentro de las llamadas Guerras Lusitanas. El nombre de Viriato deriva de la palabra céltica «viña», equivalente al término latino Torquatus, que haría referencia a un tipo de adorno característico de los guerreros célticos.[2]​ También puede provenir del ibérico «viria», equivalente también a Torquatus y que significaría «pulsera» o «brazalete», en definitiva, un ornamento.[3]​ Se le ha llegado a considerar como «el terror de Roma».[4]

Biografía

Las fuentes para el estudio de Viriato son todas clásicas, de historiadores romanos, y entre ellas destacan la de Apiano y la de Diodoro de Sicilia. Mientras que la obra del primero se centra más en una enumeración cronológica de hechos, dando especial importancia a lo militar, la del segundo tiene más bien «una finalidad moralizante y dramática», idealizando la figura del líder lusitano.[5]​ También escribieron sobre él Eutropio, Orosio y Suidas, Tito Livio o Floro. Según la mayor parte de las fuentes Viriato era originalmente un pastor.[6]​ Otras fuentes proponen que pertenecía a la clase de los guerreros, la ocupación de la élites gobernantes lusitanas. Los autores romanos se refieren a él como el dux del ejército lusitano y como el adsertor —protector— de Hispania,[7]​ o como un imperator —conductor—[8]​ de las tribus lusitanas y celtíberas.[9]

La mayor parte de su vida y de sus campañas guerreras forman parte de la leyenda tejida en torno a su persona. Tito Livio le describe como un pastor que se hizo cazador y soldado. Para Apiano, fue uno de los guerreros que escapó de la encerrona del pretor Galba a la flor de la juventud lusitana descrita más adelante. Según Apiano, Viriato fue el líder «que mayores dotes de mando había tenido entre los bárbaros y el más presto al peligro atrevido (...) y el más justo a la hora del reparto del botín.», lo que hizo que durante los ocho años de guerra su heterogéneo ejército no se le rebelara jamás y fuera «el más resuelto a la hora del peligro».[10][11]

Origen

Estatua de Viriato y guerreros lusitanos en Viseu, Portugal.

La bibliografía disponible sobre Viriato no permite determinar ni su lugar de nacimiento ni la fecha de este, no quedando claro si la procedencia geográfica del líder lusitano se correspondía al actual territorio de Portugal o al de España.[12]​ Hay autores que barajan la Beturia —suroeste peninsular, entre los cursos medios e inferiores de los ríos Guadiana y Guadalquivir— como posible origen de Viriato.[13]​ Algunas de las localidades mencionadas por la tradición oral española como posible lugar de nacimiento de Viriato son Torrefrades, en Zamora,[14]​ y Guijo de Santa Bárbara, en Cáceres.[15][16]​ Investigaciones marginales a caballo entre los siglos XIX y XX llegaron incluso a situar la zona de influencia de Viriato entre los ríos Ebro y Tajo.[17]​ Otro lugar usado como refugio por Viriato sería el denominado Monte de Afrodita, que Schulten situó en la actual sierra de San Vicente.[18]​ En Portugal la opción tradicional, sostenida por el historiador alemán Adolf Schulten, era la de que Viriato tenía su refugio en los Montes Herminios, asociados a la actual Serra da Estrela.[19][20]​ Sin embargo más recientemente se ha propuesto su nacimiento en el sur del actual Portugal, junto al océano Atlántico, en la región del Alentejo.[19][21]​ Por otra parte existen autores que ponen en entredicho la pertenencia a los lusitanos de Viriato, en el sentido de que en aquel entonces el término lusitano pudiera englobar a otros pueblos, como a los célticos.[22]

En el siglo III a. C. Roma comenzó la conquista de Hispania, durante la Segunda Guerra Púnica, cuando el Senado envió un ejército para bloquear el envío de refuerzos a Aníbal, que estaba en Italia. La conquista duró doscientos años, y la Guerra Lusitana es una de las mejor documentadas de dicho periodo. Ante los constantes ataques de los ejércitos romanos a los lusitanos, con los que el pretor Marco Atilio Serrano había firmado un tratado de paz[23]​ el año anterior, una comitiva de lusitanos —30 000 según las fuentes—[24]​ acudió en son de paz ante Galba, el cual les prometió un reparto de tierras. Alegando tal propósito, los dividió en varios grupos y mató a traición a muchos de ellos —de 8000[25]​ a 9000[26]​—, tras lo cual envió a los supervivientes a las Galias como esclavos, prisioneros que sumarían un total de 20 000 lusitanos.[26][27]​ Entre los pocos lusitanos —unos 1000[26]​— que consiguieron huir de la matanza se encontraba Viriato.[27][28][29]​ Galba sería más tarde juzgado por el Senado de la República Romana pero resultaría absuelto.[30]

Campañas contra Roma

Dispuso a sus tropas en línea de batalla como si pretendiera combatir, pero les dio órdenes de dispersarse tan pronto como montara a su caballo, alejándose de la ciudad de Tribola por distintas rutas, y le esperaran allí. (...) eligió a mil hombres de su confianza y combatió todo el día a los romanos, atacando y retrocediendo gracias a sus rápidos caballos. Tan pronto como conjeturó que su ejército se hallaba a suficiente distancia y a salvo, huyó, salvando así a sus hombres de una situación desesperada.
Apiano, Guerras Extranjeras, «Guerras en Hispania». Se hace referencia a la victoria frente a Cayo Vetilio en Tribola.[31]
Avance romano en la península ibérica.

La pobreza de la tribu lusitana, unida a la afrenta sufrida por la masacre de Galba, hizo rebelarse a Viriato.[24]

En el año 147 a. C. Viriato y un contigente de lusitanos comandados por él serían cercados por el ejército de Cayo Vetilio, sin embargo lograrían finalmente invertir la situación y derrotar al pretor.[28]​ Un guerrero lusitano acabó con la vida de Vetilio al tomarlo, ante la vejez y gordura del pretor, por un soldado sin valor.[32][33]​ Esta derrota de Vetilio tendría lugar en la polis de Tribola y permitió el saqueo posterior de Carpetania por parte de los lusitanos, así como ataques a destacamentos romanos en el Guadiana y el Tajo.[24]​ En el año 146 a. C. Viriato consiguió nuevas victorias militares, contra el pretor Plautio, en Carpetania,[24]​ y el gobernador de la Citerior, Claudio Unimano.[24]​ Se cita el año 146 a. C. como la fecha en la que Viriato supuestamente atacó la ciudad de Segobriga, identificada por Schulten en el yacimiento de Cabeza del Griego, cerca de la actual Saelices el Chico, Cuenca.[34]

Apiano afirmó que el guerrero, tras vencer a Gayo Plaucio se retiró a un monte llamado de Venus,[35]​ al que acudiría de nuevo tras batallar contra Quintias (App. Iberike, 66).[36]​ Este cerro ha sido relacionado hoy en día con el cerro de San Vicente, en virtud a hallarse al norte del Tajo, al cultivo de olivos y a su carácter de atalaya natural.[36]

La provincia romana de Lusitania.
Cruzó el río Tajo y acampó en un monte cubierto de olivos, llamado monte de Venus.
Apiano, Iberike, 64,[37]

En el año 144 a. C. el cónsul Fabio Máximo consiguió lograr la retirada de Viriato, el cual sin embargo siguió atacando a Roma los años posteriores, durante los cuales conquistaría la ciudad de Tucci —la actual Martos[24]​ o bien Tejada la Vieja[38]​— y la región de la Bastetania.[24][38]​ En el año 143 a .C. Viriato consiguió extender la revuelta a la Celtiberia, con la participación de arévacos,[39]tittos y bellos, ya que hasta entonces sólo habían participado lusitanos y vetones,[40]​ lo que dio inicio a la tercera guerra celtíbera.

Durante las campañas posteriores Viriato venció a Cayo Plaucio, cerca de Viseo, entre el Duero y el Mondego,[41]​ a Claudio Unimano, cerca de Ourique,[42]​ y a Cayo Nigidio, gobernador de la Citerior.[43]​ Sin embargo las fuerzas que trajo Quinto Fabio Máximo Emiliano, que instaló su centro de operaciones en la ciudad de Orsona[44]​ y su experiencia militar hicieron que Viriato tuviera que retirarse, con lo que tuvo que ceder las principales ciudades dominadas por los lusitanos en el sur de la península.[45]

Viriathus, ex latrone dux Celtiberorum, cedere se Romanis equitibus simulans usque ad locum voraginosum et praealtum eos perduxit et, cum ipse per solidos ac notos sibi transitus evaderet, Romanos ignaros locorum immersosque limo cecidit.
Viriato, que de ser un bandido se convirtió en líder de los celtíberos, en una ocasión, mientras pretendía retirarse frente a la caballería enemiga, les condujo a un lugar plagado de huecos en el suelo. Allí, mientras él cabalgaba siguiendo un camino que conocía bien, los romanos, desconocedores del terreno, se hundieron en la ciénaga y murieron
Frontino, "Estratagemas"[46]

Los romanos enviaron entonces al cónsul Quinto Fabio Máximo Serviliano con un número mayor de tropas y con elefantes —18 000 unidades de infantería, 1600 de caballería, 10 elefantes y 300 jinetes africanos—[47]​. Este empezaría liberando ciudades del sur de Hispania como Tucci, hasta sitiar a Viriato en Erisana; el caudillo lusitano lograría revertir la situación y poner en jaque al ejército de Serviliano.[47]​ En esta situación —el año 141 a. C.— el caudillo forzaría a Serviliano a firmar un acuerdo de paz en el 140 a. C.[48]​, ratificado por el Senado romano.[24]​ En este pacto —foedus— se otorgaba la independencia a las tierras de Lusitania poseídas por Viriato,[47]​ los romanos reconocieron a Viriato como dux (líder) de los lusitanos y le otorgaron el título de amigo del pueblo romano («amicus populi romani»).[47][49]​ El foedus con los lusitanos sería visto con malos ojos por generales romanos, por considerarse una cesión inaceptable y vergonzosa ante Viriato,[47]​ y Serviliano sería sustituido por su hermano Quinto Servilio Cepión, que activaría de nuevo la guerra en la región previo permiso del Senado.[24][47]

Viriathus in Hispania, primum ex pastore venator, ex venatore latro, mox iusti quoque exercitus dux factus totam Lusitaniam occupavit.
En Hispania, Viriato, quien primero pasó de pastor a cazador, luego a bandido y pronto a jefe de un ejército, ocupó toda la Lusitania.

Muerte

Muerte de Viriato (1807), de José Madrazo.

Según Apiano los asesinos de Viriato —los ursonenses Audax, Ditalcos y Minuros— fueron sobornados por Cepión a cambio de la entrega de grandes riquezas, ventajas personales y tierras una vez perpetrado el crimen.[51][52]​ Este hecho tendría lugar en el 139[53]​ o el 138 a. C.[51]​ La leyenda cuenta que, al volver a su campamento después de servir como intermediarios para negociar la paz con Cepión, estos lo mataron mientras dormía, clavándole un puñal en el cuello, puesto que Viriato siempre dormiría con la armadura puesta.[52]​ Luego fueron al campamento romano a cobrar la recompensa, pero el cónsul Quinto Servilio Cepión, hermano y sucesor de Serviliano, se la negó con las siguientes palabras: «Roma traditoribus non praemiat», esto es, "Roma no paga a traidores".[54]​ A pesar de la posibilidad de que esta frase fuera una invención posterior, recoge la idea de la versión tradicional que sostiene que los romanos contestaron a los asesinos de Viriato que ellos nunca habían aprobado la muerte de un jefe rival a manos de sus propios hombres. También es posible que esta versión de la reacción de Roma ante el crimen fuera posterior y tuviera el fin de ocultar la República el hecho de ser responsable de tal traicionero asesinato.[54]

Estatua de Viriato en el museo de Zamora.

Tras su muerte recibió por parte del ejército lusitano un magnífico funeral, en el que fue incinerado, con la realización de distintos sacrificios animales y más de doscientos combates en honor del fallecido,[55]​ prueba del gran carisma del guerrero entre sus soldados,[55]​ pues bajo su mandato no hubo motines ni disensiones en su ejército.[55]​ El poeta Federico Muelas sitúa —legendariamente— la tumba de Viriato sobre el Tormo Alto, una de las figuras de piedra caliza de la Ciudad Encantada de Cuenca.[17][56]

Táutalo, el sucesor de Viriato, tras intentar tomar Saguntum en el 139 a. C. —ataque que sería rechazado— e invadir el valle del Betis, se vio obligado a firmar la paz con Cepión.[57]​ Finalmente el cónsul Marco Popilio Laenas entregó a los lusitanos las tierras que habían sido la causa de la larga guerra. Sin embargo, la pacificación total sólo se logró en tiempos de Augusto.

Legado de Viriato

Figura idealizada

La figura de Viriato ha llegado deformada a la actualidad, mitificada a través de los autores clásicos[58]​ y enclavada dentro del «Mito del buen salvaje».[59][60]​ El poeta latino Lucilio le consideró como «el Aníbal bárbaro»,[58][61][62]​ llegando también a comparársele con el esclavo Espartaco.[58]​ En cualquier caso también existieron autores clásicos, como Veleyo Patérculo y Amiano Marcelino, que le tildaron de simple bandido.[61]​ Más recientemente, Schulten pretendió asociar la figura de Viriato a la de otros héroes populares como Vercingétorix, Arminio, Tacfarinas o Decébalo,[63]​ que lucharon contra la República y el Imperio romanos.

Según las fuentes romanas Viriato era un guerrero y líder carismático, con buena capacidad para la oratoria. Gran estratega y hombre sobrio,[55]​ Viriato empleaba una táctica de guerrillas, realizando emboscadas en terrenos abruptos y angostos a los ejércitos romanos y valiéndose de la noche y el uso de caminos desconocidos para la huida, además de mantener a sus tropas en constante movimiento.[4][64]​ No buscaba el ataque directo ni la conquista duradera de los territorios enemigos sino el saqueo y la captura de botines.[4]​ Empleaba el recurso de la huida fingida del campo de batalla, para después asestar ataques emboscados al enemigo, que le perseguía de forma desordenada;[4]​ así como el de atacar con pequeños contingentes militares a las legiones romanas para despistar a estas y permitir la huida mientras tanto del grueso de su ejército.[4]

Habla el Mármol
Memoria soy del más famoso pecho
Que el Tiempo de sí mismo vio triunfante;
En mí podrás, oh amigo caminante,
Un rato descansar del largo trecho.

Lluvias de ojos mortales me han deshecho,
Que la lástima pudo en un instante
Volverme cera, yo que fui diamante,
De tales prendas monumento estrecho.

Estas armas viudas de su dueño,
Que visten con funesta valentía
Este, si humilde, venturoso leño,

De Viriato son; él las vestía,
Hasta que aquí durmió el postrero sueño
En que privado fue del blanco día.

Francisco de Quevedo, Poemas, Túmulo a Viriato, p. 155

Diodoro transmitió una imagen de Viriato en el papel de líder sabio, recto, frugal, austero, hombre que gustaba de hacer regalos a sus soldados, dentro del arquetipo de buen salvaje, no corrompido por el lujo y la civilización.[5][20][65]​ Uno de los acontecimientos en los que más se explayó Diodoro —de dudosa veracidad[66]​— fue en la boda de Viriato, que según cuenta tuvo lugar con la hija de un ibero acaudalado,[67]​ llamado Astolpas.[68]​ A este enlace fueron invitados ciudadanos romanos por parte del suegro.[67]​ Además se cuenta que Viriato mostró desprecio ante las vajillas de oro y plata que se exponían en la boda y repartió la comida y la bebida entre los suyos, tras lo cual montaría a la novia en un caballo y huiría al monte con ella.[68]​ En otro fragmento Diodoro elogiaría la justicia y generosidad del guerrero lusitano,[69]​ pareciendo querer mostrar las cualidades de un gobernante ideal.[69]

Símbolo nacionalista

La figura de Viriato fue tomada a lo largo del siglo XX como referencia para la exaltación de sentimientos nacionalistas por ambas dictaduras gobernantes en la península ibérica, las cuales tergiversarían libros de texto y ocultarían información en ellos deliberadamente para intentar cada una nacionalizar para sí de una forma chovinista la figura del héroe lusitano.[70]

Se a alma que sente e faz conhece

Só porque lembra o que esqueceu,
Vivemos, raça, porque houvesse
Memória em nós do instinto teu.
Nação porque reencarnaste,
Povo porque ressuscitou
Ou tu, ou o de que eras a haste –
Assim se Portugal formou.
Teu ser é como aquela fria
Luz que precede a madrugada,
E é já o ir a haver o dia
Na antemanhã, confuso nada.

Fernando Pessoa, Mensagem, Viriato, 1934.[71]

En Portugal Viriato ha sido considerado tradicionalmente un héroe nacional,[72]​ debido a una identificación directa de la tribu de los lusitanos con los actuales portugueses o lusos.[73]​ Esta línea de continuidad fue negada ya en el siglo XIX por el historiador portugués Alexandre Herculano,[74][75]​ postura a la que más tarde se opondría el filólogo Leite de Vasconcelos[63]​ y Joaquim Pedro de Oliveira Martins en su História de Portugal de 1879.[75]​ Fue utilizado como símbolo por la dictadura de Salazar[76]​ hasta que, con el surgimiento en la década de 1960 de los movimientos independentistas de Angola y Mozambique —aunque curiosamente todavía en 1961 el gobierno luso designó a una de sus operaciones militares en Angola como «Operação Viriato»[77]​—, su impronta desapareció relativamente de los libros escolares a partir de 1968 por el riesgo de que las colonias africanas se identificaran con el líder lusitano.[78][79]​ Además, durante la guerra civil española, un contingente de voluntarios portugueses que se sumó a las tropas de Franco se hizo llamar Los Viriatos.[80][81]

En España, el escritor Bernardo de Balbuena había trazado ya en el siglo XVII una supuesta continuidad entre lusitanos y españoles en su poema épico El Bernardo.[82]​ Al calor del surgimiento del estado liberal, en el siglo XIX autores como Modesto Lafuente también exaltaban las virtudes patrióticas de Viriato y su supuesta idea de una patria común en su obra Historia General de España (1850-1867).[83]​ En 1860 el político español Emilio Castelar definiría en un artículo para el diario La Discusión a Giuseppe Garibaldi como el «Viriato italiano».[84]

Retrato de Luís Vaz de Camões.

Más tarde, ya durante la dictadura franquista, se potenció el uso de la figura de Viriato como héroe nacional, un modelo de conducta, fomentando la idea del patriotismo y el heroísmo nacionales,[61][85][86][87]​ el Volkgeist o «espíritu del pueblo» español.[88]​ Durante los primeros años de la dictadura existió un intento por asociar la figura de Francisco Franco con la de personajes heroicos de diversos episodios de la historia peninsular, entre los que se encontraban también, además del propio Viriato,[88]​ los caudillos iberos Indíbil y Mandonio, Don Pelayo, el Cid Campeador, Guzmán el Bueno, los Reyes Católicos, el Cura Merino en la guerra de Independencia española o Eloy GonzaloEl Héroe de Cascorro— en la Guerra de Cuba, y así hasta llegar al levantamiento militar que daría lugar a la Guerra Civil Española.[89]​ En la obra La Historia de España de Lluís Pericot García se representaría a Viriato como símbolo arquetípico del guerrillero español.[90][91]

Viriato en el arte y el folclore

En España una de las primeras menciones data de alrededor de 1270, en la obra Estoria de España del monarca castellano Alfonso X el Sabio.[92]​ A partir del siglo XVI, mientras que en las fuentes españolas predominan las apariciones de Viriato representando al arquetipo de individuo humilde que logra ascender en la sociedad, en las portuguesas es recogido como un dirigente y monarca virtuoso,[93]​ circunscribiéndose sin embargo en ambos generalmente a obras de tipo histórico-humanístico.[94]

Retrato de Joaquín Costa.

En el siglo XVI el escritor portugués Luís Vaz de Camões en su obra Os lusíadas dedicaría uno de los poemas a la figura de Viriato.[95]​ A mediados del siglo siguiente el poeta Brás Garcia de Mascarenhas —que intervino en la Guerra de la Restauración portuguesa— escribiría el poema épico Viriato trágico.[96]​ En 1904 el intelectual Teófilo Braga —que llegaría a ser presidente de la Primera República Portuguesa— escribió un romance histórico sobre Viriato titulado en honor al caudillo.[75][97]​ El escritor Fernando Pessoa dedicaría también en la década de 1930 uno de sus poemas de su libro Mensagem al guerrillero lusitano.[71]

Miguel de Cervantes mencionó el nombre a Viriato en distintas obras, como en Don Quijote de la Mancha, en el que le cita en una enumeración de reyes, y en El cerco de Numancia —que trata precisamente de las Guerras Celtíberas— con una aparición de un personaje llamado Viriato en forma de pastor. Sin embargo no se recoge a la figura histórica de Viriato, sino que el escritor eligió el nombre del líder lusitano para nombrar a otros de sus personajes.[94]Juan de Mariana dedicó tres capítulos de su obra Historia General de España, de 1606, a las luchas del caudillo contra Roma.[93]Francisco de Quevedo, también en el siglo XVII, también emplearía a Viriato como inspirador de sus poemas.[98]​ El historiador regeneracionista Joaquín Costa dedicó en 1895 parte de su obra a la figura de Viriato en La tierra y la cuestión social.[75][99]Ángel Ganivet, en su Idearium español, destacó la desorganización característica de los lusitanos en contraste a la férrea disciplina propia de los ejércitos romanos.[75]​ En 1968 el dramaturgo Alfonso Sastre, en contraposición al uso de la figura del caudillo lusitano por el régimen franquista optó por compararla con la del Che Guevara en su obra Crónicas Romanas.[77]​ El historietista Manuel Gago le dedicó por otra parte un cómic,[100]​ mientras que más recientemente, en Portugal y en España, se ha llegado a comparar la figura de Viriato con la del conocido personaje de cómic Astérix.[101][102][103]​ Ya en el siglo XXI, Viriato ha inspirado distintas novelas, así como una serie de televisión: Hispania, la leyenda, con tres temporadas y 20 episodios en los que se relata la historia de Viriato y su lucha contra el pueblo romano.[104]

Seña Bermeja, cuyas ocho bandas rojas hacen referencia a distintas victorias de Viriato contra ejércitos romanos.

La figura del caudillo lusitano ha llegado a nuestros días también a través del folclore, la tradición popular y las leyendas. Esto se hace especialmente patente dentro del ámbito español en la provincia de Zamora. En la ciudad de Zamora la figura de Viriato ha quedado recogida en los blasones heráldicos del escudo y la bandera de la capital provincial. En el primero aparece mencionado «el brazo de Viriato sosteniendo la Seña Bermeja», mientras que la bandera —precisamente esta «Seña Bermeja»— está compuesta por ocho tiras rojas que representarían ocho victorias obtenidas por Viriato sobre diversos pretores y cónsules romanos.[105]​ Es igualmente característica de la ciudad de Zamora la estatua del escultor Eduardo Barrón.[106]​ En la localidad de Torrefrades existe una construcción conocida popularmente como «La Casa de Viriato», donde supuestamente habría habitado el caudillo lusitano, la cual, sin embargo, data del siglo XVIII.[107]​ En Fariza se lleva a cabo una romería conocida como «Romería de los Viriatos», considerada de Interés Turístico Regional en Castilla y León.[108]​ Una pequeña elevación de la comarca de Sayago, conocida como Teso de Bárate, ha sido popularmente relacionada también con la presencia de Viriato.[109][110][111]

En la localidad portuguesa de Viseu, también relacionada tradicionalmente con el guerrero lusitano, existen restos de un recinto amurallado con simetría octogonal, conocido con el nombre de «Cava de Viriato», que fue atribuido en el pasado a un asentamiento romano o lusitano, aunque otras líneas de investigación más recientes apuntan a un origen andalusí o incluso del siglo XVII.[112][113]​ En esta localidad también se encuentra una escultura de Viriato, obra de Mariano Benlliure.[76]

Referencias

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  2. García Quintela, 1993, p. 117.
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Bibliografía

Bibliografía empleada
Bibliografía adicional
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  • Ribeiro, Ângelo; Saraiva, José Hermano, História de Portugal (1. A formação do território), QuidNovi, ISBN 989-554-106-6, 2004.
  • Roldán, José Manuel: La España romana (información sobre la figura de Viriato en las páginas 25 a 27), ISBN 84-7679-123-2.
Obras novelísticas y dramáticas sobre Viriato
  • Aguiar, João (2005). A voz dos deuses [Viriato: Iberia contra Roma]. traducido por Basilio Losada. Barcelona: Quinteto. p. 336. ISBN 9788496333475. 
  • D’Obrheravt, Maclug (2006). Viriato, rey de los celtas. Celya. ISBN 9788496482166. 
  • Loução, Paulo Alexandre, Portugal, terra de mistérios, Esquilo, tercera edición, ISBN 972-8605-04-8, 2000.

Enlaces externos