Este tipo de impacto tiene la finalidad de destruir deliberadamente sondas espaciales (normalmente orbitadores o componentes de las mismas) contra sus objetivos de estudio, mediante aterrizajes forzosos, que pueden significar el fin de la misión y/o funcionalidad.[1]
Su uso deriva en la necesidad de reducir el peligro de crear desechos espaciales orbitales y la contaminación planetaria. Además, brinda la oportunidad en algunos casos para la ciencia terminal, dado que la luz transitoria liberada por la energía cinética puede estar disponible para la espectroscopia; la eyección física permanece en su lugar para un estudio adicional.
En las misiones Apolo, varias etapas de cohetes se estrellaron deliberadamente en la Luna para ayudar a la investigación sísmica, y cuatro de las etapas de ascenso de los Módulos Lunares se estrellaron deliberadamente contra la Luna después de haber cumplido su misión principal.
Para el caso de la Luna, en total, al menos 47 cuerpos de cohetes de la NASA han impactado con el satélite natural,[2] el último impacto controlado tuvo lugar el 4 de marzo de 2022.[3]
El aterrizaje ocurrió en las coordenadas 19°N 38°E (Región de Eisila), siendo la primera sonda exitosa en realizar análisis in situ del medio ambiente de otro planeta.
Segunda nave espacial en enviar datos desde la superficie de otro planeta, tras un aterrizaje controlado. Transmitió datos a la Tierra durante 50 minutos y 11 segundos tras aterrizar.
Al igual que su antecesora, transmitió a la Tierra grabaciones de sonidos reales de Venus y además, midió la velocidad media del viento en la superficie venusiana.
Impacto fuerte intencional. Una falla en la computadora a bordo provocó que la nave espacial se estrellara en el lado no visible de la Luna, sin devolver ningún dato científico.
La nave principal voló a través de la columna de polvo lunar creada por su propia etapa superior de cohetes que recopilaba datos, y al impactar, confirmaron la presencia de agua en el lugar de impacto.
El "Smart Impactor" tenía una carga útil de 100 kg de cobre, que a su velocidad de cierre 10,2 km/s tenía la energía cinética equivalente a 4,8 toneladas de TNT.
Primera vez que la humanidad modifica deliberadamente el movimiento de objeto fuera de nuestro planeta y la primera demostración a gran escala de tecnología de deflexión de asteroides.