Batalla de Cachirí

Batalla de Cachirí
Independencia de Colombia
Parte de Reconquista de la Nueva Granada

Iglesia construida en el campo de batalla en conmemoración.
Fecha 22 de febrero de 1816
Lugar Páramo de Cachirí, Provincia del Socorro, Nueva Granada (actual Colombia)
Coordenadas 7°32′18″N 72°59′10″O / 7.5383333333333, -72.986111111111
Resultado Victoria española
Beligerantes
Bandera de Colombia Provincias Unidas de la Nueva Granada Bandera de España Imperio español
Comandantes
Bandera de Colombia Custodio García Rovira
Bandera de Colombia Francisco de Paula Santander
Bandera de España Sebastián de la Calzada
Bandera de España Matías Escuté
Bandera de España Silvestre Llorente
Fuerzas en combate
2500 ~2500-3000
Bajas
Más de 1000 muertos, 500 prisioneros; dos piezas de artillería, cuatro banderas, 750 fusiles, 300 lanzas, 45.000 cartuchos, provisiones, caballerías, ganado y otros varios efectos. 150 hombres entre muertos y heridos

La batalla de Cachirí fue un combate de la independencia de Colombia ocurrido el 22 de febrero de 1816 en el páramo de Cachirí, ubicado en el departamento Colombiano de Santander. Los ejércitos españoles de Pablo Morillo, Francisco Tomás Morales y Sebastián de la Calzada habían llegado a la Nueva Granada para reconquistar su antigua colonia. Calzada penetro desde Venezuela por los valles de Cúcuta y tras ser derrotado en la primera batalla de Cachirí el 8 de enero, reagrupado volvió a la ofensiva venciendo a las tropas de Custodio García Rovira y Francisco de Paula Santander en la segunda batalla de Cachirí. Los sobrevivientes del ejército neogranadino huyeron hacia los llanos de Casanare y Calzada pudo ocupar poco después Bogotá, el 6 de mayo.[1]

Preámbulo[editar]

Para 1815 la mayoría del territorio moderno de Colombia se encontraba bajo el control de las Provincias Unidas de la Nueva Granada quien había declarado la independencia total de España en 1813, aunque algunas zonas del país como la provincia de Popayán en el sur y las provincias de Santa Marta y Ríohacha en la costa se mantuvieron bajo el control de los realistas.

Tras la derrota de Napoleón y el regreso del a monarquía española al poder, en 1814 el rey de España Fernando VII ordenó la creación de una expedición militar para restablecer el control sobre los territorios ultramar de España. El Rey nombró al teniente general Pablo Morillo como comandante de esta expedición militar que contaba con más de 10.000 hombres y 60 barcos, esta fuerza partió de España en febrero de 1815 y llegó a las costas de Venezuela en abril de 1815.[2]​ Con Venezuela ya bajo el control otra vez de los realistas desde 1814, Morillo puso sus ojos sobre el Nuevo Reino y empezó a planificar una operación militar para invadirla y restablecer el gobierno virreinal. La primera parte de esta invasión sería enfocada en la costa caribeña para tomar el puerto estratégico de Cartagena de Indias mientras que una fuerza de vanguardia penetraría el Río Magdalena para tomar al puerto estratégico de Mompox. A la misma vez otra columna invadiría desde Venezuela para tomar la zona estratégica entre Ocaña y Pamplona para así dejar libre el camino que conducía la capital de la República, Santa fe de Bogotá, para las tropas expedicionarias después de qué Cartagena se rindiera.[3]​ Esta columna sería conocida como la V división del ejército expedicionario bajo la comandancia del teniente coronel español Sebastián de la Calzada, Morillo ordenaría su creación el 15 de mayo de 1815 en Barinas.[4]

En julio de 1815, Morillo llegó con el ejército expedicionario a Santa Marta para empezar la operación militar, a finales de agosto sitió a Cartagena, este duraría desde el 26 de agosto hasta el 3 de diciembre de 1815. Mientras tanto el 18 de octubre de 1815, Calzada emprendió su marcha e invadió a la Nueva Granada desde Guasdualito en Venezuela, su V división tenía un total de 2.211 hombres divididos en dos regimientos de infantería, cuatro compañías de cazadores, dos compañías montadas; una de carabineros y una de lanceros, junto con una sección de artillería con cuatro piezas de artillería de a cuatro y de a tres.[5]​ Marchó hacia el Norte desde los llanos penetrando la provincia de Tunja batiendo cualquier cuerpo que se encontraba en su camino. Al llegar a Cúcuta el 25 de noviembre derrotó a las fuerzas del General Rafael Urdaneta en esa zona, logrando tomar a Pamplona el 26 de noviembre.

Aparte de las fuerzas de Urdaneta las otras unidades del ejército neogranadino, quienes se encontraban en esa área al momento de la toma de Pamplona, eran los del 5.º batallón de línea de la Unión bajo la comandancia del coronel Francisco de Paula Santander, quien se encontraba en Ocaña tratando de reclutar una fuerza suficientemente capaz para liberar a Mompox, que había sido tomado por parte de las fuerzas de la vanguardia de Morillo. Santander al percatarse de la toma de Cúcuta y de Pamplona por parte de las fuerzas de Calzada se encontró de repente entre dos fuegos con Morillo al norte y Calzada al sur. Tratando de salvaguardar su columna, el 22 de diciembre de 1815 Santander emprendió una exitosa retirada hacia el sur por un camino viejo y abandonado que comunicaba a Ocaña con Girón, a través de este pudo retirarse hacia Piedecuesta donde se reunió con la columna del general de brigada Custodio García Rovira. Rovira había sido nombrado como comandante del ejército del norte tras haber recibido las noticias de la operación de Calzada. En su cuartel general en Piedecuesta sus órdenes recibidos con fecha del 4 de enero de 1816 del secretario de guerra del gobierno de la Unión eran “atacar de firme al Exército de Sebastián de la Calzada hasta destruirlo o por lo menos alejarlo de la Nueva Granada.”[6]

Batalla[editar]

Accion del 8 de agosto[editar]

Desde su cuartel en Pamplona el coronel Sebastián de la Calzada recibió informes de que el ejército republicano se había situado en una posición estratégica y ventajosa en el municipio de Piedecuesta. Queriendo desalojar a los republicanos de su tan ventajosa posición Calzada decidió fingir una marcha hacia Ocaña a través del Páramo de Cachirí con la meta de obligar a García Rovira a enfrentarlo en el páramo. Entonces a comienzos de febrero de 1816, Calzada emprendió su marcha hacia Ocaña pasando por el Páramo de Cachirí, durante esta marcha calzada dejó una fuerza de cerca de 300 hombres cerca a la entrada del páramo mientras que el resto de su división marcho hacia al norte.[7]

El 8 de agosto García Rovira ordeno a la vanguardia del ejército republicano atacarla, los dos bandos se enfrentaron en un combate de más de 8 horas obligando a los españoles a retirarse la cual la hicieron ordenadamente, debido a que los republicanos fallaron en su intento de perseguirlos.[8]​ Esta pequeña victoria fue notificada al secretario de guerra en Santa Fe, desde este momento es que García Rovira toma la decisión de mover todo su ejército e internarse en el Páramo de Cachirí para defender a la provincia del Socorro lográndolo el 16 de febrero.[9]​ Aunque esta decisión no fue al gusto de su segundo al mando, el coronel Francisco de Paula Santander, quien argumentó que defender por escalones el paso hacia Bucaramanga con tropas tan bisoñas sería difícil, pero García Rovira siguió con su plan de defensa.[10]

Los movimientos de los ejércitos republicanos y españoles previo y despues de la batalla de Cachirí.

21 de febrero[editar]

Al mismo tiempo al mismo tiempo calzada fue reforzado con una columna de 300 cazadores del regimento de infanteria Victoria al mando del capitán Silvestre Llorente donde contramarchó rápidamente el 20 de febrero y se presentó a las 5:00 de la tarde del día 21 frente a la posición republicanas.  Después de haber deshecho la avanzada enemiga con una sorpresa hábilmente ejecutada las tropas realistas avanzaron ese día hasta la única ranchería que existía y solamente lograron efectuar aprestos para el combate pues este fue impedido por las pasan niebla del páramo.

Despejada la espesa niebla que había impedido la prosecución del ataque, Calzada organizó sus tropas con una descubierta al mando del teniente José Espejo, seguida por una columna de cazadores y el primer batallón, quedando en apresto, en la ranchería, el segundo batallón de Numancia. La columna de cazadores realista avanzó sobre las posiciones adelantadas patriotas que se replegaron sobre su primera línea de resistencia, repasando el río y haciéndose fuertes, entre tanto que, los cazadores del rey se distribuyeron en guerrillas por la orilla del río.[11]​ El primer batallón realista, que llegó a la casita de Cachirí a las cinco de la tarde del día 21, espera en este punto al segundo batallón que bajó de las alturas al anochecer. Calzada ordenó entonces el ataque de las compañías de Cazadores del primero y segundo batallones sobre el flanco derecho de la posición enemiga lo cual ejecutaron hábilmente trepando por una pendiente al lado izquierdo del camino e introduciendo desorden en la primera línea de resistencia que solamente logró restablecerse mediante al refuerzo oportuno del batallón republicano al mando del heroico coronel Pedro Arévalo Aponte, quien luego sería considerado un mártir de la patria. En la noche, el comandante español reemplazó las compañías de cazadores por la sexta del primero y segunda del segundo, cuyo relevo en la posición se dificultó debido al terreno en el cual operaban. Al mismo tiempo, García Rovira ordenó el cambio de posición hacia atrás dejando solamente un pequeño destacamento en la anterior y estableciendo, con un batallón, una primera línea de resistencia en la nueva posición, la cual mejoró con la construcción de algunas fortificaciones.[12]

22 de febrero[editar]

En la mañana del 22 de febrero, las compañías sexta y segunda y los carabineros del comandante Cirilo Molina continuaron el ataque, cruzando el río, lo cual efectuaron arrollando el destacamento avanzado y precipitándose sobre las trincheras enemigas cuyos defensores los rechazaron heroicamente produciéndoles 20 bajas. Ante este contratiempo, Calzada decidió empicar a fondo su unidad. “Dispuso, pues, dice el Diario de Operaciones de la 5° División, que la mitad de la columna de cazadores, al mando de su comandante don Matías Escuté, pasase»» el río más abajo del puente y trepando por la derecha la escarpada cuesta, cayese sobre el flanco izquierdo de los enemigos. Que el capitán Silvestre Llorente, con la otra mitad de la columna y un cañón de a 4, fuese por esta orilla, con el fin de (flanquearlos por la derecha, que apoyaban cerca del río, y que el teniente coronel Carlos Tolrá, con las expresadas sexta y segunda, las dos compañías de granaderos y los carabineros atacasen por el frente, colocando un cañón también de a 4, con anticipación, incomodase a los enemigos. “Fil suceso correspondió a tan buena disposición.[13]

Tolrá no quiso detener un momento el ataque, destinó la compañía de granaderos del 12 por la derecha, para que trepando por el bosque del pie de la loma los atacase por su flanco izquierdo, y él lo ejecutó con las tres restantes por el frente. Estas compañías y las que mandaba Llorente cayeron con impetuosidad sobre las primeras trincheras, que en un momento fueron tomadas a la bayoneta y con poquísimo fuego. Los primeros a treparla fueron el inmortal Daza, el teniente Segovia y el subteniente Inda. Aquí recibió un tercer balazo el primero, que privó al rey, a las dos horas, del soldado más valiente y benemérito. La vanguardia republicana comandadas por Santander enfrenterian a los realistas en una ardua lucha cuerpo a cuerpo.[14]​ Ese enfrentamiento fue mencionado por Calzada quien dijo “En el descanso de la loma se mezclaron nuestras tropas con las enemigas, que perecían al golpe de la bayoneta; y tampoco pudieron resistir el choque en la segunda trinchera, que dejaron cubierta de cadáveres.[15]

La confusión de su precipitada fuga se comunicó al famoso quinto batallón, (el más aguerrido y disciplinado de los enemigos), que estaba formado en batalla ya en la pendiente, e hizo una descarga cerrada que en nada detuvo la marcha de nuestras tropas y sí aumentó su furor, excitado ya por la pérdida del inmortal Daza. Una de la trincheras republicanas estaba defendida por el batallón Sante Fe, el oficial que comandaba este cuerpo fue muerto de un balazo, y como no pudo ser reemplazado inmediatamente , los soldados republicanos abandonaron sus posiciones.[16]​ Calzada relato que “Confundidos los enemigos, mezclados todos sus cuerpos y llenos de pavor, no hicieron ya más esfuerzos por defenderse. Perseguidos por un puñado de valientes se entregaron a la muerte, sin saber por qué, Los bizarros comandantes de artillería y caballería don José María Quero y Antonio Gómez, y los Capitanes Francisco Jiménez y don Blas Cerdeña, se adelantaron a caballo y fueron cortando pelotones de fugitivos, que obedecían puntualmente sus órdenes y hasta repetían sus voces de viva el rey, Les mandaban que arrimasen las armas a un lado del camino y se quedasen, que eran perdonados.

Pero las tropas que iban a la cabeza no daban cuartel e hícieron una horrorosa carnicería, en particular la compañía de Daza, que no se podía contener. Quedó, pues, todo el ejército enemigo muerto, prisionero y disperso. “Por la Matanza, a donde llegaron nuestros oficiales a las tres de la tarde, sólo pasó Rovira con unos treinta caballos. Los cazadores que mandaba el teniente coronel Escuté, no pudieron pasar el río y regresaron al puente a tiempo de estar ya forzadas las primeras trincheras, por lo que marchó por el camino seguido del 19 y 2ndo batallón, excepto dos compañías del último, que quedaron en Cachirí custodiando los hospitales y equipajes. “Jamás se ha visto espectáculo más horroroso que el que presentaba el camino de Cachirí a Cácota. Todo él estaba poblado de enemigos, la mayor parte muertos de bayoneta, entre esos muchos oficiales, de cuya clase había trece en un espacio de diez y seis varas. Los fusiles, cajas, municiones y demás efectos de guerra embarazaban el tránsito, y cada instante había que echar pie a tierra. Cansadas ya nuestras tropas de matar y pasado el primer calor, se ocuparon en hacer prisioneros y se llenaron dos cuarteles.[17]

Según el historiador José Manuel Restrepo, las fuerzas republicanas fueron perseguidas por la caballería española hasta la villa de Matanza.

Consecuencias[editar]

Las consecuencias de la derrota militar sufrida por los republicanos en el Páramo de Cachiri serían desastrosas prácticamente toda la línea de defensa del norte del país había colapsado dejando así que el ejército expedicionario pudiera seguir su marcha hacia el interior del país para capturar a Santa Fe. Contribuyendo a la exitosa reconquista de la Nueva Granada por parte del Imperio Español.[18]

Las pérdidas sufridas por el bando republicano fueron catastróficas, en su carta al general Morillo, Sebastián de la Calzada reporto que los republicanos habían sufrido “más de 1000 muertos de los cuales 40 oficiales 200 heridos 500 prisioneros incluso 28 oficiales” además de esto Calzada también reportó la captura de una gran cantidad de material bélica siendo estas “2 piezas de artillería, cuatro banderas de batallón, 750 fusiles, 300 lanzas y 45000 cartuchos provisiones ganados y otros efectos”.[19]​ Las bajas sufridas por el ejército expedicionario fueron 150 en total entre heridos y muertos. De los 500 prisioneros que los realistas tomaron, 200 de estos estaban heridos mientras que los otros 300 fueron incorporados forzosamente a las filas del ejército realista.[20]​ Las banderas capturadas fueron presentados al general morillo por parte de Calzada como trofeos de guerra, la noticia de esta victoria española sobre los republicanos fue notificada al ministro de guerra de España por parte del general Morillo desde su cuartel en Mompox el 27 de febrero de 1816.

Los restos sobrevivientes del ejército del norte se retiraron en dirección a Santa Fe llegando a la villa del Socorro el 27 de febrero. Calzada también emprendería una marcha hacia esa localidad Pasando por los municipios de Bucaramanga y Girón, en este último fue ahorcado en la plaza principal de Girón el oficial Pedro Arévalo quién fue capturado durante la batalla por órdenes de Calzada.[21]​ El 29 de febrero el general Morillo le escribió una carta a Calzada donde le felicito por su victoria diciéndole “La valiente división que V.S. tiene a sus órdenes y los valientes cazadores del ejército, han conseguido el más señalado triunfo ron la destrucción de la principal fuerza rebelde que ocupaba esa provincia, dejando el reino a disposición de las armas victoriosas de S. M.[22]​ En esa misma comunicación también ordenó a Calzada a parar su marcha hacia Santa Fe para esperar a las fuerzas del coronel Miguel de la Torre quien venia con sus tropas peninsulares desde Ocaña.

La noticia de la derrota en Cachirí llegó a Santa Fe de Bogotá el 28 de febrero, José María Caballero relató en su diario que el presidente Camilo Torres ordenó celebrar una misa solemne en La Concepción encomendado las preces a Nuestra Señora de la Peña, en todas las demás iglesias y conventos de la ciudad se ofrecieron misas para así calmar el estado de pánico y desesperación que había producido esta noticia.[23]​ Las primeras consecuencias políticas causadas por la derrota serían la renuncia de Camilo Torres a la presidencia de las provincias unidas el 12 de marzo, 2 días después fue elegido José Fernández Madrid como nuevo presidente de las Provincias Unidas de la Nueva Granada.[24]​ En el ámbito militar el secretario de guerra de las provincias unidas nombró al general francés Manuel de Serviez como general en jefe de todas las fuerzas de la segunda línea de defensa, reemplazando así al general Custodio García Rovira quien entregó el mando al general Serviez en el Puente Real de Vélez el 22 de marzo.

Con Serviez al mando el ejército del norte emprendería una retirada hacia los llanos orientales de la provincia de Casanare para así salvaguardar lo poco que quedaba del ejército, mientras que el gobierno de las provincias unidas se retiró al sur hacia Popayán dónde estaba la única fuerza militar que contaba la primera república para su última defensa; el Ejército del Sur. Los coroneles Sebastián de la Calzada y Miguel de la Torre tomaron la capital de la república el 6 de mayo mientras que el grueso del ejército expedicionario bajo el general Morillo llegaría el 26 de ese mismo mes. El último bastión de la primera república seria derrotada el 29 de junio de 1816 en la Batalla de la Cuchilla del Tambo por partes de las fuerzas del general Juan de Sámano así poniendo fin a la primera república. El general Custodio García Rovira sería luego capturado por las fuerzas españolas y acusado por un consejo de guerra, establecida por general Morillo, de traición y condenado a muerte. Fue fusilado en la Huerta del Jaime (hoy Plaza de Los Mártires) en Santa Fe el 8 de agosto de 1816 al lado del capitán Hermógenes Céspedes, el doctor José Gabriel Peña, un mulato de apellido Castro y otro señor de apellido Nava. Su cuerpo y el de Castro fueron colgados en una horca y sepultados en el cementerio del Occidente.

Véase también[editar]

Referencias[editar]

  1. «La Batalla de Cachirí (1816). Representaciones históricas y monumentales sobre la derrota militar de Custodio García Rovira». Consultado el 11 de febrero de 2023. 
  2. Albi de la Cuesta, Julio. (2019) Banderas Olvidadas. Madrid: Desperta Ferro Ediciones. pp. 161-162. ISBN 978-84-121687-1-6.
  3. Albi de la Cuesta, Julio. (2019) Banderas Olvidadas. Madrid: Desperta Ferro Ediciones. pp. 165-66. ISBN 978-84-121687-1-6.
  4. Albi de la Cuesta, Julio. (2019) Banderas Olvidadas. Madrid: Desperta Ferro Ediciones. pp. 177. ISBN 978-84-121687-1-6.
  5. Riaño, Camilo. (1966) «La batalla de cachiri», Revista de las Fuerzas Armadas, (37), pp. 30. doi: 10.25062/0120-0631.3107.
  6. García Estrada, Rodrigo, Córdoba-Restrepo, Juan Felipe.(2016) 1816: El terror y la sangre sublime. Bogotá: Editorial Universidad del Rosario. pp. 131. ISBN 978-958-738-778-0.
  7. García Estrada, Rodrigo, Córdoba-Restrepo, Juan Felipe.(2016) 1816: El terror y la sangre sublime. Bogotá: Editorial Universidad del Rosario. pp. 133. ISBN 978-958-738-778-0.
  8. Riaño, Camilo. (1966) «La batalla de cachiri», Revista de las Fuerzas Armadas, (37), pp. 35. doi: 10.25062/0120-0631.3107.
  9. Riaño, Camilo. (1966) «La batalla de cachiri», Revista de las Fuerzas Armadas, (37), pp. 36. doi: 10.25062/0120-0631.3107.
  10. Moreno de Ángel, Pilar (1989). Santander. Bogotá: Crítica Colombia. pp. 200. ISBN 978-958-42-7692-6.
  11. García Estrada, Rodrigo, Córdoba-Restrepo, Juan Felipe.(2016) 1816: El terror y la sangre sublime. Bogotá: Editorial Universidad del Rosario. pp. 134. ISBN 978-958-738-778-0.
  12. Riaño, Camilo. (1966) «La batalla de cachiri», Revista de las Fuerzas Armadas, (37), pp. 37. doi: 10.25062/0120-0631.3107.
  13. Moreno de Ángel, Pilar (1989). Santander. Bogotá: Crítica Colombia. pp. 204. ISBN 978-958-42-7692-6.
  14. Moreno de Ángel, Pilar (1989). Santander. Bogotá: Crítica Colombia. pp. 204. ISBN 978-958-42-7692-6.
  15. Riaño, Camilo. (1966) «La batalla de cachiri», Revista de las Fuerzas Armadas, (37), pp. 39. doi: 10.25062/0120-0631.3107.
  16. Moreno de Ángel, Pilar (1989). Santander. Bogotá: Crítica Colombia. pp. 204. ISBN 978-958-42-7692-6.
  17. Riaño, Camilo. (1966) «La batalla de cachiri», Revista de las Fuerzas Armadas, (37), pp. 39-40. doi: 10.25062/0120-0631.3107.
  18. Riaño, Camilo. (1966) «La batalla de cachiri», Revista de las Fuerzas Armadas, (37), pp. 40. doi: 10.25062/0120-0631.3107.
  19. García Estrada, Rodrigo, Córdoba-Restrepo, Juan Felipe.(2016) 1816: El terror y la sangre sublime. Bogotá: Editorial Universidad del Rosario. pp. 134. ISBN 978-958-738-778-0.
  20. Albi de la Cuesta, Julio. (2019) Banderas Olvidadas. Madrid: Desperta Ferro Ediciones. pp. 178. ISBN 978-84-121687-1-6.
  21. García Estrada, Rodrigo, Córdoba-Restrepo, Juan Felipe.(2016) 1816: El terror y la sangre sublime. Bogotá: Editorial Universidad del Rosario. pp. 135. ISBN 978-958-738-778-0.
  22. Riaño, Camilo. (1966) «La batalla de cachiri», Revista de las Fuerzas Armadas, (37), pp. 40. doi: 10.25062/0120-0631.3107.
  23. García Estrada, Rodrigo, Córdoba-Restrepo, Juan Felipe.(2016) 1816: El terror y la sangre sublime. Bogotá: Editorial Universidad del Rosario. pp. 135-136. ISBN 978-958-738-778-0.
  24. García Estrada, Rodrigo, Córdoba-Restrepo, Juan Felipe.(2016) 1816: El terror y la sangre sublime. Bogotá: Editorial Universidad del Rosario. pp. 136. ISBN 978-958-738-778-0.