Humor manchego

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Humor manchego, o también retranca manchega, es una expresión que se refiere al tipo de humor que hacen los humoristas de la región española de La Mancha, aunque puede estar extendido a regiones limítrofes o de influencia manchega.

Se pueden encontrar quizás los antecedentes del humor manchego en las zonas limítrofes a La Mancha, pues como es común, existen pocos registros históricos del territorio manchego. Podrían buscarse en la Edad Media con dos arciprestes Juan Ruiz, arcipreste de Hita (Libro de buen amor), y Alfonso Martínez de Toledo, arcipreste de Talavera (El corbacho), insufla a Fernando de Rojas en La Celestina y prosigue en el Siglo de Oro con los dos Lazarillos (el anónimo y el irreverentísimo del toledano protestante Juan de Luna), continúa con el gran actor humorístico Alonso de Cisneros, el único que hacía reír a Felipe II, y alcanza su cenit con la obra maestra de Miguel de Cervantes, el Quijote, se extiende al teatro con los entremeses de Luis Quiñones de Benavente y las comedias de Francisco de Rojas Zorrilla y Manuel de León Marchante, prosigue en el siglo XVIII con "el capitán coplero" Eugenio Gerardo Lobo y se vuelve satírico y político en el siglo XIX con la obra de los, ya sí manchegos, Fernando Camborda y Félix Mejía.

El cómico conquense Juan José Luján crea en 1868 el teatro por horas que es antecedente del género chico, y el manchego dramaturgo y director teatral Ceferino Palencia divulga por España y América sus altas comedias. El siglo XX comienza con la obra ingente del humorista manchego Luis Esteso y López de Haro, primer autor de monólogos y editor de colecciones de chistes y clásicos del humor. A mediados del mismo siglo se identifica con el comediógrafo valdepeñero Francisco Nieva y los demás poetas del postismo (Ángel Crespo, Antonio Fernández Molina, José Fernández-Arroyo, Carlos de la Rica, Federico Muelas) y sus revistas (El Pájaro de Paja y Jueves Postista),[1]​ así como con las novelas y libros de aforismos de José Luis Coll, los relatos y el costumbrismo de Francisco García Pavón, por ejemplo, en su El jardín de las boinas (1980) y su España en sus humoristas (1966).[2]

Con la transición democrática, el humor manchego se aplicó al cine y obra literaria de uno de los mayores representantes manchegos en el cine, Pedro Almodóvar (Patty Diphusa y otros textos, 1991, etc.), a la canción de autor satírica (Cesáreo) y posteriormente se extendió a los humoristas, especialmente a los televisivos con origen en La Mancha o que se ambientan en modismos lingüísticos, costumbres o personajes populares, rurales y tradicionales manchegos. Entre ellos están los directores de cine Pedro Almodovar y José Luis Cuerda, la ventrílocua Mari Carmen y sus muñecos, José Luis Coll, Millán Salcedo, José Mota, Joaquín Reyes y los demás componentes de Muchachada Nui (Ernesto Sevilla, Pablo Chiapella, Julián López, Raúl Cimas), Aníbal Gómez o Goyo Jiménez.[3]

Notas[editar]

  1. Amador Palacios, Jueves postista: el papel de Ciudad Real en el Postismo, Diputación de Ciudad Real, Area de Cultura, 1991.
  2. El humor manchego, tal vez sea un poco basto, pero que el escalpelo de la prosa pavoniana consigue transformar en jubilosos divertimientos Reportaje en ABC, 15/05/1969.
  3. Maribel Gómez El misterioso caso del humor manchego, El Mundo, 26 de abril de 2009.