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Usuario:Laurelau/Taller

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La expresión de género es la manera mediante la cual una persona manifiesta su género a través de diferentes características externas como la forma de hablar, la ropa, los gestos, etc. Suele clasificarse en expresión de género femenina, masculina o andrógina y está estrechamente vinculada a los estereotipos de género. Aunque son categorías que están muy relacionadas, la expresión de género es independiente del sexo biológico, la identidad de género o la orientación sexual.[1]

Construcción social del género y sus expresiones[editar]

El género es una característica a la que se le otorga mucho valor al relacionarse con el resto de individuos y se emplea como herramienta para clasificar y estructurar la vida social. Es una pieza tan importante para las relaciones sociales que resulta muy difícil —o casi imposible— pensar a las personas en abstracto. Nuestro comportamiento es diferente en función de si se tiene delante a una mujer o a un hombre y por eso el género es uno de los primeros rasgos que se pretenden conocer de una persona y así poder activar, de forma naturalizada e inconsciente, el aparato cultural de género, materializado en las normas y los estereotipos de género.[2]​ Un ejemplo paradigmático de lo anteriormente expuesto lo constituye el afán por saber el sexo de una criatura incluso antes de su nacimiento. Mediante la ropa, los pendientes, los accesorios como las diademas, etc. — características que forman la expresión de género— se busca que los demás lean al bebé como niña o niño. El experimento psicológico denominado “La mente en pañales”— en el cual visten a un mismo bebé con ropa rosa y se observa cómo se relaciona un grupo de adultos con la criatura para más tarde repetir el proceso, pero esta vez con ropa azul— es un buen ejemplo del trato diferenciado que se ejerce según el género.[3]​ Así pues, la expresión de género— el comportamiento, la vestimenta, los gustos, etc. — es el primer conjunto de características que la sociedad percibe de un individuo. Estos rasgos se concretan en el cuerpo que, en palabras del antropólogo y sociólogo David Le Breton, este se podría definir como una “materia simbólica”, una “construcción social y cultural”.[4]​ El cuerpo, siguiendo la propuesta del Grupo de investigación Cuerpo y Textualidad de la Universidad Autónoma de Barcelona, es un texto que, como cualquier otro tipo de constructo cultural, debe ser interpretado: es “algo construido, cultural, mediado, transformable”, “un ámbito de re/escritura de los discursos culturales”, ya que “los produce y reproduce”.[5]

Desde esta perspectiva, pues, el cuerpo –la materialidad del cuerpo– es causa y efecto a la

vez de una serie de procesos que se desarrollan en las redes conceptuales binarias

interrelacionadas y que son llevados a cabo –materializados propiamente– a través del

lenguaje, de su textualización. El cuerpo es un texto; el cuerpo es la representación del

cuerpo. El primer efecto discursivo es la naturalización de la materialidad del cuerpo y

sus presuntos efectos asociados: la dualidad de géneros, una sola práctica sexual.[6]

Siguiendo esta idea del cuerpo como texto y la teoría de la performatividad de género de Judith Butler, es conveniente señalar que la expresión de género, la orientación sexual, la identidad de género e incluso el sexo biológico —para Butler no es pertinente establecer una diferenciación entre sexo y género— son el resultado de “una construcción-producción social, histórica y cultural, y por lo tanto no existen papeles sexuales o roles de género, esencial o biológicamente inscritos en la naturaleza humana”.[7]

De esta forma, el género y el sexo son actuaciones, actos performativos que son

modalidades del discurso autoritario; tal performatividad alude en el mismo sentido al

poder del discurso para realizar (producir) aquello que enuncia, y por lo tanto permite

reflexionar acerca de cómo el poder hegemónico heterocentrado actúa como discurso

creador de realidades socioculturales. En este sentido, y en la línea foucaultiana, puede

entenderse la performatividad del lenguaje como una tecnología; como un dispositivo de

poder social y político. [7]

Teresa de Lauretis habla incluso de ‘la tecnología del género’, concepto que alude a “las técnicas y estrategias discursivas por las cuales es construido el género”.[8]​ Asimismo, explica que a pesar de que el género sea una representación, no significa en absoluto que sus implicaciones no sean reales para la vida material de las personas.[9]​ Por tanto, las características que forman la expresión de género no son esenciales de ningún sexo o género aunque se hayan naturalizado como femeninas o masculinas a través de la cultura. La socialización de género empieza a operar aun antes de nuestro nacimiento y todo este aparato moldea nuestro comportamiento y nuestros cuerpos. A través de estos códigos y mediante la expresión de género nos clasificamos y clasificamos a los demás.

Contribuciones de la expresión de género al sistema sexo/género[editar]

La expresión de género es un concepto descriptivo que se refiere a los rasgos externos de una persona. En principio, no proporciona información sobre cómo alguien se identifica, sino cómo lo leen los demás a partir de ciertas normas sociales. Sin embargo, cabe destacar que podemos reapropiarnos conscientemente de determinados códigos porque nos resulte deseable que nos reconozcan como parte de algún colectivo, tal como explica la escritora Haizea M. Zubieta en su cuenta de Twitter en relación a la orientación sexual:

El aspecto físico, las decisiones de moda o de arreglo personal muestran cosas sobre todo

del mundo, y pueden hacerlo de manera deliberada (ej: me pongo una camiseta de un

equipo de fútbol para mostrar que soy hincha). En eso estamos de acuerdo, ¿no? ¿Por

qué, entonces, me decís que hay algo negativo o dañino en mostrar a través de nuestro

aspecto, ya sea de forma voluntaria o involuntaria, nuestra orientación sexual? Sí, se

puede tener "pinta de gay". Sí, se puede tener "pinta de lesbiana". ¡Sí, eso puede ser algo

deseable y deseado! ¡Sorpresa! [10]

Al ser lo primero que se percibe de los demás, la sociedad piensa otras categorías, como la identidad de género, el sexo biológico o la orientación sexual a partir de la expresión de género y por este motivo existe cierta confusión entre estos cuatro términos. Debido al rígido sistema sexo/género, la norma dicta que lo natural y esperable es que una persona de sexo biológico hombre se identifique con la masculinidad y el género masculino, de la misma forma que una persona de sexo biológico mujer se espera que lo haga con la feminidad y una identidad de género femenina.[11]​ Cuando alguien rompe con este esquema, la sociedad intenta explicar esta ‘disidencia’ con otras categorías. Por ejemplo, según esta lógica una persona de sexo biológico hombre que sea femenina cabría esperar que fuese gay o que se identificase con una identidad de género femenina. Como apunta Miquel Missé, la expresión de género es “una herramienta” que aporta nuevos matices al modelo sexo/género y le resta rigidez. Con este concepto se puede explicar que haya personas cuya expresión de género sea muy

diferente a su identidad de género según nuestro “imaginario social”:[11]

(…) lo que nos hace falta con urgencia es una pedagogía de la diversidad de expresiones

de género, explicar que las personas tienen que poder explorar y expresar todo el abanico

de expresiones de género sin que eso les provoque un conflicto respecto a su identidad de

género. O, dicho de otro modo, las identidades de género deben poder albergar el abanico

más amplio de expresiones de género, sentirse hombre o mujer debe poder albergar desde

las expresiones más masculinas a las más femeninas sin que ello implique un malestar

con la identidad. [11]

A pesar de que la expresión de género esté muy vinculada al género y a la orientación sexual, estas categorías identitarias no tienen por qué estar condicionadas por las características exteriores de una persona.

Referencias[editar]

  1. «UN Free & Equal | DEFINITIONS». UN Free & Equal. Consultado el 5 de octubre de 2021. 
  2. Dibujando el género: capítulo 1, consultado el 5 de octubre de 2021 .
  3. La Mente en Pañales. Educación diferenciada entre niños, consultado el 5 de octubre de 2021 .
  4. Castañeda Hernánez (9 de septiembre de 2015). escritores/recursos-1/colaboraciones/14745-el-cuerpo-textualizado-el-texto-corporizado «El cuerpo textualizado, el texto corporizado.». 
  5. «Cos i Textualitat | Cos i Textualitat» (en ca-CA). Consultado el 5 de octubre de 2021. 
  6. Meri Torras (2007). «"El delito del cuerpo. De la evidencia del cuerpo al cuerpo en evidencia." en Cuerpo e identidad I». Ediciones UAB. 
  7. a b Carlos Andres Duque Acosta (2010). «Judith Butler y la teoría de la performatividad de género». ón: Revista de educación y pensamiento, Nº. 17. 
  8. Teresa de Lauretis (1989). content/uploads/2013/12/teconologias-del-genero-teresa-de-lauretis.pdf «"La tecnología del género" en Technologies of Gender. Essays on Theory, Film and Fiction». Londres: Macmillan Press. 
  9. de Lauretis, Teresa (1989). [http://blogs.fad.unam.mx/asignatura/adriana_raggi/wp- content/uploads/2013/12/teconologias-del-genero-teresa-de-lauretis.pdf «La tecnología del género»]. Technologies of Gender. Essays on Theory, Film and Fiction. London: Macmillan Press. p. 1-30. 
  10. Haizea Zubieta (15 de enero de 2021). «El aspecto físico, las decisiones de moda o de arreglo personal (…).». 
  11. a b c Missé, Miquel (2018). A la conquista del cuerpo equivocado. Egales.