Senaquerib

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Sargón II (a la derecha) con su hijo el príncipe Senaquerib en un bajorrelieve de Dur-Sharrukin (Museo del Louvre).

Senaquerib (Acadio: Śïn-ahhe-eriba, "Sin ha reemplazado a mis hermanos (perdidos) por mí") fue rey de Asiria desde el 12 de Av (julio-agosto) de 705 a. C. hasta su muerte, el 20 de Tevet (diciembre-enero) de 681 a. C., así como de Babilonia entre 705 y 703, y nuevamente de 689 hasta su muerte.

Hijo y sucesor de Sargón II, estuvo ocupado en incesantes conflictos por todo el Creciente fértil durante la mayor parte de su reinado, guerreando con Elam, Urartu y Egipto. Combatió al rey Ezequías de Judá, asedió infructuosamente Jerusalén y arrasó Babilonia tras varias revueltas contra su dominio, la última de las cuales provocó la muerte de su hijo y heredero, Asurnadinsumi, desgracia que acarrearía un conflicto sucesorio, a resultas del cual murió asesinado por dos de sus hijos en una revuelta palaciega. Fue sucedido y vengado por su hijo menor y heredero designado, Asarhaddón.

Sin embargo, sus mayores esfuerzos los dedicó a la arquitectura y las obras públicas. Reconstruyó Nínive, convirtiéndola en la gran capital de Asiria, y construyó un gigantesco acueducto para abastecerla de agua.

Vida

Comienzo del reinado: la campaña de Babilonia

A su muerte en 705 a.C., Sargón II dejó un Imperio Asirio sólidamente asentado, dotado de una eficaz administración y la maquinaria militar más formidable de su tiempo. Senaquerib, como sucesor designado, había sido bien instruido por su padre, y estaba versado en las artes de la guerra, la administración y la diplomacia. Sin embargo, apenas había subido al trono cuando comenzó una seria crisis, habitual con cada cambio de monarca en un imperio tan despótico y odiado como fue el suyo. Las victorias militares de Sargón no habían logrado acabar con el feroz espíritu de independencia de los pueblos sometidos, y había situado sus fronteras en vecindad de las tres grandes potencias próximorientales de la época: Egipto, Urartu y Elam, países que iban a procurar garantizar su propia seguridad espoleando las dificultades internas de los asirios. Elam, en particular, experimentaba una época de auge bajo el gobierno del enérgico Shuturnakhkhunte II, que había invadido Mesopotamia en 710 y 708 a.C., e iba a suscitar de nuevo muchos problemas a los asirios en Babilonia y la Baja Mesopotamia.[1]

Senaquerib durante la campaña babilonia. Relieve de su palacio de Nínive.

En 703 a.C. un desconocido, Mardukzakirshumi, expulsó a los asirios y se hizo del poder en Babilonia; sin embargo, fue destituido, casi enseguida, por el ex monarca Merodac-Baladán, derrotado por Sargón en 710 a.C., que había permanecido más de un lustro oculto en las marismas del País del Mar, esperando el momento de su venganza. Merodac-Baladán se hizo proclamar de nuevo rey de Babilonia y comenzó a recabar apoyos para combatir a los asirios. Empleando con prodigalidad los inmensos tesoros de oro, plata y gemas sepultados en el templo Esagila, se aseguró el auxilio del rey de Elam, que le envió importantes refuerzos al mando de su lugarteniente en jefe, un tal Imbappa, el segundo de éste, un tal Tannânu, y diez generales más, junto con el temible caudillo suteo Nergal-nasir, al frente de unas fuerzas que los Anales de Senaquerib elevaban a 80.000 hombres. Pronto se hicieron con el control de las principales ciudades de la Baja Mesopotamia, como Ur, Eridu, Nippur Kutha y Borsippa, así como del apoyo de las tribus cercanas.[2]

Senaquerib, reaccionó con su característico brío ("rugiendo como un león"), movilizando un inmenso dispositivo militar y emprendiendo personalmente la reconquista de la zona. Partió de Assur el 20 de Shabâtu (enero-febrero). A la cabeza de un primer ejército, cercó, en las proximidades de Kutha, a los rebeldes bebilonios. Mientras, sus generales marcharon en vanguardia sobre la antigua ciudad de Kish, para mantener a raya al grueso de la coalición. Elamitas y babilonios salieron de la ciudad al encuentro de los asirios, y trabaron combate en la llanada de Kish. Tras tomar Kutha al asalto y exterminar a sus defensores, Senaquerib acudió a marchas forzadas en auxilio de sus generales, y derrotó en batalla a Merodac-Baladán, que huyó de nuevo al País del Mar.

Los asirios tomaron prisioneros a un hijo de Merodac-Baladán, Adinu, así como a Baskânu, hermano de Yati'e, reina de los árabes, y numerosos soldados. De igual modo cayó en sus manos un inmenso botín de carros, carretas, caballos, mulas, burros, camellos y dromedarios, que formaban el aparato logístico de los vencidos, y los suministros que transportaban. A continuación, Senaquerib entró vencedor en Babilonia, apoderándose de los tesoros e insignias reales de Merodac-Baladán, así como de su esposa e hijas, harén y Corte. Sin embargo, los asirios no lograron atrapar a Merodac-Baladán, persiguiéndolo en vano durante cinco días por las marismas de la Baja Mesopotamia.

En represalia, Senaquerib devastó su país de origen, Bit-Yakin. Tras someter de nuevo toda la Baja Mesopotamia al dominio asirio, esclavizando a los rebeldes, Senaquerib instaló en el trono a un nuevo rey-títere, el potentado babilonio Bêlibni, educado en la Corte asiria. Una vez restablecida su autoridad, el monarca emprendió el retorno a su patria, deteniéndose a someter a distintas tribus arameas y a recibir cuantioso tributo de la ciudad de Hararati, a orillas del Éufrates.

Retornó a Asiria con un botín que sus anales regios elevaban a la cifra de 208.000 prisioneros, 7.200 caballos y mulas, 11.073 burros, 5.230 camellos, 80.050 cabezas de ganado y 800.100 ovejas, sin incluir el material de guerra y lo repartido entre sus soldados. Un fragmento de otra crónica registra los tesoros incautados al rey de Babilonia: 30 talentos de oro, 800 de plata, gemas, joyas, antimonio, lechos taraceados con marfil, pieles de elefante, ébano, madera de boj, ropa de lino, mantos de lana púrpura y violeta, recipientes de cobre, hierro, bronce y plomo...[3]

La campaña de los Zagros

La gran rebelión de la Baja Mesopotamia y la intervención elamita provocó que el poderío asirio quedara en entredicho. El rey Ishpabara de Ellipi, país montañés situado en los los Zagros, se levantó en armas, determinado a recuperar su independencia, al igual que los casitas y los habitantes de Yasubigallai. Por ello, Senaquerib dirigió una difícil y devastadora campaña en estas escarpadas regiones, en 702 a. C. Primero tomó Bit-Kilamzakh, reconstruida y convertida en capital de un pasó a depender del gobierno de Arrapkha. Los montañeses sometidos fueron obligados a asentarse en la nueva capital, así como en las ciudades de Hardishpi y Bît-Kubatti. Una estela conmemoró la conquista asiria.[4]

A continuación, los asirios se dirigieron contra Ellipi. Tras tomar sus capitales, Murubishti y Akkuddu, así como las principales ciudades y fortalezas del reino, los asirios se dedicaron a arrasar el territorio y esclavizar a sus habitantes. Parte del territorio de Ellipi, Bît-Barrû, fue anexionado por Asiria, convertido en una provincia con capital en Elenzash, rebautizada como "Fortaleza de Senaquerib" (Dür-Śïnakheheriba), e integrada en el círculo militar de Kharkhar (Kar-Sharrukín). Incluso las lejanas tribus medas rindieron tributo a los conquistadores.[5]

La campaña del Oeste

La caída de Senaquerib, obra temprana de Rubens.
Relieve de un guerrero asirio, procedente de Dur Sharrukin (Museo del Louvre).

También en Siria y el Levante mediterráneo la muerte de Sargón II provocó una revuelta general entre los principados tributarios de los asirios, como la ciudad-Estado filistea de Ascalón y la fenicia Tiro, instigados por Egipto. Asimismo, el gobernador asirio de Cilicia se alzó en armas, y con él los colonos griegos asentados en la polis de Tarso. En 701 a. C., Senaquerib marchó hacia el Oeste para someter de nuevo a los sublevados al yugo asirio. En primer lugar, la revuelta cilicia fue aplastada y la colonia griega de Tarso destruida. Tras la sumisión de las ciudades costeras fenicias de Samsimuruna, Arvad y Biblos, Tiro se rindió a los asirios. Su rey, Luli, se vio forzado a huir a Chipre, y Senaquerib impuso a un nuevo príncipe en la ciudad-Estado, que perdió el control de Sidón y de Acre, que formaron un nuevo reino. A continuación, el emperador asirio se dirigió hacia el sur, recibiendo el homenaje de Asdod, Beth-Ammon, Moab, Edom y otros lugares. Ascalón fue tomada por la fuerza, junto con las ciudades cercanas de Jope y Bet-dagón. Sin embargo, el dominio asirio sobre Levante distaba mucho de haberse restablecido.[6]

La Biblia indica que en represalia, Senaquerib atacó Judá, sitiando y capturando muchas de sus ciudades y pueblos fortificados. Ezequías envió un mensaje a los asirios que procedían en el asedio de Laquis, ofreciéndoles pagar el tributo que Senaquerib impusiera.[7]​ La captura asiria de Lakís se presenta en un célebre friso, donde el cruel monarca aparece sentado sobre un trono ante la ciudad vencida, aceptando los despojos que le llevaban de aquella ciudad mientras se torturaba a algunos de los cautivos. Senaquerib envió a tres de sus capitanes, Rabsaqué, Tartán y Rabsarís, con una poderosa fuerza militar para pedir al rey y al pueblo de Jerusalén que capitularan y con el tiempo se sometieran a ser enviados al exilio. El mensaje asirio despreciaba de manera particular la fe de Ezequías en Yahvé. Mediante su heraldo, Senaquerib alardeó diciendo que su dios sería tan impotente como los dioses de los países que ya habían caído ante el poder asirio.[8]​ El relato bíblico no indica si se liberó al rey Padi (que según las inscripciones asirias fue restaurado en Ecrón), pero muestra que Ezequías pagó el exorbitante tributo de 300 talentos de plata y 30 talentos de oro que pidió Senaquerib.[9]

La embajada asiria regresó con su monarca, quien a la sazón estaba luchando contra Libná, y se oyó decir respecto a Taharqa, futuro faraón kushita, "Mira que ha salido a pelear contra ti".[10]​ Las inscripciones de Senaquerib hablan de una batalla en Elteqeh (ca. 15 km al NNO de Eqrón), en la que afirma haber derrotado un ejército egipcio y las fuerzas del rey de Etiopía. Luego narra su conquista de Ecrón y cómo volvió a poner en el trono al liberado Padi.

Campaña de Senaquerib en Judá: historia y mito

En cuanto a Jerusalén, aunque Senaquerib había enviado cartas amenazadoras advirtiendo a Ezequías que no había desistido de su determinación de tomar la capital de Judá,[11]​ la Biblia dice que los asirios ni siquiera "[dispararon] allí una flecha", "ni [alzaron] contra ella cerco de sitiar". La Biblia dice que "no disparará contra ella (Jerusalén) una flecha" (2 Re 19, 32) en una profecía del profeta Isaías, no es un hecho histórico. La Biblia menciona como hecho histórico la campaña de Senaquerib en la que se apoderó de las ciudades amuralladas de Judá (2 Re 18, 13). Según el relato bíblico Yahvé envió un ángel, que en una noche derribó a "ciento ochenta y cinco mil hombres en el campamento de los asirios": "se levantaron por la mañana, y he aquí que todos eran cadáveres". Tal desastre obligó a Senaquerib a regresar "con rostro avergonzado a su propio país".[12]​ El historiador judío del siglo I, Flavio Josefo, citaba al babilonio Beroso, cuando escribía:

La destrucción de Senaquerib

Bajaron los asirios como al redil el lobo:
brillaban sus cohortes con el oro y la púrpura;
sus lanzas fulguraban como en el mar luceros,
como en tu onda azul, Galilea escondida.

Tal las ramas del bosque en el estío verde,
la hueste y sus banderas traspasó en el ocaso:
tal las ramas del bosque cuando sopla el otoño,
yacía marchitada la hueste, al otro día.

Pues voló entre las ráfagas el Ángel de la Muerte
y tocó con su aliento, pasando, al enemigo:
los ojos del durmiente fríos, yertos, quedaron,
palpitó el corazón, quedó inmóvil ya siempre.

Y allí estaba el corcel, la nariz muy abierta,
mas ya no respiraba con su aliento de orgullo:
al jadear, su espuma quedó en el césped, blanca,
fría como las gotas de las olas bravías.

Y allí estaba el jinete, contorsionado y pálido,
con rocío en la frente y herrumbre en la armadura,
y las tiendas calladas y solas las banderas,
levantadas las lanzas y el clarín silencioso.

Y las viudas de Asur con gran voz se lamentan
y el templo de Baal ve quebrarse sus ídolos,
y el poder del Gentil, que no abatió la espada,

al mirarle el Señor se fundió como nieve.
"Senaquerib, de la expedición de Egipto regresó a Jerusalén, donde encontró a las tropas comandadas por Rapsaces en gran peligro por la peste. Dios les envió una enfermedad que, en la primera noche en que sitiaron a la ciudad mató a ciento ochenta mil soldados, con sus capitanes y centuriones."
[13]

Las inscripciones de Senaquerib no mencionan nada respecto a este desastre, pero en vista del tono jactancioso que domina habitualmente las inscripciones de los soberanos asirios, difícilmente cabría esperar que Senaquerib registrara tal derrota. No obstante, llama la atención la versión asiria del asunto, inscrita en el llamado Prisma de Senaquerib, conservado en el Instituto Oriental de la Universidad de Chicago:

"En cuanto a Ezequías el Judío, no se sometió a mi yugo. Puse sitio a 46 de sus ciudades fuertes, baluartes e innumerables aldehuelas de sus inmediaciones, y (las) conquisté mediante terraplenes bien construidos y arietes acercados (a los muros), (combinados con) el ataque de infantes, y (usando) minas, brechas y trabajo de zapa. Saqué (de ellas) 200.150 personas, jóvenes y ancianos, varones y hembras, caballos, mulas, asnos, camellos, ganado mayor y menor sin cuento, y (los) consideré botín. A él mismo (Ezequías) hice prisionero en Jerusalén, su residencia real, como a un pájaro en una jaula. [...] Las ciudades que había pasado a saco desgajé de su país y las entregué a Mitinti, rey de Ašdod, a Padi, rey de Eqrón, y a Sillibel, rey de Gaza. (...) El propio Ezequías (...) me envió más tarde a Nínive, mi ciudad señorial, además de 30 talentos de oro, 800 talentos de plata, piedras preciosas, antimonio, grandes bloques de piedra roja, lechos (ataraceados) con marfil, sillas nimedu [ataraceadas] con marfil, cueros de elefante, madera de ébano, madera de boj [y] toda clase de valiosos tesoros, sus hijas, concubinas, músicos y músicas. Para entregar el tributo y rendir obediencia como un esclavo envió su mensajero (personal)."
[14]

Esta inscripción muestra que, efectivamente, Senaquerib no llegó a tomar Jerusalén. Debe notarse, sin embargo, que Senaquerib presenta el asunto del pago del tributo de Ezequías como posterior al sitio de Jerusalén, mientras que el relato bíblico indica que fue anterior. Sobre la probable razón para esta inversión en el orden de los sucesos, el Funk and Wagnalls New Standard Bible Dictionary (1936, p. 829) observa:

"El final de esta campaña está velado por la oscuridad. Lo que hizo después de capturar Ecrón [...] todavía es un misterio. En sus anales, S[enaquerib] sitúa en estos momentos el castigo que infligió a Ezequías, su incursión en el territorio de Judá, y su reparto del territorio y las ciudades de Judá. Este orden en los acontecimientos parece un velo para cubrir algo que no desea mencionar".

Algunos comentaristas intentan explicar el desastre refiriéndose a un relato de Heródoto[15]​ en el que cuenta que sobre el campamento asirio "cayó durante la noche un tropel de ratones campestres que royeron sus aljabas, sus arcos y, asimismo, los brazales de sus escudos", lo que los incapacitó para la invasión de Egipto. Este relato obviamente no coincide con el registro bíblico, ni tampoco armoniza con las inscripciones asirias. No obstante, los relatos de Beroso y Heródoto reflejan el hecho de que las fuerzas de Senaquerib sufrieron una repentina calamidad en esta campaña.

La reconstrucción de Nínive

Un toro alado o Shedu asirio, procedente de Dur Sharrukin.

La campaña de Elam

Birreme asirio, c. 700 a. C.

La destrucción de Babilonia

El problema sucesorio

El 20 de tevet de 681 a. C., según el Antiguo Testamento, "sucedió que mientras adoraba en el templo de Nisroc, su dios, sus hijos Adramelec y Sarezer lo mataron a espada y huyeron a la tierra de Ararat".[16]​ Una inscripción de su hijo, sucesor y vengador, Assarhadón, confirma esta declaración bíblica,[17]​ aunque no menciona los verdaderos nombres de los asesinos.

Véase también

Referencias

Notas

  1. Bottéro, Cassin y Vercoutter 1990, 57.
  2. Luckenbill 1924, 48-9; Bottéro, Cassin y Vercoutter 1990, 58.
  3. Luckenbill 1924, 50-7 y 60-1; Bottéro, Cassin y Vercoutter 1990, 58.
  4. Luckenbill 1924, 58-9; Bottéro, Cassin y Vercoutter 1990, 58.
  5. Luckenbill 1924, 59-60; Bottéro, Cassin y Vercoutter 1990, 58.
  6. Bottéro, Cassin y Vercoutter 1990, 58-9.
  7. A los catorce años del rey Ezequías, subió Senaquerib rey de Asiria contra todas las ciudades fortificadas de Judá y las tomó. Entonces Ezequías rey de Judá envió a decir al rey de Asiria que estaba en Laquis: Yo he pecado; apártate de mí, y haré todo lo que me impongas. Y el rey de Asiria impuso a Ezequías rey de Judá trescientos talentos de plata y treinta talentos de oro (2Re 18:13, 14).
  8. Que no te engañe tu Dios, en quien confías, haciéndote pensar que Jerusalén no será entregada en manos del rey de Asiria.
    Tú has oído, seguramente, lo que hicieron los reyes de Asiria a todos los países, al consagrarlos al exterminio total. ¿Y tú, te vas a librar?
    ¿Libraron acaso sus dioses a esas naciones que mis padres han destruido, a Gozán, Jarán, Résef y a la gente de Edén que está en Telasar?
    ¿Dónde están el rey de Jamat, el rey de Arpad, el rey de la ciudad de Sefarvaim, el de Hená y el de Ivá? (2Re 18:17-35).
  9. Dio, por tanto, Ezequías toda la plata que fue hallada en la casa de IHVH, y en los tesoros de la casa real (2Re 18:14-16).
  10. 2Re 19:8, 9.
  11. Isa 37:9-20.
  12. Isa 37:33-37; 2Cr 32:21.
  13. Antigüedades Judías X, 1, 5.
  14. La Sabiduría del Antiguo Oriente, pp. 236, 237.
  15. Historia, II, 141.
  16. 2Cr 32:21; Isa 37:37, 38.
  17. Luckenbill 1927, II, 200-201: "El día 20 de Tebet, Senaquerib fue muerto por sus hijos en una revuelta. El día 18 de Sivan, Assarhadón, su hijo, ascendió al trono."

Bibliografía

  • BOTTÉRO, Jean, CASIN, Elena, y VERCOUTTER, Jean. Los imperios del Antiguo Oriente III. La primera mitad del primer milenio. Siglo XXI, Madrid, 1990. ISBN 84-323-0118-3
  • GALLAGHER, William R. Sennacherib's campaign to Judah: New Studies. Brill Press, Boston, 1999. ISBN 90-04-11537-4
  • LIVERANI, Mario. El Antiguo Oriente. Crítica, Madrid, 2003. ISBN 84-7423-623-1
  • LUCKENBILL, DD (1924): The Annals of Sennacherib, Chicago, Universidad de Chicago.
  • OPPENHEIM, Leo. La antigua Mesopotamia. Retrato de una civilización extinguida. Gredos, Madrid, 2003. ISBN 84-249-2368-5.
  • ROUX, Georges. Mesopotamia. Historia política, económica y cultural. Akal, Madrid, 1987. ISBN 84-7600-174-6.
  • SANMARTÍN, Joaquín. Historia antigua del Próximo Oriente. Akal, Madrid. ISBN 84-460-1032-1
  • SMITH, S. (1921): The First Campaign of Sennacherib, King of Assyria, BC 705-681, Londres, Luzac.

Enlaces externos


Predecesor:
Sargón II
Rey de Asiria
705 a. C. - 681 a. C.
Sucesor:
Asarhaddón
Predecesor:
Sargón II
Rey de Babilonia
705 a. C. - 703 a. C.
Sucesor:
Marduk-zakir-shumi II
Predecesor:
Mušezib-Marduk
Rey de Babilonia
689 a. C. - 681 a. C.
Sucesor:
Asarhaddón