Segunda epístola a los corintios

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Estatua de Pablo de Tarso en la Archibasílica de San Juan de Letrán.

La segunda epístola a los corintios es un escrito que pertenece al Nuevo Testamento, la segunda carta de Pablo de Tarso a los corintios atestigua las dificultades encontradas por el apóstol en Corinto. Según el doctor en teología Daniel Marguerat, Pablo anunció y postergó en varias ocasiones una nueva visita a Corinto,[1][2]​ causando con ello una cierta decepción a la comunidad. A esto se añade el hecho de que, después de Pablo, otros apóstoles visitaron a los corintios. En palabras del mismo autor, parece que su asistencia impresionó a la comunidad,[3]​ aunque la colecta para la Iglesia de Jerusalén fue criticada.[4][5]​ Pablo, contrariamente a ellos, no dejó que los corintios le pagaran o lo sostuvieran económicamente. Estos lo atribuyeron a un ardid del apóstol, argumentando que la acción de Pablo fue para que las comunidades contribuyeran a la colecta, según afirma el doctor Marguerat.[6]

Según Ga. 2, 10, la decisión de la colecta en las iglesias paulinas había sido tomada por Santiago, Pedro, Juan y Pablo al concluir su encuentro en Jerusalén:[7]​ las «columnas» de la iglesia de la ciudad reconocían la misión de Pablo entre los paganos, pero pedían a las nuevas iglesias que manifestaran por medio de una colecta su solidaridad con las comunidades madres de Judea.[8]​ Además este hecho es observable en el hecho del envío de «hermano» —en referencia al designio de Tito del que el apóstol da fe porque es un compañero y colaborador cercano—.[9]​ La correspondencia de Pablo con Corinto[1][10]​ y con Roma,[11][12]​ pone de manifiesto los esfuerzos realizados por el apóstol para asegurar el éxito de su predicación. La apuesta teológica y eclesiológica de la colecta es clara: se trata para Pablo de manifestar simbólicamente el reconocimiento mutuo de las primeras comunidades, en partícular de las comunidades judeo-cristianas de Judea —todavía estrechamente ligadas al judaísmo—, y de las nuevas iglesias pagano-cristianas urbanas nacidas de la misión y de la predicación del evangelio paulino.[6]​, unido a ello el motivo para organizar la misma fue las necesidades que estaban sufriendo los hermanos de las comunidades de Jerusalén y de Judea.[13]

Por tanto, la defensa de la colecta pasa por la defensa del apostolado paulino. De hecho, la segunda epístola a los corintios prosigue de ese modo la argumentación esbozada en la primera apología de 1 Co 1,18-4, 13:[14]​ De acuerdo con Maurice Carrez, «Pablo ha sido llamado apóstol del Crucificado y su existencia está determinada por el tesoro del que es portador, el Evangelio de la cruz».[15]​ La cuestión fundamental de la carta es, por tanto, ver cuál es la condición existencial de un apóstol del Crucificado o, para reformular la misma cuestión desde el punto de vista de la ética de la comunicación, ver cuáles son las condiciones necesarias y suficientes para la transmisión del Evangelio.[6]

Estructura

La disposición de la carta se organiza en torno a los relatos del viaje del apóstol y los anuncios de su próxima visita a Corinto:

  • Relato de viaje I: 1,8. Pablo refiere los peligros sufridos en Asia.[16]
  • Relato de viaje II: 1,15-17. Tal y como había proyectado, Pablo viajó a Corinto antes de ir a Macedonia y regresar.[6]
  • Relato de viaje III: 2, 12-13. Pablo llega a Tróade, y se preocupa por no encontrar a Tito[17]​ y prosigue hacia Macedonia.[6]
  • Relato de viaje IV: 6, 5-7. Pablo llega a Macedonia donde encuentra toda clase de dificultades, pero la llegada de Tito y las buenas noticias de Corinto le tranquilizan.[6]
  • Anuncio de visita I: 1, 15-17. Pablo planifica viajar inmediatamente de Éfeso a Corinto.[6]
  • Anuncio de visita II: 1, 23-24. Pablo no se embarca inmediatamente rumbo a Corinto porque quiere resolver primero por carta el conflicto con los autóctonos.[6]
  • Anuncio de visita III: 9, 4. Pablo se dispone a viajar a Corinto en compañía de delegados de Macedonia para recoger la colecta.[6]
  • Anuncio de visita IV: 10, 2-11. Pablo se prepara para viajar a Corinto donde, según Marguerat, será tan fuerte con sus palabras como por medio de sus cartas.[6]
  • Anuncio de visita V - VII: 12, 14: 13, 1-2; 13, 10. Por tercera vez, Pablo se prepara para viajar a Corinto.[6]


Estructura de la Segunda carta a los corintios:

1,1-2. Dirección y saludo.
1,3-11. Oración de acción de gracias.
La reconciliación del apóstol con los corintios (1, 12-2,11)
1,12-14. Declaración de intenciones del apóstol.
1,15-2,4. Las razones del retraso de la visita.
2,5-11. Pablo perdona a quien lo ha ofendido en Corinto.
El fundamento de la petición del apóstol (2, 12-7,4)
2,12-4,1. El ministerio de la nueva Alianza.
La cuestión: la capacidad del apóstol (2,14-17); los corintios son la carta de recomendación de Pablo (3, 1-3): el apóstol hecho capaz por Cristo (3,4-4,1).
4,2-16a. El tesoro y sus tribulaciones del apostolado.
4,16b-5,10. La gloria futura y la confianza presente.
5,11-6,2. El ministerio de la reconciliación.
6,3-7,4. La exigencia de la justicia para el apóstol y para sus destinatarios.
Pablo se alegra de que los corintios se hayan reconciliado con él (7, 5-161)
La petición apostólica (8, 1-9,15)
8,1-9,15. La colecta.
Por qué los corintios tienen que llevar a término su colecta (8,1-15): recomendación de los representantes de Pablo (8, 16-9,5); por qué los corintio tienen que dar generosamente (9, 6-14).
La triste necesidad de gloriarse (10, 1-13,13)
10,1-11. El apóstol anuncia su presencia en Corinto.
10,12-12,13. Modo adecuado y modo necio de gloriarse.
12,14-13,10. El apóstol anuncia su presencia en Corinto.

13,11-13. Conclusión de la carta.[18]

Contenido

Dentro de este marco, según Marguerat, el apóstol explica las razones que lo han llevado a retrasar varias veces su visita (2 Co. 1,8-2,11) y defiende su apostolado[19]​ (2,12-6,13). Exhorta a sus destinatarios a permanecer fieles a la gracia recibida (6, 1-7,3;6,1-13 y 7,2-3) combinando los dos momentos de la apología apostólica y de la advertencia.[20]​ Recuerda la reconciliación sobrevenida (7,4-16) para exhortar y animar una vez más a los corintios a participar en la colecta.[n. 1][18]​ El final de la carta (2 Co. 10,1-13,13), realiza una división de los destinatarios. Como hizo anteriormente en 1 Co. 15,12, el apóstol distingue del resto de sus lectores y del conjunto de la iglesia de Corinto a un grupo de individuos a cuyas ideas refiere en tercera persona del plural (2 Co. 10, 2.7.10). El historiador francés Maurice Carrez denomina a este grupo como «adversarios» que son en su mayoría judaizantes.[21]​ Según Marguerat, Pablo vuelve a hacer apología de su apostolado: «él es el apóstol del Señor cuya fuerza manifiesta en la debilidad» (11, 16-12,10), «él se defiende frente a la influencia que algunos misioneros adversarios han conseguido sobre los corintios y frente a sus maledicencias a propósito de la colecta» (11,7.12.20; 12,16-18), y «se esfuerza por preparar su llegada y su acogida en Corinto» (10, 1-11 y 13, 1-10).[22]

Composición literaria

El doctor Marguerat plantea una serie de problemas a la hora de hablar de la carta como una unidad:[22]

  • 2 Co. menciona una carta escrita por Pablo a los corintios «en lágrimas» por lo que se especula que haga referencia a una carta perdida.[22]
  • La apología del apostolado de 2 Co. 2,14-7,4 interrumpe 1,12-2,13 y 7,5-16, consagrados a la relación entre Pablo y los corintios.[22]
  • Los dos capítulos relativos a la colecta (8,1-24 y 9, 1-15) parecen duplicados.[22]
  • La transición entre 9,15 y 10,1, es referida como «brusca» según el autor. Sin embargo, considera «sorprendente» el tono de la apología de 10-13 por la atmósfera «tranquilizadora» de los capítulos 1-9.[22]

La primera está constituida por la apología de 2 Co. 2, 14-7,4. La segunda presupone un endurecimiento de la situación y se encuentra en 10-13. Sigue la carta de reconciliación (1, 1-2,13 + 7,5-16) y después las cartas relativas a la colecta (primero 8,1-24, y luego 9,1-15).[23]

Las diferentes hipótesis propuestas reestructuran. cada una a su manera, la secuencia de los relatos de viaje (1,8.15,16; 2,12-13; 7,5-7) y de los anuncios de visita (1,15-16; 1,23-2,4; 9,4; 10,2-11; 12-14; 13,1-2.10) del apóstol que implican una multiplicación de viajes de San Pablo entre Éfeso y Corinto.[23]

La Epístola como unidad literaria

Según Marguerat, si consideramos la carta como la unión de diversos fragmentos paulinos nos ofrece algunos problemas:

  • Las cartas no se transmiten de la misma forma en la que se presentan en la Sagrada Escritura.[24]
  • Las cartas no poseen unidad, son ocasionadas por las circunstancias de cada comunidad.[24]
  • Son cartas dialécticas que ofrecen apologías, discursos y exhortaciones.[24]
  • En la historia de la literatura se conoce el género epistolar pero no una colección exclusiva de cartas.[24]

Aparece a su vez una advertencia contra la idolatría (2 Co. 6,3) y una interrupción del contexto (2 Co. 6,13 se detiene y su temática continúa en 2 Co. 7,2). Además, figuran términos de los testamentos de los doce patriarcas, y no aparecen nunca en los escritos de paulinos términos como «Berliar» o «Pantocrátor». Tampoco se habla de impureza de carne o de espíritu, incluso este fragmento puede ser una inclusión introducida por el hagiógrafo por razones pastorales.[24]​ Es posible que el apóstol cite un texto judeo-cristiano, un escrito emparentado con la Primera Carta a los Corintios o que se trate de una inclusión posterior a la redacción del texto.[24]

Contexto y circunstancias histórico-teológicas de producción

Según Michel Quesnel, la Primera Carta a los Corintios no obtuvo el éxito deseado por el rechazo causado en una parte de la comunidad de Jerusalén hacia la autoridad de San Pablo a los que él llama «falsos hermanos».[25]​ El apóstol escribió una carta para que las distintas comunidades cristianas colaborasen con la colecta.[9]​ Además, justifican la supuesta indignación de la comunidad con él por haber nombrado como encargado de esta a Tito.[1][17]​ El apóstol, en el verano del año 56, redactó una carta para defender su misión apostólica tratando de este modo de desenmascarar a los supuestos falsos apóstoles. Por ello, realizó una visita relámpago a la ciudad en la que él y sus colaboradores, según la escuela bíblica de Jerusalén, son gravemente ofendidos.[26]​ El apóstol, tras observar un cambio de actitud en los corintios, decide volver a la ciudad una vez desaparecidas las divisiones siendo restablecida su autoridad. Finalmente, escribió dos breves cartas con motivo de la colecta a favor de las iglesias pobres de Palestina que llevó a cabo en Macedonia.[27][9]

Parte de lo que el apóstol Pablo entiende por ser apóstol se encuentra derivado de su comprensión del Evangelio donde Dios se revela desde el acontecimiento salvífico que es la cruz para el cristiano.[15]​ En las cartas, el mismo apóstol redacta como apóstol y reemplaza el saludo por una bendición que hace en nombre de Dios Padre y de Jesucristo.[28]​ En los escritos paulinos, la teología se enfoca desde la cruz cristiana[29]​ como vehículo de salvación,[30]​ mediante la predicación del kerigma. El mismo apóstol transmite en ellas su condición humana a diferencia de los llamados «falsos hermanos» que no predican el Evangelio.[28]​ Asimismo, el bautismo es el medio por el que se construye la comunidad caracterizada por el reconocimiento de cada uno de sus miembros sin tener en cuenta sus cualidades.[28]​ Pablo empleó la expresión «miembros del cuerpo de Cristo», definiendo así a la Iglesia —primeras comunidades del cristianismo primitivo— como el Cuerpo de Jesucristo donde cada uno de sus miembros se encuentra animado por el Espíritu Santo y ha recibido un don para ponerlo al servicio de la comunidad.[31]​ Así pues, emplea el concepto eclesiológico de «cuerpo» para referirse a la Iglesia, donde Jesucristo es la cabeza y los distintos miembros que la integran forman parte del tronco.[31]

Véase también

Notas

  1. Los capítulos 8 y 9 retoman las recomendaciones de 1 Co. 16, 1-4 y son preparados retóricamente por la expresión «en todo», 2 Co. 7,16.[18]

Enlaces externos

Referencias

Bibliografía

  • Escuela bíblica de Jerusalén (1976). Biblia de Jerusalén (Edición Española). Bilbao (España): Desclée de Brouwer. ISBN 84-330-0022-5. 
  • Carrez, Maurice (1986). La segunda carta a los corintios. Verbo Divino. ISBN 978-84-7151-459-2. 
  • Marguerat, Daniel (2008). Introducción al Nuevo Testamento. Bilbao (España): Desclée de Brouwer. ISBN 978-84-3302-205-9. 
  • Quesnel, Michel (1980). Cuadernos Bíblicos número 22. Las cartas a los corintios. Verbo Divino. ISBN 978-8471512345.