Diferencia entre revisiones de «Creencias sobre vampiros»

De Wikipedia, la enciclopedia libre
Contenido eliminado Contenido añadido
Lucien leGrey (discusión · contribs.)
Wikificar, usando Fastbuttons
Lucien leGrey (discusión · contribs.)
m Deshecha la edición 25800465 de Lucien leGrey (disc.)
Línea 1: Línea 1:
{{wikificar}}
{{Traducción inconclusa|art=Vampire folklore by region|ci=en}}
{{Traducción inconclusa|art=Vampire folklore by region|ci=en}}
[[Archivo:Moraine le vampire.jpg|200px|thumb|right|''Le Vampire'', [[litografía]] de R. de Moraine en ''Les Tribunaux secrets'' (1864).]]
[[Archivo:Moraine le vampire.jpg|200px|thumb|right|''Le Vampire'', [[litografía]] de R. de Moraine en ''Les Tribunaux secrets'' (1864).]]

Revisión del 17:38 23 abr 2009

Le Vampire, litografía de R. de Moraine en Les Tribunaux secrets (1864).

Leyendas acerca de vampiros han existido durante milenios. Culturas como la mesopotámica, judía, griega, romana incluyen dentro de sus mitologías cuentos acerca de entidades demoníacas y espíritus sedientos de sangre que se consideran precursores de los vampiros modernos.

Sin embargo, a pesar de la existencia de mitos acerca de estas criaturas en la Antigüedad, el folclore de la entidad que hoy conocemos como el «vampiro» se origina casi exclusivamente a partir de principios del siglo XVIII el sureste de Europa,[1]​ como las tradiciones orales de muchos grupos étnicos de la región han registrado y publicado. En la mayoría de los casos, los vampiros son seres no muertos malvados, víctimas de suicidio, o brujas, pero también puede ser creados mediante la posesión de un cadáver por un espíritu malévolo o al ser mordido por un vampiro. La creencia en tales leyendas fue tan habitual en algunas zonas que se registraron casos de histeria colectiva e incluso de ejecuciones públicas de las personas sospechosas de ser vampiros.[2]

En la Antigüedad

En casi todas las culturas y mitologías alrededor del mundo han aparecido mitos acerca de no muertos consumidores de sangre.[3]

Mientras que hoy en día se asocian a la figura del vampiro todas las entidades, en la Antigüedad los elementos mitológicos como el consumo de sangre y la vuelta de la muerte se atribuían a demonios o espíritus, dependiendo de la cultura, que también consumían carne fresca o de cadáveres, como los necrófagos y causaban plagas o desgracias naturales.[4]​ Por ejemplo, en Arabia muchos de estos elementos se atribuyeron a los gules, en el Antiguo Egipto a la diosa Sekhmet y en el judaísmo y el cristianismo primitivo al Diablo,[5]​ De hecho, algunas de estas leyendas podrían haber dado lugar al folclore de la Europa oriental, a pesar de que no son estrictamente considerados vampiros por la mayoría de los historiadores actuales.[6]

Mesopotamia

Lilith (1892), de John Collier.

Mesopotamia fue una zona en la que aparecieron gran número de supersticiones acerca de demonios bebedores de sangre. Los historiadores señalan a los persas como una de las primeras civilizaciones en escribir relatos sobre estos demonios. Se han excavado fragmentos de cerámica en los que aparecen representadas criaturas tratando de beber sangre de personas.[6]

Lilith

En la antigua Babilonia existían cuentos sobre la mítica Lilitu,[7]​ que dio lugar a la Lilith (en hebreo לילית) y sus hijas, las «Lilim» de la demonología judía y la Haggadah. Lilitu era considerada un demonio que subsistía gracias a la sangre de bebés recién nacidos.[8]​ Sin embargo, su equivalente hebrea se alimentaba también de carne de adultos.[9]

La leyenda de Lilith fue originalmente incluida en algunos textos judíos tradicionales. Según la tradición popular medieval,[10]​ fue la primera mujer de Adán, antes de Eva.[11]

En estos textos, Lilith abandonó a Adán para convertirse en la reina de los demonios, tras negarse a ser su subordinada y, por tanto, ser expulsada del Edén por Yahvé mismo.[12]​ Ya como demonio, al igual que la estirge romana, buscaba la sangre de bebés y sus madres por la noche y, en menor medida, de los hombres.[13]​ Como la Ley judía prohibe terminantemente comer carne humana o beber cualquier tipo de sangre, la conducta de Lilith se consideraba excepcionalmente malvada.[14]​ Para evitar sus ataques, los padres utilizaban amuletos que colgaban de la cuna de sus hijos.[15][10]

Una versión alternativa de la leyenda relata que Lilith/Lilitu (y un espíritu del mismo nombre) surgió originalmente en Sumeria, donde se asocia a una «bella e infértil doncella», una prostituta y vampiresa que, después de haber elegido un amante, nunca le deja ir.[16]​ Lilitu y los espíritus similares eran representados como figuras antropomorfas con patas de pájaro,[17]​ demonios del viento o de la noche y depredadores sexuales que subsistían gracias a la sangre de bebés y sus madres.[10]

Otros demonios

Otros demonios de Mesopotamia como la diosa babilónica Lamashtu, (y su equivalente Dimme en Sumeria), los Gallu y los Uttuke son también mencionados como de naturaleza vampírica.[18]

Lamashtu es una figura cuya descripción es históricamente más antigua a la de Lilith y que influyó en su posterior mitología.[19]​ Muchos hechizos la invocaban como «Malvada Hija del Cielo» o de Anu y era a menudo descrita como una terrorífica criatura sedienta de sangre con cabeza de león y cuerpo de burro.[20]​ Como Lilitu, Lamashtu atacaba principalmente a los recién nacidos y sus madres.[21]​ Se decía que vigilaba con particular atención a las mujeres embarazadas, especialmente durante el parto. Después, arrebataría el recién nacido a su madre para beber su sangre y comer su carne. En los llamados textos de Labartu se la describe así:

«Allá donde venga, allá donde aparezca, trae el mal y la destrucción. Hombres, bestias, árboles, ríos, caminos, edificios, a todos trae perjuicios. Es un monstruo sediento de sangre y hambriento de carne fresca».[20]

Otro grupo de demonios estrechamente relacionada con Lilith son los Gallu,[22]​ aunque este término se utiliza en general para referirse a varios espíritus malignos llamados «malvados Uttuke» o «malvado Galli».[18]​ Uno de los hechizos en los que se les invocaba les describe como entidades que amenazan las casa, atacan a la gente, comen su carne, y, como dejan que su propia sangre caiga como la lluvia empozoñando los campos, nunca pueden parar de atacar a las personas y de beber sangre humana.[23]

Lamashtu, Lilitu, y los Gallu son invocados en diferentes textos mágicos para la creación de amuletos. Posteriormente, la figura de un Gallu se recupera en un mito greco-bizantino como Gello, Gylo o Gyllo. Allí aparece como un demonio femenino que roba y asesina niños,[18]​ de forma similar a las lamias.[23]

Antiguas Grecia y Roma

Lamia de John William Waterhouse (1909). Véanse las serpientes cerca del talle.

La mitología grecorromana presenta varios precursores de los vampiros modernos. En la Odisea de Homero se habla de muertos devueltos a la vida temporalmente.[2]​ Los no muertos son demasiado insustanciales para ser escuchados por los vivos y deben beber sangre para aumentar su fuerza. En el relato de Homero, cuando Odiseo viaja al Hades, sacrifica un cordero para que las sombras pudieran beber su sangre y comunicarse.[24]

En la mitología romana, las larvae o lemures eran espectros que regresaban de la muerte, pero no tienen ninguna relación con la sangre.[25]

Por su parte, los vrykolaka, de los que derivan los vârcolac rumanos, eran seres que volvían de la muerte para vengarse de sus familiares, a los que devoraba vivos.[26]

Los personajes mitológicos más relacionados con la figura del vampiro son siempre mujeres, aunque no fueron consideradas no muertas, como Empusa[27]​ y Lamia, ambas relacionadas con la diosa ctónica del inframundo Hécate,[28]​ y la estirge de la mitología romana.[29]​ Con el tiempo los dos primeros términos generales se convirtieron en palabras para nombrar a las brujas y demonios, respectivamente.[30]

Empusa

Empusa era hija de la diosa ctónica Hécate y era descrita como una criatura demoníaca, con una pata de burro y otra de bronce.[31]​ Se transformaba en una mujer joven y hermosa y mediante esta argucia conseguía seducir a los hombres antes de beber su sangre mientras dormían.[27]

Lamia

Lamia, por su parte, era hija del rey Belo[32]​ y una amante secreta de Zeus. Cuando Hera, la esposa de Zeus descubre la infidelidad de éste, mató a todos los hijos de la relación. La mortal Lamia,[33]​ transformada por el dolor en un híbrido entre mujer y serpiente,[31]​ juró venganza y asesinó a varios niños pequeños mientras descansaban en sus camas por la noche, bebiendo su sangre.[28]

Plutarco[34]​ recoge la leyenda de que Lamia podía sacarse los ojos y volver a ponérselos. Otras tradiciones afirman que Hera la maldijo con no poder cerrar los ojos, de tal forma que nunca pudiera borrar la imagen de sus hijos muertos.[31]

Estirge

Al igual que Lamia, las estirges se alimentan de niños, pero también buscan hombres jóvenes como presa. Se les describe como criaturas con cuerpo de los cuervo o de aves en general, y más tarde fueron incorporados a la mitología romana como una especie de ave nocturna que se alimenta de carne humana y sangre.[29]

La raza de vampiros rumanos llamada Strigoï no tiene relación directa con las estirges grecorromanas, pero su nombre, como el del Shtriga albanés y el eslavo Strzyga,[35]​ deriva de la mitología romana, a pesar de que los mitos acerca de estas criaturas son más similares a sus equivalentes eslavas que a las clásicas.[4][36]

Mormo

Mormo era un espíritu que mordía a los niños con mal comportamiento, compañero de Hécate. El nombre, posteriormente, se amplió para referise también a una mujer vampiro que asustaba a los niños.[31]​ Esta referencia se encuentra principalmente en algunas de las obras de Aristófanes.[37]

India

Archivo:Kali2.jpg
La diosa hindú Kālī según un mural del siglo XVII en el templo Madurai Meenakshi Amman. Nótese la lengua utilizada para beber la sangre del demonio Raktavija.

En la antiguo folclore sánscrito existen cuentos acerca de los vetalas, similares a los gules de Oriente Medio,[38]​ que habitan en los cementerios y utilizab los cadáveres como vehículo para internarse en el mundo de los vivos.[39]​ Aunque la mayoría de las leyendas sobre los vetalas se han recopilado en el Baital Pachisi, una de las más importantes historias sobre estos vampiros está recogida en el Kathasaritsagara, donde se cuenta que el rey Vikramāditya intentaba, por la noche, cazar un esquivo vetala. Éste es descrito como una criatura no muerta que, como un murciélago se cuelga boca abajo en los árboles cercanos a los lugares de cremación y a los cementerios.[40]

Por otra parte, los demonios Pishacha, espíritus de hombres malvados regresados de la muerte, y los bhūta, fantasmas de los cementerios, presentan también algunas de las características asociadas a los vampiros,[41]​ como la habilidad para convertirse en animales.[39]

La deidad hindú Kālī posee colmillos, viste una guirnalda de cadáveres o calaveras, y tiene cuatro brazos. Está íntimamente relacionada con la sangre y sus templos están ubicados cerca de los lugares de cremación en toda la India.[42]​ En un relato mitológico, las diosas Kali y Durgā lucharon contra el demonio Raktavija (en sánscrito «semilla de sangre»),[39]​ que podría reproducirse a sí mismo a partir de cada gota de su sangre derramada.[43]​ Kali bebió toda su sangre sin derramar nada, con lo que pudo ganar la batalla y matar al demonio.[44]

Tradiciones posteriores

Tanto Walter Map como William de Newburgh, historiadores y cronistas ingleses del siglo XII recogen varios relatos acerca de no muertos similares a los vampiros,[2][45]​ aunque las leyendas posteriores sobre vampiros en inglés son escasas.[46]​ Estos mitos son similares al folclore posterior al siglo XVIII acerca de los vampiros en Europa del este, desde donde el mito volvió a Inglaterra y Alemania, donde fue embellecido y popularizado.

La histeria del siglo XVIII

Durante el siglo XVIII hubo un frenesí de avistamientos de vampiros en Europa oriental, que condujo a frecuentes desenterramientos, con el objetivo de identificar y matar a los potenciales no muertos. Algunos gobiernos incluso llegaron a dedicar funcionarios a la tarea de cazar y clavar estacas en los cuerpos de los posibles vampiros.[47]

A pesar de ser llamado el «Siglo de las Luces», en el que muchas de las creencias tradicionales fueron objeto de burla y olvido, la creencia en los vampiros aumentó espectacularmente, lo que ha llevado a algunos historiadores a describir como una histeria colectiva común a los pueblos de la mayor parte de Europa.[2]

El pánico comenzó con un brote de unos presuntos ataques de vampiros en Prusia Oriental en 1721 y en los territorios gobernados por la dinastía de los Habsburgo entre 1725 y 1734. Los dos famosos casos de vampirismo, los primeros en ser registrados oficialmente, tienen que ver con los cadáveres de los serbios Peter Plogojowitz y Arnold Paole. Plogojowitz murió con 62 años, pero al parecer regresó después de su muerte para pedir comida a su hijo. Éste se negó y fue encontrado muerto al día siguiente. Supuestamente Plogojowitz regresó después y atacó a algunos vecinos, que murieron a causa de una pérdida masiva de sangre.[47]​ En el segundo caso, Arnold Paole, un soldado retirado dedicado a la agricultura que al parecer había sido atacado por un vampiro años antes, murió mientras recogía heno. Después de su fallecimiento murieron algunas personas de las cercanías, y el pueblo creyó que sus muertes se debían a un Paole que había regresado para vengarse de sus vecinos.[48]

Los dos incidentes fueron bien documentados. Varios funcionarios del gobierno examinaron los cuerpos y escribieron los correspondientes informes de casos, mientras se publicaban libros acerca del caso en toda Europa.[48]​ Este caso de histeria, al que comúnmente se refieren los historiadores como la «controversia sobre vampiros del siglo XVIII», duró una generación. El problema se vio agravado por las epidemias de presuntos ataques de vampiros en zonas rurales, sin duda causadas por la mayor cantidad de supersticiones propias de las comunidades rurales, con exhumaciones de cuerpos y, en algunos casos, clavado de estacas en los mismos. Aunque muchos estudiosos afirmaron durante este período que la existencia de vampiros no era más que una leyenda y atribuyeron las noticias de «no muertos» a entierros prematuros o a la rabia, la superstición siguió aumentando.

La controversia sólo cesó cuando la emperatriz María Teresa de Austria envió a su médico personal, Gerhard van Swieten, a Moravia para investigar las denuncias de entidades vampíricas.[49]​ El médico escribió un tratado médico y racionalista, Abhandlung des Daseyns der Gespenster (Discurso sobre la existencia de fantasmas) en el que concluye que los vampiros no existían y que la histeria es «fruto de la superstición y el barbarismo de gentes simples». La presencia de cuerpos incorruptos se bebía, según su estudio, a la fermentación y a la falta de oxígeno. Animada por esta investigación, la emperatriz aprobó varias leyes para prohiir la apertura de las tumbas y la profanación de los cuerpos. A pesar de esta condena, la figura del vampiro siguió desarrollándose en las obras artísticas y en las superstición locales.[50]

El testimonio de Calmet

Después de estos hechos, Dom Augustin Calmet, un respetado erudito y teólogo francés, elaboró un exhaustivo tratado en 1746, Dissertations sur les Apparitions des Anges, des Démons et des Esprits, et sur les revenants, et Vampires de Hongrie, de Boheme, de Moravie, et de Silésie,[51]​ que es ambiguo en relación con la existencia de vampiros. Calmet había acumulado una gran cantidad de informes sobre incidentes presuntamente relacionados con vampiros y numerosos lectores, incluso críticos como Voltaire y Benito Jerónimo Feijoo[52]​ interpretaron tal tratado como una prueba de la existencia de los vampiros.[50]​ En su Diccionario filosófico, Voltaire escribió:[53]

«Los vampiros eran muertos que salían por la noche del cementerio para chupar la sangre a los vivos, ya en la garganta, ya en el vientre, y que después de chuparla se volvían al cementerio y se encerraban en sus fosas. Los vivos a quienes los vampiros chupaban la sangre se quedaban pálidos y se iban consumiendo, y los muertos que la habían chupado engordaban, les salían los colores y estaban completamente apetitosos. En Polonia, en Hungría, en Silesia, en Moravia, en Austria y en Lorena eran los países donde los muertos practicaban esa operación. Nadie oía hablar de vampiros en Londres ni en París».[54]

Véase también

Referencias

Notas

  1. Silver & Ursini, pp. 22-23.
  2. a b c d Cohen, Encyclopedia of Monsters, pp. 271-274.
  3. McNally y Florescu, In Search of Dracula, p. 117
  4. a b Summers, «The Vampire in Greece and Rome of Old», in The Vampire in Europe.
  5. Marigny, Vampires, pp. 24-25.
  6. a b Marigny, Vampires, pp. 14.
  7. Hurwitz, Lilith, pp. 63-69
  8. Hurwitz, Lilith, p. 17
  9. Hurwitz, Lilith, p. 36
  10. a b c Marigny, Vampires, pp. 17-19.
  11. Bronznick, Norman; Mark Jay Mirsky, David Stern & Allan Humm. «The Alphabet of Ben Sira Question #5 (23a-b)». Allan Humm. Consultado el 29 de diciembre de 2007. 
  12. Patai, Raphael (1990). The Hebrew goddess (3ª edición). Wayne State University Press. pp. p. 232. ISBN 978-0-8143-2271-0. 
  13. Patai, The Hebrew goddess, p. 236-241
  14. Meyer, Kai; Johnson, Paul; Leal, Aníbal (2007). La historia de los judíos. México: Ediciones B. pp. p. 245. ISBN 978-84-666-1491-7. 
  15. Klein, Michele (2000). A Time to Be Born: Customs and Folklore of Jewish Birth. Jewish Publication Society. pp. p. 180. ISBN 978-0-8276-0698-2. 
  16. Patai, The Hebrew goddess, p. 222
  17. Sublett, Kenneth (2004). «Ancient Near East (Babylonia) Glossary and Texts». Piney.com. Hohenwald, Tennessee. Consultado el 18 de abril de 2009. 
  18. a b c Hurwitz, Lilith, pp. 40-41.
  19. Hurwitz, Lilith, pp. 34-35.
  20. a b Hurwitz, Lilith, p. 36.
  21. «Lamaštu (Lamashtu)». Ancient Near East.net. Consultado el 29 de diciembre de 2007. 
  22. Morris, John (1880). The new nation. Original from Oxford University. pp. 40 & 311 (volume 3 of 5). 
  23. a b Briggs, Charles Augustus; Howell Toy, Crawford (1911). Essays in Modern Theology and Related Subjects. Universidad de Harvard: C. Scribner's sons. pp. pp. 155-158. 
  24. Homero, Odisea, canto XI
  25. Schmidt, Joël (1995). Dictionnaire de la mythologie grecque et romaine. París: Larousse références. 
  26. Murgoci, Agnes The Vampire in Roumania en Dundes, A., The vampire: a casebook, pág. 25.
  27. a b Graves, Robert (1990) [1955]. «The Empusae». The Greek Myths. London: Penguin. pp. 189-90. ISBN 0-14-001026-2. 
  28. a b Graves, "Lamia", in Greek Myths, pp. 205-206.
  29. a b Oliphant, Samuel Grant (1913). «The Story of the Strix: Ancient». Transactions and Proceedings of the American Philological Association 44: 133-49. doi:10.2307/282549. 
  30. Kerényi, Karl (1951). The Gods of the Greeks. Londres: Thames & Hudson. pp. pp. 38-40. ISBN 0-500-27048-1. 
  31. a b c d Theoi Greek Mythology (2009). «Empousai». Consultado el 18 de abril de 2009. 
  32. Lamia era hija de Belo o del mismo Poseidón y Libia. Cfr. Diodoro Sículo, Biblioteca de Historia xx.41.
  33. Según otras versiones era una de las criaturas de Hécate. Crf. Homero, Odisea 12.124 y Karl Kerenyi, Gods of the Greeks 1951:38 note 71.
  34. Plutarco, De curiositate, 2.
  35. Durham, Edith (2000). High Albania. Londres: Phoenix Press. pp. pp. 87-88. ISBN 978-1-84212-207-5. 
  36. Marigny, Vampires, pp. 15-17.
  37. Aristófanes. Los acarnienses, 582 y ss. y La paz, 474 y ss.
  38. «Ghoul». Merriam-Webster Online Dictionary. Consultado el 19 de abril de 2009.  Parámetro desconocido |dateformat= ignorado (ayuda)
  39. a b c Dallapiccola, Anna L. (2002). Dictionary of Hindu Lore and Legend. Londres: Thames & Hudson. ISBN 978-0-500-51088-9. 
  40. Burton, Sir Richard R. (1893) [1870]. Vikram and The Vampire: Classic Hindu Tales of Adventure, Magic, and Romance. London: Tylston and Edwards. Consultado el 28 de septiembre de 2007.  Traducción castellana por Santiago García en Valdemar (2002): ISBN 84-7702-394-8.
  41. Bunson, Vampire Encyclopedia, p. 200.
  42. Kinsley, David (1988). Hindu Goddesses: Vision of the Divine Feminine in the Hindu Religious Traditions. California: University of California Press. pp. p. 118. ISBN 81-208-0379-5. 
  43. Scala, Antonio (1999). «Kali Battles the Demon Raktabija». Consultado el 19 de abril de 2009. 
  44. Bunson, Vampire Encyclopedia, pp. 140-141.
  45. William of Newburgh; Paul Halsall (2000). «Book 5, Chapter 22-24». Historia rerum Anglicarum. Fordham University. Consultado el 16 de octubre de 2007. 
  46. Jones, "The Vampire", p. 121.
  47. a b Barber, Vampires, Burial and Death, pp. 5-9.
  48. a b Barber, Vampires, Burial and Death, pp. 15-21.
  49. Hamberger, Klaus (1992). Mortuus non mordet. Dokumente zum Vampirismus 1689-1791. Viena: Turia & Kant. ISBN 9783851320251. 
  50. a b Hoyt, Olga (1984). «The Monk's Investigation». Lust for Blood: The Consuming Story of Vampires. Chelsea: Scarborough House. pp. pp. 101-06. ISBN 0-8128-8511-2. 
  51. Calmet, Augustin (1751). Traité sur les Apparitions des Esprits et sur les vampires ou revenans de Hongrie, de Moravie, etc. París: Debure Latine. 
  52. Filosofía en español. «Diccionario Filosófico: Vampiros». 
  53. Voltaire (1984) [1764]. Philosophical Dictionary. Penguin. ISBN 014044257X. 
  54. Voltaire (1764). Diccionario filosófico. e-torredebabel. 

Bibliografía

  • Barber, Paul (1988). Vampires, Burial and Death: Folklore and Reality. New York: Yale University Press. ISBN 0-300-04126-8. 
  • Borrmann, Norbert (1999). Vampirismo. El anhelo de la inmortalidad. Barcelona: Timún Mas. ISBN 84-480-5004-5. 
  • Bunson, Matthew (1993). The Vampire Encyclopedia. London: Thames & Hudson. ISBN 0-500-277486. 
  • Burkhardt, Dagmar (1966). «Vampirglaube und Vampirsage auf dem Balkan». Beiträge zur Südosteuropa-Forschung: Anlässlich des I. Internationalen Balkanologenkongresses in Sofia 26. VIII.-1. IX. 1966. Munich: Rudolf Trofenik. OCLC 1475919. 
  • Cohen, Daniel (1989). Encyclopedia of Monsters: Bigfoot, Chinese Wildman, Nessie, Sea Ape, Werewolf and many more... London: Michael O'Mara Books Ltd. ISBN 0-948397-94-2. 
  • Créméné, Adrien (1981). La mythologie du vampire en Roumanie. Monaco: Rocher. ISBN 2-268-00095-8. 
  • Dundes, Alan [editor] (1998). The vampire: a casebook. University of Wisconsin Press. ISBN 978-0-299-15924-5. 
  • Erreguerena Albaitero, María Josefa (2002). El mito del vampiro. Especificidad, origen y evolución en el cine. México D. F.: Plaza y Valdés. ISBN 970-722-045-7. 
  • García Chapinal, Luis (2000). Vampirismo. Entre la realidad y la leyenda. Madrid: Éride. ISBN 84-89995-42-7. 
  • Hurwitz, Siegmund (1992) [1980]. Gela Jacobson (trad.), ed. Lilith, the First Eve: Historical and Psychological Aspects of the Dark Feminine. Einsiedeln, Switzerland: Daimon Verlag. ISBN 3-85630-522-X. 
  • Jones, Ernest (1931). «The Vampire». On the Nightmare. London: Hogarth Press and Institute of Psycho-Analysis. OCLC 2382718. 
  • Konstantinos [pseudónimo] (2001). Los vampiros aún existen. La verdad oculta del vampirismo y su presencia entre nosotros hoy. Barcelona: Robinbook. ISBN 84-7927-513-8. 
  • Marigny, Jean (1993). Vampires: The World of the Undead. London: Thames & Hudson. ISBN 0-500-30041-0. 
  • McNally, Raymond T.; Florescu, Radu. (1994). In Search of Dracula. Houghton Mifflin. pp. p. 117. ISBN 0-395-65783-0. 
  • Schwartz, Howard (1988). Lilith's Cave: Jewish tales of the supernatural. San Francisco: Harper & Row. ISBN 0-06-250779-6. 
  • Skal, David J. (1996). V is for Vampire. New York: Plume. ISBN 0-452-27173-8. 
  • Silver, Alain; James Ursini (1993). The Vampire Film: From Nosferatu to Bram Stoker's Dracula. New York: Limelight. ISBN 0-87910-170-9. 

Enlaces externos