Diferencia entre revisiones de «Huayna Cápac»

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Huayna Cápac (?-1525), emperador inca (1493-1525). Nació en Cuzco (en el actual Perú). Durante su mandato, el Imperio inca alcanzó su mayor extensión, debido a las guerras que personalmente dirigió hacia el norte; así mismo, cobró gran importancia la ciudad de Tumibamba o Tumipampa (Quito), desde donde se supone emprendió su política de conquistas. En 1525, el Imperio inca se extendía desde la región de Pasto, en la actual Colombia, hasta el río Maule, en Chile. Al morir, había dejado como heredero a Nina Coyuchi, quien a los pocos días también falleció, probablemente, al igual que el Inca, de viruela o alguna enfermedad de origen español. Tras ello, el Imperio quedó dividido entre sus hijos Huáscar y Atahualpa. Las disputas internas que se produjeron por esta división debilitaron a todo el Imperio y, en 1532, lo convirtieron en un blanco fácil de conquistar para el español Francisco Pizarro.

Inca
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Esquema
Introducción; Historia; Cultura
1 Introducción

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Inca (del quechua, inka, ‘rey’ o ‘príncipe’), nombre genérico de los gobernantes cuzqueños, con equivalencia a soberano, quienes establecieron un vasto imperio en los Andes en el siglo XV, muy poco antes de la conquista del Nuevo Mundo por los españoles. El nombre también se aplica por extensión, a todos los súbditos del Imperio incaico o Incanato. Inca es, arqueológicamente, el nombre de una cultura y un periodo prehispánico.

2 Historia

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Los incas no eran un grupo étnico natural del Cuzco, región que después será su área central, se trataba de una población que emigró hacia el año 1100 d.C., probablemente desde el Altiplano, hacia el valle de Cusco o Cuzco, donde durante casi trescientos años llevaron a cabo incursiones y alianzas con los pueblos de la zona. Con el paso del tiempo se convirtieron en un grupo muy poderoso e importante, sin embargo permanecieron en la región hasta la invasión chanca y el gobierno de Pachacutec Inca Yupanqui, cuando empezaron a expandirse por otras regiones.

Cuenta la leyenda que eran años en que gobernaba el Inca Viracocha, cuando aparecieron rodeando la ciudad del Cuzco los chancas, un pueblo muy belicoso de la sierra central, quienes atacaron y destruyeron la ciudad, tras de lo cual Viracocha huyó. Frente a las ruinas del viejo templo solar, el Inticancha, el general Yupanqui imploró su ayuda al dios Sol, el cual convirtió a las piedras que rodeaban la ciudad en soldados (conocidos como pururaucas) y éstos derrotaron a los enemigos. La gente entonces aclamó a Yupanqui como su nuevo inca y éste asumió el cargo con el nombre de Pachacutec (‘el que transforma el mundo’). Con el nuevo inca, el sector militar se vio fortalecido y la expansión adquirió importancia. Pachacutec conquistó la meseta del Collao, Arequipa, el valle del Mantaro, a los chinchas (icas), Lima, entre otros territorios, y organizó el Tahuantinsuyu. A Pachacutec le sucedió Túpac Inca Yupanqui, quien como auqui (‘príncipe heredero’) continuó la expansión por la costa y la sierra norte, dominando a los chachapoyas, los chimú y otros pueblos importantes hasta el actual territorio de Ecuador. Posteriormente, ya como inca, se dirigió al sur, donde avanzó hasta el río Maule, punto que se convertirá en la frontera sur del Imperio. Éste, no obstante, alcanzó su mayor extensión con el reinado (1493-1525) del hijo de Túpac, Huayna Cápac. Hacia 1525, el territorio bajo control inca se extendía por la zona más meridional de la actual Colombia, por Ecuador, Perú y Bolivia y por zonas de lo que hoy en día es el norte de Argentina y Chile, abarcando un área de más de 3.500 km de norte a sur, y de 805 km de este a oeste. Los investigadores estiman que esta inmensa región estuvo habitada por una población de entre 3,5 y 16 millones de personas de distintas culturas andinas.

La muerte de Huayna Cápac en 1525, antes de que pudiera designar a su sucesor, provocó la división del Imperio. Sus dos hijos, los hermanastros Huáscar y Atahualpa, aspiraban al trono. La consiguiente y encarnizada lucha entre ambos, que finalizó en 1532 con la captura de Huáscar, debilitó seriamente al Imperio. En este crítico momento el conquistador español Francisco Pizarro desembarcó en la costa con una fuerza de unos 180 hombres dotados de armas de fuego. Pizarro, apoyado por distintos grupos de indígenas descontentos por la dominación inca, logró controlar el Imperio, altamente centralizado, haciendo prisionero a su jefe, Atahualpa. Temeroso de que Pizarro pudiera ordenar su destitución en favor de Huáscar, Atahualpa dio la orden de ejecutar a su antiguo rival, lo que sería una de las causas de su propia condena en el proceso al que le sometieron los españoles un año después. El 26 de julio de 1533, cuando todavía se estaba acumulando un enorme depósito de ornamentos de oro procedentes de todos los rincones del Imperio, Pizarro ejecutó al garrote a Atahualpa.

Ese mismo año, los españoles iniciaron su marcha a Cuzco. En Jauja (un punto intermedio) conocieron a Túpac Hualpa (Toparpa), quien se presentó como hijo de Huayna Cápac y legítimo heredero al cargo de inca, Pizarro lo nombró entonces como tal. Al llegar y ocupar Cuzco, recibieron la noticia de que Toparpa había sido asesinado, entonces Francisco Pizarro nombró a Manco Inca (Manco Cápac II) como nuevo soberano. Manco Inca se rebeló contra los españoles en 1536, cercó Lima y Cuzco por algunas semanas, hasta que finalmente fue derrotado en Sacsahuamán. Tras la derrota huyó hacia el oriente, fundando un centro de resistencia conocido como Vilcabamba: por ello a él y a sus descendientes se les conoce como incas de Vilcabamba. Al morir Manco Inca, le sucedió en el trono su hijo Sayri Túpac, quien firmó la paz con el virrey Andrés Hurtado de Mendoza, marqués de Cañete, pero falleció en 1561, siendo reemplazado por Titu Cusi Yupanqui, que reinició las hostilidades; finalmente, en 1570, asumió el poder Túpac Amaru, quien fue derrotado y decapitado en 1572 por orden del virrey Francisco de Toledo.

3 Cultura

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Los incas fueron gobernantes que recopilaron y dieron gran extensión a una serie de costumbres que ancestralmente existían en los Andes. Su valor no se halla tanto en su capacidad creativa, sino en su habilidad para difundir, ordenar y administrar el sistema andino en un amplio territorio. La base de la cultura y la organización andina se encuentra en el parentesco, es decir, en el ayllu, un conjunto de personas que se consideran parientes pues creían descender de un antepasado común. Éstos están a su vez unidos por vínculos de reciprocidad, es decir, están comprometidos a ayudarse mutuamente en las labores cotidianas; a este tipo de trabajo se le conoce con el nombre de ayni. También tienen la obligación de trabajar juntos para el beneficio de todo el ayllu: este trabajo se conoce como minca. Los miembros de un ayllu responden a la autoridad de sus curacas (caciques), que son los encargados de regular las relaciones sociales, de ejecutar las fiestas, de almacenar recursos, repartir las tierras entre su gente y disponer de la mano de obra. La economía inca no conoció ni la moneda, ni el mercado, por lo tanto los intercambios y la fuerza laboral se obtenían a través de lazos de parentesco o por reciprocidad. Entre parientes existía un intercambio de energía constante, pero también se daba trabajo para la autoridad, conocido como mita. El inca pedía como tributo exclusivamente mano de obra, que era enviada a trabajar sus tierras, a hacer cerámica, a construir andenes o grandes obras arquitectónicas. A cambio, el inca devolvía estos servicios organizando rituales, manteniendo los caminos, repartiendo bienes en caso de necesidad o en fiestas; esta relación por la cual el inca devolvía el trabajo del ayllu se conoce como redistribución.

En el cenit de su poderío, los incas habían desarrollado un sistema político y administrativo no superado por ningún otro pueblo nativo de América. El Imperio incaico era una teocracia basada en la agricultura y en el sistema de ayllus, o grupos de parentesco, dominada por el inca, que era adorado como un dios viviente. En la organización política inca llama la atención la existencia de un sistema de poder dual, donde todas las autoridades aparecían siempre emparejadas: por ejemplo, en el caso del inca, se propone la existencia de dos incas que gobiernan en simultáneo, un inca hanan (‘arriba’) y un inca hurin (‘abajo’). De igual forma, las autoridades a nivel local eran también duales: a nivel de los ayllus, las máximas autoridades fueron los curacas; todo ayllu tenía dos curacas, uno hanan y otro hurin. Por debajo de los incas, se encontraban las familias de los antiguos incas, las cuales formaban grupos de parentesco conocidos como panacas (‘familia noble’), quienes se encargaban de mantener el recuerdo del inca fallecido, de realizar ceremonias en su nombre y de cuidar de sus bienes y alianzas hechas en vida. Las panacas tenían gran influencia en la decisión del nombramiento de los sucesores al cargo de inca. Debajo de este sector se encontraban los jefes de los pueblos conquistados por los incas, los cuales, en caso de no ser rebeldes, recibían una educación cuzqueña y una serie de privilegios. El siguiente nivel de autoridad lo constituían los curacas, jefes de los ayllus. La gente común estaba agrupada en la categoría de hatun runa, se trataba de campesinos miembros de un ayllu, éstos tenían la obligación de ir a la mita (trabajo por turnos) para el Estado inca. Algunos salían temporalmente de esta condición y eran movilizados fuera de su lugar de origen: a estos se les conoce como mitimaes o mitmaqunas, población que era movilizada a distintas zonas con diferentes objetivos, como obtener recursos o poblar regiones. Finalmente, cabe mencionar a los yanacona, los cuales eran separados definitivamente de su ayllu y pasaban a depender directamente del inca, para quien desempeñaban una labor especializada.

Administrativamente, todo el territorio estaba dividido en cuatro grandes regiones o suyos (‘parte’), a ello debe su nombre Tahuantinsuyu (una palabra quechua que significa literalmente ‘Tierra de los Cuatro Cuarteles’ o ‘de las Cuatro Partes’), que estaba, a su vez, subdividido en cuatro: Antisuyu, Collasuyu, Cuntisuyu y Chinchasuyu.

Fue el inca un pueblo de agricultores avanzados: para cada zona desarrollaron una estrategia que permitía obtener el máximo provecho. Utilizaron andenes o terrazas de cultivo para aprovechar las laderas de los cerros, camellones o waru waru en zonas altas inundables, irrigaciones, etc. Es destacable la existencia de un arado de pie conocido como chaquitaclla. Los cultivos más importantes fueron la papa (patata) y el maíz, además del ají, la chirimoya, la papaya, el tomate y el frijol. Las llamas fueron los animales básicos de transporte; también se domesticaron las vicuñas y alpacas por su fina lana. Otros animales domesticados fueron guanacos, perros, cobayas y ocas. Las principales manufacturas incas fueron la cerámica, los tejidos, los ornamentos metálicos y las armas con bellas ornamentaciones. A pesar de no contar con caballos, ni vehículos de ruedas ni un sistema de escritura, las autoridades de Cuzco lograron mantenerse en estrecho contacto con todas las partes del Imperio. Una compleja red de caminos empedrados que conectaban las diversas zonas de las regiones, permitía esta comunicación; mensajeros entrenados —los chasquis—actuando en relevos, corrían 402 km al día a lo largo de esos caminos. Los registros de tropas, suministros, datos de población e inventarios generales se llevaban a cabo mediante los quipus, juegos de cintas de diferentes colores anudados según un sistema codificado, que les permitía llevar la contabilidad. Botes construidos con madera de balsa constituían un modo de transporte veloz a través de ríos y arroyos.

Entre las expresiones artísticas más impresionantes de la civilización inca se hallan los templos, los palacios, las obras públicas y las fortalezas estratégicamente emplazadas, como Machu Picchu. Enormes edificios de mampostería encajada cuidadosamente sin argamasa, como el Templo del Sol en Cuzco, fueron edificados con un mínimo de equipamiento de ingeniería. Otros logros destacables incluyen la construcción de puentes colgantes a base de sogas (algunos de casi cien metros de longitud), de canales para regadío y de acueductos. El bronce se usó ampliamente para herramientas y ornamentos. Ver Arte y arquitectura precolombinas; Arte y arquitectura incas.

La religión tuvo un carácter de gran formalidad. El dios supremo de los incas era Viracocha, creador y señor de todas las cosas vivientes. Otras grandes deidades fueron los dioses de la creación y de la vida, Pachacamac, del Sol, Inti (padre de los incas), y las diosas de la Luna, Mamaquilla, de la Tierra, Pachamama, y del rayo y la lluvia, Illapa (véase Mitología inca). Las ceremonias y rituales incas eran numerosos y frecuentemente complejos y estaban básicamente relacionados con cuestiones agrícolas y de salud, en particular con el cultivo y la recolección de la cosecha y con la curación de diversas enfermedades. En las ceremonias más importantes se sacrificaban animales vivos y raramente se exigía la realización de sacrificios humanos como ofrenda a los dioses. Los incas produjeron un rico corpus de folclore y música, del cual sólo perviven algunos fragmentos.
josimar lazo moreno

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Huayna Cápac

Emperador Inca
1493-1527
Predecesor Túpac Yupanqui
Sucesor Huáscar

Información personal
Nombre en quechua Wayna Qhapaq Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacimiento 1464 o 1465 Ver y modificar los datos en Wikidata
Tomebamba (Ecuador) Ver y modificar los datos en Wikidata
Fallecimiento 1527 o 1525 Ver y modificar los datos en Wikidata
Quito (Ecuador) Ver y modificar los datos en Wikidata
Causa de muerte Viruela Ver y modificar los datos en Wikidata
Familia
Padres Túpac Inca Yupanqui Ver y modificar los datos en Wikidata
Mama Ocllo Coya Ver y modificar los datos en Wikidata
Cónyuge
Hijos
Información profesional
Ocupación Jefe tribal Ver y modificar los datos en Wikidata

Huayna Cápac (quechua: Wayna Qhapaq, "el joven poderoso") fue el undécimo y penúltimo gobernante del incanato.

Desarrollo

Fue el primer emperador inca (histórico) no cusqueño (tal vez el único no cuzqueño), ya que nació en territorio ecuatoriano, en la actual ciudad de Tomebamba, mientras su padre, el entonces emperador Túpac Yupanqui, se encontraba de campaña militar en el actual austro de Ecuador. A su temprana edad tuvo que afrontar dos serios problemas en su ascensión al trono. El primero a causa de las intrigas de serrallo, propiamente de la colla Chuqui Ocllo, que pretendía el trono para su hijo, Capac Huari, que acabó con la muerte de la conspiradora y el apresamiento del joven. Luego se le adjudicaría un Regente (una práctica ya usada en el pasado) para que colabore con él en su formación como emperador Inca. Sin embargo, pronto fue descubierta una trampa para el joven Huayna Capac, planteada por su Regente y su primogénito, quienes trataron de huir pero sin mayor éxito, siendo pronto ajusticiados gracias a la oportuna llegada de su tío Huaman Achachi.

Con un inicio tan agitado empezó el gobierno del nuevo Inca, que básicamente tuvo que dedicar todos sus esfuerzos a consolidar los terrenos conquistados por su padre y sofocar las revueltas de provincias levantiscas. Para esto, asumió el control político y religioso del Imperio, desplazando a Apo Chalco Yupanqui, el vigente Villac Umo. Por primera vez en la época imperial se concentraban todos los poderes en una sola persona. Sin embargo, casi al final de su vida nombra un pariente suyo, Cusi Túpac Yupanqui, como nuevo Sumo Sacerdote del Sol (aparentemente éste es el Villac Umo que corona a Manco Inca y que lo secundaría en sus guerras de reconquista como hábil estratega).

Sus campañas tenían la tendencia a dirigirse siempre hacia el norte. Por un lado, la dura resistencia selvática (pobladores y la naturaleza en sí) les bloqueaba el camino hacia el este, mientras que por el sur y por el oeste ya estaba todo descubierto. Así, el único camino posible era el norte, virtualmente inexplorado y a su vez zona altamente inestable dada la gran belicosidad de sus naturales.

Origen

Nacido en Tumibamba (en la actual Cuenca, al sur de Ecuador), sus primeros años estuvieron envueltos en una serie de hechos muy particulares.

Debido al derecho incaico, tenía que ser reconocido como auqui (príncipe) por las panacas reales del Cusco para poder ser Sapa Inca. Para cumplir este indispensable requisito, Túpac Yupanqui, que se hallaba en la conquista de Quito, se trasladó con la familia real al Cusco. Se dice que a la vuelta de ambos Pachacútec seguía con vida y salió al encuentro de ellos para conocer a su nieto. Parece que el muchacho causó tan buena impresión al anciano y por ello éste pidió que el menor dirija la carga del ejército incaico a la fortaleza de Sacsayhuamán, un acto ritual. Se cuenta que el príncipe hizo tan bien la faena que Pachacútec lo convirtió en su favorito y ello cimentó su futuro encumbramiento como Inca.

Túpac Yupanqui habría nombrado como su sucesor a Capac Huari, pero finalmente se habría decidido por Huayna Capac provocando así la ira de Chuqui Ocllo, madre de Capac Huari. Este hecho parece haber sido el detonante que impulsó a Chuqui Ocllo a envenenar a Túpac Yupanqui. Más tarde ésta declaró que Túpac Inca había cambiado de opinión recién cuando estaba moribundo y con la razón perdida.

Ante este hecho, Huaman Achachi, un general fiel a Túpac Yupanqui (y hermano suyo) ocultó a Huayna Capac y después de muchos pleitos y la enérgica protesta de Mama Ocllo (madre de Huayna Capac) condenaron a Chuqui Ocllo y sus cómplices a la pena de muerte. En cuanto al pequeño Capac Huari, no se le hizo ningún daño debido a su inocencia. Sin embargo, se lo desterró a un lugar apartado bajo la vigilancia de personas de la confianza de Huaman Achachi.

Huayna Cápac, ya declarado sucesor de Túpac Yupanqui, tuvo como Regente a su tío Apo Huallpaya hasta que alcance su mayoría de edad. Más tarde Apo Huallpaya propuso a su hijo al trono argumentando que Huayna Cápac era incapaz para el cargo, Huamán Achachi supo que además Apo Huallpaya tenía intenciones de matar al joven monarca. Apo Huallpaya y su hijo fueron sentenciados a muerte por traición

Campañas iniciales

Entre las primeras se tiene su incursión al reino de los chachapoyas, que se habían rebelado al poder imperial aprovechando la muerte de Túpac Inca. El Inca se encontraba en los funerales de su madre cuando tuvo noticia del alzamiento y dispuso marchar de inmediato a la región, no sin antes pasar por pueblos históricamente ligados al origen del Imperio, como el de los soras y el de los lucanas, donde fue muy bien recibido. Más tarde marcha a Jauja, donde impartiría sabia justicia, logrando mucha fama regional pese a su corta edad. Después de haber estado en Yauyos, descansa en Cajamarca y se prepara para la larga lucha.

Los primeros choques resultaron favorables a los chachapoyas, quienes hacen retroceder varias veces al ejército imperial. Sin embargo, la política incaica de renovar las tropas dio sus frutos, puesto que una nueva oleada de gente fresca terminó por aplastar a los agotados pero heroicos chachapoyas, quienes ofrecieron paz incondicional. Regresa al Cusco y se encarga de visitar el extremo sur del Imperio (Tucumán, Chile y las provincias del Contisuyo), para luego volver a la capital y de ahí emprender una rápida campaña a Cajamarca, llegando a la región selvática de los Bracamoros, aunque fue repelido por los naturales y por las condiciones geográficas y climáticas de la región.

Rehecho de su encuentro con los bracamoros, se dirigió a la región de los paltas, que habían dado muerte a los embajadores que dejó su padre. Enterados del arribo del Inca, enviaron espías disfrazados de leñadores, sin embargo, la treta fue descubierta y los espías recibieron castigo más que severo: los más acabaron asesinados, mientras que unos cuantos regresaron con narices y orejas cortadas, mientras otros con los ojos vaciados. Los paltas, ante esto, se rindieron. Finalmente arribará a Quito, previa estadía en su natal Tumibamba (hoy Cuenca), y luego emprenderá el viaje de regreso al Cusco, no sin antes dar permiso para que construcciones de tipo palaciego se puedan levantar en la hoy capital ecuatoriana.

Sus visitas al santuario de Pachacamac fueron constantes y varias veces eran para ver la suerte que correría en una eventual campaña, como la que desarrolló por la costa norte hasta Tumbes.

Rebeliones cerca a Quito y anexión de los Pastos (Sur de Colombia)

Para su visita al litoral emprendió marcha rumbo al santuario de Pachacámac. Para esto recorrió los pueblos de los soras y lucanas, así como la región de los belicosos huancas hasta llegar a la ruta de Huarochirí, por la cual descendió hasta el valle limeño.

Llegado al Santuario, recibió buenos vaticinios acerca de su campaña presente y la posterior, por lo que se dirigió a Tumbes, pasando por el territorio que fuera del Gran Chimú. Para esto tomó varios años, dado que a su paso fue construyendo canales y afirmando tierras de cultivo. Llegado a la región norteña, se informó de la rebeldía del cacique Tumbala, de la Isla Puná, y se dirigió hacia allá. El cacique consultó pueblos vecinos por ayuda, pero como todos ya se habían sometido al Inca, optó por una salida astuta. Fingió pasividad ante el Inca y cuando sus tropas se retiraban en balsas, atacó a la mitad y en la refriega cayeron muchos orejones. Huayna Capac, enterado de ello, montó en furia y él mismo dirigió la carga sobre los punaeños, venciéndolos tras dura lucha.

Campaña al Collasuyo

Más tarde, envió a su tío Huaman Achachi (quien lo salvó del complot durante su infancia) a visitar las nuevas regiones conquistadas del norte, mientras que él se dirigió al Collasuyo. Atravesando el Collao, llegó a la región de los charcas y de ahí, por el Paso del Huasco, llegó a Chile. Una vez ahí, retiró a los gobernantes dejados por su padre y puso en su lugar a los descendientes de los antiguos caudillos regionales, ganando el favor de la región entera. Finalmente regresó al Cusco por Coquimbo, Copiapó, Atacama y nuevamente el Collasuyo. Sin embargo, hallándose en Cochabamba, obtuvo preocupantes noticias del Chinchaysuyo.

Huaina Cápac se dirigió a Chile Central en persona con un poderoso ejército, sometiendo sefiitivamente de los valles desde el Río Aconcagua hasta el Río Cachapoal.[1]

Huacas y Pucarás en Collasuyo

Atribuibles a este monarca sería la serie de Pucará existentes en Aconcagua, Mapocho y Maipo; en especial Chena, Angostura y Merchacas. En cambio las construcciones de Catemu y Cerro Mauco, podrían pertenecer al último tramo del reinado de Topa Inga Yupanqui, cuando el río Aconcagua constituía la frontera austral del imperio.

Expansión hacia el sur en Collasuyo

La expansión hacia el sur fue continuada por Huaina Cápac, que recorrió todo el territorio anexado, especialmente Quillota, Aconcagua y Mapocho. En el Valle de Chile invistió como Curaca (su representante ) a los jefes locales Michimalonco y Tangalonco, dejando en un segundo plano al gobernador inca Quilicanta.[2]​ Probablemente este Inca organizó definitivamente la extracción del tributo en oro de Marga Marga, que debían enviar anualmente al Cuzco los curaca de Aconcagua, y la división del señorío político del valle en dos mitades: valle superior e inferior, quedando este último subordinado al primero.

Los cayambis y los caranguis habían intentado desconocer el poder imperial y se levantaron contra el Inca. Huayna Capac recogió tropas en la región de los collas y se dirigió con ellas a la capital para hacer un último reclutamiento. Hecho esto, nombró generales a Auqui Toma (Hanan Cusco) y a Michi (Hurin Cusco).

Indicios de decadencia

Preparados para la campaña al otro extremo del Imperio, se dirigió con lo más selecto de sus tropas, contando entre ellas con la colaboración de dos de sus hijos: Ninan Cuyochi, un hábil guerrero, y un joven pero experimentado Atahualpa. En el Cusco quedarían Huascar y los pequeños Manco Inca y Paullu Inca.

Llegados a su natal y lejana Tumibamba, se levantó el palacio Mullu Cancha, en el cual se ubicaría una estatua de oro de su madre Mama Ocllo, que se dejaría al cuidado de la nación cañari. También se construyó la Casa del Sol y la de Ticci Viracocha Pachacama. Finalmente arribaría a Quito, desde donde despacharía emisarios para ordenar el sometimiento pacífico de los rebeldes, obteniendo una respuesta hostil. Es aquí que, reunido el Alto Mando, se decide lanzar una campaña a la región de los Pastos (Pats Awá o "gente escorpión"), para lo cual se designa capitanes del Collasuyo, quienes afirmaban ser los más capaces para combatir en regiones como esa.

Aparentemente, la afirmación resultó cierta, puesto que la victoria fue sumamente sencilla. Inmediatamente, a la llegada de la noche se dispuso una celebración entre los soldados triunfantes y fue en ese momento que el verdadero ejército de los Pastos cayó sobre los confiados incas, destrozándolos casi por completo. Los pocos que salvaron la vida se fueron replegando hasta que la guardia de los Orejones (que había quedado rezagada) logró defender la retirada. Se dice que aquí se lucieron tanto Ninan Cuyochi como Atahualpa.

Conocedor de los hechos, Huayna Capac decidió enviar esta vez al grueso de su ejército, el cual sin problemas dominó la situación y produjo gran mortandad entre los Pastos, no salvándose ni mujeres ni niños. Dado que era época de lluvias, se replegaron todos a Tumibamba no sin antes haber dejado tropas y representantes en la región.

Previo llamado de refuerzos, se dispuso el ataque a la región de los caranguis. La rendición de la primera fortaleza se logró con muchos apuros. Acto seguido, la mirada se dirigió al reducto principal de los caranguis, en pleno corazón de sus dominios, que estaba defendido no solo por los naturales, sino también por otabalos y cayambis, que les prestaban apoyo. Justamente para evitar más adhesiones a estos, Huayna Capac ordenó que sus principales jefes vayan por los alrededores anunciando que el Inca iba a tomar represalias contra la nación que apoyara de una forma u otra a los sitiados.

Cumplido el cometido, se lanzó el primer ataque a la fortaleza. Un fracaso sonoro sacudiría los cimientos más profundos del Imperio en sí. Se produjo, por primera vez en la historia, la caída del Inca. Su litera, soportada por los Orejones, fue atacada por los cayambis y los cusqueños cedieron, provocando que el Inca impacte duramente contra el suelo. El desconcierto fue total y solo pudo salvar la vida Huayna Capac al ser protegido por 3 de sus más fieles capitanes. Finalmente, los Orejones también apoyarían y lograron poner a salvo al Inca.

Lo que siguió a estos hechos es notable por cuanto el Inca decidió demostrar su enojo hacia sus capitanes y a sus nobles Orejones a través de varias acciones, como disminuirles las raciones de comida o no invitarlos a las fiestas en el campamento. Estos, al verse relegados públicamente, tomaron la imagen del Sol y se dirigieron al Cusco, siendo interceptados por mensajeros del Inca, a los cuales procedieron a capturar. Un último enviado recibió por respuesta: "decid al Inga que su poco apego y el hambre que nos apura nos hacen partir al Cusco".

Finalmente, Huayna Capac se dirige a los Orejones en persona y les recrimina su actitud. Los Orejones de todas formas prosiguen su marcha y, Huayna Capac en acto insólito, pide que se retire la estatua de su madre, que se hallaba en el templo, para que la pongan frente a los desertores. Hecho esto, una india cañari sale al camino y, haciendo como si estuviera poseída por el espíritu de la Coya, les convence de quedarse. Los Orejones contestan al Inca: "Queremos más ser vasallos desfavorecidos que no hijos inovedientes". El Inca recurrio a este artilugio para ganar tiempo y organizar un banquete para agasajar a sus capitanes.

Éste hecho es explicado por una arraigada costumbre andina, basada en la reciprocidad: todo Señor andino debía ofrecerles a sus súbditos regalos y favores a cambio de su labor, y Huayna Capac estaba dejando de lado esta obligación para con sus ejércitos, que estaban formados por varios pequeños ejércitos al mando de señores de diversas grupos étnicos. Estos formaban el corazón del Tahuantinsuyo. El Inca tuvo que ofrecerles las acostumbradas ceremonias de petición de favores, para lograr que sus ejércitos volvieran a su mando, antes de iniciar otro ataque.

El ataque a la fortaleza se reanudaría con participación de los Orejones', que pelearon tan bien que consiguieron ganar 4 de los 5 muros de la misma. Sin embargo, la caída del hermano del Inca, Auqui Toma, obligó a un replanteo de la situación. El mismo Huayna Capac encabezaría las acciones.

El desenlace

Decidido a culminar aquella guerra, se pone al frente de una división. La otra estaría comandada por el general Michi, del Hurin Cusco (uno de los Orejones), y la última estaría compuesta por los soldados del Chinchaysuyo. Estas dos estarían encargadas de atacar por los flancos, a modo de sorpresa, mientras que la división principal sería dirigida por el propio Inca y sería la que habría de llevar el mayor peso en la contienda.

La batalla duraría varios días y, al cabo de un tiempo, el Inca daría la orden de retirada. Sus tropas lo siguieron y tras ellos iban los caranguis, que salieron de la fortaleza con el deseo de aplastar a los incas definitivamente. Justo en ese momento, las tropas que debían flanquear la fortaleza salieron de sus escondites respectivos y las tres columnas atacaron la fortaleza de tal modo que la lograron ganar completamente. Las represalias fueron, al estilo del Inca, muy severas. Como dice el historiador Raúl Porras Barrenechea, Huayna Capac "deseaba ser tan temido que de noche le soñaran los indios".

Como dato simbólico, se puede decir que Manco Inca reconoció en la táctica que usó Hernando Pizarro contra él en la batalla de Ollantaytambo la que su padre empleó muchos años antes en la tierra de los caranguis. Conociendo bien los pasos a seguir, pudo defender bien la fortaleza y anticipar los movimientos del corajudo capitán español.

Sin embargo, súbitamente el emperador caería presa de una extraña enfermedad. A decir de Garcilaso, el Inca predijo la llegada de misteriosos viajeros que arribarían vía marítima (relato que muestra similitud con la historia chimú arribo de Naylamp en la costa norte peruana). Lo cierto es que el Inca llegó a saber de las naves que estaban explorando el litoral y que murió sin obtener una respuesta certera sobre la identidad de los viajeros. Finalmente, también murió sin dejar un claro indicio sobre su sucesión. El designado, de algún modo, llegó a ser Ninan Cuyochi, un hijo bastardo con gran manejo de las armas, pero que también moriría como su padre. Ante la gravedad de la situación, surge la figura del hijo de la segunda Coya (la primera no llegó a darle sucesión al Inca), Huascar Inca, quien se encargaría de gobernar al Imperio los próximos años.

La figura de Huayna Capac se puede ubicar en la lista de los grandes gobernantes del Imperio, junto a su padre y a su abuelo, mientras que su hijo Huascar Inca representaría la decadencia. Sin embargo, lejos de tanta felicidad, lo cierto es que el Imperio ya había empezado a rajarse momentos antes de iniciarse el gobierno del joven Inca. El atentado de su regente, así como las intrigas de serrallo, pasando por el encumbramiento de las clases militares y terminando en el relajamiento de la nobleza (los pobres trabajaban ya no solo para el Inca y el Sol, sino que también debían trabajar para las familias de los que habían sido incas), eran muestras de que algo ya andaba mal en un Imperio que había crecido desmesuradamente rápido. Si bien Huayna Capac fue muy querido por todos, cometió muchos errores. Tal vez el más grave haya sido el encumbramiento de su ciudad natal, Tumibamba y el de Quito, que terminó siendo uno de los puntos más fuertes para la rivalidad entre ambas ciudades al llegar el reinado de Huascar Inca. Sin embargo, pese a su relajamiento y a su apego por la bebida y las mujeres, no puede negarse que mantuvo sólidamente unido al Imperio (a decir de un conquistador español, "si la tierra no huviera estado dividida, si Guaynacaba no huviera muerto, no la pudiéramos entrar ni ganar") producto de una gran capacidad de liderazgo, gran voluntad y un admirable arrojo.

Plantilla:Inicio tabla

Predecesor:
Túpac Yupanqui
XI Sapa Inca
Dinastía Hanan Cusco

11° Rey del Cusco
3° Emperador del Tawantinsuyo

14931527
Sucesor:
Huáscar

Plantilla:Fin tabla

Referencias

  1. Oliva 1598
  2. Sarmiento: 124

Véase también