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Contraataque militar

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El contraataque, también llamado «ataque desde una posición defensiva»,[1]​ es una táctica militar usada desde la Antigüedad en que un ejército ocupa una posición ventajosa, permite que el enemigo lo ataque y se desgaste para acabar lanzando una devastadora contraofensiva con sus reservas.[2]​ El historiador militar británico David G. Chandler la considera una de las siete tácticas básicas de la guerra terrestre.[1]

No debe confundirse con un contramovimiento, que es una operación realizada en reacción o anticipación a un movimiento del enemigo, y una contraofensiva, que es un contraataque a escala estratégica.[3]​ En cambio, el contraataque se da en el nivel táctico o de batalla y tiene objetivos limitados.[4]Carl von Clausewitz le considera la forma más eficiente de obligar a un enemigo a abandonar sus planes ofensivos,[5]​ idea que apoyo Erwin Rommel quien creía que en la combinación de potencia de fuego y maniobra de un buen contraataque estaba la mejor forma de privar al adversario de la iniciativa.[4]

Tipos

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El ejército estadounidense estableció dos inicialmente dos tipos de contraataque: local y mayor, pero esa clasificación se consideró insuficiente y se prefirió una nueva. En la moderna categorización se divide a los contraataques en precipitados, deliberados y cebados. Los primeros son realizados por defensores que carecen del tiempo o el terreno adecuado para una buena defensa estática, suelen ser los menos letales y las fuerzas de reconocimiento se usan para ir adelante y evitar sorpresas indeseables o identificar oportunidades inesperadas. Los segundos son de mayor alcance, más decisivos y representan los ideales de Clausewitz, pues el defensor aniquila al atacante desde posiciones preparadas y luego pasa a la ofensiva. Están mejor preparados, con unidades actuando sincronizadas y por tanto resultan más letales, utilizando las fuerzas de reconocimiento para elegir los mejores terrenos para la defensa y objetivos para el contraataque.[6]​ Los terceros son aquellos donde el defensor atrae al atacante a una posición destacada o inoportuna y luego emplea una fuerza de ataque para destruirlo, es decir, se lleva al enemigo a un área previamente preparada para ser ideal para el contraataque,[7]​ como en una retirada fingida.[1]

Uso y debilidades

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Esta táctica implica que una guarnición encuentra una posición defensiva natural o prepara un baluarte construyendo defensas, procediendo a provocar un ataque del enemigo.[1]​ Esas defensas deben ayudar a la primera línea a mantener sus posiciones y controlar el terreno,[8]​ aunque esto también significa sacrificar la movilidad y ceder la iniciativa ante el adversario.[4]​ Cuando el enemigo se ha agotado asaltando el perímetro defensivo, la guarnición sale hacia adelante y le derrota.[1]​ Esto requiere una reserva lista para recuperar el terreno mediante un contraataque.[nota 1]

Clausewitz advertía que la comprensión del ataque sólo puede venir del estudio de la defensa. Él dividía la defensa en tres fases. Primero está la preparación, en que el defensor elige una posición adecuada, la prepara y espera. Luego vienen la batalla defensiva[10]​ y finalmente el contraataque, «Cuando el enemigo ha revelado todo su plan y ha gastado la mayor parte de sus fuerzas, el defensor intenta lanzarse su cuerpo contra una parte de las fuerzas enemigas, abriendo así una batalla ofensiva menor propia... para producir un total inversión».[11]

Un contraataque suele producirse cuando la defensa ya fue exitosa y se decide abrumar al enemigo con rapidez y contundencia, de ahí que en buena medida el éxito o fracaso dependa si se contaba con la sorpresa y aprovechando que el enemigo se encuentra confundido y agotado por el fuego defensivo[4]​ (entiéndase por sorpresa militar como atacar al enemigo en el lugar y momento que menos se lo espera).[12]​ Antes de la operación Bagration, los soviéticos realizaron una maskirovka, «campaña de engaño», que logró hacer creer a los alemanes que su ataque se produciría en el sur (Ucrania) cuando acabó por ocurrir en el centro (Bielorrusia).[13]

Se debe esperar hasta el momento adecuado. Los comandantes que contraatacan demasiado pronto corren el riesgo de enfrentarse a un enemigo no desgastado, pero actuar demasiado tarde implica el riesgo de perder la sorpresa y encontrar un enemigo reforzado.[14]​ Respecto de comandantes que contraatacan muy pronto, en Valea Albă Esteban III de Moldavia, que había estado esperando al sultán otomano Mehmed II en una sólida posición defensiva,[15]​ decidió atacar cuando vio aproximarse la vanguardia turca.[16]​ Sin la ventaja de un mal clima, el ataque fue insuficiente para vencer a Mehmed II[17]​ y al día siguiente llegó el cuerpo principal del ejército turco, tan numeroso que no pudo ser vencido[18]​ ni por un centenar de cañones, los proyectiles de arcos y armas de fuego, la disciplina demostrada por los moldavos al defender las fortificaciones ni el incendio del bosque que se debía atravesar para atacar a Esteban III. Los jenízaros otomanos fueron detenidos e incluso temporalmente retrocedieron con cuantiosas bajas,[19]​ pero siguieron atacando hasta tomar las posiciones[20]​ y el ejército moldavo fue dispersado.[17]​ Durante la guerra de la Triple Alianza, el ejército paraguayo del presidente Francisco Solano López efectuó cuatro ataques simultáneos al alba contra las posiciones aliadas en Tuyutí.[21]​ Cargaron por el frente y en las alas con un movimiento de pinzas[22]​ para llegar a la retaguardia aliada[23]​ y cerrar en un círculo a los aliados, basándose en el envolvimiento de Austerlitz.[21]​ Sin embargo, «una mala coordinación y una falta de planificación detallada convirtieron una victoria segura para sus fuerzas en una derrota devastadora».[24]​ López no convocó a todas las unidades en las cercanías para un ataque tan arriesgado e importante, su artillería era menos numerosa y estaba mal posicionada, su infantería era muy inferior en número, sus subalternos no destacaban u el terreno no favorecía la cooperación entre las columnas atacantes ni las maniobras de su numerosa caballería. Todo dependía de la sorpresa y los aliados fueron precavidos.[25]​ Los jinetes paraguayos sufrieron muchas bajas porque siguieron en su empeño de atacar aun cuando ya habían sido descubiertos y cargaban contra infantería y artillería bien posicionadas,[26]​ lo que en esa época significaba siempre la derrota de la caballería.[25]​ Según el historiador argentino Félix Best, López debió tomar una actitud defensiva, esperar en sus posiciones fortificadas el inevitable ataque de los aliados y luego contraatacar, como fue su plan inicial.[27]

Se le atribuye a Napoleón Bonaparte la frase «el mayor peligro se produce en el momento de la victoria»,[28]​ mientras que el coronel francés Ardant du Picq advertía: «el general o simple capitán que emplea a todos en el asalto de una posición puede estar seguro de verla retomada por un contraataque organizado de cuatro hombres y un cabo».[29]​ Respecto de contraataques muy tardíos o que nunca se produjeron. Después del tercer día de batalla en Gettysburg, el general unionista George Meade se negó a contraatacar al ejército confederado de Robert E. Lee que se retiraba derrotado. Años después se diría: «Siempre he creído que el enemigo aquí perdió la mayor oportunidad que jamás haya tenido de derrotar al ejército del general Lee mediante una ofensiva rápida».[nota 2]​ Algo similar había sucedido en Antietam cuando el general unionista George Brinton McClellan también dejó a un Lee derrotado retirarse sin contraatacar.[31]

El objetivo general de todo contraataque es negar o frustrar toda ventaja obtenida por el enemigo durante el ataque, mientras que los objetivos específicos suelen buscar recuperar el terreno perdido o destruir al enemigo atacante,[32]​ especialmente aislando y aniquilando a sus unidades de vanguardia.[4]​ Un factor que suele ayudar a las contraofensivas suele ser que en su empuje inicial, el atacante extiende demasiado sus líneas. Por ejemplo, en la operación Zvezda los soviéticos consiguieron tomar Bélgorod, Járkov y Kursk, alejándose de sus bases de suministros, mientras los alemanes se retiraron para reagruparse y contraatacar.[33]​ De estos objetivos dependerá el tamaño de las fuerzas destinadas a la operación, no se hará el mismo esfuerzo si sólo se quiere detener el impulso ofensivo del enemigo que aniquilar sus unidades.[14]

Una defensa exitosa por sí sola es difícil y costosa, por lo que un contraataque es una operación aun más incierta. Para realizarlo con posibilidades de éxito se requiere un adecuado reconocimiento para que los comandantes conozcan el terreno y las fuerzas enemigas que atacaran[14]​ (consciencia situacional) y así decidir el momento, lugar y objetivos de su contraataque. De no hacerlo, la operación puede ir mal sincronizada, sin suficientes fuerzas o acabar en una trampa.En Magesfontein el mariscal británico Paul Sanford Methuen contraatacó a los boers, esperando encontrar una fuerza pequeña y ligeramente armada. De hecho, sus enemigos habían ocultado una ejército numéricamente superior usando la quebrada de un río.[34]​ Durante la guerra de Corea, el general estadounidense William B. Kean respeto el principio militar de no mantener a las unidades de reconocimiento como reserva, sino como vanguardia pero fracasó en recolectar información de forma continua al no encargar a esas unidades obtener datos sobre la composición de las fuerzas enemigas.[35]​ De este modo, cuando intento un contraataque en Masan, parte del perímetro de Pusan, se encontró con muchos más norcoreanos de los que esperaba y fue vencido.[36]​ En la guerra del Yom Kipur los egipcios consiguieron cruzar el canal de Suez y tomar por sorpresa a los israelitas, quienes no los creían capaces de una operación tan compleja.[37]​ Los israelitas lanzaron sus primeros contraataques sin explorar adecuadamente las posiciones enemigas y fueron rechazados, como en Firdan.[38]

Las fuerzas exploratorias no sólo deben averiguar la composición y disposición del enemigo para anticiparse a sus movimientos, también deben neutralizar las unidades de reconocimiento contrarias y así proteger al cuerpo principal de su propio ejército, y usar fuego indirecto, apoyo aéreo y obstáculos para reducir su poder de fuego, obstaculizar sus ofensivas y restringir sus movimientos a los cursos de acción más peligrosos, obligándolo a dirigirse contra posiciones defensivas propias previamente preparadas usando obstáculos o atacando a cualquier unidad enemiga que se desvíe de los caminos donde se desea que se dirija.[39]​ Por último, después de una ofensiva exitosa, estas unidades ligeras y veloces deben perseguir al enemigo en huida más allá de los objetivos iniciales del contraataque para saber dónde está y qué puede intentar hacer y detectar nuevos objetivos.[6]

Cada unidad debe tener sus objetivos y atacarlos, no evitarlos, aunque sea en apoyo del ataque principal,[40]​ usualmente en sus flancos.[14]​ Para esto, fuerzas de reconocimiento deben evitar que sus contraataques sean detectados y reciban ataques enemigos antes de tiempo. En la guerra del Yom Kipur, en el monte Hermón de los Altos del Golán se inició una contraofensiva israelita mal planeada, sin exploradores ni tropas cuidando los flancos, siendo la compañía de tanques empleada derrotada con fuertes pérdidas.[6]

La forma más sencilla de anular esta táctica era no atacar a un adversario cuando se encontraba en una posición fácilmente defendible,[2]​ pero había maniobras para obligarlo a presentar batalla, como saquear su territorio:[41]​ «En un terreno escarpado, debo tomar posición en los altozanos soleados y esperar al enemigo. Si él ocupa primero ese terreno, lo atraigo retirándome; no lo sigo»[42]​ y «Cuando se está lejos de un enemigo de igual fuerza, es difícil provocar la batalla e infructuoso atacarlo en la posición por él elegida».[43]​ Por ejemplo, en la guerra de Indochina, los franceses se apoderaron de Dien Bien Phu para amenazar las rutas de suministros del Viet Minh y obligarlos a atacar sus posiciones fortificadas. Sin embargo, el plan finalmente no funcionó y el general vietnamita Võ Nguyên Giáp los obligó a rendirse gracias a su hábil uso de la artillería de mediano calibre.[44]​ En la posterior guerra de Vietnam, Giáp se negó a intentar atacar de una forma similar Khe Sanh. En palabras de Chandler: «el guerrero astuto no presiona su ataque más allá del punto sin retorno, sino que retrocede cuando siente problemas».[45]

También podía ser que el comandante enemigo fuera muy intrépido y su ejército de muy buena calidad, impidiendo actuar a tiempo. En el río Gránico los persas aqueménidas formaron detrás del curso del agua, considerándolo una buena posición defensiva.[46]​ Su plan era dejar a los macedonios cruzar mientras les debilitaban con flechas, luego contraatacar con su caballería flanqueándolos y atacando su retaguardia. Sin embargo, Alejandro Magno sabía que estarían un buen rato ocupados haciendo oraciones y ritos religiosos, así que aprovechó de atacar en cuanto llegó al lugar[47]​ en vez de descansar después de un día de marcha como le aconsejó Parmenión. Sus jinetes e infantes ligeros cargaron contra las alas persas que aún no estaban listas, forzando a los aqueménidas a debilitar su centro, lo que permitió a la falange cruzar y derrotar al enemigo.[46]

Otro problema de esta táctica es que puede generar una mentalidad muy defensiva en el alto mando que les impida tomar la iniciativa aunque se tenga la oportunidad. Por ejemplo, la fe ciega de los franceses en la línea Maginot en 1940, lo que les impidió aprovechar para atacar a los alemanes mientras estaban distraídos en la invasión de Polonia causando la guerra de broma. También puede llevar a que los defensores no estén preparados para un ataque desde otra dirección. En 1942 los británicos fortificaron Singapur para un ataque desde el mar y no pudieron reaccionar a tiempo ante el avance japonés por tierra.[45]

Esta táctica se encuentra muy asociada con la defensa activa, en que los defensores continuamente lanzan pequeños contraataques para negar al enemigo una posición disputada,[48]​ lo que suele ser muy costoso en vidas y material, por lo que para minimizar las bajas se prefiere ceder la iniciativa (defensa pasiva).[49]​ Según Clausewitz, la defensa activa también requiere movilidad y sorpresa constantes pero advierte que es mejor porque jamás es bueno ceder la iniciativa.[50]Mao Zedong afirmaba: «La única defensa real es la defensa activa, defensa con el propósito de contraatacar y tomar la ofensiva».[51]​ Por ejemplo, en Falkirk los piqueros escoceses formaron en grandes círculos (schiltron) con los que rechazaron una primera carga de los caballeros ingleses. Pero sus formación estaban inmóviles así que no aprovecharon de contraatacar y como eran muy densas eran un blanco perfecto para los arqueros ingleses, que les diezmaron con una lluvia de proyectiles hasta que se abrieron grandes huecos en sus círculos por donde atacaron los caballeros.[52]​ En palabras de Sun Tzu: «La invencibilidad reside en la defensa; la posibilidad de la victoria, en el ataque».[53]

También podía ser algo fortuito lo que impidiera el contraataque. En Malplaquet, el duque Claude de Villars formó una línea defensiva con la que resistió los ataques británicos, holandeses y austriacos del duque John Churchill.[54]​ En lugar de atacar por un solo flanco, táctica típica del siglo XVIII, los aliados atacaron ambos extremos de la línea francesa,[55]​ forzando a los franceses a debilitar su centro. Finalmente, cuando los aliados estaban diezmados Villars preparó su contraataque, sin embargo, fue herido de un disparo y la operación se canceló.[56]​ Churchill aprovechó de cargar contra el centro francés, pero su caballería estaba tan agotada que no pudo sacar partido de la ruptura[57]​ y los franceses se retiraron en orden.[58]

Ejemplos

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A inicios de la Antigüedad las tácticas básicas eran el ataque frontal y la defensa posicional. Las armas eran poco efectivas y la movilidad limitada, así que los atacantes no podían hacer maniobras más complejas como un flanqueo ni los defensores reaccionar a tiempo ante una penetración de su línea.[4]​ Fue con el desarrollo de las profesionales legiones romanas que está táctica se usó con más frecuencia.[2]

El historiador español José Lago indica que Cayo Mario en Aquae Sextiae, Cayo Julio César en Bibracte y Cayo Suetonio Paulino en Watling Street derrotaron a adversarios muy superiores en número formando en un terreno elevado y rodeado de árboles que impidieron que fueran flanqueados. Cuando los bárbaros cargaron la línea de legionarios aguantó y esperó hasta agotarlos con una lluvia de jabalinas y luego con sus espadas para contraatacar arrollándolos colina abajo.[59]​ En el caso de Mario se agrega el hecho que imitó a Aníbal Barca, pues ocultó una pequeña fuerza que atacó al enemigo por la retaguardia en el momento preciso como en Trebia. Se cree que fue Lucio Cornelio Sila quien introdujo entre los romanos el uso extensivo de trincheras y empalizadas en el campo de batalla, como en Orcómeno y Praeneste.[60]​ Algo que continuó Lucio Licinio Lúculo en Cícico[61]​ y Julio César en casi todas sus batallas después de Bibracte, pasando a fortificar siempre sus posiciones defensivas antes de permitir a sus enemigos atacarlo.[62]​ Sin embargo, los romanos también la padecieron, pues en Zela, los legionarios atacaron el campamento de Mitrídates VI de Ponto, pero fueron rechazados y empujados contra una trinchera que el rey póntico había hecho construir y ocultar.[63]​ En Adrianópolis, el emperador Valente ordenó atacar a los godos, que habían acampado formando un laager, un círculo defensivo formado por carromatos, intentando por horas tomar las barricadas.[64]​ Sin embargo, la caballería goda regresó después de haber pastado[65]​ y atacó por un flanco a los romanos, animando a su infantería a contraatacar.[66]

Muchos siglos después, Belisario y Narsés en la guerra gótica dejaban a los ostrogodos cargar con su caballería por el centro intentando partir a los romanos en dos y así que su reserva de infantería entrara por la brecha, pero gracias al arco compuesto los romanos pudieron defenderse mejor antes de proceder a contraatacar.[67]​ En Dara, Belisario uso su superior conocimiento del terreno y las tácticas de los sasánidas para prepararse construyendo una trinchera con la que resistió los asaltos de un enemigo mucho más numeroso para después sorprenderlos con un contraataque[68]​ contra el ala derecha de los persas[69]​ que desintegró su comando y control. En esta ocasión los romanos también demostraron la superioridad de su unidad de comando y la flexibilidad de sus líneas defensivas.[68]​ En otro caso, los heftalitas cavaron dos trincheras en una planicie, las ocultaron y colocaron a su ejército detrás, existiendo un pequeño paso de tierra entre ambas.[70]​ Enviaron a su vanguardia a provocar al rey sasánida Peroz I, quien ordenó perseguir a esos heftalitas.[71]​ La vanguardia se unió al grueso de su ejército pasando por el estrecho corredor, mientras las primeras líneas de persas fueron cayeron en las trincheras, siendo aplastadas por las que venían en retaguardia.[72]​ Luego, los heftalitas se abalanzaron sobre todo persa que no había caído.[73]

Durante la Edad Media, esta táctica fue usada por los ingleses durante la guerra de los Cien Años en Crecy, Poitiers y Azincourt, quienes ponían setos con estacas afiladas y baches para detener las cargas de los caballeros pesados franceses mientras los diezmaban con sus arcos largos. Algo similar consiguieron hacer los piqueros escoceses en Bannockburn.[1]Jan Žižka también la empleó en las guerras husitas,[2]​ formando un laager para repeler los ataques de los caballeros bohemios y húngaros en Nekmíř y Sudoměř respectivamente, pero en Kutná Hora la uso de forma ofensiva. Fue rodeado por una fuerza hostil muy superior y durante la noche organizó a sus hombres y carros de guerra (tabores) en cinco columnas para romper el cerco. Los husitas también fueron pioneros en el uso del cañón de mano y del obús como artillería ligera para defender sus posiciones.[74]

A orillas del lago Copaide y el río Cefiso,[75]​ la infantería ligera de los almogávares formó su línea para enfrentar a un ejército muy superior en número al mando del duque Gualterio V de Atenas.[76]​ El lugar era una llanura extensa, plana y ocupada por vegetación,[77]​ perfecta para la caballería pesada franca que encabezó la carga de un confiado Gualterio V el día de la batalla. Sin embargo, sus monturas pronto quedaron atrapadas en un lodazal por el peso de sus armaduras, de inmediato los almogávares se lanzaron sobre ellos y los masacraron, y cuando la infantería del duque intento rescatar a su vanguardia fue derrotada.[78]​ Había sucedido que en los meses anteriores los almogávares y sus familias habían cavado zanjas en la llanura para inundarla, luego cultivaron y dejaron que plantas crecieran en el lugar para ocultar el nuevo pantano.[79]

El Imperio otomano formó en varias ocasiones muros defensivos de carromatos encadenados entre sí, detrás de los cuales iba su artillería.[80]​ Este uso de los cañones les permitió vencer las cargas de la caballería pesada de los mamelucos en Marj Dabiq y Ridaniya, de los húngaros en Mohács[81]​ y de los safávidas en Chaldiran.[82]​ Cuando Babur invadió el Sultanato de Delhi se enfrentó a un ejército mucho mayor y con 1000 elefantes de guerra, pero carente de artillería moderna. En cambio, Babur disponía de 2 cañones y arqueros montados muy experimentados en combate. Para anular la superioridad numérica del enemigo, imitó a los otomanos y mandó formar delante de sus tropas una barricada con 600 carromatos amarrados entre sí, pero con varios huecos en la línea por donde podían pasar unidades pequeñas de caballería. Para proteger sus flancos, tenía por un lado los muros de la ciudad de Panipat y por el otro hizo construir una zanja cubierta de matorrales. Babur provocó a sus enemigos lanzando pequeños ataques contra su campamento hasta que decidieron atacar su barricada. Cuando lo hicieron, sorpresivamente la reserva de Babur los rodeó por los flancos y los atacó por la retaguardia, causando pánico.[80]

Esteban III se inspiró en las tácticas de Žižka para vencer a los otomanos. Cuando los turcos invadían su principado, Esteban III desgastaba sus expediciones con guerrillas y negándoles los suministros arrasando toda tierra por donde iban a pasar. Cuando decidió presentar batalla combinó su conocimiento del terreno y tácticas innovadoras defensivas para vencer a un enemigo muy superior en número.[83]​ En Vaslui, Esteban III atrajo a los turcos a un valle pantanoso, mientras la niebla y nieve impedían a los otomanos luchar con efectividad mientras los moldavos los esperaban en posiciones defensivas[15]​ frente a su campamento.[84]​ El valle también era estrecho y rodeado por montes boscosos, lo que impedía a los turcos flanquear a los moldavos, obligándolos a avanzar solamente hacia adelante, y volvía su superioridad numérica un lastre, pues pronto quedaron hacinados y desordenados. El suelo pantanoso dificultaba sus movimientos y limitaba el poder de sus ataques. Además, para llegar al campo de batalla debían cruzar lentamente el río Bârlad por un estrecho puente, por lo que nunca pudieron atacar con todas sus fuerzas a la vez, sino que las unidades llegaban sucesivamente.[85]​ Aunque cuando avanzaron hacia el campamento moldavo hubo un pánico inicial, los tiros de la artillería moldava ubicada en los flancos del valle consiguieron recomponer la situación. Luego, Esteban III contraatacó con una maniobra de flanco[84]​ usando al grueso de sus fuerzas que estaban en reserva y el ejército otomano se desordenó.[15]​ Los turcos habían sido atraídos masivamente a una trampa y se veían atacados por detrás y un flanco.[86]​ Cuando intentaron retirarse por el puente colapsó y no pudieron retirarse, siendo aniquilados.[85]

En Cowpens, los estadounidenses del brigadier Daniel Morgan se componían de tropas regulares y milicias, teniendo estas últimas una mala fama de prematuramente de las batallas. Los milicianos fueron puestos en primera línea y después de dos andanadas se retiraron, animando a los británicos a perseguirlos sin esperar que las mejores tropas estadounidenses los esperaban ocultas, descargando un disciplinado fuego de mosquete a quemarropa y cargando con bayonetas sobre un flanco de los sorprendidos británicos.[87]

Durante la campaña contra el Reino de Prusia en 1806 Napoleón afirmaba: «Todo el arte de la guerra consiste en una defensa bien razonada y extremadamente prudente, seguida de un ataque rápido y audaz».[88]​ El emperador francés utilizó un contraataque cebado en Austerlitz, fingiendo debilidad en su ala izquierda para atraer a los austriacos y rusos a un saliente y sobre extender sus líneas:[87]​ «el contraataque es el alma de la defensa y que, tanto en la defensa como en el ataque, el enemigo debe ser mantenido a raya en toda su línea, mientras que el golpe decisivo se da en el lugar y momento favorables».[89]​ El británico Arthur Wellesley también uso el contraataque de forma exitosa después que el mariscal francés André Masséna se debilitara atacando las tres líneas de Torres Vedras (apoyadas por tácticas de tierra arrasada y guerra de guerrillas).[1]​ Durante el Gran Trek, los boers al mando de Andries Pretorius formaron un laager para defenderse de un ejército del Reino zulú. Después de rechazar los asaltos zulúes, los boers cargaron con su caballería y dispersaron a sus enemigos.[90]​ Este sistema defensivo móvil fue usado durante la expansión de los Estados Unidos en el Viejo Oeste por los colonos contra ataques de las tribus locales.[91]

Durante la primera guerra mundial, los británicos lanzaron una ofensiva contra las trincheras alemanas en Cambrai, sin embargo, en menos de un mes el general Georg von der Marwitz ordenó un exitoso contraataque. Al cabo de un mes, los británicos habían sufrido enormes pérdidas con muy pocas ganancias territoriales.[92]​ De hecho, el capitán alemán Willy Rohr fue clave al desarrollar y formar unidades especializadas en lanzar contraataques llamadas Sturmabteilung, «destacamentos de asalto».[93]​ Después del conflicto, el general alemán Waldemar Erfurth señalaba como se consideraba a la «ofensiva-defensiva», es decir, la combinación de operaciones ofensivas con tácticas defensivas como la forma más efectiva de guerra moderna por sus buenos resultados en el anterior enfrentamiento.[94]

En períodos en que la movilidad y potencia de fuego superan a la tecnología defensiva, como durante la segunda guerra mundial, la guerra favorece al atacante y la habilidad para contraatacar se vuelve fundamental.[4]​ Para enfrentar la guerra relámpago, los soviéticos crearon un sistema de defensa en red: primero, varias líneas de puntos fuertes que se dan soporte entre sí retrasan y desgastan el avance del atacante; segundo, se lanzan grandes contraataques.[95]

En el frente oriental los soviéticos crearon grandes sistemas defensivos en Moscú y Kursk que consiguieron detener las ofensivas alemanas antes de realizar sus propias contraofensivas y hacerlos retroceder.[96]​ Otro ejemplo sería Stalingrado, en que la guarnición soviética consiguió defender la ciudad y distraer a los alemanes, mientras el mariscal Gueorgui Zhúkov preparaba su famoso contraataque contra los flancos de los asaltantes.[33]​ En Kohima, el general británico Montagu Stopford atrajo al ejército japonés permitiéndole tomar algunos valles entre montañas, pero resistió en las posiciones principales gracias a la preparación previa y el apoyo aéreo. Luego, con los japoneses agotados les atacó y les hizo perder todo lo ganado.[97]

Durante la guerra de Ucrania en 2022, los ucranianos consiguieron alternar los principios de moverse, golpear y protegerse de forma exitosa, deteniendo la ofensiva rusa sobre Kiev y luego recuperando el territorio.[98]

Chandler también considera que se da cuando un ejército sitia a su enemigo y luego es sitiado a su vez por una fuerza de relevo, la que consigue rechazar. Por ejemplo, a Julio César en Alesia o Eugenio de Saboya en Belgrado.[97]​ Se basaron en crear una línea defensiva de circunvalación para rechazar al ejército enemigo, muy usada en la época de Luis XIV de Francia, pero que Napoleón se negó a usar en el sitio de Mantua contra los austriacos.[99]

Notas

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  1. Otros usos para dicha reserva son darle profundidad a la defensa mediante una segunda línea defensiva o bloquear el ataque enemigo reforzando puntos débiles de la primera línea.[9]
  2. Carta del general de brigada confederado Edward Porter Alexander al reverendo J. William Jones, Montgomery, 17 de marzo de 1877.[30]

Referencias

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Bibliografía

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Clásica

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Los libros son citados en números romanos y capítulos y párrafos en números arábigos. Entre paréntesis aparecen los apellidos de los traductores de las ediciones usadas con el año correspondiente y las páginas citadas.

Moderna

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