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…(Puntos suspensivos)

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…(Puntos suspensivos), también conocida como Dot… Dot… Dot…, es una película argentina dramática de 1970 escrita y dirigida por Edgardo Cozarinsky. Es protagonizada por Jorge Álvarez, Marcia Moretto, Roberto Villanueva y Marilú Marini. Fue filmada en colores y no fue estrenada comercialmente, siendo exhibida por primera vez en el Festival Internacional de Cine de Cannes de 1971. También fue seleccionada como candidata a la Mejor Película en el Festival del Museo de Arte Moderno de Nueva York y en el Festival de Festivales de Londres en 1971.

Cozarinsky tardó un año en filmar la película, ya que lo hacía con una cámara prestada durante los fines de semana.[1]​ La película incluye un fragmento de Nosferatu, eine Symphonie des Grauens (1922), filme mudo dirigido por F. W. Murnau.

Sinopsis

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Un cura de extrema derecha descubre a través de tres encuentros claves (con el ejército, con una familia burguesa y con un sacerdote tercermundista) que debido a su ideología ha quedado fuera de época. Los personajes representan los diferentes estamentos sociales, “la mudanza de la vieja derecha a un centro, único sitio donde hoy puede sobrevivir” (Cozarinsky, 1973: 17).[1]

Reparto

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Restauración

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El negativo original fue rescatado por la Fundación Cinemateca Argentina y Cozarinsky lo llevó a Francia. En 2011 el negativo fue importado temporalmente a Buenos Aires para la obtención de una copia nueva en 35mm, que fue dosificada por Alberto Acevedo y Walter Ríos, con supervisión de Cozarinsky. Este proceso fue realizado Fernando M. Peña, con la colaboración de Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires - Fundación Costantini y Cinecolor.

Comentarios

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El comentario del MALBA decía:

”Su libertad formal y su agudeza poética (y también política) la ubican entre las películas más importantes realizadas en Argentina en el período, no obstante lo cual (o quizá por eso) nunca tuvo estreno comercial y hubo muy pocas copias del film, hoy perdidas o en mal estado. [2]

Quintín opinó sobre el filme:

”La película está en el característico estilo del underground de esa época: desprecio por la gramática narrativa clásica, disonancias sonoras, falta de sincronización entre imagen y sonido, voz en off burlona, personajes esquemáticos, mezcla de color con blanco y negro, profundo debate ideológico sobre la Argentina contemporánea. Aunque incluye grandes momentos de contemplación y otros de preciso registro documental, Puntos suspensivos es ante todo una fábula expresionista y una película de tesis. ¡Pero qué tesis!...Con enorme clarividencia, Cozarinsky enuncia una teoría que no es la de los dos demonios sino la del Gran Demonio: tanto el discurso de la derecha como el de la izquierda radicalizadas son apenas expresiones distintas del fascismo, un fascismo que parece consustancial a los argentinos (y del que tenemos tantas evidencias cotidianas). En el medio, un seudo documental sobre Buenos Aires compara a la ciudad con Calcuta. …No estamos ante La hora de los hornos, sino frente a su puntual y decidida refutación.[3]

Paula Wolkowicz opina:

« De forma alegórica… se vislumbran ciertos núcleos semánticos (la familia como la institución perversa de la sociedad burguesa, la conformación de un espacio totalitario, represivo y asfixiante, el cuerpo como víctima del poder represivo) que dejan en evidencia la fuerte crítica a las instituciones, al poder político de turno y a las hipocresías de una sociedad patriarcal y autoritaria.»[4]

Referencias

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Bibliografía

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  • Manrupe, Raúl; Portela, María Alejandra (2001). Un diccionario de films argentinos (1930-1995) pág. 485. Buenos Aires, Editorial Corregidor. ISBN 950-05-0896-6. 

Enlaces externos

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