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Usuario:Laujcheca/usuario ljc

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Trabajo transición

A pesar del pesimismo que se cierne actualmente sobre Europa los líderes de toda Europa demostraron ayer que aún tienen una mínima capacidad de mantenerse unidos, cuando es realmente necesario. El primer presidente de Europa, Herman Von Rompuy, esperaba usar la breve reunión de esta semana en Bruselas para levantar los ánimos, y convencer al grupo, que ha invertido una década entera empleando hasta el último julio de energía reescribiendo sus reglas, de manera visionario a y trazar un camino hacia el futuro en el que Europa sea capaz de soportar su propio peso político. Desafortunadamente, el resultado no fue el esperado, pero apenas se encontraban aún envueltos entre la mayor amenaza que estaba todavía por recaer sobre el panorama del continente. La cepa de gripe griega en el mercado local amenaza con mutar en una española e incluso a una italiana, con el potencial de acabar con el euro. Los líderes de la nación solamente habían diseñado los trazos superficiales del remedio, pero al menos reconocieron que la eurozona podría, finalmente, alzarse o caer como una sola. Sin embargo el resultado fue una confusa declaración de disposición para tomar “una acción determinada y coordinada” si es necesario, que es muy probable que en la práctica París y Berlín se vieran implicados cubriendo alguna deuda ateniense en retorno de las austeridades adicionales. Resultó insuficiente para estabilizar los agitados mercados porque su determinación de actuar no es la mismo que la acción en si. La reunión de los ministros de fianza de la semana que viene podría ser un fracaso por el detalle de que se espera que aquellos en dificultades, y que clase de apoyo van a recibir. Los alemanes, quienes siempre han albergado miedos profundos sobre el euro como un instrumento que permitiera a sus libertinos vecinos beneficiarse del poder de la vieja marca, esperan que su gobierno vea que cualquier medicina es lo suficientemente amarga para garantizar que no será tomado a la ligera. Los griegos, que normalmente son más partidarios de gastar el presupuesto del estado que de pagar sus impuestos, tendrá dificultades a la hora de insistir que la economía, así como la política, deberían ser un arte de lo posible. Regatear no será fácil. Sin embargo, en un mundo fragmentado, las decisiones transnacionales rápidas, incluso ante una emergencia, son difíciles de lograr. En comparación con el comercio estancado, y el caos generado en Copenhagen, y el empujón de ayer en dirección a un tratado se posiciona como un logro positivo. Un acción perfectamente coordinada seguiría dando resultado fuera de la Unión Europea, pero al menos la declaración de ayer da un sentido razonable a lo que semejante acción supondría. Después de ayer, es al menos posible que Europa se proteja a si misma en vez de esperar pasivamente la llegada de Washington en forma del FMI. Europa no parece tener perspectivas, a corto plazo, de forjar un futuro positivo con el espíritu de la solidaridad. Pero solo con reunir un poco para proteger su posición en el momento en que las espaldas europeas se encuentren contra la pared.