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La mujer afgana y la invasión estadounidense en Afganistán
[editar]Introducción
[editar]El 14 de abril del 2021, Joe Biden anunció el retiro total de las tropas estadounidenses de Afganistán para el 11 de setiembre, fecha en la que se cumplieron dos décadas desde el atentado de Al Qaeda, la “guerra al terror” de Bush había llegado a su fin completamente.[1]No obstante, el revisionismo de esta invasión es importante debido a la singular posición oficial que adoptó Estados Unidos (EEUU), al justificar la guerra contra los talibanes como una forma de salvación de las mujeres bajo su régimen.
Conceptualización de la teoría del feminismo poscolonial
[editar]El feminismo poscolonial es una teoría crítica interseccional de las Relaciones Internacionales (RI) que centra el estudio de los fenómenos internacionales en las redes de dominación en función del género, reconociendo en simultaneo el papel del racismo, colonialismo y la explotación económica. De esta forma, el feminismo poscolonial se centra en criticar la permanencia de un único sujeto con voz y de la invisibilización del otro dentro del régimen represivo del colonialismo y el racismo. Es, asimismo, un llamado al sujeto subalterno en tanto mujer doblemente expuesto por ser la antítesis perfecta del hombre blanco occidental. En este sentido, el feminismo postcolonial ha sido importante para resaltar la naturaleza compleja de las identidades. Por ello, rechazan la noción de que el género es una categoría universal y homogénea y, por lo tanto, no necesariamente todas las mujeres comparten los mismos intereses y opresiones en función de la variable de género. Para los pensadores poscoloniales, la experiencia del colonialismo (y las huellas dejadas por el mismo y también por el neo-colonialismo) es de suma relevancia.[2] Por tanto, reconoce la importancia de la inclusión de la historia en la formulación de conocimiento en la disciplina. En la misma línea, la naturaleza crítica del feminismo poscolonial se encuentra en el cuestionamiento de las teorías tradicionales de las RI (realismo, liberalismo, neorrealismos, neoliberalismo, etc), las cuales invisibilizan la importancia del estudio de las identidades de los sujetos para comprender su experiencia de opresión particular. Así también, cuestionan el “feminismo blanco”, el cual reivindica solaridad con las mujeres del Tercer Mundo y de color, pero que, en realidad contribuye a estereotipar las culturas del Tercer Mundo como “bárbaras” e “incivilizadas”, lo cual es usado para justificar la intervención imperialista, dado que, se cree necesario transmitir valores europeos.[3]
Dicha estereotipación es conocida como “Orientalismo”, herramienta de poder y dominación usada por el Occidente frente al Oriente. Es originada por la ansiedad [tal vez cambiaría de palabra] europea de hacer encajar al complejo mundo oriental en su simplista visión eurocéntrica del mundo. A partir del discurso orientalista se construye una jerarquía de civilizaciones, se establecen límites que distinguen unas de otras y se justifica la misión civilizadora de Occidente. Es así como, en esencia, el Orientalismo es un constante ejercicio de definir la otredad desde Occidente, encerrando a las múltiples, variadas y desconocidas culturas orientales dentro de la categoría de lo raro y exótico[4]. En la misma línea, Chowdhry (2013) señala que el Occidente es propenso a “feminizar” y representar como entes pasivos a las poblaciones colonizadas; mientras que, se representa a sí mismo como un ente “masculino”, una autoridad. No obstante, al mismo tiempo los hombres colonizados suelen ser “hiper-masculinizados” y presentados como agresivos y autoritarios. De esta forma, el conocimiento creado bajo una visión orientalista nos brinda más información de Occidente que de Oriente.[5]
Aplicación de la teoría en el análisis
[editar]La "Guerra al Terror” y el Orientalismo
[editar]En primer lugar, “la Guerra al Terror” emprendida por EEUU y sus aliados en Afganistán es un claro ejemplo de Orientalismo, en tanto, que se basó en la constitución de la otredad del país islámico. Autores poscoloniales como Paul Gilroy y Gayatri Spivak han argumentado que la lucha contra el terrorismo por Occidente es una extensión de las relaciones coloniales que se enmascaran con una retórica de salvación. Esta retórica crea un sujeto radical deshumanizado (un "otro") que se convierte en objeto de temor, pero a la vez, un sujeto de género (las mujeres musulmanas) que carece de agencia y necesitan de protección de los occidentales, puesto que, sus derechos están siendo violados bajo el régimen estatal (el régimen Talibán). Se hace evidente que la relación entre colonialismo y derechos humanos ha estado marcada por una producción continua de sujetos carentes (de género y racializados) y una distinción entre sociedades regresivas y progresistas. Particularmente en este caso el género se convierte en una forma de reproducir esas estratificaciones en las prácticas de derechos humanos. Cabe resaltar que, ello también fue motivado por la adopción de la resolución n° 1325 de la ONU en el año 2000 sobre las mujeres, la paz y la seguridad, constituyendo en fundamental el alineamiento del empoderamiento de las mujeres con los llamamientos a la intervención humanitaria.[6] Es así como se observa que el discurso orientalista de EEUU y sus aliados, institucionalizado a través de la ONU, ha sido fundamental para la formulación de la política exterior estadounidense para con Afganistán posterior al 11 de setiembre.
La invasión a Afganistán y el factor del género
[editar]En la misma línea, a partir de identificar a Afganistán como un otro desde una visión neo-colonial, el factor del género también se hace evidente durante la intervención de las fuerzas estadounidenses en el país islámico. La guerra de Afganistán, junto con la iraquí, ha demostrado tener una naturaleza basada en el género (gendered nature), que se hizo especialmente obvia cuando los soldados se encontraban con la población local. En estas interacciones, las mujeres de la comunidad eran percibidas normalmente como civiles, mientras que los hombres (todos los varones mayores de catorce años) eran "codificados" como combatientes. En consecuencia, los hombres eran señalados como enemigos potenciales tanto por las unidades de combate como por los drones (aviones no tripulados armados), los cuales bajo la presidencia de Obama se convirtieron en el arma por predilección. Las mujeres no solían ser el objetivo real de estos ataques, sino que formaban parte de los daños colaterales que inevitablemente acompañaban a los ataques aéreos.[7] Se evidencia como, a partir del género, se hiperfeminizó a la mujer afgana, pues las fuerzas estadounidenses no veían ningún tipo de amenaza en ellas, de lo contrario, se las concebía como sujetos pasivos; mientras que, los hombres afganos fueron hipermasculinizados al ser considerados amenazas sin otra explicación que por su género, raza y cultura. Resulta irónico, aunque desde esta teoría lógico, que a pesar de que EEUU justificó su invasión en Afganistán con la misión de salvar a las mujeres afganas, ellas pasaron a un segundo paso. Las fuerzas estadounidenses en lugar de centrarse en brindar protección a las mujeres se dedicaron a eliminar a las “amenazas” (los hombres afganos), tanto así que se referían a las mujeres muertas durante sus ataques como daños colaterales.
La hiperfeminización de la mujer afgana en los medios occidentales
[editar]La hiperfeminización de la mujer afgana por Occidente no solo es evidente desde medios estatales. Vera Mackie (2012) realizó un estudio detallado sobre su representación por medios occidentales; si bien solo la fotografía del 2010 de Bibi Aisha mutilada fue explícitamente relacionada a un debate político, todas las fotografías han contribuido a la retórica occidental sobre el problemático uso del buraq (veiling and unveiling). Entre estas resalta la fotografía de una joven afgana del 2001, el día siguiente al derrocamiento de los talibanes, quien se convirtió en un “ícono de la juventud” al descubrirse el rostro dentro de una muchedumbre de mujeres afganas vistiendo el característico burqa celeste. La fotografía titulada “levantando el velo”, sitúa al espectador en la posición de voyeur, experimentando placer ante la visión de una mujer destapada y el deseo de que las demás mujeres se descubran de sus burqas. La jóven de la fotografía no habla; más bien, es el fotógrafo quien fantasea con que ella ha estado esperando descubrirse hasta que él pudiera venir a fotografiarla, específicamente mencionó que fantaseó con acariciar el rostro de la mujer, lo cual evidencia el fetichismo de la mujer afgana que sienta sus bases en el Orientalismo, al verla como una figura exótica al estar descubierta. Las representaciones mediáticas se han convertido en "modos de conducta militar" particularmente en la década de la guerra al terrorismo (Butler, 2009).[8][9]
La misión civilizadora estadounidense
[editar]Por último, la misión civilizadora de Estado Unidos falló en “salvar” a las mujeres afganas debido a su visión eurocéntrica e hipocresía. El gobierno estadounidense continuó usando la retórica de la salvación de las mujeres afganas como el principal motivo de la intervención en el país árabe, como se evidencia claramente en el famoso discurso de la ex primera dama Laura Bush en 2002; no obstante, este solamente demostró su ironía dado que los abusos hacia las mujeres continuaron luego de la caída del Talibán.[10] Muchos de los hombres afganos que sirvieron como aliados en la ofensiva dirigida por EEUU los talibanes eran figuras controvertidas, como Rashid Dostum, acusado de torturas, secuestros y violaciones, así como de la infame masacre de Dasht-i-Leili. Fuera de Kabul y de la protección de la Fuerza Internacional de Seguridad en la ciudad, la situación nacional era de inseguridad, ya que los señores de la guerra se disputaban el control.
En mayo de 2002, Human Rights Watch denunció violaciones en grupo.[11] Al mismo tiempo, el FMF informó que las escuelas de niñas son objeto de ataques, los señores de la guerra regionales pueden imponer restricciones similares a las de los talibanes, las personas que defienden los derechos de la mujer y los derechos humanos reciben amenazas y muchas mujeres siguen llevando el burqa por miedo.[12] Ello demuestra como la retórica de la emancipación no encajaba fácilmente con la realidad de la vida cotidiana de las mujeres mientras la guerra se libraba a su alrededor. También se da el caso de que la campaña de bombardeos estadounidense, ampliamente alabada como exitosa en sus fases iniciales, tuvo profundas consecuencias para los civiles que vivían cerca de los objetivos o las víctimas de los bombardeos que se habían extraviado. Las feministas afganas y sus homólogas occidentales tienen visiones diferentes de la emancipación femenina en función de si privilegian el compromiso con la seguridad de las mujeres frente a los abusos o las perspectivas de oportunidades sociales y económicas para las mujeres. Cabe resaltar que los talibanes llegaron al poder, en parte, por defender a las mujeres de los abusos de los señores de la guerra luego de la retirada de los soviéticos, lo cual también ayuda a explicar el fallo de la misión occidental en el país. Otra cuestión es que los occidentales emplean diferentes escalas de tiempo y condiciones para juzgar la emancipación femenina entre la experiencia de Occidente y lugares como Iraq y Afganistán[13], no es razonable esperar que lo que en Occidente llevó décadas se produzca en unos pocos años en Afganistán.
Referencias
[editar]- ↑ Madhani, A., Lee, M. (14 de abril de 2021). «Biden anuncia el retiro de las tropas de EEUU de Afganistán». Los Angeles Times. Consultado el 15 de mayo de 2024.
- ↑ Grecco, Gabriela de Lima (29 de junio de 2020). «Feminismos y género en los Estudios Internacionales». Relaciones Internacionales (44): 127-145. ISSN 1699-3950. doi:10.15366/relacionesinternacionales2020.44.007. Consultado el 28 de junio de 2024.
- ↑ Russo, Ann (2006-12). «The Feminist Majority Foundation's Campaign to Stop Gender Apartheid: THE INTERSECTIONS OF FEMINISM AND IMPERIALISM IN THE UNITED STATES». International Feminist Journal of Politics (en inglés) 8 (4): 557-580. ISSN 1461-6742. doi:10.1080/14616740600945149. Consultado el 19 de mayo de 2024.
- ↑ Said, Edward W. (1985-10). «Orientalism reconsidered». Race & Class (en inglés) 27 (2): 1-15. ISSN 0306-3968. doi:10.1177/030639688502700201. Consultado el 19 de mayo de 2024.
- ↑ Geeta, Chowdhry, ed. (30 de septiembre de 2013). Power, Postcolonialism and International Relations: Reading Race, Gender and Class. Routledge. ISBN 978-1-315-01718-1. doi:10.4324/9781315017181. Consultado el 19 de mayo de 2024.
- ↑ Abdelkarim, Shaimaa (9 de octubre de 2021). «Afghan Women and Resistance to the War on Terror». Verfassungsblog (en inglés británico). Consultado el 19 de mayo de 2024.
- ↑ Khalili, Laleh (2011-10). «Gendered practices of counterinsurgency». Review of International Studies (en inglés) 37 (4): 1471-1491. ISSN 1469-9044. doi:10.1017/S026021051000121X. Consultado el 28 de junio de 2024.
- ↑ Mackie, Vera (2012-02). «The ‘Afghan Girls’: Media representations and frames of war». Continuum (en inglés) 26 (1): 115-131. ISSN 1030-4312. doi:10.1080/10304312.2012.630146. Consultado el 28 de junio de 2024.
- ↑ Kenny, Kate (2010-12). «Frames of war: when is life grievable?». Journal of Power (en inglés) 3 (3): 459-466. ISSN 1754-0291. doi:10.1080/17540291.2010.525837. Consultado el 28 de junio de 2024.
- ↑ Berry, Kim (2003). «The Symbolic Use of Afghan Women in the War on Terror». Humboldt Journal of Social Relations 27 (2): 137-160. ISSN 0160-4341. Consultado el 28 de junio de 2024.
- ↑ Ashraf, Afzal; Kennedy-Pipe, Caroline (2 de mayo de 2022). Woman, War, and the Politics of Emancipation in Afghanistan (en inglés estadounidense) 2 (3). p. 7. doi:10.31389/lseppr.58. Consultado el 28 de junio de 2024.
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