Cid (lexicografía)

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Cid, sidi o sid es una palabra de origen árabe que significa 'señor' y que se dio como tratamiento a los señores de ciertos Estados dependientes de un rey (como los régulos de las taifas en al-Ándalus),[1]​ y también a los gobernadores de provincia de los almorávides y almohades.

Se daba asimismo ese título a los descendientes de Abd-el-Mumen, según parece por el origen alida atribuido al fundador del imperio por haberse llamado cides Hacen y Hucein, hijos de Alí Ibn Abi Talib, caballero principal del Islam. Hucein era llamado el Cid del rostro tapado, porque nunca se levantaba el velo o litsam.

En el caso del apelativo que se le dio a Rodrigo Díaz el Campeador, proviene del árabe andalusí سيد (sīd, síd), 'señor'. Aunque se conjetura que pudieron usarlo sus contemporáneos zaragozanos o valencianos musulmanes, como fórmula de tratamiento a su caudillo militar o mandatario político (señor, príncipe), el sobrenombre de «Cid» se documenta por vez primera en el Poema de Almería (1147), casi medio siglo tras su muerte, a diferencia del de «Campeador» (vencedor o guerrero en batallas campales), que sí se encuentra en diplomas firmados por el propio Rodrigo Díaz:[2]

Ipse Rodericus, Meo Cidi saepe vocatus
de quo cantatur quod ab hostibus haud superatur [...]
El mismo Rodrigo, a menudo llamado Mio Cid,
de quien se canta[3]​ que nunca fue vencido por sus enemigos [...]
Poema de Almería, 1147

Por lo dicho, mio Cid sería un híbrido que antepone al sīd, síd ('señor') o sīdi, sídi ('mi señor') —que se utilizaba como tratamiento de respeto entre los musulmanes y mozárabes de al-Ándalus—, el posesivo en lengua romance «mio», que se pronunciaba como monosílabo, con diptongo, y era palabra seguramente átona en posición proclítica. Está bien documentado que el tratamiento mio Cid se aplicó a señores cristianos, y en los siglos XI y XII «cid» no se aplicó en exclusiva al Campeador, hasta el punto de que todavía la Crónica del Cid (f. 8) demuestra que en la Castilla del siglo XIV se mantenía el conocimiento de que «cid» significaba 'señor'. Es posible que quienes le aplicaran a Rodrigo Díaz este tratamiento fueran los mozárabes de Valencia —que denominaban a su obispo çáed almatrán < (as-)sayyid al-maṭrān ('señor metropolitano', 'monseñor el arzobispo')—, aunque las malas relaciones entre el Cid y los mozárabes de Valencia debilitan esta hipótesis; lo más seguro, por tanto, es que fueran los hombres de la mesnada de Rodrigo Díaz quienes usaran el tratamiento de «cid» ('señor'), como fórmula de respeto a su caudillo.[4]​ El tratamiento sería usado por sus vasallos de Valencia y lo conocería el monasterio de San Pedro de Cardeña tras ser trasladados allí sus restos por su viuda Jimena Díaz en 1102, desde donde se difundiría, a través de la leyenda que en torno al Cid se generó en este cenobio (que daría a la pervivencia del tratamiento un origen burgalés), a Castilla y posteriormente a León, Navarra y a toda la península, como atestigua su primera mención en el castellano o leonés Poema de Almería (h. 1148). En cuanto a la combinación «Cid Campeador», aparece documentada por vez primera hacia 1200 en el navarro-aragonés Linaje de Rodrigo Díaz (bajo la fórmula «mio Cit el Campiador»), que forma parte del Liber regum, y en el Cantar de mio Cid. En el Linaje el tratamiento de «mio Cid» ya se ha convertido en apelativo, casi con carácter oficial, con el fin de legitimar la monarquía Navarra (como señala Georges Martin [1993]) con un ancestro tan honroso como el Campeador, puesto que el rey de Pamplona García Ramírez el Restaurador era hijo de Cristina Rodríguez, la hija del héroe castellano, y por tanto nieto de Rodrigo Díaz.[5]

Notas bibliográficas[editar]

  1. Montaner (2011:634)
  2. Así, leemos «inuictissimum principem Rodericum Campidoctorem» 'nunca vencido príncipe Rodrigo el Campeador' y «ego Rudericus Campidoctor» 'Yo, Rodrigo el Campeador' (transcripción de Alberto Montaner Frutos) en las líneas 11 y 16 respectivamente del texto del diploma de la dotación de Rodrigo Díaz a la catedral de Valencia de 1098, firmado por su propia mano, que se conserva en el archivo de la catedral de Salamanca, caja 43, legajo 2, n.º. 72 Véase también Ramón Menéndez Pidal, «Autógrafos inéditos del Cid y de Jimena en dos diplomas de 1098 y 1101» (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial, la primera versión y la última)., Revista de Filología Española, t. 5, 1918, págs. 1-20, fotografía en página 4; José Luis Martín Martín et al., Documentos de los Archivos Catedralicio y Diocesano de Salamanca (siglos XII-XIII), Salamanca: Universidad, 1977, doc. 1, p. 79-81. Apud Alberto Montaner Frutos, «Rodrigo el Campeador como princeps en los siglos XI y XII», e-Spania [en línea], n.º 10 (diciembre de 2010). Puesto en línea el 22 enero de 2011. URL <http://e-spania.revues.org/20201> Consultado el 30 abril de 2011.
  3. Ernst Robert Curtius, en Literatura europea y Edad Media latina, trad. de Margit Frenk Alatorre (México; Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1955, 2 vols.) [= Europäische Literatur und lateinisches Mittelalter, Berna, 1948; 2ª ed. 1954], págs. 233-235, advierte contra la ampliación del sentido de las fórmulas que aluden a presuntos «carmina publica» (cantares orales), pues «canere» o «cantare» significaba 'celebrar' o 'conmemorar' y en contextos narrativos, 'relatar', 'explicar'. Así, la alusión «de quo cantatur» en la que parte de la crítica ha querido ver un testimonio de la existencia del Cantar de mio Cid, significaría simplemente 'era notorio', o 'andaba en boca de todos', 'era fama', 'se decía', en consonancia con el saepe vocatus Meo Cid, que podría traducirse por 'comúnmente llamado Mio Cid'. Cfr. Alberto Montaner Frutos y Ángel Escobar (2001) «El Carmen Campidoctoris y la materia cidiana», en Carmen Campidoctoris o Poema latino del Campeador, Madrid, Sociedad Estatal España Nuevo Milenio, págs. 13-120. Cfr. esp., págs. 102-106.— ISBN 978-84-95486-20-2
  4. Alberto Montaner Frutos (ed.), Cantar de mio Cid, Crítica, Barcelona, 1993, págs. 378-379. ISBN 978-84-8432-121-7
  5. Montaner (2011:297-298 y n. 36)

Bibliografía utilizada[editar]