Batalla de Paredones
Batalla de Paredones | ||||
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Parte de de Ecuador | ||||
Fecha | 17 de febrero de 1811 | |||
Lugar | Paredones, Ecuador. | |||
Resultado | Victoria quiteña. | |||
Beligerantes | ||||
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Comandantes | ||||
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Fuerzas en combate | ||||
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La Batalla de Paredones fue un enfrentamiento militar librado el 17 de febrero de 1811 entre las fuerzas de la Junta Soberana de Quito, comandados por el coronel Carlos de Montúfar, y los del Imperio español comandadas por el general Manuel Arredondo.
Antecedentes[editar]
A principios del año 1811, Carlos de Montúfar salió de Quito con dirección a Guaranda al frente de la 800 fusileros, 300 dragones, 300 jinetes armados con pistolas y lanzas, 100 artilleros y 1000 indios armados con hondas.[1] Cuando las tropas de Montúfar llegan frente a la ciudad, los soldados españoles comandados por el coronel Manuel Arredondo se retiran en dirección a Cuenca donde se encuentra el presidente de la Audiencia, Joaquín Molina. Este ordena al gobernador de la ciudad, Melchor Aymerich, encabezar las tropas y avanzar hacia Cañar para detener el avance de los rebeldes quiteños.[1]
La batalla[editar]
El 17 de febrero de 1811, en el sitio denominado Paredones, un grupo de 500 quiteños atacó una columna Realista formada por 180 soldados reforzado con 200 soldados enviados rápidamente por Aymerich.[1] Las fuerzas quiteñas tomaron la delantera y los realistas se retiraron a Cañar y luego a Caspicorral.
Consecuencias[editar]
Mientras los quiteños llegan a Caspicorral, los realistas se refugian en Cuenca (Cuenca (Ecuador)), donde reciben un pedido de capitulación. Las autoridades españolas se niegan a rendirse, aunque la gran masa de ciudadanos conquenses siente simpatía por la Junta y la actuación del coronel Montúfar.[1]
Sin embargo, ante el posible ataque de los patriotas, un gran número de cuencanos evacuaron la ciudad, entre ellos el obispo Andrés Quintián de Ponte quien se incorporó a la ciudad de Guayaquil. Acto seguido, al no contar con los apoyos suficientes para defender la ciudad y debilitada su autoridad, el presidente Joaquín Molina presenta su renuncia irrevocable y abandona inmediatamente la ciudad.[1]
Mientras tanto, el coronel Montúfar permanece en las inmediaciones de Cuenca, luego a los pocos días se retira con sus tropas a Cañar para finalmente regresar a Quito, donde sus opositores lo acusan de no haber tomado Cuenca cuando el presidente Molina había renunciado.[1]