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Usuario:Haslerjuan/fonetica

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Fonética auditiva para fonematistas y dialectólogos

Siendo estudiante el autor de este alfabeto fonético, se incomodó con las faltas de simetría que encontraba en el alfabeto de los descriptivistas norteamericanos y en el de los filólogos españoles, por ejemplo, empleando el círculo de sordez una vez debajo, como en iļla ‘isla’, y otra vez arriba, como en y˚ (Navarro Tomás, Manual de pronunciación…, p. 128). Decidió entonces “poner orden”, teniendo muy presente las limitaciones de las “canastas” de las máquina de escribir mecánicas (Juan A. Hasler, Páginas de fonética general, Cali, 1982). Al mismo tiempo recomendó evitar sectarismos gráficos, declarando, que había que respetar la existencia de matrices en los talleres y las tradiciones de los gremios, por ejemplo, aceptando la equivalencia de:

Afirmó que todo investigador necesita sólo una pequeña selección de los signos, y que esta suele caber en su máquina de escribir.

Aunque con el advenimiento de los ordenadores electrónicos, ya no existe el apremio de las “canastas”, la economía de esta convención gráfica sigue tan válida como cuando nació en los años de estudiante de su autor.

En este renglón, las Páginas… no han cambiado y siguen siendo válidas. Pero en lo conceptual ya no son las del estudiante práctico, sino del maestro pensante.

Y como todo pensamiento, son páginas susceptibles de desacuerdos.

La adjetivación de “auditiva” es un agregado reciente del autor. Quiere señalar que es una fonética para lo que el investigador oye, y lo que oye –al igual que los hablante nativos– son realizaciones de fonemas,

En suma, es un instrumento para la fonemática.

La comunicación

§0 La comunicación hablada se realiza mediante una corriente de aire de características fónicas, llamada cadena hablada. Este aire se origina generalmente en el pulmón. El aire pulmonar pasa por la tráquea, de ahí a la laringe en cuyo interior se encuentra cuatro cartílagos (el tiroides, el cricoides y dos aritenoides). Los dos primeros forman una especie de tubo corto y ancho en cuyo interior, en posición perpendicular a sus paredes, se hallan las cuerdas vocales, que son dos músculos jados entre el cartílago tiroides y los aritenoides, a las cuales el aire expelido por los pulmones puede hacer vibrar. Prosigue el aire su camino, llega al resonador faríngeo (g. 1, ḥ) al cual atraviesa.

Fig.1

Si el velo del paladar blando (palatum molle, g.1,) se encuentra levantado, apretándose contra la parte superior de la faringe, el aire prosigue su camino por el resonador bucal (g. 1 h,). Si, al contrario, el velo deja que el aire pase hacia arriba, parte de dicho aire prosigue hacia el resonador nasal (g, 1, n) y otra parte penetra el en resonador bucal.

La fonación

§1,1 Si la las cuerdas vocales no entran en vibración, la columna de aire expelida no recibe modificación vibratoria. Este ocurre al cuchichear, y es generalizada la idea de que en este forma, cuchicheando, las palabras que se articulan no tienen gran alcance en el espacio, por carecer de voz. Recojamos de este idea popular el término “voz”, en su acepción de ‘vibración de las cuerdas vocales’. Y planteémonos la pregunta de cómo nominar lo contrario: ¿Cómo llamar a la no-vibración? ¿Cuál es el antónimo de voz? Hace tiempo que la lología clásica resolvió la cuestión, partiendo del juicio analógico de: si lo contrario de un individuo dotado de voz es el individuo mudo, lo contrario de una articulación, o de un sonido, con voz será la articulación muda. De esta manera tenemos las designaciones latinas de sonans : muta, sonantēs : mutæ.

§1,2 La lingüística actual no está de acuerdo con la nominación subjetiva de los sonidos. Se arma que un sonido no es una letra, y que ni el sonido ni la letra pueden ser duros, blandos, líquidos, mojados, suaves, ásperos, estridentes, sordos, mudos. De paso sea dicho que el adjetivo “gutural” ha sido proscrito, por haber abundado en textos de acionados sin que éstos no ofrecieran jamás una denición de lo que según ellos era “gutural”. Lamentable no podremos ser completamente consecuentes con el rechazo de términos de tenor subjetivo, pues la tradición nos obliga a aceptar sus términos cuando no disponemos de otros mejores. De manera que llamaremos “de articulación sorda” a los sonidos producidos sin vibración de las cuerdas vocales, y “de articulación sonora” a los sonidos producidos con vibración de las cuerdas vocales. A nuestro entender, todos los sonidos pueden tener una articulación sorda. Pero no todos pueden tener una correspondiente sonora.


İmplosión-explosión

§2,1 Los sonidos conocidos como consonánticos, constan de hecho de dos mitades; n| , s|.. La primera se llama “implosión”; la segunda “explosión”. Las dos mitades están presentes entre vocales, «Ana», «asa», en que las consonantes están “enteras”, lo que no es el caso en «ante» y «asta». En estas dos palabras sólo hay la mitad de sus dos consonantes. En «ante», la primera mitad –que es la implosiva– termina en el momento que se articula la siguiente sílaba, que es -te. La misma reducción “a sólo la primera mitad” se presenta con la s de «asta». También el sonido t de -te, -ta, está reducido a la mitad: a la otra mitad, que es la explosiva.

§2,2 El autor ha encontrado que para explicar la reducción (desde el “relajamiento” hasta la pérdida total) de segmentos en el castellano dialectal, y también en otros idiomas, es de suma utilidad dividir las 2/2 partes de la articulación en dos y postular 4/4 de articulación. Esto será tratado más adelante en §50.


Los resonantes

§3 Cuando la columna de aire penetra al resonador bucal (g. 1, h), la forma de éste le incorporará características fónicas especiales. Modicando la conguración del resonador, se modicará la calidad fónica del sonido.

Fig. 2

Si la lengua queda en posición baja, pero no neutra como se creía antiguamente, y tenemos las mandíbulas un poco separadas, el cúmulo de vibraciones resonantes tiene lugar en la parte central del resonador, con inclusión de su parte más baja. El sonido así logrado (§14) se designa con el signo gráco «a» y en escritura fonética con [a] si es sonoro y con [ạ] ó con [A] versalita si es sordo.

§4 Cerrando un poco más la boca y desplazando el punto culminante de las vibraciones cambiando la posición de la lengua, obtendremos un sonido cerrado respecto de [a]. En su tesis doctoral, escrita en 1781, Hẹllwag describió por primera vez este mecanismo, bajo en encabezado de Dē formatione loquela. Aunque el “triángulo de Hẹllwag” ya no se considera hoy como una gura isósceles, y según estudios más recientes ni siquiera tiene tres lados, sino que tiene cuatro bastante desiguales, la concepción de 1781 sigue siendo fundamental para la lingüística, en especial para la fonemática. Lo emplearemos en su forma simétrica en las presentes páginas.

Triángulo 1

En el triángulo 1 se han marcado tres posiciones, de la cuales dos se denen como altas y una como baja. De las posiciones altas, la de [i] es anterior, y la de [u] es posterior, la de [a] es baja. En consecuencia, los sonidos que estos signos representan son:

[i] anterior alto [u] posterior alto [a] central bajo

Hay lenguas que tienen fonemáticamente estas tres posiciones, por ejemplo el quichua, esquimal, totonaco, árabe, pero en tales idiomas se presenta generalmente de manera notoria la alofonía o capacidad que tienen estas tres unidades de moverse con de ciertos límites dentro del triángulo, abandonando su posición “normal”. Cuando ocurre la alofonía, también llamada variación, el cambio de posición dentro del triángulo no afecta el sentido de la palabra, es decir, que no es signicativo. Desde luego, lo que para un idioma es alofonía, puede ser signicante para otro, razón por la cual debemos estar dotados del instrumental gráco para anotar todas las posiciones. Cuando tomamos las primera anotaciones en una lengua desconocida, no sabemos qué posiciones signicativas posee ese idioma, por lo que estamos obligado a anotar todas las variantes que creemos poder distinguir. Existen muchas posiciones entre las tres primeras, que aparentemente son el mínimo posible en las lenguas humanas. Por ejemplo, en lenguas yutonahuas y las de Amazonía, es general un inventario de seis resonantes signicativos: entre los tres altas que conocimos arriba, se intercala otro más en cada líneas:

Triángulo 2

Este triángulo nos presenta: tres resonantes altos, dos medios, uno bajo. Dos de ellos son anteriores, dos centrales y dos posteriores:

[i] anterior alto [i] central alto [u] posterior alto [e] anterior medio [o] posterior medio [a] central bajo

En este triángulo 2 ha quedado sin ocupar el espacio entre [ɨ] y [a] de la línea central. Hay idiomas que lo ocupan, por ejemplo el alemán:


Idiomas hay, como el inglés o el danés, que ocupan aún más las posibilidades de posición que ofrecen los restantes puntos intermedios. Se habrá observado que hemos empleado en una ocasión el signo “ɨ” y en otra el signo “ü” para la posición central alta. Fonemáticamente se les ha atribuído a ambos resonantes el mismo sitio en el triángulo; pero fonéticamente son distintos. El sonido representado con [ɨ] es articulado con los labios planos o estirados; en cambio, [ü] es articulado con los labios protuberantes o abocinados.

Redondeamiento

§5 El sonido resonante anterior alto [i] se pronuncia en castellano, y posiblemente en las demás lenguas del mundo, con los labios planos. El resonante posterior alto [u] se pronuncia en castellano, y en muchas lenguas más, con los labios algo protuberantes, llamados redondos.

El grado de redondeamiento de los labios (fig. 2) es una de las característica, llamada rasgo, que se debe tomar en consideración al describir los sonidos, tanto de resonantes como de los ocluyentes sibilantes (§20). En la enseñanza de idiomas, tal distinción puede ser de mucha ayuda, por ejemplo para hacer que el educando pronuncie el signo «u» de Mutter menos redondo que en Mut en alemán; lo mismo que para lograr una mejor articulación de «o» en Moos, pronunciado más redondo que en Most. Los sonidos centrales [ü], [ö] de las lenguas de Europa septentrional, central y occidental, son resonantes redondos. Su pronunciación se logra poniendo los labios en la posición redonda del sonido redondo posterior, y profiriendo una corriente de aire correspondiente al sonido anterior. Esto es, para [ü] se pone la lengua en posición de [i] y los labios en posición de [u]. Para [ö] se pone la lengua en posición de [e] y los labios en posición de [o], enseguida se emite el aire sin abandonar la posición redonda. La antinomia entre [u] e [i] produce [ü]. Tiene característica de ambas sin ser ninguno de los dos: es un sonido redondo como [u], pero su posición anterior lo hace compartir un rasgo diferenciador o diferencial con [i] que distingue a ambos de [u]. De manera que en lo esencial, la diferencia entre el sonido central [ɨ] que se encuentra impreso en el triángulo 2, y el sonido [ü] del triángulo 3, es el rasgo plano del primero, que es típico de los resonantes centrales amerindios. El diacrítico ¨ se emplea para representa centralidad redonda. Para la centralidad plana se emplea la rayita horizontal –. Para las lenguas americanas que tienen un solo resonante central, y siendo este alto, el signo “correcto” es una i tachada, ɨ. Sin embargo, en vista de que los talleres de tipografía suelen carecer de él, los autores se ven obligados a sustituírlo por “ï” cuando mandan hacer cartillas, publican en periódicos, o al editar trabajos en imprentas de provincia. Para no entrar en contradicción de uso, empleando “ɨ” en unas obras pero “ï” en otras, es aceptable recurrir en todo caso a “ï” para el sonido central alto único de lenguas del Brasil, del sur de Suramérica y del sur y norte de Méjico. En cambio, cuando el resonante central único está en posición media, con timbre de “šwā” (§12,1) se recomienda a los autores que pidan a sus imprentas el esfuerzo de imprimir ə. Este central ocurre como único en idiomas de la Amazonía colombiana y en regiones colindantes. El signo “ʌ” se reserva para los casos en que el sonido central es bajo, como en la palabra inglesa “but” (véase triángulo en §9,4 y §13,1). Para las lenguas americanas con dos centrales planos, como las otomianas del centro de Méjico, se emplea el grafema “ʉ” para el alto, y “ö” para el medio, La diferencia entre usar “ɨ” o “ʉ” no es meramente formal, sino que indica también la posición de los centrales dentro del triángulo fonético (véase en §13). Algunos autores arman que en latín no solamente se pronunciaba la “y” del griego (ʋ,Υ) como sonido central, sino que emitían así /u/ en posición átona dentro de palabra polisilábica. Si esta armación es correcta, tengo para mí que debemos entender ese alófono como [ʉ] de labios planos. Este sonido lo hay en inglés, por ejemplo en [k‘ɔmpyʉtəə] ‘ordenador’ y ha sido señalado en el español de la provincia colombiana de Antioquia, pero con carácter semi vocálico o semi consonántico, [ʉ]: [pelʉenlagέřa] ‘peleó en la guerra.


Los resonantes nasales

§6 Si el velo del paladar cierra el paso del aire hacia la nariz, el aire prosigue hacia la cavidad bucal. Los sonidos que se articulan ahí son “bucales”, a menos que ya sean “faríngeos”, por haber sido articulados en la faringe (g. 1, ḥ), como ח ح ﺣ en lenguas semíticas. Si el velo deja el paso libre detrás del palatum molle, se presenta el fenómeno de la nasalidad. Hay dos tradiciones gráficas para representarla en resonantes: ĩ ã ũ, etc., o į ą ų, etc. En el primer caso se ha empleado la tilde  del alfabeto portugués, en el segundo el gancho del alfabeto polaco. La tilde tiene el inconveniente de no permitir la fácil colocación de otros diacríticos, por ejemplo  más acento más diéresis, o inclusive la simple ĩ

§7 Para comprobar la nasalidad de un sonido se recomienda pronunciar su correspondiente sordo, por ejemplo [m] para [m], y ponerse una hoja de papel frente a la nariz. Se observará que la hoja se mueve claramente ante el impacto de la corriente nasal (g. 3,A).

Fig. 3

La causa de esta corriente nasal no lo es la falta de voz (llamada sordez), lo que se demuestra con el segmento sordo [p] durante cuya pronunciación (g. 3,B) no se registra incidencia de corriente nasal. Tanto [p] como [m] son bilabiales y sordos, pero una de sus diferencias está en el carácter nasal de [m], y también de [m].

§8 Se puede intentar el dominio sobre los movimientos voluntarios del velo, mediante ejercicios de pronunciación como el siguiente: sną, lną, jną, hną, jmą, tną, kną, pną, ntną, mkną, npną, mpmą, pną, pmą, tną, kną, mą, ną, ką, pą, lą, są, ją, hą, aą, ąą, ęę, ęę, ą, ę, į, ų.


Los resonantes abiertos

§9,l Consideramos que los puntos en que se encuentran los signos fonéticos impresos en el triángulo 3 son los “normales”. A esta norma e ha convenido en llamar cerrada. Las variantes llamadas abiertas se localizan más debajo de las cerradas, y se articulan abriendo un poco más la boca.

§9,2 Lo que se conoce como la «i abierta», es decir, el resonante inmediatamente inferior a [i], se representa con una i cursiva sin punto, ı, ı. Como estamos empleando una clave gráca simétrica, la «u abierta», se representará con una alguna “u sin patitas”: υ, ʋ,ʊ. Para la «e abierta» se ha escogido “una e rota en el bucle”, ε, ε, ε, lo que sugiere ya la abertura, y por otra parte ha sido escogido analógicamente con los dos griegos previos. Para la «o abierta» no se dispuso de ningún signo griego, por lo que se fabricó una “o rota” sugiriendo la abertura: ɔ. Obtenemos así el siguiente triángulo:

Triángulo 4

§9,3 Cuando el transcritor estima que el sonido que está oyendo se encuentra en una localización ligeramente distinta de la que él el considera “normal”, señala la “desviación” mediante “puntas de echa” que indican la dirección de ese desplazamiento. Si cree haber oído un resonante anterior medio un poco más cerrado que [e] (pero que no llega a [i]), se escribirá [e] con una flecha entera debajo y que apunte a arriba, o, mejor: con la punta de ella: [e]. Este sonido es propio del francés y del alemán, y se oye en regiones de Méjico y de Perú. Una desviación hacia abajo se marca con : [e]. Un resonante bajo desviado hacia adelante (que se oye a veces cuando hay [y] en contacto con dicho resonante), se escribirá [a<]. Una desviación hacia atrás se marca con > puesta debajo de la letra: [a>]. En América del sur existe el fenómeno de la “marca de compensación”, que emplean los hablantes para señalar un segmento consonántico suprimido. Consiste en una mayor abertura bucal, que señalaremos con , y a menudo con una tensión de la lengua y una posición de ella que procura compensar la mayor abertura reduciendo el resonador para evitar resonantes abiertos o extremadamente abiertos. Esta abertura de compensación se nota en ciertas provincias colombianas en sustitución de /s/-: [alió] ‘salió’.

§9,4 Entre [i], [ü], [u] en la parte alta del resonador bucal y [a] en la parte baja, hay una sucesión de muchísimos grados de abertura. En la práctica, manejaremos sólo unos cuantos, de acuerdo nuestras necesidades profesionales. Para el aprendizaje y la enseñanza de los tres idiomas que tradicionalmente se enseñan en escuelas de hispanohablantes, que son el francés, el alemán y el inglés, se requiere de: [] para el resonante de palabras inglesas como «but», «cup»; [e], [ö], [o] para el francés y el alemán; [] en una especie de “entrepiso” para “ere inglesa”; [] para los tres idiomas. De esta manera, el futuro profesor de idiomas se conformará con manejar –y poder explicar– el siguiente triángulo: i  u    e   ö o triángulo 5      æ  a a  §9,5 Notamos que debajo de la línea o nivel que ocupan [] y [] hay en este triángulo tres niveles más. Podemos llamar “nivel cero” al que ocupan los signos y ̣ y observamos que son asimétricos por cuanto no tienen correspondientes en la parte posterior del triángulo. Esto se debe al hecho de que al bajar la mandíbula, se produce un espacio mayor en la parte frontal que el la posterior del resonador bucal.


Los sonidos de «šwa» y de «hache»

§10,1 En el nivel cero, la lengua entera (ápice, predorso, dorso, postdorso) está relajada manteniéndose en la misma posición tanto cuando estamos respirando que cuando estamos emitiendo el sonido [], que es sordo y que se escribe con un circulito debajo. Esta pasividad absoluta es abandonada en [̣], durante cuya articulación el ápice de la lengua se eleva e intenta apuntar hacia atrás.

§10,2 El sonido [] se conoce clásicamente como «šwā» (< ). En algunas lenguas europeas ocurre en posición inacentuada, llamada átona por los lólogos, por ejemplo en pronombres franceses (je, me, te, se) o en alemán (habe, hatte, Gœthe). En idiomas norandinos puede ocurrir en posición acentuada. Se distingue [ə] de [] que emitimos al respirar, tan sólo por la vibración de las cuerdas vocales.

§10,3 También [̣] es «šwā», pero con retroexión del ápice de la lengua; es el sonido de la «r inglesa». Esa «šwā» retroeja es un sonido resonante que se articula con el dorso en reposo pero con el ápice apuntando hacia arriba sin hacer contacto con la parte pasiva de la boca. En un texto en que se hable únicamente del inglés, se le puede representar con una r invertida, •, pero en tal caso hay que advertir al lector que no nos estamos refiriendo a la «r relajada» de la lología española.

§10,4 Todos los resonantes incluídos en los triángulos de §9 a §13, son sonoros, es decir, se producen con vibración de las cuerdas vocales. Existen idiomas en que, bajo ciertas circunstancias, hacen desaparecer el rasgo de la vibración de los resonantes, con lo que producen resonantes con sordez. Los resonantes sordos se escriben con un circulito debajo: [i], [e], [a], [o], [u].

§10,5 En los demás idiomas del mundo es frecuente una «šwā sorda» de una fuerte corriente de aire sordo, [‘], lo que produce [‘]. El rasgo [‘] adicional permite distinguir auditivamente a esta «šwā» con más claridad de los resonante sonoros que suelen acompañar a ese sonido. En la ortografía griega, dicho segmento «šwā con mayor potencia de aire» se escribe con ‘ antepuesto a mayúscula (‘ ‘ ‘ ‘ ‘ ‘) o sobrepuesto a minúscula. En la transliteración se le representa con h: - = hepta-, - = herpē-.

§11,1 La letra «hache» es la representación de un resonante sordo que fonéticamente es [‘]. Por ser sordo, no tiene cabida en el triángulo de los sonoros. Y como no tiene punto de articulación que intercepte el aire, tampoco tiene un sitio legítimo entre los ocluyentes (§15). No siendo sino una fuerte corriente de aire sordo, es imposible que se pueda hablar de una “hache sonora” –a menos que se tratara de una «šwā» común y corriente. La «hache» como letra es un grafema que representa una corriente de aire sordo lo suficientemente fuerte para doblar la hojita o papeleta de prueba de g. 3. B.

§11,2 Fonéticamente, «hache» tiene la misma falta o ausencia de contacto que las «vocales» de la terminología tradicional, pero se le suele encontrar funcionando como las «consonantes», generalmente ante vocal sonora. Al igual que todos los demás resonantes (§16,2), el sonido de «hache» puede ser pronunciado solo, o sea, sin acompañamiento de una «consonante» de apoyo. En ese caso notamos claramente que es «šwā sorda». El contacto con los resonante comunes atrae a «hache»: en [hi] es más frontal que en [ha]. Este hecho explica que se haya dicho alguna vez que «h no ocupa un sitio denido en el triángulo» (cf. §12,2). Se trata de un fenómeno de asimilación. Como la asimilación no se limita a «hache», sino que ocurre con otros segmentos (v. gr.: [k], [k], [k]), estas variantes no tienen nada de peculiar y nos otorgan el derecho de asignarle un sitio junto a sus sonidos emparentados. Éste estará en el triángulo de los resonantes sordos, y se dene como “anterior, medio, centralizado, sordo”, y agreguemos el importante dato de que se halla en el nivel cero. Recordemos que son equivalentes las escrituras [‘] y [h].

§11,3 En algunos idiomas amerindios el fonema oral /h/ ocurre como un resonante perfecto (sin estrechamiento del resonador bucal, sin fricción) solamente si se encuentra en contacto con un resonante frontal. En esa ambiente suena como [h] de alemán, del polaco o del inglés. Pero cuando se asimila a los resonante posteriores, se desplaza lo suciente como para dar lugar a una leve fricación. En este caso, la variante fricativa ya no es fonéticamente el resonante «hache», sino el sonido ocluyente (§15,2) «jota». Viceversa, la «jota» ortográca española carece de fricación en provincia dialectales circuncaribes como Cuba y Veracruz, siendo así un resonante oral sordo, es decir, una «šwā sorda». (Para la «jota» en Colombia, véase §17,4.) En la provincia española de Extremadura, algunas palabras han conservado su antigua «hache aspirada». De esa región proviene posiblemente muchas [h] o [j] que se entre oyen indios en préstamos recibidos hace 300 ó 450 años, como “jača”, “jorno”, “jato”.


Algunas modificaciones

§12,1 Las necesidades de la transcripción pueden obligar al investigador a llenar su triángulo con muchos signos. Para ello se debe procurar no tener in mentē un valor demasiado absoluto de los signos grácos con la excepción de los más esenciales, como [i], [a], [u], cuya posición encajonada en los extremos del triángulo no les permite mucha movilidad. Indicamos pequeñas aberraciones de posición, que podemos llamar mejor “modicaciones”, mediante puntas de echa a manera de cuñas puestas debajo o también a un lado de los grafemas (letras) con que estamos representando los sonidos ideales o “normales”. La dirección de la punta de echa indica el sentido de la desviación a partir del punto que consideramos ser el normal (§31,1); ya conocimos e y o. La centralización redonda se indica con diéresis, según ya se comentó, excepto en la letra ä que muchas personas emplean para []. La centralización no redonda, o sea, la plana, se simboliza con una rayita que atraviesa la letra: i, u, o. Una menor fuerza articulatoria en el segmento resonante, se indica colocando el grafema en alto, a, (como exponente, los impresores le dicen «en caja alta») o de cabeza (). Pero esto último parece poco recomendable, pues ¿cómo se pondría de cabeza una o?

§12,2 Hay formas de pronunciación que en determinadas ocasiones emplean ciertas personas, pero que no emplean en la conversación coloquial. Los indios otomíes (y tal vez los mazahuas) han cedido al español de algunas aldeas del centro de Méjico la constricción faríngea al dirigirse a compadres. Los pregoneros en Ciudad de México, por la calle de Balderas, nasalizaban y empleaban el falsete (constricción faríngea) como en [lą ę• •strąɁ), que se tiene también en el sur de Colombia al decir “m’hija”, [mí•j], en ciertos contextos. La constricción faríngea es “la producción normal o anormal de sonidos ásperos, duros y roncos que tienen lugar entre la faringe y la glotis”. El falsete es una respuesta frecuente a la irritación que el ambiente seco de la pampa argentina produce a sus habitantes. Los hablantes de lenguas californianas y surcalifornianas de distinta liación lingüística, y que igualmente viven en un ambiente seco, tiene voz ronca, debido si duda a una causa análoga. Las lenguas semítica, cuyo solar patrio por cierto también es desértico, tiene el fonema ain, que es una fricación faríngea (§17, §41). El signo internacional  para este fricativo faríngeo está inspirado en la letra  del árabe; cuando no la tienen en la imprenta, el autor debe sugerir un sustituto en caja alta, como , c.


El conjunto de resonantes

§13,1 Presentamos a continuación un triángulo que contiene una cantidad de signos bastante grande de resonantes transcritos por diversos autores en un gran número de lenguas. La posición relativa que los signos ocupan, los dene por sí sola. Este triángulo se imprime aquí para ofrecer una amplia gama de opciones al investigador incipiente que aún no ha “fabricado” su propio subcódigo o que quiere conocer de opciones ya existentes. Hay quienes se preguntan por qué cada quien tiene derecho de inventarse sus propios usos, en lugar de existir una sabrosa norma ja, rígida, impositiva, que nos ahorraría el trabajo de tomar decisiones por nuestra cuenta. En realidad, la norma general e in abstractō sí existe; pero queremos salvaguardar nuestra libertad a n de poder adaptarnos al mundo real: a la disponibilidad objetiva de los recursos de las imprentas y a las preferencias subjetivas de los grupos humanos para los que publicamos. Este triángulo pretende tener un uso consecuente de los diacríticos (excepto de ä). Del lado anterior tiene más posiciones (signos) que del posterior, lo que se debe a que la gura ideada por Hẹllwag no tiene realmente todos los lados iguales (§4). Se observará que en el extremo inferior los signos no tienen la amplitud de separación entre sí como en las posiciones altas; esta “amontonamiento” diculta su discernimiento a quien no sea hablante nativo de una lengua con estos sonidos.

i i ü u u ı ı    e ö o triángulo e   ö o núm. 6    æ ä  a a Por cierto, hemos puesto ,  a la misma altura de que e, y ạ a la altura de æ, ä, , sólo para conferirle tres lados al triángulo, pero en realidad, se trata de un “triángulo de cuatro lados”: el sonido ạ y el a van casi a la misma altura.

§13,2 Mencionemos nuevamente lo referente al resonante sordo [h], cuando lo emitimos solo. Es una fuerte corriente de aire sin vibración y articulado en el mismo sitio que «šwā». Por lo tanto, es legítimo considerar que [h] es el correspondiente sordo de []. Mas, como suele funcionar como consonante, no es normal que se le emita solo; lo normal es que lo acompañe un resonante sonoro. Este resonante atrae a su sitio de articulación a [h], por lo que en una lengua habrá tantos sitios de [h] como vocales tenga. Cuando esta espiración, «šwā sorda» o «hache» ocurre después de ocluyente, es frecuente verla transcrita con el signo [‘]. A la luz de este análisis de la formación de «šwā» y «hache», no vemos la posibilidad de que pueda haber una “hache sonora” (que no sea ), ni una šwā sorda” (que no sea h).

Definición

§14 Todos los sonidos incluídos en el triángulo núm. 5 son sonidos resonantes (inglés vocoids), cuya articulación se logra haciendo resonar el aire libremente sin que nunca medie obstrucción alguna que intercepte la corriente de aire. De acuerdo con esta denición, no sólo «la a, la i, la e…» sino también «la hache aspirada» y la «ere inglesa» son sonidos resonantes. Quitando el rasgo de sonoridad a los sonidos resonantes sonoro, éstos pueden ser transformados en resonante sordos. El equivalente sordo de «šwā»es «hache». Contrastan los sonidos resonantes con los sonidos ocluyentes, objetos de los §§ siguientes.




Los ocluyentes

§15 Son sonidos ocluyentes los que tienen una articulación en que interviene el contacto de dos partes de aparato articulatorio (boca) lo que ofrecen una resistencia al paso de la columna de aire (§44,3).

§15,2 El modo según el cual esta resistencia es vencida y el punto en que la resistencia se presenta, son los rasgos diferenciadores (inglés «distinctive features») más importantes de los sonidos ocluyentes, agregándose a ellos la presencia o ausencia de vibración de las cuerdas vocales (§1,1)


Los ocluídos

§16,0 En todos los sonidos ocluyentes (inglés «contoids») hay presencia de contacto u obstrucción. Esto los diferencia de los resonantes; por ejemplo, si a [u] se le agrega el rasgo del contacto, obtenemos [u], que ya no es un resonante. En general, este contacto, obstrucción u oclusión se lleva a cabo antes de la emisión notable del sonido. Como lo es el caso en [p], [t], [k], [q], [].

§16,1 Para pronunciar [p] se emplea una corriente de aire no afectada por las cuerdas vocales, o sea, sordo, que encuentra cerrado el paso al resonador nasal, por lo que prosigue su camino al resonador bucal, al cual encuentra ocluído también. Son los labios los que impiden que el aire salga libremente. Cuando se abren los labios dan paso al aire y con ello a la ocasión de la pronunciación de [p]. La pronunciación se realizó después de soltarse la oclusión, por lo que en textos antiguos se hablaba de sonidos explosivos. Aunque muy generalizado el nombre de oclusivos dado a este tipo de sonidos, nos adherimos a quienes, por una sutileza gramatical y de sentido, han preferido llamarlos ocluídos. El sonido ocluído [t] emplea una corriente de aire sordo que es detenida en la región dental por medio de la parte frontal de la lengua. El punto de esta interceptación del aire es a grandes rasgos “la región dental”, pero puede tener variantes, de acuerdo con el punto exacto al que se dirige el ápice de la lengua. Según el caso, se hablará de una localización dental, dento-alveolar, alveolar, post alveolar. Cuando no es del caso hacer tales precisiones, bastará decir dental, en la inteligencia de que se está refiriendo a lo dental latō sensū. El sonido [k] y el sonido [q] emplean asimismo aire sordo. Cuando se articula [k] el dorso de la lengua intercepta el paso de la columna del aire apoyándose contra la región nal del palatum durum, llamada región post-palatal. Existen ligeras desviaciones a partir de ese punto, que se pueden señalar con las echas ya empleadas en §9,2: en el sur de Chile se oye decir [k<éda] ‘queda’, [g<ra] ‘guerra’. Si la anteriorización toma carácter más bien palatal, se sugiere la posición de la lengua abombada hacia el medio palatal con la curva  (§28,2): [kéda] ‘queda’ en chileno, [t‘u] ‘mazorca’ en ocuilteco, [dédo] ‘dedo’ en la pronunciación rusa de la palabra española ‘dedo’, [evidentiménti] ‘evidentemente’ en brasileño. El ocluído velar sordo [q] se obtiene interceptando el aire con la parte posterior de la lengua apoyada en el palatum molle o velo. Ocurre en árabe, totonaco, quichua y en otros idiomas más. La oclusión [] se realiza en la glotis. Su signo árabe es la «ḥamza»,۶, en fenicio-hebreo es «’aléph», . Los padres franciscanos los representaban en la Nueva España con el “acento saltillo”, `, hoy lamentable de poco empleo en escritos filológicos. Articulando con el mismo modo y en el mismo punto, pero empleando aire “marcado con el rasgo” de la sonoridad, obtenemos [b], [d], [g], [ġ] como correspondientes sonoros de [p], [t], [k], [q]. El ocluído [] no tiene un correspondiente sonoro.

§16,2 Los sonidos ocluídos son momentáneos No podemos continuar una sílaba [ap], [at], [ak], [ak], [a] sin modicar el elemento ocluído de ella –y haciéndolo deja de ser ocluído. Todos los demás sonidos del habla humana pueden ser continuados: podemos prolongar la duración de af, as, aj emitiendo affff, assss, ajjjj, y podemos prolongar la duración de los resonantes estudiados en las páginas precedentes. En suma, los ocluídos contrastan con el resto de los sonidos por tener un carácter momentáneo, siendo continuantes los demás sonidos (§45,2).


Los fricativos

§17,1 Agregando a los momentáneos el rasgo diferenciador “ligera separación”, “fricción” o “fricación”, ellos dejan de ser momentáneos: se vuelven fricativos. La fricación que se percibe es producida por la frotación del aire al ser forzado al pasar por la estrechez entre dos parte de la boca en contacto imperfecto. El término fricativo ha sido empleado por algunos autores como sinónimo de continuante. Según esto, merecerían el nombre de fricativos absolutamente todos los sonidos que no sean momentáneos (§45,2). Debemos evitar tal uso lato del término y restringirlo a los sonidos que a continuación describimos bajo la denominación de fricativos.

§17,2 A los ocluídos sordos [p], [t], [k], [q] corresponden los fricativos sordos [p], [ŧ], [k], [q]. A los ocluídos sonoros [b], [d], [g], [ġ] corresponden los fricativos sonoros [b], [d], [g], [ġ]. El signo ġ es una concesión que en este libro de hace a la tipografía: la forma normal es con el punto debajo, no encima de la letra. Existen las variantes grácas siguientes: ŧ = qḳ y el fricativo postpalatal k puede ser representado con «jota» o con  pero no es recomendable la «equis», porque ella tiene valor de š en todas las lenguas de la Península y en las de América Media. En lenguas semíticas existen, además, fricativos logrados con el estrechamiento de la columna de aire al pasar por la garganta. En el caso de emplearse para ello aire sordo, se obtiene [ḥ], que se representa con ח   en hebreo y árabe. Empleando aire sonoro se obtiene [] que es ע   en sus escrituras nativas. Cuando la estrechez del paso del aire disminuye es menester que el investigador observe si [ḥ] sigue siendo ocluyente o si, por resonar libremente, ya no es ocluyente sino resonante. Tanto [ḥ ] como [] son faríngeos. La agrupación relativa de los fricativos respecto de los ocluídos es:

               	sordos	p  t  k   q      

ocluidos 

               	sonoros	b  d  g  ġ
               	sordos	p  t   k  q   ḥ

fricativos 

               	sonoros	b  d  g  ġ   

Las letras colocadas en una misma serie vertical o columna, indican que los sonidos que ellas representan tienen el mismo punto de articulación. La primera columna en bilabial; la segunda dental (latō sensū); la tercera post-palatal; la cuarta velar; la quinta faríngea; la sexta glotal. Las letras colocadas en una serie horizontal indican un mismo tipo de aire empleado; la primera serie es siempre la sorda, la segunda la sonora. En algunas lenguas del viejo mundo ocurren los sonidos [f] y [v], cuyo punto de articulación es labio-dental. Se les coloca en una columna situada entre los bilabiales y los dentales: p f  k q h ̣ b v d g ġ 

§17,3 El sonido fricativo bilabial sordo [p] se pronuncia como lo indica su nombre: juntando los dos labios y presionando el aire sordo a través de ellos. A diferencia suya, el sonido fricativo bilabial sordo [f] se obtiene juntando el labio inferior con los dientes superiores. Las lenguas prelatinas de Hispania carecían de sonidos bilabiales, lo que explica la completa ausencia de [v] y la baja frecuencia de [f] en castellano. Análoga ausencia hubo en América. Las letras “f” que encontramos en algunos impresos son concesiones a las imprentas y valen por [p]. La situación prehispánica explica porqué la población rural en el continente pronuncie [p] en lugar de [f] peninsular: [empé•mo] ‘enfermo’. En la provincia colombiana de Antioquia, poblada por vascos fuertemente mezclados con el substrato aborigen, se registró [ępé•m] ‘enfermo’. En Castilla se dice [emfé•mo]. El fricativo sordo que se representa con ŧ = es interdental en Castilla. Con el mismo grafema se representa ŧ =  del inglés, que no es interdental sino dental. Si en un mismo texto se omiten los pormenores que, por no contrastar con nada, carecen de valor informativo, no es innecesario señalar la diferencia entre interdental, dental, alveolar. En matemática se dice que esto es un lenguaje cociente. El empleo aquí de un lenguaje cociente, es decir, el uso del mismo signo para dos articulaciones muy parecidas pero ciertamente distintas de los que sólo se usa uno es plenamente justicado. Mas, si se quiere anotar la diferencia entre ambas pronunciaciones, o si uno no se conforma con la cómoda transcripción lata, se marca con echa de anteriorización,  , al signo empleado para la posición interdental: [eína] ‘cecina’, [oóbra] ‘zozobra’ en castellano, y se deja sin marca el inglés: [n] «thin, ‘delgado’, [pa] «path» ‘sendero’. En varias partes de España el sonido fricativo postpalatal sordo [k] = [j] = [] es articulado con mayor tensión y fricación que en América, y en un punto ligeramente más hacia atrás en el paladar duro. En la región circuncaribe la «jota» ortográfica es emitida de una manera tan diferente que en el resto de América y en España, que los transcritores concuerdan todos en representar esa emisión con la letra «hache». De la misma manera de cómo es legítimo emplear el signo  para dos sonidos diferentes (uno inglés y el otro español), porque normalmente no concurren en un mismo texto, se justifica también el empleo de h para el circuncaribe y para el inglés (siendo posiblemente distintos el uno del otro) cuando se les emplea en dos textos distintos.

§17.4 Pero es menester que los investigadores reconozcan las diferencias, si es que las hay. En cuanto a la «hache» de Colombia, puedo informar que se produce con un marcado descenso del dorso de la lengua, lo que obliga al postdorso a ascender en dirección al postpaladar; no se llega ahí a producir la fricación propia de [k], pero sí una reducción del resonador. En partes de Chile, la «jota» ante resonante medio anterior se vuelve prepalatal, como en [myr] ‘mujer’. Lo mismo ocurre lugares de Méjico entre resonante frontales, precisamente en la palabra [myiko]. En esta última palabra, tanto en Méjico como en países circuncaribes, la «jota» llega a desaparecer completamente debido al aumento de la separación entre el órgano pasivo (paladar) y el activo (lengua).

§18 De los fricativos sonoros tenemos en castellano [b] como forma fonética de “b” y “v” ortográcas cuando se encuentran entre resonantes. En esta misma posición son igualmente fricativos “d” y “g”: [ába] ‘haba’, [la báka] ‘la vaca’, [la bída] ‘la vida’, [la dága] ‘la daga’; pero: [¡bída mía!] ‘¡Vida mía!’. [¡boy!] ‘¡Voy!’, y “d”, “g” en cualquier palabra después de “cero”: a comienzo de dicción. La constricción faríngea [] (signo que se puede reemplazar por  o por c) es extrasistemático en español americano, esto es, no pertenece al sistema del habla normal (cf. §40,0); ocurre en [míja] ‘m’hija’, [empleá•] ‘criada’. El nombre de este faríngeo es «ain» en los alfabeto semíticos (ע  ).

§19 Cuando disminuye el contacto imperfecto que dene a los fricativos (§17,1), por no se acercarse lo suciente el órgano articulador inferior al superior y si al mismo tiempo no se presente una articulación relajada (§29), este aumento del grado de separación puede ser representado muy bien con la punta de echa dirigida hacia abajo, . En Hispanoamérica ello ocurre con los siguientes segmentos ocluyentes: k b d g Históricamente, el fenómenos se puede observar en el paso de “f” latina a [p] en boca los iberos, carentes del labiodental, con un paso ulterior a [p] cuyo grado de separación terminó por ser tal que sólo hubo ya el puro soplo de aire sordo, el cual se perdió posteriormente también: [p] > [p] > [h] > [#]. (El signo # es llamado “cero” y está por la nada fónica). En realidad, si no hay nada, no hay razón para ponerlo entre corchetes: aquí se puso sólo por una razón didáctica. Una evolución análoga tuvieron en la Romania occidental en ciertos ambientes la «waw» latina §25) y los ocluídos sonoros: w > b > b > # b > b > b > # d > d > d > # g > g > g > # El proceso se está repitiendo en América española. Es el caso en Chile de la elisión de /b/, /d/, y en Colombia de /k/ en palabras como «ejemplo».


Los sibilantes

§20,1 Los sonidos de “la familia de la ese”, que parecen emitirse con un pequeño silbido, se llaman sibilantes. Los hay : sordos como [s] y sonoros como [z], dentales o alveolares como [s], [z], prepalatales como [ś], [ź], retroejos como [ṣ], [ẓ], [ṣ̌], [ẓ̌], palatales como [š], [ž]. palatales retroejos como [ṣ̌], [ẓ̌] Muchas lenguas antiguas, proto-lenguas de idiomas actuales, han tenido tres posiciones contrastantes de sibilantes. El proto-caucásico, del que descienden el vasco, el extinto ibero y las lenguas del Cáucaso, tuvo [s], [ś], [š]. En América, el proto-quichuapatagón tuvo [s], [ṣ̣ ], [š]. También hay lenguas actuales con tres posiciones, como el vasco con [s], [ś], [š] o el árabe con [s], [ṣ], [š]. El análisis de esas lengua indica que no son variantes condicionadas (como sí ocurre en el español antioqueño, en Colombia, que tiene hasta siete eses distintas), sino fonemas. No tenemos noticia de idiomas con cuatro posiciones fonemáticas de sibilantes. El castellano del agro mejicano tiene dos posiciones que, por ser fonemáticas escribiremos entre oblicuas, /s/, /š/; el último se transcribe ortográcamente con la equis romance, como en el nombre de cierto frijol de flor grande, «xánat», que es de origen totonaco, o las palabras de estirpe romance “Xola”, “xoxa”, xengo”, “xirgo” (que se oían junto con arcaicidades como “lo terné” ‘lo tendré). Aclaremos que al fonematista le interesa más la función diferenciadora de las tres posiciones, que aclarar, por ejemplo, la forma exacta del ápice de la lengua al emitirse [ṣ ]. Lo que signica que el signo ṣ no representa necesariamente un retroejo, pero en todo caso una posición más atrás que s. En la mayoría de las provincias hispanoamericanas hay solamente [s] y su variante sonora [z]. Lo mismo puede decirse de España, aunque en sus provincias occidentales (Galicia, Asturias) –de donde ha de haber llegado a Castilla– hay la pronunciación [ṣ] (que fue exportada a Antioquia, en Colombia, y que en Méjico es el origen de š en las palabras romances como ṣolá• > Xola). Me ha parecido haber observado en tiempo de Franco que en las ciudades de provincias del sur (Extremadura, Andalucía) que no tienen [ș], las capas altas, identicadas política y culturalmente con Madrid, tenían [ṣ], mientras que las personas con conciencia de provincia, y a menudo políticamente antimadrileñas, cultivaban la pronunciación alveolar, [s], propia de su habla regional. Una ligera retroexión se oye también en Buenos Aires. Una retroexión mucho más marcada, que llega a extremos anecdóticos, se percibe en la provincia colombiana de Antioquia, cuyos habitantes la exportaron a nes del s. XIX a la de Caldas. No se trata aquí de un inujo indígena o de substrato, como sí lo es el caso en la Península ibérica cuya lenguas tuvieron sin duda varios sibilantes, de lo que son testimonio los tres que en vasco son fonemáticos y las soluciones posicionalmente condicionadas del portugués. Nos hace falta la descripción de los por lo menos siete alófonos de la “eše paiša” de los antioqueños, descendientes de colonizadores vascos. Para ello convendrían tomas radiográcas. No sería raro que algo tuviera que ver con esta pronunciación el aparato bucal de los antioqueños –que es una constante preocupación en las clínicas de la Capital de esa provincia, donde se practican del diario intervenciones quirúrgicas para corregir defectos de la mandíbula, cuyo prognatismo impide una masticación normal, acarreando problemas gástricos a los pacientes. Pero esta constatación no nos impide observar que en personas no prógnatas, como los hijos de inmigrados europeos, se presenta la misma pronunciación: como rasgo de identicación cultural con el lugar en que se han criado.

§20,2 Si durante la articulación del segmento sibilante la lengua no ejerce una presión vertical, sino sólo produce un acercamiento con poco contacto en el punto de articulación, asociado o no con un descenso laxo o tenso de la quijada, el fenómeno se indica con una punta de echa hacia abajo; s, z. Tal pronunciación es propia del bajo vulgo en la región valluna, en Colombia, en posición prevocálica: [síŋko], [sesénta], [presénte], [salió], [parése ke nó]. Al aumentar el grado de abertura, en una pronunciación propia de los bajos fondos y durante cierto tiempo, que ya pasó, de los estudiantes de universidades populares, el segmento pierde su carácter ocluyente para trocarse en resonantes cuyos rasgo diferenciadores se vuelven más imprecisos conforme aumenta el grado de abertura bucal. Finalmente queda la sola abertura, . Este rasgo único, en posición inicial, termina por perderse también: s > s >  > #, según se comentará en §40,1. A vallunos instruídos, pero sin duda de trasfondo cultural que no lo era, se les oye, entonces, decir con perfecta claridad: [éste méstre] ‘este semestre’, y al vulgo: [mealfabór] ‘me hace al favor’.

§20,3 En Suramérica ha caído en olvido el “valor romance” de la letra equis, por lo que vale la pena dedicarle unas líneas. A la llegada de los conquistadores a América, muchos peninsulares traían sus «haches espiradas», su [s] alveolar, su [y] en lugar de [], y todos tenían en común la oposición entre /s/ y /š/, ortográficamente así: “saque”  “xaque”. No fue sino en el Siglo de Oro que se vericó el cambio de pronunciación del sibilante palatal sordo, que cambió a fricativo postpalatal sordo: š > j. Como consecuencia de ello, las antiguas grafías con “x” cedieron el lugar a “j”; Ximénez pasó a ser escrito Jiménez, Caxamarca pasó a Cajamarca, Guadalaxara a Guadalajara, etc. Obsérvese que tanto Ximénez como Jiménez son grafías que reejan elmente la pronunciación de sus respectivas épocas: no son simples caprichos ortográcos. La letra «x» ha persistido únicamente, y con toda razón, cuando representa una [š] conservada. Esto es el caso del topónimo mejicano Xoxocotla, que se pronuncia [šošokótla] o también [šošokótla]. En cambio, donde el inujo del idioma español se impuso a los nombre de origen indio, se ha tenido plena razón en cambiar la grafía: Xuchitán > Juchitán, Xalapa > Jalapa, Caxamarca > Cajamarca. Sería esnobista y contrario a la realidad lingüística escribir con «x» los nombres que se pronuncia con «j». Igualmente inadmisible sería sustituír la bien española «x» palatal por el digrama inglés «sh», y meterse en la cabeza que se debe escribir Shoshocotla, Shingú, Ancash, Ushuaia, Shishona, Elsh, Bosh, Teshidor, Creshell.

§20,4 En castellano normal existe un solo fonema sibilante, /s/, sea su realización principal [s] o [s]. Cuando le sigue un ocluyente sonoro, su realización es sonora, [z]; «asbesto», “«desde», «asno», «mismo», «isla», «Israel», «rasgo» se pronuncian normalmente así: [azbésto], [dézde], [ázno], [ízla], [izraél], [rázgo]. En relación con los momentáneos de los tres principales puntos de articulación, los sibilantes más frecuentes ocupan las siguientes posiciones: p t k b d g s š z ž §21,1 Recordemos que tenemos a disposición cuatro signos universales para modicar grácamente «s» y «z»: haček,  (palatalidad) acutus,  (prepalatalidad) punto, ̣ (retroexión) echa,  (más adelante) echa,  (más atrás), y además tenemos: echa,  (mayor abertura bucal: s)

§21,2 Para mayor comodidad al escribir mano y al imprimir, existe la costumbre de sustituír n, l, s, etc., por ṇ, ḷ, ṣ, etc., después de haber explicado al lector en un texto especíco que el punto no habrá de representar una articulación retoeja sino, por ejemplo, la alveolar.


Los africados

§22,1 Los sonidos que principian con un elemento ocluídos y que prosiguen con un elemento continuante, se llaman africados. Su nombre se motiva etimológicamente por ser “consonantes oclusivas ad+fricadas”, o sea, vueltas fricativas.

§22,2 Los africados pueden ser homo-orgánicos o hetero-orgánicos. Cuando el elemento ocluído y el componente fricativo se localizan en el mismo o casi el mismo punto de articulación, se habla de africados homo-orgánicos, por ejemplo /pf/ en alemán: “Pferd” ‘caballo’, “Pfau” ‘pavo’, “Pfosten” ‘poste’. Cuando los dos componentes se encuentran en puntos de articulación distantes, se habla de africados hetero-orgánicos, por ejemplo /kw/ en latín: “qui, quæ, quod”. Se agrupan los ocluídos y africado de la manera siguiente:

p t k q b d g ġ pp pf ts tš kj kw qq bb bv dz dž gg gw gġ

Los sonidos de la tercera columna (región dental) y de la cuarta (región palatal) tienen un componente dental [t], [d], y un componente cuya posición determina el nombre del africado: ts es dento-alveolar sordo tš es dento-palatal sordo dz es dento-alveolar sonoro dž es dento-palatal sonoro

En el castellano de España no existe desde el Siglo de Oro sino [tš] cuya articulación es en realidad [tś], es decir: más prepalatal que palatal. En Méjico los topónimos indios aumentaron el inventario, por lo menos en la ortografía ocial: «Tzacapu», «Tzintzuntzan», «Tlapachula», «Tlanepantla», «Atlauhtla». El primero de estos africado es [ts]; el segundo es [tl] que deriva de [tl] original. El idioma totonaco del grupo macro-maya, tiene en todos los dialectos [ts] y [tš]; sonorizan ellos en ciertos dialectos si les antecede [n]. Los dialectos totonacos centrales, que antes habían estado en contacto con el “nahua chichimeco”, tienen además [tl], que es igualmente propio de algunos dialectos centrales del idioma nahua o mexicano. El inglés tiene [tš] y su sonoro correspondiente [dž] que suele ser de difícil aprendizaje para los hispanohablantes: [džni•«junior». Cuando nos encontramos en el nivel fonético de nuestras investigaciones, empleamos los signos puestos entre corchetes: [ts], [tš], [tl], [dz], [d]. Si después nuestro análisis nos indica que se trata de segmentos únicos (o sea, no de dos sonidos sumados), ya no se debe usar dos letras para los africados, sino una sola, como: [ts] = /¢/, [tš] = /č/. Si en un idioma ocurre uno solo de los africados [tl] o [dl], se emplea comúnmente // para representarlo. Pero si ocurren ambos, se debe marcar la sordez de [tl] con el circulito , así: //; y [dl] queda como / sin marca de sordez. (Esta letra no se debe de confundir con ni sustituir por .) En máquinas de escribir mecánicas, se puede emplear la cifra “” (se pide que le instalan el guarismo “tres” que tenga plana la parte superior), moviendo el rodillo hacia arriba. Se le puede poner fácilmente «haček»,  . Otra solución es emplear la «zeta» de teclado y agregarle el gancho polaco: z̜, ž̜ (que se manda instalar en sustitución de un signo no que necesitamos). Los cuatro africados homo-orgánicos más comunes son sordos [ts] = /¢/; [tš] = /č/ sonoros [dz] = //; [dž] = // Los corchetes y las oblicuas son convenciones que sirven para indicar en qué nivel se encuentra el análisis del idioma de que nos estamos ocupando. Los primeros son para el nivel fonético, las segundas pare el nivel fonemático. Si hemos llegado a la conclusión de que [ts] es una sola unidad en la palabra [tsáh-tsi] ‘gritar’, y no la yuxtaposición de dos, y que el acento es predecible, escribiremos /¢ah¢i/ en escritura fonemática. Para algunos africados no existen signos especiales, por lo que se tienen en imprimir los dos componente pero el segundo en “caja alta”: /pf/, /kw/, /gw/.


Los nasales

§23 Los sonidos ocluyentes que dejan pasar parte de la columna de aire por la nariz, se llaman nasales. Tienen muchos puntos de articulación posibles, siendo los más reconocibles: [m] bilabial [n] dental latō sensū [ñ] palatal [ŋ] postpalatal En máquina de escribir el último de los signos se sustituye por n˛ , que es la “letra común” a la que agregámos el gancho polaco, ˛, que tenemos en otra tecla. En lenguas que tienen /q/ velar (pronunciado en el palatum molle), el grupo /nq/ es [ŋ. + q]: con un sonido nasal velar. Además de estos cuatro puntos de articulación, tenemos en español peninsular: [ṃ] labiodental, como en [eṃ̣ fé•mo] [n] interdental, como en [anwélo] [ń] prepalatal, como en [áńtśo]

Hay idiomas en que, además del ocluyente [ŋ] de posición postpalatal, se puede presentar [ŋ] velar (escrito con un punto debajo), como en la palabra tepehua [tataŋ̣qášli] ‘reventó’. Este nasal velar [ŋ] se pronuncia, efectivamente, en el velo o paladar blando, debido al inujo de [q] colindante, a diferencia de [ŋ] postpalatal que en las lenguas europeas se presenta en contacto con [k] o con algún otro postpalatal: [áŋkla], [aŋgóra], [áŋjel]; también se presenta dialectalmente ante cero (así en regiones circuncaribes). Cuando los segmentos nasales son sordos, como en tepehua [pášn̥i] ‘puerco’, [lakatšíntšin] ‘templo nativo’, la falta sonoridad de estos segmentos, igual que la de cualquier otro que no tenga para ello una letra especial, se indica con el circulito puesto debajo (cf. §2, §3). Al escribir a mano, es muy sencillo escribir un circulito, pero como las máquinas de escribir inglesas no suelen tener un círculo (como º) para colocarlo debajo de una letra, los norteamericanos le dieron la vuelta durante algún tiempo sustituyéndolo por el subrayado doble: pášNI; claro que distaba de ser bonito. Había que tener buen cuidado de advertir al editor que esas feas mayúsculas debían ser interpretada por el taller como versalitas: [pášNI]. Aunque esto ya no da un aspecto tan horrible, de todos modos no es una buena sustitución del circulito infraescrito. La posición relativa de los nasales comentados hasta aquí es: m m n n ń ñ ŋ ŋ.

Estos signos, como la mayoría de los que estamos empleando, o son congruentes con los de la lología española, o son perfectamente comprensible (como m en lugar de ) ya que el punto indica siempre una posición más atrás. En otras tradiciones grácas no se recurre a n para la posición interdental, en cambio, es frecuente el empleo del punto infraescrito para señalar una posición o columna situada detrás de la no marcada, por ejemplo para registrar le «ene holandesa»: [n]. Podemos, entonces, incluír una columna adicional: 

m m n n n ń ñ ŋ ŋ


Los laterales

§24,1 Apoyando la lengua contra la región dental, la columna de aire empleada al hablar se parte en dos y prosigue a los lados de la lengua. El punto de articulación exacto de este tipo de emisión puede variar bastante, según el ambiente fónico en que se encuentre, según el idioma y acaso según el individuo. Las diferencias se pueden denir básicamente según la posición del ápice (punta) de la lengua. Para la posición dental o alveolar que el investigador decida considerar “normal” como punto de referencia, se emplea el signo [l] (manuscrito [ℓ]). Una posición interdental, existente en la Península en contacto con «zeta», es signicada con la echa de interdentalización que ya hemos conocido en §19,3 y §20: [al<<á•] ‘alzar’, [el<<íne] ‘el cine’. En idioma catalán y en bajo alemán (colonés, aquisgranés, holandés) y en judeo-alemán oriental se emplea un ocluyente lateral situado más atrás de lo que ocurre en la generalidad de los idiomas; a este lateral se le representa con [ḷ]. En polaco y en ruso coexisten ambas posiciones: [úgoḷ] ‘esquina’, distinto de [úgol] ‘carbón’ en ruso, [ḷátatś] ‘remendar’, distinto de [látatś] ‘volar’ en polaco. Para la posición palatal, en palabras como «llave», «silla», la lología española ha propuesta el empleo de una curvita debajo del signo segmental, l. En máquina de escribir mecánica esta curva es al revés: [lábe], [síla]. Según se comentará más ampliamente en §29,1, existen también otros recursos grácos, por ejemplo  (una y de cabeza). La pronunciación lateral palatal es conocida en idiomas de los Andes y en el español de regiones andinas no metropolitanas, desde Colombia hasta el sur de Chile, y en algunas provincias argentinas. En las grandes ciudades esta “elle española” ha desaparecido en América, habiendo sido sustituída normalmente por «ye», al igual que en las Canarias, en el Levante mediterráneo y en las Filipinas. Pero en la región del Río de la Plata (y de ahí en los noticieros en EUA) este sonido, tras haber evolucionado  > y, ha sido sustituído por el sordo [y], o por el poco español sonido [ž] de labios protuberantes y de fuerte tensión muscular que varía con el africado [dž] de origen italiano, el cual en algunos lugares, es percibido como [tš] por los demás hablantes y como «tx» por los catalanes, pero que posiblemente sea [tž]: [en el m de matžo]. Cuando los sonidos laterales son sordos, se marca la sordez con en circulito infraescrito, . No es recomendable el empleo de VERSALITAS. En Norteamérica hubo la moda de marcar “ele sorda” con un guión o atravesándole una tilde: l, ł. Tal práctica se aparte de la norma de emplear los diacríticos de modo consecuente. Estimamos que todo mecanoescrito destinado a ser reproducido, debe someterse al uso internacional: ni VERSALITAS ni tachones para señalar sordez, sino el  : l ḷ  ĺ  l ĺ ĺ 

§24,2 La primera columna de estas “eles” representa realizaciones en la región dento-alveolar. La segunda es una posición posterior respecto de la primera. La tercera columna registra laterales palatalizados, término que no es idéntico a laterales palatales. En lugar de “palatalizados” se puede decir en este contexto “prepalatalizados”. La cuarta columna registra laterales palatales. El empleo del diacrítico encima de una «ele» es muy incómodo en mecanografía, e inclusive en los alfabeto nacionales de Europa oriental le han buscado a Ĺ, ĺ soluciones como Ļ, ļ, Ľ, ľ. La presión de la simetría (con ś, ć, ń, ŕ, ź) nos hizo emplear al nal del párrafo anterior ĺ, pero recomendamos el empleo de l o de l: l l l   l l l  Pero en casos así, cuando no damos un valor rígido a los diacríticos, el transcriptor tiene la obligación de ofrecer al lector la explicación de sus convenciones. Si en el idioma que estamos estudiando no hay diferencia entre prepalatalidad y palatalidad, podemos escoger libremente entre el signo y el signo l al redactar nuestro informe, mas sin dejar de dar las explicaciones pertinentes.

§24,3 Un sonido africado típico en dialectos de algunos idiomas del continente norte de América, es la “te-ele”, cuyo signo fonemático es  puesto entre oblicuas. Se compone de un elemento ocluído [t] y de uno lateral “ele”, sea sordo [l ] sea sonoro [l]. Se encarece a los investigadores no transcribir  como  y de poner cuidado en informar en sus escritos si han oído   sordo o sonoro.


Los vibrantes

§25,1 Se diferencian los vibrantes de los laterales en que en los arriba descritos la obstrucción realizada por la lengua se mantiene durante la emisión del sonido, mientras que en los vibrantes la lengua abandona con un golpe (vibración única, llamada «flap» en inglés) el punto de contacto. El signo segmental para los vibrantes es “r”. Podemos reconocer auditivamente con facilidad un vibrante [r] alveolar, un [r] posterior respecto del primero, un vibrante palatal [ř] frecuente en lenguas americanas y en lenguas eslavas (en ruso [jor] ‘zorrillo’  [joř] ‘coro’, y un vibrante uvular que podemos representar con el signo «ya» del alfabeto cirílico: [я]. Este último se presenta en algunas Capitales en Europa occidental y se distingue de ere “grasseyé”, que es general en las ciudades de Francia, tanto por su punto de articulación como por su modo, pues esta “ere francesa” es el fricativo [g] de posición velar. En las lenguas de la Península ibérica existe un vibrante múltiple en la misma posición de [r]; se le representa con [r] (en lología prefieren r). Algunos hispanohablantes, pocos, remedian su dicultad para pronunciar r reemplazándolo por un sonido “gutural”, que es también la solución transitoria de infantes; el transcritor distinguirá si es [g] o [я]. En algunas provincias glóticas hispanoamericanas ocurre [ř], por ejemplo en el habla de algunas mujeres y de afeminados en Ciudad de México, en posición nal: [iř], [keréř]. Este mismo vibrante palatal es solución de «erre» en la provincia de Córdoba, Argentina, [kř•] ‘correr’. En partes de Centroamérica, el grupo ortográfico «tr» del español es pronunciado vulgarmente como “te-ere inglesa”: como [tř]. Esta palatalización se conoce también en Bogotá y en suburbios de Ecuador y Chile, siendo tomada como indicio inequívoco de falta de cultura de quienes la emplean. El dialectógrafo, o sea, la persona que toma apuntes fonéticos para un ulterior trabajo dialectológico, debe observar si esta palatalidad es sonora o si es sorda. En el caso de «tr» de los bajos fondos chilenos se debe observar también si hay retroexión (§35) en uno de sus componentes o en ambos.

§25,2 Generalmente las lenguas del mundo no tienen sino dos vibrantes en oposición o contraste, por lo que sus textos fonemáticos suelen no requerir sino de dos signos (o de uno solo, cuando no hay dos fonemas vibrantes). En lenguas suramericanas es frecuente r  ř; de esto deriva muy posiblemente la oposición r  ř en el español provinciano de ciertos países suramericanos, en reemplazo de r  rdel español común. En otras lenguas americanas hay r  ṛ, r  •. Para transcribir el mapuche se necesita de los signos r, ṛ,, ř. El fonetista puede llegar a distinguir una cantidad considerable de eres en un determinado idioma, según el contexto fónico en que se hallen. Es tarea de todo investigador encontrar los elementos (sonidos contiguos, posición dentro de la palabra, etc.) que condicionen esas diversas pronunciaciones, que son fonemáticamente irrelevantes. Lo que sí pueden revelar esas variantes, es la pertenencia dialectal del hablante: en Santiago de Chile me preguntó una secretaria que si yo era extranjero, porque pronunciaban «tan mal la ere». Pedí aclaración y recibí la lección de que la ere a final de sílaba se pronuncia tensa, no relajada como lo hacía yo. Efectivamente, la persona que me hizo esta observación pronunciaba [sárp], [kárt], [márk] con una ere igual que la intervocálica , lo que es seguramente lo normal en el dialecto santiaguino, mientras que yo digo [sárp], [kárt],[márk], que es lo normal en el dialecto mío y normalmente en el castellano de ambos continentes.

§25,3 El signo r impreso en “caja alta” se emplea para indicar que el segmento en cuestión ha sido emitido con articulación relajada, o sea, con menor tensión muscular que la que atribuimos al segmento impreso en el nivel de la línea. Para indicar este relajamiento es tradición en lología emplear la letra invertida, •, tal como se ha hecho aquí en párrafos anteriores. Para el caso de que se oiga un vibrante fricativo, tenemos a disposición el empleo sistemático de diacríticos para marcar ese rasgo: el guión atravesando la letra, r. En lenguas en que la mora (§39) se presenta afectando a segmentos ocluyentes, un vibrante de duración mayor que otro más corto, se identica grácamente con el punto post-puesto a media altura: r•. Así sucede en árabe: [hr•] ‘gato’, [hr•on] ‘al gato’. Pero si hay un vibrante breve y otro largo en un idioma en que no existen moras consonánticas, por ejemplo en español, la diferencia se representa con r  r, ando uso a la tecla ~ de nuestra máquina de escribir: [péro] ~ [pro]  [pro]. Sin incluír r, •, , pero incluyendo los retroejos, la distribución relativa de los vibrantes es: r ṛ ŕ ř ṛ̌ r ṛ ŕ ř ṛ̌


Prepalatalización

§26,01 Conocimos en el §22,1 que el modo de articulación africado consiste en empezar una articulación de manera momentánea y de proseguirla de manera continuante. En rigor, esta denición es aplicable a [ph], [th], [kh] y también a [py], [ty],[ky], pero el hecho es que los lingüistas no extienden el término a esas otras dos modalidades. Cuando los lingüistas norteamericanos notan un deslizamiento prepalatal que afecta a varios o a todos los segmentos de una “serie horizontal”, entendiéndose por este término los de un mismo modo de articulación y aire, o a los de una misma “serie vertical”, que son los del mismo punto de articulación, registran este hecho con “yod” en caja alta:[py], [ty], [ky], [dy], [ny], [ly], [ry]. Para esta prepalatalización, los lólogos hispanista preeren el empleo de la curva ̮̮̮, que por la razón práctica arriba explicada, en nuestra máquina de escribir será : [p9], [t], [k], [t], [d], [n], [l], [r]. Esta última grafía es empleada por el autor de las presentes líneas en los casos en que nota inujo de segmento contiguo, por ejemplo en lengua huambiana (Colombia) [kelú] = /kelú/ ‘cuchara’, [kigúl] = /kigúl/ ‘cuerno’, en ocuilteco (Méjico) [‘]‘maíz’o en el sur de Chile [kéda] ‘queda’, [g 9éra] ‘guerra’. Si la nalidad del informe no requiere de la diferenciación entre ocluyente con rasgo de prepalatalidad y de palatalidad, sino sólo de su oposición sin ese rasgo, no hay razón para exigir minucias grácas a la imprenta, En esos casos, se toman como equivalentes los signos

là = ĺ = l̮= l = ´ n = ń = n̮ = n= ñ.

§26,02 Es prepalatal sonoro, el sonido [y], como en español ‘ya’ y en alemán ‘ja’. Es prepalatal sordo [y8], como en alemán ‘ich’ (véase esquema …. ). Son palatales los sonidos [ž], [š] (véase § ).

En los ejemplos siguientes, la oposición es entre prepalatal y no prepalatal. Disponemos de los signos ń, ŕ para prepalatalidad como en ruso [kon] ‘banca’ ¹ [koń] ‘corcel’, [jor] ¹ [joŕ] ‘zorrillo’. La nalidad del trabajo del lingüistas puede exigir que se mencione tanto la prepalatalidad como la palatalidad, por ejemplo para explica a extranjeros la diferencia que en Castilla se hace entre “hallar” y “aliar”, “escollo” y “escolio”, “ella” y “Helia”.


Ocluyentes palatales

§27,1 En Castilla hay la oposición fonemática entre palatal y no palatal: [sána]  [sáña], [tála]  [tála]. En quichua meridional (Chaco) [rúas] ‘formando’, [řúas] ‘ciertas aves’.

§27,2 En la pronunciación peninsular de “ll” predomina el elemento lateral, lo mismo sucede en Entrerríos y Corrientes, provincias de Argentina. Es esas regiones no se nota ninguna tendencia de que la articulación lateral [ly] quede sustituída por [y]. En cambio, las generaciones más jóvenes de todas las ciudades y provincia de Colombia, con la sola excepción de Nariño, han reemplazado o están reemplazado el fonema original /l/ = // (pronunciado [ly] ) por /y/. Esto indica que el paso de [ly] a [y] no sucede nunca, sino que es menester una previa disminución del elemento líquido; el proceso no es simplemente: [ly] > [y], sino: [ly] > [ly] > [y]

La posición prepalatal en “aliar” es la misma de la g. 5. La lengua hace contacto en los alvéolos superiores y el dorso continúa paralelo a la bóveda palatina, pero sin hacer contacto con ella en la parte palatal propiamente dicha. La tensión muscular es ejercida únicamente en dirección frontal (punto de contacto del sonido lateral). En cambio, en “hallar” la tensión muscular va en dos direcciones: la lengua se apoya en los dientes inferiores para empujar fuertemente el dorso contra el paladar.


§27,3 La misma diferencia se observa en el español general entre “Miño” y “minio”, “uñón” y “unión”, excepto en la provincia glótica de Yucatán, en que no existe [ñ], sino sólo [n + i]. Algunas lenguas eslavas sólo tienen la oposición de nasal no palatal (o no prepalatal) vs. nasal palatal (o prepalatal). Esto es el caso en el polaco, cuya “eñe”, escrita «ń» es prepalatal: “Poznań”. Otros idiomas eslavos distinguen entre prepalatal palatal  no palatal. Se emplea en sus respectivas ortografía nacionales el acutus, , para la posición prepalatal, ń ś ć ź ŕ, y el haček, &, para la posición palatal, ň š č ž ř. Esas grafías son en gran parte supranacionales, o sea, internacionales, y como tales hacen innecesario ponernos a inventar signos nuevos. A los estudiantes de español cuya lengua nativa sea germánica u otro idioma sin [ñ], es necesario explicar la diferencia de la punta de la lengua cuando se produce la prepalatalidad en [n + i] y la palatalidad en [ñ].


Los sonidos semi-vocales

§28,0 Cuando el alfabeto llegó a Occidente, sólo tenía mayúsculas y las letras V, I tenían tanto valor consonántico como vocálico. Es decir, que no se distinguía entre [u] y [w] ni entre [i] y [y]. Los romanos empleaban V para el primer par, e I para el segundo: lo que hoy se escribe «juventus» se anotaba IVVENTVS. Esta no distinción no es de extrañar, pues hasta la fonética de laboratorio no encuentra una diferencia. T. Navarro Tomás, presenta exactamente la misma posición de la lengua y el mismo palatograma para [i] que para [y] en sus páginas 47 y 129: No se les puede diferenciar simplemente por su posición estática, sino por una dinámica, a la que nos referiremos enseguida.

§28,1 Los sonidos [w] y [y] del habla humana tienen cierta analogía con los africados, por participar de dos características. Pero a diferencias de los africados, no suman dos modos, sino que los fusionan, deslizando la pronunciación de una modalidad a otra. En la sílaba [aw] el segundo segmento, o sea, el bilabial [w], se inicia con redondeamiento y resonancia de [u], lo que quiere decir que no tiene obstáculo ocluyente a la columna del aire en ese momento. A continuación se estrecha el canal que forman los labios, hasta ofrecer resistencia a la columna de aire, al igual que en los ocluyentes. En la sílaba [ay] el segmento prepalatal [y] empieza como [i], teniendo carácter de resonante, luego la lengua va reduciendo el paso al aire hasta presentarse la resistencia propia de los ocluyentes. En ambas articulaciones tenemos un deslizamiento de lo resonante a lo ocluyente. En las sílabas [wa], [ya] el deslizamiento es inverso: el segmento semi-vocálicos empieza en su máxima estrechez, con neto carácter ocluyente, y se va abriendo hasta alcanzar la plena abertura de un resonante. Hay idiomas que no tienen sino una semi-vocal. Esto es el caso en los idiomas eslavos, en los de la India, en la mayoría de las formas nórdicas y en germánico occidental (neerlandés, alemán). Este último tiene [y] en palabras como «ja», «Jena», y en el mismo punto de articulación su correspondiente sordo [y], en «Märchen», «Gesicht», «ich». Más común es que haya dos semi-vocales en distintos puntos de articulación, como en el español de tipo conservador, en expresiones como [yemas tyene el ry], [los twe•tos komían webo i bakaláw]. En francés hay tres: [yöz•] ‘cierta encina’. [l myę] ‘el mío’, [wi | il lwi dn• wit lwi do•r•| l swá•r•] ‘sí, le da ocho luises de oro, en la noche’. Se puede considerar que estos tres sonidos no son sino transformaciones de los resonantes altos [i], [ü], [u], y que no vale la pena dedicarles letras especiales: que basta el empleo de un diacrítico, y este es : RESONANTE SEMI-VOCAL

     i                           i
    ü                          ü 
    u                          u

Pero el caso es que los grafemas “y” y “w” existen ya desde varios siglos, que los tienen todas las imprentas y máquinas de escribir y que su trazo a manos es mucho más fácil que el de i, ü, u. Por esta razón no se han rechazado y, w, w como signos fonemáticos para la impresión de informes, ni tampoco como signos fonéticos para la labor de recolección de datos, pero se ha aceptado la opción gráca de emplear i, u, u para los casos en que el transcritor quiera simbolizar que oyó más lo ocluyente; escribirá [wéso] ~ [gwéso], pero posiblemente [sabuéso], [tuesta kakáu].

§28,2 Siguiendo a los lólogos clásicos, la hispanística llama «waw» (de ) a la semi-vocal bilabial, y «yod» (de ) a la prepalatal. Como se pormenorizará en §59 y §79 del segundo libro, esa lología distingue entre unas «waw» y «yod» netamente consonánticas», entre “semi-consonántica” y entre otras “semi-vocálicas”. Siendo que el análisis lingüístico reduce en todo caso esas tres modalidades fonéticas a una sola unidad fonemática, una glotología más preocupada por los niveles - que por los -, se conforma con un solo término y es indiferente el empleo de los signos que los investigadores hacen en sus apuntes personales durante su trabajo en el campo, cuando todavía éste se encuentra en el nivel prefonemático.

§29 Los sonidos semi-vocálicos pueden ser la realización alofónica de otro fonema. En Chile y en Méjico, el segmento prepalatal sordo [y], respectivamente en las palabras [myr] y [myiko], suena idéntico que el segmento final de la palabra alemana «ich». En los tres casos, el análisis llevará a considerar [y] como variante de un fonema cuya realización más frecuente es fricativa post-palatal sorda, que se puede escribir como k,  o j. La lología hispánica opera con los conceptos de pronunciación esmerada y pronunciación relajada. En español, un segmento semi-vocálico anotado como [u̯] o [w] por el investigador puede ser la realización relajada de /w/ pero también de /u/ o de /o/: [law] ‘lado’, [kakáw] ‘cacao’, [low•dió] ‘lo urdió’, [lowmiló o [lowmiyó]‘lo humilló’. Si el investigador encontró alternancia en la pronunciación, indica a ésta con ~: [law] ~ [lá] ~ [ládo] ~ [ládo]. Una alternancia semejante puede observarse en el punto de articulación prepalatal: [i] ~ [y]. En la pronunciación esmerada se dice [juána i amália], pero en el habla rápida se presenta en España y en Colombia el relajamiento: [juánayamalia]. En la pronunciación esmerada se dirá [i a béses], pero en la relajada se presenta contacto ocluyente en el segmento inicial, e inclusive preoclusión: [yabéses] ~ [dyabéses]. La variante [dy] está adquiriendo preponderancia en varias provincias glóticas suramericanas como solución de /y/ en posición prevocálica, constituyendo ello –según parece– un proceso de reestructuración fonemática del español: al africado palatal sordo /č/ corresponderá próximamente un africado prepalatal sonoro que quizá avanzará hacia el punto de articulación palatal, como por influencia italiana ya lo ha hecho en la provincia argentina de Córdoba, cuyo aparente [me de mátšo] anticipa el /mes de máo/ = [me de mádžo].

§30 Tal abandono del modo semi-vocálico (también llamado semi-consonántico) se conoce históricamente también en otros idiomas. En los nórdicos, en bajo y alto alemán, la ortografía nos presenta a “w” que sin duda fue [w] alguna vez, pero que hoy es [v]. En el omanó (gitano) de América, el proceso está en una situación intermedia, /w/ = [-u], [b-], o sea: «waw» es semi-vocálica únicamente en posición nal (después de resonante), siendo ocluyente bilabial fricativo plano en posición inicial (ante resonante). La misma distribución la hay en barcelonés: [bḷạw] ‘azul’, [bḷạ´ bes] ‘azules’. En las aldeas nahuas de la Huasteca y Sierra de Puebla, «waw» se emite con poco redondeamiento, [ w ]; la deslabialización aumenta en los municipios situados más al sur, en que termina por no existir ya [w] ni [ w ], sino sólo [b] en toda posición dentro de palabra.



Rasgos adicionales


La espiración

§31,0 Los sonidos ocluidos y africados sordos, y en idiomas de la India también los ocluidos sonoros, pueden ser acompañados de una exacción de aire sordo: [h]. Se representan la espirados de tres manera que valen lo mismo, aunque en sus apuntes personales, el investigador puede darles inicialmente valores distintos: [h], [h], y con [‘].

§31,1 Con [ph], [th], [kh] el transcritor puede anotar que oyó dos segmentos de la misma intensidad. Con [ph], [th], [kh] pude estar documentando que considera la espiración como algo agregado al segmento antecedente. Finalmente, con [p‘], [t‘]. [k‘] hace constar que está convencido de tratarse de un rasgo fónico adicional pero inherente al segmento precedente.

§31,2 En inglés insular, todos los ocluidos sordos son espirados, En inglés neocontinental sólo se espiran los que se encuentran en contacto con “cero”, o sea, al principio o al final de palabras: [p‘a•t‘] ‘parte’. En el habla rústica de algunas provincias de Colombia, los ocluidos sordos, especialmente /k/, se espiran si son prevocálicos y siguen a “cero”: [k‘áldas es un probínsi].

§32 Para comprobar la presencia de espiración, basta colocar una hoja de papel frente a la boca del hablante. Si no hay «hache», la hoja no se moverá. Pero si hay «hache»m sea como segmento intervocálicos, se como acompañamiento de otro ocluyente, la hoja se doblara por incidir en ella la corriente espirada: [ahd] «ahead» ‘adelante’, [haund] «hound» ‘sabueso’, [t‘u] ‘hacia’, en inglés.


Glotalización

§33 La experiencia ha demostrado que al estudiante hispanohablante le es difícil glotalizar los sonidos ocluídos y africados para obtener [p’], [t’], [ts’], [tš’], [k’], propios de varias lenguas americanas. Le pueden de utilidad algunas “recetas”: Se excluye el aire pulmonar por medio del cierre de la glotis, cual hacemos debajo del agua al bucear. Lograda esta exclusión sustituimos el iniciador pulmonar, lo por otra iniciador (recuérdese §0: el “aire se origina generalmente en el pulmón”, lo que signica que esto no es siempre el caso), tratando de expulsar el resto del aire que ha a quedado en los resonadores. Hágase la siguiente prueba:  inclinar la cabeza hacia atrás, cerrar la glotis, ponerse una papeleta encima de los labios e impeler esta papeleta con aire no pulmonar, cuidando de no abrir la glotis durante el ejercicio. Si se levanta la papeleta, habremos emitido [p’]. Otro ejercicio:  apoyamos la lengua en la región superior dental o alveolar, cerramos la glotis, bajamos bruscamente la lengua de su punto de apoyo. Con ello logramos un sonido parecido al de que hace un corcho al ser sacado de una botella: es [t’].  Repítase varias veces este “destapamiento de botella” sin abrir la glotis: [t’ t’ t’]. Se notará posiblemente una pequeña resonancia sorda que sigue a [t’]. Por el punto de articulación del ocluyente dental, este acompañamiento resonante tiene que ser igualmente anterior, sonando [t’e t’e  t’e t’e] o [’ t’ t’ t’].  Repita esta secuencia, poniendo cuidado en su parte [’] = []. Enseguida, produzca [   ]. Ya estamos en capacidad de emitir  más cualquier resonante sonoro: [e e a a]… Pasar de este dominio al de [p’e], [t’a], [ts’i], [tš’u], [k’o] es automático. Difícil será únicamente [q’e], [q’a], [q’u], y no sólo para nosotros, sino también para los herederos de idiomas que tienen o tenían [q’], a juzgar por la tendencia que tienen de solucionarlo en otra forma (como en tepehua, o como en velila y en otomí para otros glotalizados) o inclusive de eliminarlo por completo. Existe en alemán del norte  como “marcador de lindero” a principio de palabra que empieza con resonante; también ocurre en el español de Venezuela y en la pronunciación de los árabes hablando español. La misma función y sonido ha de haber tenido en griego clásico el signo ’ antepuesto a mayúsculas (no existían todavía las minúsculas):’A ’E. ’I ’O ’ ’Ω. Igual posición y función tiene en las lenguas semíticas, en que existe además en otras posiciones. Por no ser predecible su ocurrencia en esas posiciones, y fungir como elemento diferenciador mínimo de palabra, es fonema en dichas lenguas; se escribe con א (’aléph) o con ḥamza-’álif (). Ya hemos visto que lo mismo se puede transcribirlo como [’] que como []; pero cuando se ha determinado que es un fonema, se debe emplear . El nombre de esta letra es “saltillo”. En el español coloquial de Méjico se emplea [s], [n] respectivamente para la armación y le negación. Con menor frecuencia se emplea la expresión [ya] que está por ‘¿ya, a poco es cierto?’. Hágase el siguiente ejercicio de pronunciación:  [s], [n], [sáa], [náa], [láa], [s], [s], [n] [n], [na] [náa], [na], [la], [l], [s], [saá], [naá], [nayá], [sayá], [náya], [sáya], [sá ya], [ná ya], [na yá], [yaná], [ya ná], [nayá] [na yá], [sa yá], [ya], [sawá], [sawá], [sa wá], [sa wá], [paná], [palá], [pa lá], [pa lá], [la], [na], [wa], [ya], [na], [ma], [pa wá], [sa wá], [wa], [wa], [ya].


İngresión

§34 Todos los sonidos hasta aquí estudiados son producidos mediante una corriente egresiva de aire. No hemos marcado este hecho, pues al ocurrir siempre su anotación sería redundante. Su signo es . Extrasistemáticamente, (esto es, fuera de sistema fonemático, existe en muchas lenguas el empleo de aire ingresivo, cuyo signo es  puesto a mano encima de la o las letras (no después, como nos vemos forzados a hacer en Word). Se emiten sonidos ingresivos para comunicarse con caballos, articulando [ ]. Los peninsulares articulan [ ] con redondeamiento labial, para denotar duda en forma despectiva; los argentinos emiten el mismo sonido, pero sin redondeamiento, para indicar negación. En ciertas lenguas africanas, el aire ingresivo forma parte del sistema fonemático. Siendo ahí fonema, hay la constante necesidad de indicar ese rasgo signicativo, por lo que los africanistas se vieron precisado de crear un recurso diacrítico menos simplón que nuestra echa < ; optaron por , , para las tres posiciones sonoros más comunes. En inglés esos sonidos ingresivos reciben el nombre genérico de «clics», en alemán el de «Schnạlzlaute». En las áreas geográcas en que la ingresión no es frecuente, no hace falta molestar al editor que adquiera para su linotipo las matrices de letras especiales de difícil descifre. Y como son de difícil lectura, tampoco molestaremos al lector con esas letras, así las tengamos en nuestras fuentes del PC. Basta poner la marca  o seguir la costumbre internacional de sugerir el chasquido con !: [t! t! t!], [tl! tl! tl!], [pp! pp! pp!]. También existe el recurso de emplear versalitas B, D, G, de preferencia de cabeza. En vista de que en lenguas americanas (tepehua, otomí, embera, velila) no es una especie de succión ingresiva, sino una implosión que históricamente parece ser siempre la solución actual de una antigua serie de oclusivos glotalizados, parecería más propio emplear ? que !, y para los sonoros americanos: b, d, g.

Retroflexión

§35,1 Con la expresa salvedad de los palatales comentados en §27, la mayoría de los sonidos resonantes y ocluyentes se articulan manteniendo el ápice de la lengua relativamente horizontal o ligeramente inclinado hacia arriba. Cuando el sonido es articulado en un punto un poco más atrás, pero sin notable cambio en la dirección de la punta de la lengua, indicamos este desplazamiento con el signo  puesto debajo de la letra (§24): s>, z>, lo que es igualmente aplicable a otros segmentos, como n>, l>, r>, t>, d>, i>, e>. Si la punta de la lengua, o ápice, se dirige verticalmente hacia arriba, el sonido resultante recibe en algunos textos el nombre de “cacuminal” o “cerebral”. Si la punta de la lengua se dirige más atrás de este punto, causando una especie de doblamiento de la parte anterior de la lengua, el sonido es calicado de retroejo (§9,3: ̣). De hecho, la diferencia entre cacuminal y retroejo ha sido descuidada en la investigación, por lo que ni siquiera se han creado los respectivos signos diferenciadores: para ambas modalidades se suele emplear el punto subscrito: ṣẓṭḍ. Como el presente curso no se ha propuestos lanzar nuevas teoría ni grafías (se tuvo que crear únicamente el signo , y dar su correspondiente denición), sino exponer al alumno lo fonética y grácamente existente, no se ha querido complicar las cosas con insistencia en diferencias: lo que explica el empleo de ṇ, ḷ, ṛ en §§20, 21, 22.

§35,2 A diferencia de la laxa posición normal, más o menos horizontal, en la retroeja la lengua requiere de un mayor esfuerzo muscular, por lo que los sibilantes así producidos suelen ser descritos como “tensos”. Al no desaparecer siempre de inmediato esta tensión muscular en el momento de haber emitido el retroejo, ella puede afectar a los segmentos que le siguen. Esto sucede en árabe y, acaso, en toda la pronunciación medellinense o antioqueña. La tensión y la forma de la lengua, además de dar la impresión de que los sibilantes retroejos se acompañan de un fuerte chiido, en el caso de [ṣ] causan a menudo la impresión de ser [š]. En el habla яomanó de los gitanos sedentarios nacidos en Medellín, ciudad colombiana con una articulación que, según Baena, Fonología del español de Antioquia, mimeógr. Universidad de Tejas, 1967, p. 30 y también 20) se aproxima a [š], esta “aproximación” no sólo confunde al investigador, sino que se ha incorporado a las normas de la alofonía gitana (solución andalucista [h] tanto de /s/ como de /š/ en los morfemas genitivos). En las lenguas yutonahuas de Méjico, en los palatales /ṣ̌/, /ẓ̌/ el ápice levantado de la lengua llega a crear el efecto de [šr], [žr]. También hay [šr] en aldeas nahuas, y habría que averiguar si ello es el reejo de un antiguo fonema retroejo. En algunos dialectos mapuches parece haber existido /ṭ/, /ṭ/, que los colonos y militares transcribieron como “tr”, “chr”, “ch”.

Silabicidad

§36,0 Consideramos que todo resonante es núcleo de sílaba y que por cada resonante anotado hemos trascrito una sílaba. Hay idiomas en que no sólo los sonidos del tipo [i], [e], [a], [o], [u], sino también ciertos ocluyentes pueden ser núcleo de sílaba. En cambio, no tenemos noticia de ningún idioma en que [h] cumpla esta función. Las palabras sureslavas y checas «prst» ‘dedo’, «krv» ‘sangre’, «krk» ‘iglesia’ y otras muchas más, tienen el segmento sonoro [r] como núcleo de sílaba. Está cumpliendo ahí la función de vocal. Es un sonido ocluyente con función vocálica: carga el acento y es núcleo de sílaba.

§36,1 En las palabras ['ada] y [a'da] estamos señalando el acento mediante el signo '. En ['ada] hay un acento grave o barítono; en [a'da] hay un acento agudo u oxítono. Es indudable que en la palabra con acento grave el resonante [a] de la primera sílaba carga el acento y que hay un segmento igual pero no acentuado en la segunda sílaba; así es que tenemos dos núcleos de sílaba. Ambos núcleos son resonantes sonoros; el primero es acentuado, y el segundo no lo es. Podemos pronunciar también ['nda] y [n'da], reemplazando el segmento sonoro [a-] del ejemplo anterior por el sonoro [n-]. Vemos que el segmento inicial de ['nda] carga el acento y es núcleo de sílaba, Esto significa que aquí la ene funciona como vocal. Podemos realizar la sustitución del resonante inicial de ['ada] por otros ocluyentes sonoros: ['lda], ['rda], ['mda]; también podemos sustituír la acentuación grave por la aguda: [l'da], [r'da], [m'da]. El recurso para oponer o contrastar dos formas fónicas se emplea para comprobar sus respectivas existencias. Hemos opuesto ['lda] a [l'da], ['nda] a [n'da] y encontrado con ello una diferencia mínima, que es la distinta acentuación; al mismo tiempo hemos comprobado la silabicidad de los segmentos continuantes iniciales, lleven o no acento.

§36,2 La silabicidad (no el acento) se anota con una rayita vertical, ˌ, debajo del segmento en cuestión si éste es ocluyente: ['dfklˌt‘] en inglés, [nˌ'gų] en otomí, [vrˌ'śan] en sánscrito, [talmˌda'ša] en ocuilteco.


Los suprasegmentales

§37,1 Los sonidos hasta aquí estudiados (menos §8 y §35) pueden ser producido únicamente de manera concatenada, ocupando cada uno un momento de la emisión de la voz: ´ ´  l  a  e  m  i  Ss s    o  n  d  e  l  a  b  o  s 

La emisión de la voz o habla, ha recibido en francés el sugestivo nombre de «chaîne parlée». A cada eslabón o momento de esta cadena llamamos segmento.

§37,2 No se pueden pronunciar dos segmentos al mismo tiempo. Para que un sonido segmental pueda ser articulado es menester que “el campo esté libre”.

§37,3 Junto con los segmentales tenemos suprasegmentales, que pueden compartir con los otros un mismo momento del habla. Por esto están marcados encima de la cadena ilustrada en §37,1.

§37,4 Los fenómenos suprasegmentales pueden pertenecer al sistema común de sonidos de un idioma dado, o pueden ocurrir sólo en ciertas circunstancia. En este sentido, la constricción faríngea de los compadres y pregoneros de Méjico (§11) podrían considerarse suprasegmentales; sin duda son extrasistemáticos: no pertenecen al lenguaje normal de estos hablantes. Pero cuando nos encontramos frente a un idioma desconocido no sabemos de antemano qué tipo de fenómenos son parte necesaria del código o sistema y qué fenómenos carecen de interés para la comunicación básica o común. Por lo tanto, es conveniente que anotemos la mayor cantidad de pormenores fónicos en las primeras sesiones con un informante. En el nivel fonemático del idioma en cuestión, algunas de esas pequeñeces resultarán ser realmente insignicantes –es decir, que carecen de signicación– en el nivel fonemático del idioma en cuestión. Por ejemplo, los gitanos de Medellín, Colombia, nasalizan los resonantes nales y exigen que el investigador anote este hecho; pero el análisis ulterior indica claramente que esa nasalización carece de importancia –sólo indica que se he terminado de hablar. Los segmentos o suprasegmentos oídos al principio o al nal de dicción, que no pertenecen a la palabra, son “marcas de lindero”, como [-] o [-m] nal en algunos hablantes amerindios, o [-] inicial en alemán del norte (§32). La arriba anotada forma [talˌmda'ša], en que anotámos la silabicidad del segmento continuante bilabial, pertenece a la pronunciación rápida. Con un poco de experiencia en esta lengua, sabremos que debemos pedir que el informante repita la palabra más despacio con el n de que esta vez emita la vocal omitida, y entonces oiremos [talimda'ša] ‘anteayer’. Es obligación del investigador saber anotar los hechos, anotarlos y, nalmente, dar una información acerca de las circunstancias en que se presentan. En el caso de los suprasegmentales, puede suceder que sean condicionados, como cuando los informantes gitanos dictan largos todos los vocablos monosilábicos, siendo que en contexto estos mismos son cortos. Pero en otras lenguas, como el árabe, el latín, el alemán y en varios romances, la cantidad o duración de los segmentos es completamente necesaria para la comunicación. En las lenguas indias tales fenómenos varían a veces con su ausencia, es decir, no se emiten siempre, sucediendo que el investigador puede haber corrido la suerte –no muy buena– de haber cogido al informante en una racha de ausencia. Después de unos días, el glotógrafo empezará a oír rasgos que no hubo en los días anteriores –no debe echarlos en costal roto, sino anotarlos.

Cantidad

§38,0 Si suponemos para cada momento segmental una duración igual, habremos abstraído una unidad lingüística que recibe el nombre de mora. Con aparatos fonométricos se puede observar que los segmentos en realidad no son todos iguales de breves o de largos, pero dentro del código o sistema de cada idioma, sí funcionan siempre como unidad mora. En castellano, todo segmento, sea resonante u ocluyente, funciona como una sola mora, excepto cuando tiene una función de marca de compensación: en la pronunciación popular de Chile [třa•jo] ‘trabajo’. En Argentina, por influjo italiano: [lk•áne] ‘los perros’. La mora adicional, se representa con el punto, •. Hay idiomas en que los segmentos de dos moras marcan una oposición fonemática: /šimopa•čo wa•n šimopačo/ ‘acércate y agáchate’, en idioma nahua.

§38,1 Ningún nuevo segmento, corto o largo, puede ser emitido mientras el precedente no haya abandonado el campo. Observemos las palabras ‘alfombra’, ‘destroza’. ‘almohada’ en árabe de Šartūn, Líbano:






En la primera palabra, ‘alfombra’, tenemos dos segmentos largos, cuya representación fonética es respectivamente [y•] y [á•]. En la segunda palabra, ‘destroza’, hay un segmento largo, también llamado luengo, que es [z•]. En la tercera, ‘almohada’, hay un segmento luengo, que es [d•]. En la última ‘Rāmallah’, es larga la primera [a] y la última consonante: [l•]. Cada uno de estos ocupa el espacio de dos breves, por lo que se puede decir que están constituídos por dos moras. Puede considerarse a la segunda mora como “agregada” a la anterior; recibe el nombre de cantidad. Siendo que la cantidad ocupa el mismo espacio que un segmento corto, podemos representar las palabras [sayád•at], [yúmz•iq], [mujád•at] y [ra•mál•a] del siguiente modo:

En el primer esquema, hemos segmentado la cadena hablada en breves y largos, en fiel representación de la realidad fónica. En el segundo, hemos proyectado una concepción nuestra, operando con una unidad “•” sin sonido propio, que es el fonema /•/. La mayor claridad gráca, y de ahí informativa, del segundo esquema nos hace preferirlo, pues lo que se debe de buscar en todo método e informe es la uidez, sencillez y economía de la información (inglés «message»), lo que generalmente es también sinónimo de mayor cienticidad.

§38,2 Cuando se precisa anotar una doble cantidad agregada, se usan dos puntos a media altura en lugar de uno solo: [i••], [a••]. Cuando el segmento es medio largo, la media mora adicional se representa con doble punto: [i:], [a:]. ¡No se debe usar nunca el “:” para señalar un segmento seguido de una sola mora! En sus máquinas de escribir, los lingüistas han solido eliminar el punto inferior del signo “doble punto”, limándolo. Para reconstruírlo, se pulsa sucesivamente esa tecla, la de retroceso y luego el punto sencillo. En los ordenadores electrónicos el “•” tiene asignado el mando “Mayúscula+3” en el teclado «Español – Alfabetización Internacional».

§38,3 La mora adicional se presenta en la pronunciación del bajo vulgo cordobés, en Argentina, en toda sílaba que precede a la del acento principal y tono llano, acompañándose de tono medio y atrayendo el acento: [é•ŋ krdoba], [kořerá má•ñána], [biajará a pá•rís]. Como marca de compensación la cantidad es frecuente en las pronunciaciones incultas suramericanas, ocupando el sitio de segmentos suprimidos. En Chile: [la empleá: ṭřajo el ṭřa•jo] ‘la empleada trajo el trabajo’. Puede afectar ocluyentes, alargándolos o geminándolos, destacándose con precisión el momento implosivo que antecede al explosivo (para estos términos véase §51). En Colombia: [as•ión] ‘acción’, [át•o] ‘acto’, [sét•imo] ‘séptimo. A los argentinos de la “Voice of America” se le oye: [l p•áto] ‘los patos’, [l t•úbo] ‘los tubos’, distinto de [lo túbo] ‘lo tuvo’, [l k•áne] ‘los canes’, [la k•aña] ‘las cañas’, distinto de [la káña] ‘la caña’.

§38,4 Hay quienes estiman que un sonido está constituído por tres momentos: si vamos a decir la [n] en [ána] o [aná] empezamos con una abertura bucal que se va reduciendo, hacemos el contacto propio del ocluyente y enseguida soltamos este contacto. Otras Escuelas se conforman con mencionar dos no más, el inicial que es la implosión y luego el soltamiento o explosión. La división binaria (implosión, explosión) es la mejor venida en un enfoque fonemático. Tiene adicionalmente la ventaja de dejar subdividir conceptualmente a la mora (§40,0) con mucha facilidad. Los idiomas con contraste de duración nunca tienen tres (lo discute este autor en su curso de Fonemas y morfemas, 1994) sino dos (ĭ  ī, ă  ā, ŭ  ū). El concepto de los “cuartos de mora” puede ser un buen apoyo para quien quiera describir, por ejemplo, la diferencia entre quechua /yanta/ ‘leña’ e hispanoamericano /yanta/ ‘llanta’ que de ninguna manera son homófonos. También servirá en lingüística llamada aplicada, para enseñar a los educandos a distinguir en posición trabada la mayor duración de los segmentos franceses de los españoles, o de los españoles en general de los colombianos.


Acento

§39,1 Segmentalmente, las palabras castellanas «amo» y «amó» son idénticas. La diferencia fónica que nuestro oído percibe y que el cerebro registra, es de carácter suprasegmental y recibe el nombre de acento, término empleado igualmente para el signo gráco que lo representa (y no “tilde”, que es el nombre de ). El fenómeno acento afecta a sonidos segmentales resonantes u ocluyentes, y al hacer las primeras transcripciones se representa anteponiéndolo a la sílaba acentuada: ['amo], [a'mo]. La primera de estas palabras tiene el acento grave o barítono, la segunda el agudo u oxítono. Representamos con V (versalita, que en un manuscrito o mecanoescrito se debe señalar como V) a todo sonido resonante, y con C a todo ocluyente. Consecuentemente, podemos simbolizar las dos palabras de nuestro ejemplo así: 'VCV  : V'CV No es el único tipo de contraste acentual que se puede encontrar en palabras con los segmentos VCV. Obsérvese el diferente sitio del oxítono en las siguientes dos: VC'V  : V'CV. Sustituyendo los símbolos clasicatorios o “variables” por signos fonéticos, podemos anotar para las dos últimas fórmulas [am'o] y [a'mo]; ambas tienen el acento agudo, pero su división silábica es diferente. El primer caso tiene am + ó, y el segundo a + mó. El registro de este tipo de diferencia puede ser importante en algunos idiomas al indicarnos linderos silábicos o linderos gramaticales. En tepehua permite concluír fácilmente si en determinada palabra se debe de escribir /-t-/ o /-t’-/. A las pocas sesiones con un idioma desconocido nos damos cuenta si existen situaciones como la mencionada en tepehua o si, como en castellano, no las hay. En ambos casos, se procede a una descripción de las circunstancias y soluciones. Cuando no las hay, tras haber hecho la descripción, abandonamos inmediatamente el empleo del acento antepuesto y hacemos la siguiente conversión gráca o reescritura: 'VCV  VCV V'CV  VCV Ya que una palabra con tres segmentos debe ser escrita con tres letras, si ' ocupa un sitio entre dos segmentos, podría dar la impresión de ser otro segmento más. Palabras castellanas con los segmentos CVCVCV (con tres V, por lo tanto con tres sílabas) pueden tener suprasegmentales tres veces distintos: «límite», «limite», «limité»; sus respectivos acentos se llaman: CVCVCV = esdrújulo o proparoxítono CVCVCV = grave o barítono CVCVCV = agudo u oxítono

§39,2 Además del acento claramente destacado que acabamos de tratar, existe en algunas lenguas un acento menos destacado, conocido como acento secundario. Por otra parte, es frecuente que en las lenguas del mundo alternen vocales acentuada con vocales sin acento. También se les llaman tónicas a las primeras, y átonas a las segundas. La mayor fuerza muscular empleada para destacar la sílaba con acento primario, o sílaba tónica, deja sin tensión muscular al núcleo de las sílabas contiguas. De esto resulta ahí una pronunciación menos precisa, que es la del llamado relajamiento. Vocales relajadas se pueden escribir con letra en caja alta (cf. §23,2): [límite], [sábana], [lbrego]. Esta vocal átona, con menguada fuerza muscular, es considerada carente de acento o átona. En la evolución de las lenguas puede tener enorme importancia, como lo ilustran casos como [legítima] > [leítma], [leídma] > [leínda] > [línda], [delikátu] > [deligátu] > [delgádo] > [delgádo]. Cuando el aparato fonatorio se prepara para articular las vocales alejadas del segmento acentuado, ha recobrado su tensión muscular; emite una vocal precisa pero no forzosamente acompañada del acento primario, sino de un acento más débil conocido como acento secundario que se indica con el gravis.


Mayor abertura bucal

§40,0 Además de la abertura oral o bucal en resonantes (§9,1), que puede funcionar como rasgo fonemático, nos vemos precisados a reconocer en algunas hablas a una abertura que acompaña a ocluyentes. Hasta donde alcanza mi experiencia, se trata siempre de una característica vulgar y sin función de diferenciación fonemática, aunque sí social. Si se quiere, la del §9,1 puede ser adjetivada de oral, y esta otra de bucal. Este mayor grado de abertura bucal ya se ha mencionado en el §18 en relación con ocluyentes fricativos, y en §20,2 en relación con ocluyentes continuantes sibilantes.

§40,1 Según los casos observados, la abertura, con su concomitante disminución del contacto en el labio superior o en la bóveda palatina, es un fenómeno de transición: es el inicio de un proceso de pérdida de rasgos diferenciadores en ocluyentes. La desaparición completa de ellos constituye la pérdida del ocluyentes, pudiendo éste quedar sustituído durante algún tiempo por un resonante «hache» o por el suprasegmental . Este signo  indica la abertura pura. Distinto de  es ‘, con que podemos representar una abertura acompañada de una corriente egresiva de aire sordo. Mientras la descripción no necesita diferenciar entre dos grados de abertura con aire sordo, se podrá emplear indistintamente ‘ o h.

§40,2 Podemos suponer que los colonizadores vascos y castellanos que llegaron a las vegas del río Aburrá y del cercano río Cauca norte, lo mismo que del Cauca sur (en Colombia), traían un idioma español que solucionaba /s/ como [ṣ]. Esta posición más posterior se ha conservado en el norte (“ese antioqueña”), pero en el sur se ha presentado la “ese valluna” que en algunas palabras ya suele sustituírse por la simple abertura y aún omitirse por completo (§24,2, s >  > #): [alió] > [salió] ‘salió’ [par k] > [parke] ‘parece que’ [pridénte] > [pridénte] ‘presidente’. Esta elisión ocurre también en algunas palabras en antioqueño, por ejemplo en [pa e•bí•le] ‘para servirle’ o –en la tiendas elegantes (llamadas «almacenes»): [para e•bí•le]. La transformación de [ṣ], que es alveolar, en “ese valluna” y en “cero” es el resultado de pérdidas sucesivas de un rasgo diferenciador y del agregado pasajero de una marca de compensación, que es  .

§40,3 Es necesario dar a la realidad fónica “abertura” el mismo tratamiento que a los rasgos diferenciadores tradicionalmente reconocidos en la literatura glotológica. Si en el cuadro que sigue operásemos sólo con “contacto”, prescindiendo de “abertura”, obtendríamos una misma fórmula de cinco vacíos, –, tanto para  como para #. Algunas fases se han postulado por un simple prurito de simetría. Las dos echas en s indican una abertura bucal extraordinaria, que se acompaña de la pérdida del cuarto rasgo diferenciador. Del lado derecho del cuadro se ve la disminución de rasgos. No extrañará que la fase 6, constituída por un único rasgo, que es , esté predestinada a tener poca vitalidad, cediendo dentro de poco tiempo el paso a la fase 7. En este cuadro, el signo + indica presencia. Con + se señala incremento o disminución:


Los cuatro cuartos de implosión-explosión

abertura sordez sibilante alveolar retroejo contacto

  1	  s	     
    +	     +	     + 	      +	      +
  2	  s	     +	     +	     +	     +	      +	      –
  3	  s	     +	     +	     +	     +	      –	      –
  4	 s       	     +	     +	     +	     –            	      –	      –
  5	  ‘	     +	     +	     –	     –	      –	      –
  6	  	     +      	     –	     –          	     –          	      –	      –
  7   	  #	     –     	     –	     –	     –	      –	      –

§41,0 Sin valor fonemático es la diferente duración de los ocluyentes según su posición dentro de palabra. Esta duración es concebible como constituída por cuatro cuartos por segmento intervocálico. Es bastante común que en nal de sílaba la duración queda disminuída a tres cuartos o uno solo). El mismo concepto es aplicable a los resonantes.

§41,1 Análoga a la disminución y nal pérdida de rasgos que mostró el esquema anterior, es la disminución en la duración de segmentos La lología reconoció hace tiempo la existencia de dos momentos en la articulación, por ejemplo de r, l en [ára], [ála]. Como ya se dijo, el momento inicial es implosivo y el nal es explosivo. En [ára], [ála] el segmento consonántico es “completo”, pues tiene tanto la implosión como la explosión: consta de 2/2. Pero en [árta], [álta] sólo hay la “mitad implosiva”, mientras que en [átrio], [átlas] sólo está la “mitad explosiva” de r, l.

§41,2 Si estos 2/2, manejados por los lólogos españoles pero no por los lingüistas de corte norteamericano, se dividen a su vez en dos, obtenemos 4/4. El concepto de los cuartos es de interés en lingüística aplicada (enseñanza de lenguas) y en la exposición de la pérdida de segmentos:





§41,3 En el español general, las consonantes dentales latō sensū son de 2/4 en posición nal o en trabada, por ejemplo -n o nC. Pero en el Valle del Cauca (Colombia), en esta posición son extraordinariamente breves, sólo duran ¼. De ahí que las consonantes nales del francés parezcan “dobles” al valluno; conociendo esto, su profesor de francés sabrá explicarle cómo ha de pronunciar «la lune» para que no suene [la lü˘n] sino [la lü•n•]. El concepto es igualmente útil para describir la diferencia de [n] (alveolar, de ½ mora) en /yanta/ ‘llanta/ en América y [n] (dento-alveolar, de mayor duración) en /yanta/ ‘leña’ en quichua meridional. El concepto de los 4/4 nos hace entender mejor la pronunciación propia del occidente colombiano de «instituto» como [istitúto], que es la pérdida del último ¼ de nC, un paso diacrónico propio también del toscano. También es aplicable a bC en «subterráneo» y en *sŭbterrāre > «soterrrar». En Santiago de Chile me preguntaron si yo era extranjero, porque pronunciaba “tan mal la ere”: yo digo [kárt] con ere de dos cuartos, pero mi interlocutora decía [kárt] con cuatro cuartos; otros santiaguinos dicen la r con ¾ (véase §2). Para la representación de /b/ castellana en posición trabada por sordo, debemos considerar que regionalmente puede haber diferente empleo de los cuartos. Cuando hay más de un cuarto, el primero puede seguir siendo sonoro, pero el segundo puede haber asimilado ya la sordez de la consonante que le sigue. La sucesión de dos cuartos ([bb], [bb], [bb], [bp]. etc., o su reducción a [b], [b], etc.) en posición trabada, es un pormenor importante para el investigador. Esto vale también para los cuartos de -/s/- en ciertas pronunciaciones sefarditas y alemanas. Y puede valer para el segmento postpalatal que Navarro Tomás (§125) transcribe en la realización [gt•], y para transcripciones análogas suyas.


Énfasis

§42,0 La tensión muscular incidida en resonantes u ocluyentes que funcionan como vocal, recibe el nombre de acento. Para le tensión muscular notablemente presente en segmentos que funcionan como consonante, se propone aquí el término de énfasis.

§42,1 En zapoteco se hace una distinción fonemática entre un segmento sibilante sordo “normal” y otro más tenso. En varios dialectos alemanes, por ejemplo en el sajón de Dresde, existen series (horizontales) de ocluídos que contrastan con otros emitidos con mayor tensión. La serie débil es llamada lenis, la enfática fortis. Puede presentarse en una misma serie el paso de una a otra de estas dos modalidades (¿también con cambio del aire empleado?), lo que podría ser el caso de algunas pronunciaciones sefarditas. Los segmentos enfáticos no pertenecen en todo caso al sistema de oposiciones. Siendo estudiantes, mis compañeros y yo observábamos que un compañero catalán emitía el ocluyente fricativo labiodental con mucha mayor tensión que nosotros; parece que la fonación catalana es más tensa que la de América española. Los lingüistas franceses han constatado que la articulación de su idioma es más tensa o enfática que la alemana, pese a que el primero tiene «liaison» y el segundo no.

§42,2 Para representar a los enfáticos, sean ellos sordos o sonoros, el recurso gráfico son las letras VERSALITAS. El empleo de bd g a que tal vez uno recurre en una fase de desesperación, cuando se halla al comienzo de la transcripción, no es recomendable, pues constituye una contradicción; debe pasarse pronto a B D G. No deben confundirse el énfasis aquí comentado con los “enfáticos” de la terminología de los arabistas: ṭ ḍ ṣ ẓ ḥ, que contrastan con t d s z h “comunes” no en virtud de una mayor tensión, sino de una distinta articulación.


Tono

§43,0 Existe un fenómeno suprasegmental llamado tono, que consiste en una determinada altura musical en que es articulado un segmento continuante, sea este V o C. Para ser notado por el interlocutor debe contrastar con la altura de otros segmentos. De hecho, la altura tonal, entendida como contraste de alturas, existe en todas las lenguas del mundo; sólo que según el idioma varía el alcance signicativo de ella.

§43,1 En español, el tono afecta el sentido de la oración, cabalgando signicativamente encima de uno o de varios morfemas; es alto en la interrogación y bajo en la armación (excepto en la provincia glótica Huasteca, donde es al contrario); se le adjetiva de prosódico y recibe el nombre de entonema. En cambio, en las lenguas llamadas tonales, y de manera comparable con el acento, el tono no marca morfemas sino segmentos; recibe el nombre de tonema y funciona como cualquier otro fonema. Por ejemplo en el mixteco de Oaxaca (pronúnciase “misteco de Huajaca”), lengua macro-otomiana, tenemos [náá] ‘yo’, con dos vocales dotadas de tono alto, en contraste con [náà] ‘madre’, cuya sílaba final es de tono bajo. Naturalmente, al igual que el acento en [ámo]  [amó], el tono fonemático debe ser capaz de expresar diferencias gramaticales; esta capacidad se ilustra con el par [nāā  [náā] ‘se perdió’  ‘perdiendo’, donde tenemos dos tonos medios en la primera y un alto y un medio en la segunda palabra.

§43,2 La fonética de laboratorio ha constatado una estrecha relación entre tono y acento. Los que hemos trabajado con idiomas tonales hemos bregado en vano por encontrarles su régimen acentual. Todo induce a creer que fonemáticamente el tono y el acento se excluyen mutuamente en los sistemas glóticos. En otomí tenemos ['hwá'dí] ‘maguey’, ['dó'yó] ‘hueso’, ['dò'yó] ‘comal’, ‘callana’, ['té'hé] ‘agua’, todos sin contraste acentual. En palabras compuestas, se observa en otomí que lo adjetival tiene menos realce acentual (aquí señalado con la ausencia del sigo '): [tsò'té’hé] ‘agua mala’, al tiempo que suele operar la reducción a sólo dos sílabas: [bóšì'té'hé] ~ ['bóš'thé] ‘río crecido’, ['tsò'thé] ‘agua mala’. En las lenguas tonales de Méjico son poco frecuentes las palabras de tres sílabas. En general, los idiomas tonales del mundo parecen ser todos oligosilábicos y cabe la sospecha de que a ellas pertenecía el antiguo sumerio y el indoeuropeo. Los “humores” , , `, del griego podrían ser el documento más antiguo de tonos prístinos.

§43,3 Para determinar la altura tonal de una sílaba, aislamos varios pares de palabras segmentalmente iguales (“con contraste mínimo”) o semejantes (“vocablos contrastables”). Procuramos empezar con monosílabos. Supongamos que estamos trabajando con un idioma desconocido para nosotros en el que hemos notado que varias palabras con los sonidos segmentales phan y tsin, que hemos anotado como [phan] y [tsin] se diferencian tonalmente. Para determinarlas alturas tonales trazaremos un esquema de líneas horizontales, asignando el número 1 a la primera altura. En esta primera línea anotaremos las palabras que nos parecen tener el tono más alto. La o las palabras con la siguiente altura tonal (que es un poco menos alta) la anotaremos en la líneas que sigue, que es la 2. Un sistema que tiene sólo dos contrastes tonales es el mínimo posible. Pero como no sabemos cuántos contrastes tiene nuestro idioma, dejaremos espacio para cinco alturas, es esto, trazaremos cinco líneas. En nuestro caso hipotético, el resultado fue: 1 tsin ‘cumbre’ 2 tsin ‘llano’ phan ‘pan’ 3 tsin ‘mina’ phan ‘elefante’ 4 5 Es decir, que sólo hemos encontrado tres tonos. Los llamaremos tono uno, tono dos y tono tres, o también tono alto, tono medio y trono bajo. Hay dos maneras gráficas para representar los tres tonos en nuestras cinco palabras: [tsi1n] = [tsín] ‘cumbre’ [tsi2n] = [tsn] ‘llano’ [pha2n] = [phān] ‘pan’ [tsi3n] = [tsìn] ‘mina’ [pha3n] = [phàn] ‘elefante’ Si el idioma que es objeto de nuestro estudio tiene más de cuatro niveles tonales, se emplearán en la primero manera de registrarlos los número de uno al cuatro, y para la segunda necesitaremos de un signo nuevo; las equivalencias serán: V1 = V tono alto V2 = V tono medio alto V3 = V tono medio bajo V4 = V tono bajo Hasta aquí estamos suponiendo para cada tono una altura fija; este tipo de tono se llama de registro. Los acentos gráficos que empleamos para su representación son rectilíneos. Pero es posible que en una mismo segmento concurran dos tonos de registro de distinto altura; se indican así: [ni3šu34] = [nīšu] ‘caldera’ [šo12yo13] = ‘bugambilia’

  [yo3mu23]	=	 	‘tábano’    

§43,4 Además de estos tonos de registro, existen los tonos de contorno, que no se mantienen jos en una sola altura. Para representarlos se emplean acentos gráficos curvilíneos: , .

Unos comentarios agregados

§44 Ya ha sido descrito en §8 y §21 el mecanismo siológico de nasalidad. Ella concurre lo mismo con ciertos segmentos ocluyentes que con segmentos resonantes. Agreguemos ahora que la nasalidad fonemática puede afectar a segmentos contiguos como en otomí /hwąhį/ = [h̜w̜ą 'h̜į] ‘sementera’. En lenguas del sur occidente de Colombia una vocal nasal deja nasalizada todas las sílabas siguientes de la palabra, y mis alumnos que trabajaron con ellas dicen que la consonante que manteniéndome en el nivel fonético yo había anotado en años anteriores como en [ómę] ‘dos’, era en realidad una “ere nasalizada”, [ór̜ę], un fenómeno que me era desconocido. El falsete que afecta suprasegmentalmente a algunas formas del castellano del nuevo mundo, ha sido menciona ya en §11 y §17,2.


Repaso

§45,0 En los párrafos precedentes se ha tratado de los sonidos llamados segmentales y se ha hablado de los elementos suprasegmentales. Conocido ya el pormenor de los mecanismos fónicos, podemos pasar a presentar una generalidad. Las lenguas del mundo consisten en sonidos articulados, integrados en sistemas. El estudio de los sistemas de sonidos con valor informativo corresponde a la fonemática; ésta se basa en una previa descripción fonética. Existen también sonidos extra sistemáticos (§11, §18, §33), ajenos al interés de quien busca constituír un código gráco (de preferencia de aplicación práctica: ortográca) y una descripción del habla común, no de la afectada ni de la circunstancial.

§45,1 La fonemática se basa en la fonética, que ha desarrollado un código de signos gráficos para la representación de los sonidos. Los signos fonéticos son el instrumental primario del lingüista al aproximarse a una lengua desconocida. Éste necesita dominar a cabalidad los conceptos involucrados en cada signo grácos para lograr una rápida captación de los hechos fónicos y poder anotarlos. Los pormenores fonéticos interesan a la lingüística llamada aplicada: enseñanza de idiomas extranjeros, prácticas de dicción en escuelas de actores y de locutores (presentadores de noticias), foniatría, ortofemia en escuelas; además son preocupación del dialectógrafo.

§45,2 Hemos efectuado la exposición de los hechos fónicos por grupos contrastantes: momentáneos : continuantes ocluyentes : resonantes segmentales : suprasegmentales Los hechos segmentales se clasican por sus modos de articulación. El modo ocluído es el único momentáneo. Son continuantes todos los restantes, tanto ocluyentes como resonantes (y también los hechos suprasegmentales). En una descripción lingüística es del todo recomendable empezar por los momentáneos y seguir con los demás modos de acuerdo con el siguiente modelo de presentación:


ocluídos momentáneos   africados

fricativos sibilantes ocluyentes nasales segmentos vibrantes laterales  semi-vocales continuantes


bucales resonantes nasales 

faríngeos

§45,3 Los límites entre los diversos modos son mucho menos fáciles de establecer de lo que se pudiera suponer. Tenemos, por ejemplo, los sonidos semi-vocales o semi-consonantes (§26) que separan o unen a los ocluyentes (§15) y a los resonantes (§14), sin pertenecer completamente a ninguno de los dos grupos. Se podría postular un tercer grupo, pero sería “antieconómico” porque además del sonido [ü] del francés no tendría sin dos miembros, «wāw» y «yod». Además, la fonemática nos enseña que esos sonidos suelen funcionar como consonantes, a semejanza de lo que acontece en general con los ocluyentes. Tenemos también a // como caso de doble posibilidad de ser clasicado. Es un africado (§20) por comenzar con oclusión y terminar con un deslizamiento continuante cuyo aire escapa lateralmente, por lo que pertenece igualmente a los estudiados en §22,l, y ha sido tratado en §21,3. Comentábamos también que, estrictamente hablando, [kh] y [ky] son tan africados como [kw]. Si observamos la articulación de los nasales, laterales, vibrantes, sibilantes y semi-consonantes con ánimo de encontrar pormenores, podemos notar que empiezan con un necesario contacto inicial, que acaso llega al grado de ser una especie de pre-oclusión, que nos podría inducir a considerarlos semi-africados. Pero reexiones de este tipo sólo conducirían a complicar en vez de ofrecer una taxonomía sencilla. En torno de algunos rasgos que en este libro ha sido calicados de suprasegmentales, cabrían discusiones semejantes, de resultados análogamente fútiles. En cambio, es esencial la distinción entre los sonidos segmentales que se logran con un contacto local que ocluye el paso al aire, y que este autor ha propuesto denominar ocluyentes, y entre los que no tienen contacto alguno, denominados resonantes.

§46,1 A los sonidos resonantes se les llama popularmente vocales, término que la lingüística reserva para los segmentos que funciona como núcleo de sílaba (§35). Los resonantes más frecuentes en las lenguas de Europa occidental son:

     i	  ü	     u
      e	  ö	o

a Estos siete resonantes están descritos en §3 y §5. En §9,1 se habla de los resonantes abiertos de las dos primeras series horizontales (la tercera no tiene posición abierta pues caería fuera del triángulo). En lengua de Europa oriental y en América existen sonidos centrales sin redondeamiento (§5). Es altamente recomendable hacer uso de un sistema consecuente de los diacríticos. Para denotar redondez se ha optado por la diéresis, ¨, en tanto que el guión, , atravesando la vocal indica la posición plana (§7, y véase §10 para la excepción ä). El signo de v invertida, , se emplea para cierto sonido central bajo del inglés en palabras como «but». El signo ạ, con un punto debajo, signica la “a posterior”, también llamada “a velar” que es propia de Cataluña y ante “ele trabada” en Castilla: [álma], [álbare]. En el §13 se ofrece un triángulo que brinda al consultante una considerable variedad de posiciones de los resonantes. Todos los resonantes del triángulo están anotados en su variante sonora, siendo también posible la sorda (que se marca con un circulito  subscrito).

§46,2 Los sonido semi-vocales o semi-consonantes (§26, §58 y §80) tienen en común con los resonantes la forma del resonador modificado por la posición de la lengua, y participan de características ocluyentes en cuanto que tienen contacto local. «Wāw» es sonido bilabial redondo con la lengua en posición de [u], y «yod» es prepalatal con la lengua formando [i].

§46,3 La letra «h» representa un continuante sordo que funciona siempre como consonante.

§46,4 Los sonidos ocluyentes se distinguen de los resonantes por ocluír el paso del aire durante la formación de dichos sonidos. En unos la oclusión ha pasado un momento antes de la emisión del sonido, como en la sílaba [pa], en otros la articulación termina con esta oclusión, como en [ap]. Las series p t k, b d g son de articulación momentánea, y su modo recibe el nombre de ocluído o, también de oclusivo. Todos los ocluyentes restantes son continuantes (véanse últimas líneas de §16,2 y de §43,2).

§46,5 Se emplea un código de diacríticos para señalar algunas características de los ocluyentes. Una cuña, que sugiere la punta de una echa,. puesta debajo de la letra que representa el segmento, indica la dirección de un desplazamiento de a partir de un punto de referencia considerado como el sitio “normal” de la articulación.: con ̣ se indica un posición más atrás, con – se indica el modo fricativo, con  se indica un desplazamiento hacia arriba, con  se señala un desplazamiento hacia abajo, con > se marca un desplazamiento hacia delante, con < uno hacia atrás. Le retroexión se marca con un punto debajo: ṭ ḍ ṣ ẓ ṣ̌ ẓ̌. Y siendo más práctico el empleo del punto que el de la cuña, se le usa a menudo para indicar una posteriorización simple: de manera que ḳ ṃ ạ de ninguna manera pueden querer decirnos que se trata de “retroejos”. Cuando la prepalatalidad y también la palatalidad no tiene carácter fonemático, se emplea la curvita para indicarla: t  d n l. (Hay que advertir que para los lingüistas norteamericanos no signica lo mismo que para los que abrevamos en la lología española: para los americanos  equivale a < .) La prepalatalidad, especialmente si es fonemática, se indica con el acutus: ń ŕ ś ź (disponibles en Ordenadores, “activando” Multilingual support). La palatalidad se indica con el haček (o jáchec ): ň ř š ž (al adaptarnos a una máquina de escribir, podemos reemplazar haček por circunejo: ^ : š = ŝ, č = ĉ, ž = z, n = ň = ñ = n̮ = n. No admitimos la coexistencia de ˆ y de  en un mismo código (ni asignándoles valores distintos). En nuestras máquinas de escribir no instalaremos ŋ, sino que daremos empleo a la tecla del gancho polaco (que sí mandaremos instalar: para į ą ų) que nos permite crear “ene con cola”, así n˛. Empleando un ordenador, podemos instalar ŋ en la tecla Control + Ñ. Una rayita vertical,  , debajo de un segmento indica que éste es silábico (§36). Un circulito debajo de un signo segmental indica que éste tiene sordez. El empleo de VERSALITAS es para denotar que tienen énfasis (“fortis”). Pero durante algún tiempo era de uso emplear igualmente estas VERSALITAS para representar a segmentos sordos. Consideramos que esta no fue una buena solución; es mejor reemplazar N (sorda) por n, Ř por ř, E por e, A por a, etc., especialmente si no se tiene cuidado en escoger el tamaño disminuído de las mayúsculas, pues una R, E, N a media palabra o al nal da un aspecto que repele al lector. Distinguimos entre grafía fonética y grafía fonemática. En general, el empleo de los signos es congruente en ambos niveles, pero el segundo nivel es de escritura más sencilla, por omitir pormenores irrelevantes. No se deben mezclar los dos niveles. Para tener clara conciencia del nivel en que nos encontramos, se ha convenido en poner entre corchetes las expresiones fonéticas. Una vez hecho el análisis, los corchetes se sustituyen por oblicuas: [tšintšinmólye] = /činčinmoe/. Si existe una forma ortográca, ésta se pone entre « », y el sentido o traducción se pone siempre entre ‘ ’: [tšintšinmólye] = /činčinmoe/ = «chinchinmolle» ‘cierta cucaracha’. El empleo de estos señaladores del nivel en que nos encontramos, no es para épater le bourgeois, sino para dar una mayor claridad a nuestro informe. Pero tal escritura dejaría de tener claridad si estuviera innecesariamente plagada de oblicuas: sólo se deben de emplear en los casos necesarios. El innecesario exceso de señaladores no aporta claridad alguna. Cuando el análisis ha demostrado que determinados grupos de segmentos funcionan como una sola unidad (“fonema único”), se emplea una sola letra para su representación, pero como no siempre existe una letra, el recurso es imprimir en caja alta el componente continuante: [ku] = /kw/; [gu] = /gw/ [pf] = /pf/; [bv] = /bv/ [tl] = //; [dl] = // [ts] = /¢/; [dz] = // [tš] = /č/; [dž] = //

§46,6 Aunque el sistema gráco del lingüista procura ser consecuente, obligando a conceder un valor bastante jo a los signos, se admite adaptarse a las realidades físicas de las imprentas. Además, existen equivalencia de signos, por proceder de distintas tradiciones grácas: k = j = ; š = s = x; ñ = ň = n = n̮̮̮ = n = ny; ŧ = ; l̮ = l=  = ly; ŋ = n˛.. Todo estudiante debe saber manejar estos signos alternativos y poder traducir al instante de un código gráco a otro. Cuando en un idioma existe sólo tl monofonemático sordo, sin un correspondiente sonoro, se empleas sin el circulito, no tanto, en verdad, por ser su presencia perfectamente innecesaria (pero de utilidad para recordar al lector que se trata de un fonema con ambos componentes sordos), sino porque en las imprentas no suele existir lambda con circulito subscrito. Lo mismo reza para una “ere gutural” única, que podría ser g, pero que es más cómodo para muchos talleres reemplazar por я. En Word no hay g con un punto debajo, pero existe ġ en DoulosSil, que bien puede reemplazarla. Cuando concurren dos  en una misma lengua, se puede emplear para la posición más frontal una «jota» común y para la más posterior una jota con punto debajo; pero como éste será de difícil colocación, hay quienes preeren j para el primero y  para el segundo fricativo. La adaptación a la imprenta es parte de nuestra tolerancia, pero ésta debe tener límites: no admitir x en lugar de , ni  en lugar de , ni  en lugar de .

§47 A continuación se presenta una tabla con los principales ocluyentes tratados en este curso, ordenando los modos en una forma ligeramente diferente que en la estrategia expositiva seguida en las páginas anteriores:

bilabial labial interdental dental alveolar retroejo pepalatal palatal palatal retoejo postpalatal velar faríngeo glotal ocluídos p t t> t k q  b d d> d g g africados pp pf t ts tś tš tš kj qj bb bv dz dź dž dž g gġ fricativos p f   j j ḥ b v 1 d g ġ  sibilantes s s> s ś š š z z> z ź ž ž nasales m m n n n> n  ň ŋ ŋ m m n n n> n  ň ŋ ŋ laterales l l l> l ĺ  l l l> l ĺ  africados laterales tl dl vibrantes r r> ṛ̣ ṛ́ ṛ̌ ṛ̣̌ r r> r ŕ ř ř  vibrante múltiple r semi-vocales w y w y

Recuérdese que las echas que indican desplazamientos, deben estar colocadas debajo de las letras.

§48 Cuando queremos presentar el cuadro de las consonantes de un idioma que tiene , o «hache», con función consonántica, resulta que no encontramos un sitio legítimo para esta h. Por ello se ha establecido la costumbre de asignarle un sitio ilegítimo enseguida de los sibilantes. Mucho mejor es incluíir esta consonante como lo que es: resonante [sordo] atópico, como en el caso siguiente nāhuatl):






Consonantes atópico bilabiales dentales prepalatales palatales postpalatales glotall resonante h oclusivos p t k Ɂ africados ¢ č sibilantes s š dento-lateral  lateral l nasales m n semivocales w y