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Usuario:Vitervi/Don Antoni Roca i Botiga

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Don Antoni Roca i Botiga, también conocido por el Gran Transformador, en quien acometió en España la Transformación en sociedad mercantil, y es un personaje de ficción de libro Spanya S.A.

Forma parte del reparto de personajes de ficción del escritor Miquel Silvestre, y aparece por primera vez en el primer capitulo del libro “Fragmeto 1 – La Gran Transformación”.


Biografía[editar]

Creados de la Sociedad Mercantil Spanya SA, de nacionalidad Española, y con una antigüedad aproximada de 400 años.

Mide 1.30 centímetros de altura, por la vejez y las drogas que lo están consumiendo a poco a poco, para no acabar con su vida, vive en una burbuja aséptica controlada asistencia artificial, y volviéndose dependiente de los científicos alemanes.

Es una persona vengativa, ya que le gusta hacer los consejos de administración en lugares donde corren peligro los consejeros, haciéndoles pasar mal el trayecto de llegada al consejo, obligándoles a cruzar la ciudad asediada por la enfermedad y la rabia, de los guetos en donde viven los residuos.

En el momento de la Transformación de España, nadie le planto una verdadera oposición, las grandes cooperaciones financieras le apoyaron.

Es nacido en la masia MAS ROCA, de parto natural, de una recia y sana hembra del Amporda.

Sus descendientes lo han sido de la Gran Matriz Artificial que existe en el sótano de la masia milenaria, un útero Biónico, llamado MONTSE.

De enseñanzas Jesuitas, vive encima del monte Gorbea.[1]

Notas[editar]

  1. El nuevo sakrosanto Pais de Euskalherria, un negocio en secreto con los independientes vascos, cuando era ministro del Gobierno de España, su ansiada autodeterminación, pero con dos condiciones:
    1. Primero tenían que limpiar el territorio de descontentos y nacionalistas tibios.
    • Algo que se hizo con entusiasmo y eficiencia letal.
    1. Segundo, debían de firmar un contrato de franquicia, para convertir Euskalheriua en un parque temático dedicado a un agrarismo prehistórico muy pintoresco
    Legiones de turistas japoneses y estadounidenses veceran desde entonces las aldeas de piedra, comen cuajadas sintéticas, y se divierten con rusticas manifestaciones deportivas con piedras y leños.