Entierro de misericordia

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El entierro de misericordia (también, entierro de pobres o entierro de limosna) es una ceremonia que se organizaba desde el siglo xvi en España, para dar sepultura a los indigentes. Uno de los hombres ilustres que estuvieron a punto de tener tan triste «post-mortem» fue el escritor y periodista Mariano José de Larra, de no haber mediado la Juventud Literaria, que costeó el sepelio.[1]​ Tuvieron su continuidad en los entierros de beneficencia.[2]

Un “entierro de limosna” en Sevilla, en un grabado de Doré.

Tradiciones madrileñas[editar]

En Madrid, en la llamada ‘calle del Ataúd’, existió un corralón o quizá corrala en la que los enterradores de la vecina parroquia de San Martín guardaban las angarillas y el ‘tenebroso’ ataúd para los ‘enterrados de limosna’,[3]​ que como en el resto de España tendrán como destino la fosa común.[4][a]​ El cadáver del fallecido, que debía figurar en el Libro parroquial correspondiente a los pobres indigentes,[b]​ era recogido en unas angarillas y llevado a la tumba en el funesto ataúd temido por todos, hasta el punto de que se usaba como amenaza ante las travesuras juveniles (“si no te portas bien, te encerraremos en el corralón de la travesía del ataúd”). El entierro, tras el canto de oficio en la parroquia de San Martín, lo realizaban los enterradores acompañados de cuatro cirios y un estandarte portado por los hermanos de la cofradía de San Sebastián «y con cruz levantada», hasta darle en el cementerio de la Buena Dicha;[5]​ y concluye diciendo que dicho ataúd desapareció con la construcción del cementerio de la puerta de Fuencarral (obra que pudo concluirse gracias a los fondos de la parroquia de San Martín).[6][7][8]

Notas[editar]

  1. Un estudio de Quirós Linares aporta los datos generales sobre las características y tarifas de los entierros de misericordia, conducidos en carro y con más de un cadáver. En Zaragoza se cobraba a mediados del siglo xix, 4 reales por los mayores y 2 reales por los menores (hay que anotar de forma comparativa, que los entierros de lujo pueden llevar carroza de seis caballerías y un precio de 92 reales).
  2. Tanto Pedro de Répide, como otros cronistas y aficionados a la estética de la España Negra que pintaron José Gutiérrez-Solana o Darío de Regoyos, comentan el especial oprobio que era ser enterrado de misericordia, haciendo lo imposible familiares y amigos para evitar que el muerto fuera registrado «en el libro de sepelios como enterrado de lismosna».

Referencias[editar]

  1. Aymes, Jean-René (2001). «La muerte de Mariano José de Larra en la prensa española coetánea (1837-1839)». La revolución liberal: (Congreso sobre la Revolución liberal española en su diversidad peninsular (e insular) y americana, Madrid, abril de 1999). Alberto Gil Novales (coord). pp. 579-600. ISBN 84-7923-255-2. Consultado el 24 de noviembre de 2017. 
  2. «Los entierros de beneficencia se duplican en Barcelona». La Vanguardia (EFE). 20 de mayo de 2013. Consultado el 24 de noviembre de 2017. 
  3. Fernández, 1876, p. 136.
  4. Quirós Linares, Francisco (2006). Universidad de Oviedo, ed. Estudios de geografía histórica e historia de la geografía: obra escogida. Oviedo. p. 169. ISBN 9788483175200. Consultado el 24 de noviembre de 2017. 
  5. «Barrio de San Martín». Cosas de Madrid. 20 de diciembre de 2015. Consultado el 22 de noviembre de 2017. 
  6. Repide, 2011, p. 743.
  7. Monlau, 1985 (1850), p. 383.
  8. Amado, Mabel (19 de agosto de 2007). «Sórdidos rincones para la muerte». ABC (periódico). Consultado el 24 de noviembre de 2017. 

Bibliografía[editar]