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Usuaria:Garabata/Taller/Patriarcado

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En ciencias sociales, el término patriarcado se ha usado en antropología, sociología y en estudios feministas para describir una situación de distribución desigual del poder entre hombres y mujeres en la cual los varones tendrían preeminencia en uno o varios aspectos, tales como la determinación de las líneas de descendencia (filiación exclusivamente por descendencia patrilineal y portación del apellido paterno), los derechos de primogenitura, la autonomía personal en las relaciones sociales, la participación en el espacio público ―político o religioso― o la atribución de estatus a las distintas ocupaciones de hombres y mujeres determinadas por la división sexual del trabajo.

Etimología, otros usos y palabras relacionadas 

La palabra «patriarca» proviene de las palabras griegas άρχειν árkhein, que significa ‘mandar’, y πατήρ patḗr, que significa ‘padre’.[1]

Fueron patriarcas los jefes de las primeras familias hebreas. Luego pasó a ser el nombre de una jerarquía eclesiástica de la iglesia cristiana primitiva. Varias iglesias cristianas modernas siguen usando la palabra patriarcado para designar un grupo de diócesis[cita requerida].

En la antropología de la organización social se suelen considerar tres criterios: Filiación ―relacionada con la descendencia―, la autoridad y el patrón de residencia posnupcial. La filiación unilineal puede ser patrilineal o matrilineal, la autoridad puede ser patriarcal o matriarcal y la residencia postmarital puede ser patrilocal o matrilocal. Estos conceptos teóricamente pueden combinarse de diversas manera (por ejemplo una sociedad puede ser matrilineal y al mismo tiempo patrilocal, etc). Sin embargo, en la práctica la documentación existnte sobre sociedades humanas muestran que algunas combinaciones son mucho menos frecuentes que otras, en concreto no se conoce ningún ejemplo documentado de un genuino matriarcado.[2]

Uno de los objetivos principales de parte del movimiento feminista es terminar con la asimetría de poder entre hombres y mujeres en sus múltiples formas. Para el feminismo, en una sociedad completamente democrática no puede haber un sexo superior al otro, legitimado y promovido por los propios estados en leyes que, por ejemplo, obligan a la mujer a adquirir el apellido del marido cambiando su nombre en todos los aspectos legales. Este hecho es justificado como un resto atárquico de las sociedades patriarcales, pero que provoca un abandono de la identidad de las mujeres en la actualidad, donde ya ha adquirido todos los derechos correspondientes a cualquier ciudadano[cita requerida].

Características en la sociedad occidental contemporánea 

Las maneras en que el patriarcado se manifiesta son distintas para distintas sociedades y han cambiado a lo largo de la historia. Algunos autores[3][4] resumen las características con las que se presentan en la actualidad para las sociedades europeas ―toma ejemplos para España en comienzos de siglo XXI―. Se mencionan algunas de ellas:

Falta de autonomía económica: por falta de ingresos o ingresos bajos por trabajos precarios, inestables de tiempo parcial.
División sexual del trabajo: las mujeres cargan con todo o a mayor parte del trabajo no remunerado (trabajo doméstico y cuidado de personas).
Preponderancia masculina en el trabajo: para las mujeres se reservan los puestos de «bajo perfil» o de «perfil asistencial». Los salarios de las mujeres son más bajos y las mujeres copan la mayoría de los contratos de trabajo parcial.
Expectativas del mundo laboral: Entre los trabajadores muchos asumen que los varones tendrán disponibilidad hacia el trabajo diferente de las mujeres, que presumiblemente tendrán mayor preferencia por encargarse de sus hijos y su hogar que sus parejas masculinas.
El «techo de cristal» aún cuando algunas asciendan a altas jerarquías, en general quedan a un paso de los verdaderos puestos de decisión. Las que consiguen pasar ese techo son la minoría.[5]
Violencia doméstica, acoso sexual y violación: A pesar de la igualdad jurídica legal de las mujeres en muchos países, siguen existiendo numerosos casos de violencia doméstica, acoso sexual y violación. Algunos de estos actos cuentan con apologías y justificaciones, e incluso han existido actuaciones de tribunales que encuentran atenuantes en supuestas provocaciones por parte de la víctima.[6]
La sexualidad: Escaso respeto de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.[7]
La prostitución: que es ejercida mayoritariamente por las mujeres y no sería posible sin una abismal diferencia de poder entre varones y mujeres y la reducción de estas a objetos sexuales.[8]
Patriarcado según autores 

Una definición completa del término que integra distintas corrientes del feminismo fue elaborada por Marta Fontenla:[9]

El patriarcado puede definirse como un sistema de relaciones sociales sexo–políticas basadas en diferentes instituciones públicas y privadas y en la solidaridad interclases e intragénero instaurado por los varones, quienes como grupo social y en forma individual y colectiva, oprimen a las mujeres también en forma individual y colectiva y se apropian de su fuerza productiva y reproductiva, de sus cuerpos y sus productos, ya sea con medios pacíficos o mediante el uso de la violencia.Marta Fontenla

En su artículo, Fontenla repasa los aportes que utilizó para su definición:

Cuando dice que son relaciones «sexuales y políticas», está refriéndose a los postulados del feminismo radical establecidos por Kate Millett, según la cual las relaciones sexuales son relaciones políticas, a través de las cuales los varones dominan a las mujeres.

Cuando dice que «están basadas en diferentes instituciones públicas y privadas», se refiere a la familia, dado que Gerda Lerner habla del dominio masculino sobre las mujeres y niños/niñas de la familia y la ampliación de ese dominio sobre las mujeres en la sociedad en general. Otra de estas instituciones es el Estado, ya que, en su formación, este recibe, de manos del padre, el poder sobre los demás miembros de su familia. A partir de ahora el Estado garantiza, principalmente a través de la ley y la economía, la sujeción de las mujeres al padre, al marido y a los varones en general, impidiendo su constitución como sujetos políticos. También se refiere al feminismo marxista de Heidi Hartmann, cuando dice que el patriarcado no descansa solo en la familia, sino en todas las estructuras que posibilitan control sobre la fuerza de trabajo de las mujeres.

Cuando habla de la «solidaridad interclases e intragénero instaurado por los varones», hace referencia a Celia Amorós quien habla de una fratría ―hermandad― entre varones que tiene lugar en la constitución del patriarcado moderno. También se refiere a H