Isidro Ordóñez

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Isidro Ordóñez fue un fraile franciscano que gobernó de hecho Nuevo México en 1613-1614, tras encarcelar al gobernador Pedro de Peralta. A su vuelta a la Ciudad de México fue reprobado por la Inquisición local.

Primeros años[editar]

Ordóñez fue uno de los diez frailes que andaban por Nuevo México entre 1601 y 1610, durante el gobierno de Juan de Oñate. Cuando la corona española decidió no continuar la colonización de Nuevo México (1606), Juan de Oñate envió una carta de renuncia al virrey Luis de Velasco, marqués de Salinas (el 24 de agosto de 1607). La renuncia fue aceptada, y se nombró a Martínez de Montoya gobernador interino, aunque Oñate debía seguir en el cargo hasta la llegada del nuevo gobernador. No obstante, el consejo local consideró que Montoya no era la persona idónea para el cargo y nombró gobernador interino a Cristóbal de Oñate, hijo de Juan de Oñate. Parece que Montoya aceptó este nombramiento.

El 7 de marzo de 1608 el virrey Velasco recomendó suspender los trabajos de colonización y llevar a otras partes de Nueva España a los pocos indios que hubieran sido convertidos. Oñate envió a Fray Lázaro Ximénez a la Ciudad de México con Isidro Ordóñez para explicar al virrey la situación en la colonia. Martínez de Montoya los acompañó para no regresar. Fray Lázaro llegó a la ciudad de México a fines de octubre de 1608, y expuso que cerca de 7.000 indios habían sido convertidos. Esto motivó al virrey a nombrar un nuevo gobernador, Pedro de Peralta; además, envió un nuevo grupo de frailes a Nuevo México a cargo de fray Alonso de Peinado. Todavía, en 1611, Ordóñez volvería a México para conseguir suministros y reclutar más frailes.

Comisario de Nuevo México[editar]

En 1612, Isidro Ordóñez retornó con la expedición de abastecimiento al frente de otros nueve frailes franciscanos. Cuando llegó a la misión Sandia Pueblo (agosto de 1612) redactó un documento que aparentemente le daba la autoridad para ser Padre superior o cabeza de la iglesia en Nuevo México. Tiempo después se supo que el documento era falso. Fray Alonso de Peinado aceptó la comisión de Ordóñez. En Santa Fe, a pesar de las protestas del gobernador Pedro de Peralta, Ordóñez proclamó que cualquier soldado o colono era libre de marchar del territorio. De paso, Ordóñez acusó a Peralta de tener mal alimentados a los indios nativos que estaban trabajando en la construcción de Santa Fe. En 1613, Ordóñez comenzó la construcción de una iglesia en Nambé Pueblo, a unas 15 millas al norte de Santa Fe. Cuando Peralta envió soldados a Nambe para reclutar indios que ayudaran en la construcción del palacio del gobernador, se encontró con la oposición de Ordóñez.

En mayo de 1613, ambas autoridades chocaron de nuevo cuando los soldados que iban hacia el norte para recoger el tributo del Pueblo de Taos se encontraron con Ordóñez. Este les envió de vuelta a Santa Fe para que observaran la fiesta de Pentecostés. Informado el gobernador, les devolvió de inmediato a Taos diciendo que podían observar la fiesta en cualquiera de las misiones de la ruta. Como autoridad de la inquisición en la zona, Ordóñez amenazó con excomulgar al gobernador si no retiraba su orden. El gobernador se negó y fue excomulgado. Hubo más incidentes, en los que el pueblo se debatía entre el apoyo a una u otra autoridad (la eclesiástica o la militar). La excomunión se retiró después de negociar una tregua entre las partes. Pero la tregua fue corta.[1]​ En julio de 1613, Ordóñez dijo en su sermón tras una afrenta: Que no os engañen. Que nadie se convenza a sí mismo con palabras vanas de que no tengo el mismo poder y autoridad que el Papa en Roma, o que si su santidad estuviera aquí en Nuevo México, él podría hacer más que yo. Creo que puedo arrestar, cargar de cadenas y castigar como me parezca adecuado a cualquier persona sin excepción que no obedezca los mandamientos de la iglesia y los míos. Lo que les digo es a beneficio de una cierta persona que me está escuchando y que quizás levanta las cejas.[2]

Cuando el gobernador se negó a someterse, a pesar de esta advertencia, Ordóñez lo acusó de ser hereje, luterano y judío.[3]​ El 12 de agosto de 1613, Ordóñez y sus seguidores arrestaron a Peralta, le encadenaron y le encarcelaron en la misión de Nuestra Señora de los Dolores, en Sandia. Su carcelero fue Fray Esteban de Perea, quien desaprobaba estos hechos pero obedecía a su superior.[2]​ Ordóñez asumió todo el poder civil y religioso en Nuevo México hasta que el nuevo gobernador interino, don Bernardino de Ceballos, llegó a Nuevo México en la primavera de 1614. Peralta no pudo partir hasta noviembre de 1614, cuando Ordóñez y el nuevo gobernador ya le habían requisado la mayoría de sus bienes.[4]​ Al principio, Ceballos intentó mantener buenas relaciones con la autoridad eclesiástica, pero solo pasó un año cuando también chocó con Ordóñez a causa del trabajo y trato que recibían los indios pueblo. Y también Ceballos fue excomulgado y obligado a hacer penitencia pública.[5]

Después de escuchar la versión de Peralta, la Inquisición mexicana ordenó que Ordóñez regresara.[6]​ En la primavera de 1617 Ordóñez finalmente salió de Nuevo México para regresar a México. Cuando llegó a la Ciudad de México, la Inquisición le reprendió. Peralta fue absuelto de las acusaciones contra él.[6]

Referencias[editar]

  1. Simmons, 1989, p. 18-19.
  2. a b Kessell, 1995, p. 97.
  3. Hordes, 2005, p. 136.
  4. Kessell, 1995, p. 98.
  5. Gutierrez, 1991, p. 110.
  6. a b Peralta, Pedro de,.

Fuentes