Sudario de Turín

Artículo destacado
De Wikipedia, la enciclopedia libre
Esta es una versión antigua de esta página, editada a las 03:17 23 dic 2005 por Sasquatch21 (discusión · contribs.). La dirección URL es un enlace permanente a esta versión, que puede ser diferente de la versión actual.
El sudario de Turín.

El Sudario de Turín —también conocido como la Sábana Santa o el Santo Sudario— es una tela de lino que muestra la imagen de un hombre que presenta marcas y traumas físicos propios de una crucifixión, junto a otros totalmente atípicos, pero acordes con los hechos relatados en la Pasión.

Actualmente se encuentra en la capilla real de la Catedral de San Juan Bautista, en Turín (Italia). Algunas personas creen que se trata de la misma tela que cubrió a Jesús de Nazaret en el sepulcro, y que durante su resurrección su efigie quedó grabada de algún modo en las fibras. Los escépticos arguyen que el sudario es un fraude o falsificación medieval. El origen del sudario y sus imágenes es todavía fuente de intenso debate entre científicos, creyentes, historiadores y escritores.

Evidencias y argumentos sólidos contra el origen milagroso del sudario incluyen una carta de un obispo medieval al Papa de Aviñón alegando conocimiento personal de que la imagen fue astutamente pintada para sacar dinero de los peregrinos; varios estudios de datación basados en el carbono 14 que apuntan a un origen medieval del paño, y un análisis de Walter McCrone que concluye que las supuestas «manchas de sangre» no son más que un mero pigmento.

Evidencias y argumentos sólidos a favor de la autenticidad del sudario incluyen análisis materiales y textiles que fechan su origen en el siglo I; las propiedades inusuales de la imagen, que según algunos no pudo ser obtenida con ninguna técnica de formación de imágenes conocida antes del siglo XIX; análisis que invalidan los resultados de la datación radiométrica de 1988, y análisis químicos sobre las manchas de sangre que directamente contradicen las afirmaciones de McCrone.

El diálogo es muy difícil, puesto que tanto escépticos como defensores tienden a adoptar posiciones muy cerradas sobre la causa de la formación de la imagen. Por ello, es posible que nunca se encuentre una explicación al hecho que sea del agrado de todos.

Observaciones generales

El sudario es rectangular, y mide aproximadamente 4,40 x 1,10 metros. Está compuesto por fibras de lino, entretejidas en punto de escapulario con fibras de algodón. En él aparecen las vistas frontal y dorsal de un hombre desnudo, cubriendo su ingle con las manos. Las dos vistas poseen direcciones opuestas, y están alineadas sobre el plano medio del cuerpo. La cabeza converge hacia el centro del paño en ambas vistas, hasta casi encontrarse. Las vistas se corresponden con la proyección ortográfica de un cuerpo humano, pero vea el Análisis artístico.

El Hombre del Sudario lleva barba y bigote, y su cabello —que cae a la altura de los hombros— está peinado con raya en medio. Es musculoso y bien proporcionado, y bastante alto (1,75 m) tanto para un hombre del siglo I (época de la muerte de Jesús) como para los del Medievo (posible momento de la creación del sudario, y de la primera noticia indiscutible de su existencia). En la tela se perciben manchas de color rojo oscuro, sangre de tipo AB ( según últimas investigaciones), que muestran diversas heridas:

  • Una gran herida circular en al menos una de sus muñecas (la otra queda oculta por la disposición de las manos), como si hubiera sido perforada.
  • Otra herida en el costado, también por perforación.
  • Varias heridas más alrededor de la frente.
  • Señales que asemejan latigazos en las piernas y el torso.

El 28 de mayo de 1898, el fotógrafo italiano Secondo Pia realizó la primera fotografía del sudario, llevándose una sorpresa al examinar el negativo de su obra: en el negativo, la imagen tenía todo el aspecto de un positivo, lo que implica que la imagen marrón amarillenta mostrada en el sudario sería en realidad alguna clase de negativo. Los observadores del negativo fotográfico han notado a menudo un espectacular aumento del relieve y detalle del hombre del sudario, causando un efecto inesperado. El negativo de Pia intensificó el interés por el sudario y renovó los esfuerzos en pos de determinar su origen.

La primera fotografía del Sudario de Turín, tomada en 1898, tiene la peculiaridad de mostrar una imagen más nítida en el negativo de la fotografía que en el positivo.

Historia

Posible historia anterior al Siglo XIV: La Imagen de Edesa

Esta imagen del Siglo X muestra a Abgaro de Edesa exhibiendo la Imagen de Edesa. La pieza oblonga que aquí se muestra es poco habitual en ilustraciones de la imagen, lo que lleva a pensar que el artista tuvo que haber visto la Sábana.

Existen numerosos informes de origen desconocido, previos al siglo XIV, sobre lugares en donde se veneró la mortaja de Jesús o una imagen de su cabeza (ver Humberto, 1978). No obstante, no se ha podido conectar con certeza ninguno de ellos con la tela que actualmente reside en la catedral de Turín. Ninguno de los informes de los hasta 43 posibles «sudarios genuinos» hace mención de una imagen de un cuerpo, salvo el de la Imagen de Edesa.

Se cuenta que la Imagen de Edesa (también llamada Mandylion) contenía la imagen del rostro de Cristo, y existen noticias fiables de su existencia desde el Siglo VI. Algunos ven una correlación entre el Sudario de Turín y la Imagen de Edesa. Ninguna leyenda relativa a la imagen lleva a pensar que contuviera la imagen de un Jesús malherido, sino que mencionan que la imagen fue transmitida a la tela por el propio Jesús. Suele describirse como una mera representación del rostro de Jesús, no del cuerpo entero. Los defensores de la teoría de que la imagen de Edesa y el sudario son el mismo objeto, liderados por Ian Wilson, creen que siempre estuvo plegado de manera que sólo mostraba la cara.

Se citan tres muestras principales de evidencia para identificarla con el sudario. Juan de Damasco menciona la imagen en su obra anti-iconoclasta Sobre las imágenes santas [1], describiéndola como una «cinta» o tela oblonga, en lugar de un cuadrado, como sostienen otras notificaciones de la tela de Edesa.

Imagen de un manuscrito húngaro proveniente de 1192-1195. Los partidarios del sudario suelen usarla como prueba de su existencia previa al siglo XIV, señalando que el parche en forma de L cerca a las manos se corresponde con los huecos por quemaduras de la reliquia, y la semejanza entre el poco usual tejido de la sábana y el de la tela, en panel inferior.

Con motivo del traslado de la sábana a Constantinopla en 944, Gregorio Refendario, arcediano de la Hagia Sophia (Constantinopla) dio un sermón sobre el artefacto. Dicho sermón se perdió, pero volvió a aparecer en los archivos del Vaticano, y en 2004 fue traducido por Mark Guscin [2]. El sermón informa de que la tela de Edesa no contenía sólo la cara, sino una imagen de cuerpo entero, que se atribuía a Jesús. También menciona manchas de sangre de una herida en el costado. Desde entonces, han aparecido otros documentos en la Biblioteca del Vaticano y en la Universidad de Leiden (Países Bajos) que lo confirman. «[Non tantum] faciei figuram sed totius corporis figuram cernere poteris» (‘No sólo puede verse el contorno de una cara, sino también la figura completa de un cuerpo’). (En italiano: [3].) (Cf. Códice Vossianus Latinus Q69 y Códice de la Biblioteca Vaticana 5696, p. 35.)

En 1203, un cruzado llamado Robert de Clari asegura haber visto la tela en Constantinopla: «Donde estaba el sudario en el que nuestro Señor fue envuelto, y que cada viernes se alzaba bien alto para que uno pudiera ver en él la figura de nuestro Señor».

En 1205, tras la cuarta cruzada, Teodoro Angelos (sobrino de uno de los tres emperadores bizantinos que fueron depuestos) envió la siguiente misiva al Papa Inocencio III, protestando por el ataque a la capital. Sacado del documento, con fecha de 1º de agosto de 1205:

«Los venecianos se repartieron los tesoros de oro, plata y marfil, mientras que los franceses hicieron lo mismo con las reliquias de los santos y, lo más sagrado de todo, el lino en el que nuestro Señor Jesucristo fue envuelto tras su muerte y antes de su resurrección. Sabemos que esos buitres han guardado los objetos sagrados en Venecia, Francia, y otros lugares, estando el sagrado lino en Atenas.» (Códice Chartularium Culisanense, fol. CXXVI (copia), National Library Palermo)

Salvo que se trate del Sudario de Turín, la Imagen de Edesa se halla en paradero desconocido desde el siglo XIII.

Siglo XIV

La historia conocida de la tela ahora guardada en Turín empieza en 1357, cuando la viuda del caballero francés Geoffroy de Charny la expuso en una iglesia en Lirey, Francia (diócesis de Troyes). Los escudos de armas del caballero y su viuda pueden verse en el Museo Cluny de París, en un medallón peregrino que también muestra una imagen del sudario de Turín.

A lo largo del siglo XIV, el sudario fue expuesto públicamente a menudo, aunque no de forma continua, puesto que el obispo de Troyes (Henri de Poitiers) había prohibido venerar la imagen. A los treinta y dos años de este pronunciamiento, la imagen volvió a exponerse, y el rey Carlos VI de Francia ordenó que se llevara de Troyes, citando la impropiedad de la imagen. Los comisionados fueron incapaces de llevar a cabo la orden.

En 1389, el obispo Pierre D'Arcis denunció en una carta al papa de Aviñón que la imagen era un fraude, indicando que ya había sido denunciada anteriormente por su predecesor Henri de Poitiers, al que le extrañaba que no fuera mencionada en las Sagradas Escrituras.

Según D'Arcis, «Un examen riguroso descubrió eventualmente cómo la imagen había sido astutamente pintada, siendo la verdad corroborada por el propio pintor, esto es, que fue producto de la mano del hombre y no fue forjada ni se formó milagrosamente». (En alemán: [4].) En la carta no se nombra al artista.

La carta de D'Arcis menciona también el esfuerzo del obispo Henri por eliminar la veneración, pero que la tela fue rápidamente escondida «unos 35 años», lo que concuerda con los detalles históricos antes mencionados. La carta ofrece una descripción precisa de la sábana: «Tras dibujar con audaz maña la imagen a doble cara de un hombre, es decir, vista frontal y dorsal, declaró falsamente y pretendió que se trataba del sudario en el que nuestro salvador Jesucristo fue envuelto en el sepulcro, y sobre el que la figura completa de nuestro salvador ha permanecido por ello impreso junto a las heridas que portaba».

Si lo expuesto en esta declaración es cierto, sería coherente con la datación del carbono 14 del sudario (ver más abajo). Desde el punto de vista de los escépticos, ésta es una de las pruebas más sólidas de que la sábana es una falsificación.

Pese a las declaraciones del obispo D'Arcis, Clemente VII (primer antipapa del Gran Cisma de Occidente) prescribió indulgencias a los que peregrinaran al sudario, por lo que la veneración continuó, aunque no se le permitió el título de «Verdadero Sudario». [5]

Siglo XV

En 1418, tras casarse con la nieta de Charny, Humberto de Villersexel (Conde de la Roche, Señor de Saint-Hippolyte-sur-Doubs) trasladó la sábana a su castillo en Montfort, Francia para protegerlo de las bandas de malhechores. Posteriormente, fue llevada a Saint-Hippolyte-sur-Doubs. Tras la muerte de Humberto, los canónigos de Lirey llevaron a la viuda a las cortes para forzarla a retornar la tela, pero el parlamento de Dole y la Corte de Besançon otorgaron la tela a la viuda, que la llevó a varias exposiciones, notoriamente en Lieja y en Ginebra.

La viuda vendió la imagen en 1453 a cambio de un castillo en Varambon, Francia. El nuevo propietario, Luis de Saboya, la guardó en su capital, Chambéry, en la recién construida Capilla Santa, que el Papa Pablo II erigió a continuación a mayor honra de una iglesia colegial. En 1464, el duque acordó pagar una tasa anual a los canónigos de Lirey a cambio de que dejaran de reclamar la propiedad de la tela. A partir de 1471, la sábana se desplazó por varias ciudades de Europa, residiendo brevemente en Vercelli, Turín, Ivrea, Susa, Chambéry, Avigliana, Rivoli y Pinerolo. Por esos días, dos sacristanes de la Capilla Santa describieron que el sudario estaba guardado en un relicario «envuelto en una cortina de seda roja, y guardada en una caja cubierta de terciopelo carmesí, decorada con clavos bañados en plata, y cerrada con llave de oro».

Siglo XVI a nuestros días

Archivo:Shroud-of-Turin-1898-Poster.png
Este cartel anuncia la exhibición del sudario de 1898.

En 1532, el sudario resultó dañado en un incendio en la capilla donde se guardaba. Una gota de plata fundida del relicario le dejó una marca dispuesta simétricamente entre las diversas capas de la tela doblada. Las monjas clarisas trataron de reparar el daño con parches. Se ha sugerido que también hubo daños causados por el agua usada para apagar el fuego. El sudario volvió de nuevo a su actual residencia en Turín en 1578. Fue propiedad de la Casa de Saboya hasta 1983, cuando se otorgó a la Santa Sede.

En 1988, la Santa Sede permitió pasar la prueba del Carbono 14 a la reliquia, para lo que se retiró un trozo pequeño de una esquina del sudario, que fue dividido y enviado a los laboratorios. Otro incendio, probablemente provocado, amenazó al sudario en 1997, pero un bombero fue capaz de sacarlo de su mostrador y prevenir desgracias mayores, tras atravesar con un martillo las capas de cristal que lo protegían. La Santa Sede restauró el sudario en 2002. Se retiró la cubierta de la sábana y treinta parches. Esto permitió fotografiar y escanear el reverso de la tela, que estaba oculta a la vista.

La última exhibición pública del sudario fue durante el Gran Jubileo del año 2000. La próxima exhibición está programada para 2025.

La controversia

Se ha discutido vivamente el origen de la reliquia. Los que creen que se usó en el entierro de Cristo han acuñado el término «sindología» (del griego σινδων— síndon, palabra utilizada en el Evangelio según san Marcos para referirse a la tela que José de Arimatea compró para usarla de sábana mortuoria). Este término no suelen utilizarlo los que dudan del origen místico de la reliquia.

Puede que sea imposible cerrar del todo la controversia sobre la tela, porque varios defensores están dispuestos a aceptar explicaciones sobrenaturales al origen de la imagen (lo que es indemostrable) mientras que la mayoría de los escépticos las descartan. Tres pruebas independientes de radiocarbono (a partir de una misma y controvertida muestra) la han datado entre 1260 y 1390.

Teorías sobre la formación de la imagen

La imagen en la tela es enteramente superficial. No penetra en las fibras bajo la superficie, por lo que las fibras de lino y algodón no tienen color. Así, la tela no fue tintada, aunque se han sugerido otras explicaciones a la creación de la imagen, tanto naturales como fantásticas.

Formación milagrosa

Varios creyentes consideran la imagen como un efecto secundario de la resurrección de Jesús, sugiriendo efectos semi-naturales que pudieron haber sido parte del proceso. Estas teorías son inverificables, así que los escépticos las descartan de antemano. Se ha sugerido que el sudario colapsó a través del cuerpo glorificado de Jesús. Quienes apoyan esta teoría señalan ciertas impresiones de dientes y huesos al estilo de los rayos x. Otros sugieren que la radiación provocada por el evento milagroso pudo haber grabado a fuego la imagen en la tela.

Capa de hidratos de carbono

Vista microscópica de contraste fasado de una fibra de la imagen del sudario de Turín. La capa de hidratos de carbono es visible a lo largo del borde superior, pero desaparece en el borde inferior derecho. Esta capa puede arrancarse o retirarse con adhesivo

Una teoría científica que no descarta la relación del sudario con Jesús implica a los gases que escapan de un cadáver en las primeras fases de descomposición. Las fibras de celulosa que componen la tela están revestidas por una fina capa de fécula, con fragmentos de almidón, azúcares y otras impurezas. Esta finísima capa (180 a 600 nm) fue descubierta al utilizar un microscopio de contraste fasado. La imagen muestra su parte más fina, la que carga con el color, mientras que la prenda subyacente está sin colorido. La capa de hidratos de carbono sería en esencia incolora salvo en algunos sitios donde un cambio químico le ha otorgado un color pajizo. La reacción implicada es similar a la que tiene lugar al calentar el azúcar para producir caramelo.

R. N. Rogers y A. Arnoldi proponen esta explicación natural en un artículo titulado El Sudario de Turín: una reacción amino-carbonila (reacción de Maillard) podría explicar la creación de la imagen (ver Referencias), que no descarta una invocación sobrenatural ni una intensificación de un proceso natural. Según ella, los aminoácidos del cuerpo humano reaccionan pronto con la capa de hidratos de carbono, antes de que los líquidos producto de la descomposición manchen o dañen la tela. Los gases de los cuerpos muertos son extremadamente reactivos químicamente y al cabo de un par de horas, en entornos como los sepulcros, el cuerpo empieza a producir aminos más fuertes en sus tejidos como pudriscina y cadaverina. Esto provocaría el color observado en la capa de hidratos de carbono, pero crea preguntas sobre por qué ambas vistas de la imagen son tan fotorrealísticas y por qué no fueron destruidas por posteriores productos de la descomposición (una pregunta obvia si hubo resurrección, o si se retiró el cuerpo de la tela en el momento requerido).

Auto-oxidación

Christopher Knight y Robert Lomas (1997) sostienen que la imagen de la sábana es la de Jacques de Molay, último Gran Maestro de la Orden de Caballeros Templarios, arrestado por herejía en el Templo de París por el Rey Felipe IV de Francia el 13 de octubre de 1307. De Molay fue torturado bajo los auspicios del Inquisidor en Jefe de Francia, William Imbert. Sus brazos y piernas fueron claveteados, posiblemente a una gran puerta de madera. Tras la tortura, según Knight y Lomas, de Molay fue postrado en una cama blanda, sobre un trozo de tela; se pasó lo que sobraba de la tela sobre su cabeza para cubrir su cuerpo y se le abandonó unas 30 horas, en estado de coma. El que usaran un sudario se explica porque el Templo de París guardaba sudarios para usos ceremoniales.

De Molay sobrevivió a la tortura, pero fue llevado a la hoguera el 19 de marzo de 1314 junto a Geoffroy de Charney, preceptor templario de Normandía. Jean de Charney, su nieto, murió en la batalla de Poitiers. Tras su muerte, su viuda, Jeanne de Vergy, se halló en posesión del sudario y lo tuvo expuesto en una iglesia de Lirey.

Knight y Lomas basan sus hallazgos en parte en las pruebas del carbono 14 de 1988 y en la investigación de Mills en 1995 acerca de una reacción química llamada auto-oxidación, y argumentan que su teoría concuerda con los datos conocidos sobre la creación de la tela y de los resultados de la datación por radiocarbono.

Reproducción fotográfica

Algunas personas encuentran un enorme parecido entre este autorretrato de Leonardo da Vinci y el Hombre del Sudario.

De los métodos propuestos por los escépticos sobre la creación de la imagen en la Edad Media, hay quien no duda en considerar al sudario como la primera fotografía del mundo, atribuyendo su autoría a Leonardo da Vinci. Según ellos, la imagen habría sido producida con la ayuda de una linterna mágica, un dispositivo de proyección simple y compuestos de plata sensibles a la luz aplicados sobre la tela. Esta teoría se apoya en el parecido que algunos encuentran entre el famoso autorretrato de Leonardo y la imagen del sudario, pese a que Leonardo nació varios siglos después de la primera aparición documentada de la sábana.

Pintura

En 1977, un equipo de científicos elegidos por el Gremio del Santo Sudario desarrolló un programa de pruebas sobre la tela, denominado STURP (Shroud of Turin Research Project, Proyecto de Investigación del Sudario de Turín). El cardenal Ballestrero, arzobispo de Turín, otorgó su permiso pese a los desacuerdos internos. Los científicos de STURP dirigieron durante cinco días sus pruebas.

En 1979, un miembro del equipo llamado Walter McCrone concluyó, tras analizar las muestras de las que disponía, que la imagen estaba compuesta por miles de millones de pigmentos de menos de una micra. Los únicos fibrilos disponibles para el estudio de las manchas fueron aquellos que quedaron pegados a una cinta adhesiva hecha a medida que se aplicó a treinta y dos secciones diferentes de la imagen (hecho así para evitar dañar la tela).

Según McCrone, los pigmentos son una mezcla de témperas rojo ocre y bermellón. Su grupo de óptica electrónica publicó en cinco artículos los resultados de estos estudios en revistas revisadas por científicos: Microscope 1980, 28, 105, 115, 1981, 29, 19; Wiener Berichte uber Naturwissenschaft in der Kunst 1987/1988, 4/5, 50 y Acc. Chem. Res. 1990, 23, 77-83. Tras conocer la noticia, STURP confiscó las muestras a McCrone y le reemplazaron por otros científicos.

En palabras de McCrone, le «expulsaron» de STURP. McCrone es ahora uno de los mayores defensores de la teoría de que el Sudario es una farsa, y sigue defendiendo sus análisis. A fecha de 2005, ningún otro estudio independiente ha confirmado los resultados de McCrone.

Otros análisis microscópicos de las fibras parecen indicar que la imagen se limita estrictamente a la capa de hidratos de carbono, sin capas adicionales de pigmentos a la vista. Los partidarios de la autenticidad del sudario replican que ninguna técnica conocida de pintura a mano puede aplicar un pigmento con semejante nivel de control sobre una superficie de fibras nanométricas.

Máscara solar (teoría de la sombra)

En marzo de 2005, Nathan Wilson, profesor del Nuevo Instituto de San Andrés y sindologista aficionado, hizo público en un artículo de la revista Libros y Cultura que había fabricado un símil de la imagen de la sábana exponiendo lino negro al sol durante diez días, bajo una lámina de cristal sobre la que se había pintado una máscara del positivo. Su método, aunque rudo y preliminar, atrajo sin embargo la atención de varios sindologistas, especialmente al Dr. Raymond Rogers, del equipo STURP original, y al Dr. Antonio Lombatti, fundador del diario escéptico sobre el sudario Approfondimento Sindone. El método de Wilson destaca por no requerir conjeturas sobre técnicas medievales desconocidas y por ser compatible con las afirmaciones de que no hay pigmentos en la tela. No obstante, el experimento no se ha repetido, y las imágenes deben pasar todavía por análisis químicos y microscópicos. Surgen también dilemas sobre la disponibilidad de un cristal medieval lo bastante grande para crear la imagen, el coste desmesurado que tendría, y la compatibilidad del método con la afirmación de Fanti de que la imagen original es de doble cara.

Segunda imagen en el reverso de la tela

Durante la restauración de 2002, la vista de atrás de la tela fue fotografiada y escaneada por primera vez. El diario del Instituto de Física de Londres publicó un artículo contrastado por científicos sobre este tema el 14 de abril de 2004, escrito por Giulio Fanti y Roberto Maggiolo, de la Universidad de Padua (Italia). Describen la imagen del reverso como mucho más tenue, formada principalmente por la cara y las manos. Como en la imagen frontal, es enteramente superficial, estando la coloración limitada a la capa de hidratos de carbono. Las imágenes se correlatan con las del otro lado de la tela. No se detecta ninguna imagen en la sección correspondiente a la vista dorsal de la sábana.

Los que apoyan la teoría de la reacción Maillard argumentan que es menos probable que los gases penetraran toda la tela por la parte dorsal, ya que el cuerpo estaría depositado en una repisa de piedra. La segunda imagen hace al mismo tiempo menos probable la teoría fotográfica.

Análisis del Sudario

Datación radiométrica

En 1988, la Santa Sede permitió a tres centros de investigación independientes realizar exámenes de radiocarbono sobre un trozo de una esquina del sudario. Tanto las Universidades de Oxford, como la de Arizona y el Instituto Federal de Tecnología de Suiza coincidieron en datar la tela entre los siglos XIII y XIV (1260-1390), aunque algunos análisis químicos recientemente publicados (ver más abajo) indican que la muestra utilizara no era válida. La comunidad científica ha pedido a la Santa Sede que autorice más muestras, incluyendo de la parte de la tela que lleva la imagen, pero han sido denegadas. Una posible explicación sería que, si la imagen es genuina, el proceso de datación estaría cometiendo un sacrilegio al destruir las muestras. Otra explicación es que se tengan reticencias a que se date definitivamente la sábana.

En condiciones típicas, la datación por radiocarbono es una ciencia muy precisa, y puede datar materiales de hasta 2000 años de antigüedad con un margen de error de un año. Sin embargo, no está exenta de errores. Se desarrolló principalmente para aplicarlo a objetos recién desenterrados y protegidos del contacto humano hasta el inicio del examen, lo que no sucede con la sábana. El director del laboratorio suizo que examinó la tela (el Dr. Willi Wolfli) declaró que «El método del C-14 no está libre de resultados terriblemente imprecisos cuando existen problemas no evidentes en las muestras examinadas. Constantemente surgen errores significativos de carácter indeterminado».

Residuos bacterianos

Se han citado varios fenómenos que harían posible una datación errónea. Los partidarios de la formación milagrosa de la imagen señalan que el evento en sí de la resurrección podría haber trastocado la proporción de Carbono 14 en la tela de modo inusitado. Otras explicaciones más mundanas incluyen partículas de humo del incendio de 1532, y residuos bacterianos que los métodos del equipo de examinadores no habrían podido borrar.

Probablemente, el argumento más poderoso sea el de los residuos bacteriales, ya que hay varios ejemplos de textiles antiguos cuya datación resultó horriblemente inexacta, especialmente en los orígenes de la radiometría. El caso más notable fue en 1770, cuando se dataron los huesos de una momia del Museo Británico unos 800–1000 años antes que su envoltura. Hay que tener en cuenta también que la esquina utilizada en la datación habría sido más manoseada que el resto de la tela, subiendo el riesgo de contaminación por bacterias y otros residuos. Las bacterias y sus desechos (bacterias muertas y subproductos) contienen carbono, lo que acercaría a nuestros días la fecha radiométrica.

El físico nuclear Harry E. Gove, de la Universidad de Rochester, que diseñó el examen de radiocarbono que se utilizó, declaró que «hay una cubierta bioplástica en varias fibras, tal vez en la mayoría». Según Gove, si esta cubierta es lo bastante gruesa, haría «que la muestra pareciera más joven de lo que debiera». Rodger Sparks (neozelandés experto en radiocarbono) y otros escépticos han opinado que para que una contaminación bacteriana medieval produjera un error de trece siglos, haría falta una capa bioplástica del doble del peso de la muestra. Ya que esto puede detectarse fácilmente, se examinaron varias fibras en la Centro Nacional de Excelencia de la Fundación de Ciencias de Espectrometría de Masas en la Universidad de Nebraska. El examen piro-másico-espectrométrico no detectó ningún tipo de polímero bioplástico en las fibras, ya fueran éstas de la imagen o de otras zonas del sudario. A su vez, el análisis de micro-sondas láser Raman realizado en Instruments SA, Inc. en Metuchen (NJ), arrojó también un resultado negativo.

Propiedades químicas de la muestra

En un estudio realizado por Anna Arnoldi (de la Universidad de Milán) y Raymond Rogers (miembro retirado del Laboratorio Nacional de Los Álamos de la Universidad de California) se lanzó otro argumento en contra de los resultados de los exámenes radiométricos.

Por medio de un análisis del espectro de fotografías ultravioletas determinaron que el área del sudario del que se extrajo las muestras difiere químicamente del resto de la tela. Mencionan la presencia de tintes de raíz Madder y óxido de aluminio (un agente fijador) exclusivamente en dicha esquina, y concluyen que esa parte fue cosida a la sábana en algún momento de su historia. Estas reparaciones habrían sido hechas con materiales recientes, con mayor concentración de carbono que la tela original.

En un estudio del año 2000 basado en los rayos X, Joseph Marino y Sue Benford hallaron posibles marcas de un parche que recorre diagonalmente el área de la que se extrajeron las muestras. Por ello, concluyeron que las muestras examinadas por los tres laboratorios estaban contaminadas por ese intento de reparación. Más adelante comentan que los resultados de los laboratorios muestran un sesgo angular correspondiente a la costura: el primer muestreo en Arizona la fechó en 1238, el segundo en 1430, cayendo entre ellos los resultados de Oxford y Suiza. A esto añadir que la desviación de los resultados de C-14 de los tres laboratorios se sale de los límites del test chi-cuadrado de Pearson, una discrepancia para la que se requieren explicaciones adicionales. Los exámenes microquímicos del área también hallan rastros de vainilla, ausentes en el resto de la tela. La vainilla se origina por la descomposición térmica de la lignina, un polímero complejo integrante del algodón. Este producto suele encontrarse en materiales medievales pero no en prendas más antiguas, ya que disminuye con el tiempo. Por ejemplo, no se halló vainilla en los envases de los Manuscritos del Mar Muerto.

Raymond Rogers, en un artículo del 20 de Enero de 2005 de la revista contrastada por científicos Thermochimica Acta, ofrece una aparente prueba química de que la muestra cortada del Sudario en 1988 no era válida. En el mismo artículo, su resolución de la cinética de la pérdida de vainilla apunta a que el sudario tiene entre 1300 y 3000 años de antigüedad.

Probablemente sólo podrá zanjarse este aspecto de la controversia con más exámenes radiométricos, que actualmente la Santa Sede prohíbe por el sacrilegio que supone dañar la reliquia. Rogers sugiere en su artículo de 2005 que para la datación podría utilizarse el carbón de las piezas chamuscadas que se extrajeron en la restauración de 2002, si se lavaran con ácido nítrico concentrado.

Análisis histórico de materiales

Gran parte de la investigación reciente se ha centrado en las marcas de agua y quemaduras. Las quemaduras más grandes provienen claramente del incendio de 1532 (hay otras menores en forma de L que debieron originarse en algún momento anterior), y se asume lo mismo para las marcas de agua.

Sin embargo, en 2002, Aldo Guerreschi y Michele Salcito presentaron un escrito [6] en París durante el IV Simposio Científico Internacional, opinando que muchas de esas marcas debían de ser más antiguas, porque las simetrías se corresponden más con el plegado que se requiere para guardar la tela en una jarra de barro (como las muestras de tela en Qumram) que para hacerlo en el relicario que la hospedó en 1532.

Según el experto restaurador de textiles MechThild Flury-Lemberg de Hamburgo, hay un zurcido en la sábana idéntico a un tejido del siglo primero, que era exclusivo de la fortaleza de Masada junto al Mar Muerto. Su patrón de hilado, un entretejido 3:1, es el propio del diseño sirio de la época, según la apreciación de Gilbert Raes, del Instituto Ghent de tecnología textil en Bélgica. Flury-Lemberg expuso que «la tela de lino del Sudario de Turín no exhibe técnicas de tejido ni costuras que contradigan su origen como producto de gran calidad de los obreros textiles del siglo primero».

Estudio forense médico y biológico

Detalles de la técnica de la crucifixión

La perforación de las muñecas en vez de las palmas va en contra de la iconografía tradicional cristiana, sobretodo la medieval, pero varios estudiosos modernos creen que los condenados a la cruz eran clavados habitualmente por las muñecas, e incluso algunos entre el cúbito y el radio, como reveló un esqueleto descubierto en Tierra Santa; no era algo de común conocimiento en la Edad Media.

Los partidarios de la autenticidad del sudario sostienen que es improbable que un falsificador medieval estuviera al tanto de los detalles técnicos de un método de ejecución abandonado casi por completo desde hacía siglos.

Manchas de sangre

En la sábana se localizan varias manchas rojizas que asemejan sangre. El químico Walter McCrone (ver arriba) las identificó como meros pigmentos e informó de que ninguno de sus exámenes de las muestras encontró presencia de sangre. Otros investigadores, como Alan Adler (químico especializado en el análisis de porfirinas) identificaron sangre de tipo AB en las manchas.

La tonalidad de rojo de estas supuestas manchas de sangre plantea serias dudas. Normalmente, las manchas de sangre se decoloran en relativamente poco tiempo hasta adquirir en su totalidad un tono parduzco, mientras que las del sudario abarcan del rojo puro al marrón habitual. Los defensores del sudario contestan que las manchas no provinieron de heridas abiertas, sino del líquido exudado por coágulos.

En casos de traumas graves (como el del hombre del sudario) este líquido estaría compuesto por bilirrubina y hemoglobina oxidada, la cual permanecería por siempre roja. Adler y John Heller [7] hallaron bilirrubina y albúmina en las manchas. Sin embargo, se desconoce si las manchas se produjeron al mismo tiempo que la imagen, que tanto Adler como Heller atribuyen al envejecimiento prematuro del lino (véase Heller y Adler, 1980).

Granos de polen

Los investigadores de la Universidad Hebrea de Jerusalén informaron de la presencia de granos de polen en las muestras, pertenecientes a especies primaverales de Palestina. No obstante, los investigadores Avinoam Danin y Uri Baruch trabajaron con muestras provistas por Max Frei, un criminólogo de la policía suiza que ya había sido censurado anteriormente por falsificar pruebas. Una revisión independiente descubrió que, de los 26 filamentos, uno contenía bastante más polen que los demás, por lo que podría existir manipulación.

Los investigadores israelíes también detectaron siluetas de distintas flores en la tela. Basándose en las especies identificadas, han sugerido que deben provenir del entorno de Jerusalén, en los meses de Marzo o Abril. En el área frontal, la que correspondería a la corona de espinas, hallaron vestigios de Gundelia tournefortii, que en el área de Jerusalén es exclusiva de este periodo del año. Este análisis está basado en la interpretación de varios patrones en el sudario como plantas particulares. Aunque los escépticos aducen que, debido a lo confuso de las imágenes disponibles, no es posible decantarse inequívocamente por una especie concreta de planta.

Sudario de Oviedo

En la ciudad de Oviedo se guarda un pequeño paño de lino manchado de sangre, venerado como una de las prendas funerarias descritas en Juan 20:7. San Juan menciona un «sudario» (σουδαριον) que cubría la cabeza, y una «prenda de lino» o «vendajes» (οθονιον—othonion) cubriendo el cuerpo. Se cuenta que el sudario de Oviedo (conocido también por pañolón de Oviedo) fue la prenda que cubrió entonces la cabeza de Jesús.

En España, se puede constatar la existencia y estancia del pañolón en Oviedo desde el siglo VII. Su localización en fechas anteriores es más incierta, aunque algunos estudiosos lo sitúan en el Jerusalén del siglo I.

El análisis forense de las manchas de sangre en la sábana y pañolón llevan a creer que ambas prendas debieron cubrir la misma cabeza en momentos muy próximos. Siguiendo los patrones de las manchas, el hombre estaba en posición vertical cuando se colocó el pañolón sobre su cabeza, tal vez mientras colgaba de la cruz. Esta prenda se habría retirado posteriormente antes de extender la sábana.

Un estudio de 1999 por Mark Guscin [8], miembro del equipo de investigación polifacética del Centro Español de Sindología, investigó la relación entre ambas prendas. Basándose en la historia, patología forense, composición sanguínea (supuestamente de tipo AB, como la de la sábana), y patrones de las manchas, concluyó que ambas prendas cubrieron la misma cabeza en dos momentos distintos, pero próximos entre sí. Avinoam Danin (ver arriba) asintió con este análisis, añadiendo que los granos de polen del pañolón coinciden con los de la sábana.

Los incrédulos sostienen que el argumento es espurio. Puesto que niegan las manchas de sangre en la sábana, las del pañolón son irrelevantes. El argumento sobre el polen está también muy debilitado por el descrédito del trabajo de Danin sobre la sábana, ya que posiblemente trabajó con muestras contaminadas. El polen de Jerusalén podría haber llegado al sudario por muy diversas vías y, en todo caso, sólo indicaría la procedencia de la tela, no su fecha de creación. [9]

Procesamiento digital de la imagen

Varios estudiosos han aportado multitud de nuevos detalles al utilizar técnicas de procesamiento digital sobre la imagen.

En 1978, los investigadores de la NASA Jackson, Jumper y Stephenson aseguraron haber detectado impresiones de monedas en los dos ojos. Según su estudio, la derecha pertenecería a una moneda de cobre romana realizada en Jerusalén entre los años 29 adC. y 30 dC., mientras que la izquierda asemeja una moneda de litio del reinado de Tiberio.

En 1979, Piero Ugolotti dijo haber hallado caracteres griegos y latinos próximos a la cara, que fueron estudiados posteriormente en 1997 por André Marion y su alumna Anne Laure Courage, del Institut d’Optique Théorique et Appliquée d’Orsay (Instituto de Óptica Teórica y Aplicada de Orsay). En el lado derecho encontraron las letras ΨΣ ΚΙΑ, que ellos interpretaron como ΟΨ—ops ‘cara’ + ΣΚΙΑ—skia ‘sombra’, aunque no aparece la primera letra. El problema de esta interpretación es que es gramaticalmente incorrecta, pues en griego «cara» debería aparecer en genitivo. A la izquierda hallaron las letras in nece (parte tal vez de in necem ibis, ‘irás a la muerte’), y ΝΝΑΖΑΡΕΝΝΟΣ— nnazarennos (una forma penosa de escribir ‘nazareno’). Los científicos detectaron otras muchas «inscripciones», pero según Mark Guscin [10], solamente una de ellas podría estar escrita en griego o latín: ΗΣΟΥ que es el genitivo de «Jesús», a falta de la primera letra.

Sus oponentes rechazan frontalmente estas afirmaciones, pues no hay referentes en la tradición judía de poner monedas sobre los ojos de los muertos, y por estar los textos plagados de errores ortográficos (cf. Antonio Lombatti [11]). Guscin concuerda con ellos en que estos detalles se han extraído de interpretaciones claramente subjetivas, muy al estilo de un test de Rorschach.

Crítica de los textos

Esta imagen del descenso de la cruz de Giulio Clovio muestra a Jesús envuelto en una sábana similar a la de Turín.

A veces se cita el Evangelio de San Juan como prueba de que la sábana es falsa, dado que en algunas traducciones se habla de «fajas», «lienzos», o «vendas» que cubren el cuerpo: «Tras él llegó Simón Pedro, que entró al sepulcro, y encontró en el suelo las vendas de lino [othonia]; y el sudario [sudarium] que había estado sobre su cabeza, no yacía junto a las vendas, sino que estaba recogido en un lugar aparte» (Jn 20:6-7). Según los partidarios del sudario, los «lienzos» o «vendas» serían la Sábana de Turín, mientras que el «sudario» sería el Sudario de Oviedo.

El Evangelio de San Juan dice también, «Llegó Nicodemo [...] y trajo una mezcla de mirra y áloe, como unas cien libras. Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús, y lo envolvieron en lienzos y aromas, según la costumbre judía de sepultar» (Jn 19:39-40). No se han encontrado rastros de especias en el sudario. Frederick Zugibe, inspector médico, informó [12] que el cuerpo del hombre del sudario parecía haber sido lavado antes de envolverlo. Es raro que esto suceda después de la unción, por lo que algunos defensores sugieren que éste habría sido una prenda preliminar que fue reemplazada posteriormente para la unción, ya que debido al Sabbath no quedaba tiempo suficiente para ello. Sin embargo, no hay pruebas palpables que respalden estas teorías. Otros han supuesto que las imágenes de pétalos detectadas por Danin podrían ser de hierbas que se habrían arrojado sin más sobre el cuerpo debido a la falta de tiempo de preparación que narra el Nuevo Testamento, con la llegada el domingo de las mujeres, supuestamente para completar los ritos de unción del cuerpo.

Análisis artístico

Hay muchas similitudes entre la imagen de la sábana y las representaciones pictóricas tradicionales de Jesús. Aquí se muestra el mosaico de Cristo Pantocrátor de la iglesia de Daphni, en Atenas.

Mucha gente que ve el sudario se sorprende de la corrección anatómica que ofrece la imagen del Hombre del Sudario, cuya apariencia es a menudo descrita como tridimensional. Algunos concluyen que no puede ser un fraude medieval, puesto que la simulación de la perspectiva en dos dimensiones no fue desarrollada hasta más tarde. Los críticos destacan lo mucho que mejoraron los artistas en los inicios del Renacimiento. También se pueden encontrar murales con una perspectiva perfecta en las ruinas de Pompeya. Se demuestra así que, aunque este arte pudo perderse o abandonarse durante largo tiempo, el conocimiento de la perspectiva data de mucho antes de la Edad Media.

Como representación de Jesús, la imagen del sudario coincide con la de la iconografía cristiana a lo largo de su historia. Por ejemplo, la imagen del Pantocrátor en Daphni (Atenas) se le parece asombrosamente. Los críticos atribuyen el parecido a que estos iconos se realizaron teniendo a su disposición la Imagen de Edessa, mientras que las posteriores obras (incluyendo el Sudario) habrían copiado de allí el aspecto de Jesús.

En su contra se tiene que las perforaciones en las muñecas del hombre del sudario no se corresponden con las interpretaciones artísticas de la crucifixión de hasta tiempos muy recientes. De hecho, fue considerada un fraude en el siglo XIV por este mismo motivo, ya que la Biblia Vulgata dice que los clavos habían sido colocados en las palmas de Jesús, y el arte medieval sitúa las heridas invariablemente en las manos.

Las traducciones recientes de la Biblia consideran esto como un error de traducción del griego en los Evangelios. Además, la ciencia médica moderna ha desvelado que los huesos metacarpianos no son capaces de aguantar el peso de un cuerpo crucificado y que, contrario a la creencia universal en el siglo XIV, los clavos tenían que haber sido colocados en las muñecas de la víctima, como aparece en el Sudario.

En humanos actuales, la distancia entre ojos y coronilla es prácticamente la misma que la que dista entre los ojos y la barbilla - los ojos están casi a mitad de cara. En el Sudario de Turín, por otro lado, la proporción entre la mitad superior y la inferior de la cara es casi de 1 a 3. Se han dado cuatro posibles explicaciones a esto:

  1. El proceso de impresión alteró de algún modo la perspectiva, de forma que la mandíbula, nariz y boca se vean más grandes, y la frente se vea reducida.
  2. La interpretación y medida de las proporciones de la imagen del sudario puede ser imprecisa.
  3. Jesús poseía una deformación craneana muy por encima de lo habitual en personas modernas y registros fósiles.
  4. La sábana es un fraude realizado por alguien con un conocimiento superficial de la anatomía facial humana. Hay que indicar que reducir la frente y alargar la parte inferior de la cara es un error muy común en artistas con poca experiencia; es también una faceta característica del arte medieval y de principios del renacimiento.

Análisis de perspectiva óptica

Una objeción más a la sábana gira en torno al llamado asunto de la proyección de Mercator. La sábana muestra una imagen tridimensional proyectada sobre una superficie bidimensional plana, como las pinturas y fotografías. Una auténtica sábana mortuoria, en cambio, tendría una disposición casi cilíndrica sobre la superficie tridimensional de la cara, o aún más irregular, si cabe. La imagen resultante tendría una distorsión lateral antinatural, con un brutal ensanchamiento a los lados, en vez de la típica imagen fotográfica que cualquier observador esperaría; y menos aún una imagen tan excesivamente alargada como la de la tela.

El Sudario en la Iglesia Católica

La Iglesia Católica, propietaria del sudario, no ha afirmado públicamente que se trate de la sábana mortuoria de Cristo, ni de que no se trate de un fraude. Esta cuestión se ha dejado a la decisión de cada uno. En 1998, el papa Juan Pablo II declaró que, "Puesto que no es una cuestión de fe, la Iglesia no debe interceder en estas lides. A los científicos corresponde la tarea de continuar investigando, para alcanzar respuestas adecuadas a las preguntas unidas a este sudario." Él mismo mostró estar profundamente motivado por la imagen del sudario, organizando exhibiciones públicas en 1998 y 2000.

Como la imagen en sí es motivo de oración y meditación para muchos creyentes, es improbable que ni siquiera una prueba rotunda de que la imagen no procede del siglo I pudiera acabar con su devoción. La sábana se convertiría entonces en un símbolo de la crucifixión. El papa Juan Pablo II la llamó "el símbolo del sufrimiento de los inocentes de todos los tiempos".

La Casa de Saboya otorgó el Sudario a la Iglesia Católica en 1983. Algunos han comentado que, de demostrarse finalmente la igualdad entre el Sudario y la Imagen de Edesa, la Iglesia no tendría ninguna autoridad moral para retenerlo, y se vería obligada a devolvérselo al Patriarca Ecuménico, o alguna otra corporación Ortodoxa oriental; ya que, en ese caso, sería el mismo que fue robado a los Ortodoxos en algún momento de las Cruzadas. Algunos ortodoxos rusos opinan que con la caída de Constantinopla, el título de Emperador pasó a pertenecer a Rusia, lo que les otorgaría derechos preeminentes sobre el sudario.

Conclusión

La datación del carbono 14, que debería haber zanjado este asunto de una vez (y así fue para muchos científicos), no ha acallado los rumores sobre la posible autenticidad del sudario. Las peticiones de realizar más pruebas radiométricas sobre áreas de la tela que llevan la imagen han sido rechazadas por la Santa Sede. Habiendo expresado su preocupación por la naturaleza destructiva de los métodos de datación actuales, es poco probable que esta reticencia cambie en un futuro próximo. Los críticos acusan al Vaticano de querer evitar una prueba definitiva de su falsificación. En todo caso la devoción por la imagen del Sudario causa que todo debate sobre este tema sea muy acalorado. Debido a lo arraigado de las creencias que esta pieza de tela genera puede que nunca se encuentre una respuesta completa sobre su autenticidad que sea del agrado de todos.

Referencias

  • Guscin, Mark: "The 'Inscriptions' on the Shroud" British Society for the Turin Shroud Newsletter, Noviembre de 1999.
  • Heller, J.H. y Adler, A.D.: "Blood on the Shroud of Turin" Applied Optics 19:2742-4 (1980).
  • Humber, Thomas: The Sacred Shroud. Nueva York: Pocket Books, 1980. ISBN 0671418890
  • John Damascene: On Holy Images [13]
  • Lombatti, Antonio: "Doubts Concerning the Coins over the Eyes" British Society for the Turin Shroud Newsletter, Número 45, 1997.
  • Marino, Joseph G. y Benford, M. Sue. "Evidence for the Skewing of the C-14 Dating of the Shroud of Turin due to Repairs". Conferencia Sindone 2000, Orvieto, Italia. [14]
  • Mills, A.A: "Image formation on the Shroud of Turin" Interdisciplinary Science Reviews, Vol. 20, 1995
  • Nickell, Joe: "Scandals and Follies of the 'Holy Shroud'" Skeptical Inquirer, Septiembre de 2001. [15]
  • Picknett, Lynn, y Prince, Clive: The Turin Shroud: In Whose Image?, Harper-Collins, 1994 ISBN 0552147826
  • Rogers, R.N, y Arnoldi, A.: "The Shroud of Turin: an amino-carbonyl reaction (Maillard reaction) may explain the image formation". En Ames, J.M. (Ed.): Melanoidins in Food and Health, Volumen 4, Registro de Publicaciones Oficiales de las Comunidades Europeas, Luxemburgo, 2003, pp. 106-113. ISBN 9289457244
  • Rogers, Raymond N.: "Studies on the radiocarbon sample from the shroud of turin". Thermochimica Acta, Volumen 425 Número 1-2 (20 de Enero de 2005), páginas 189-194.
  • Zugibe, Frederick: "The Man of the Shroud was Washed" Sindon N. S. Quad. 1, Junio de 1989.

Véase también

Enlaces externos

Páginas que creen que el sudario es de origen natural o sobrenatural

Páginas que creen que el sudario es manufacturado, o no está asociado con Cristo