Anexo:Historia de Guaitarilla

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En el presente anexo se ubica la historia de Guaitarilla municipio colombiano, ubicado en el Departamento de Nariño.

Primeros pobladores[editar]

No existen relatos o textos que evidencien indiscutiblemente la existencia de un grupo humano primitivo definido en el entorno topográfico de Guaitarilla. Pero la mayoría de los mismos se apalanca en el devenir de corrientes humanas que a lo largo y ancho de América se desplazaron dando lugar a asentamientos de sus gentes, unos hablan de los mayas, los aztecas, los chibchas, otros de los quillasingas, otros de los pastos, de los guaitaros etc.

La balanza se inclina por razones antropológicas a que el territorio fue habitada de los incas, que ocuparon todo el entorno andino entre Perú, Ecuador y el sur de Colombia.

Los quillacencas, son una familia de los incas que ocupó el espacio demarcado entre los ríos Chota cercanías de Ibarra y pilco mayo, tribu, horda o clan que en el Libro Verde de los cabildos de Quito, figuran como quillacingas, conocidos así tanto por el conquistador Francisco Pizarro como por Sebastián de Belalcazar.

Este nombre fue adoptado por Belalcazar, como una estrategia para hacerse a territorios que Pizarro, tenía bajo su dominio y al parecer no conocía bien, haciéndole creer a este que se trataba de territorios ubicados fuera de los límites de Perú, es decir que se encontraban al oriente quiteño y por ello adjudicó dicha denominación a sus asentamientos con lo cual implícitamente prolongaba su ámbito territorial.

Los Guaitaros y los pimbas[editar]

Las primeras lecciones sobre estas familias, devienen de la tradición oral, indicando que en el suelo de Guaitarilla, habitó una cultura indígena. Parece más leyenda que historia. Las evidencias de su real existencia no son claras, sin embargo se reconoce una lengua, una tradición agraria, un modus vivendi, unas corrientes transhumanas etc. obtenidas de notas y escritos de los cronistas de indias, que ubican a los quillacencas, como la familia predominante en el entorno andino de Nariño.

De los pimbas, no hay referentes que indiquen su existencia; son considerados tangencialmente como una familia de los Pastos provenientes de los Chibchas. Pero a su vez los pastos son indios de origen incaico, bautizados así por los españoles desde Caranqui , Chota hasta los asentamientos de Popayán a quienes llamaron Hantunllactas o quillacencas, bravos y valientes guerreros, poco pacíficos, algo diferentes a los de Quito. (Los Guayros o Guaitaros, se reseñaron en el acápite anterior).

Modo de vida de estos pobladores: recolección y pastoreo

Las pequeñas tribus de los pueblos tenían “Una economía familiar… la agricultura no estaba plenamente desarrollada, que les dejaba excedente para el intercambio. Por selección habían logrado algunas variedades de maíz y papa… Con la conquista se incorporaron nuevos productos agrícolas como cebada, trigo, hortalizas, dedicados a la caza de animales” Barahona H., Zúñiga Guillermo. Historia Económica de Nariño.

Habida cuentas del poco rendimiento agrícola eran ante todo recolectores de frutos silvestres y cazaban especies menores como conejos, cuy, guatín y comían aún el llamado ratón de agua y la fara o raposa cuya carne oreada es exquisita frita o asada.

El pastoreo no era muy conocido y los únicos antecedentes radican en la crianza del cuy o conejillo de indias. Tradicional renglón de la economía guaitarillense y plato típico por excelencia.

Fueron dominados por los incas en el proceso de conquista de nuevas tierras y subyugados a las normas del imperio del sol, por Atahualpa.

El comercio era igualmente escaso hacían travesías a pie en grupos de hombres cargando algunos granos, motilones, granadillas, maqueño y cuyes y perdices cazadas en trampas, llevados en mochilas tejidas de bejucos, que truqueaban con lo necesario para su alimentación en especial la quinua, sal y frutos como motilones, granadillas, maqueño que no se daban en la región, los lugares de abastecimiento eran Quitasol, Cunchila, Chaitán, Imués, Consaca, yanancha, yanangala, Ancuya.

El territorio en la conquista y la colonia[editar]

Los pueblos no fueron fundados por los españoles, sino que ya existían en comunidades organizadas o en grupos de familias consanguíneas, centradas en el trabajo, la recolección, la pesca y la alfarería.

Los pueblos fueron conquistados y colonizados por los españoles que los sometió por la fuerza, los transculturizó y destruyó su forma de vida comunal y de libre autodeterminación, acabó con sus costumbres y tradiciones nativas.

Tomamos aparte de Javier Rodríguez Rosales, encontrada en su obra Resguardo indígena de Yascual (Xesus Edita, 1999), la siguiente narración: “Con mucha cautela, los españoles se asientan en Sapuyes y Guaitarilla pero solo como encomienda lo cual favoreció por un tiempo considerable las tácticas de supervivencia y de resistencia pasiva de los túquerres”. Luis Pérez de Leyva fue el primer encomendero de Guaitarilla conocida como el nombre de Guaytara. Luis Pérez de Leyva (conquistador y poblador), 35 fanegas, tres pueblos: Guaytara, Juanananbún y Palasino, 850 indios, 50 de minas y 700 mantas. los padres Mercedarios, por los años l559; por ello a estos se les atribuye la supuesta fundación de GUAITARILLA. Luego ceden sus encomiendas a los Agustinos quienes cambian hasta de santo patrono.

Régimen tributario en la colonia y situación social del criollo[editar]

La colonia, en toda América, fue el período comprendido entre 1550 y 1800, caracterizado por la subyugación del indio y la imposición del español en todos los campos de la vida humana y territorial.

Durante estos tres siglos se dio la desaparición del nativo por distintos factores y el mestizaje, dando lugar a una nueva raza que alcanza niveles culturales y de desarrollo muy idénticos a los de la clase española, (los criollos) aunados en generaciones que no asimilan el dolor de la conquista, mucho menos los vejámenes de la colonia y la explotación de sus recursos económicos y la tributación desmedida y ventajosa.

No es raro encontrar que en Guaitarilla estas relaciones económicas fueron también claves en la explotación del “hombre por el hombre” generando marginalidad, pobreza y odios entre opositores, lo que llevó a la formación de brotes insurrecciónales a lo largo y ancho del continente que “cuajan” con la independencia y soberanía de las nuevas naciones

Solamente relaciono, por ser de pronto, ejemplificadores de levantamiento y lucha, el de Ipiales 1587, Tumaco y Pasto en 1781 cuando cobran en la vida del famoso teniente José Ignacio Peredo, enviado del gobernador Pedro Becaria, quienes procuraban controlar los estancos, elemento clave de la dominación e ignorancia de los nativos y criollos.

Las autoridades no escuchaban ni resolvían las quejas de los nativos frente a malos tratos, engaños, abusos y en sus transacciones comerciales y los actos contra su vida y bienes, se aprovechaban de la ignorancia y nobleza del indio.

El investigador Javier Rodríguez, en la misma obra, indica que para el siglo XVII la encomienda y otras formas de dominio español daban paso a la hacienda semiempresarial, siendo dichas encomiendas las más valorizadas.

En 1770 se había dado la diversificación económica en Túquerres y sus alrededores a partir del elemento criollo, entre otras: “ Reforzar sus compromisos de toda índole con los mineros y feudatarios comerciantes del litoral (Tumaco – Barbacoas), especialización de la actividad agropecuaria de las haciendas y de manufacturas semielaboradas para atender el mercado, desarrollo de la industria casera de la textilería, Invertir en empresas para la extracción de quinas, remate de tributos y diezmos, arrendamiento de cofradías y el monopolio de los cargos administrativos.

Los resguardos no encajaron con el sistema de la entrante economía de mercado de iniciación capitalista.

Se incrementaron las medidas tributarias como diezmos, media anata, tributo de indios y la alcabala que justificaran las múltiples sublevaciones indígenas y criollas

Francisco Rodríguez Clavijo, fue encargado por el gobernador de Popayán como administrador del real estanco de aguardiente y la fábrica de mistelas; Rafael y Atanasio Clavijo, colaboran en este proceso de monopolización y en Túquerres se imponen a los potentados criollos que dominan las rentas del estanco; en 1793 sus efectos se sienten por la provincia entera de los pastos, recibiendo el beneplácito del Virrey Espeleta, quien nombra a Francisco Rodríguez Clavijo como teniente gobernador, uno de los detonantes de la revuelta que se ve incentivada por el decreto de impuestos con pago de bienes agropecuarios que hiciera el obispo de Quito, (sin embargo no fue este quien los decretara pues no era de su competencia sino de las autoridades virreinales) impuestos que hace marras no se pagaban e incrementaba la pobreza y fortalecían el descontento popular aunado al despotismo del teniente gobernador y de los desmanes de sus hermanos.

«Ciudad precursora»[editar]

El 18 de mayo de 1800, en la misa dominical celebrada por Fray Jacinto Rivadeneira, a quien antes de terminar su lectura sorprenden algarabías de protesta y dos mujeres, Francisca Aucu y Manuela Cumbal, suben al púlpito y le arrebatan el documento, lo pisotean, lo rompen.

Las voces de respaldo no se hicieron esperar; parten de este pueblo al día siguiente, 19 de mayo hacia Túquerres, unos 300 mestizos quienes a su paso encuentran solidaridad y apoyo, llegan como a las tres de la tarde y se toman la fábrica de aguardiente y el estanco.

Los Clavijos, que así llamaban a los realmente Rodríguez Clavijo, por consejas de don José Dávalos, se refugian en el altar de la iglesia, protegidos por un pelotón de escolta, pues se pretendía apedrearlos.

Al tiempo como apaciguador de la revuelta, el 20 sale el cura Ramón Ordóñez de Lara, con el santísimo en procesión, pero una “india” salió a su paso y le intenta arrebatar la custodia, don José Dávalos, llevaba en andas la imagen de la Virgen del Carmen, fue cogido a palos, por permitir refugio a los Clavijos, en el Camarín de la Virgen, donde estaban escondidos debajo de los velos de cobertorio de la imagen.

Hasta ahí llegaron los amotinados, penetraron al templo a pesar de la resistencia de los curas y del sacristán; fueron liderados por: Julián Carlosama, Ramón Cucas Remo, Marcelino Ramírez, Jerónimo Cruz, Manuel Yaguaran, Manuel Chilpud, Manuel Santander, José Betancourt, Pedro Valenzuela, Francisco Naspucil, Sebastián Sapuyes, Pedro Isaac, Calixto Calpa, Mariano Pastas, Mariano Colimba, Manuel Caliacamag, Atanasio Piarpusan, Juan Criollo, Juan Guaspud, Antonio Telag, Pablo Arpas, Baltasar Tutistar, Bernardo Vaca y Mariano Cerón, todos ellos en tumulto agolpados sobre la puerta del templo sacaron a los refugiados, los apedrearon y dan muerte en plena plaza. Se les escapa Martín Rafael Rodríguez Clavijo, disfrazado de mujer.

Se devolvieron a la destilería y le prendieron fuego, así mismo queman las casas de Raimundo Argote, destilador y de Margarita Figueroa, la estanquillera. Lo mismo sucedió con los Colimba del Guavo, que queman la casa del estanquillero, un teniente Alarcón

Los de Sapuyes involucrados este día en el motín, estaban dispuestos a todo y que se merecían el castigo y que si llegaban apoyos de Pasto para detener la revuelta se juntarían todos, estos terminan quemando los estancos y casas.

Los de Guaitarilla y Yascual pasaban en tumultos amenazando a los mestizos que no se sumaran al movimiento.

El romper el decreto de diezmos significa simbólicamente el intentar acabar con las leyes no así parece haber ánimos y un pensamiento de golpe a la estructura política reinante, sin desconocer que se luchaba contra el despotismo de un funcionario de muy bajo rango. Si fue un movimiento anarquista o una lucha popular, es criterio de quien lo interpreta, pero no se puede desconocer que su valor histórico regional y americano nace de las mismas causas que motivaron todas las insurrecciones; de alguna manera son el indicador de la reacción violenta a la subyugación , explotación, miseria y desventajas sociales y culturales que los criollos de todas la nacientes naciones tenían en este período y que no son aislados ni coyunturales sino que fueron menoscabando la estructura política del Reino, con el que se da al traste a la colonia.

Otros aprendieron este legado y se dieron una organización político Militar que los lleva al enfrentamiento libertario que se sucede en los años 1810 a 1824 en toda América.

Que los de Guaitarilla y Yascual se arrepintieron y pagaron misas, es posible pues no podían despojarse fácilmente de una cultura religiosa de muerte y del castigo infernal.

La represión se veía desencadenar una vez apresados los insurrectos. Para el 4 de julio se dictan las sentencias en Popayán por Joaquín Rodríguez, asesor de la gobernación indicando que no encontró responsable directo del pillaje y quemas de estanquillos y que debía condenar a alguien por lo cual dispuso que: “Ramón Cucas Remo, Julián Carlosama, debían ser arrastrados a cola de caballo y suspendidos en la horca hasta que murieran y descuartizados sus cuerpos, se pudran sus cabezas en la plaza de Túquerres y las manos en la de Guaitarilla. A Ramírez condena a 200 azotes y ocho años de presidio, a la hora a Lorenzo Piscal, quien insultó a las fábricas y con un tambor incitaba el tumulto, a Mariano Cerón, Baltasar Tutistar, Bernardo Vaca y José Betancourt como cómplices a la misma pena. A Paula Flórez, Liberata Morongol, Josefa Bolaños, y Juana Rivadeneira a sendos 100 azotes, dos años de destierro de Túquerres y Guaitarilla y Manuela Cumbal, a la misma pena condenada por haber destrozado el impuesto de diezmos y a barrer durante cuatro años la iglesia del pueblo. La pena Capital implicaba también la confiscación de los bienes de los insurrectos.

Se absuelve a Francisca Aucú, Sebastián Sapuyes y Francisco Naspual; se prescribe que a la ejecución de las penas debían asistir los principales caciques y alcalde s de Guaitarilla, Sapuyes, Imués, Chaitán y de Túquerres y que entre todos los pueblos implicados debían lograr la reposició0n de las fábricas y estanquillos y casas destruidas.

La Real Audiencia de Quito, confirmó la sentencia, agregando que a Lorenzo Piscal, cuando muerto se le cortara la cabeza y se la colocara cerca de la fábrica y que Ramírez, Cerón, Tutistar, Vaca y Betancourt pagasen presidio en Cartagena o Chagras durante ocho años y a las mujeres involucradas se convirtió su pena en vergüenza pública, entendiéndose como el destierro fuera de la provincia igual que a la Cumbal su pena sería fuera lejos de ese país. Las penas se cumplieron el 22 y 23 de noviembre de 1800. Esta acción heroica es la que hace conocer a Guaitarilla como «Ciudad Precursora», título dado por Lucas Solarte y escrito en el escudo municipal.

En la Independencia[editar]

Fue camino obligado para acortar distancias entre Pasto y Túquerres e Ipiales; utilizó con frecuencia el Libertador Simón Bolívar la travesía de Cariaco, Bombona, El Atillo, Ales y Ahumada por caminos de trocha y puentes coloniales sobre el río, que lo llevaban a Guaitarilla. En la vereda de Ahumada, fortín español extinguido, se dio paso a las fuerzas rebeldes.

Se conoce que Bolívar camino de Quito, no quería enfrentar a las fuerzas realistas de Aymerich, y no al pie del galeras, en Cariaco, por ser abrupto el terreno y que el enemigo estaba bien ubicado y fortalecido. Para evitar dicho encuentro Bolívar tenía los planos e información suficiente que analizó en la hacienda La Casona de Sandoná y que le revelaban aun la existencia de por lo menos tres puentes coloniales, decidió tomar el de ahumada, donde descansaría ya la había hecho en otras oportunidades. Se cuenta que muchas ocasiones Bolívar, fue objeto de agasajos y bailes en esta vereda. Lugar que fuera refugio transitorio en la famosa Campaña del Sur, que le costara lágrimas y sangre.

Igualmente hizo su presencia el general patriota Julio Arboleda, quien organizó un grupo de reclutas, que se enrolaron a las filas republicanas y realizaron una ceremonia de juramento en el predio que hoy es la Galería o plaza Santa Fe. Con armas y banderas que donaron gentes de la región esperando a Bolívar, después de la batalla de Bomboná. A este hecho popularmente se le ha denominado «La Jura»

El Verdadero rostro de Simón Bolívar[editar]

Un ebanista de origen ecuatoriano, residente en la localidad, tuvo la oportunidad de conocer a Simón Bolívar personalmente en sus pocas pasantías por Guaitarilla; este le pidió se dejara tomar unas cuartas y un buen día decidió hacer una escultura en roble, a la cual dio colorido de traje militar, esta obra se dice que fue hecha sobremedidas como si se tratara de un sastre confeccionando un vestido y se considera la efigie más aproximada a la realidad física de Bolívar, por ello se conserva en el salón de sesiones del honorable concejo municipal, como una de nuestras reliquias más representativas en espera de un monumento adecuado.

Camino de la municipalidad 1834 – 1864[editar]

Sobre la “fundación” del municipio con el beneficio de la duda de los relatos o versiones recibidas del pasado, sin mayor acervo histórico, al respecto consideran de facto que Guaitarilla fue fundada por los padres Mariano Ontaneda y José Arizaga, de la orden de los Mercedarios, en terrenos donados por un señor español de nombre Gregorio Benavides, en 1678, estos misioneros fueron enviados desde Quinto acompañando la expedición de Sebastián de Belalcazar, en la expedición de conquista que adelantó sobre los pastos hasta Popayán.

En principio fue considerado como corregimiento dependiente de las autoridades de Túquerres, tanto en la época Colonial como en la Republicana y solo hasta el año 1849 cuando sus gentes pujantes, laboriosas y organizadas reivindicaron para sí su propia institucionalidad.

Se eleva a la categoría de municipio siendo su primer alcalde un hombre de origen español de apellido, De los Reyes.

Capital institucional[editar]

La municipalidad institucionalizada como ente autárquico y patrimonio propios tiene dos sectores uno urbano y otro rural cuya extensión geográfica de 124 km. Cuadrados determina la necesidad de establecer el centro de la población como la capital del pueblo. Por ello aprendimos Guaitarilla capital Guaitarilla y así pasará de generación en generación.

Referencias[editar]