Discusión:Enrique Brayer Blanco

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De pura casualidad me entero que el usuario Epos que no tiene página de presentación y cuyas contribuciones mayoritariamente no tienen ninguna relación con la educación , ni con el Uruguay , sin primero -modestamente - como corresponde a una obra colectiva como es Wikipedia, abrir una discusión de la página , consultar , investigar y luego entonces si tiene argumentos fundados señalar la falta de relevancia.

Y luego burocráticamente el usuario Petronas lo pone a consideración de borrado. Y así vamos eliminando artículos sin separar la paja del trigo.

1)la educación pública uruguaya ( laica, gratuita y obligatoria) surge en 1870 y tiene experiencias importantes y fecundas, muchas de ellas surgidas del emprendimiento e innovación vocacional más que de instancias institucionales.

2)La experiencia del Núcleo Escolar Experimental de la Mina es una de ellas con investigaciones nacionales e internacionales, algunas de ellas como tesis en universidades. Asimismo son fecunadas e importantes las misiones sociopedagógicas.

3) En los primeros días de diciembre acaba de culminar en Uruguay la primera parte del Debate Educativo en que ha estado durante un año embarcada toda la sociedad civil: alrededor de 2000 delegados expusieron las conclusiones que inician el segundo debate que culminará con una Ley que intentará refundar la educación uruguaya. El presidente de este Debate Educativo es el maestro Miguel Soler -miembro justamente - de este Núcleo Experimental de la Mina de la que formó parte Enrique Brayer Blanco.

4) Enrique Brayer Blanco trabajó junto a Miguel Soler en varias regiones de nuestro continente apoyando experiencias innovadoas en educación como investigadores de la UNESCO.

Me gustaría iniciar una discusión al respecto.

Muy bien pero ...[editar]

... wikipedia necesita referencias externas que avalen la relevancia, no la palabra de un usuario. Petronas 10:40 14 dic 2006 (CET)


Referencias de Enrique Brayer Blanco[editar]

Dejé las referencias que encontré en un primer momento en la página de discusión...quizás puedas ahora darte cuenta de que sí es un personaje relevante no sólo para el Uruguay , sino también para todo lo que fue en los años 50 y 60 la educación rural en la región. Quizás puedas cambiar tu voto. Claro, siempre que no tengas fundadas razones para borrar el artículo. Lamentablemente yo vivo en Chile y no tengo acceso al enorme material que existe en el Uruguay , en Bolivia y en Centroamérica. Doryszs 21:29 14 dic 2006 (CET)

Aquí están las referencias ...[editar]

  • El 23 de junio del 2005 aparece en la página web de la presidencia de Uruguay la decisión de hacerle un homenaje público al maestro Brayer Blanco.

[1]

* Palabras de Miguel Soler Roca  en ese acto donde explica la importancia de Enrique Brayer Blanco 

Una vanguardia que sirvió al país con una enorme fe en la educación como factor dinamizador del cambio social Palabras del maestro Miguel Soler Roca

Ante todo, deseo agradecer la invitación a participar en este acto que me hizo el Dr. Luis Yarzábal, Director Nacional de Educación Pública. Esa invitación me está permitiendo la felicidad de estar, después de muchos años, en una escuela rural de Cerro Largo, conocer a Mangrullo y a su escuela, con sus alumnos, sus maestros y sus vecinos y, a la vez, recordar a un colega y a un amigo muy querido cuyo nombre, Enrique Brayer, será escrito de hoy en adelante en sus cuadernos por los niños que me están oyendo. Son todas estas grandes fuentes de alegría y de emoción para mí.

Mi relación con Don Enrique Brayer duró más de 50 años, desde 1945 hasta 1999. Nos conocimos en el Congreso de Maestros Rurales, que tuvo lugar a principios de 1945. Yo acababa de iniciar mi carrera de maestro rural en una escuela ubicada en una zona muy pobre del departamento de Tacuarembó y asistí a ese Congreso cargado de dolor por lo que había visto y vivido. Brayer estaba también allí, pero él ya había pasado con éxito su período de iniciación, pues entonces era Inspector Departamental en Cerro Largo, tras nueve años de trabajo como Director, ocho de ellos en Mangrullo. Y gracias a la mayor experiencia de educadores como él, yo pude salir de aquel Congreso reconfortado y deseoso de enfrentarme a nuevos desafíos.

Eran aquellos tiempos muy buenos en nuestra República. El país tenía entonces muchos menos habitantes que hoy, pero mayores riquezas y éstas estaban mejor distribuidas. De manera que los maestros del campo podíamos soñar en un futuro mejor, que había que ir construyendo, y por el cual las autoridades nacionales se interesaban tanto como nosotros. Este buen entendimiento entre los trabajadores de la educación y los dirigentes de la vida política nacional dio espléndidos frutos: fueron los años en que se crearon más de cien escuelas granjas, en que los estudiantes de magisterio realizaban misiones socio-pedagógicas, en que en el Instituto Normal Rural se brindaba a los maestros cursos muy completos de especialización en educación rural, en que 105 maestros recibíamos varias publicaciones oficiales que apoyaban nuestro trabajo. Ese proceso de dos décadas tuvo varios puntos culminantes, uno de ellos el Congreso de Maestros Rurales convocado por las autoridades en Piriápolis en 1949. Allí volví a encontrar a Brayer y de ese Congreso salió una Comisión encargada de redactar los programas para la enseñanza rural y en esa Comisión volvimos a estar juntos, él veterano, lleno de experiencia, yo todavía muy joven, con ganas de aprender cada día más cómo debíamos trabajar con los niños y con la gente del campo.

Luego Brayer participó en la Comisión Redactora de los Programas de 1957, éstos para las escuelas urbanas. De manera que los niños del campo y los de la ciudad estudiaban conforme a buenos programas, actualizados, en cuya redacción Brayer había participado. Déjenme que, para ser justo, evoque algunas otras personas a las que recuerdo con gratitud y con afecto y que por aquellos años tuvieron gran influencia en la educación nacional. Entre las autoridades, quisiera recordar a Luis Sampedro, a Nicasio García y a Agustín Ferreiro. Entre los Inspectores y educadores de base quiero mencionar, entre muchos, a Enrique Brayer, naturalmente, pero también a Julio Castro, a Reina Reyes, a Elsa Fernández, a Jesualdo Sosa, a Diógenes de Giorgi, a Otto Niemann, a Homero Grillo, a Abner Prada, a Yolanda Vallarino. Y a otros dos excelentes compañeros de Cerro Largo: a Ramón Angel Viñoles Huart y a Héctor Yarzábal, que viajaba desde Mangrullo a nuestras reuniones, hombre afable, reservado, equilibrado y siempre constructivo, que ustedes tienen poderosas razones para recordar con afecto. He acortado la lista, para no cansarlos, pero quiero insistir en que, gracias a las circunstancias nacionales y a las calidades de estas personas aquellos fueron grandes tiempos para la educación nacional y para la educación rural en particular.

Mi relación con Don Enrique se hizo más intensa entre 1954 y 1961. Porque en ese tiempo yo propuse y dirigí un trabajo de educación rural y comunitaria que, por consejo de Brayer en su condición de Inspector Regional, fue situado aquí en Cerro Largo, en la zona de La Mina, donde él se había iniciado como Maestro en 1931. No voy a detallarles lo que pudimos hacer en esa experiencia, denominada Núcleo Escolar de La Mina, pues aquí es bastante conocida y recordada. Pero quiero decirles que los grandes puntales de ese trabajo fueron en el nivel local, además de los vecinos jóvenes y adultos, los maestros y las maestras de siete escuelas, varios de ellos ya fallecidos, tres enfermeras, dos ingenieros agrónomos y otros colaboradores, a algunos de los cuales he tenido la satisfacción de volver a saludar esta mañana. En el nivel departamental nuestro puntal fue el Inspector Carlos Crespi, que todos ustedes conocen y estiman, y en el nivel nacional mi amigo Brayer. Ningún estudioso podrá referirse al Núcleo de La Mina sin subrayar cuánto hizo Brayer durante seis años por la creación y el trabajo de aquel Núcleo.

Todavía pudimos hacer más cosas. Después de muchas reuniones y congresos, en 1958 el Consejo de Enseñanza Primaria aprobó la creación de la Sección Educación Rural, para dar un nuevo impulso, un impulso que abarcara todo el país, a aquel vasto movimiento en favor de la población campesina. Y como responsable de esa Sección fue designado Enrique Brayer. Aquel fue un gran salto adelante, otro punto culminante de aquellos años. Los dirigentes gubernamentales y los maestros seguíamos firmes, juntos, trabajando por la escuela rural. Continuaban los buenos tiempos, para los escolares, para los maestros, para el país.

Pero las cosas buenas no siempre duran lo que debieran. A partir de 1961 todo lo avanzado retrocedió. Sería largo de contar. Es mejor decir, brevemente, que cuando servicios tan importantes como el de la educación son puestos en manos de personas incompetentes o irresponsables, las obras construidas durante tantos años pueden derrumbarse en pocas semanas. Eso fue lo que nos pasó en 1961.

Yo fui a trabajar entonces a Bolivia. Ustedes saben que la UNESCO es una organización de las Naciones Unidas que se ocupa del fomento de la educación, la ciencia y la cultura en todo el mundo. Ese organismo me contrató para trabajar en Bolivia como colaborador de un ministerio de nombre raro, que no existía en ningún otro país y que se llamaba Ministerio de Asuntos Campesinos. Porque en Bolivia se había producido un gran cambio político y las nuevas autoridades estaban muy motivadas para ayudar a la población campesina, que era entonces la mayoría del país y que estaba compuesta y todavía lo está en gran parte por indígenas. Y entonces crearon ese original ministerio, que se ocupaba de tres cosas: dotar de tierras a las comunidades campesinas, vigilar que la justicia funcionara correctamente en las zonas rurales y educar al pueblo, que padecía un grave analfabetismo. A ese Ministerio fui destinado yo, para trabajar con los especialistas bolivianos y entre 1963 y 1966 actuó allí también Enrique Brayer. Con su asesoría se fundó el Instituto Superior de Educación Rural con el fin de mejorar las competencias profesionales de Directores e Inspectores Rurales.

Don Enrique fue designado docente de ese Instituto y por sus clases pasaron centenares de maestros bolivianos, que mucho apreciaban que su profesor les formara apoyándose en su gran experiencia de la educación uruguaya, que por esos años estaba entre las mejores del Continente. Ya ven, lo que Brayer había aprendido a hacer en Mangrullo en sus primeros años de docencia contribuyó a formar educadores de un país latinoamericano amigo.

En 1966 Brayer regresó a Montevideo. Se había creado el Instituto Magisterial Superior, también para formar especialistas en educación, tanto urbanos como rurales. Y Brayer volvió a ocupar la cátedra durante cuatro años, esta vez como Profesor de Administración Educativa. Como ven, a esa altura de su vida Brayer era Maestro de Maestros, de Directores y de Inspectores.

Los años fueron pasando y Uruguay tuvo que padecer una situación a la que el país no estaba acostumbrado: la de una dictadura militar. Ustedes, niños de Mangrullo, no lo vivieron. Deben saber que durante once años ni en la sociedad ni en las escuelas existía la necesaria libertad para preguntar lo que uno quiere saber, para leer lo que uno quiere leer, para pensar como uno elige pensar. No existía democracia, ni acatamiento a la Constitución ni a las leyes, ni respeto por los Derechos Humanos, que todos ustedes han estudiado. Y en ese triste período, algunos familiares de Don Enrique Brayer fueron encarcelados y una hija y dos nietas tuvieron que exiliarse en la ciudad de Paris, a miles de kilómetros de Montevideo. Mi esposa y yo trabajábamos y vivíamos esos años en París, de manera que nuestra familia de dos se hizo una familia de cinco y en alguna ocasión en que Brayer y su esposa viajaron a París, se extendió a una familia de siete miembros. Porque en tiempos duros la amistad llega a convertirse en fraternidad. Desde tan lejos, así hermanados, teníamos que apoyarnos mutuamente para mantener viva la esperanza, más allá de aquella triste etapa de derrumbe de una obra querida y de quebrantamiento moral de nuestro querido país.

El péndulo del tiempo volvió a oscilar, la dictadura concluyó, la constitucionalidad regresó. Nos pudimos reencontrar en Montevideo, en su departamento de la calle Galicia, a cuya puerta llamaban tantos educadores para conversar con Don Enrique, que tenía ya muchos años de edad pero la lucidez de siempre, para pedirle consejo, para llevarse un libro prestado, para seguir aprendiendo de aquella persona que tanto había hecho por Mangrullo, por Cerro Largo, por Uruguay y por un pueblo hermano de América Latina. Y así hasta 1999.

Yo le seguiré recordando como un hombre a la vez vigoroso y tierno. Vigoroso en la defensa de sus ideas, en el rigor con que evaluaba lo que se iba haciendo y en el empeño con que seguía construyendo el futuro. También, obligado por las circunstancias, se mostraba vigoroso en su implacable enjuiciamiento de las fuerzas destructoras cuando éstas se manifestaban. Y tierno también, como he dicho, por la emoción y respeto con que apreciaba el trabajo de los maestros jóvenes, por la relación que establecía con los niños de nuestras modestas escuelas y por la amistad que me ofreció durante medio siglo, a mi y a mi familia. Realizó unas veinte visitas a nuestro proyecto en La Mina. Permítanme que recuerde sus calidades con un sentimiento que también está impregnado de ternura. Después de largas jornadas de trabajo compartido, solía ensillar mi caballo, de tardecita, y salía solo, a recorrer caminos, a visitar ranchos, a soñar bajo las estrellas. Regresaba contento a nuestra escuela. Al paso, pues no era hombre de galopes. Por lo menos cuando montaba a caballo. Sólo galopaba cuando su lúcido y exigente pensamiento debía enfrentar la gran tarea de llevar adelante la Escuela Pública Nacional.


  • Educación y vida rural en América Latina.

Miguel Soler Roca. Montevideo, Federación Uruguaya del Magisterio - Instituto del Tercer Mundo. 1996. 429 páginas. En este libro también se menciona la Experiencia de La Mina y el rol especial jugado por Enrique Brayer Blanco.

  • Ya había dicho quién era Miguel Soler para los que no lo saben , lo vuelvo a recordar: Maestro. Ex Director del Núcleo Escolar Experimental de La Mina. Ex Director de la División de Alfabetización, Educación de Adultos y Desarrollo Rural de la UNESCO.Doctor Honoris Causa Universidad de la Repuública, Presidente de la Comisión del Debate Educativo (CODE) que a través de un trabajo de un año (2006) en la sociedad civil intenta sentar las bases para una nueva Ley de educación en el Uruguay por decisión del Poder Ejecutivo.

Referencias[editar]

Colocalas en el artículo y coméntalo en la página de la propuesta de borrado. Petronas 21:42 14 dic 2006 (CET)