Dios de Spinoza

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La concepción spinoziana de divinidad compone un Dios inmanente a la realidad que es la única sustancia, por fuera de la cual nada hay. En la primera parte de la Ética demostrada según el orden geométrico (1677), Dios es demostrado como una sustancia única, eterna, infinita, causa de sí misma y con infinitos atributos, que son los conceptos a través de los cuales se concibe. Así, tiene independencia causal, lógica, ontológica y gnoseológica respecto del resto de la realidad, que es expresada como modalidades o partes de y en la misma sustancia.

Por contraposición a la divinidad, que es sustancia, los seres finitos son demostrados como modos, afecciones o accidentes de la totalidad. Esto está dicho de forma sintética en la proposición 15 de la primera parte de la Ética: "Todo cuanto es, es en Dios, y sin Dios nada puede ser ni concebirse".[1]​ Spinoza introduce luego tres sentidos de modo para abordar la totalidad de la realidad: modos infinitos inmediatos (aquello que es primero en cada atributo),[2]​ modos infinitos mediatos (la "faz de todo el universo" -facies totius universi-)[3][4]​ y los modos finitos (que constituyen todas las cosas singulares y finitas). Los modos, a su vez, son expresiones particulares de la sustancia a través de sus atributos, que son aquellos registros infinitos en su género que condicionan determinadas formas de la realidad. Los atributos conocidos para los seres humanos son pensamiento y extensión.[5]​ Así, además de ser equivalentes los términos Dios y sustancia, más adelante Spinoza agrega la equivalencia con Naturaleza (Cita especifica).[6]

Consecuencias ontológicas y éticas[editar]

La principal consecuencia de la ontología spinoziana es una profunda trabazón y continuidad entre todo lo real, todas las cosas están relacionadas entre sí y todo lo que sucede es comprensible en términos de la causalidad que une todas las cosas. Se lo considera un racionalismo absoluto por su concepción del principio de razón suficiente: "para todo existe una causa, tanto para su existencia, si es que existe, como para su inexistencia, si no existe".[7]

Es importante remarcar que si bien para Spinoza todo está determinado, no existen causas finales.[8]​ Esto es, las cosas no están predestinadas, no existe la providencia, Dios no tiene un plan, las cosas no tienden hacia lo bueno ni lo malo, ni Dios puso al ser humano en el centro de la creación (para mencionar algunos de los que Spinoza considera prejuicios). Todo tiene una causa porque todo fue determinado, no hay libertad de voluntad o espontánea (contra lo que sostenía Descartes en su cuarta meditación, o la tradición judeocristiana en torno al libre arbitrio).

De esta manera, la doctrina de Spinoza tiene consecuencias teológicas y prácticas muy relevantes. Primeramente, Dios no es creador sino productor de la realidad, que no es separada de él, aunque sí distinta. Por otra parte, la plena inmanencia impide concepciones como el dualismo sustancial antropológico (atribuido a Descartes), sino una conexión o unidad. El ser humano no "un imperio dentro de otro imperio"[9]​ sino parte de la naturaleza y como tal debe ser comprendido. La ausencia de causalidad final y plan divino produce una idea radical en torno al bien y el mal: no son nada en sí mismos, sino conceptos relativos a cada sujeto o comunidad. En torno a estas cuestiones, Spinoza mantuvo una famosa correspondencia con el teólogo calvinista Willen van Blyemberg (cartas 17-24 y 27 del Epistolario).[10]​ A este respecto se ha observado que si bien no existen el Bien ni el Mal, el Bien tiene algún tipo de entidad positiva.[11]

Recepción[editar]

La recepción posterior ofreció distintos rótulos para Spinoza: panteísta, panenteísta, inmanentista absoluto, lo cual le valió también acusaciones de ateísmo (por negar el Dios personal revelado), fatalismo (en tanto en su concepción de sustancia todo está determinado causalmente y no hay lugar para la libertad) y nihilismo. Esta idea de divinidad fue recibida de forma polémica por buena parte de la filosofía posterior, que comenzó denostándolo para eventualmente abrazarlo y resignificarlo en el contexto del idealismo alemán y en adelante.[12]

Algunos filósofos que se han hecho eco de la noción de divinidad de Spinoza son Leibniz,[13]Lessing,[14][15]Fichte,[16]Schelling,[17]Hegel, Nietzsche, Bergson y Deleuze. En otras disciplinas, han citado su influencia Albert Einstein,[18]Sigmund Freud y Antonio Damásio.[19]

Véase también[editar]

Bibliografía[editar]

  • Spinoza, B. de, [1677] 1977, Ética demostrada según el orden geométrico
  • Spinoza, B. DE, [1663] 1988.Principios de la filosofía de Descartes. Apéndice: Pensamientos metafísicos. Introducción, traducción y notas de Atilano Domínguez, Madrid, Alianza.
  • Deleuze, Gilles, [1970] 2004, Spinoza: filosofía práctica
  • Bilderling, Beatriz von (2004). Non bene, veneno (o el mal en Baruch Spinoza). V Jornadas de Investigación en Filosofía. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Departamento de Filosofía, La Plat

Referencias[editar]

  1. de Spinoza, Baruch (2012). «parte I, prop. 15». Ética demostrada según el orden geométrico. Agebé. ISBN 978-987-666-023-5. 
  2. de Spinoza, Baruch (2012). «parte I, prop. 21». Ética demostrada según el orden geométrico. Agebé. ISBN 978-987-666-023-5. 
  3. de Spinoza, Baruch (2012). «parte I, prop. 22». Ética demostrada según el orden geométrico. Agebé. ISBN 978-987-666-023-5. 
  4. Spinoza (2007). «Ep. 64 (de Spinoza a Schuller, 29-VII-1675». En Diego Tatián, Javier Blanco, Oscar Cohan, ed. Epistolario. Colihue. p. Baruch. ISBN 978-950-563-041-7. 
  5. de Spinoza, Baruch (2012). «parte I, def.4, props. 9-11; parte II, props. 1 y 2». Ética demostrada según el orden geométrico. Agebé. ISBN 978-987-666-023-5. 
  6. de Spinoza, Baruch (2012). «parte IV, pref.». Ética demostrada según el orden geométrico. Agebé. ISBN 978-987-666-023-5. 
  7. de Spinoza, Baruch (2012). «parte I, prop. 11, esc.». Ética demostrada según el orden geométrico. Agebé. ISBN 978-987-666-023-5. 
  8. de Spinoza, Baruch (2012). «parte I, props. 17, 32, 33 y apéndice.». Ética demostrada según el orden geométrico. Agebé. ISBN 978-987-666-023-5. 
  9. de Spinoza, Baruch (2012). «parte III, pref.». Ética demostrada según el orden geométrico. Agebé. ISBN 978-987-666-023-5. 
  10. Deleuze, Gilles (2013). «Las cartas del mal». Spinoza: filosofía práctica. Tusquets. p. 41-56. ISBN 978-950-9779--68-6. 
  11. Bilderling, Beatriz von (2004). «Non bene, veneno (o el mal en Baruch Spinoza)». Revista de filosofía y teoría política (La Plata) (Dossier): 1-8. 
  12. Solé, María Jimena (2011). Spinoza en Alemania 1670-1789, historia de la santificación de un filósofo maldito. Brujas. ISBN 9789875912823. Consultado el 8 de junio de 2020. 
  13. Fazio, Rodolfo (julio 2016). «Leibniz lector de la Ética: el papel de Spinoza en la reforma leibniziana de la noción de sustancia». Ideas. Revista de filosofía moderna y contemporánea (3): 86-108. Consultado el 8 de junio de 2020. 
  14. Solé, María Jimena (2013). «La "Polémica del spinozismo". Antecedentes, desarrollo y consecuencias». El ocaso de la Ilustración. La polémica del spinozismo. Bernal: UNQ/Prometeo. p. 9-17. ISBN 978-987-558-291-0. 
  15. Solé, María Jimena (2011). «El spinozismo de Lessing». Spinoza en Alemania, 1670-1789, historia de la santificación de un filósofo maldito. Brujas. p. 188-219. ISBN 9789875912823. Consultado el 8 de junio de 2020. 
  16. Solé, María Jimena (2017). «Fichte frente a Spinoza: la Doctrina de la ciencia como vía de reconciliación». Contrastes. Revista Internacional de Filosofía 22 (1). doi:10.24310/Contrastescontrastes.v22i1.3421. 
  17. Cardona Suárez, Luis Fernando (2011). «La metafísica schellingniana del yo absoluto como “una ética a la Spinoza”». Universitas Philosophica 28 (57): 93-96. Consultado el 8 de junio de 2020. 
  18. «La famosa carta de Einstein en la que dice que Dios es producto de la "debilidad humana" se subastó por US$2,9 millones» (en línea). Londres, Inglaterra: BBC News Mundo. 5 de diciembre de 2018. Consultado el 8 de junio de 2020. «Aunque provenía de una familia judía, el pensamiento de Einstein hacia la religión se moldearía para siempre durante su estadía en Zurich, cuando los libros del filósofo Baruch Spinoza cayeron en sus manos. El dios de Spinoza era un dios amorfo e impersonal responsable del orden del universo y la impresionante belleza de la naturaleza. Esta línea de pensamiento, que incluye un fuerte sentido del determinismo, resonó profundamente en el científico.» 
  19. Damásio, Antonio (2005). En busca de Spinoza: neurobiología de la emoción y de los sentimientos. Crítica. ISBN 9788484326762.