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Botulismo

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Botulismo

Joven de 14 años con botulismo. Nótese la oftalmoplejia bilateral total con ptosis del párpado en la imagen de la izquierda, y las pupilas dilatadas y fijas en la imagen de la derecha. El muchacho estaba completamente consciente.
Especialidad infectología
Síntomas Debilidad, dificultad en la visión, sensación de cansancio , dificultad en el habla
Complicaciones Insuficiencia respiratoria
Causas Clostridium botulinum
Tratamiento Antitoxina, antibióticos, ventilación mecánica
Pronóstico 7,5 % de riesgo de muerte

El botulismo es una toxiinfección causada por una neurotoxina bacteriana, la toxina botulínica, producida por la bacteria Clostridium botulinum. La vía de intoxicación más común es la alimentaria, generalmente por ingestión de alimentos mal preparados o conservados de manera inapropiada. También puede adquirirse la enfermedad por la contaminación de heridas abiertas, o como efecto colateral del uso deliberado de la toxina en el tratamiento de enfermedades neuromusculares o en cosmética.[1]

Etimología

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Aunque el Diccionario de la lengua española afirma que el término proviene del latín botulus, que significa «embutido»,[2]​ otras fuentes señalan que el significado es «salchicha»[3]​ o «salsa».[4]

Historia

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La incidencia del botulismo la describió Justinus Kerner entre 1817 y 1822 (lo denominó «veneno de salchicha» o «veneno de grasa»).[3]​ Debido a esto, se denominó entonces "enfermedad de Kerner". La incidencia de la enfermedad en Baden-Wurtemberg era bastante considerable y se contabilizaron entre 1793 y 1827, 234 casos. Se agregaron hasta el año 1853, 400 casos con 150 fallecidos.[4]​ Sin embargo, no sería hasta 1895 que Emile Pierre van Ermengem, catedrático de bacteriología en la Universidad de Gante, descubre el Clostridium botulinum.[3]

Causas

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La toxina es producida por la bacteria Clostridium botulinum, que se encuentra en zonas contaminadas tales como suelos y aguas no tratadas. El Clostridium botulinum es una bacteria anaerobia cuyas esporas son capaces de sobrevivir en los alimentos contaminados que han sido sometidos a procesos de elaboración incorrectos y/o almacenamientos inadecuados.

La toxina botulínica es una de las sustancias más tóxicas conocidas, de manera que es posible que con tan solo probar el alimento contaminado, se produzcan graves intoxicaciones que pueden conducir incluso a la muerte.

Existen varios tipos de toxina botulínica, que se designan con letras: A, B, C, D, E, F y G, según su afinidad por el tejido nervioso, siendo la toxina de tipo A la que posee mayor afinidad.

La bacteria botulínica necesita para su desarrollo medios poco ácidos o alcalinos: con valores de pH superiores a 4,5.

Entre los alimentos más expuestos al botulismo están las carnes o pescados crudos conservados mediante procesos de salado o ahumado deficientes. Para evitar los riesgos asociados a la proliferación de Clostridium botulinum y de la síntesis de la toxina, se utilizan desde hace mucho tiempo como aditivos alimentarios los nitritos y los nitratos, que lo inhiben eficazmente.[5]​ También puede proliferar Clostridium botulinum en algunas verduras poco ácidas o que pueden perder su acidez natural por la acción de otros microorganismos, cuando han sido puestas en conserva con un tratamiento térmico insuficiente para destruir las esporas de la bacteria. Esto sucede ocasionalmente en conservas caseras, pero es muy raro en alimentos enlatados en la industria.

La conservación casera de compotas y jaleas nos brinda un buen ejemplo:

"El uso de una gran cantidad de azúcar es esencial para el proceso de conservación porque el azúcar ayuda a matar las bacterias que provocan el botulismo [...] cuando una célula bacteriana está en una disolución hipertónica (alta concentración) de azúcar, el agua intracelular tiende a salir de la célula bacteriana hacia la disolución más concentrada, por ósmosis. Este proceso, conocido como crenación, hace que la célula se encoja y finalmente muera. La acidez natural de los frutos también inhibe el crecimiento bacteriano". (Chang, 2010, p.536).

También se ha descrito botulismo en trabajadores de laboratorio por inhalación de la toxina en forma de aerosol, los toxicómanos también están expuestos a diversas formas de botulismo: por vía intravenosa (jeringuillas o droga contaminada), o por la inhalación nasal de droga contaminada que da lugar a sinusitis crónicas.[6]

Patogenia

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La toxina botulínica actúa bloqueando la liberación de acetilcolina a nivel de la placa mioneural impidiendo la transmisión del impulso nervioso. Causa de esta manera, una parálisis flácida de los músculos esqueléticos y un fallo parasimpático.

En la intoxicación alimentaria se ingiere la toxina pre-formada que es absorbida por endocitosis a través del tracto gastrointestinal. En el lactante las esporas ingeridas germinan en el intestino, ya que no existe flora inhibidora, y producen la toxina que es luego absorbida. Luego de ser absorbida desde el tracto gastrointestinal o desde la herida, la toxina es llevada por vía linfática o sanguínea hasta sus sitios de acción: las terminaciones nerviosas colinérgicas. Como no atraviesa la barrera hematoencefálica, solo actúa sobre el sistema nervioso periférico, especialmente a nivel de la placa o unión neuromuscular, y en el sistema nervioso autónomo.

En el botulismo de heridas se produce la toxina en la herida cuando la bacteria encuentra allí condiciones adecuadas para germinar y desarrollarse. El proceso es muy similar al desarrollo del tétanos.

Mecanismo de acción de la toxina

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La porción activa de la toxina tiene actividad de peptidasa que es específica para proteínas que forman la estructura de la vesícula sináptica que contiene el neurotransmisor y están involucradas en la exocitosis. La acción de la toxina previene la exocitosis del neurotransmisor y de esta manera se bloquea el impulso nervioso. La recuperación de la función nerviosa requiere la regeneración de la motoneurona terminal y la formación de nuevas terminaciones motoras.

Se dan 3 pasos:

  1. La cadena H de la toxina se une a receptores en la membrana presináptica.
  2. La toxina penetra por un mecanismo activo semejante a la endocitosis.
  3. Dentro de la célula nerviosa, la toxina interfiere con la liberación de la acetilcolina, necesaria para la excitación del músculo.

El fragmento A de la toxina liberada escinde a la proteína sinaptobrevina, la cual ayuda al calcio con la fusión de la vesícula sináptica a la membrana pre-sináptica; por lo tanto no se va a liberar el neurotransmisor acetilcolina, causando parálisis musculares y la muerte cuando se afecta a los músculos respiratorios.

Cuadro clínico

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Los síntomas generalmente aparecen entre 8 y 36 horas después de consumir los alimentos contaminados. No se presenta fiebre con esta infección.

En los adultos, los síntomas pueden abarcar[7]

  • Ptosis palpebral
  • Midriasis (ambas pupilas dilatadas, no reactivas)
  • Cólicos abdominales, no siempre presentes.
  • Dificultad respiratoria que puede llevar a una insuficiencia respiratoria
  • Dificultad al deglutir y al hablar
  • Visión doble
  • Resequedad en la boca
  • Náuseas
  • Ausencia temporal de la respiración
  • Vómitos
  • Debilidad con parálisis (igual en ambos lados del cuerpo)
  • Estreñimiento
  • Disminución de lucidez mental

Los síntomas en bebés pueden abarcar:[7]

  • Estreñimiento
  • Debilidad, pérdida del tono muscular
  • Llanto débil
  • Mala alimentación o succión débil o nula
  • Midriasis
  • Dificultad respiratoria
  • Lucidez mental a pesar de la debilidad

Diagnóstico

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Se realizan exámenes de contenido gástrico y materia fecal. El hallazgo de toxina en sangre es poco frecuente. Una vez realizada una encuesta alimentaria para establecer cuál podría ser el alimento sospechoso, se efectúa el análisis del mismo para determinar si contiene toxina botulínica y a qué tipo pertenece.

Tratamiento

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El tratamiento está dirigido a la asistencia respiratoria (para evitar un paro respiratorio), administrando la antitoxina botulínica equina trivalente ABE para neutralizar el efecto de la toxina circulante y aplicando una terapia de soporte.[8][9]​ Puede ser necesario intubar al paciente y es necesario administrar líquidos intravenosos si persiste la dificultad de deglución.

Complicaciones y pronóstico clínico

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Cuando el tratamiento es recibido tempranamente, se reduce el riesgo de muerte. Esta enfermedad puede complicarse produciendo una debilidad prolongada, además de una disfunción del sistema nervioso que puede prolongarse hasta un año. Se cree que en los lactantes hay aproximadamente un 5 % de mortalidad, pero esto no está fehacientemente establecido.[7]

Prevención

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Para evitar esta enfermedad, los enlatados comerciales están obligados a someterse a normas tecnológicas estrictas que varían según el producto, su composición y envase. Temperaturas de 121 °C (250 °F) durante los minutos establecidos en dichas normas, pueden asegurar una correcta esterilización.

La forma vegetativa de la bacteria que causa el botulismo se destruye a temperaturas mucho más bajas (75-80 °C), pero no así las esporas que sí necesitan esas temperaturas tan altas para ser inactivadas. Pero existe un límite de pH, que es 4,5, por debajo del cual las esporas no se pueden desarrollar, por lo que si se acidifica un alimento llevando su pH por debajo de 4,5 bastará para conservarlo con un tratamiento térmico convencional con temperaturas de 90-100 °C, ya que solo será necesario destruir las formas vegetativas del Clostridium botulinum.

Las personas que envasan alimentos en casa deben seguir procedimientos estrictos de higiene para reducir la contaminación de los alimentos, especialmente con bajo contenido ácido, como el zumo de zanahoria, espárragos, judías verdes, pimientos morrones, berenjenas, champiñones, remolacha, maíz, etc. Aunque se considera que siempre que resulte factible, es mejor desalentar la elaboración de conservas caseras por los problemas que acarrean al no aplicarse la tecnología correcta.

No conviene envasar en forma casera los alimentos de baja acidez, como carne, pescado y la mayoría de las hortalizas; no hay problemas con las frutas, ya que son de acidez alta (durazno, damasco, pera, membrillo, cerezas, etc.). Los aceites infundidos con ajo o hierbas deben refrigerarse.

En general a los consumidores se recomienda tener precauciones con alimentos enlatados o conservados, no comer alimentos provenientes de latas hinchadas ni abolladas o latas caseras mal cerradas con aire ni embutidos de dudosa procedencia. Igualmente, se deben tomar todas las medidas de asepsia o antisepsia para evitar la contaminación de heridas y en caso de uso de la botulina para tratar las arrugas o para tratar enfermedades neuromusculares se debe verificar que el producto usado sea el adecuado, es decir el autorizado con ese propósito, así como la idoneidad de quien lo aplica.[10]

La bacteria que produce el botulismo es el Clostridium botulinum y se puede desarrollar en los alimentos si tiene las condiciones adecuadas, pero no le produce al alimento ninguna alteración, es decir, no cambia el gusto, el olor, el sabor, no produce gas. Pero la toxina botulínica es termolábil, es decir, que se destruye con el calor, por lo que cuando se tengan dudas de algún alimento enlatado se debe volcar el contenido de la lata en una olla y hacerla hervir durante 10 minutos; de esta manera se destruye la toxina botulínica.

Botulismo en animales

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Además de ser una enfermedad humana, el botulismo afecta a muchos animales, tanto vertebrados como invertebrados.[11]​ Los caballos (en especial los potros),[12]​ ovejas, pollos, leones o papiones, por ejemplo, pueden infectarse con Clostridium botulinum, sobre todo de los tipos neurotóxicos A y B,[13]​ o C/D en la zona del Mediterráneo.[14]​ La tasa de supervivencia de los caballos (de más de seis meses de edad) con botulismo tratados en un hospital veterinario especializado es casi del 50 %.[15]​ Estos animales son especialmente sensibles a la enfermedad y en determinadas zonas es recomendable la vacunación y el control periòdico de la comida y el agua.[16]​ Algunas cepas de la bacteria pueden colonizar de forma endofítica el trébol blanco (Trifolium repens, una planta forrajera) y ser ingeridas por bovinos.[17]​ La presencia de la bacteria en los animales de carga es un problema de salud pública en los países en vías de desarrollo.[18]​ Una correcta pasteurización de los productos lácteos inactiva más del 99,5 % de las toxinas botulínicas.[19]

Se trabaja para desarrollar una vacuna recombinante quimérica contra el botulismo bovino tipos C y D.[20]​ En Brasil se ha evaluado el efecto de una vacuna de estas características en las poblaciones de Bubalus bubalis, una especie introducida que tiene una considerable importancia para los ganaderos brasileños.[21]​ Los animales que realizan la pica son más proclives a desarrollar la infección.[22]

Es destacable el botulismo aviar, que ataca a 117 especies de animales de 22 familias diferentes. Afecta a las aves acuáticas, en especial a los Anatidae. En diferentes localidades de Cataluña, esta enfermedad es bastante habitual.[23]​ El mecanismo de transmisión entre las aves es la ingesta de babosas portadores o de larvas de dípteros necrófagos contaminados con la bacteria, desarrollada sobre los restos de otras aves muertas por la toxina y que actúan como vectores.[24][25]​ Los síntomas característicos de la enfermedad en estos animales son debilidad y paresia progresiva que evoluciona hasta una parálisis fláccida de las patas, alas, cuello y párpados y que acaba imposibilitando el vuelo y la marcha. No pueden mantener la postura normal del cuello y, si se encuentran en el agua, mueren ahogados.[26]​ El botulismo aviar es considerado una enfermedad emergente en Europa, sobre todo en las aves de corral.[27]​ Investigadores franceses han desarrollado una nueva técnica de PCR en tiempo real optimizada para detectar, con gran sensibilidad y excelente especificidad, diferentes variedades de botulismo en muestras de fetos de origen doméstico y salvajes.[28]

La descomposición de plantas, algas o animales en ciertas tierras o ciénagas origina el medio anaeróbico en el que se crea y se alimenta de forma saprofítica la bacteria.[29]​ Se puede encontrar esporas del tipo neurotóxico E en el tracto digestivo de los peces de los lagos lo que representa un peligro para las especies piscívoras o las personas que consuman estos peces afectados.[30]

Referencias

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  1. FDA Law Enforcers Crack Down on Illegal Botox Scammers [1]
  2. «botulismo». DRAE. Consultado el 4 de mayo de 2014.
  3. a b c Erbguth, Frank J. (2004) (en inglés) «Historical notes on botulism, Clostridium botulinum, botulinum toxin, and the idea of the therapeutic use of the toxin.» (abstracto) en Movement Disorders, Volume 19, Issue S8, pp. S2–S6, marzo de 2004. Wiley Library Online. Consultado el 4 de mayo de 2014.
  4. a b Ledermann, Walter (2003). «Historia del Clostridium botulinum». Rev Chil Infect (aniversario): 39-41. Consultado el 15 de octubre de 2013. 
  5. Sofos, J.N., Busta, F.F. y Allen, C.E. (1979). «Botulism Control by Nitrite and Sorbate in Cured Meats:A Review 1». Journal of Food Protection Vol. 42, No.9, Pages 739-770. 
  6. Heymann, David L. El control de las enfermedades transmisibles. American Public Health Association, Organización Panamericana de la Salud, 2005. ISBN 92-75-31613-9, 9789275316139
  7. a b c «Botulismo». www.who.int. Consultado el 25 de febrero de 2021. 
  8. «Botulism». www.who.int (en inglés). Consultado el 6 de febrero de 2022. 
  9. Arnon, Stephen S.; Schechter, Robert; Inglesby, Thomas V.; Henderson, Donald A.; Bartlett, John G.; Ascher, Michael S.; Eitzen, Edward; Fine, Anne D. et al. (28 de febrero de 2001). «Botulinum Toxin as a Biological WeaponMedical and Public Health Management». JAMA 285 (8): 1059-1070. ISSN 0098-7484. doi:10.1001/jama.285.8.1059. Consultado el 6 de febrero de 2022. 
  10. Botulismo, prevención. THE MEDICAL NEWS[2] Archivado el 19 de febrero de 2017 en Wayback Machine.
  11. Critchley, EM. pdf «A comparison of human and animal botulism: a review (Una comparación del botulismo humano y animal: una revisión)». J R Soc Med (en inglés). 1991 May; 84 (5). pp. pp. 295-298. PMID 2041009. Consultado el 10 de septiembre de 2016. 
  12. Prutton, JS; Magdesian, KG; Plummer, A; Williams, DC; Aleman, M. «Foal with Type A Botulism (Supervivencia de un potro con botulismo tipo A)». J Vet Intern Med (en inglés). 2016 Mar-Apr; 30 (2): pp. 675-678. PMC 4913603. PMID 26892949. doi:10.1111/jvim.13840. Consultado el 15 de septiembre de 2016. 
  13. Babrak, L; Lin, A; Stanker, LH; McGarvey, J; Hnasko, R. «Rapid Microfluidic Assay for the Detection of Botulinum Neurotoxin in Animal Sera (Ensayo microfluídico rápido para la detección de neurotoxina botulínica en sueros animales)». Toxins (Basel) (en inglés). 2016 Jan 4; 8 (1): pi: E13. PMID 26742073. doi:10.3390/toxins8010013. Consultado el 10 de septiembre de 2016. 
  14. Vidal, D; Anza, I; Taggart, MA; Pérez-Ramírez, E; et al. «Environmental factors influencing the prevalence of a Clostridium botulinum type C/D mosaic strain in nonpermanent Mediterranean wetlands (Factores ambientales que influyen en la prevalencia de una cepa de Clostridium botulinum tipo C/D mosaico en humedales mediterráneos no permanentes)». Appl Environ Microbiol (en inglés). 2013 Jul; 79 (14): pp. 4264-71. PMID 23645197. doi:10.1128/AEM.01191-13. Consultado el 11 de septiembre de 2016. 
  15. Johnson, AL; McAdams-Gallagher, SC; Aceto, H. «Outcome of adult horses with botulism treated at a veterinary hospital: 92 cases (1989-2013) (Resultado de caballos adultos con botulismo tratados en un hospital veterinario: 92 casos (1989-2013)». J Vet Intern Med (en inglés). 2015 Gen; 29 (1): pp: 311-319. PMC 4858097. PMID 25408202. doi:10.1111/jvim.12502. Consultado el 24 de abril de 2017. 
  16. Sprayberry, KA. «A Perfect Killer». The Horse Media Group Magazine (en inglés). 2007; Des: pp: 1-4. Consultado el 4 novembre 2017. 
  17. Zeiller, M; Rothballer, M; Iwobi, AN; Böhnel, H; et al. «Systemic colonization of clover (Trifolium repens) by Clostridium botulinum strain 2301 (Colonización sistémica del trébol (Trifolium repens) por Clostridium botulinum cepa 2301)». Front Microbiol (en inglés). 2015 Oct 31; 6: pp: 1207. PMC 4628109. PMID 26583010. doi:10.3389/fmicb.2015.01207. Consultado el 22 de marzo de 2017. 
  18. Abdel-Moein, KA; Hamza, DA. «Occurrence of human pathogenic Clostridium botulinum among healthy dairy animals: an emerging public health hazard (Presencia de Clostridium botulinum patógeno humano entre los animales lecheros sanos: un peligro emergente para la salud pública». Pathog Glob Health (en inglés). 2016 Feb; 110 (1): pp: 25-29. PMC 4870025. PMID 27077311. doi:10.1080/20477724.2015.1133107. Consultado el 15 de abril de 2017. 
  19. Weingart OG, Schreiber T, Mascher C, Pauly D, et al. «The case of botulinum toxin in milk: experimental data (El caso de la toxina botulínica en la leche: datos experimentales)». Appl Environ Microbiol (en inglés). 2010 mayo 76 (10): pp: 3293-3300. PMC 2869135. PMID 20363798. doi:10.1128/AEM.02937-09. Consultado el 26 de julio de 2017. 
  20. Cunha CE, Moreira GM, Salvarani FM, Neves MS, et al. «Vaccination of cattle with a recombinant bivalent toxoid against botulism serotypes C and D (Vacunación de bovinos con un toxoide bivalente recombinante contra los serotipos C y D del botulismo)». Vaccine (en inglés). 2014 Gen 3; 32 (2): pp: 214-216. PMID 24252701. doi:10.1016/j.vaccine.2013.11.025. Consultado el 23 de julio de 2017. 
  21. Otaka DY, Barbosa JD, Moreira C, Ferreira MRA, et al. «Humoral Response of Buffaloes to a Recombinant Vaccine against Botulism Serotypes C and D (Respuesta humoral de búfalos a una vacuna recombinante contra los serotipos C y D del botulismo)». Toxins (Basel) (en inglés). 2017 Set 22; 9 (10): pii: E297. PMID 28937601. doi:10.3390/toxins9100297. Consultado el 1 de octubre de 2017. 
  22. Kummel, J; Krametter-Froetscher, R; Six, G; Brunthaler, R; et al. «Descriptive study of botulism in an Austrian dairy herd: a case report (Estudio descriptivo del botulismo en un rebaño lechero austriaco: informe de un caso)». Veterinární Medicína (en inglés). 2012; 57 (3): pp: 143-149. Archivado desde el original el 10 de agosto de 2017. Consultado el 15 de abril de 2017. 
  23. «Detectan aves envenenadas por botulismo en el área de Barcelona». La Vanguardia. 15 de octubre de 2014. Consultado el 10 de septiembre de 2016. 
  24. Gismervik, K; Bruheim, T; Rørvik, LM; Haukeland, S; Skaar, I. «Invasive slug populations (Arion vulgaris) as potential vectors for Clostridium botulinum (Poblaciones de babosas invasoras (Arion vulgaris) como potenciales vectores de Clostridium botulinum)». Acta Vet Scand (en inglés). 2014 Oct 3; 56 (1): 65. PMID 25277214. doi:10.1186/s13028-014-0065-z. Consultado el 11 de septiembre de 2016. 
  25. Anza, I; Vidal, D; Mateo, R. «New insight in the epidemiology of avian botulism outbreaks: necrophagous flies as vectors of Clostridium botulinum type C/D (Nueva visión en la epidemiología de los brotes de botulismo aviar: Las moscas necrófagas como vectores de Clostridium botulinum tipo C/D)». Environ Microbiol Rep (en inglés). 2014 Dec;6 (6): pp. 738-43. PMID 25079304. doi:10.1111/1758-2229.12197. Consultado el 11 de septiembre de 2016. 
  26. Abdul-Aziz, T. «Overview of Botulism in Poultry». Botulism. Merck Veterinary Manual (en inglés). 2016; Jul: pàgs: 4. Consultado el 27 novembre 2017. 
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  28. Le Maréchal C, Rouxel S, Ballan V, Houard E, et al. «Development and Validation of a New Reliable Method for the Diagnosis of Avian Botulism (Desarrollo y validación de un nuevo método fiable para el diagnóstico del botulismo aviar)». PLoS One (en inglés). 2017; 12 (1): pp: e0169640. PMC 5226734. PMID 28076405. doi:10.1371/journal.pone.0169640. Consultado el 15 de abril de 2017. 
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Bibliografía adicional

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Enlaces externos

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