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Alonso Pérez H.C.

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Alonso Pérez H.C. (1538, Cádiz, España - México, 8 de febrero de 1602) fue un hermano misionero jesuita.[1]

Fue amanuense del padre Pedro de Rivadeneira en Toledo. Pidió ir a las Indias, alegando ser robusto y que lo que en España hacía lo podía poner efermizo.[1]​ Concedíendosele dicho traslado el 28 de octubre de 1575.[2]​ En 1581 hizo votos de coadjutor temporal en manos del padre Juan de la Plaça, provincial. En 1585 se encontraba en la ciudad de Puebla y en 1592 fue enviado a España, regresando a inicios de 1593. En 1593 era procurador de Tepotzotlán y en 1594 estaba en Oaxaca.[1][3]

En 1599 es nombrado superintendente de los indios en San Gregorio. En la Breve relación de la venida de los de la Compañía de Jesús a la Nueva España se cita lo siguiente:

" En 1599 era superintendente de los indios en S. Gregorio, en el cual oficio y en todos los demás en que se exercitó por orden de la obediencia, a cuyas ordenaciones jamás replicaba, se conoció en él un perfectísimo deseo de alabar y bendcir y agradar a Dios. Fue hombre de gran corazón y ánimo para las dificultades mayores, y en ellas parece que se excedía a sí mismo. Y sé de este siervo de Dios, que navegando en ocasiones de tormentas deshechas, él sólo era el que ponía ánimo a todos los demás. En cierta ocasión libró por intercesión e invocación de la Virgen María un navío y a los de él, de un claro y manifiesto peligro. Su grande caridad se echaba de ver en que para los enfermos era médico; para con los miserables, consuelo; para con los ignorantes y rudos, maestro de los misterios de la fe. Demás de esto, fue este siervo de Dios, en extremo humilde, pacientísimo, de grande luz y conocimiento de las cosas de Dios y, entre los religiosos de su tiempo, de muy alta oración y continuo trato con la Divina Majestad. Porque se sabía de él, que ni en ocupaciones domésticas, ni fuera de casa, ni en cosas graves y de importancia 22 años antes que muriese nunca faltaba a la presencia de Dios, asistieno siempre ante su Divina Majestad, como hijo regalado delante de su Padre y Señor. y de aquí le nacía que ne cualquiera ocasión que le hallaran, de un ismo temple, siempre devoto, siempre fácil en alabar a Dios en sus creaturas, siendo así que en todas ellas traía estudio y exercicio continuo de reconocer y alabar a su Creador. De esta unión y composición de su entendimiento con que andaba como transportado en Dios, resultaba en él un forzoso amor que redundaba del corazón y afecto en las palabras, con las cuales repetía cada momento: "Sea amado Dios; sea glorificado.; así amásemos a Dios y nunca más mediásemos". Este amor desea el plantar en todos aquellos con quien trataba, y en cualquier negocio que entre manos traía, luego aquellos con quien trataba, y en cualquier negocio que entre manos traía, luego buscaba por fin y blanco a Dios y al agrado de su divina voluntad. [4]


Referencias

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  1. a b c Ayuso, Félix, S.J. Notas a Fundación o Relación breve... (por Sánchez Baquero). «p.177 y páginas 191-192». 
  2. Carta del padre general Everardo Mercurián al padre provincial Antonio Cordeses. Orig. in Cod. Tolet I, f. 56
  3. Zambrano, Francisco S.J. (1972). Editorial Jus, ed. Diccionario Bio-Biobliográfico de la Compañía de Jesús en México, Tomo XI (1600-1699). México. «PEREZ, ALONSO, H.C. pp. 320-328». 
  4. Sánchez, Baquero S.J. (1945). México Universitaria, ed. Breve Relación de la venida de los de la Compañía de Jesús a la Nueva España. México. «pp. 91-92».