Diferencia entre revisiones de «Tsunami»

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== Enlaces externos ==
{{commons|Tsunami}}
*[http://www.el-mundo.es/noticias/2000/graficos/mayo/semana1/tsunami.html Animación de la formación de un Maremoto en El Mundo (2000)]
*[http://www.snet.gob.sv/Geologia/tsunami.htm Servicio Nacional de Estudios Territoriales, El Salvador]
*[http://www.geophys.washington.edu/tsunami/general/physics/runup.html Animación de un Maremoto generada mediante simulación numérica]
*[http://www.noaa.gov National Oceanic and Atmospheric Administration]
*[http://surfandturf.biz/tsunami/index.php?showtopic=26 Forum: Terremoto de 1755]
*[http://www.prh.noaa.gov/pr/ptwc/ Pacific Tsunami Warning Centre]
*[http://www.elitista.info/blogs/agua/2007/03/catstrofes-naturales-tsunamis.html Catástrofes naturales: Tsunami]
*[http://www.coronelcity.cl/tsunamis.html ''Historia de los Maremotos en Concepción, actual Ciudad de Penco'']
*[http://www.tsunamiwave.info/ International Tsunami Information Centre]
*[http://tsun.sscc.ru/tsun_hp.htm Tsunami Laboratoy of Novosibirsk]
*[http://www.elmundo.es/fotografia/2004/12/maremotos_especial/cronica.html Completo informe sobre el tsunami de diciembre en 2004 en Indonesia]
*[http://marenostrum.org/ecologia/oceanografia/tsunami/index.htm Preguntas y respuestas sobre los tsunamis]
*[http://www.shoa.cl/servicios/tsunami/generalidades.htm Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de Chile]
*[http://http://www.mappinginteractivo.com/plantilla-ante.asp?id_articulo=694 MAREMOTOS EN NICARAGUA]


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== 1. Orígenes de un tsunami
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[[Categoría:Tsunamis| ]]
Procedente de Japón, tsunami es un término que se define como ola gigante que llega al puerto, aunque realmente se trata de una serie de olas que se producen en una masa de agua al ser empujada con violencia por una fuerza con desplazamiento vertical. Cuando éstas llegan a las costas, producen grandes devastaciones y e incluso se introducen dentro del territorio provocando innumerables desastres. A medida que se acerca a la costa sufre un fenómeno de refracción, disminuyendo la longitud de onda y la velocidad pero aumentándose considerablemente en altura. Existen dos formas de precipitarse en el territorio; como una masa espumosa, de poca altura pero con una fuerza incontenible que arrastra todo a su paso o en forma de ola gigantesca con una media de altura de veinte metros. Este fenómeno siempre es precedido por el retroceso de algunas decenas de metros de agua desde la costa dejando peces y rocas al descubierto para luego, arremeter con toda su fuerza devastadora.
Muchos de los tsunamis se producen en virtud de la gran cantidad de maremotos (sismos submarinos). El Océano Pacífico es propenso a la producción de este fenómeno, aunque también en el Atlántico, el Índico y el Mar Mediterráneo se han sucedido, aunque en menor medida. Los tsunamis dependen de muchos factores como la topografía y la batimetría (disposición del fondo marino) y provocan dos clases de daños: la inundación y anegamiento de vastos territorios adentrados a la costa y el socavamiento (destrucción del lecho submarino) que puede perdurar por años. Entre los tsunamis más conocidos en la historia por sus devastadoras consecuencias, podemos destacar: los ocurridos en Japón en los años 1707, 1854, 1896, 1933 y 1993 y el de Lisboa en 1755 y con 60.000 muertos y desaparecidos.
Un maremoto es una alteración violenta de la superficie marina que, motivada por diferentes causas, se expande desde un eje central en forma de ondas, generando así grandes olas que van cobrando mayor altura a medida que se van aproximando a una zona continental, actuando de forma parecida a como sucedería si tiramos una piedra en un lago o una charca. Puesto que el peligro en todos los casos procede del mar, se designa a este fenómeno como “maremoto” (del latín “MARIS MOTUS", movimiento del mar). Los eventos que pueden motivar la generación de ese oleaje, además de los terremotos o sismos con epicentro marino, que es lo más habitual, pueden ser el impacto de un meteorito en el mar, un deslizamiento de ladera, una explosión nuclear subacuática o una erupción o explosión volcánica.
El seísmo se desata cuando se produce una fricción entre estas grandes masas de terreno que se mueven sobre el manto de la Tierra. La explicación geológica de todo ello no satisfacen las necesidades y el interés de los ciudadanos preocupados por el tema, ya que la desinformación es tal que es difícil asimilar la cantidad de conceptos geológicos que se desprenden de este fenómeno, así que lo más práctico y lo que la opinión pública espera son recomendaciones para salvar los muebles y sus vidas ante una catástrofe de este tipo

2. Tsunamis, un temor para los gaditanos

Tras el dramático maremoto que ocasionó más de 300.000 muertos y desaparecidos en el sudeste asiático en diciembre del año 2004, se ha despertado a nivel internacional una gran incertidumbre social ante este tipo de catástrofes naturales y ante la posibilidad de que un suceso de tales características y con un poder destructivo semejante pueda repetirse en muchos otros lugares costeros del planeta. Inevitablemente, los habitantes de las poblaciones que miran al mar se hacen ahora preguntas como ¿podría suceder aquí? Para dar respuesta a todos los interrogantes posibles vamos a centrarnos en la ciudad de Cádiz, cuyo litoral se extiende a lo largo de 407 km de costa que encara, en su mayor parte, el Océano Atlántico y el Estrecho de Gibraltar. En su legado mejor guardado esconde el dramático acontecimiento ocurrido en noviembre de 1755 cuando un maremoto sorprendió a la ciudad; su recuerdo popular permanece como algo muy cercano en el tiempo, como parte del anecdotario histórico de la ciudad y como respuesta heroica de los ciudadanos ante un hecho considerado excepcional o único.
Aquel uno de noviembre de 1755 el cielo comenzó a nublarse y de pronto, empezó a notarse un leve temblor en el suelo, la gente asustada corría despavorida por las calles. Nadie sabía qué estaba ocurriendo. Las casas vibraban y el viento soplaba con fuerza. Desde la más remota antigüedad, para predecir futuros movimientos de tierra, se prestaba atención al estado del cielo al amanecer, a los vientos, al estado del mar e incluso al olor de las aguas… Sin embargo, nada de esto sirvió aquel lejano día para anticipar la violencia desatada por un movimiento de tierra que acabó ocasionando una hora después una gigantesca ola que comenzó a penetrar por la ciudad dejando inundados barrios como La Viña o caminos que unían Cádiz con otras ciudades como San Fernando. El gobernador civil de aquel entonces ordenó el cierre de las Puertas de Tierra y gracias a ello, quedaron atrapadas entre las murallas de la ciudad miles de personas que si las hubieran dejado a su libre actuación seguramente hubiesen sido víctimas de esta catástrofe, ya que la zona norte de la ciudad quedó completamente inundada. Como toda historia, cuenta con una leyenda que dice que las gigantescas olas de este maremoto fueron amainadas cuando el Capellán Francisco Macías sacó de la iglesia de La Palma en el Barrio de la Viña el estandarte de la cofradía del mismo nombre junto con Fray Bernardo de Cádiz que empuñó un crucifijo y ambos se marcharon a la calle ordenando a las aguas que se retirasen. Y así fue, las aguas volvieron a su cauce y sólo tuvieron que lamentar cinco muertos.
Por su vulnerabilidad ante este tipo de fenómenos, la Unión Europea ha financiado en ciudades como Cádiz el plan Transfer, ya que tras el tsunami de Indonesia en 2004 se introdujo este plan en los posibles lugares donde podían darse estos fenómenos con el fin de prevenir y de instaurar sistemas de alerta. La capital había superado un episodio de este tipo y esto fue determinante para entrar en el estudio. Según las investigaciones, los gaditanos tendrían una hora para reaccionar ante un tsunami y la altura máxima que podría alcanzar la gigantesca ola no superaría los diez metros. Que se vuelva a repetir un fenómeno de este tipo es improbable, pero no imposible. Por ello la población vive con muchos interrogantes que hasta ahora no han encontrado respuesta y con el temor de que pueda volver a producirse. ¿Es posible que vuelva ocurrir?, ¿Qué posibilidades tendríamos de sobrevivir? ¿Hay forma de alertarse de un maremoto? Estas son muchas de las preguntas que los ciudadanos de la capital se hacen muy a menudo. Para resolver todo tipo de interrogantes Punto Radio Cádiz entrevistó a Korinna von Teichman, experta en riesgos naturales de la Universidad de las Naciones Unidas que visitó la ciudad el pasado mes de marzo con motivo de la implantación del plan Transfer.
Pues bien, Cádiz por sus condiciones demográficas, su situación geográfica y sus antecedentes, está expuesta a que se produzcan movimientos sísmicos cuyo desenlace puede ser un maremoto. En cuanto a las posibilidades de sobrevivir, Korinna von Teichman afirma: “lo importante es no perder la calma y no salir despavoridos hacia la calle, porque probablemente el lugar más seguro sea su casa, ya que en Cádiz existen muchos edificios que constan de pisos muy altos. Es por ello que, lo más acertado es subir a un edificio alto con más de cuatro plantas’’. Pero, ¿podrían estas medidas llevarse a cabo ante la producción del fenómeno? ¿Sería factible un sistema de emergencia? ¿Habría forma de alertar a la población sobre lo que en poco tiempo ocurriría? En primer lugar, cabe destacar que un sismo de ninguna manera podría alertarse, pero como en el caso de que se produjese un tsunami vendría, en la mayoría de los casos, precedido por éste, al producirse el sismo, normalmente hay un tiempo hasta que llega la gigantesca ola. En el maremoto de 1755, la ola llegó justo una hora después de haberse producido el fenómeno anterior. Así que, parece ser que los gaditanos tendrían una hora aproximadamente para reaccionar ante un tsunami. Y en esos sesenta minutos, ¿qué habría que hacer? En primer lugar, habría que difundir el plan de emergencia a todos los sectores de la población, una labor que se vería imposibilitada a la hora de comunicarles a las mayoría de las personas mayores que viven en la parte norte del casco histórico y a la población inmigrante que no conoce el idioma que tienen que reaccionar con rapidez pero sin perder la calma ante un hecho de tales características.
Según los estudios realizados en el Instituto Geográfico, tanto la costa de Cádiz como la de Huelva tienen una elevada frecuencia de maremotos. Los efectos que pudiera provocar una gran ola en Cádiz son los mismos que en cualquier municipio de la Bahía, en los que la entrada de agua en el núcleo urbano sería inevitable. Aunque puede destacarse que la existencia de edificios altos cerca de la línea de playa frena el avance del mar, según los estudios realizados por la Universidad de Cantabria, que ha simulado las consecuencias de un tsunami, con una probabilidad de 5.000 años. Así, los últimos estudios se han centrado en la población gaditana para determinar el grado de vulnerabilidad de la misma. Entre los factores que se han tenido en cuenta destacan la edad y el nivel sociocultural.
Las tesis más conservadoras establecen en 500 años el período en que podrían repetirse tsunamis como el de aquel 1 de noviembre. Pero esto no es suficiente para calmar al sector poblacional que vive con el miedo de que vuelva a producirse antes de lo previsto. Es el caso de Mª del Mar Montero, una joven gaditana de 22 años que tiene pánico a este tipo de fenómenos y que cada vez que el mar está revuelto se imagina cómo ese fuerte oleaje puede transformarse en una gigantesca ola que ahogue la ciudad. Fue por ello y por su desinformación por lo que decidió estudiar Ciencias del Mar en Cádiz, para así acercarse a la materia y adquirir conocimientos sobre el tema para saber a qué atenerse al vivir en una ciudad que guarda en su legado graves antecedentes.

3. Conclusiones

La ciudad de Cádiz está muy unida al terrible recuerdo de un maremoto. El movimiento sísmico de 1755 que se convirtió en tsunami en ciertas ciudades como Cádiz o Conil, arrasó todo lo que encontró por delante y afectó en distinto grado a varios países como Marruecos, Portugal y España. La capital gaditana es vulnerable a ello y por eso podría volver a sucederse un fenómeno de tales características. Del conocimiento de causa, nace el saber cómo comportarse y el no perder la calma antes situaciones así. Los gaditanos, hoy por hoy están totalmente desinformados sobre los modos de actuación ante un hecho semejante. Y es que, la ciudad está completamente rodeada de mar y es inevitable que los habitantes no se planteen la posibilidad de que cualquier día, amanezcan con la noticia de que puede que en poco tiempo se produzca un maremoto.
Personalmente, era todo un reto para mí hacer este trabajo, ya que siempre vivo con el temor de que suceda algo así. En mis peores sueños, siempre aparece Cádiz inundada por un maremoto. Además siempre imagino los momentos previos de nerviosismo e histeria sin saber realmente qué hacer. Gracias a este trabajo he tenido la oportunidad de documentarme sobre los factores que originan el fenómeno y sobre todo, he aprendido que en esos casos el lugar más seguro es tu propia casa. Creo que después de esto, viviré un poco más tranquila y cuando mire al mar, me tranquilizaré al pensar que en Cádiz tendríamos una hora para reaccionar ante un maremoto y que no es algo que sucede de un momento a otro.
A partir de 1965 la preocupación mundial por la producción de estos fenómenos se reflejó en acciones concretas creándose o reforzándose centros de prevención y estudios de tsunamis como el PTWC (Centro de detección de Tsunamis del Pacifico), ITIC (Centro de Información Internacional de Tsunami), ITWS y el ICG/ITSU (Sistema de alerta de Tsunami Internacional). A todo ello, se le suma la inquietud de la población mundial ante el cambio climático. Fue Einstein (físico alemán) quien dijo que el día en que las abejas desaparecieran del planeta, a los humanos les quedarían unas horas de vida. En la actualidad, las abejas están alteradas, ¿qué les pasa? El clima no las acompaña y las colonias están desesperadas. Muchas están desapareciendo, ¿será porque realmente son las primeras víctimas del cambio climático?
Cada cambio afecta a cada uno de los seres vivos del planeta porque es un cambio global que no deja indiferente a nadie. Por ejemplo, nuestras playas más emblemáticas están condenadas a desaparecer y nuestro clima se hará con el tiempo más inestable. De hecho, ya estamos notando muestras de ello en las altas temperaturas que acechan al país en la época estival. Y es que, con todo esto no estamos hablando de un futuro lejano, sino de un futuro que ya está aquí y que sino cuidamos el medio ambiente, los desastres naturales serán los protagonistas de nuestra existencia.


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Revisión del 20:56 6 jun 2009

Esquema de un maremoto

Un maremoto o tsunami (del japonés tsu, «puerto» o «bahía», y nami, «ola»; literalmente significa gran ola en el puerto) es una ola o un grupo de olas de gran energía que se producen cuando algún fenómeno extraordinario desplaza verticalmente una gran masa de agua. Se calcula que el 90% de estos fenómenos son provocados por terremotos, en cuyo caso reciben el nombre, más preciso, de maremotos tectónicos. La energía de un maremoto depende de su altura (amplitud de la onda) y de su velocidad. La energía total descargada sobre una zona costera también dependerá de la cantidad de picos que lleve el tren de ondas (en el reciente maremoto del Océano Índico hubo 7 picos). Este tipo de olas remueven una cantidad de agua muy superior a las olas superficiales producidas por el viento.

Términos

Antes, el término tsunami también sirvió para referirse a las olas producidas por huracanes y temporales que, como los maremotos, podían entrar tierra adentro, pero éstas no dejaban de ser olas superficiales producidas por el viento, aunque se trata aquí de un viento excepcionalmente poderoso.

Tampoco se deben confundir con la ola producida por la marea conocida como macareo. Éste es un fenómeno regular y mucho más lento, aunque en algunos lugares estrechos y de fuerte desnivel pueden generarse fuertes corrientes.

Maremotos tectónicos

La mayoría de los maremotos son originados por terremotos de gran magnitud bajo la superficie acuática. Para que se origine un maremoto el fondo marino debe ser movido abruptamente en sentido vertical, de modo que una gran masa de agua del océano es impulsada fuera de su equilibrio normal. Cuando esta masa de agua trata de recuperar su equilibrio genera olas. El tamaño del maremoto estará determinado por la magnitud de la deformación vertical del fondo marino entre otros parámetros como la profundidad del lecho marino. No todos los terremotos bajo la superficie acuática generan maremotos, sino sólo aquellos de magnitud considerable y su hipocentro se genera en el punto de profundidad adecuado.

Un maremoto tectónico producido en un fondo oceánico de 5 km de profundidad removerá toda la columna de agua desde el fondo hasta la superficie. El desplazamiento vertical puede ser tan sólo de centímetros; pero, si se produce a la suficiente profundidad, la velocidad será muy alta y la energía transmitida a la onda será enorme. Aun así, en alta mar la ola pasa casi desapercibida, ya que queda camuflada entre las olas superficiales. Sin embargo, destacan en la quietud del fondo marino, el cual se agita en toda su profundidad.

Maremoto de Sumatra, en 2004.

La zona más afectada por este tipo de fenómenos es el Océano Pacífico, debido a que en él se encuentra la zona más activa del planeta, el cinturón de fuego. Por ello, es el único océano con un sistema de alertas verdaderamente eficaz.

Física de los maremotos tectónicos

Los maremotos son destructivos a partir de sismos de magnitud 6,4, y son realmente destructivos a partir de 7 en la escala de Richter.

La velocidad de las olas puede determinarse a través de la ecuación:

,

donde h es la profundidad a la que se produce el sismo y g, la gravedad terrestre (9,8 m/s²).

A las profundidades típicas de 4-5 km las olas viajarán a velocidades en torno a los 600 km/h o más. Su amplitud superficial o altura de la cresta H puede ser pequeña, pero la masa de agua que agitan es enorme, y por ello su velocidad es tan grande; y no sólo eso, pues la distancia entre picos también lo es. Es habitual que la longitud de onda de la cadena de maremotos sea de 100 km, 200 km o más.

El intervalo entre pico y pico (período de la onda) puede durar desde menos de diez minutos hasta media hora o más. Cuando la ola entra en la plataforma continental, la disminución drástica de la profundidad hace que su velocidad disminuya y empiece a aumentar su altura. Al llegar a la costa, la velocidad habrá decrecido hasta unos 50 km/h, mientras que la altura ya será de unos 3 a 30 m, dependiendo del tipo de relieve que se encuentre. La distancia entre picos (longitud de onda L) también se estrechará cerca de la costa.

Debido a que la onda se propaga en toda la columna de agua, desde la superficie hasta el fondo, se puede hacer la aproximación a la teoría lineal de la hidrodinámica. Así, el flujo de energía E se calcula como:

,

siendo d la densidad del fluido.

La teoría lineal predice que las olas conservarán su energía mientras no rompan en la costa. La disipación de la energía cerca de la costa dependerá, como se ha dicho, de las características del relieve marino. La manera como se disipa dicha energía antes de romper depende de la relación H/h, sobre la cual hay varias teorías. Una vez que llega a tierra, la forma en que la ola rompe depende de la relación H/L. Como L siempre es mucho mayor que H, las olas romperán como lo hacen las olas bajas y planas. Esta forma de disipar la energía es poco eficiente, y lleva a la ola a adentrarse tierra adentro como una gran marea.

Cuanto más abrupta sea la costa, más altura alcanzará, pero seguirá teniendo forma de onda plana. Se puede decir que hay un trasvase de energía de velocidad a amplitud. La ola se frena pero gana altura. Pero la amplitud no es suficiente para explicar el poder destructor de la ola. Incluso en un maremoto de menos de 5 m los efectos pueden ser devastadores. La ola es mucho más de lo que se ve. Arrastra una masa de agua mucho mayor que cualquier ola convencional, por lo que el primer impacto del frente de la onda viene seguido del empuje del resto de la masa de agua perturbada que presiona, haciendo que el mar se adentre más y más en tierra. Por ello, la mayoría de los maremotos tectónicos son vistos más como una poderosa riada, en la cual es el mar el que inunda a la tierra, y lo hace a gran velocidad.

Antes de su llegada, el mar acostumbra a retirarse varios centenares de metros, como una rápida marea baja. Desde entonces hasta que llega la ola principal pueden pasar de 5 a 10 minutos. A veces, antes de llegar la cadena principal de maremotos, los que realmente arrasarán la zona, pueden aparecer "micromaremotos" de aviso. Así ocurrió el 26 de diciembre de 2004 en las costas de Sri Lanka donde, minutos antes de la llegada de la ola fuerte, pequeños maremotos entraron unos cincuenta metros playa adentro, provocando el desconcierto entre los bañistas antes de que se les echara encima la ola mayor. Según testimonios, se vieron rápidas y sucesivas mareas bajas y altas, luego el mar se retiró por completo y solo se sintió el estruendo atronador de la gran ola que venía.

Debido a que la energía de los maremotos tectónicos es casi constante, pueden llegar a cruzar océanos y afectar a costas muy alejadas del lugar del suceso. La trayectoria de las ondas puede modificarse por las variaciones del relieve abisal, fenómeno que no ocurre con las olas superficiales. Los maremotos tectónicos, dado que se producen debido al desplazamiento vertical de una falla, la onda que generan suele ser un tanto especial. Su frente de onda es recto en casi toda su extensión. Solo en los extremos se va diluyendo la energía al curvarse. La energía se concentra, pues, en un frente de onda recto, lo que hace que las zonas situadas justo en la dirección de la falla se vean relativamente poco afectadas, en contraste con las zonas que quedan barridas de lleno por la ola, aunque éstas se sitúen mucho más lejos. El peculiar frente de onda es lo que hace que la ola no pierda energía por simple dispersión geométrica,¹ sobre todo en su zona más central. El fenómeno es parecido a una onda encajonada en un canal o río. La onda, al no poder dispersarse, mantiene constante su energía. En un maremoto sí existe, de hecho, cierta dispersión pero, sobre todo, se concentra en las zonas más alejadas del centro del frente de onda recto.

En la imagen animada del maremoto del Océano Índico (Diagrama de la onda) se puede observar cómo la onda se curva por los extremos y cómo Bangladesh, al estar situado justo en la dirección de la falla fracturada, apenas sufre sus efectos, mientras que Somalia, a pesar de encontrarse mucho más lejos, cae justo en la dirección de la zona central de la ola, que es donde la energía es mayor y se conserva mejor.

Dispersión de la energía debido al alargamiento del frente de onda

Sostiene el profesor Manuel García Velarde que los maremotos son ejemplos paradigmáticos de este tipo especial de ondas no lineales conocidas como solitones u ondas solitarias. El concepto de solitón fue introducido por los físicos N. Zabusky y M. Krustal en 1965, aunque ya habían sido estudiados, a finales del siglo XIX, por D. Korteweg y G. de Vries, entre otros.

El fenómeno físico (y concepto matemático) de los solitones fue descrito, en el siglo XIX, por J. S. Russell en canales de agua de poca profundidad, y son observables también en otros lugares. Manuel García Velarde dice:

...en ríos (de varios metros de altura: mascaret del río Sena o bore del río Severn) y en estrechos (como en la pycnoclina del estrecho de Gibraltar, donde pueden alcanzar hasta cien metros de amplitud aunque sean apenas perceptibles en la superficie del mar) o en el océano (maremoto es una ola gigantesca en un puerto que ocurre como etapa final de una onda solitaria que ha recorrido de tres a cuatro mil kilómetros a unos ochocientos kilómetros por hora, por ejemplo de Alaska a Hawái)". [1]

Crust tsunamis

En español maremoto de la corteza (terrestre), hace referencia a las consecuencias que tendría el impacto de un meteorito gigantesco, del orden de centenares de kilómetros contra la superficie de la Tierra.

Por semejanza a los tsunamis convencionales en los que el agua del océano asciende formando una enorme ola, en un crust tsunami se elevaría la corteza terrestre, despegándose del manto.

Otros tipos de maremotos

Un maremoto acercándose a la costa. Un declive menos acentuado hace que las olas de un maremoto pierdan fuerza y altura.
Un declive con mayor profundidad hace a que las olas de un maremoto sean más altas y potencialmente destructivas.

Existen otros mecanismos generadores de maremotos menos corrientes que también pueden producirse por erupciones volcánicas, deslizamientos de tierra, meteoritos o explosiones submarinas. Estos fenómenos pueden producir olas enormes, mucho más altas que las de los maremotos corrientes. Se trata de los llamados megamaremotos, término que, si bien no es científico, puede usarse de forma poco rigurosa para referirse a los maremotos generados por causas no tectónicas. De todas estas causas alternativas, la más común es la de los deslizamientos de tierra producidos por erupciones volcánicas explosivas, que pueden hundir islas o montañas enteras en el mar en cuestión de segundos. También existe la posibilidad de desprendimientos naturales tanto en la superficie como debajo de ella. Este tipo de maremotos difieren drásticamente de los maremotos tectónicos.

En primer lugar, la cantidad de energía que interviene. Está el terremoto del Océano Índico de 2004, con una energía desarrollada de unos 32.000 MT. Solo una pequeña fracción de ésta se traspasará al maremoto. Por el contrario, un ejemplo clásico de megamaremoto sería la explosión del volcán Krakatoa, cuya erupción generó una energía de 300 MT. Sin embargo, se midió una altitud en las olas de hasta 50 m, muy superior a la de las medidas por los maremotos del Océano Índico. La razón de estas diferencias estriba en varios factores. Por una parte, el mayor rendimiento en la generación de las olas por parte de este tipo de fenómenos, menos energéticos pero que transmiten gran parte de su energía al mar. En un seísmo (o sismo), la mayor parte de la energía se invierte en mover las placas. Pero, aun así, la energía de los maremotos tectónicos sigue siendo mucho mayor que la de los megamaremotos. Otra de las causas es el hecho de que un maremoto tectónico distribuye su energía a lo largo de una superficie de agua mucho mayor, mientras que los megamaremotos parten de un suceso muy puntual y localizado. En muchos casos, los megamaremotos también sufren una mayor dispersión geométrica, debido justamente a la extrema localización del fenómeno. Además, suelen producirse en aguas relativamente poco profundas de la plataforma continental. El resultado es una ola con mucha energía en amplitud superficial, pero de poca profundidad y menor velocidad. Este tipo de fenómenos son increíblemente destructivos en las costas cercanas al desastre, pero se diluyen con rapidez. Esa disipación de la energía no sólo se da por una mayor dispersión geométrica, sino también porque no suelen ser olas profundas, lo cual conlleva turbulencias entre la parte que oscila y la que no. Eso comporta que su energía disminuya bastante durante el trayecto.

Recreación gráfica de un maremoto aproximándose a la costa.

El ejemplo típico, y más cinematográfico, de megamaremoto es el causado por la caída de un meteorito en el océano. De ocurrir tal cosa, se producirían ondas curvas de gran amplitud inicial, bastante superficiales, que sí tendrían dispersión geométrica y disipación por turbulencia, por lo que, a grandes distancias, quizá los efectos no serían tan dañinos. Una vez más los efectos estarían localizados, sobre todo, en las zonas cercanas al impacto. El efecto es exactamente el mismo que el de lanzar una piedra a un estanque. Evidentemente, si el meteorito fuera lo suficientemente grande, daría igual cuán alejado se encontrara el continente del impacto, pues las olas lo arrasarían de todas formas con una energía inimaginable. Maremotos apocalípticos de esa magnitud debieron producirse hace 65 millones de años cuando un meteorito cayó en la actual península de Yucatán. Este mecanismo generador es, sin duda, el más raro de todos; de hecho, no se tienen registros históricos de ninguna ola causada por un impacto.

Algunos geólogos especulan que un megamaremoto podría producirse en un futuro próximo (en términos geológicos) cuando se produzca un deslizamiento en el volcán de la parte inferior de la isla de La Palma, en las Islas Canarias (Cumbre Vieja). Sin embargo, aunque existe esa posibilidad (de hecho algunos valles de Canarias, como el de Güímar (Tenerife) o el del Golfo (El Hierro) se formaron por episodios geológicos de este tipo), no parece que eso pueda ocurrir a corto plazo, sino dentro de cientos o miles de años. Esta especulación ha causado una cierta polémica, siendo tema de discusión entre distintos geólogos. Un maremoto es un peligro para el lugar en que se encuentre o se origine, pero también este fenómeno tiene ventajas hacia nuestro planeta...

Maremotos en el pasado

1650 a. C. - Santorini

Algunas autores afirman que el mito de la Atlántida está basado en la dramática desaparición de la Civilización Minoica que habitaba en Creta en el siglo XVI a. C. Según esta hipótesis, las olas que generó la explosión de la isla volcánica de Santorini destruyeron al completo la ciudad de Teras, que se situaba en ella y que era el principal puerto comercial de los minoicos. Dichas olas habrían llegado a Creta con 100 ó 150 m de altura, asolando puertos importantes de la costa norte de la isla, como los de Cnosos. Supuestamente, gran parte de su flota quedó destruida y sus cultivos malogrados por el agua de mar y la nube de cenizas. Los años de hambruna que siguieron debilitaron al gobierno central, y la repentina debilidad de los antaño poderosos cretenses los dejó a merced de las invasiones. La explosión de Santorini pudo ser muy superior a la del Krakatoa.

1755 - Lisboa

Terremoto de Lisboa de 1755
Maremoto provocado por el terremoto del Océano Índico de 2004 en Tailandia.

Se conservan muchas descripciones de olas catastróficas en la Antigüedad, especialmente en la zona mediterránea. Miles de portugueses que sobrevivieron al gran terremoto de Lisboa de 1755 murieron en los instantes posteriores debido a un maremoto. Antes de la llegada de la enorme ola, las aguas del río Tajo se retiraron hacia el mar, mostrando mercancías y cascos de barcos olvidados que yacían en el lecho del puerto.

1883 - Krakatoa

En 1883 la explosión del Krakatoa produjo una ola de aproximadamente 45 m de altura, que acabó con la vida de más de 35.000 personas. La unión de magma oscuro con magma claro en el centro del volcán fue lo que originó dicha explosión. Pero no sólo las olas mataron ese día. Enormes coladas piroclásticas viajaron incluso sobre el fondo marino y emergieron en las costas más cercanas de Java y Sumatra, haciendo hervir el agua y arrasando todo lo que encontraban a su paso. Asimismo, la explosión emitió a la estratosfera gran cantidad de aerosoles, que provocaron una bajada global de las temperaturas. Además, hubo una serie de erupciones que volvieron a formar un volcán, que recibió el nombre de Anak Krakatoa, es decir, "el hijo de Krakatoa".

1908 - Messina

El 28 de diciembre de 1908 se produjo un terrible terremoto en las regiones de Sicilia y de Calabria en el sur de Italia. Fue acompañado de un maremoto que arrasó completamente la ciudad de Messina, en Sicilia. La ciudad quedó totalmente destruida y tuvo que ser levantada de nuevo en el mismo lugar. Se calcula que murieron cerca de 70.000 personas en la catástrofe. La ciudad contaba entonces con unos 150.000 habitantes. También la ciudad de Reggio di Calabria, situada al otro lado del estrecho de Messina sufrió importantes consecuencias. Fallecieron unas 15.000 personas, sobre una población total de 45.000 habitantes.

1946 - Maremoto del Pacífico

Un terremoto en el Pacífico provocó un maremoto que acabó con 165 vidas en Hawái y Alaska. Este maremoto hizo que los estados de la zona del Pacífico creasen un sistema de alertas, que entró en funcionamiento en el año 1949.

1958 - Maremoto en Alaska

Artículo principal: Maremoto de Bahía Lituya

El 9 de julio de 1958, en la bahía Lituya, al noreste del golfo de Alaska, un fuerte sismo, de 8,3 grados en la escala de Richter, hizo que se derrumbara prácticamente una montaña entera, generando una pared de agua que se elevó sobre los 500 metros, convirtiéndose en la ola más grande de la que se tenga registro, llegando a calificarse el suceso de "megamaremoto".

1960 - Terremoto de Valdivia

El terremoto de Valdivia (también llamado el Gran Terremoto de Chile), ocurrido el 22 de mayo de 1960, es el sismo de mayor intensidad registrado en la historia en todo el planeta. Se produjo a las 07:11 UTC (al comenzar el día, según la hora local), tuvo una magnitud de 9,5 en la escala de Richter y de XI a XII en la escala de Mercalli, y afectó al sur de Chile. Su epicentro se localizó en Valdivia, a los 39,5º de latitud sur y a 74,5º de longitud oeste; el hipocentro se localizó a 60 km de profundidad, aproximadamente 700 km al sur de Santiago. El sismo causó un maremoto que se propagó por el Océano Pacífico y devastó Hilo a 10.000 km del epicentro, como también las regiones costeras de Sudamérica. El número total de víctimas fatales causadas por la combinación de terremoto-maremoto se estima en 3.000.

En los minutos posteriores un maremoto arrasó lo poco que quedaba en pie. El mar se recogió por algunos minutos y luego una gran ola se levantó acabando a su paso con casas, animales, puentes, botes y, por supuesto, muchas vidas humanas.

Como consecuencia del sismo, se originaron maremotos que arrasaron las costas de Japón (138 muertes y daños por US$50 millones), Hawái (61 fallecimientos y 75 millones de dólares en daños), Filipinas (32 víctimas y desaparecidos). La costa oeste de los Estados Unidos también registró un maremoto, que provocó daños por más de US$500.000.

1979 - Tumaco

Un terremoto importante de magnitud 7,9 ocurrió a las 07:59:4,3 (UTC) el 12 de diciembre de 1979 a lo largo de la costa pacífica de Colombia y Ecuador. El terremoto y el maremoto asociado fueron responsables de la destrucción de por lo menos seis aldeas de pesca y de la muerte de centenares de personas en el departamento de Nariño en Colombia. El terremoto se sintió en Bogotá, Pereira, Cali, Popayán, Buenaventura y otras ciudades y aldeas importantes en Colombia, y en Guayaquil, Esmeraldas, Quito y otras partes de Ecuador. El maremoto de Tumaco causó, al romper contra la costa, gran destrucción en la ciudad de Tumaco y las poblaciones de El Charco, San Juán, Mosquera y Salahonda en el Pacífico colombiano. Este fenómeno dejó un saldo de 259 muertos, 798 heridos y 95 desaparecidos.

1992 - Nicaragua

Un terremoto ocurrido en las Costas del pacifico de Nicaragua, de entre 7.2 y 7.8 grados en la escala de Richter, el 1 de septiembre de 1992, provocó un maremoto que azotó gran parte de de la costa del pacifico de este país, provocando mas de 170 muertos y afectando a mas de 40000 personas, en al menos una veintena de comunidades, entre ellas San Juan del Sur.

1993 - Hokkaido

Un tsunami imprevisto ocurrió a lo largo de la costa de Hokkaido en Japón, como consecuencia de un terremoto, el 12 de julio de 1993. Como resultado, 202 personas de la pequeña isla de Okushiri perdieron la vida, y centenares resultaron heridas.

2004 - Índico

Animación del maremoto de 2004 en Indonesia.
Animación del maremoto de 2004 en Indonesia.

Hasta la fecha, la serie más devastadora de maremotos ocurrió el 26 de diciembre de 2004 en el Océano Índico, con un número de víctimas directamente atribuidas a la marejada superior a las 250 mil personas. Las zonas más afectadas fueron Indonesia y Tailandia, aunque los efectos devastadores alcanzaron zonas situadas a miles de kilómetros: Bangladesh, India, Sri Lanka, las Maldivas e incluso Somalia, en el este de África. Esto dio lugar a la mayor catástrofe natural ocurrida desde el Krakatoa, en parte debido a la falta de sistemas de alerta temprana en la zona, quizás como consecuencia de la poca frecuencia de este tipo de sucesos en esta región.

Sistemas de alerta

Muchas ciudades alrededor del Pacífico, sobre todo en México, Japón, Ecuador, Perú, Chile y en Hawái, disponen de sistemas de alarma y planes de evacuación en caso de un maremoto peligroso. Diversos institutos sismológicos de diferentes partes del mundo se dedican a la previsión de maremotos, y la evolución de éstos es monitorizada por satélites. El primer sistema, bastante rudimentario, para alertar de la llegada de un maremoto fue puesto a prueba en Hawái en la década de 1920. Posteriormente se desarrollaron sistemas más avanzados debido a los maremotos del 1 de abril de 1946 y el 23 de mayo de 1960, que causaron una gran destrucción en Hilo (Hawái). Los Estados Unidos crearon el Centro de Prevención de Maremotos en el Pacífico (Pacific Tsunami Warning Center) en 1949, que pasó a formar parte de una red mundial de datos y prevención en 1965.

Señal que avisa del peligro de maremoto, en la península de Seward, Alaska.

Uno de los sistemas para la prevención de maremotos es el proyecto CREST (Consolidated Reporting of Earthquakes and Seaquakes) (Información Consolidada sobre Terremotos y Maremotos), que es utilizado en la costa oeste estadounidense (Cascadia), en Alaska y en Hawái por el United States Geological Survey (el Centro de Estudios Geológicos de los Estados Unidos), la National Oceanic and Atmospheric Administration (la Administración Norteamericana Oceánica y Atmosférica), la red sismográfica del nordeste del Pacífico y otras tres redes sísmicas universitarias.

La predicción de maremotos sigue siendo poco precisa. Aunque se puede calcular el epicentro de un gran terremoto subacuático y el tiempo que puede tardar en llegar un maremoto, es casi imposible saber si ha habido grandes movimientos del suelo marino, que son los que producen maremotos. Como resultado de todo esto, es muy común que se produzcan alarmas falsas. Además, ninguno de estos sistemas sirve de protección contra un maremoto imprevisto.

A pesar de todo, los sistemas de alerta no son eficaces en todos los casos. En ocasiones el terremoto generador puede tener su epicentro muy cerca de la costa, por lo que el lapso entre el sismo y la llegada de la ola será muy reducido. En este caso, las consecuencias son devastadoras, debido a que no se cuenta con tiempo suficiente para evacuar la zona y el terremoto por sí mismo ya ha generado una cierta destrucción y caos previos, lo que hace que resulte muy difícil organizar una evacuación ordenada. Éste fue el caso del maremoto del año 2004 pues, aun contando con un sistema adecuado de alerta en el Océano Índico, dicha zona no hubiese escapado del desastre.

Causas de los maremotos

Como ya se mencionó, los terremotos son la gran causa de los maremotos. Para que un terremoto origine un maremoto, el fondo marino debe ser movido abruptamente en sentido vertical, de modo que el océano es impulsado fuera de su equilibrio normal. Cuando esta inmensa masa de agua trata de recuperar su equilibrio, se generan las olas. El tamaño del maremoto estará determinado por la magnitud de la deformación vertical del fondo marino. No todos los terremotos generan maremotos, sino sólo aquellos de magnitud considerable (primera condición), que ocurren bajo el lecho marino (segunda condición) y que sean capaces de deformarlo (tercera condición). Si bien cualquier océano puede experimentar un maremoto, es más frecuente que ocurran en el Océano Pacífico, cuyas márgenes son más comúnmente asiento de terremotos de magnitudes considerables (especialmente las costas de Chile, Perú y Japón). Además, el tipo de falla que ocurre entre las placas de Nazca y Sudamericana, llamada "de subducción", esto es, que una placa se va deslizando bajo la otra, hacen más propicia la deformidad del fondo marino y, por ende, el surgimiento de los maremotos.

A pesar de lo dicho anteriormente, se han registrado maremotos devastadores en los océanos Atlántico e Indico, así como en el Mar Mediterráneo. Un gran maremoto acompañó los terremotos de Lisboa en 1755, el del Paso de Mona de Puerto Rico en 1918, y el de Grand Banks de Canadá en 1929.

Las avalanchas, erupciones volcánicas y explosiones submarinas pueden ocasionar maremotos que suelen disiparse rápidamente, sin alcanzar a provocar daños en sus márgenes continentales. Respecto de los meteoritos, no hay antecedentes confiables acerca de su ocurrencia, pero la onda expansiva que provocarían al entrar al océano o el impacto en el fondo marino en caso de caer en zona de baja profundidad, son factores bastante sustentables como para pensar en ellos como eventual causa de maremotos, especialmente si se trata de un meteorito de gran tamaño.

Diferencias entre maremotos y marejadas

Las marejadas se producen habitualmente por la acción del viento sobre la superficie del agua, sus olas suelen presentar una ritmicidad de 20 s, y suelen propagarse unos 150 m tierra adentro, como máximo, tal y como observamos en los temporales o huracanes. De hecho, la propagación se ve limitada por la distancia, de modo que va perdiendo intensidad al alejarnos del lugar donde el viento la está generando.

Un maremoto, en cambio, presenta un comportamiento opuesto, ya que el brusco movimiento del agua desde la profundidad genera un efecto de “latigazo” hacia la superficie, el cual es capaz de lograr olas de magnitud impensable. Los análisis matemáticos indican que la velocidad es igual a la raíz cuadrada del producto de la fuerza de gravedad (9,8 m/s²) por la profundidad. Para tener una idea, tomemos la profundidad habitual del Océano Pacífico, que es de 4.000 m. Esto daría una ola que podría moverse a unos 200 m/s, o sea, a 700 km/h. Y, como las olas pierden su fuerza en relación inversa a su tamaño, al tener 4.000 m puede viajar a miles de kilómetros de distancia sin perder mucha fuerza.

Sólo cuando llegan a la costa comienzan a perder velocidad, al disminuir la profundidad del océano. La altura de las olas, sin embargo, puede incrementarse hasta superar los 30 metros (lo habitual es una altura de 6 o 7 m). Los maremotos son olas que, al llegar a la costa, no rompen. Al contrario, un maremoto sólo se manifiesta por una subida y bajada del nivel del mar de las dimensiones indicadas. Su efecto destructivo radica en la importantísima movilización de agua y las corrientes que ello conlleva, haciendo en la práctica un río de toda la costa, además de las olas 'normales' que siguen propagándose encima del maremoto y arrasando, a su paso, con lo poco que haya podido resistir la corriente.

Las fallas presentes en las costas del Océano Pacífico, donde las placas tectónicas se introducen bruscamente bajo la placa continental, provocan un fenómeno llamado “subducción”, lo que genera maremotos con frecuencia. Derrumbes y erupciones volcánicas submarinas pueden provocar fenómenos similares.

La energía de los maremotos se mantiene más o menos constante durante su desplazamiento, de modo que, al llegar a zonas de menor profundidad, por haber menos agua que desplazar, la velocidad se incrementa de manera formidable. Un maremoto que mar adentro se sintió como una ola grande puede, al llegar a la costa, destruir hasta kilómetros tierra adentro. Las turbulencias que produce en el fondo del mar arrastran rocas y arena, lo que provoca un daño erosivo en las playas que llega a alterar la geografía durante muchos años.

Japón, por su ubicación geográfica, es el país más golpeado por los maremotos.

Véase también

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