Geología de El Salvador

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Mapa geológico simplificado de El Salvador

La geología de El Salvador describe la composición y la historia de la formación y desarrollo de las regiones geológicas que hoy comprenden El Salvador. El cual, geológicamente, es un país extremadamente joven; donde el 5% del territorio se encuentra conformado por rocas del período Cretácico de la era Mesozoica; mientras que el resto del país está cubierto de rocas de la era Cenozoica, estando tres cuartas partes del territorio nacional conformadas por rocas del período Neógeno (principalmente de la época del Plioceno), y una cuarta parte del territorio nacional por rocas del período Cuaternario (específicamente de la época del Pleistoceno).[1]

Tipos de rocas[editar]

Rocas Volcánicas[editar]

La mayor parte del país se encuentra cubierta por rocas de origen volcánico de carácter riolítico hasta basáltico. En algunos casos se presentan en forma de extensiones considerables, en los que no ha sido posible determinar el punto de origen de la actividad volcánica que produjeron dichos lugares; como es el caso de: la Sierra de Tacuba, la Cordillera del Bálsamo, la Cordillera Jucuarán-Intipucá y la parte Norte de Santa Ana.[1]

Existen formaciones volcánicas producto del volcanismo individual (por lo que es fácil localizar el origen de la actividad); distinguiéndose dos zonas volcánicas: una al sur de las montañas norteñas con una serie de volcanes individuales que atraviesan todo el territorio, y a la que pertenecen volcanes como el Volcán de Guazapa y el Volcán Cacahuatique (que se caracterizan por su alto grado de erosión; y sus productos piroclásticos son efusivos con lavas, de carácter predominantemente basálticos, y tobas de diferente grado de consolidación); mientras que la otra zona se ubica más al sur y corre paralela a la anterior, a ella pertenecen más de 50 volcanes (como: Laguna Verde, Santa Ana, Izalco, San Salvador, San Vicente, Tecapa, San Miguel y Conchagua; así como calderas o depresiones volcano-tectónicas, como los Lagos de Ilopango y Coatepeque) algunos de los cuales todavía se encuentran activos, y que se caracterizan por lavas de carácter basáltico y que la mayoría de los productos piroclásticos son de carácter dacítico (aunque también se conocen productos piroclásticos de erupciones lineares (fisurales) como los que se encuentran cerca de Zaragoza y Comalapa); en ambas zonas el tipo de estructura volcánica predominante es la de estratovolcanes; por otro lado, el volcanismo de la zona sur es más variado que el de la zona Norte.[1]

Rocas sedimentarias e intrusivas[editar]

Rocas sedimentarias marinas se encuentran únicamente en Metapán, donde cubren un área aproximada de 200 km², y cuya conformación va desde calizas a otra serie de rocas clásticas. Fuera de ello, existen rocas sedimentarias lacustres (de lagos y lagunas) y fluviales (de ríos y riachuelos o quebradas), con extensiones muy limitadas, que consisten de productos redepositados de menor importancia y de algunos depósitos de diatomita y lignito de carácter calcáreo; y que también cuentan con intercalaciones de productos piroclásticos (por lo que serían contempóraneos a la actividad de los volcanes de la cadena volcánica joven). También se encuentran aluviones a lo largo de los ríos más grandes y en depresiones locales (principalmente en las planicies costeras del suroeste y sureste; cubriendo un área aproximada de 3500 kilómetros cuadrados).[1]

Se han encontrado rocas intrusivas de carácter granítico-diorítico, en las montañas Norteñas, en el área de Metapán y Chalatenango. Las de carácter diorítico estarían en contacto con las series sedimentarias marinas, notándose un metamorfismo de contacto que puede ser observado en las capas calcáreas. Por otro lado, se encuentran afloramientos de carácter muy ácido desde San Miguel hasta San Isidro; que se caracterizan por correr en paralelo a las fajas volcánicas y está conectados a yacimientos metalíferos subvolcánicos (ubicadas bajo las cubiertas basalto-andesíticas).[1]

Características tectónicas[editar]

Placas tectónicas que conforman América Central

El país, así como la mayoría del norte de Centroamérica (Honduras, Nicaragua, el sur de Guatemala, y parte del alto nicaragüense), se ubican en la margen oeste de la corteza continental de la placa del Caribe, en un bloque cortical denominado bloque de Chortis; específicamente sobre el terreno meridional o sur de dicho bloque, que carece de un basamento paleozoico y que se interpreta como un elemento oceánico acrecionado a los terrenos continentales.[2]

La costa salvadoreña se encuentra en la zona donde bajo la placa del Caribe hace subducción la placa de Cocos (que se desplaza a una velocidad absoluta de 6.5 kilómetros por año) en el área denominada como Fosa mesoamericana, la cual está ubicada mar adentro, extendiéndose paralelo a la costa desde el sur de México hasta Costa Rica (a una distancia de 150 km de la costa salvadoreña). Dicha subducción provoca una intensa actividad sísmica, y la fusión de rocas de la corteza terrestre (que se encuentran sometidas a altas temperaturas y presiones); lo que a su vez daría pie a la formación del Graben Centroamericano (conocido localmente como Graben Central, que es un bajo estructural que en El Salvador tiene un ancho irregular que varía de unos 15 km a 30 km) y en su interior al Arco volcánico centroamericano, que se extiende por 1500 kilómetros desde la frontera de México y Guatemala hasta Panamá, y que incluye a la mayoría de volcanes del país.[3][4][5]

En el interior del país, los únicos elementos tectónicos que se conocen son las fracturas o fallas (sin indicios de plegamiento), que conforman una zona de cizalla dextral (de movimiento hacia la derecha) activa de unos 20 km de anchura y 150 km de longitud que se conoce como Zona de Falla de El Salvador (ZFES), que surgiría debido al régimen de deformación transtensivo dextral a lo largo del Arco volcánico centroamericano, producto del desplazamiento hacia el este del bloque de Chortis (de lo que se hablara más adelante en la sección formaciones estratigráficas).[2]

Según Stoiber y Carr (1973) y Martínez-Díaz et al. (2004) la ZFES se dividiría en tres estructuras o sistemas de fallas nombrados con las direcciones (en inglés): WNW-ESE, NNW-SSE y NE-SW. Sin embargo, estudios posteriores más detallados mostraron que se trata de una zona de fallas más compleja, por lo que según Canora et al. (2012) habrían cinco segmentos a lo largo de toda la zona, que de oeste a este son:[2]

  • Segmento Oeste: se encuentra limitada por la falla de Jalpatagua (en Guatemala) y el segmento San Vicente; y es una zona con la deformación bastante distribuida, qué cuenta con fallas principales como la falla de Guaycume (con una dirección de N120ºE) y fallas secundarias normales (con direcciones N150º-170ºE y N190º-220ºE).
  • Segmento San Vicente: se extiende desde la caldera de Ilopango hacia el este, con una longitud de 21 km; es un segmento con la deformación muy concentrada en un desgarre casi puro, que fue la fuente del terremoto del 13 de febrero de 2001.
  • Segmento Lempa: se encuentra en una cuenca producida por el relevo dextral de los segmentos San Vicente y Berlín en el que la deformación queda algo mal distribuida.
  • Segmento Berlín se extiende desde el este del río Lempa hasta aproximadamente el volcán San Miguel, con una longitud de 24 km, en el que la deformación está también bastante concentrada en un desgarre dextral.
  • Segmento San Miguel: es un conjunto de desgarres en echelon con poca expresión, que consiste es un segmento de unos 50 km de largo que se considera la terminación hacia el este de la ZFES; por otro lado, los datos GPS revelan que la deformación de esta zona se podría transferir hacia el sur y ser absorbida por fallas normales (con direcciones N150º-170ºE y N190º-220ºE) situadas en la cordillera de Juacuarán-Intipucá.[2]

Formaciones estratigráficas e historia geológica[editar]

Para la comprensión, a grandes rasgos, de la historia geológica del país, se han agrupado las distintas características geológicas del territorio en seis unidades estratigráficas; que, desde la más antigua a la más reciente, son: los Estratos de Metapán, la Formación Morazán, Formación Chalatenango, Formación Bálsamo, Formación Cuscatlán, Formación San Salvador, y Aluvión.[1][6][7]

Estratos de Metapán[editar]

Con el nombre de estratos de Metapán se agrupan las rocas más antiguas del país, que se encuentran únicamente en el área de Metapán y en pequeñas zonas del norponiente del departamento de Chalatenango; y que se encuentran divididas en las formaciones (desde la más antigua) de: Todos Santos (también denominada Metapán o Tepemechín), Grupo Yojoa, y Valle de los Ángeles (todas ellas ubicadas en la misma región).[1][7][8]

Lo que se conoce como formación Todos Santos está constituida en su base por monzonita pre-mesozoica y lechos continentales del período Jurásico (inferior y medio; y compuesto por rocas metamórficas) que yacen bajo ignimbritas riolíticas; sobre lo cual, a inicios del cretácico inferior, se depositarían suelos hechos de conglomerados de areniscas, limolitas y lutitas (con proporciones variables de detritos volcánicos y lavas básicas a intermedias; y con colores que van del rojo a café, localmente gris y verde), que tiene un espesor mayor a 200 metros.[9][10][8]

En la edad o piso del Aptiense, se depositaría lo que se conoce como Grupo Yojoa, que está formado por margas con calizas marinas nodulares de color gris oscuro hasta gris azulado, sobras las que se encuentran calizas marinas arcillosas de estratigrafición laminar (que contienen concreciónes de silicitas negras típicas de varias formas) que terminan en un banco de caliza nodular que es densamente perforada por pasillos de tipo thalassinoides; lo que en conjunto tiene un espesor de entre 40 a 60 cm.[10][8]

En la edad del Albiense, comenzaría a depositarse lo que se conoce como grupo Valle de los Ángeles, colocándose primeramente areniscas rojas de granos finos (con cemento arcilloso y estratificaciones finas) intercaladas con conglomerados de cuarzo (que en su parte inferior generalmente están silificados y metamorfizados) y tobas volcánicas (de carácter andesítico y de color violeta), que subyacen bajo otra capa de calizas de la edad del Cenomaniense (inicios del Cretácico superior). Sobre ellas, en el Cretácico superior y en el Cenozoico (en los períodos Paleógeno e inicios del Neógeno; específicamente en este último a inicios de la época del Mioceno inferior) se depositarían rocas sedimentarias terrestres y volcánicas; encontrándose para ese tiempo, areniscas finas (de color rojo violeta, con bancos de conglomerados cuarcíticos) sobre conglomerados rojos de caliza con capas de areniscas (que representa la erosión de las capas más inferiores). En su totalidad, todo ello tendría un espesor mayor de 400 m.[9][1][8]

El territorio total cubierto por las formaciónes de los estratos de Metapán vendría a ser una isla o prolongación del bloque Chortis; el cual, se considera que en el Cretácico inferior formaba parte de la placa Norteamericana, y que se encontraba unido a los actuales estados mexicanos de Oaxaca y Guerrero, formando parte del continente de Laramidia (hoy el lado poniente de Norteamérica).[11][3][2]

En el Eoceno medio, durante el período Paleógeno, el bloque de Chortis se despegaría de su posición original y se desplazaría a lo largo del suroeste de México a través del sistema de fallas Caimán-Motagua-Polochic, recorriendo una distancia de aproximadamente 1100 kilómetros, en un desplazamiento de tipo sinestral (hacia la izquierda) y con una rotación en sentido contrario a las agujas del reloj de aproximadamente 30º-40º. Llegando cerca de su posición actual; con lo que a su vez quedaría instaurada la subducción de la entonces placa de Farallón (predecesora de la de Cocos) en la Fosa mesoamericana, lo que también definiría a la placa del Caribe como ente independiente de la placa Norteamericana. Posteriormente, hace unos 20 millones de años, en el mioceno inferior, la placa del Farallón se fragmentaria; con ello surgiría la placa de Cocos como placa tectónica individual con movimiento al noreste.[3][2]

Entre algunos de los fósiles adscritos a las formaciónes de los estratos de Metapán se encuentran: caracoles, cefalópodos en forma de espiral (subclase Ammonoidea), erizos, almejas, posibles gusanos tubícolas, estrellas de mar, y restos de pólipos y cuernos de coral, que harían parte de un arrecife con fechamiento de hace unos 120 millones de años (perteneciendo a la edad o piso del Aptiense, en el Cretácico inferior) y que fueron encontrados en el cantón La Joya; así como también el ammonite Calycoceras salvadorense y el bivalvo Ilymatogyra laeviplexa, datados a 95 millones de años (en la edad del Cenomaniense, en el Cretácico superior).[12][13][14][8]

Formaciónes Morazán y Chalatenango[editar]

Reconstrucción de como luciría en vida un Gomphotherium
Reconstrucción de un Pliohippus

La formación Morazán y la formación Chalatenango datan de la época del Mioceno, aunque también algunas partes podrían ser del Oligoceno. Ambas se encuentran en las montañas al norte del país, así como en buena parte de Metapán y los departamentos de Chalatenango y Morazán, del norte y norponiente del departamento de Cabañas, y del norte de los departamentos de San Miguel y La Unión; y surgirían a partir de la erupción de calderas ubicadas atrás de la cadena volcánica al norte del graben central (donde se encuentran la mayoría de volcanes del país).[1][15][6]

La formación Morazán está conformada por rocas extrusivas (formadas tras solidificarse el magma), básicas intermedias, ácidas, piroclásticas, riolitas, epiclásticas (formadas por desintegración mecánica de rocas preexistentes) volcánicas, y tobas fundidas.[1]

Entre los fósiles adscritos a la formación Morazán, se encuentran: probocideos gomphoteridos (de la especie Gomphotherium hondurensis), lobos hienas (de la especie Borophagus secundus), caballos fósiles (del género Cormohipparion y la especie Pliohippus hondurensis) y camellos gigantes (del género Procamelus); encontrados en el Cantón Calavera de Cacaopera (departamento de Morazán), y pertenecientes a la a la edad mamífero de América del Norte (NALMA por sus siglas en inglés) del Hemfiliense (del Mioceno superior).[13][16]

En cambio, la formación Chalatenango está constituida por rocas volcánicas ácidas (de carácter riolítico-dacítico), prevaleciendo las tobas muy endurecidas de colores claros; y su espesor es aproximadamente mayor a 500 metros.[1]

Entre algunos de los fósiles hallados en la formación Chalatenango, están los restos de un bosque petrificado encontrados en el Cerro El Dragón (Concepción de Quezaltepeque, Chalatenango), que data de hace aproximadamente 26 a 23 millones de años antes del presente (en el Oligoceno tardío o principios del Mioceno), y en el que se describiría al árbol de la especie Laurinoxylon chalatenangensis (perteneciente a la familia Lauraceae).[17]

Formación Bálsamo[editar]

Reconstrucción de un Arctotherium

Datada en la época del plioceno; como su nombre indica, es el elemento principal de la estructura de la Cordillera del Bálsamo, y además también ha sido encontrada en partes de las distintas zonas del país. Está integrada por productos volcánicos en los que abundan aglomerados con intercalaciones de tobas volcánicas endurecidas y corrientes de lava basáltica-andesítica (con un espesor aproximado de 500 metros); suelos fósiles de color rojo de gran profundidad (de hasta 20 metros); rocas extrusivas con pocas intercalaciones de tobas volcánicas y aglomerados (donde la parte inferior es de carácter andesítico y la parte superior, basáltico); y algunos afloramientos más ácidos, hasta riolíticos, principalmente en la zona oriental (con un espesor aproximado de más de 1000 metros).[1]

Esta formación se originó debido a un cambio en la geometría en la zona de subducción debido a un desprendimiento de losa en el Mioceno tardío, qué resultaría en la migración del eje del arco volcánico a un punto más cercano a su posición actual. Asimismo, en este tiempo, debido a la emisión de grandes volúmenes de ignimbritas en un régimen distensivo surgiría el fallamiento (incluyendo la zona de falla de El Salvador), que a su vez provocaría el hundimiento y formación del graben central. Por otro lado, entre los volcanes surgidos en la formación Bálsamo están los estratovolcanes (hoy calderas) de: Jayaque (que surgiría entre 2.6 y 1.5 millones de años antes del presente), Panchimalco (que surgiría entre 7.2 y 6.1 millones de años antes del presente) y el antiguo Ilopango; así como los volcanes aun existentes de: La Montañona, La Joya, Cacahuatique, Guazapa, Siguatepeque, Texistepeque.[6][18][19]

Hace unos 3,5 millones de años, la fuerte actividad volcánica, la colmatación de las cuencas sedimentarias y la tectónica, provocarían el cierre definitivo del Istmo de Panamá. Con ello se daría el gran intercambio americano, con lo que a partir de ese momento el intercambio biótico de animales y plantas continentales de Norteamérica y Suramérican se establecería de una forma cada vez más completa y adquiría una magnitud intercontinental. A su vez, el cierre del istmo produciría un cambio drástico en las corrientes mundiales, con lo que surgirían fenómenos climáticos como el fenómeno del El Niño.[3]​ Por otro lado, entre los fósiles datados para este tiempo se encuentra los pertenecientes al oso del género Arctotherium y al lobo-hiena Borophagus hilli encontrados en el sitio paleontológico Tomayate, y perteneciente a la edad NALMA del Blanquense.[20]

Formación Cuscatlán[editar]

Reconstrucción de un Cuvieronius

Está fechada del Plioceno superior al Pleistoceno inferior; y se encuentra compuesta por productos extrusivos de volcanes individuales, que son: corrientes de lava, aglomerados, tobas, escorias y cenizas volcánicas endurecida, y tobas fundidas con intercalaciones de sedimentos lacustres y fluviales (cuyo espesor varía de volcán a volcán); así como suelos fósiles de color rojo de poca profundidad (hasta 4 metros). Asimismo, también es definida como un conjunto erupciones volcánicas explosivas predominantemente silícicas producto de la actividad asociada a la evolución de calderas (propias o provenientes de la formación anterior), incluyendo contrapartes que serían reelaboradas e interestratificadas y/o que se encuentran sobre lavas de silícicas a máficas.[1][21][6]

En este tiempo ocurrirían varias erupciones explosivas que causarían el derrumbe de las paredes del respectivo volcán y la formación de calderas. Así se originarían: la caldera y lago de Ilopango, como producto del derrumbe del antiguo volcán Ilopango (en una serie de tres erupciones, llamadas (en orden desde la más antigua) como ignimbritas de: Olocuilta, Colima y Apopa; que ocurrieron hace aproximadamente 1.785, 1.56, y 1.34 millones de años respectivamente); la caldera de Jayaque, del volcán homónimo (colapso que ocurriría entre aproximadamente 1.6 y 1.4 millones de años antes del presente, y que dejaría el estrato denominado como ignimbritas de Jayaque); la caldera de Santo Tomás (donde más adelante se formaría el volcán Loma Larga, qué surgiría entre aproximadamente 800 y 500 mil años antes del presente), del volcán Panchimalco; la caldera de Los Planes de Renderos (en el que posteriormente emergería el Cerro San Jacinto, grupo volcánico conformado por domos extrusivos dacíticos y un cono efusivo dacítico, que surgiría entre 350 a 270 mil años antes del presente), del colapso parcial del volcán Loma Larga; asimismo ocurriría en la caldera de Concepción de Ataco (formada hace aproximadamente 248 mil años) en una erupción que seccionaría a los volcanes cercanos, y surgidos también en este tiempo, de Cuyanausul, Cerro de Apanéca, y Cerro Empalizada (con lo que paulatinamente irían surgiendo los volcanes de Laguna Las Ninfas, Laguna Verde, Hoyo de Cuajuste, y el domo Cerro San Lázaro); la caldera del Chilamital; y la caldera La Carbonera.[6][22][19][23][24]

Entre otros volcanes surgidos en este tiempo están: el complejo volcánico Coatepeque (conformado por dos conos volcánicos interconectados, denominados Coatepeque Norte y Coatepeque Sur), el volcán Cachío, La Rana, Olimpo, Berlín, Usulután, Pacayal, Guaycume, Nejapa, Guazapa, y El Carmen; así como los domos dacíticos de la caldera Chilamatal, los cerros de Ciudad Arce y el cerro Malacoff, y probablemente también los domos riolíticos al suroriente de San Miguel. Asimismo, comenzaría la formación de las islas del Golfo de Fonseca (específicamente las islas de Meanguera, Zacatillo, y Martín Pérez); y surgirían varios lagos (ahora extintos o reducidos) como: los lagos Metapán (que no hay que confundirlo con el lago de Güija o la laguna de Metapán; que se ubicaban en la cuenca de esa localidad) y Lempa (entre Nueva Concepción y Chalatenango), cuyo rebalse daría origen al río Lempa hace aproximadamente 1.8 millones de años; el lago de Olomega (con dimensiones mayores a la actual laguna de Olomega); el lago de Torola (en el noreste del país) cuyo desagüe desembocaría en el Lempa; el lago de Zapotitán (en el actual valle de Zapotitán, ubicado entre los actuales lago de Coatepeque y volcán de San Salvador que para entonces todavía no existían, sobre todo el último) de poca profundidad; y el lago de Titihuapa (situado entre San Idelfonso y Estanzuelas) que surgiría por el depósito de ignimbritas grises por la erupción del volcán de Berlín (fechada a hace aproximadamente 415 mil años), y que represaría el cauce del río Lempa (hasta que el río lograría profundizar su nuevo cauce, provocando que se secase el lago).[19][25][26][23][24]

En esta formación, para la época de pleistoceno inferior y la edad NALMA del Irvingtoniense, se ha encontrado una gran cantidad de fósiles de grandes mamíferos (megafauna), incluyendo mastodontes (familia Gomphotheridae, específicamente del género Cuvieronius), toxodontes (género Mixotoxodon), caballos americanos (género Equus), gliptodontinos (género Glyptotherium), perezosos terrestres (de las familias Megalonychidae y Megatheriidae), y camélidos (géneros Palaeolama y Hemiauchenia); que han sido hallados en sitios paleotologicos, como en Tomayate (Apopa, departamento de San Salvador) y la Barranca del Sisimico (San Vicente).[13][27]

Formación de San Salvador y Aluvión[editar]

Reconstrucción de un mammut de Columbia
Reconstrucción de un felido dientes de sable del género Smilodon

Esta formación abarca desde el pleistoceno superior o tardío al holoceno; y se encuentra en la cadena volcánica joven. Está compuestos por productos extrusivos de los volcanes individuales, como: corrientes de lava, cúpulas de lava, tobas fundidas, tobas, pómez, escoria y cenizas volcánicas (que se encuentran a veces con intercalaciones de sedimentos lacustres; y su espesor varía de volcán a volcán); y además, también se encuentran suelos fósiles color café y negro.[1]

Es en la formación de San Salvador, durante el pleistoceno, qué surgirían elementos geográficos como: los volcanes Chingo, Ilamatepec o de Santa Ana, de San Salvador o Quezaltepeque, Chinchontepec o de San Vicente, y Chaparrastique o de San Miguel; algunas de las islas del golfo de Fonseca, como la isla Conchagüita y parte de la isla de Meanguera. Asimismo, surgiría la caldera y lago de Coatepeque, a partir del colapso del complejo volcánico Coatepeque, que ocurriría en los eventos eruptivos llamados Arce (compuesto de dos erupciones separadas denominadas Arce inferior y Arce superior respectivamente, fechadas a hace unos 72 mil años, en la que colapsaría el volcán Coatepeque Norte) y Congo (en la que colapsaría el volcán Coatepeque Sur, y que está fechada a hace 53 mil años); y se darían colapsos parciales que modificarían la estructura y estilo eruptivo de los volcanes Ilamatepec (ocurrida en algún momento hace unos 20 mil y 10 mil años; y que formaría la península y costa de Acajutla) y Quezaltepeque (múltiples avalanchas de escombros sectoriales ocurridas entre hace aproximadamente 75 mil y 62 mil años).[1][21][6][28][29][25][30][19][31]

En el Holoceno, la erupción más potente provendría de la caldera del Lago de Ilopango, que es denominada Tierra Blanca Joven (TBJ; por el color de su ceniza) y que es datada en algún momento de los siglos V o VI. Asimismo, se daría el surgimiento del lago de Güija y la laguna de Metapán (con el represamiento de los ríos Angúe y Ostua, por la erupción del volcán San Diego; seguido por la separación de ambos cuerpos de agua por la erupción de la Loma Iguana; y finalmente, debido a la erupción del Cerro Quemado, se desplazaría la confluencia de los ríos Desagüe y Guajoyo unos 4,5 km aguas abajo, lo que elevaría el nivel del agua del lago. Ocurriendo todas esas erupciones antes de la TBJ); y la formación del Volcán de Izalco por el año de 1770.[6][32][33]

Para el pleistoceno tardío, en la edad NALMA del Rancholabreaense, han sido datados fósiles de mamíferos como: mamuts (de la especie Mammuthus columbi), felidos con dientes de sable (del género Smilodon), bisontes (género Bison), cavidos (género Neochoerus), y otros mencionados anteriormente (en la formación Cuscatlán); encontrados en sitios paleotologicos, como El Hormiguero (Comacarán, departamento de San Miguel), Tomayate (Apopa, departamento de San Salvador), y Cerro Pacho (Nueva Concepción, departamento de Chalatenango).[27][34]

Finalmente, la formación aluvión, que en ocasiones es considerada como un miembro más de la formación San Salvador. Está constituida por depósitos recientes compuestos por gravas, arenas y arcillas a lo largo de los ríos y en depresiones locales, que se encuentra a gran escala en las planicies costeras al suroeste y sureste del país, en sectores recién emergido (debido a la regresión del mar, por la disminución del nivel del mar inducida por la elevación de la costa a raíz de los esfuerzos compresivos de la Placa de Cocos bajo la Placa del Caribe; y/o por las fallas); tales como: la zona de la Bahía de Jiquilisco; el golfo de Fonseca (incluyendo islas como Perico y Periquito); la barra de Santiago; el estero de Jaltepeque; punta Remedios, en Sonsonate; la desembocadura del Río Lempa; y en depresiones como el sector de la laguna de Olomega, y en la laguna Ciega de Zapotitán.[1][35][19]

Véase también[editar]

Referencias[editar]

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