Discusión:José María Ortega Morejón
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Poesía dedica a Juan Pérez Zúñiga en el Madrid cómico del 13 de diciembre de 1890.[editar]
Nada de particular
A mi querido amigo Juan Pérez Zúñiga
La escena pasa en Sevilla;
la luna apacible brilla
sobre la calle desierta,
y en una reja entreabierta
está aguardando Currilla.
El aire, ardoroso y leve,
entre los hierros susurra,
y blancos jazmines mueve
por bañarlos en la nieve
de las mejillas de Curra,
y por estar encelada
de ver sus negros cabellos,
la noche, toda estrellada,
tiene dejos de azulada
por no competir con ellos.
Aguarda Curra a su Antonio,
el muchacho más gallardo,
aunque con piel de demonio
que nació de un matrimonio
del barrio de San Bernardo.
Se vieron cierta mañana
cuando la feria de Abril,
y, por ser ley soberana,
fue siervo de tal sultana
aquel mancebo cerril,
y aunque por todo se enoja
y hablando blasfema y raja
de manera que sonroja,
frente y voz humilde baja
cuando a Curra se le antoja.
Se ven, por fin; no hay sonrojos…
reconvenciones ni enojos;
se hablan con tan dulce calma
que, más que la voz, el alma
es quien habla por los ojos.
Nada turba la alegría
de aquel coloquio de amores;
hasta el viento, que gemía,
se echa a dormir en las flores
hasta que le llame el día.
Se oye del reloj cercano
lenta y triste hora tras hora
que repite el eco vano,
y Antonio estrecha la mano
del ángel que le enamora.
Ella… ríe sin querer;
él, fingiendo que se aleja,
no sabe más que volver,
¡que tiene preso su ser,
como el jazmín, en la reja!
Por fin, en una mirada
luminosa de los dos
se dan, cual la vez pasada,
el más delicioso adiós
que dé un alma enamorada.
Cierra la reja Currilla;
sigue el silencio reinando,
la luna en los aires brilla
y Antonio se va internando
por las calles de Sevilla.
Llega a otra calle; se para
junto a otra reja, hace seña,
y, a poco, asoma una cara
que, si no tuviese dueña,
un ángel la reclamara.
Ya no es la conversación
como fue con la otra niña;
tiene más animación
y hay eco que suena a riña,
tristeza o reconvención.
Cuando cesa el altercado
y Antonio, al pie de la reja,
comprendiendo que ha triunfado,
siente verse mal juzgado
por aquella que corteja,
y finge amargura y duelo
y ella gime arrepentida,
calmando su desconsuelo
con ese acento del cielo
que es el amor en la vida,
con el pañuelo terciado,
sin ajustar el vestido
y el color arrebatado,
llega Curra, que ha seguido
a su infiel enamorado.
Le mira sin decir nada,
él la pide que no estalle,
la otra se esconce asustada
y… rompe una bofetada
el silencio de la calle.
Dice Antonio…no sé qué;
Currilla escupe a la reja,
que abandonada se ve,
y lentamente se aleja,
y Antonio prosigue en pie.
A poco, como olvidando
enojosa pesadilla,
sigue el galán caminando
a sus solas murmurando:
¡Qué bromas gasta Currilla!
Mientras esta, a quien no espanta
su acción, y no la quebranta
de sus novios el derroche,
se durmió toda la noche
con el sueño de una santa.
Y no me podrán negar
que la relación vulgar
que en mis verso se contiene,
como habrán visto, no tiene
nada de particular.
J.M. de Ortega Morejón
Madrid cómico
13 de diciembre de 1890. Atlante59 (discusión) 10:25 16 nov 2023 (UTC)