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​Giuseppina Croci

Giuseppina Croci (Castano Primo, 1863 - 1955) fue una obrera del sector textil de la seda que en 1890 partió hacia Shanghai, donde permaneció cinco años, como encargada de organizar el trabajo de las obreras en una hilandería. Nació en el seno de una familia humilde de la Lombardía. Era la mayor de doce hermanos. Desde los diez trabajó en una hilandería a las órdenes de Daniele Beretta, con horarios de hasta dieciséis horas diarias. Para huir de la vida que había llevado su madre, que había muerto de parto, aceptó la oferta de su patrón para trabajar en Shanghai en una compañía inglesa, Jardine, Matheson and Company, en la que él había sido contratado como director. Daniele Beretta se lo propuso por su fortaleza física y su determinación.

El 9 de junio de 1890, a los veintisiete años, partió de Génova a bordo de un carguero alemán rumbo a Shanghai. Ninguno de los escasos pasajeros del carguero hablaba italiano, y por ello empezó a escribir un diario detallado para plasmar sus impresiones, que se publicaría con el título Sul bastimento per Shanghai. Según este diario, al emprender el viaje se sentía orgullosa, feliz y esperanzada por la independencia que le supondría el dinero que iba a ganar. El viaje duró treinta y siete días, durante los cuales el carguero hizo escala en Puerto Saíd, Suez, Colombo y Singapur. En su diario describe las ciudades y manifiesta su sorpresa ante la visión de seres humanos de piel negra o amarilla.

Después de una travesía agotadora acompañada de mareos, sed, calor y tormentas, llegó a Shanghai antes de lo previsto y se encontró sola y asustada en una ciudad enorme donde se hablaban idiomas que ella desconocía. Con la ayuda de un transeúnte francés consiguió llegar a la hilandería Jardine, una fábrica de mil obreros en el asentamiento internacional de Shanghai, a orillas del río Huangpu.

En la hilandería tenía a su cargo doscientas obreras chinas a las que tenía que instruir y supervisar. Durante el tiempo que permaneció en Shanghai se habituó a la comida china, al té y a la gran ciudad, aunque lo más difícil para una persona poco instruida como ella fue el aprendizaje del inglés y de unas cien palabras en chino. Cinco años después de su llegada, una vez finalizado su contrato, consideró que había ganado suficiente dinero como para poder vivir de rentas el resto de su vida, así que el 28 de junio de 1895 partió hacia su pueblo. Se llevó ropas y objetos adquiridos en China con los que decoró la casa que se compró en Castano Primo.

A su regreso se casó con un exsubteniente de la policía con quien tuvo una hija a la que llamaron Carlota, a la que inculcó la necesidad de aprender idiomas para ser independiente. Murió plácidamente a la edad de noventa y dos años."